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Wither With Me (Español)
CAPÍTULO 4 – SUPERVIVENCIA

CAPÍTULO 4 – SUPERVIVENCIA

Al llegar al segundo puente, Nora sintió que se le encogía el corazón.

“Oh dios…”

El puente estaba en condiciones similares al anterior. Igualmente desolado, igualmente lleno de ruinas y coches accidentados, e igualmente poblado de caminantes. De hecho, era incluso peor, pues la sección intermedia del puente estaba completamente bloqueada por varios camiones siniestrados, con coches apilados por todas partes a su alrededor. Además, las calles cercanas estaban también infestadas de zombis.

“Podemos cruzar por este. Mira debajo.” dijo William, apuntando a las secciones inferiores del puente.

Tras una inspección más detallada, Nora se percató de a qué se estaba refiriendo.

“¡Oh…! ¡Ya veo, podemos usar eso…!”

A lo largo de toda la sección inferior del puente se extendía una estructura de vigas metálicas y pasarelas, probablemente destinada a tareas de mantenimiento. Estaba vacía; una puerta de metal parecía haber mantenido fuera a los caminantes.

“El anterior puente también tenía una estructura similar debajo, pero esa estaba destruida. Probablemente algún tipo de sabotaje para tratar de mantener la cuarentena, quién sabe.” Tras localizar una escalera de incendios cercana, William colocó su mochila en el suelo y empezó a hurgar en sus suministros. “Prepárate para moverte. Despejaremos la calle, pero no creo que podamos despejar completamente la zona cercana al puente. A mi señal, descendemos y corremos hacia esa pasarela de mantenimiento como alma que lleva el diablo.”

Nora tragó saliva. La idea de correr entre los caminantes no era precisamente atractiva. Pero no tenían otra opción. Observó cómo William sacaba un viejo teléfono móvil. Era un modelo clásico, del tipo que tenía teclado y tapa.

“Cualquier teléfono sirve para esto, pero prefiero usar los antiguos. Compactos, más resistentes, más propensos a sobrevivir al proceso. Es una mierda ir a recuperarlos luego y encontrarlos en pedazos.” añadió, mientras terminaba de configurar la alarma del móvil.

Cerró la tapa, sacó de la mochila varias tiras de espuma y un rollo de cinta adhesiva, y procedió a proteger y empaquetar el teléfono con varias capas. Luego, se levantó y lo arrojó calle abajo, lejos del puente.

“Debería sonar en un par de minutos.”

Nora lo siguió escalera de incendios abajo, piso tras piso, hasta que alcanzaron la última plataforma antes del nivel de suelo. Varios caminantes les avistaron, y empezaron a arrastrarse hacia el edificio.

“¡William…! ¡Nos han visto!” dijo, con tono temeroso.

“Es inevitable. No te preocupes, no pueden alcanzarnos aquí, siempre y cuando no soltemos la escalera.” La plataforma inferior contaba con una escalera que debía desplegarse hacia abajo para poder alcanzar el suelo. “No hacemos nada hasta que suene la alarma.”

“¡Pero no podremos bajar de todos modos si están bajo nosotros!”

“¿Recuerdas cómo dejaron vuestro coche cuando escucharon la alarma? Son más sensibles al sonido que a su propia visión. Los ruidos agudos pueden cambiar su foco de atención con facilidad. Mantén la calma, y espera.”

Puede que hubieran sido tan solo un par de minutos, pero parecieron una eternidad. Nora podía sentir el sudor frío deslizarse por su cara. Los gruñidos y chillidos de los caminantes debajo suyo sonaban más perturbadores a medida que pasaba el tiempo. A cada segundo que transcurría, se encontraba más y más concentrada en ellos. Sentía escalofríos. La mayoría todavía vestían prendas de ropa harapientas y empapadas en sangre seca, que apenas podían ocultar sus cuerpos desfigurados. Piel grisácea, heridas terribles y marcas de mordiscos que no sanaban pero tampoco se infectaban ni se pudrían, ojos blancos y vacíos que la miraban con un hambre primigenia. Todo ello era una sombra, un resquicio de lo que una vez fueron. Gente normal seis meses atrás, monstruos caníbales y descerebrados ahora. ¿Y tenía que bajar ahí abajo y correr entre ellos? ¿Ahora?

‘Oh dios, oh dios, oh dios… Vamos, Nora, tienes que calmarte…’

No podía evitar pensar en Claire y Lilian. La necesitaban. Había demasiadas cosas en juego, no podía permitirse dejarlas solas. Así no. Su respiración empezó a acelerarse más y más.

De repente, algo la agarró del brazo y la hizo apartar la mirada de los caminantes y volver en sí, hasta el punto que incluso dejó escapar un sutil aullido.

“No pierdas la cabeza. Respira hondo, y por el amor de dios no los mires fijamente. Especialmente si no estás acostumbrada.” El tono de William era un tanto abrasivo, pero no parecía molesto. De hecho, parecía como si ya hubiese pasado por aquella misma situación muchas veces antes.

“Ah… Sí… Gracias…” Nora cerró los ojos y respiró profundamente varias veces. “Es extraño… Cuando nos rodearon en el coche, la sensación no era tan aterradora…”

“La adrenalina puede hacerte ese tipo de cosas. Pero esta es una situación calculada y premeditada; las cosas funcionan de forma diferente cuando no vienen por sorpresa. Y créeme, es mejor así. Ahora concéntrate, ya casi es la hora.”

Nora hizo todo lo posible por ignorar los gruñidos de debajo, y en su lugar se centró en contar el tiempo. Casi podía oír el tictac del reloj en su cabeza. Tic, tac, tic, tac… Todos los demás sonidos parecieron ensordecerse y apagarse, y un leve zumbido ocupó su lugar en sus oídos.

Hasta que sonó el verdadero zumbido. Calle abajo, la alarma del teléfono empezó a sonar a todo volumen. Como una ola sincronizada, atraídas por sonido, las cabezas empezaron a girarse por toda la calle, los cuerpos tambaleándose unos sobre otros en dirección al origen del ruido.

Sin pensárselo dos veces, William liberó el pestillo de la escalera, que rápidamente descendió hasta el ahora despejado nivel de suelo.

“¡Ahora, muévete!” gritó, casi volando escalera abajo.

Nora le siguió y empezó a correr tras él en dirección al puente. A medida que acortaban la distancia con la estructura, podía oír gruñidos y gorgoteos a su alrededor, podía sentir sus miradas provenientes de todas las direcciones. Sin embargo, centró sus ojos únicamente en William, prefería ni siquiera mirar atrás.

Emergiendo de la acera en dirección al río, un tramo de escaleras de hormigón descendía hacia los cimientos del puente, y conectaba con el corredor de mantenimiento de debajo. William lo alcanzó primero y descendió con prisas, tras echar un vistazo rápido a Nora. Cuando ella hizo lo mismo momentos después, miró atrás. Y lo que vio no eran buenas noticias.

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“¡William, vienen hacia aquí!”

“¡Lo sé! ¡El sonido no se oye tan alto tan cerca del puente, no les está alejando de forma efectiva!” gritó, mientras buscaba algo frenéticamente en su mochila, justo frente a la puerta que les separaba de las pasarelas. “¡Ni siquiera estoy seguro de que la alarma esté todavía sonando!”

Algunos segundos después sacó una cizalla, con la cual cortó con facilidad el candado de la puerta. Los dos se apresuraron a subir a la plataforma, mientras una ola de caminantes bordaba por las escaleras de hormigón tras ellos.

“¡Deprisa! ¡Al otro lado!”

Jadeando, sin un momento para recuperar el aliento, Nora corrió. Podía sentir como la horda que les perseguía hacía que la pasarela se sacudiese peligrosamente. Podía oír las fuertes salpicaduras provenientes del río, a medida que incontables cuerpos tropezaban y se precipitaban desde la plataforma. Les estaban sacando mucha distancia a los caminantes, pero tras un rápido vistazo hacia atrás, no tuvo esa impresión. Todo lo que pudo ver fueron sus caras hambrientas reptando hacia ellos.

“¡Allí, una puerta delante!” exclamó William. A mitad de puente había una pequeña estructura con forma de caja, con una puerta cerrada que conectaba con la pasarela en la que se encontraban. “¡La abriremos a la fuerza si es necesario! ¡Rápido!”

Por poco se estrellaron contra la puerta. La habitación no tenía ventanas, por lo que no había forma de saber qué había dentro, pero casi seguro que era mejor que lo que les venía detrás. William forcejeó con el pomo de la puerta, y para su sorpresa, estaba abierto. Sin embargo, la puerta no cedió, como si algo pesado la estuviera bloqueando desde dentro.

“¡Empuja! ¡Con todas tus fuerzas!”

Nora apoyó el hombro contra la puerta y empujó tanto como pudo, poniendo todo su peso sobre ella. Apretó los dientes mientras la puerta se empezaba a abrir, centímetro a centímetro. De repente, la puerta cedió en su resistencia. Lo que fuera que la bloqueaba se había quitado de en medio, lo cual provocó que ambos entraran a trompicones al interior de la estructura.

William se abalanzó hacia delante y cayó de costado, pero Nora cayó de bruces contra el suelo, casi golpeándose la cabeza en el proceso. Mientras trataba de ajustar sus ojos a la oscuridad y mirar alrededor, palpó a su alrededor, y tocó algo blando. Algo que se movía.

“¡¡No te quedes ahí parada!! ¡¡Muévete, idiota!!”

Cuando pudo reaccionar, ya era demasiado tarde. Había caído justo al lado de un caminante, y ese mismo caminante estaba ahora encima de ella. Nora gritó y forcejeó con todas sus fuerzas. Agarró la cabeza del zombi con ambas manos y trató de apartarla, pero no funcionaba. Podía sentir su inmensa fuerza, casi inhumana. No era de extrañar que la puerta hubiera sido tan difícil de abrir.

La cosa le gruñía directamente a la cara, sus ojos mirándola con furia animal, casi brillando en anticipación de la fatídica mordedura. Estaba agarrado a su hombro y su torso, por lo que no podía escapar. Se encontraba encima de ella, demasiado pesado como para que ella pudiera apartarlo. Su rostro se le acercaba más y más, con una fuerza tan abrumadora que no podía luchar contra ella. El olor era repugnante, hasta el punto de sentir que estaba al borde de desmayarse. No pudo evitar gritar y chillar mientras forcejeaba.

‘¡No, no, no…! ¡¡Oh dios, por favor…!! ¡¡Socorro, quien sea…!!’

Entonces, el caminante fue arrojado a un lado. William lo había pateado tan fuerte como pudo, provocando que soltara a Nora, y que saliera volando contra el mobiliario cercano. Sin embargo, el zombi consiguió agarrar la pierna de William, haciéndole perder el equilibrio y caer al suelo de nuevo.

Mientras se esforzaban por levantarse, Nora miró a un lado y avistó varias herramientas esparcidas por el suelo. No pensó demasiado en lo que estaba a punto de ocurrir. En sus ojos, todo había sido borroso. En su mente, no era más que un pensamiento fugaz. El instinto se apoderó de su cuerpo y de sus sentidos. El instinto de sobrevivir a toda costa. Apenas podía oírse a sí misma gemir y gritar con cada golpe que daba. No tenía ni idea de cuánto había durado aquel momento de rabia, solo sabía que tenía que hacerlo.

“…ra! …ora! …basta, ya…suficiente! ¡¡Nora!!” Los gritos de William al fin pudieron sacarla del trance, y se detuvo en seco.

Miró hacia abajo, y al instante estuvo a punto de vomitar. Estaba sentada sobre el caminante que la había atacado, pero su cabeza había sido destrozada, destruida, como si la hubieran pasado por una picadora de carne. Gotas de sangre coagulada cubrían el suelo a su alrededor y empapaban su ropa y el martillo que estaba sosteniendo. Se apartó del cadáver a toda prisa y empezó sufrir fuertes arcadas.

“¡Controla esos nervios y levántate, rápido!” William había vuelto a cerrar la puerta, y estaba arrastrando hacia ella una estantería de aspecto pesado.

Luchando contra la fatiga y la urgencia por vomitar, Nora se levantó a tropezones y empezó a empujar contra la estantería, que se encontraba ya frente a la puerta. No podía saberlo a ciencia cierta, pero por la forma en que William la miraba, no debía de tener buena cara.

“Escucha, tienes que concentrarte en lo que está ocurriendo ahora mismo, céntrate en lo que tienes que hacer para sobrevivir, ¿entendido? Tan solo empuja. Empuja todo lo que puedas, como si te fuera la vida en ello. No hagas ni un ruido, y no pares de empujar, ¿¡me oyes!?”

Asintió. Momentos después, una miríada de golpes y ruidos vinieron desde el exterior, y toda la pared de la habitación comenzó a temblar y sacudirse.

Podían sentir la increíble fuerza de la horda arrojándose contra el costado de la estructura. Cada golpe les sacudía hasta la médula, amenazando con reventar aquella puerta y destruir todo lo que se interpusiera en su camino, hasta darse un preciado festín. El coro de gruñidos cabreados era interminable.

Nora cerró los ojos y se limitó a dejar que su cuerpo hiciera el trabajo. No pensó en la situación, no quería pensar. Todavía estaba conmocionada, cubierta en sudor frío y manchas de sangre. Podía sentir sus piernas temblar. Ignoró el sonido de la multitud, ignoró los implacables golpes, simplemente siguió empujando.

Hasta que no hubo más golpes, no hubo más gruñidos, tan solo un silencio ominoso. William se recostó contra la pared y respiró hondo, mientras Nora se dejó caer y se sentó en el suelo.

“Primer contacto, ¿me equivoco?” preguntó William.

¿Primer contacto? No, eso no era lo único que rondaba en su cabeza. Por supuesto, mirar a la muerte a los ojos tan de cerca había sido una experiencia terrorífica. Pero había algo más en su subconsciente.

“Lo he matado. Así de fácil, se ha ido.”

“Y fue lo correcto.”

Resultaba fácil pensar en ello desde la seguridad de un refugio. No eran más que zombis, monstruos descerebrados. En ficción se veían cosas similares todo el rato. Siempre lo habían hecho parecer muy fácil. Pero, ¿hacerlo de verdad? Ver un cuerpo humano quedarse flácido tras un trauma severo, oír crujir los huesos mientras el hedor de la sangre y la muerte llena la habitación…

Miró a William a los ojos, como buscando reconocimiento y aceptación por sus actos.

“¿Lo fue…? Esto era una persona normal no hace mucho…”

“Exacto, lo era. Ya no puedes considerarles personas. Desde luego, ellos no lo van a hacer por ti. Si dudas, estás pidiendo que te devoren, como hace un momento.”

Nora miró hacia abajo. Todavía estaba sujetando el martillo empapado de sangre. Incluso mientras empujaba aquella estantería, no lo había soltado. Algunas lágrimas se deslizaron por sus mejillas.

“La primera vez siempre es la más difícil. Después se vuelve fácil. Y sé lo que probablemente estás pensando, todo el mundo piensa así en algún momento. Pero esto ya no se trata de moral. Se trata de supervivencia. Cuanto antes lo asimiles, mejor.”

¿Que después se vuelve fácil? De momento no lo parecía. Agarró la herramienta con aún más fuerza, casi se estaba haciendo daño por apretar tanto.

‘Esto es difícil, joder… Lo siento, Lilian… Tu hermana mayor finge ser fuerte… Pero no soy más que una farsante…’

******

William observó a Nora mientras ésta lloraba casi en silencio. Sabía que no podían permitirse darse el lujo de holgazanear o perder el tiempo, pero por una vez, no la apresuró. La dejó recomponerse, y se fumó un cigarrillo entero mientras esperaba. Hacía tiempo que no tenía la oportunidad de fumar un cigarro entero de una sola vez. Tiró la colilla y miró a su compañera. Había dejado de llorar, y estaba con la mirada perdida, inmersa en sus pensamientos. Sin embargo, había algo que llamó su atención.

La piel de sus dedos estaba pálida por la presión que ejercía sobre el mango del martillo. No había aflojado su agarre ni por un instante.

‘Estás cagada de miedo… y mírate. En serio, ¿qué pasa contigo…?’