No importaba cuánto se esforzase en descansar, Logan no había hecho más que dar vueltas toda la noche. La cama era incómoda, la habitación olía mal, y los analgésicos que había tomado no habían conseguido aliviar el dolor en su espalda y su brazo derecho.
Se levantó de la cama. Si no iba a poder descansar hiciese lo que hiciese, bien podría aprovechar el tiempo que tenía disponible. Abandonó la habitación y echó a caminar por el pasillo, vacío y espeluznante.
Las vendas limitaban en cierta medida sus movimientos y le tiraban de la piel, haciendo arder las heridas de debajo, como si le estuviesen dando de puñaladas.
“¡Ay…!”
‘Vaya puta mierda… Aunque podría haber salido peor, supongo. Al menos sigo vivo… En serio, ¿de qué rayos iba todo aquello…?’
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“¡Frena, capullo…! ¡Ni de coña pienso morir en un accidente de coche!” Jacobs alzó la voz desde el asiento del copiloto.
“¿¡Y prefieres dejar que te mate esa cosa!?” respondió Logan.
“¡Ambos lo hemos visto estrellarse contra un edificio como una bala de cañón hace unos minutos! No lo hemos visto desde entonces, yo digo que lo hemos dejado atrás.”
“¡Ya, claro! ¡Y una mierda! ¡No me creo que se haya rendido así como así!”
Tiró del volante, provocando que la furgoneta girase abruptamente, casi al punto de volcar. Consiguió mantenerse estable, justo a tiempo para tomar otra calle a toda velocidad. Varias voces se quejaron desde la parte de atrás de la furgoneta, pero las ignoró. Mantener el vehículo en movimiento mientras esquivaba obstáculos era suficiente fuente de estrés.
Dio otro giro repentino. Lo que fuera con tal de hacer que aquel monstruo les perdiera la pista por completo.
No prestaba atención al velocímetro, y no le hacía falta. Sabía que estaban yendo a velocidades peligrosas. En el fondo de su mente, se le escapó una risita. Conducir a velocidades excesivas en mitad de la ciudad era una de esas cosas que nunca se había esperado que acabaría haciendo.
‘¿A quién le importa la velocidad? ¡A mí no, siempre que me mantenga con vida! ¿¡Quién me va a parar!? ¿¡La policía!?’
Maniobró alrededor de los coches que se le cruzaban en el camino, con una habilidad sorprendente dada la velocidad del vehículo. Entonces, como burlándose de sus pensamientos internos, un policía emergió de detrás de un sedán siniestrado, tropezando justo en mitad de la carretera. En el breve período de tiempo antes de la inevitable colisión, fue capaz de arrastrar sus ojos hacia Logan, vacíos y sin vida.
“¡¡Mierda…!! ¡¡¡Estás de coña—!!!”
Al tratar de evitar al caminante, Logan perdió el control del vehículo. Las ruedas traseras comenzaron a derrapar en el asfalto, incapaces de agarrarse a nada. La furgoneta dio vueltas, atropelló al caminante, chocó contra otros vehículos, y se deslizó por la carretera tras volcar sobre un costado.
Deberían haberse puesto el cinturón.
…
Entumecimiento por todo el cuerpo. Zumbido en los oídos. Visión borrosa. Falta de equilibrio. Se encontraba en el fondo de la furgoneta, con el cielo visible a través de la puerta del copiloto, abierta sobre su cabeza. Jacobs ya se había ido.
Con gran esfuerzo, Logan fue apenas capaz de levantarse y salir fuera del vehículo. Antes de bajar a suelo firme, echó un ojo a los alrededores.
A unos metros de distancia, Julien se arrastraba a cuatro patas hacia Lilian, con una evidente cojera en la pierna izquierda. La chica no se movía; estaba recogida en posición fetal, completamente quieta en el suelo. Los otros dos hombres que los habían acompañado estaban tirados por la acera. Uno de ellos se quejaba de dolor, el otro guardaba silencio.
*¡¡Bang!!* *¡¡Bang!!*
Jacobs, de pie junto a la furgoneta, había abierto fuego. El tipo que se quejaba en la acera fue rápidamente silenciado en cuanto la bala perforó un agujero en su cabeza. Un segundo después, un caminante se dejó caer sobre su cuerpo, con intención de darse un festín con su presa, ya muerta. Más caminantes entraron en escena desde varias direcciones, atraídos por el ruido.
“¡Oye, coge a la puta mocosa y vámonos ya…!” gritó Jacobs, mientras apuntaba su pistola al zombi más cercano.
“¡Señor Logan…! ¡Baje de una vez y ayúdeme a levantarla…!” Julien pidió ayuda, parecía tener problemas para hacer que Lilian se moviese.
‘¿¡Para qué narices necesitas mi ayuda…!? Venga ya, ¡no pesa tanto!’
Con sus sentidos poniéndose al fin en marcha tras el shock del accidente, Logan bajó de la furgoneta de un salto y se acercó a Julien a toda prisa. Agarró el brazo de Lilian y tiró, pero ella se negó a desenroscarse. Era como tratar de hacer que una estatua cambiase de postura: no iba a ocurrir.
“¿¡Qué coño…!? ¡Oh, venga ya…! ¡¡Muévete…!!”
Se agachó, con intención de levantarla del suelo y llevarla en brazos. Sin embargo, tuvo un momento de duda.
‘Espera… Espera, espera… ¿Merece esto la pena…? Le he estado siguiendo el rollo, pero…’
*¡¡Bang!!* *¡¡Bang!!* *¡Click!*
Jacobs descargó su arma sobre los caminantes cercanos hasta que no le quedaron más balas en el cargador.
“Vale, ¡que le den a esta mierda! ¡Me largo! ¡Ni de coña voy a morir así!”
Escaneó los edificios circundantes con la mirada, y avistó un callejón libre de caminantes. Sin siquiera mirar atrás hacia sus “compañeros”, Jacobs echó a correr hacia él.
Entonces, más disparos. ¿Eran realmente disparos? Sonaban raros, ahogados. Uno tras otro, los caminantes en la zona cayeron, inertes, neutralizados con una precisión letal. Jacobs dejó de correr. En su lugar, dio algunos pasos atrás, mientras una figura humanoide emergía de las sombras del callejón frente a él.
Ropa de camuflaje. Armado hasta los dientes. Su cara cubierta por un casco y un visor de aspecto sofisticado. Logan no estaba seguro de si podía creer lo que veían sus ojos, pero aquel hombre tenía a todas luces la apariencia de un soldado.
“Joder… Qué va, ¿en serio…?” murmuró.
Por el rabillo del ojo, vio otros cuatro soldados que salían a plena vista de distintas direcciones, todos ellos tan fuertemente armados como el primero. No quedaba ningún caminante en pie.
“¿Estamos… a salvo?” Logan continuó mascullando entre dientes.
Los soldados se movieron como una sola unidad, convergiendo en la posición de la furgoneta siniestrada desde todos los ángulos. El silencio se apoderó de la calle; pero aquellos hombres, de alguna manera, no estaban callados. Incluso en ausencia de comunicación verbal, transmitían un mensaje muy claro. Un mensaje amenazador.
“¡Ah…! ¡Es el Ejército…!” Julien consiguió levantarse del suelo, sosteniéndose de pie de forma aparatosa. “¡Gracias a dios! ¡Escuchen, hemos hablado por radio hace un tiempo…! ¡Tenemos a la chica resistente! ¡Está justo aquí!” dijo, apuntando a Lilian en el suelo.
Dos de los soldados se miraron mutuamente. Tras un breve instante, uno de ellos les dio a los demás una señal con la cabeza. Todos entraron en acción con movimientos rápidos y precisión sin parangón. En un abrir y cerrar de ojos, Logan se encontró aprisionado contra el suelo, con su brazo derecho retorcido a su espalda y la cara besando el asfalto.
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“E-Eh, ¿¡qué cojones…!? ¡Aagh…!”
Cualquier tipo de resistencia o intento de liberarse provocaba dolorosos calambres que le recorrían el brazo y el torso. No podía girar el cuello para mirar alrededor, pero a juzgar por los improperios, todos sus compañeros se encontraban en circunstancias similares.
“¡Quítame las manos de encima, cerdo…!”
“¡No…! ¿¡Qué significa esto!?”
Lilian estaba a plena vista, justo frente a él. Uno de los soldados se acercó a ella, se arrodilló a su lado, y sacó un pequeño contenedor rectangular de su chaleco. Lo abrió, y sacó una jeringa de su interior. El tubo estaba lleno de un misterioso líquido transparente.
Sin apenas esfuerzo, la aguja penetró la piel del cuello de Lilian. Al principio, no mostró reacción alguna a la sustancia extraña que acababa de entrar en su cuerpo. Sin embargo, unos diez segundos después de la inyección, empezó a balbucear.
“Ah… ¡Aaah…! ¡Auh…! ¡Auaua…!”
Era imposible saber si estaba realmente tratando de expresar algo. Por lo que Logan sabía, bien podrían ser nada más que sonidos aleatorios, fruto de la angustia. Sus divagaciones no duraron mucho. Sus extremidades se volvieron repentinamente flácidas; y sus ojos se quedaron vacíos y sin luz, como si algo les hubiese arrebatado toda traza de vida. Todavía respiraba.
El soldado se levantó y llevó la mano a los auriculares tácticos de su casco.
“Objetivo confirmado. Eliminad al resto.” dijo.
Uno no tenía que ser un genio para entender lo que significaban aquellas palabras.
‘Mierda… ¿En serio…?’
Una vez más, Logan trató de librarse de su captor, pero el dolor de la torsión en su brazo y cuello era lo bastante abrumador como para invalidar cualquier intento de moverse. Sintió el frío toque del acero en un lateral de su cabeza.
¿Cómo de rápido iba a ser? Sería un instante, ¿no? La bala penetraría su cráneo y se hundiría en su cerebro en una fracción de segundo, no sentiría ningún dolor. Vaya forma retorcida de reconfortarse, momentos antes de su propia muerte.
…
Un sonido repentino lo sobresaltó. No era un disparo. Era mucho más fuerte que un disparo. Sonaba como una colisión, seguida por el ruido de un aluvión de escombros. El agarre sobre su brazo se aflojó un poco, pero no se liberó del todo.
“¿Qué ha sido ese ruido? ¿Lo habéis oído también?”
“Afirmativo, 03. HP, vigilad vuestros alrededores.” más ruidos inundaron la zona, acercándose gradualmente. “Preparaos para el combate. ¡Algo se acerca…!”
Un impacto particularmente fuerte sacudió los tímpanos de Logan, y sintió cómo polvo y gravilla caían sobre su cuerpo y llovían sobre la calle a su alrededor.
“¡¡Contacto!! ¡¡Edificio norte, segundo piso!!”
Los rifles del equipo entero rugieron al unísono, casi enmascarando el sonido de algo pesado bajando a la carretera, haciendo que el pavimento temblase y se resquebrajase.
“¡¡¡Central, tenemos un problema!!! Central, ¿¡¡me recibís!!? ¡¡Aquí Hephaestus!! ¡¡Hemos establecido contacto con un—!!”
La voz del soldado fue bruscamente interrumpida por el sonido de un impacto contundente, seguido de un choque contra un vehículo cercano.
“¡¡¡Desplegad el gas!!!”
Algunos clics metálicos, objetos pequeños rebotando por el suelo, y luego una niebla blanca y espesa que comenzó a invadir la zona y permear el aire.
Todo había ocurrido tan rápido que Logan necesitó un momento para darse cuenta de que ya no había nadie inmovilizándole. Se volteó, observó la calle, y no vio nada más que sombras moviéndose a través de la neblina. Por puro instinto, se cubrió la boca y la nariz con la mano, desconocedor de la naturaleza de aquel gas. Una de las sombras era mucho más grande que un humano, y se movía mucho más rápido. No era muy difícil adivinar qué era.
La orquesta de tiros emitía destellos a través de la niebla, mezclada con voces confusas, gritos, y otros ruidos caóticos. La calle se había convertido en un campo de batalla en cuestión de segundos.
Detectó más movimiento en la acera cercana. Encaminado hacia el callejón que Jacobs había tratado de utilizar antes, Julien llevaba a Lilian en brazos.
‘¡Rata escurridiza…!’
Quedarse donde estaba no le iba a ayudar en absoluto. Se levantó, rezó para esquivar la percepción del monstruo, y echó a correr hacia el callejón.
######
Tanto Jacobs como Marcus les habían soltado el sermón acerca de lo grande que era el refugio del hospital, todos los recursos que tenía en reserva, lo bien localizado que estaba… Pero lo que ninguno de ellos había mencionado era la cantidad desproporcionada de capullos que lo poblaban. No sería de extrañar que Jacobs hubiese hecho trapicheos para que sus peores matones se arraigasen en el hospital, con la intención de quedarse con el edificio entero a posteriori.
Desde el momento en que llegaron al lugar, les habían tratado fatal. A los que estaban al mando no les importaban una mierda los demás, como de costumbre. Dejaban que cualquiera merodease por el edificio sin preocupación alguna, pero mantenían el almacén de suministros bajo fuerte vigilancia. Se tomaban toda clase de libertades a la hora de darse un festín con la comida y la bebida, pero los demás solo recibían lo mínimo necesario para no morir. Y nadie se atrevía a enfrentarse a ellos; el hospital solo contaba con dos o tres pistolas, y estaban todas colgando de sus cinturones.
No había ninguna clase de organización, no había salidas de saqueo planeadas, no había roles, no había nada. Era un sistema inestable, que se derrumbaría de forma inevitable en cuanto empezasen a flaquear los suministros.
Más seguro que el exterior, eso estaba claro. Pero, ¿por cuánto tiempo? Logan era incapaz de mantenerse tranquilo, no con una bomba de relojería dentro del edificio con ellos. Lilian era un problema.
Aceleró el ritmo. Julien se había asentado en el lado opuesto de aquella ala, junto a la chica.
Desde el principio, le costó un gran esfuerzo evitar que aquellos psicópatas se la llevasen. Uno solo podía imaginar cuáles eran sus intenciones. Julien insistió en ser su padre, imponiéndose a sí mismo como su figura protectora. De alguna manera funcionó, aunque había empezado a evitar a todo el mundo desde entonces, incluyendo a Logan.
A ojos de Logan, la utilidad de Julien seguía desvaneciéndose. Cada adversidad con la que se encontraban no hacía más que debilitarla más.
‘¿Sigue siendo necesaria la chica…? Venga ya, tío… Ya estoy cansado de esta mierda.’
…
Llamó a la puerta. Se oían pasos apresurados y frenéticos desde el interior de la habitación. Algunos segundos más tarde, alguien manipuló con torpeza el pomo. La puerta se abrió un poco, lo justo para que una persona se asomase desde el interior.
La cara de Julien estaba cubierta de sudor. Ya no tenía esa expresión engreída y orgullosa que llevaba a todas partes. En su lugar, tenía cara de lunático. Frunció el ceño. Sus ojos, casi abultados fuera de las cuencas, recorrieron el cuerpo de Logan de arriba abajo, como si estuviese tratando de cerciorarse por completo de que sabía a quién tenía delante.
“¡A-Ah…! ¡Señor Logan…!” dijo.
Logan le vio encorvarse mientras hablaba.
“¿Y a ti que rayos te pasa…?”
“Oh, ¿se refiere a…? Hmm…” miró a un lado, sin siquiera pestañear. Parecía como si estuviese cavilando muy seriamente sobre algo. “Sí, sí… Podría estar bien… Entre.”
La puerta se abrió del todo, permitiendo que Logan entrase a la habitación. Oyó cómo se cerraba a su espalda.
‘De verdad que necesito empezar a marcar un límite. A este tío se le está yendo la cabeza.’
Tratando de recomponerse y recuperar su postura arrogante habitual, Julien se acercó a la desastrosa cama de hospital que había estado utilizando, y cogió algo de debajo de su almohada. Entretanto, Logan echó un ojo a algo en una esquina de la habitación. Lilian estaba sentada en el suelo, hecha una bola y todavía indiferente.
‘…’
“¡Mire…! ¡Mire esto…!” dijo Julien. Sin venir a cuento, sus ojos estaban llenos de luz, como si se hubiese topado con algo increíble. “¡Esto podría ser justo lo que necesitamos!”
Le ofrecía un sobre. A regañadientes, Logan lo cogió, y sacó un papel de su interior. Parecía una carta.
“¿Qué diablos…?”
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[Somos conscientes de vuestras circunstancias.
No debéis confiar en ellos. Se llevarán a la chica, y a nadie más. No debéis dejar que os engañen.
Estamos dispuestos a ayudaros. Nuestros intereses comparten los mismos principios. Nosotros queremos sacar a la chica de la ciudad. Vosotros queréis salir con vida de la ciudad. Ambos queremos sacar algo de este lugar.
Al principio no confiaréis en nosotros. Es de esperar. Para demostraros nuestras intenciones, id a la dirección escrita en la parte de atrás de esta nota. Está cerca de vuestra posición. Mañana, cuando el sol alcance su punto álgido. Encontraréis las pruebas que necesitáis.
Reunid a vuestra gente. Preparaos. Volveremos a contactar con vosotros.]
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“Central, ¿me recibís? Aquí el equipo Bravo. Tenemos contacto visual con el objetivo. Cambio.”
“Te recibimos, Bravo. ¿Cuál es la situación?”
“Parece una estación de metro. Hay muchos signos de actividad en la zona. Algo ha ocurrido aquí recientemente. Coincide con el informe que recibimos hace dos días.”
“Recibido. Los equipos Charlie y Delta están en posición y a la espera. No hay enemigos en vuestros alrededores. Podéis continuar.”
“Entendido. Nos dirigimos al metro.”
…
“Central, aquí Bravo. Los túneles subterráneos muestran signos que coinciden de forma consistente con los de un brote reciente. No hay enemigos a la vista. Seguimos avanzando. Cambio.”
“Recibido.”
…
“Uh… Central, aquí Bravo. Creo que tenemos un problema. Cambio.”
“Te recibimos, Bravo. Necesitamos más detalles.”
“Hemos encontrado un capullo abierto. Pero no se parece a ningún otro capullo que hayamos visto en la ciudad hasta ahora.”
“¿En qué difiere?”
“Es… más grande. Mucho más grande. Lo que sea que haya salido de esta cosa debe de medir al menos tres metros de alto. Casi parece… uno de esos capullos de pretoriano que hemos visto en los informes.”
“…”
“¿Central? ¿Me recibís?”
“Si, hemos recibido el mensaje.” la voz al otro lado de la radio disminuyó en volumen, como si la persona al otro lado hubiese tornado su atención hacia alguien más. “Informe al comandante de este descubrimiento inmediatamente, es importante. Y hágaselo saber también a la Doctora Elizabeth. Este giro de los acontecimientos podría cambiarlo todo para nosotros.”