¿Cuánta gente vivía en aquel refugio? ¿Acaso había ido Marcus por ahí tomando bajo su protección a todos y cada uno de los supervivientes que encontró? Daba la impresión de que toda la maldita ciudad estaba allí abajo, atascando el túnel y acercándose a ellos lenta pero constantemente. Los que estaban al fondo parecían dar empujones a los que tenían delante, haciéndolos avanzar poco a poco. Y cada centímetro de túnel que perdían acorralaba al grupo más y más.
William derribó a otro caminante y echó un vistazo rápido tras de sí. La barricada seguía en pie.
‘¡Maldita sea…!’
Volvió a encararse a la horda y procedió a patear y pisotear a uno de los zombis, que había conseguido arrastrarse demasiado cerca de él. El sudor corría por su frente.
Ni uno solo de aquellos caminantes habría sido una amenaza por sí solo, no con su falta de energía. Pero la fuerza en números compensaba su debilidad.
Claire y Jonah gritaban y gruñían mientras continuaban aplastando y golpeando a todo lo que se les acercaba. Cadáveres cubrían el suelo, pegotes de sangre se esparcían por las paredes, su ropa se ensuciaba y arruinaba con Dios sabe qué… Era ahí, frente a la adversidad, donde los prejuicios y la amargura de William verdaderamente se desvanecían. Ya no había tiempo para esas cosas. Su mente, impulsada por la adrenalina, se concentraba únicamente en sobrevivir.
Otro empujón. Otro pisotón. Y otra patada. Y otro empujón. No podía parar, no podía permitir que el agotamiento se apoderase de sus extremidades hasta que estuviesen o a salvo, o muertos.
Los cuerpos que se apilaban en el suelo provocaron que varios caminantes tropezasen, una oportunidad que aprovecharon para lanzarse hacia delante, extendiendo los brazos con la esperanza de agarrar algo. Y lo hicieron. Uno de ellos consiguió sujetar la herramienta que William blandía, la cual quedó atrapada bajo el peso de su cuerpo. Otro se aferró a su pierna izquierda.
“¡¡Mierda…!!” gritó, tratando de librarse de su agarre. Pateó su cabeza con la pierna derecha, no con intención de matarlo, sino de mantener su boca a una distancia prudencial.
“¡¡W-William…!!” Claire dejó escapar un chillido, y acto seguido su bate se cernió sobre el brazo del caminante. Un fuerte crujido llegó a sus oídos, y William sintió que la presión alrededor de su tobillo desaparecía.
“¡Cuidado!” Jonah se les acercó y tiró de ellos, al tiempo que otro grupo de caminantes trepaba sobre los que estaban en el suelo y luego tropezaba hacia delante de forma similar a los anteriores.
El grupo cayó hacia atrás, esquivando por un pelo la aletargada pero incansable marea de zombis. Entonces, un grito. Jonah emitió un aullido de dolor. William se levantó, y vio un caminante abrazado a la pierna de Jonah. Sus dientes se hundían profundamente en su carne, sangre fresca brotaba de la herida y se acumulaba en el suelo.
“¡¡Aaaaaaaaghh…!! ¡¡¡Jodeeeer…!!!” gritó Jonah.
Una rápida patada en la cabeza, y William consiguió liberar su pierna, dejando al caminante, todavía vivo, con ganas de más.
“¡¡O-Oh dios…!! ¡¡No…!!” Claire estaba todavía sentada en el suelo, anonadada y observando a Jonah con una expresión aterrorizada en su rostro.
“¡¡Claire!! ¡¡Dame ese bate y ve a ayudar con la barricada!! ¡¡Ahora!!” William dio la orden con una voz atronadora. La chica no protestó, no perdió el tiempo e hizo lo que se le había ordenado. “¡Y tú…! ¿¡¡Puedes caminar…!!?”
“¡Vaya si puedo…!” contestó Jonah mientras se levantaba y preparaba su arma, aunque apretando los dientes.
Ya no necesitaban derribar a los caminantes. Ellos mismo caían en olas en su dirección, trepando sobre la cada vez más grande pila de cadáveres, tanto vivos como muertos. Sin embargo, en el proceso la horda avanzaba más rápido que antes. Ambos golpearon con sus bates con toda la fuerza que les quedaba. Dar una paliza a aquellos caminantes era la única cosa que les quedaba por hacer.
…
“¡Oye… tipo duro…!” Jonah gruñó entre golpes. “¿¡Podrías… hacerme… un favor…!?”
“¿¡Sí…!?” respondió William.
“¡Mi familia… ahí fuera…! ¡Tan solo diles… que lo siento…!”
“¿¡Eso es todo…!?”
“¡Sí…! ¡Una disculpa… es suficiente…!”
…
“¡Está bien…!” William dio su respuesta mientras bateaba a otro caminante más.
Miró a Jonah, e incluso en la oscuridad, le pareció verle sonreír durante un breve instante. ¿Asumiendo su propio fin, así de fácil? Muchos pensamientos empezaron a hacer ruido en la mente de William, pero sacudió la cabeza para espantarlos. No había tiempo para pensar. En lugar de eso, siguió blandiendo el bate.
******
“¡Mierda…! ¡¡Mierda…!! ¡¡Jonah…!! ¡¡Joder, tío…!!” Owen mascullaba para sí mismo mientras tiraba de los tablones.
Claire trató de tirar de algo, de cualquier cosa, pero no parecía que sus esfuerzos estuviesen sirviendo de nada. La enrevesada maraña de chatarra y mobiliario temblaba, pero no colapsaba.
‘¡Oh dios…! ¡Vamos a morir aquí…! ¡No quiero…! ¡No quiero morir…!’
El traqueteo había aumentado de forma exponencial en el último par de minutos: más gente había llegado por el otro lado. Se oía una fuerte discusión, los habitantes del refugio trataban de llegar a un acuerdo sobre qué hacer.
“¡¡¡Cuidado con la cabeza!!!” una voz se escurrió entre las grietas de la barricada.
Claire y Owen miraron arriba, y vieron un objeto de metal largo y estrecho deslizarse a través de un agujero en el bloqueo. Se apartaron. Cayó rápido, rompiendo las baldosas del suelo. Una palanca.
“¡¡¡Usad eso!!! ¡¡Centraos en la esquina inferior izquierda!! ¡¡Con que podáis pasar a rastras es suficiente!!”
“¡¡D-De acuerdo…!! ¡¡Gracias…!!” Claire estaba a punto de coger la palanca, pero Owen se le adelantó.
“¡Yo haré palanca en las tablas y paneles, tú sigue tirando y quítalas del medio!” dijo.
“¡V-Vale…!”
Golpes. Un traqueteo interminable. Los gorgoteos y quejidos de los caminantes que se acercaban, apenas a unos metros de la barricada. Los gritos de William y de Jonah. Huesos rompiéndose y sangre derramándose. La macabra orquesta de ruidos taladraba los oídos de Claire, mientras la madera se astillaba, mientras el metal se doblaba peligrosamente cerca de su cara, mientras sus uñas amenazaban con fracturarse al arañar la pila de tablones.
De repente, una luz penetró la oscuridad del túnel, brotando de un agujero de tamaño humano al fondo de la barricada. Una mano alcanzó al interior.
“¡¡¡Deprisa!!! ¡¡Salid!!”
“¡¡¡Aaah…!!! ¡¡¡William!!! ¡¡¡Está abierto!!!” gritó Claire.
“¡¡Ya era hora, joder!! ¡¡Ve!! ¡¡Iremos detrás!!” respondió.
“¡Vale…!”
Se giró hacia Owen. Él la agarró y la lanzó hacia el agujero.
“¡Vamos, vamos…!” la urgió a que saliese primero.
No se quejó. Quería que todo el mundo consiguiera salir y ponerse a salvo, pero de verdad que le alegraba poder salir primero. Se lanzó hacia la abertura. Los brazos le dolían como el demonio, pero ello no impidió que se aferrase a los múltiples brazos que la alcanzaban desde el exterior. Se sujetó a ellos por su vida, y dejó que la arrastrasen a salvo.
Todavía en el suelo, miró atrás, y vio a Owen pateando algunas mochilas a través del agujero, y luego arrastrarse a través del mismo por su cuenta.
William seguía dentro.
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******
“¡¡Oye…!! ¡¡Tenemos… que irnos…!!” dijo William, tras propinar un par de golpes más a los caminantes que se aproximaban.
“¡Nah…! ¡¡Vete tú…!!”
“¿¡Seguro…!?”
“¡Sí…! ¡¡No podré… lastimar… a nadie aquí…!!”
“¡Tch…!”
“¡¡Vete…!!”
Un nuevo grupo de caminantes comenzó a trepar sobre los caídos. La barricada estaba casi al alcance de la mano. William sabía que se les había acabado el tiempo. En un último subidón de adrenalina, se giró y se zambulló hacia el agujero.
“Gracias…” William gruñó una última frase antes de arrastrarse al exterior.
Por un instante, le pareció oír a Jonah decir algo en voz baja. ¿”Haz que valga la pena…”, quizá? Quién sabe. Perfectamente podría haber sido un gemido arbitrario de un caminante hambriento.
Un último coro de gruñidos cuando la horda cayó contra la barricada. El sonido de una multitud de cuerpos estrellándose contra la pila de muebles. Gritos ahogados.
El caos se detuvo de repente, y el silencio se cernió sobre el metro una vez más. Cabezas y brazos de caminantes trataban de asomar por el agujero en la barricada.
“¡¡Tapad ese agujero!! ¡¡Rápido!!” dijo alguien. Varias personas acudieron en tropel a la abertura, cargando herramientas y trozos desgastados de mobiliario.
…
“Jonah, se ha ido… Joder, tío…”
Hubo un incómodo momento de silencio. Una de las mujeres del grupo giró los ojos hacia William.
“¿Habéis conseguido al menos sacar algo de ahí…?”
“Sí… Las mochilas están llenas de comida, bebidas… y también lo que Marcus quería, sea lo sea…” respondió.
Muchos suspiraron de alivio. Sin embargo, ni una sola persona en aquel grupo estaba libre de preocupación, frustración o angustia.
Era casi irónico. Por mucho que William odiase a aquella gente al principio, una vez a su lado en la refriega, una vez involucrado en sus batallas, el deseo colectivo de sobrevivir y superar las adversidades parecía imponerse; desafío tras desafío. ¿Quizá su odio había sido desplazado por nuevas esperanzas? Aquella luz al final de túnel era extrañamente reconfortante. Pero bien podría ser también una insensatez. No podía saberlo, hasta que tuviese la oportunidad de tener una charla con Marcus de nuevo. Y esta vez, sería él el que haría las preguntas.
Observó a Claire, quien le devolvió la mirada. Parecía asustada, y sus brazos y piernas temblaban. Esfuerzo excesivo, seguramente. Para no haberse enfrentado nunca antes con los caminantes, lo había hecho bien.
Seguía teniendo sentimientos encontrados hacia ella. Sin embargo, tenía que pasar página tarde o temprano. Al final, todos eran iguales. Ella luchaba para proteger a Nora y a Lilian. Antes de que el desastre cayese sobre él, él mismo luchaba para proteger su propia comunidad. La gente en aquel refugio luchaba para proteger a sus familias y amigos. Incluso gente como Jacobs o aquel tal Julien luchaban por algo: por ellos mismos. Todos luchaban por un motivo, y desconfiaban de todo aquello que pareciese una amenaza. Las circunstancias eran amargas y desafortunadas, pero lo comprendía.
Asintió a Claire. Ella apartó los ojos de él, dirigiéndolos al suelo, y respiró hondo. ¿Alivio? Quizá. Le sería difícil encontrar alivio en aquella situación, dado que Lilian estaba cautiva y Nora desaparecida.
William pensó en Nora. No la habían visto ni una sola vez desde que abandonó el edificio de apartamentos aquella mañana. Con todo lo que había estado ocurriendo, no se había parado a pensar en ella. ¿Estaría bien…?
“Vale, informaré a Marcus de lo ocurrido… Encerradles por ahora, y llevad esas mochilas al almacén, tenemos que revisar sus contenidos.”
Algunos miembros del refugio sujetaron a William y a Claire y empezaron a llevárselos.
“Oye, una cosa más…” dijo William, haciendo que los hombres dejaran de empujarles y escuchasen. “La familia de Jonah… Les debe una disculpa…”
Todos se quedaron callados por un rato.
“¿Eso fue… lo que dijo…?”
William asintió.
“…muy bien. Me aseguraré de entregar el mensaje… Gracias…”
******
El cigarrillo se consumió a un ritmo acelerado debido a la profunda calada que le dio. Le dejó un sabor de boca amargo y desagradable.
“¡Bah…!” procedió a escupirlo. “Vaya mierda de marca… No puedo ni disfrutar un triste cigarro en este tugurio…”
Farfulló un par de profanidades más mientras se acercaba a la tenue luz al fondo del pasillo. Un guardia vigilaba en silencio, justo al lado de una doble puerta cerrada. Su cara estaba sudorosa, sus ojos se abrieron de par en par y sus piernas parecieron temblar en cuanto le vio acercarse.
“¡Alto…! ¿Quién va…?” preguntó.
“Calma…”
“Ah, eres uno de los recién llegados… Logan, ¿no…?”
“Sí, he estado haciendo recados por aquí y por allá. Me acaban de decir que te releve. Puedes ir a descansar.”
“¡Oh, gracias a dios…! ¡Tío, esto me está poniendo de los nervios…!”
El guardia se limpió el sudor de la frente y echó a caminar, pasando junto a Logan.
“Informaré a los demás cuando me reúna con ellos. Ten cuidado con—” su frase se vio repentinamente interrumpida por un rápido golpe en la nuca.
Las extremidades del hombre se quedaron flácidas, y cayó como un trapo.
“Vaya, qué fácil.” murmuró Logan.
Volvió su atención hacia la puerta. Una barra de metal la mantenía sellada. A través de las ventanas de cristal reforzado, una silueta de forma humana golpeaba y arañaba la puerta. Un caminante. Sus ojos inyectados en sangre brillaban con un intenso centelleo azul, el cual se ramificaba bajo su piel, siguiendo las venas por todo el cuerpo. Le salía espuma de la boca; y sus gorgoteos furiosos y ahogados exigían que le dieran de comer.
“Tú debes de ser el tipo que murió antes… Qué aspecto más triste.”
Se agachó junto al guardia caído. Hurgó en sus bolsillos, robando un par de snacks, un cuchillo y otros objetos utilitarios. En cuanto estuvo satisfecho, volvió a erguirse, levantando el cuerpo del guardia.
“Vale, hagámoslo…”
******
“Oye…” William habló a la oscuridad.
“¿Sí…?” la voz de Claire respondió. Sonaba muy cansada.
“…hiciste un buen trabajo antes…”
…
“Gracias…” se mantuvo en silencio durante lo que parecieron uno o dos minutos enteros. “Me siento horrible.”
“…”
“No puedo sacármelo de la cabeza… Siento que debimos haber hablado contigo antes, que debimos haber sido más transparentes con ciertas cosas… Especialmente después de todo lo que hiciste, incluso arriesgando tu propia vida, para ayudarnos…”
“…”
“Lo siento…”
“Deja de castigarte por ello. No ayudará a nadie… Escucha… Todavía no sé cuál es mi posición en todo este asunto. No sé si quiero seguir ayudándoos, o si quiero ir por mi cuenta y seguir luchando yo solo… Lo único que sé es que no soy realmente capaz de odiaros.”
“Ya veo…”
Hubo más silencio. William no podía ver nada, solo podía escuchar sus propias respiraciones. Le pareció oír algunos ruidos raros en la distancia, probablemente provenientes del resto del refugio fuera de los baños.
“Oye, ¿puedo hacerte una pregunta…?” dijo Claire.
“¿Sí?”
“Cuando te conté lo que nos había pasado, ya sabes, antes de que nos conociéramos… Bueno, dijiste que fue de ayuda. ¿Puedo preguntar en qué sentido…?”
“…no lo entenderías. Y probablemente sea un idiota por aferrarme a algo así. Tan solo necesito confirmar algo con ese Marcus primero.”
“Hmmm…”
William no quería tocar el tema. Ni con Claire, ni con nadie, a menos que fuese necesario. Y en aquellos momentos, no era necesario.
“¡A-Ah, cierto…!” antes de que pudiese decir nada más, Claire chilló por su cuenta. “¡Hay algo que deberías saber! ¡Encontré algo, algo sobre Marcus…!”
“¿Eh…?”
“¡Creo que es—!”
*Bang* *Bang*
Aquellos sonidos, aunque distantes, sonaban familiares. Demasiado familiares como para no reconocerlos. Disparos. Ambos los oyeron, y ambos se callaron, agudizando los oídos.
“Algo ocurre.” dijo William.
“Oh dios, ¿crees que se están peleando entre ellos…?”
El ruido lejano se volvió más y más fuerte. Más disparos. Gritos ahogados. Por puro instinto, William empezó a luchar con sus ataduras, tratando de liberarse. Claire le oyó revolverse y, presa del pánico, trató de liberarse también.
Pasos frenéticos se oyeron fuera de la puerta, acercándose a mucha velocidad.
“¡Mierda…! ¡Viene alguien!” gritó William.
La puerta se abrió de golpe, y la luz de una linterna se filtró al interior de los baños. El destello repentino cegó a William, quien gruñó y apartó los ojos de su origen. Los ruidos del exterior siguieron aumentando de volumen. Algunos de ellos no sonaban humanos.
“¡U-Um… Oh…!” la persona frente a la puerta tartamudeaba. Era un hombre.
William conocía aquella voz. Hizo resurgir recuerdos en su subconsciente, recuerdos que deseaba que se hubieran mantenido enterrados. Observó a través de la luz, entrecerrando los ojos en un intento de averiguar quién era realmente el intruso.
“Ah… ¿W-Will…?”
“¡Ni de coña…! ¿¡¡Desmond…!!?”
El hombre soltó un chillido asustado y se apresuró junto a Claire. Empezó a cortar sus ataduras con una navaja de bolsillo.
“¿¡¡Eres tú, Desmond!!? ¡¡No me lo creo!! ¡¡¡Da la cara, pedazo de mierda…!!!”
“¡N-No…! ¡Y-Yo… Oh, dios…!” siguió farfullando palabras incoherentes.
“¿¡Q-Quién eres…!? ¿¡Qué está pasando…!?” preguntó Claire al recién llegado, desconocedora de las circunstancias.
“¡H-Hay caminantes en el refugio…! ¡Tenéis que salir…! ¡U-Um…! Chica, a él desátalo tú, ¿¡vale…!?” la liberó y le entregó la navaja. “Tu amiga… tu amiga me dijo sobre vosotros…”
“¿¡A-Amiga…!? ¿¡Lilian!?”
“N-No, esa no… Es una m-mujer adulta… Su nombre es N-Nora…”
“¿¡¡Nora se encuentra bien!!?”
“¡¡Calla de una vez y desátame!! ¿¡¡No tienes vergüenza, puto cobarde!!?” William gritaba a Desmond desde su esquina.
Más disparos y gritos emergieron de los pasillos de fuera.
“¡Aaah…! ¡¡No hay tiempo, tengo que i-irme…!! ¡El v-vestíbulo debería ser s-seguro…!” Desmond se giró y salió a toda prisa hacia la puerta.
“¡¡E-Espera, por favor…!! ¿¡¡Dónde está Nora…!!!?” Claire se tambaleó mientras trataba de levantarse. “¿¡¡Está bien!!? ¡¡¡Te lo suplico, cuida de ella…!!!”
Desmond le dio un último vistazo en pánico, asintió, y desapareció por los pasillos, hacia el coro de ruidos.
William no podía creer lo que veía. La sangre le hervía en las venas. Si Claire le hubiese seguido, probablemente habría podido reunirse con Nora, pero era obvio que no quería dejarle tirado de aquella manera. Desmond podría haberle desatado con facilidad también a él, pero era probable que no tuviese las agallas para acercársele, y con motivos. Claire había confiado a Nora a aquel maldito traidor, de todas las personas posibles. Vaya una mala decisión.
“¡¡Deprisa, Claire!! ¡¡Libérame, tenemos que movernos!! ¡¡¡Ahora!!!”