“Parecéis bastante acostumbrados a este tipo de cosas…” dijo William. “Nosotros nunca meteríamos las narices en un nido de esta manera…”
“Suelen estar a reventar de suministros. Sobrevivir es una lotería, pero a veces hace falta tomar riesgos. Aun así… Este es demasiado reciente. Creo que deberíamos haber esperado un par de días más antes de entrar. Marcus ha estado inquieto desde que ocurrió el brote…” respondió el hombre que lideraba el grupo.
“Um… ¿No deberíamos mantener el silencio…?” preguntó Claire, sus ojos volando de lado a lado, como si esperase que un caminante se abalanzase sobre ellos desde las sombras.
“Sería un sinsentido. Mientras estén a oscuras, pueden sentir nuestra presencia en todo momento, incluso estando debilitados. Sus sentidos son raros, no le des muchas vueltas.” el hombre le lanzó una mirada fugaz mientras hablaba.
Claire asintió y siguió caminando tras el grupo. No se sentía segura en la retaguardia. No paraba de echar vistazos hacia el pasillo oscuro a su espalda. Los oscilantes rayos de luz de las linternas rebotaban hacia atrás en patrones irregulares, haciendo parecer que formas espeluznantes estuviesen deslizándose tras ellos a cada paso. Por supuesto, no había tal cosa, pero ella estaba lo bastante estresada como para creérselo.
Aquel lugar tenía algo distinto. Claire ya había visto algunos sitios inquietantes antes, pero aquellos túneles eran el peor de todos hasta la fecha. En retrospectiva, los recuerdos de su antiguo refugio en el rascacielos no le traían nada más que frustración y depresión. Los apartamentos de William eran silenciosos a un nivel perturbador, y llenos de una extraña sensación de pérdida, como si faltase algo. Las alcantarillas daban miedo y olían asquerosas. Cada lugar tenía su propia identidad retorcida. Pero aquel metro… era algo nuevo para ella. Olía a muerte. Muerte fresca.
A medida que se adentraban más en los pasillos, tenían que esquivar toda clase de cosas tiradas por el suelo. Basura, cajas llenas de objetos varios, ropa… Todo esparcido por todas partes. Y no era difícil adivinar por qué. Los charcos y las manchas de sangre, todavía sin secar del todo, eran testimonio del pánico que probablemente se apoderó del lugar en cuanto empezó el brote; y de sus letales consecuencias.
Claire se cubrió la boca y la nariz con la mano. El olor de la sangre le resultaba nauseabundo.
En lo profundo de su mente, tenía la impresión de estar observando las consecuencias de sus actos. Pensándolo bien, no se esperaba que la mordedura de Lilian pudiese transmitir la enfermedad. Pero siendo sinceros, debería haberlo hecho. Después de todo, aunque fuese resistente, seguía estando infectada, y por lo tanto era una portadora, un vector biológico más. Sin embargo, todas aquellas muertes habían sido provocadas por un único infectado, y ella tuvo la oportunidad de detenerlo, una oportunidad que dejó escapar. ¿Y si…?
‘Vamos, Claire… Para… No puedes cargar con la culpa de todo lo que pasa… Esto es una tontería, y lo sabes… Céntrate…’
Se dio a sí misma un par de cachetes en las mejillas, ahuyentando a sus pensamientos intrusivos. No necesitaba cargar con más culpabilidad sobre sus hombros. Ya tenía suficiente.
El sonido de un impacto sordo y pesado trajo su atención de vuelta a sus alrededores. Otro par de caminantes, que trataban de agitar los brazos mientras caían.
“Nuestros suministros están en una pequeña zona de empleados más adelante. Mantened los ojos abiertos.”
******
Owen se estremeció. Ya habían asaltado edificios poblados de caminantes con anterioridad, sabían cómo lidiar con ellos. Y sabían lo arriesgado que era. Ya habían tenido suficientes escapadas por los pelos, suficientes pérdidas. Habían aprendido a mantenerse al loro y conscientes del entorno en todo momento.
El metro no era seguro. Los caminantes todavía podían moverse. Movimientos débiles y dolorosos, pero era suficiente para que su cerebro emitiese señales de peligro. Sus ojos, típicamente apagados y sin vida, se iluminaban de forma gradual con un tono azul enfermizo a medida que sus cuerpos eran derribados.
Owen le lanzó una mirada furtiva y nerviosa a Jonah. Su amigo la correspondió. Él también lo había notado. Y siendo sinceros, era probable que Marcus fuese consciente también.
No era característico de él, el tomar tales riesgos. Algo pasaba. Se habían sucedido multitud de eventos en un período muy corto de tiempo. Un brote en el refugio, la llegada de aquel sospechoso hombre trajeado y sus lacayos, aquella chica extraña apareciendo de la nada… Echó un vistazo a William y a Claire. Otro evento inesperado, saliendo de los túneles cargados de armas, despotricando contra ellos, y luego de repente decidiéndose a comportarse y cooperar.
Owen tenía el presentimiento de que todos aquellos eventos estaban relacionados entre sí, y no le gustaba. ¿Se estaba precipitando Marcus? ¿Esperaba que ocurriesen más locuras? El tiempo lo diría.
Jonah le hizo una señal con la mano. La zona de empleados estaba a unos metros de distancia, tras una puerta cerrada en la pared del túnel.
******
Una sala de estar sencilla con algunas máquinas expendedoras rotas, un cuarto de taquillas, un par de oficinas, baños… El lugar era pequeño y moderadamente apretado, pero desde luego parecía concurrido. Al menos, solía ser concurrido, a juzgar por todo el caos que cubría el suelo.
Claire echó un vistazo alrededor a las múltiples puertas abiertas, desconfiada.
“El lugar debería estar despejado, la mayoría de los caminantes persiguieron a los supervivientes cuando salían. Aun así… no bajéis la guardia.” dijo Owen.
“¿No nos los deberíamos de haber cruzado por el camino? Solo había un pequeño puñado de ellos… ¿Eso eran todos?” William sonaba confuso.
“No… Hay otra salida cerca del vestíbulo de la estación, atrajimos a la mayoría en esa dirección. Está bastante lejos, no deberían ser un problema…”
Había un ligero toque de preocupación en su voz, era temblorosa, lo cual no pasó desapercibido para Claire. ¿De verdad que iban a estar bien? La sensación de pavor le daba escalofríos.
“Esa oficina, ahí es donde Marcus pasaba la mayor parte del tiempo. Su maletín debe de estar ahí dentro, en alguna parte.” Jonah empezó a señalar las puertas abiertas mientras hablaba. “Esa otra habitación de ahí era nuestro almacén. Veamos qué podemos recuperar. Venga, pongámonos manos a la obra.”
…
La oficina estaba fría, mucho más fría que el resto del metro. Claire supuso que aquella sensación de frío no era más que sus propios nervios manteniéndola alerta al encararse a la oscuridad por su cuenta, pero no pudo evitar temblar por unos segundos.
Apuntó la linterna de lado a lado. A simple vista, la sala estaba despejada. Suspiró, tragó saliva y dio un paso al frente.
Nada de lo que allí había llamaba demasiado la atención. Un escritorio, armarios, cajas… Casi todas las superficies concebibles estaban cubiertas con toda clase de papeles, documentos, carpetas y libros. Claire se acercó al escritorio central, apoyó su bate contra un costado del mueble, y echó un ojo a los documentos.
‘Esto es… Vaya… ¿Microbiología…? Es cierto que dijeron que este tío estaba investigando algo, pero… Todo esto está relacionado con enfermedades, patógenos… Es investigación médica.’
A Claire se le vinieron a la mente los caminantes. ¿Estaba la investigación de Marcus relacionada con ellos…? No lo tenía claro. Ni ella ni nadie, aparentemente. Y sin confirmación del propio Marcus, era difícil saberlo a ciencia cierta.
Pero no tenía tiempo que perder leyendo documentos. Procedió a hurgar por los cajones, desenterrando más y más pilas de papeles. Entrecerró los ojos mientras trataba de ver algo entre las herramientas y el equipamiento básico de laboratorio que plagaban los estantes. Nada.
“Ufff…”
Se agachó al lado de la estantería con la intención de inspeccionar una caja cercana, cuando sus ojos se posaron sobre las densas sombras que asomaban por debajo de los estantes. Siguiendo una corazonada, se puso a cuatro patas, metió el brazo bajo el mueble y palpó a tientas. Su mano tocó algo frío. Algo metálico.
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“¡Ah…!”
Sus dedos consiguieron agarrar un asa en el extraño objeto, y lo sacó a tirones. Era pesado, mucho más pesado de lo que su tamaño aparentaba. Al observarlo bajo la luz de la linterna, parecía incluso más pesado. El maletín era bastante pequeño, del tamaño de un libro. La carcasa exterior mostraba un fuerte brillo metálico y apenas tenía un par de rasguños, probablemente era acero inoxidable. Permanecía sellado con un dispositivo de cierre electrónico, con una estrecha ranura para algún tipo de tarjeta.
No era un maletín normal y corriente, eso estaba claro.
‘Vaya, esto parece muy seguro… Me pregunto qué debe de haber dentro… Sí que debe de ser importante…’
Claire lo sujetó por el asa y se levantó, teniendo que hacer un esfuerzo considerable para elevarlo. Colgó su linterna en un bolsillo de la chaqueta, y se dirigió a coger su bate, cuando se percató de algo sobre el escritorio. Estaba a plena vista, pero por algún motivo no le llamó la atención hasta aquel momento.
Parecía un pequeño objeto plegable, de color marrón. ¿Una cartera? Lo cogió, y lo abrió para echar un vistazo, por pura curiosidad.
Dejó escapar un grito ahogado.
‘¡Esto es…! ¡No puede ser…! ¡Este tipo es—!’
“¡¡Oh, mierda!! ¡¡Eh, tenemos problemas…!! ¡¡Tenemos que irnos ya!!” una voz masculina gritó fuera de la oficina.
Claire botó en el sitio y se le escapó un leve chillido. Metió a toda prisa la cartera misteriosa en un bolsillo, cogió el bate y se apresuró a salir de la oficina.
******
William cerró la cremallera de su mochila, cargada con varios suministros, con un enfoque particular en comida y agua embotellada. Incluso mientras registraba los armarios y las cajas, no le había quitado el ojo de encima a Owain en ningún momento. ¿Era Owain? ¿Owen? Todavía no se había molestado en hacer el esfuerzo de preocuparse por aquellos tipos o por sus nombres. A sus ojos, eran todos iguales: gente en la que no podía confiar, independientemente de que pareciesen unos capullos o no.
Solo le interesaban un número selecto de personas en aquel refugio, y ninguno de ellos estaba presente. Pensar demasiado en las cosas no iba a llevar a nada, no hasta que saliesen de aquel nido. Se puso la mochila y se levantó.
“¿Es todo?” preguntó.
“Sí, esto debería ser suficiente por ahora…” respondió Ow-loquesea. “Vamos junto a la chica, veamos si encontró el maletín, y—“
“¡¡Oh, mierda!! ¡¡Eh, tenemos problemas…!! ¡¡Tenemos que irnos ya!!” una voz masculina gritó fuera de la oficina.
“¿¡Eh!? ¿¡Jonah!? ¿¡Qué pasa ahí fuera!?” Owen corrió hacia la puerta y apuntó su linterna hacia el exterior.
Jonah, quien se había quedado vigilando la entrada a la zona de personal, corría a trompicones por el pasillo en su dirección, con una expresión de preocupación en el rostro.
“¡¡Vienen!! ¡¡Caminantes!!”
“¡Mierda! ¿¡Cuántos!?”
“¡¡Creo que todos!!”
“¡Tch…! ¡Idiotas…! ¡El nido sigue activo, lo sabía! ¡Sabía que esta idea era una locura…!” se quejó William. Abandonó el almacén de suministros, prácticamente empujando a Jonah a un lado en el proceso. “¡¡Claire!! ¡¡Tenemos que irnos!!”
Claire salió de una puerta cercana, casi tropezando con la basura cercana. Sujetaba un maletín metálico de aspecto pesado.
“¡A-Aah…! ¿¡Q-Qué pasa…!?” preguntó.
“¡Caminantes, eso es lo que pasa!”
‘¿¡Por qué acepté ayudar a estos psicópatas…!? ¡Ya me imaginaba que acabaría arrepintiéndome…! ¡Esto es una estupidez, y vamos a morir todos por ello…!’
Antes de que pudieran intercambiar más palabras, los otros dos hombres echaron a correr por el pasillo de entrada.
“¡¡¡Moveos!!!”
William les siguió, con Claire detrás. Notó cómo los latidos de su corazón aumentaban en magnitud con cada paso que daban, mientras se acercaban a la puerta que los llevaría de vuelta al corredor principal del metro. El grupo se estrelló contra la puerta sin pensárselo dos veces, abriéndola de golpe, solo para ser recibidos por un tenue resplandor azul que provenía del corredor a su derecha.
Arrastrándose desde las sombras, una masa de caminantes ocupaba todo el ancho del túnel y reptaba hacia ellos. Sus movimientos seguían siendo débiles, pero una fuerza invisible parecía impulsar sus músculos, avivándolos en un último esfuerzo por atrapar presas frescas. Sus ojos hambrientos, apagados y vidriosos cuando entraron a los túneles, ahora brillaban en color azul, poseídos por una malicia voraz.
‘¡Están desesperados…!’
“¡Por ahí es por donde hemos venido…! ¿¡En serio no hay ninguna otra salida…!?” preguntó William.
“¡Mierda…! ¡Este túnel conduce a otra plataforma de metro, pero está bloqueado!” respondió Owen.
“¡¡Entonces vamos!!”
“¡Pero he dicho que está bloqueado, no hay forma de salir…!”
“¡¡Tendremos que buscarnos la vida, maldita sea!!” William usó su herramienta con forma de U para empujar a un caminante que se había acercado demasiado. Apenas sirvió de nada, dado que el resto de la masa continuó empujándolo hacia delante, impidiendo que cayese. “¡¡Moveos, joder!!”
Corrieron. Una carrera enloquecida que apenas duró un minuto, pero se hizo eterna. Todo lo que William oyó fue la respiración acalorada de sus compañeros, sus pasos alborotados haciendo eco por los pasillos y el coro de gemidos que les seguía el rastro. Bajaron algunas escaleras, giraron una esquina, y entonces vio una luz al final de túnel. Luz que se filtraba por las grietas de un revoltijo de tablones y muebles.
“¡¡¡Eeeeeey!!! ¿¡¡Hay alguien ahí!!? ¡¡¡¡Eeeeeeey!!!!” Jonah gritó en cuanto avistó la barricada.
Murmullos sorprendidos podían oírse desde el otro lado. Tanto Owen como Jonah se dirigieron al bloqueo a toda prisa y empezaron a hablar a gritos con los guardias al otro lado. William se giró hacia Claire, quien jadeaba y trataba de recuperar el aliento mientras observaba horrorizada al túnel oscuro tras ellos.
“¡Oye…! ¡Mete eso en mi mochila!” dijo. “¡Si tenemos que luchar, necesitarás ambas manos!”
“¡A-Ah…! ¡Vale…!”
William se dio la vuelta y dejó que Claire abriese su mochila y guardase el maletín en su interior. Por suerte, cabía. Sintió su peso al instante.
‘¿¡De qué rayos está hecha esta cosa…!? ¡Más vale que merezca la pena, maldita sea…!”
“¡¡¡Déjate de gilipolleces, capullo!!!” Owen empezó a gritar a todo pulmón, atrayendo la atención de William de vuelta a la barricada. “¡Esto no es ninguna broma! ¡¡Tenéis que ayudarnos!! ¡¡Incluso tenemos lo que Marcus quería que recuperásemos!!”
“¡P-Pero…! ¡Los caminantes…!” una voz confusa emergió del otro lado.
“O-Oye… No podemos simplemente… ¿esperar…? ¡Al menos ahora sabemos dónde está todo lo importante…!” otra voz, apenas audible sobre la cacofonía de la inminente horda de caminantes.
“¡¡No me jodas…!!” Owen siguió gritando.
“¡¡Tíos…!! ¡No podéis dejarnos así…!” Jonah suplicó a la gente del otro lado, quienes se mantuvieron en silencio.
“¿¡A ti te parece que tengan intención de ayudar!? ¡Putos retrasados…!” William sujetó con firmeza su herramienta. “¡Que uno de vosotros empiece a desmontar esa barricada como pueda! ¡El resto, coged los bates y preparaos! ¡Y quitaos las mochilas, nos estorbarán!”
“¡Tío, esto es una locura!” dijo Jonah. Mostró dudas, pero siguió el consejo de William y soltó su mochila cerca de la barricada.
“¿¡Tienes alguna otra idea!? ¿¡Quieres morir para nada!?”
No, no podía permitirse morir, aún no. Tras encontrar un nuevo rayo de esperanza, algo a lo que podía aferrarse, tenía que llegar hasta el final, por improbable que fuera. O al menos, quería intentarlo.
Tras deshacerse de su propia mochila, cargó hacia los caminantes que se acercaban. Tenían que detener su avance en la medida de lo posible. Sin pensárselo dos veces, dio un empujón con todas sus fuerzas a las piernas del caminante más cercano. El impacto lo hizo trastabillar hacia delante, provocando que cayese de bruces contra el suelo. Rápidamente retiró su herramienta, que casi se quedó atrapada bajo el cadáver caído.
‘¡Serán más lentos si tienen que arrastrarse…!’
Claire y Jonah se le acercaron por la espalda, armados con los bates de metal. Claire estaba tan aterrorizada como Jonah estaba cabreado. Las temblorosas manos de la chica amenazaban con dejar caer el arma en cualquier momento.
“¡¡No dudéis, golpead sus cabezas!!” gritó William mientras derribaba a otro caminante. “¿¡Me oyes, Claire!? ¡¡No pienses, tan solo hazlo!! ¡¡Y cuidado con sus manos!!”
“¡A-Ah…! ¡¡J-Joder…!!” tras un par de segundos de duda, Claire apretó los dientes, sujetó el bate tan fuerte como pudo, y lo dejó caer con toda su fuerza sobre la cabeza más cercana.
******
Las tablas estaban flojas. Toda aquella barricada se había construido sin una sola pizca de cuidado o de técnica. Habían atascado todo lo que pudieron, tan rápido como pudieron, con el objetivo de contener la amenaza. Pero ello no lo hacía más fácil de desmontar. Todo estaba encajado, bloqueado.
Owen tiró y sacudió con todas sus fuerzas, la madera traqueteaba en respuesta.
“¡¡Joder…!! ¡¡Vamos…!! ¡¡¡Vamos…!!!”
La tabla empezaba a desprenderse, pero varias sillas y mesas entrelazadas entre sí impedían que se desencajase del todo. Trató de agarrar alguna otra cosa. No le importaba el qué, solo rezaba para que algo se desprendiese. No quería morir. Su mujer le esperaba allí fuera, contaba con él. No podía morir así.
“¡¡Mierda…!! ¡¡¡Muévete…!!! ¡¡¡Jodeeeeer!!!”
Tras él, podía oír los esfuerzos del resto del grupo. Oía los lamentos de los caminantes al caer al suelo, oía el sonido de los bates golpeando sus cráneos, oía a sus compañeros jadeando y gritando mientras luchaban por sus vidas.
Tiró con más fuerza, colocando un pie en la propia barricada para poder ejercer toda la fuerza posible sobre el pedazo de madera.
“¡A la mierda…! ¡Voy a hacerlo, tío…!” una voz vino desde el otro lado. “¡No puedo…! ¡¡No puedo con esto, no puedo abandonarlos así, tío…!!”
“¡Ah…! ¿¡En serio…!? ¡P-Pero…!” la otra voz parecía dudosa.
“¡Cállate de una puta vez y ve a buscar ayuda…!”
“¡J-Joder…!”
La barricada empezó a temblar y traquetear, alguien había empezado a tirar de ella desde el otro lado.
“¡¡Aguantad!! ¡¡Os sacaremos de ahí…!!”