Los rayos de sol que cayeron sobre el grupo de supervivientes eran como una bendición salida del cielo. William entrecerró los ojos y se cubrió la cara con las manos. No estaba acostumbrado a semejante brillo tras pasar tanto tiempo bajo tierra. Se encontraban en alguna clase de paso inferior, bajo una calle principal. Finos haces de luz se colaban a su interior y lo iluminaban desde ambas entradas. Se estaba haciendo tarde y, por ende, estaba empezando a oscurecer; pero casi todo el mundo tuvo que protegerse los ojos.
No había ni un solo caminante a la vista. Las calles cercanas que conectaban con el paso inferior estaban desiertas. El único sonido perceptible era el silbido de una ligera brisa, junto a los jadeos agitados de los supervivientes. Tanto silencio y tranquilidad… Casi parecía seguro.
“¡No podemos detenernos aquí…! ¡Tenemos que seguir!” dijo Marcus.
William se giró hacia él y se le quedó mirando. Probablemente tenía razón. Los caminantes todavía les seguían el rastro, y no tardarían en alcanzarles. ¿Cuántas puertas habían cerrado tras de sí al salir? Ni se había molestado en contarlas. Pero, ¿cuántas de ellas seguían en pie? No muchas, eso seguro.
Se percató de que Marcus estaba cargando con su maletín. ¿Había estado corriendo con él todo el tiempo? Daba la impresión de que, incluso durante una emergencia extrema, el maletín era lo bastante importante como para que el peso adicional mereciese la pena.
“¿N-No estamos acaso seguros aquí…? Son lentos al aire libre, ¿¡no…!?” preguntó Claire. Parecía desesperada por encontrar un momento para recuperar el aliento.
“No, estos no… Estos acaban de convertirse. ¡No se van a calmar, ni siquiera bajo la luz!” Marcus dio un paso al aire libre, abandonando la cobertura del paso inferior, y echó un vistazo a los alrededores. “Vamos a ver… Vale, debería haber un lugar seguro cerca, aquel ático… Deberíamos poder refugiarnos allí…”
“¡Un momento…!” Claire estalló, dirigiéndose a William, e interrumpiendo las divagaciones de Marcus. “¿¡Qué ha pasado con Nora y Lilian…!? Oh dios, ¿crees que han…?”
Cierto, Desmond. El brote repentino le había pillado tan por sorpresa que se había olvidado por completo de Desmond.
“Oye.” William captó la atención de Marcus. “Uno de tus hombres, Desmond, mencionó algo sobre retirarse al vestíbulo…”
“¿Quién…? ¿El vestíbulo, dices…? Hmm…” se agarró la barbilla, pensativo. “También hay una sala segura en el vestíbulo… Hemos estado estableciendo salas seguras en los alrededores, para situaciones como esta. Si han conseguido llegar hasta allí…” se giró y se encaró hacia el grupo de supervivientes, que se contaban en menos de una decena. “¿Podéis llegar hasta el ático? ¿El apartamento del viejo Elliot, encima de la librería? No está muy lejos de aquí.”
“¿¡Y por qué rayos deberíamos seguir escuchándote!?” un hombre le ladró, cabreado, mientras abrazaba a una mujer asustada. “¡Mira a dónde nos ha llevado!”
“¡Sí, a este paso solo vas a conseguir que nos maten a todos!” dijo otra persona.
“No tenéis por qué hacerlo.” la respuesta de Marcus provocó miradas de frustración y malestar. “¿Lo haríais mejor por vuestra cuenta? Si así lo creéis, sois libres de hacer lo que os plazca. Tan solo sugiero que deberíamos tratar de permanecer como un grupo. Pero, a fin de cuentas, la decisión es vuestra.”
“¡Bah…! Tonterías…”
Los supervivientes se miraron los unos a los otros durante unos incómodos y largos segundos.
“…Al menos no se nos comerán esta noche si nos quedamos en el ático, ¿no…?”
“Supongo…”
“¿Tenemos algún otro sitio donde refugiarnos…?”
“Vale…”
Con perezosa desgana, el grupo accedió poco a poco, un integrante tras otro. Nadie tenía demasiados ánimos para hacer nada, y no era de extrañar. Tras la abrupta pérdida del refugio del metro, la moral de los supervivientes restantes era lamentable. Muchos de ellos miraban al suelo o se tapaban la cara, en un vano intento por ocultar sus lágrimas. Brazos y hombros caídos, miradas perdidas, murmullos incoherentes… En aquel breve momento de respiro, cuanto más digerían lo ocurrido, más obvias se volvían las consecuencias. Pérdida, pérdida y más pérdida.
William desvió la mirada hacia otro lugar, apretando los puños. Aquel tipo de dolor le resultaba familiar.
‘¿Cómo se siente, Marcus…?’
Como alertado por sus pensamientos, Marcus se giró hacia William y Claire. Los otros supervivientes habían comenzado finalmente a moverse, deambulando en dirección al refugio temporal.
“Voy a ir a comprobar el vestíbulo de la estación. ¿Os parecería bien acompañarme?” preguntó.
“Me parece sorprendente que estés dispuesto a ir en persona.” las intenciones de Marcus confundían a William.
“Pongámonos en camino primero, os lo explicaré sobre la marcha.” golpes y gruñidos, provenientes del túnel de acceso al metro, se volvían más perceptibles a un ritmo peligroso. “Están llegando.”
Se apresuró hacia la acera, y procedió a echar el maletín al interior de un arbusto cercano, ocultándolo de la vista.
“En marcha.”
…
William mantuvo su atención sobre Marcus durante todo el trayecto, quien lideraba al trío hacia el edificio del metro. Su resistencia era admirable, mostrando apenas signos de fatiga incluso tras correr una distancia considerable. Sin sudor, sin respiración pesada… Para ser alguien que supuestamente pasaba la mayor parte del tiempo en una oficina, sí que estaba saludable y en forma.
“Lo ocurrido en el refugio no fue un accidente.” dijo, mirando hacia atrás un momento.
“¿¡Qué quieres decir…!?”
“Ciertas personas desaparecieron poco antes de que comenzara el brote. No pude quedarme a investigar más en detalle, pero el señor Julien y su gente no estaban por ninguna parte… Y tampoco la chica infectada.”
“¡Julien…!” La voz de Claire estaba repleta de desdén y resentimiento. William podía sentir cómo su ira crecía a su espalda.
“¿Crees que ellos son los responsables…?” preguntó William.
“Sí, eso creo… Estaban ansiosos por irse tan pronto apareció la chica, sin importar cuánto tratase de razonar con ellos. Ahora que lo pienso, creo que nunca tuvieron intenciones de cooperar con nosotros en primer lugar. Debí mantenerlos bajo supervisión, al igual que hice con vosotros dos…” mientras hablaba, pasó de trotar a caminar rápido. “No salieron por la misma vía que tomamos nosotros. Puede que hayan usado un túnel diferente… o puede que hayan usado la puerta delantera.”
“Ya veo… Hay una posibilidad de que Lilian esté allí. Eso es lo único que te interesa, ¿me equivoco?”
“Tengo mis motivos para creer que estará más segura bajo nuestra custodia por ahora.”
Marcus no dio más detalles. William echó un resoplido de decepción, y decidió no hacer más preguntas. Tenía algunas cosas que aclarar con aquel hombre, pero lidiaría con él tras encontrar a Nora y a Lilian… y tras tener una o dos palabras con Desmond, si le encontraban también.
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Claire escuchó las palabras de Marcus con gran inquietud. ¿Qué Lilian estaría más segura bajo su custodia? Sí, por supuesto que diría tal cosa. Por supuesto que tenía sus motivos para pensar algo así. Hacía un buen rato que tenía ganas de sacar el tema. Pero, ¿debería?
Era casi garantizado que sería una mala idea. Podría provocar más discusiones, retrasos, peleas entre ellos mismos… En aquellos momentos, la prioridad más importante era asegurarse de que Nora y Lilian estuviesen a salvo.
Siguió caminando, y no dijo nada.
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En general, no le disgustaba la gente. Pero, ¿aquellos? Oh, a aquellos los odiaba. Los tipos que la rodeaban eran feos. Olían mal. Le daban malas vibraciones. Sus murmullos estaban llenos de odio, y ella los odiaba en igual medida. Aun así, hasta cierto punto, lo toleraba.
Pero acababan de pasarse de la raya. Una raya que no deberían haber cruzado.
Miró fijamente al señor malo que se apoyaba en la barandilla frente a ella. Sujetaba algo peligroso. No tenía muy claro cómo funcionaba, pero sabía que era peligroso. Cosas malas y ruidosas salían del extremo puntiagudo, y le hacían daño a quien fuera que estuviese delante.
Y estaba apuntando a su hermanita con ello. Algo malo estaba a punto de pasarle. Eso no podía permitirlo.
“No.” susurró. Fue tan solo eso, un susurro, pero las cabezas empezaron a girarse en su dirección, pues todos lo habían oído alto y claro.
No estaba segura de por qué, pero su voz salió con un tono raro. Sonaba como una advertencia. Aquella no era realmente su intención, pero tiraba de su subconsciente, incitándola a mantener a los tipos malos lejos de Nory a toda costa.
“Oye, oye…” el señor feo se alejó un pasito de la barandilla, bajando un poco la mano con el chisme peligroso. “¿Desde cuándo tiene agallas esta mocosa?”
Siguió mirándole a los ojos. De verdad que era feo, el más feo de todos.
“No se ande por las ramas, señor Logan. Asumiría que estaría interesado en encargarse de este asunto usted mismo, pero si va a dudar, alguien más lo hará. No podemos seguir perdiendo el tiempo aquí.” otro señor hablaba detrás de ella, uno que vestía un traje de mago muy extraño. También odiaba a los magos. Te engañan todo el tiempo. No le gustaba ni un pelo.
“Vale, si tú lo dices…” el señor feo centró su atención en el piso de abajo una vez más, agarrando el chisme peligroso con ambas manos.
‘Oh, no.’
Algo estaba a punto de pasar. Algo malo. Tenía que detenerle.
En una ola de emociones compulsivas que repentinamente secuestraron su cerebro, cargó de frente, antes de que nadie pudiese reaccionar.
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Nora no podía apartar los ojos él. Su cuerpo ya no le respondía; sus extremidades temblaban sin control, sus dientes casi castañeaban, los latidos de su corazón le martilleaban el pecho. Pero su conciencia se había vuelto ajena a todo aquello, solo tenía ojos para el cañón de la pistola que le apuntaba directamente.
¿Así de fácil? ¿Había llegado la hora? Sabía que tenía que correr, esconderse en algún sitio, apartarse del medio. Cualquier cosa menos quedarse quieta. En circunstancias diferentes, la muerte podría haber sido considerada un regalo. Habría sido un bienvenido alivio, siempre y cuando Lilian estuviese segura y en buenas manos. En manos mejores y más capacitadas que las suyas.
Pero no lo estaba. Probablemente estaba allí arriba en alguna parte, con aquellos canallas. De hecho, definitivamente estaba allí arriba, no cabía duda. Justo allí. Detrás de Logan. Abalanzándose sobre él. Gruñéndole como un perro rabioso.
‘¿Eh…? ¿Q-Qué…?’
Su mente no procesó lo que estaba ocurriendo, hasta que la conmoción resultante lo hizo evidente.
“¡Eh! ¿¡¡Que cojones…!!? ¡¡Mierda, quitádmela de encima!!”
“¿¡Qué coño estás haciendo!?”
“¡¡Que alguien la pare!!”
“¡¡Intenta morderme, joder…!! ¡¡Maldita sea, es fuerte!!”
“Aguanta, le sujetaré la— ¡¡¡¡Aaaaaaarrrgh!!!!”
*¡¡Bang!!*
El sonido reverberó por todo el vestíbulo, y un cuerpo humano se estrelló contra la barandilla de cristal del piso superior, reventándola y cayendo de cabeza contra el suelo de debajo. Sangraba profusamente por una evidente herida de bala en la cabeza, y por una desagradable laceración en el brazo izquierdo.
“¡Caballeros, no tenemos tiempo para esto! ¡Sujetadle los brazos, y ponedle un trapo en la boca!” la voz de Julien sonaba frustrada y exasperada.
“¡¡Lilian!!” Nora reaccionó, a gritos. “¡¡Nooooo!! ¡¡¡No le hagáis daño!!! ¡¡¡Ya basta!!!”
“Ah, sí, que alguien mate a esos dos. Me da igual quién lo haga, ¡pero hacedlo de una vez!” ordenó Julien.
Antes de que Nora pudiese tratar de cargar escaleras arriba de forma imprudente, alguien agarró su brazo derecho y tiró de ella. Pronto se encontró aterrizando bruscamente en el suelo, detrás de un murete cercano. Algunos tiros ensordecedores más, y varias balas pasaron volando, fallando por poco. Un par de ellas alcanzaron el bordillo del muro sobre sus cabezas, rociándolos con astillas cerámicas y polvo de cemento.
“¡¡¡Déjame ir!!! ¡¡¡Tengo que salvar a Lilian!!!” Nora siguió resistiéndose, tratando de liberarse del agarre de Desmond, con lágrimas en los ojos.
“¡¡N-No seas estúpida!! ¡¡Te matarán…!! ¡¡N-No lo conseguirás…!!”
Nora asomó la cabeza sobre el bordillo por una fracción de segundo.
*¡¡Bang!!*
Una aguda punzada de dolor la hizo agacharse de nuevo, sobresaltada.
“¡¡Kyaaah…!!”
Se llevó la mano izquierda a la cara. Estaba moderadamente cálida, y ardía al tocarla. Percibió el olor de la sangre. La bala había raspado su mejilla izquierda. Incluso si no era más que una herida superficial, fue suficiente para sacudirla hasta la médula.
En el piso de arriba, Lilian seguía luchando con sus captores.
“¡¡Tengo su brazo…!! ¡¡Mierda, no puedo—¡! ¿¡¡Cómo diablos puede ser tan fuerte…!!?”
“¡¡Sujetadla!! ¡¡Le meteré esto en la boca!!”
‘Por favor, Dios… Si me oyes, por favor, por favor… ¡No dejes que sigan haciéndole daño…!’
Nora se acurrucó y apretó los dientes. Las lágrimas brotaban sin parar de sus ojos, y no había mucho que pudiese hacer al respecto. Todo lo que podía hacer era controlarse para no llorar a gritos.
“¡¡Bien, está asegurada!!”
*¡¡Bang!!*
Otro disparo. Pero no impactó en ningún sitio a su alrededor. En respuesta, Nora escuchó un gemido de dolor que provenía del piso superior. ¿Había Lilian conseguido morder a alguien más? El primero había sido ejecutado al instante, no sería de extrañar que hubiese ocurrido una segunda vez.
“¡¡Mierda!! ¡¡Alguien nos dispara!!”
“¡¡¡A cubierto!!!”
‘¿Eh…?’
A pesar de la ardiente advertencia en su mejilla izquierda, Nora echó otro vistazo. Algo estaba pasando. Los hombres del piso de arriba se habían retirado de la barandilla de cristal, y se ocultaban tras pilares, bancos y otros obstáculos. Eran apenas visibles, pero podía percibir signos de movimiento en la zona. Lilian no estaba a la vista.
En el piso de abajo, avistó varias figuras, en el lado opuesto del vestíbulo. A cubierto tras los grandes pilares de soporte, bien escondidos en las sombras. Uno de ellos apuntaba una pistola hacia el piso superior.
Los otros dos, aunque difíciles de identificar en la oscuridad, parecían familiares.
******
Marcus había sacado un arma de debajo de su ropa sin previo aviso. ¿La llevaba encima todo el tiempo? Podría haberla usado para su propio beneficio en muchas ocasiones, William pensó que era raro que no lo hubiese hecho. Sin embargo, lo que era realmente impresionante, era su puntería. Manos firmes, postura impecable, y un tiro limpio. William no era un experto, pero estaba bastante seguro de que no había sido un golpe de suerte. Aquel hombre no era un aficionado.
“¡Ah…! ¡Allí…!” Claire señaló al otro lado del edificio.
A cuatro patas, tras un pequeño muro. La persona en sí era indescriptible desde aquella distancia, a excepción del pelo. Aquel pelo rojo llamaría la atención en cualquier sitio.
‘¡Nora…!’
Algún tipo de bulto se mantenía agachado a su lado, seguramente otra persona. No podía distinguir quién era, pero en el fondo lo sabía.
Claire parecía demasiado ansiosa de ir junto a Nora. Su mirada bailaba entre su posición y el piso superior del edificio, como si buscase una posibilidad de abandonar su cobertura.
“Claire, no lo hagas…” susurró William. “Aún no. ¡Es peligroso…!”
Marcus todavía no había apartado los ojos del enemigo. Era irónico que les llamase “enemigos”. Una hora atrás, estaba supuestamente dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de ayudar a su gente, ¿y ahora no tenía reparos en coserlos a tiros? Por supuesto, eran presuntos traidores que habían echado a perder todo el refugio, pero el cambio de actitud seguía siendo dramático, como poco.
Un profundo silencio se había apoderado del vestíbulo. Nadie se movía, nadie disparaba. Se oían susurros y otros ruidos raros provenientes de arriba, pero nada más.
William rastreó la zona con los ojos, hasta que estos se detuvieron en un cadáver tirado en el suelo, justo frente a las escaleras que bajaban al subsuelo, a plena vista. Parecía haber caído desde arriba. Una de sus manos todavía sujetaba una pistola.
‘Marcus es el único que tiene un arma… Si pudiera llegar hasta allí, podríamos equilibrar la balanza un poco…’
Ese Julien y sus hombres estaban allí arriba, probablemente con Lilian… Todos los jugadores y las piezas estaban en el tablero. Tan solo tenían que hacer los movimientos adecuados.
“Oye… Marcus…” dijo.
“¿Sí…?”
“¿Puedes cubrirme?”