Durante la mayor parte del trayecto, el camión no había parado de zigzaguear y dar giros bruscos. En ocasiones, cuerpos pesados chocaban contra los laterales, seguidos de afónicos lamentos, que se oían amortiguados y distantes desde el interior del vehículo. Aunque el compartimento trasero carecía de ventanas, no eran necesarias para hacerse una idea de lo que ocurría. Las calles debían de estar infestadas de caminantes.
Nora sujetaba firmemente la mano de Lilian. Tan pequeña, tan frágil… Su hermana tenía la mirada fija en la pared del camión, y su cabeza se balanceaba de lado a lado con cada vaivén del vehículo, sin hacer esfuerzos notables por mantenerse erguida. Nora la miró a los ojos, a sabiendas de que no encontraría nada agradable en aquellos pozos de oscuridad.
El vínculo que las unía se desmoronaba. Lilian ya no parecía ser consciente de su presencia. Era como intentar conversar con una persona en coma. ¿Qué iba a conseguir? Quizá lo único que trataba de hacer era consolarse a sí misma. Estaba justo donde quería estar: de camino a casa, con Lilian a su lado, y rodeada de gente que lucharía por mantenerlas a salvo. Sin embargo, se sentía más vulnerable que nunca.
‘Lilian… ¿Me oyes? ¿Estás ahí?’
[*susurros*]
‘¿Lilian, cielo?’
[*susurros*]
No fue fácil contener las lágrimas, aunque su rostro debió de haberse retorcido de forma extraña, pues llamó la atención del soldado que las acompañaba. “¿Se encuentra bien, señorita?” preguntó, observándola desde el lado opuesto del compartimento.
“Sí, sí… Lo siento. Serán los nervios.” respondió Nora.
“Trate de calmarse. Pronto estarán a salvo. ¿Cómo está la chica? Si no me equivoco, usted la entiende mejor que nadie.”
Nora negó con la cabeza.
“Ya veo… Venga, no se preocupe, le prometo que—”
“Aquí el Capitán Isaac, del equipo Alpha, transmitiendo a todas las unidades.” una voz surgió de la radio en la cabina del camión. “Tenemos contacto visual con el punto de evacuación. Equipo Charlie, iniciad la maniobra de distracción. El resto de unidades, mantened la formación y preparaos para asegurar el perímetro. Cambio.”
“Aquí Charlie.” dijo el conductor del vehículo. “Recibido, Alpha. Iniciando distracción.”
Segundos más tarde, el camión realizó un gran giro hacia la izquierda, tras lo cual continuó en línea recta. Habían cambiado de dirección.
‘¿Qué ocurre? ¿Distracción…?’
“Disculpe, ¿va todo bien?” preguntó Nora.
Algo no cuadraba, llevaba sin cuadrar desde que habían partido del centro de investigación. Los demás camiones transportaban un gran número de personal civil y militar. Sin embargo, en aquel camión solo estaban Nora, Lilian, y dos soldados, conductor incluido. No era una coincidencia, eso lo tenía claro.
No podía evitar pensar que aquellos soldados no tenían motivos para darle explicaciones. La comunicación con aquella gente le resultaba incómoda, como si estuviesen al otro lado de un muro. A pesar de ello, no perdía nada por preguntar.
“No se preocupe, todo va bien, mantenga la calma. Pronto llegaremos.”
“Puede explicárselo, Quinn.” dijo el conductor, desde la parte frontal del camión.
“¿Está seguro, capitán…?”
“Sí. ¿Qué más da? Mejor que sepa lo que estamos haciendo. A fin de cuentas, está directamente involucrada.”
“Muy bien… Verá, señorita, vamos a dar varias vueltas alrededor del perímetro de la Torre Kurtis. Seremos los últimos en llegar.”
“¿Qué? ¿Por qué?”
“La chica atrae a esos monstruos. Si la llevamos directamente a la torre, nuestros compañeros no tendrán tiempo de asegurar la zona antes de que las cosas se calienten. Así pues, daremos varias vueltas por el perímetro, y dejaremos que nos sigan el rastro.”
Señaló a la puerta trasera del camión. Nora siguió al dedo con la mirada y vio lo que parecía una rejilla de ventilación, a lo largo de toda la parte superior de la puerta.
“Ah… E-Entonces, somos un… ¿cebo…?”
Mientras hablaba, el camión continuaba haciendo zigzag, sin perder velocidad, en ocasiones haciéndoles tambalearse en el asiento debido a la inercia.
“Eh, escúcheme. No vamos a dejar que les pase nada, ¿de acuerdo? Si hacemos esto, es para evitar que los demás se pongan en peligro. Pero no olvide que ustedes dos son nuestra principal prioridad, y tampoco las vamos a poner el peligro. Todos vamos a salir de esta, ¿me entiende?”
Temblorosa, Nora asintió.
“Bien. Agárrese bien y cuide de la joven. No tardaremos en llegar, se lo aseguro.”
Devolvió su atención a Lilian. Su mano, pequeña y delicada, estaba gélida al tacto. La apretó con fuerza, tratando de devolverle el calor.
‘¿Lilian…?’
[*susurros*]
‘…’
******
“¿Habéis oído eso? Estamos cerca.”
“¿Cuánto van a tardar en sacarnos? ¿Viene un helicóptero?”
“Cariño, se acabó, se acabó…”
El compartimento estaba apretado, había demasiada gente allí dentro. Al menos, demasiada para el gusto de William, aunque a estas alturas ni se le pasaría por la cabeza protestar. Todos se habían entusiasmado tras escuchar el mensaje del Capitán Isaac, lo cual era lógico; la luz al final del túnel era al fin visible.
William, sin embargo, no se sentía aliviado. No se molestó en hacer cuenta de todo lo que aún podía salir mal, no merecía la pena. Lo que tuviese que pasar, pasaría, y ya se preocuparía entonces de lidiar con ello.
Además de él mismo, había otras dos personas en el camión que guardaban un silencio impasible. A su izquierda, permanentemente pegada a su chaqueta, Eleanor trazaba círculos con el dedo en la superficie metálica del asiento. Seguía con la mirada perdida, pero al menos estaba haciendo algo, por trivial que fuese. A su derecha, Claire se acurrucaba contra la esquina del compartimento, mordiéndose las uñas.
‘¿Y a esta que le pasa? Lleva haciendo cosas raras desde ayer…’
“¿Qué te trae tan de los nervios?” susurró William.
Claire le miró de reojo y dejó las uñas en paz. “Creía que no estabas de humor para hablar…”
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“Ese nerviosismo tuyo es contagioso.”
Claire evitó mirarle a la cara, e hizo una larga pausa. “¿…alguna vez has pensado que no mereces seguir vivo…?”
“¿Qué…? ¿Me lo estás preguntando en serio?”
“Sí, es en serio.”
“¿A cuento de qué viene esto ahora? Estás enfurruñada desde que nos montamos en el camión. ¿Qué pasa?”
“Que me siento como una carga, William. Apenas puedo hacer nada útil por los demás. Es más, causo problemas, pero de alguna manera consigo salir de todos los apuros. N-No me lo he ganado, no me lo merezco…”
“Espera, ¿de qué rayos habl—?”
“S-Si no hubiese sugerido la idea del humo, quizá la gente que me acompañó no habría muerto en aquel ascensor; y-y si lo hubiese hecho mejor cuando nos atacaron en los apartamentos quizá podría haber impedido que aquel capullo infectado volviese al metro, y no habríamos tenido que jugarnos la vida en aquel nido, y no habría hecho falta abandonar a toda aquella gente a su suerte; y… y s-si no hubiese hecho lo que hice en la torre—”
William puso su mano en el hombro de Claire y la sacudió un poco. “Eh… ¡Eh!”
Como recién salidos de un trance, sus ojos llorosos decidieron al fin volver a mirarle. Rebosaban de miedo, pero William no tenía claro a qué. Ella no se había dado cuenta, pero su tono de voz se había incrementado a medida que divagaba, atrayendo miradas curiosas y desconcertadas del resto de personas en el compartimento. Uno de los soldados se les acercó, balanceándose de lado a lado debido a los temblores del vehículo.
“¿Se encuentra bien?”
“S-Sí… Sí, no hay problema.” dijo Claire.
El soldado no tenía cara de estar muy convencido, pero aceptó su respuesta y regresó a su puesto en la parte delantera del compartimento.
“Lo siento…” continuó ella, bajando de nuevo la voz. “Tengo demasiadas cosas en la cabeza.”
William suspiró. “Mira, no se trata de merecer vivir o no, ¿vale? La vida no es un premio que tengas que ganarte. Todos merecemos salir de esta. ¿Que la has cagado una vez o dos? Pues la has cagado, ¿qué le vas a hacer? Todos cometemos errores, joder. Yo mejor ni te cuento todas las cosas de las que me arrepiento. Lo que no puedes hacer es venirte abajo por ello. Especialmente ahora, ¿me entiendes?”
“Mhm…”
“Céntrate en lo que quieres conseguir. Tienes una meta en mente, ¿no?”
Claire asintió. “Claro que la tengo… Volver a la normalidad. No quiero seguir yéndome a dormir cada noche temiendo no despertarme al día siguiente. No quiero seguir viendo cómo sufre la gente que me importa. No quiero quedarme sola otra vez…”
“Mantén la mirada fija en todo eso. Hasta que no nos hayamos largado de esta ciudad, no pienses en nada más, ¿vale?” William se recostó contra la pared e hizo una pausa. “Al menos tú lo tienes claro. Aprovecha.”
“¿Eh…?”
“Nada, déjalo.”
‘Estaría genial si pudiese aplicarme a mí mismo el sermón que le acabo de soltar. Una meta…’
Observó a Eleanor a su lado. Cualquier ápice de afección que pudiese sentir hacia ella era falso, hipócrita. Quizá la pequeña pudiese ocupar de alguna forma el vacío en su corazón, convertirse en un propósito a perseguir; pero se estaría engañando a sí mismo. Le impulsaba la autopreservación, el deseo de proteger su propia cordura, y nada más. Un interés personal que nada tenía que ver con ella.
Se maldijo a sí mismo de nuevo.
******
En cuanto la puerta trasera del camión se abrió, Claire se arrepintió de haberse arrinconado contra la parte de atrás. Deseaba con todas sus fuerzas no ser la primera en bajar del vehículo, pero no podía desobedecer al soldado que la apremiaba a salir. De un pequeño salto, descendió al asfalto. Se apartó a un lado para abrir paso a los demás, y se encaró hacia el frente del vehículo.
La Torre Kurtis se alzaba como un monolito en mitad de la ciudad. Fila tras fila de ventanales, demasiadas como para contarlas, perdiéndose en el cielo allá arriba. Claire se estremeció ante la imponente construcción.
“Estás temblando otra vez.” dijo William, a su lado. “Está claro que no te gusta este sitio.”
“N-No… E-Es solo que… No, da igual…”
“¡Venga, todo el mundo fuera!” el Capitán Isaac comenzó a vociferar, trotando entre los camiones. “¡Los civiles, reúnanse frente a la entrada principal del edificio! ¡Los demás, preparen un perímetro defensivo según lo acordado! ¡Todo debe estar listo antes de que el equipo Charlie llegue a la torre!”
El soldado que les había abierto la puerta dio varios golpecitos al hombro de Claire mientras señalaba a la entrada de la torre. “¡Ya han oído al capitán! ¡Vamos, vamos, no hay tiempo que perder!”
Las piernas de Claire se movieron por sí solas. Formando una desorganizada fila, todos los civiles caminaron en dirección a la torre, mientras los militares corrían de un lado para otro, cargando con cajas y equipamiento.
Tras subir una rampa, Claire tuvo una mejor visual de la entrada. El camino hasta el edificio estaba bordeado por macetas y jardines consumidas por la maleza. A través de la hierba, la luz solar centelleaba al reflejarse en infinidad de fragmentos de cristal, procedentes de las cristaleras de la planta baja. Apenas quedaban ventanas sin romper en todo el perímetro, y las puertas de acceso no eran una excepción.
Nada había cambiado.
Un grupo de soldados se había adelantado a los demás, y se encontraban frente a la oscura abertura de la entrada. Parecían estar observando algo, y debatían al respecto, pero estaban demasiado lejos como para saber de qué se trataba. Uno de ellos se separó del grupo y echó a correr en la dirección de la que habían venido.
Alguien pasó al lado de Claire, subiendo la rampa a grandes zancadas. Era el Capitán Isaac.
“¡Capitán!” dijo el soldado que se acercaba desde la entrada. “¡Problemas!”
“¿¡Qué ocurre!?”
“¡Hemos encontrado esto, señor! Parece un diario. Estaba colocado justo delante de la puerta de entrada, el responsable parece haberlo hecho a modo de advertencia.”
A Claire se le heló la sangre.
“¿Qué clase de advertencia…?”
“Mire aquí, señor… Y aquí…”
“No entres… ¿¡Infestado de caminantes!? ¡Joder…! ¿¡Es un nido!?”
“Los daños al entorno son considerables, señor. Es factible que una horda se haya adentrado en el edificio en algún momento.”
“Ya veo, ¡por eso dejamos de detectar actividad humana aquí…! ¡Maldita sea, esto lo complica todo! ¡Reuniré un equipo adicional para despejar un camino hasta la azotea! ¡Soldado, informe al Coronel Rowan de inmediato!”
“¡Sí, señor!”
“Lo que faltaba…” murmuró William, que también había oído la conversación. “Ya sabía yo que tendríamos más problemas.”
Claire lo sujetó del brazo. William la miró, frunciendo el ceño en confusión.
“¿Qué pasa?”
“…t-tengo miedo…” las palabras salieron en un hilillo de voz. “W-William, tengo miedo…”
William respiró hondo. “Si no hablas claro, no voy a entender nada. ¿Miedo de qué? ¿Es por lo que hablamos antes? ¿Lo de ser una carga?”
“…n-no puedo entrar ahí… ¡No puedo…! Yo… y-yo hice esto.”
“¿Eh…?”
“El refugio… E-Es culpa mía…” Claire comenzó a sollozar, lo cual le provocó un ataque de hipo que le entrecortaba las palabras. “Los c-caminantes… ¡Yo los dejé entrar…!”
La gente que les rodeaba, ya bastante preocupados por la situación actual, debieron de oír parcialmente lo que acababa de mascullar, pues le dirigieron miradas extrañadas y comenzaron a susurrar cosas entre ellos. William se percató, y procedió a tirar de ella y apartarla a un lado.
“¡Eh…! ¡Baja la voz!” dijo. “¿¡Qué coño dices…!? ¿¡Es eso cierto!?”
Incapaz de contener las lágrimas que se derramaban por su rostro, Claire asintió.
“¡N-No sé que pensar…! Había m-muchos inocentes ahí… Están todos m-muertos… ¡por mi culpa…! ¡No q-quería volver aquí…!”
“¿Lo hiciste por Nora y Lilian, no…?”
Asintió de nuevo. “¡No se me ocurrió n-nada más…!” sus lloros se intensificaron.
“¡Atención, todos los civiles! ¡Por aquí! ¡Tenemos que comenzar a subir!” gritó un soldado desde la entrada, haciendo aspavientos con el brazo.
“Mira, no es momento para esto. Ya pensarás sobre ello luego, ¡ahora tenemos que movernos!”
“¡N-No…! ¡No puedo! ¡No quiero entrar ahí! ¿¡Y si vuelve a pasar algo por mi culpa!? ¿¡Y-Y si—!?”
William la sujetó por ambos hombros y la sacudió vigorosamente, haciéndola soltar un grito ahogado.
“¡Céntrate, maldita sea! No estás sola… ¿¡vale!? ¡No eres la única responsable de lo que ocurra! Si algo sale mal, todos seremos responsables… Y todos trabajaremos juntos para solucionarlo. ¿Entendido?”
Sus ojos, abiertos de par en par, se habían clavado en la cara de William. De alguna manera, había parado de llorar.
“¿¡Lo has entendido o no!?”
Asintió.
“¡Eh, ustedes dos! ¡¡Deprisa, no hay tiempo!!” les gritó el soldado.
William le hizo un gesto con la cabeza para que lo acompañase, y echó a trotar hacia la entrada de la torre. Sin pensarlo dos veces, Claire lo siguió. No tuvo que tomar la decisión de caminar; su cuerpo había entrado en piloto automático. A decir verdad, era mejor así, su mente no estaba en condiciones de tomar decisiones.
No podía quitárselo de la cabeza: era una asesina. Había matado a gente inocente. No de forma accidental, no de forma indirecta… sino de forma intencionada y directa. ¿Para salvar a Nora y Lilian? ¿Para salvar su propio pellejo? ¿Para detener a Julien y a sus matones? Daba igual. No veía justificación posible para lo que había hecho.
Deseaba haber encontrado una solución mejor. Una y otra vez había intentado olvidar lo ocurrido, patear aquel nefasto recuerdo debajo de la alfombra y nunca más volver a destaparlo. Pero en el fondo, sabía que tarde o temprano tendría que afrontar sus actos.
Muy a su pesar, ese momento había llegado.