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Wither With Me (Español)
CAPÍTULO 42 – VÍNCULO

CAPÍTULO 42 – VÍNCULO

Las piernas de Nora temblaban sin parar. Incapaz de mantenerse en pie, cayó de rodillas, sujetándose la cabeza con ambas manos. Apretó los dientes y cerró con fuerza los ojos, tratando de soportar el dolor. Su incansable jaqueca, a la cual había empezado a acostumbrarse, se había intensificado repentinamente de forma desmedida.

[Miedo. Ayuda. Miedo. Ayuda. Miedo. Ayuda.]

Palpitando desde lo más profundo de su mente, cada palabra percibida provocaba una sensación de ardor; como una señal parasítica que le freía el cerebro.

“¡Aaah…! ¡¡Aaaah!!” no podía evitar levantar la voz.

‘¡Basta…! ¡¡Por favor, ya basta…!!’

Abrió un ojo a duras penas, en un intento de mantenerse consciente de su entorno. Por mucho que le costase seguir el ritmo de los eventos en curso, sabía que estaban en problemas. El estruendo. Escombros volando en todas las direcciones. Un fulgor azul brillante que salía de algo dentro de la nube de polvo. La respiración de aquella cosa.

Alguien se le acercó a toda prisa y la sujetó por los hombros.

“¡Nora! Nora, ¿¡¡qué ocurre!!?” dijo Claire.

“¡¡Atrás, las dos!! ¡¡¡Deprisa!!!” William las agarró a las dos y tiró de ellas, alejándolas de la nube.

“¡¡Contacto!! ¡Capitán Isaac, aquí Erik! ¡Hemos encontrado al objetivo! ¡¡El pretoriano también está aquí!! ¡En la salida, en el pasillo exterior sur! ¡Cambiando a munición perforante! ¡Solicito refuerzos inmediatamente! ¡Cambio!”

Lilian se acurrucaba contra una pared, a unos tres metros de distancia. Nora sintió su llamada de socorro, en bucle, una y otra vez; pero su hermana no parecía darse cuenta de lo cerca de ella que estaba. Ni siquiera intentó mirar en su dirección.

‘¡Estoy aquí! ¡¡Justo aquí!! ¡¡Lilian!!’

Detrás de la chica, el polvo empezó a asentarse, revelando a la criatura que se ocultaba en su interior. Era demasiado grande como para erguirse en el pasillo. Los ojos del monstruo se concentraban en Lilian. Los quistes brillantes que tenía por el cuerpo vibraban con fuertes espasmos, dando una apariencia de corazones palpitantes, y emitiendo suficiente luz como para iluminar todo el pasillo.

[Viene. Ayuda. Viene. Ayuda. Viene. Ayuda.]

Tras emitir un grave gruñido, comenzó a mover su enorme cuerpo hacia ella, ignorando a todos los demás en la escena.

El ruido de los disparos interrumpió el avance del monstruo. Los soldados, tras desplegar otro recipiente de gas blanco, abrieron fuego de forma indiscriminada. Contra todo pronóstico, hubo una reacción significativa. Cada bala levantaba astillas de piel y hueso del cuerpo de la criatura. Varios de los nódulos brillantes fueron alcanzados y reventaron, supurando una desagradable sustancia marrón. En lugar de cargar contra sus oponentes, la cosa se encogió y gruñó, aparentemente dolorida.

En el lado opuesto del pasillo, en algún lugar detrás del monstruo, Nora vio un destello de luz. ¿Una linterna? Oyó a alguien hablar en la radio de uno de los soldados.

“¡Aquí el Capitán Isaac! ¡Tenemos contacto visual con el objetivo! ¡Alto el fuego, Erik, Jameson! ¡¡Llamaremos su atención; vosotros proteged a la reina!!”

Los soldados pararon de disparar. Al mismo tiempo, una lluvia de balas cayó sobre la espalda del monstruo. Ahora enfurecido, se giró entre aullidos. Hallándose acorralado, rugió y cargó contra los recién llegados. Su cuerpo raspaba las paredes y el techo en el proceso, dejando un rastro de polvo y escombros tras de sí.

Los soldados trataron de acercarse a Lilian, pero se detuvieron en seco, alertados por algo en el exterior.

“¡¡C-Contacto!! ¡¡¡Stingers!!!” dijo uno de ellos, alzando su rifle y abriendo fuego.

Un caminante había trepado hasta el sexto piso desde el exterior, antes de ser abatido. En la distancia, Nora oyó el sonido de ventanas estallando, proveniente de muchas direcciones a un tiempo.

“¡Mierda, tenemos que salir de aquí! ¡¡Ahora!!” gritó William. “¡¡Nora!! ¡¡¡Muévete!!!”

“¡Tenemos que llevarnos a Lilian también!” dijo Claire.

“¡Ese monstruo se ha ido, y soldados estarán ocupados! ¡Cógela y vámonos! ¡¡No podemos quedarnos aquí sin hacer nada!!”

“¡Joder…!” Claire dejó a Nora y corrió hacia Lilian.

William cogió su rifle y apuntó a un caminante que se arrastraba a través de una ventana cercana. Los soldados tomaron posición en el agujero que el monstruo había creado en la pared, luchando para impedir que las hordas entrasen.

“¡¡Central, aquí Alpha!! ¡Esto está infestado! ¡Así no podemos asegurar al objetivo! ¿¡¡Dónde están los refuerzos!!?”

‘¿Qué estoy haciendo…? ¿Por qué sigo de rodillas? Se suponía que iba a recuperarla. Se suponía que iba a ayudarla. ¿Por qué…?’

El dolor, arraigado muy al fondo de su cabeza, le dificultaba el formar pensamientos coherentes. Sus extremidades estaban adormecidas, no respondían. La llamada de Lilian ya no contenía palabras. Lloriqueaba, como un cachorro herido, suplicando protección, suplicando auxilio. Y cada uno de aquellos lloros agravaba todavía más el sufrimiento de Nora.

El flujo del tiempo pareció ralentizarse. Mareada, vio cosas que no debería estar viendo.

Se vio a sí misma retorciéndose de rodillas. Vio a Claire tratando de conseguir que Lilian se moviese, sin éxito. Vio a William disparando a los caminantes que se zambullían por las ventanas. Vio a los dos soldados quedándose sin munición frente a las hordas, recurriendo a sus pistolas. Vio a las propias hordas, reptando por la fachada del hospital desde todos los flancos. Vio a aquella enorme criatura atravesando el torso de un soldado con el brazo.

Empezaron a pitarle los oídos.

‘Se ha acabado, ¿verdad…? Hasta aquí…’

Se imaginaba lo que iba a pasar en cuestión de segundos. Había ocurrido antes, por lo que no había motivos para creer que no fuese a suceder de nuevo. Perdería el conocimiento, y esta vez no volvería a despertarse. Al menos, la harían pedazos mientras dormía. No sería doloroso, ¿verdad?

‘No quiero. No quiero acabar así. Aún no. Quería reunirme contigo. Quería abrazarte una vez más. Quería al menos decirte adiós. Estar ahí para ti. Morir contigo.’

Estaba justo allí. Casi al alcance de la mano. ¿Acaso pedía tanto?

‘Muévete. Venga. Por favor. ¡Por favor! ¡Muévete!’

El cerebro de Nora dejó de registrar el dolor. De lo contrario, sus extremidades dolerían como si se las estuviesen arrancando. Apenas manteniéndose consciente en un último arrebato de fuerza, se lanzó hacia su hermana.

Claire se sorprendió al verla aterrizar sobre Lilian. “¿¡¡N-Nora!!?”

Nora la ignoró. No podía hacer nada más. Su conciencia se desvanecía. Se desmayó, con los brazos alrededor de Lilian.

‘Por favor, vayámonos juntas.’

Hubo un foso de eterna oscuridad, y entonces apareció una luz al fondo. Una luz que gradualmente se intensificó, hasta que las sombras se desintegraron, dejando solo blancura a su alrededor.

Se encontró sentada de rodillas, en una superficie blanca que ni siquiera podía distinguir del espacio surrealista que la rodeaba. Intentó levantarse, pero no ocurrió nada. Su cuerpo no parecía reconocer la voluntad de moverse.

Una chica descansaba la cabeza en el regazo de Nora.

“¿L-Lilian?”

Su hermana abrió los ojos y la miró. Sonrió.

“Me alegro de verte de nuevo, hermanita.” dijo. “No paraba de llamarte, una vez, y otra, y otra… Me asustaba tanto pensar que quizá nunca podría volver a hablar contigo.”

“¡Un momento, Lilian…! ¿¡Qué…!?”

Había algo raro. ¿De dónde salía aquella capacidad de expresión? Nora no la había oído hablar así desde hacía mucho tiempo. Desde el nefasto día en el que todo empezó. Desde que la mordieron antes de que pudiesen ponerse a salvo.

“¿Qué quieres decir?” dijo Lilian, como si le leyese los pensamientos. “Siempre he hablado así. Es sólo que… nunca has estado lo bastante cerca como para oír mi voz. ¡Pero ahora sí lo estás, menos mal!”

Nora se percató de que sus dolores de cabeza se habían ido. Completamente ausentes, como si nunca hubiesen estado ahí. En su lugar, su cerebro se llenaba con una sensación de paz y confort, tan buena que era casi adictiva.

Se le llenaron los ojos de lágrimas. No podía discernir si eran lágrimas de pena, alivio o alegría.

“¡Lo siento…! ¡Lilian, lo siento! ¡Lo… Lo intenté! ¡Te juro que lo intenté, pero…!” comenzó a darle un ataque de hipo. “¡Tenía tanto afán por protegerte, por evitar que te hiciesen daño, por asegurar de que salieses de aquí con vida y tuvieses un futuro por delante; pero mira lo que conseguí…! ¡Se ha acabado! ¡¡Te he fallado, me he fallado a mí misma, le he fallado a Claire, y a William, y—!!”

“Shhhh.”

Cuando estaba a punto de empezar a hiperventilar debido al arrebato emocional, la respiración de Nora se relajó. El tumulto que se acumulaba en su corazón desapareció de golpe. Las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas se secaron y evaporaron.

“No pasa nada, Nora. No es culpa tuya. Lo sabes, ¿no? Insistes en cargar tus hombros con toda la responsabilidad, pero puedes dejar que los demás tomen parte de esa carga. Yo incluida.” la sonrisa de Lilian se ensanchó, más brillante de lo que Nora había visto en años. “Por favor, no seas tan dura contigo misma.”

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Si pudiera moverse, estaría abrazando a Lilian con todas sus fuerzas. Sin embargo, no era necesario. La presencia de su hermana la acogía con tanta intensidad que sentía que podía dejarse llevar y disfrutar de su calidez.

“¿Es esto siquiera real? Ya no estoy segura de entender lo que está pasando.” preguntó Nora.

“¡Claro que lo es! ¿Qué va a ser si no?”

“No lo sé, llevamos un rato aquí, ¿no? Si esto es real, me pregunto qué está pasando ahí fuera ahora mismo… Podría ponerse oscuro en cualquier momento. Y entonces, ya no podré estar más contigo. No podré hablar contigo, o escuchar tu voz…”

Lilian apartó los ojos de Nora y miró al espacio vacío y blanco sobre sus cabezas.

“Por favor, no te enfades con mi hermano. No le gusto, pero sé que no es malo. Ninguno de ellos lo es. Solo hacen lo que se supone que tienen que hacer. Se preocupan demasiado por mí, igual que tú.”

“¿¡Qué…!? Pero, Lilian, tú no tienes un hermano… ¿De qué estás hablando?”

“A ver, no lo entiendo muy bien, pero en cierto modo se siente como un hermano.”

Nora tuvo una idea.

“Um… ¿Puedes hablar con ellos?”

“No estoy segura. Hasta ahora, estaba asustada. Desde que me separé de ti, todo en lo que podía pensar era, bueno… en ti. Quería estar cerca de ti otra vez, Nora. No podía razonar sobre nada más. Pero ahora… Quizá pueda escuchar sus voces un poco más de cerca. ¿Por qué lo preguntas?”

“¿Puedes decirles… que paren? ¿Puedes decirles que estás bien?”

“…puedo intentarlo.”

******

No importaba cuántas puertas, paredes u obstáculos pusiese en su camino. El pretoriano era incansable en su persecución. Isaac rodó a un lado y se tiró a través de la puerta más cercana, esquivando por los pelos al monstruo.

Saltó por encima de un escritorio y se acercó a la puerta al otro lado de la habitación. Oyó a la criatura forcejeando para introducir su cuerpo por el marco de la puerta, haciendo añicos la pared en el proceso.

Cambió el cargador vació de su rifle por uno nuevo mientras la cosa se mantenía ocupada. Era su último cargador de munición perforante. Como si aquello fuese a marcar la diferencia.

Se giró y apuntó al pretoriano. Su caparazón estaba acribillado a balazos, pero ninguna de aquellas heridas era profunda. Con un poco de suerte, habría sufrido algún daño interno, pero claramente no bastaba para detener a la bestia. Abrió fuego.

Cabreándose aún más en consecuencia, el pretoriano terminó de estrujarse a través de la puerta, esparciendo una nube de polvo y cascotes por toda la estancia. Se precipitó hacia Isaac, obliterando el mobiliario que se interponía en su camino.

‘¡Vamos…! ¡¡Vamos, hijo de puta!!’

Isaac se preparó para saltar a un lado, cuando el monstruo se detuvo.

Las venas y quistes que cubrían su cuerpo perdieron su feroz luminiscencia y comenzaron a parpadear en un patrón irregular. La criatura alzó la cabeza y miró alrededor, aparentemente confusa.

‘¿¡Qué ocurre!? ¿¡Por qué hace eso!? ¡Da igual, esta es mi oportunidad!’

Cogió una granada de una funda en su chaleco. Estaba a punto de hacer mucho ruido, pero las cosas no podían ir muy a peor. Tiró de la anilla, y lanzó el explosivo entre las piernas de la criatura.

Corrió a través de la puerta a su espalda y se cubrió las orejas. Momentos después, hubo una ensordecedora explosión, seguida de un gruñido de dolor. Oyó fuertes pisadas y otra pared derrumbándose.

Con un su rifle en ristre, Isaac abandonó su cobertura y regresó a la habitación. Había un nuevo agujero en la pared exterior, que llevaba directamente a la calle. Entre el manto de escombros tirados por el suelo, vio una cantidad copiosa de sangre, carne, y otras sustancias inidentificables.

‘Eso le ha hecho daño, ¿eh? Al fin, algo ha hecho una mella decente en ese bastardo. Aun así, ¡ha huido…!’

Sin perder el tiempo retrocedió a toda prisa por donde había venido. Atravesó pasillos y giró esquinas, deteniéndose al lado de unos restos en el suelo. Se agachó a su lado, y sacó una identificación de un bolsillo.

“¡Maldita sea, Paxton…!” masculló.

Apretando los dientes, dejó a un lado el dolor, y regresó a la salida del hospital, siguiendo el sonido de los disparos.

Tan pronto tuvo una visual de la salida, se percató de que había mucha más gente de la que esperaba ver. El resto de su equipo había tomado posiciones en las ventanas exteriores, y tiroteaban a los stingers que subían por las paredes. Connor también estaba allí, y había traído con él a un grupo considerable de supervivientes. Algunos estaban armados, y también disparaban a los stingers que se asomaban por las ventanas o emergían de los pasillos cercanos.

Erik le vio.

“¡¡Capitán Isaac…!! ¿¡Dónde esta Paxton!?” preguntó.

Isaac negó con la cabeza.

“¡…mierda!”

“¿Cuál es la situación?” dijo Isaac.

“¡Algo le pasa a la reina, señor…! ¡Tan pronto esa mujer pelirroja la tocó, los stingers cesaron su agresividad y regresaron a su comportamiento diurno habitual! ¡Adicionalmente, hemos recibido apoyo de los demás supervivientes! Ahora deberíamos ser capaces de mantener esta posición, pero no podemos irnos. ¡Esas cosas no paran de venir! ¡Solo hay que mirar cómo están las calles ahí fuera!”

Isaac observó a la reina y a la mujer pelirroja que la abrazaba.

‘¿Qué diablos…? ¿Está esto relacionado con el comportamiento del pretoriano hace un momento?’

“¡Central, aquí el Capitán Isaac!” cogió la radio. “Hemos asegurado al objetivo, pero no podemos abandonar el hospital. ¿¡Cuáles son nuestras órdenes!? ¡Cambio!”

“Aquí Central. El equipo Charlie se ha reunido con vuestros refuerzos, y están liderando un convoy en dirección a Saint Marie. Sin embargo, todavía estamos trazando un plan para dispersar a la multitud. Mantened la posición, y continuad protegiendo al objetivo.”

“¿¡Siguen trazando un plan!? Tienes que estar de broma… ¡Connor!”

“¿Sí, señor?”

“El Dr. Marcus estaba contigo. He recibido una comunicación suya hace unos minutos, anunciando que podría conseguirnos una inyección inhibidora para suprimir a la reina. ¡Pero no he podido establecer contacto con él desde entonces! ¿Sabes algo?”

“¡Negativo, señor!”

“¡Maldición…! Esa inyección podría ser nuestra única opción para calmar a esas hordas. ¿¡Dónde rayos está!?”

Una mujer joven con gafas, que había permanecido sentada al lado de la reina todo aquel rato, se levantó y se le acercó.

“U-Um… ¿Disculpe?” dijo.

“¿¡Qué quiere, señorita!? ¡A menos que esté dispuesta a ayudarnos a luchar, quédese donde estaba!”

“¡Creo que podría haber una manera de hacer que los caminantes huyan del hospital!”

“¿Qué…?” pausó por un momento. “Le escucho.”

Sin lugar a dudas, era una civil normal y corriente. Isaac era muy escéptico respecto a lo que fuese que estuviese a punto de sugerir.

“Técnicamente, los caminantes se comportan como una colonia de abejas… Humo. Por lo general, cuando las abejas detectan humo, ¡entran en pánico, porque asumen que su colmena está en llamas! ¡Si pudiéramos llenar el hospital de humo, podría hacer que los caminantes sigan sus instintos y huyan de la zona!”

“¿Está sugiriendo que prendamos fuego al hospital?”

“B-Bueno, no exactamente, pero…”

‘Pero, sinceramente, ¿qué otra cosa podemos hacer…? Incluso si el Dr. Marcus aparece, y desactivamos a la reina, esos stingers de ahí fuera se verán atraídos por la conmoción que hemos provocado. Si los matamos, sus muertes seguirán atrayendo a más. Matarlos solo sirve para ganar tiempo, pero nunca seremos capaces de abrir un camino. El equipo Charlie llegará con el convoy, y se verán obligados a combatirlos por todos los flancos mientras subimos a los supervivientes a bordo. Demasiado arriesgado… Humo, ¿eh?’

“¡Muy bien, Erik! ¡Quiero que vayas y reúnas cualquier textil que puedas encontrar, debería haber muchos por aquí! ¡Préndeles fuego y arrójalos por el hueco de un ascensor! ¡Debería actuar como una chimenea, inundando todos los pisos con humo y ceniza! ¡Esperemos que funcione, y que nos abra una ruta de escape!” se giró hacia el grupo de supervivientes en el pasillo. “¡Si hay algún voluntario dispuesto a echarle una mano, que dé un paso al frente!”

“¡Y-Yo voy!” dijo la chica de gafas.

“Oye, ¿estás segura…?” un hombre de pelo negro y barba la cuestionó. “Será mejor que vaya yo.”

“Estaré bien, William. Puedo con esto.”

Varias personas más de entre la multitud se acercaron a los soldados, ofreciendo su ayuda.

“Bien. ¡Poneos en marcha!” ordenó Isaac. “Yo iré a ver si puedo localizar al Dr. Marcus, creo que tengo una idea de dónde está el almacén al que se dirigía. Los demás, ¡quedaos aquí y mantened la salida asegurada! ¡Es nuestra única vía de escape!”

******

La jeringa era liviana, mucho más de lo que esperaba.

‘Vaya, ha sido fácil. Siempre tienes que vigilar la retaguardia, tío. No puedes pretender que alguien lo haga por ti. Nunca sale bien.’

Marcus gruñó de dolor en el suelo. ¿Seguía consciente? Quizá no le había dado con suficiente fuerza. Logan sabía que debía acabar el trabajo antes de irse.

Aquella jeringa podría ser lo único que le permitiese abandonar aquel lugar. Todos los demás morirían, el hospital ya era una causa perdida. Era perfecto. No quedaría nadie que le siguiese el rastro, nadie sabría nada de él, y nadie asociaría aquellos eventos con él. Estaría fuera, sano y salvo, listo para marcharse a otra parte y empezar de nuevo.

“¿¡P-Por qué está h-haciendo esto!? ¿¡Quién…!?” dijo el chico.

El chaval tenía pinta de estar a punto de mearse encima, le temblaban las piernas. Logan le apuntó con la pistola.

“Bang.” dijo, fingiendo con sarcasmo el retroceso del arma.

Por supuesto, no iba a dispararle. No podía permitirse el atraer atención innecesaria al lugar. Y el chico probablemente lo sabía. Daba igual, no necesitaba la pistola para esto.

“Vale, mierdecilla… No es nada personal.” dijo, acercándosele.

“¡¡¡A-Aléjese de mí!!!”

“¿O qué? ¿¡Eh!? Venga, ¿qué vas a—?” una punzada de dolor atravesó su pierna izquierda, causada por un objeto cortante que se hundía en ella. “¡¡¡Aaaaaagh!!!”

Su pierna perdió fuerza y se dobló, haciéndolo caer de rodillas. Por el rabillo del ojo, vio a un apenas consciente Marcus soltando la empuñadura del cuchillo. Sin darle la oportunidad de recomponerse, el chico le propinó una fuerte patada en la barbilla, sacudiéndole el cerebro y expulsándolo de la sala de suministros, de vuelta al pasillo.

“¡¡Gah…!! ¡¡¡M-Mierda…!!!”

A ambos lados del corredor, vio formas en movimiento. Formas hambrientas, atraídas por el delicioso sonido de su reciente grito. El chico cerró la puerta, privando a Logan de todo refugio.

“¡Joder…! ¡¡Ni de coña…!! ¡¡¡Ni de puta coña…!!!”

La jeringa seguía en su mano.

Había oído la conversación de Marcus. Lilian era una reina caminante, y era la que atraía a todos aquellos caminantes. La inyección la volvería invisible. Las probabilidades de que algo así funcionase en un humano normal eran ínfimas. Y seguramente era también peligroso. No tenía ni idea de qué era aquel líquido. Se suponía que era un último recurso, solo en caso de que no encontrase ninguna otra forma de escapar por sus propios medios.

¿Era este el momento? ¿Ya?

“¡Ah, maldición…! ¡¡¡Maldita sea…!!!”

Se llevó la jeringa al cuello, y presionó el émbolo.

******

William apartó los ojos de las ventanas, y echó una mirada a Nora y Lilian: acurrucadas en un abrazo mutuo, con los ojos cerrados, ignorantes de lo que pasaba a su alrededor.

Tarde o temprano tendrían que moverse. Sin embargo, William no tenía prisa por sacarlas de su trance. Fuese lo que fuese lo que Nora le había hecho a la chica, había funcionado. Ninguno de ellos seguiría vivo de lo contrario.

Mientras pensaba, observó algo que le llamó la atención. Un hombre merodeaba entre el grupo de supervivientes, haciendo preguntas nerviosas.

“¿¡Alguien las ha visto…!? ¿¡Nadie…!? O-Oiga, disculpe, estoy buscando a mi mujer e hija, ¿¡sabe algo!? ¿¡Ha visto alguien a Alice o a Eleanor!?”

‘Desmond…’

“No… las encontrarás… aquí…” Stella le respondió. Estaba tirada en el suelo, donde una mujer la cuidaba. Su voz era débil, y estaba sin aliento.

“¿¡S-Sabes algo!? ¡Por favor, dime algo!”

“Si esa niña… sigue viva… probablemente esté escondida… en algún lugar en el piso de arriba…”

“¿¡¡Q-Qué!!? ¿¡¡P-Por qué no d-dijiste nada antes!!?” Desmond se aproximó a ella con una postura agresiva, poco característica en él.

“Lo… siento. Mi cabeza ha estado… dando vueltas…”

“¡N-No…! ¡¡Eleanor, c-cielo…!!” Desmond farfulló para sí mismo, momentos antes de salir corriendo por el pasillo.

“¡Espera, Desmond!” gritó William. “¡¡No te precipites, vas a conseguir que te maten!!”

¿Estaba preocupado por él? ¿Sentía lástima? ¿Arrepentimiento? ¿Empatía? Quién sabe.

“¿Amigo… tuyo…?” preguntó Stella.

“No, no realmente…”

“Su mujer, Alice… Ella sabía algo… acerca de Jacobs… ¡Ese pedazo de mierda hizo que sus hombres… se libraran de ella… para silenciarla…!”

“¿¡Qué!?”

“Prefiero no saber… qué le hicieron a Alice…”

“Mierda… ¡Mierda!”

Corrió. Dejando atrás a todos los demás, William corrió tras Desmond. ¿Estaba dispuesto a poner en riesgo su vida por él? ¿Por la pequeña, quizá? ¿O lo hacía por sí mismo? Si había una respuesta a esas preguntas, la buscaría después.

Lo único que sabía era que debía apresurarse. Presa del pánico, era probable que Desmond se dirigiese a las escaleras. No era exactamente la idea más segura en aquellos momentos.

‘¡Maldita sea, Desmond!’