Marcus se recostó en la silla, pensativo. En el laboratorio nada parecía haber cambiado. No era la primera vez que combatían una enfermedad letal. No era la primera vez que el equipo trabajaba bajo presión. No era la primera vez que se veían obligados a recoger las cosas y evacuar el edificio. Ni la asfixiante cuenta atrás que los oprimía, ni el hecho de tener a un potencial enemigo entre sus filas parecían perturbar demasiado la disciplina del equipo.
Se giró levemente su asiento y ojeó el laboratorio. Inmersos en pantallas y documentos, sus compañeros no tenían tiempo de preocuparse por nada ajeno a la tarea que tenían entre manos. Especialmente Elizabeth. Ni siquiera le había dirigido la mirada desde que había vuelto.
‘Supongo que era de esperar…’
Suspiró, y por enésima, vez repasó mentalmente su conversación con el Coronel Rowan.
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“Sabe por qué está aquí, ¿no es así, Dr. Marcus?” dijo Rowan.
Segundos antes, el coronel había ordenado a los guardias armados que abandonasen la habitación. No habían pasado ni quince minutos desde que Marcus había puesto un pie en el centro de investigación, y ya se había quedado solo con el cabeza de toda la operación. ¿Qué llevaba al coronel a confiarse hasta tales extremos? Sus ojos de sabueso le escudriñaban, leyendo cada centímetro de su expresión facial, cada movimiento muscular.
“Sí, lo sé.”
“Estoy al tanto de lo ocurrido. Tras escapar de Saint Marie, solicitó que el convoy diese un rodeo para recoger cierto objeto, el cual supongo que habría ocultado con anterioridad para protegerlo durante el incidente… Un maletín.” el coronel se inclinó de lado y recogió un maletín metálico del suelo, colocándolo sobre la mesa. “Este, para ser exactos. Sabe lo que contiene, ¿verdad?”
Evidentemente, Marcus sabía lo que había en el maletín. Era sencillo entender la retórica en aquella pregunta. Rowan no buscaba información, sino concienciarlo a él sobre dicha información.
“Sabe perfectamente cuánto hemos tenido que sacrificar para obtener estas muestras. ¿Cree que tendremos otra oportunidad de hacernos con los restos de una reina stinger? La última vez que lo intentamos, provocamos una Convergencia. Esto solo ha sido posible gracias a la existencia de esa joven. ¿Una reina con inmunidad parcial? ¿Qué probabilidades hay de que ocurra algo así? Adelante, corra a su laboratorio. Haga los cálculos. Pero quédeselos para usted. Yo no necesito verlos.”
Apartó el maletín a un lado y cruzó los brazos sobre la mesa. Seguía mirándole fijamente.
“Usted es la pieza que no encaja, doctor. Sabemos que tenemos un espía entre nuestras filas. Sabemos que alguien trabaja a nuestras espaldas. Desconocemos sus intenciones, pero ¿no cree que mantener un perfil bajo habría sido una mejor elección? ¿Por qué robar las muestras? ¿Por qué cooperar con nosotros ahora? Quiero respuestas, Doctor Marcus.”
“Seré sincero con usted, coronel: no era mi intención regresar, ni devolver las muestras. Pero el curso de los eventos ha hecho que la joven Lilian llegase hasta aquí. No me quedan muchas opciones. Hemos puesto varios objetivos valiosos al alcance de esa gente, y ahora están nerviosos ante la noción de que se los podamos arrebatar para siempre.”
“¿Esa gente…?”
“ZEUS. Así es como se hacen llamar. Yo era uno de ellos. No había un espía, coronel; había dos.”
Lo había dicho. Había admitido abiertamente su traición. Tenía fe en que el coronel tuviese el suficiente sentido común como para no ejecutarlo allí mismo. Al menos, Marcus esperaba que no lo hiciese hasta que oyese lo que tenía que decir.
“¿Con quién está ahora mismo?”
“¿Cree que estaría aquí si no estuviese con ustedes?”
“No tengo motivos para creerle, doctor. Cualquier información que pueda aportar será de interés, pero no olvide que yo seré quien juzgue su credibilidad.”
‘Escéptico hasta el final, ¿eh? Muy propio de él.’
Tras un tenso momento de silencio, Marcus continuó. “ZEUS… Una organización que utilizaba diversas farmacéuticas como fachada, con fuertes vínculos en el Ejército, y otros organismos gubernamentales. A espaldas del ojo público, proliferaban gracias al mercado de armas y sustancias ilegales. Crimen organizado, a un paso del terrorismo.”
“¿Trabajaba para ellos a sabiendas de todo esto?”
“No. Yo formaba parte de los equipos de investigación de una de las farmacéuticas que les respaldaban. NeuroSphere Dynamics, ¿le suena?” Rowan asintió. “Nuestro trabajo allí a menudo implicaba prácticas… poco éticas. Pero todo cambió a peor cuando apareció el Sting. Empezaron siendo rumores, pero antes de que nos diésemos cuenta, ZEUS había tomado abiertamente las riendas del negocio, y nadie podía hacer nada al respecto. Conocían a nuestras familias, y tenían el poder para extorsionarnos como les viniese en gana. Al principio nos limitábamos a experimentar con animales, pero no tardamos en trabajar con sujetos humanos. Nunca preguntábamos de dónde los sacaban…”
“¿Qué buscaban exactamente?”
“Comprender el Sting. Descubrimos su capacidad de transferir ADN y recombinar organismos mucho antes de que apareciesen los síntomas. Era algo innovador, extraño, nunca antes visto. Sin embargo, una vez comenzó la pandemia, los objetivos de ZEUS cambiaron drásticamente. Ya no querían comprenderlo, sino utilizarlo.”
“Terrorismo biológico…”
“Sí… Se han dado grandes pasos de cara a controlar el Sting. Gases inhibidores, sueros que suprimen la generación de feromonas… Pero las muestras de la reina les permitirían dar un paso más allá. Si descubren cómo utilizar feromonas de reina, podrían dirigir a los enjambres de stingers. Imagínese un evento de Convergencia, dirigido a voluntad hacia cualquier objetivo designado. No podía permitirlo.”
“Me cuesta creer que no cuidasen bien a los equipos de investigación que mantenían en pie toda la operación. ¿No garantizaban su seguridad? ¿Por qué rechazarles? ¿Por qué está contándome todo esto, doctor?”
“Porque tengo principios, coronel. Y esos principios tienen un límite. ¿Combatir al Sting, incluso si hay que dejar a un lado la moralidad? Lo podría entender. Pero… ¿esto? ¿Lo que esta gente pretende hacer? No puedo.”
“Ya veo…” Rowan continuó analizándole con la mirada. Su expresión facial era ilegible. “Las fuerzas armadas con las que se han enfrentado mis hombres… ¿Son de ZEUS?”
“No. Probablemente sean mercenarios. ZEUS jamás se ensuciaría las manos de esa forma. Puede que los hayan armado hasta los dientes y que hayan puesto en sus manos el éxito de la operación; pero en el fondo no son más que peones, herramientas prescindibles.”
Rowan se acomodó en su silla y cerró los ojos durante varios segundos, tras los cuales volvió a dirigirle la mirada a Marcus.
“¿Cómo sé que puedo fiarme de usted, doctor?”
“No puedo demostrar nada solo con palabras, pero puedo hacerlo con hechos. Tenemos todo lo que necesitamos para acabar con esta crisis.” Marcus posó una mano sobre el maletín. “Estas muestras, y la joven Lilian. El puzle está completo. Pero cualquiera de estas piezas por separado sería catastrófica en manos de ZEUS. Tenemos que mantenerles ocupados, y creo saber cómo conseguirlo. Sé lo que tengo que hacer.”
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“…está bien. Puede irse.”
“¿No hay nada más que quiera saber…?”
“Volveremos a hablar pronto. Es imperativo que, por ahora, contactemos con la Central en el exterior y les pongamos al día.” dijo el coronel mientras Marcus se levantaba de su asiento y se sacudía ligeramente el polvo de la bata. “De todas formas, que sepa que le mantendremos vigilado. Aquí nadie se fía de usted.”
“Lo comprendo perfectamente.” dirigió la mirada hacia el maletín sobre la mesa. “¿Sería descabellado solicitar permiso para llevar las muestras de vuelta al laboratorio? Todavía hay mucho que estudiar…”
Rowan asintió. Marcus recogió el maletín, saludó al coronel, y se dirigió a la puerta. Antes de que pudiese girar el pomo, la voz de Rowan le detuvo. “Doctor… Dado que no ha mencionado nada al respecto, ¿debo asumir que desconoce la identidad del otro espía?”
“Así es.”
“¿Me ve cara de imbécil?”
“No me creerá, le diga lo que le diga, ¿me equivoco?”
Tras un rato de contemplación, el coronel le hizo un gesto con la mano, indicándole que se marchase.
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Marcus suspiró otra vez. No podía afirmar que supiese a ciencia cierta quién era el topo, pero era evidente que tenía muchas sospechas. Y le sorprendería bastante que dichas sospechas estuviesen equivocadas. Cuanto más lo pensaba, más motivos encontraba para actuar con cautela.
Teniendo en cuenta de lo que ZEUS era capaz, resultaba inconcebible que no tuviesen ojos y oídos en todas partes. La habitación donde se reunió con el coronel carecía de cámaras, pero era muy probable que hubiesen escuchado su conversación de alguna manera.
Durante la reunión, Marcus había proporcionado al coronel cierta información por escrito, algo de lo que ambos se aseguraron de no mencionar en absoluto. Una jugada arriesgada, pero no había ninguna jugada segura disponible. No con ZEUS involucrado.
Todo aquello parecía una enorme ruleta rusa, con un tambor demasiado grande, y con más de una bala a la espera.
‘¿Y bien…? ¿Qué vas a hacer ahora?’
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{SUBIENDO ARCHIVO}
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{ARCHIVO ENVIADO}
{INICIANDO COMUNICACIÓN}
Los dedos volaban sobre el teclado. Con cada suave secuencia de golpeteos, una conversación tomaba forma en la pantalla.
[El Dr. Marcus se ha ido de la lengua. No tardarán en rastrearnos.]
[CONTÁBAMOS CON ELLO. EL DOCTOR SE CONVIRTIÓ EN UN OBSTÁCULO HACE TIEMPO. LA OPERACIÓN DEBE CONCLUIR. INMEDIATAMENTE.]
[La operación debió concluir en Saint Marie.]
[DEMASIADOS FACTORES EN JUEGO.]
[Factores que habéis provocado vosotros mismos.]
¿Demasiados factores en juego? ¿Estaban de coña? La reina ni siquiera debía haber llegado a Saint Marie. Debieron haberles interceptado tan pronto recibieron la transmisión final de Hephaestus. Podrían haberlo hecho. Prometheus estaba listo para actuar.
Pero no, intuyeron que Marcus estaba involucrado. Intuyeron que Marcus le seguía la pista. Y, por supuesto, los querían a ambos. Su avaricia y arrogancia eran desconcertantes, casi rozaban la estupidez.
[CÉNTRESE EN PREPARAR LA INTERVENCIÓN FINAL. ASEGURE LAS MUESTRAS Y A LA REINA ANTES DE LA EVACUACIÓN DE MAÑANA.]
[¿Cuál es el plan después?]
[HADES SE ENCARGARÁ DEL RESTO. ADICIONALMENTE, PT-01 SIGUE OPERATIVO. ELLOS SERÁN SUS REFUERZOS. CONTAMOS CON USTED. NO NOS DECEPCIONE.]
{COMUNICACIÓN FINALIZADA}
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Sobre la mesa se extendía un gran mapa de la ciudad, cubriéndola casi en su totalidad. Arremolinados a su alrededor, los soldados escuchaban con atención las instrucciones del Coronel Rowan. Isaac ojeó al personal.
Todas las caras presentes eran conocidas, pero no todas las caras conocidas estaban presentes.
Saint Marie se había cobrado demasiadas víctimas. El equipo Bravo había caído en combate. El equipo Charlie había perdido la mitad de sus integrantes. De camino al centro de investigación le habían informado de la pérdida de todo el equipo Delta, presa de la ola de stingers provocada por la joven reina. Incluso la mitad de su propio equipo había muerto. Apretó los puños. Los guantes eran lo único que impedía que las uñas se le hundiesen en la piel.
Respiró hondo y volvió a concentrarse en la voz del coronel.
“—que las tareas de cada equipo están claras, hablemos del plan de evacuación. Seré claro y conciso.” Rowan señaló un punto en el mapa. “Actualmente, estamos aquí. Dado que nos encontramos demasiado cerca del borde de la celda, este no es un lugar apropiado para llevar a cabo la evacuación.”
Alrededor de la ciudad había una forma hexagonal trazada con un rotulador. Adyacentes a este hexágono había otros, que se extendían en todas las direcciones, formando una retícula similar a un panal de abejas. El punto que señalaba el coronel estaba cerca del borde del hexágono.
“Como bien sabrán, cada celda individual alberga una colonia de stingers. Aunque estas colonias no interactúan demasiado entre ellas, decenas de miles de zánganos patrullan las fronteras e intercambian información. Tanto la influencia de la reina como la conmoción provocada por el helicóptero llamarán la atención de estos enjambres fronterizos. Acudirán a investigar. Creo que no hace falta que les recuerde que los stingers de las celdas colindantes han completado su ciclo evolutivo hace tiempo, y no tienen nada que ver con los que hemos visto en la celda actual. No tenemos los recursos para sobrevivir a un enfrentamiento con estas criaturas.” se detuvo un instante para aclararse la garganta. “Además, no podemos llevar a cabo la evacuación a nivel de carretera. El helicóptero atraerá a distritos enteros. Necesitamos contar previamente con una posición elevada y protegida.”
Deslizó el dedo sobre el mapa, hasta un punto en la zona central del hexágono.
“Lo haremos aquí. Hemos localizado un edificio asequible en el centro de la ciudad. Es alto, hay un helipuerto en la azotea, y un reconocimiento aéreo indica la presencia de una comunidad en el lugar, aunque hace semanas que no muestran actividad alguna. Quizá el lugar cuente con algún tipo de fortificación previa. Lo aprovecharemos.” Rowan hizo contacto visual con los soldados, uno a uno. “¿Alguna pregunta?”
Isaac podía adivinar lo que pasaba por las mentes de sus compañeros. Tenían preguntas, pero no el tipo de preguntas que el coronel podía responder. Quizá la palabra “preguntas” no era la más adecuada. “Dudas” sonaba más apropiado.
Aquella misión parecía estar destinada a decidirlo todo. Sabían lo que estaba en juego. Sabían lo mucho que la humanidad podía perder al día siguiente. Sabían lo mucho que podría llegar a ganar. Y sabían lo efímera que sería su propia existencia en mitad de la vorágine que se les venía encima.
Nadie dijo nada.
“Bien. A continuación, discutiremos cómo—”
‘¿Tendré que añadir más nombres a la lista…?’
Isaac tenía el corazón en un puño.
******
Claire se acurrucó contra la pared en la litera, con los brazos alrededor de las piernas, y con un nudo en el estómago. Se observó las manos, cubiertas de vendas. Todavía escocían.
Al llegar, la habían llevado sin demora a una zona habilitada para asistencia médica, junto a otros heridos. Le habían dicho que las quemaduras que había sufrido eran severas, pero sanarían sin problemas, aunque sus manos estarían lisiadas durante días, si no semanas. Al menos su vida no corría peligro. Muchos otros habían sufrido consecuencias peores, especialmente Stella. Parecía recuperarse a buen ritmo, pero tenía mucha suerte de haber sobrevivido.
Sin embargo, sus pensamientos no estaban con los que habían sobrevivido, sino con los que se habían quedado atrás. Con los que habían entregado sus vidas para abrirles camino. Con los cuerpos que había tenido que pisar para llegar hasta allí.
Se sentía sola.
‘Ni siquiera sé si me merezco estar aquí… No es justo. Pero, ¿a quién quiero engañar? ¿Qué hago carcomiéndome por dentro, por el hecho de que hayan muerto otros y no yo?’
Resopló. Habría estado muy agradecida de tener a alguien con quien compartir sus inquietudes, pero no era el caso. Mantenían a Nora alojada en una zona diferente del edificio, William parecía estar enfurruñado y sin ganas de hablar, y todos los demás eran prácticamente extraños para ella.
Se revolvía sobre las sábanas, incómoda, cuando un soldado entró a la habitación. Desde las otras literas, los demás supervivientes detuvieron sus cuchicheos y se le quedaron mirando.
“¡Que todo el mundo preste atención! ¡Mañana mismo nos dirigiremos al punto de evacuación! Cuando llegue el momento, sigan las instrucciones que se les indiquen, y todo irá bien. Nuestro destino será la Torre Kurtis, en el centro de la ciudad. Es un trayecto largo, ¡asegúrense de descansar bien!”
A Claire se le heló la sangre. Cuando se dio cuenta, el soldado se había ido ya. Su cuerpo comenzó a temblar. De todas las noticias que le podrían haber dado, aquella era de las que menos se esperaría oír.
‘¿La… Torre Kurtis…? ¿Es una broma…? ¿¡Tenemos que… volver allí…!?’
Casi todos los lugares por los que había pasado durante los últimos meses le habían dejado un mal sabor de boca. Todos albergaban muerte, todos estaban habitados por viejos fantasmas, recuerdos de aquellos que habían sido dejados a un lado en favor los demás. De todos ellos, el antiguo refugio donde conoció a Nora era el que más repudiaba.
Ni en sus más locas predicciones esperaba tener que visitarlo de nuevo.