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Wither With Me (Español)
CAPÍTULO 35 – ENFERMEDAD

CAPÍTULO 35 – ENFERMEDAD

Las sacudidas de la puerta continuaron a intervalos regulares a medida que William se acercaba de puntillas. Traqueteaba en el sitio, incapaz de moverse gracias al enredo de obstáculos que la mantenía cerrada.

Los ruidos eran repetitivos, pero no violentos. Ni siquiera parecían intencionales, como si lo que los provocaba desde el otro lado, fuese lo que fuese, estuviese chocando de forma accidental contra la puerta, una y otra vez.

William tragó saliva. En el fondo de su mente, sabía qué esperarse, pero no conseguía encontrarle el sentido.

Tras una inspección más de cerca, vio que el cristal de la puerta estaba completamente bloqueado por tablones de madera. No importaba cómo lo intentase, no conseguía ver lo que había al otro lado.

‘Esto está hecho a propósito… Querían bloquear específicamente la visión, ¿a que sí…?’

A pesar de lo densa que era la barricada, William se percató de algunos huecos pequeños entre las tablas. La mayoría estaban superpuestas una encima de otra, pero algunas tenían holgura. No lo suficiente como para mirar a través, pero sí para introducir algo estrecho.

Se llevó la mano al bolsillo y sacó un teléfono móvil. Se alegró de haber cargado la batería antes de salir del edificio de apartamentos. El teléfono se deslizó con facilidad bajo las tablas. Se aseguró de que el flash de la cámara estuviese activo, y sacó una foto del otro lado de la barricada.

‘Joder, lo sabía… ¿¡Qué diablos…!?’

Cuando volvió con el grupo, se encontró con miradas ansiosas. Una de ellas inquieta, otra curiosa, y la última, nerviosa.

“¿Y-Y bien…?” preguntó Claire.

“Tú, mocoso.” dijo, mirando a Ethan. “Vuelve al ascensor. Encontrarás a alguien allí. Ahora.”

“¡S-Sí, señor…!” respondió Ethan antes de marcharse, deprisa y sin protestar.

Una vez el chico se había ido, William alzó el móvil en dirección al resto, exponiendo la foto que había sacado. Nadie dijo nada, pero sus caras se pintaron de horror.

“Creo que tienes algunas cosas que explicar, Marcus. Creía que este lugar era seguro, nos dijiste que era seguro… pero a mí un nido de caminantes no me suena muy seguro.”

“…” la cara de Marcus rebosaba culpabilidad. Se negaba a mirar a William a los ojos, y su boca se contorsionaba en una mueca retorcida.

“¿Te vas a quedar callado? ¿¡Otra vez!? Maldita sea, deberías ser perfectamente consciente de todas las cosas que pueden salir mal aquí. Porque ya ha pasado antes, joder.”

‘Este sitio es enorme, y alberga una comunidad igualmente grande. Si nuevos integrantes han estado acudiendo en manada al hospital, es probable que a estas alturas albergue muchos más supervivientes de los que había en el metro… Mierda, si hay un brote y este nido se alborota, ¡toda esa gente estará acorralada como ratas! ¡No habrá escapatoria! ¡Será ese mismo incidente otra vez, pero peor…!’

“Marcus… Dijiste que querías ayudar a la gente, ¿verdad…?” dijo Claire. Se levantó del suelo y se sacudió la suciedad y el polvo de la ropa. “Creo que toda información que tengamos nos ayudará a tomar mejores decisiones. Ahora mismo, ¿no sería esa la mejor manera de ayudar a todos…?”

Marcus mantuvo el silencio durante un momento, y luego suspiró.

“Muy bien…” dijo. ¿Estaba al fin dispuesto a abrir la boca? William tenía esperanzas en que así fuese. “Nosotros… El Ejército ya ha estado antes en este hospital.”

“¿¡El Ejército…!?” William guardó su teléfono y escuchó.

“Sí. Era nuestro principal centro de mando en la ciudad, hasta que nos trasladamos a otro sitio. Tenía un gran laboratorio, podía albergar una gran cantidad de recursos y personal, era fácil de defender… Y, por extraño que suene, ese nido de caminantes es la mejor defensa de este edificio.”

“¿Qué…? Vale, ahora sí que estás diciendo chorradas.”

“No es solo este piso. Los tres primeros pisos del hospital tienen un gran nido a lo largo de su perímetro, sellado y aislado del resto del edificio. Verás, las hordas de caminantes evitan los nidos. Incluso las nocturnas. A menos que detecten la presencia de humanos en la zona, no se adentrarán en nidos activos.”

William se paró a pensar por un instante.

‘Eso… no me lo esperaba. Pero en cierto modo, tiene sentido. Por eso era seguro el metro… ¡Las alcantarillas que lo rodeaban estaban infestadas! Disuadían a las hordas de bajar al subsuelo. Astuto…’

“Claire, has visto lo que contiene esa habitación, ¿no?” preguntó Marcus.

“¿Quieres decir… esos bichos? S-Sí…” respondió.

“Acabarás contándoselo a alguien tarde o temprano. Bien podrías hacerlo ahora.”

William miró a la puerta del laboratorio. Los insectos brillantes todavía revoloteaban por la habitación, aunque sus frenéticos intentos de escapar habían cesado.

“A-A ver…”

******

Marcus escuchó mientras Claire hablaba sobre lo que había descubierto, sobre aquellas abejas y sus características. Detestaba aquel resultado. No debería haber ocurrido. De ser posible, preferiría haber mantenido los detalles bajo discreción. Pero muchas de las cosas que la chica había averiguado eran objeto de gran preocupación y sospecha. Si se mantenía callado, podría acabar creando aún más desconfianza y división entre ellos.

Además, las palabras de Claire le habían dejado huella.

[Dijiste que querías ayudar a la gente…]

‘Tanta obsesión por seguir protocolos, ¿para qué…? A estas alturas, me pregunto si tal cosa sigue teniendo la más mínima relevancia.’

Hablando de protocolos, el hecho de que Claire fuese capaz de acceder al laboratorio era una muy mala señal. Por protocolo, la puerta debería haber estado cerrada electrónicamente, y la batería del mecanismo debería haber durado por mucho tiempo. Toda la habitación, puerta incluida, estaba fuertemente reforzada; imposible de penetrar sin equipo especializado.

Alguien más había estado allí en algún momento después de que el lugar fuese abandonado. Alguien con las credenciales necesarias para acceder.

‘Esto no me gusta…’

Se centró de nuevo en la conversación.

“Vale, vale… Déjame pensar un momento…” dijo William. “No lo entiendo, ¿qué tienen que ver estas cosas híbridas con nada…? Me estás diciendo que ese virus Sting que llevan es… ¿¡esto!?” abrió los brazos, refiriéndose a todo a su alrededor. “¡No esperarás que me crea algo así! ¿¡Marcus!?”

“Lo creas o no… es correcto. El Sting es lo que ha causado este desastre.”

“P-Pero, ¿¡cómo…!?” preguntó Claire.

“Un largo periodo de incubación. Varios años. Al principio no hay síntomas, hasta que empiezan de repente. Tras varias iteraciones de infección, el virus muta y se adapta a sus nuevos huéspedes, la incubación se vuelve gradualmente más rápida, y la velocidad de contagio crece exponencialmente. El resultado es… esto.”

“A-Ah… Oh, d-dios… Pero, ¿¡por qué crea… esas cosas…!? ¿¡Por qué unos bichos raros tienen un virus zombi!?”

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“Estás equivocada. Es la prevalencia de ese tipo de cosas en la ficción popular lo que te hace pensar así. Pero no son zombis. De hecho, ni siquiera están muertos. Están perfectamente vivos.”

Los ojos de William se abrieron por completo.

“¿Están… vivos…? Entonces, ella…” murmuró.

“El Sting parece ser capaz de mezclar el ADN del portador con el ADN del nuevo huésped. Cuando un ser humano es infectado, se convierte en sí en una especie de híbrido humano-insecto. El cuerpo muta y trata de adaptarse a sus nuevas características, pero los cambios necesarios no se pueden forzar adecuadamente en un organismo ya formado, y por lo tanto el resultado final es… una chapuza, por así decirlo. Eso es lo que es un caminante, en esencia: un organismo híbrido defectuoso.”

“Entonces, todas las similitudes en su comportamiento, en relación al comportamiento de los insectos, ¿son…?” Claire siguió haciendo preguntas, tan horrorizada como llena de curiosidad.

“Son de esperar, sí. Han heredado muchas de esas características de conducta de los anteriores portadores del patógeno. Se comportan como una colonia de insectos sociales. Pero no lo son. No exactamente.”

“Ya veo…” Claire bajó la mirada hacia el suelo, descorazonada. Tras pensar por unos segundos, dejó salir un grito ahogado, como si se hubiera dado cuenta de algo. “¡Espera…! Entonces, ¿¡eso significa que…!?”

“Apuesto a que sé lo que estás pensando. Escucha, creo que los dos debéis de haber llegado ya a la misma conclusión. Si no lo habéis hecho, lo haréis pronto. Pero lo mencionaré de todas formas, para estar seguros… Del mismo modo que han desarrollado nuevos comportamientos, también han desarrollado una nueva jerarquía social. Su colonia tiene una reina. Y, tal y como estarás sospechando… Lilian es la reina.”

“Joder… Vale… Lo había pensado, pero… Oírlo así, de forma tan directa…” Claire retrocedió un par de pasos, y dejó caer los brazos ligeramente. “M-Me pregunto si deberíamos siquiera decirle esto a Nora… William, ¿qué crees que—?”

“Lo sabíais.” dijo, dirigiéndose a Marcus. “Sabíais lo que ocurriría, ¿me equivoco? Esos documentos eran de hace más de un año… ¿No había síntomas por aquel entonces…? Y una mierda. Esto no os pilló por sorpresa, ni de puta coña.”

“¿A dónde quieres llegar…?” preguntó Marcus.

“¿¡Qué adónde quiero llegar!? ¿¡En serio!? ¡Erais los únicos que lo sabíais, ahí quiero llegar, capullo! ¡Podríais haber hecho algo! ¡Podríais habernos avisado! ¡Podríais haber hecho las cosas mucho mejor…! ¡¡Podríais haber salvado a gente, maldita sea…!!” la mano de William se acercaba de forma peligrosa a la funda de su pistola.

“Cuando descubrimos esta enfermedad, ya había avistamientos de esas abejas por casi todo el globo. ¿Qué crees que habría pasado si de repente le hubiésemos dicho al mundo que había un insecto portador de una enfermedad potencialmente letal, literalmente en todas partes? Una sociedad que no tiene idea de nada es mucho más fácil de manejar. Apostamos por ser capaces de descifrar esta cosa antes de que fuera demasiado tarde. Y perdimos esa apuesta. Pero la otra alternativa podría haber acabado en un desastre similar.”

‘¿Crees que queríamos que las cosas acabasen así…? Lo pillo, William. Entiendo cómo te sientes, entiendo esa frustración. Pero nunca es así de fácil.’

“¡¡Joder…!!” William se alejó del grupo, en dirección al pasillo principal. “Vamos... Hay cosas más importantes que hacer que discutir ahora mismo. Pero acuérdate de mis palabras, Marcus: cuando todo esto acabe te voy a dar una buena paliza.”

Por alguna extraña razón, Marcus lo esperaba con ansias. Si ambos sobrevivían lo suficiente como para que esa amenaza se volviese realidad, sería una victoria para él. Una paliza era un precio justo.

******

Desde que había entrado en el hospital, su subconsciente se había llenado de murmullos. Una voz que no era suya, pero tampoco de Lilian. Una sombra de la voz de su hermana, susurrando incansablemente, sin coherencia o significado. Tenía todas las intenciones de comunicar un mensaje, pero sin éxito. En su lugar, comunicaba emociones.

Estoy sola.

Estoy triste.

Estoy perdida.

A veces, Nora se preguntaba si Lilian era también capaz de “sentirla” a ella. ¿Podía oír sus pensamientos? ¿Podía percatarse de si estaba cerca? Sin posibilidad de una respuesta concisa, Nora se aferraba a la hipótesis que ella misma había fabricado. Si sus pensamientos podían de alguna manera alcanzar a Lilian, debía asegurarse de que su mentalidad fuese lo más positiva posible.

‘Aguanta, cielo… Tu hermanita está de camino. Todo va a salir bien… Todo va a salir bien…’

Cuando se aproximó al lugar donde los demás habían estado apilando los suministros, vio a un hombre ordenando los objetos y haciendo inventario. No sabía ni su nombre, la mayor parte del grupo de Stella seguían siendo extraños.

“¿Dejo la mochila aquí…?” preguntó.

“¿Eh…? Oh, ¡claro! Déjala ahí en la pila, ya me encargaré de ella.” dijo él.

Nora asintió y depositó la mochila en el suelo. Se alejó de la pila y salió al pasillo.

Estaban en algún lugar en el sótano del hospital. El mero hecho de desandar lo andado hasta la salida se le hacía imposible, aquel lugar era como una red entrelazada de corredores serpenteantes. Estaba extremadamente oscuro, obligándoles a depender de fuentes de luz portátiles, como linternas, faroles o velas; pero ya empezaba a acostumbrarse a ese tipo de cosas.

Ahí estaba, pensando en qué hacer a continuación, cuando vio a alguien que salía de las sombras al final del pasillo y se le acercaba.

“Tienes mala pinta. ¿Sigues con esos dolores de cabeza?” preguntó Stella, quien cargaba una gran bolsa de deporte a reventar con herramientas y diversos materiales.

“Ah, bueno… Sí, un poco. Pero está bien, me voy mejorando.”

Seguía diciendo que iba a mejor, pero era mentira. Los dolores de cabeza no amainaban en absoluto, tan solo llevaban ahí tanto tiempo que los notaba cada vez menos.

Stella la miró fijamente por un rato sin decir nada. Nora apartó la mirada, sin saber cómo reaccionar.

“Oye, esta persona que estáis intentando rescatar… Es tu hermana pequeña, ¿no?”

“¿Eh…? A-Así es…”

Stella dejó de mirar a Nora, y en su lugar observó alrededor, a la gente que gestionaba los suministros y merodeaba por la zona.

“Mira, nunca he tenido hermanos o hermanas, pero me preocupo por estos tipos con todo mi corazón. He sobrevivido a su lado por mucho tiempo, he compartido mi vida con ellos, he puesto mi seguridad en sus manos muchas veces… Para mí, son familia. Y del mismo modo, para ti, ella es tu familia, ¿verdad? Creo que te entiendo. Quiero sacar al resto de mis amigos de este lugar, pero no voy a dejar a nadie atrás.” posó su mano sobre el hombro de Nora, y le ofreció una sonrisa. “La recuperaremos.”

Nora sintió un conflicto interno. Estaba bastante segura de que Stella les estaba ayudando a salvar a Lilian porque podría ser la clave para salvar a todo el mundo. El bien común, como siempre. Pero ese no era el mensaje que Stella le estaba transmitiendo.

“¿Por qué… te molestas conmigo? Apenas nos conocemos…”

“…ya lo hemos perdido todo, ¿no es así? Todo, excepto nuestra humanidad. La empatía es una de las muchas cosas que nos hacen humanos. Si perdemos todo eso, no nos quedará nada. Pienso vivir el resto de mis días con orgullo, atesorando esos valores, puedes tenerlo claro. Prefiero morir humana antes que vivir como un animal. Y eso quiere decir que estamos en el mismo barco, nos conozcamos o no. ¿Está claro?”

“…gracias…” los ojos de Nora se humedecieron ligeramente, y su voz salió en hilos.

“¡Oh, venga! ¡Alegra esa cara! Cierto, los demás me esperan, vamos a preparar algo para facilitar el acceso a los pisos superiores. ¿Puedo solicitar un par de manos adicionales?”

“¡C-Claro…!”

******

“¿¡Quién es usted…!? ¿¡Cómo osa…!?” gritó Julien.

Estaba enfurecido. Lo último que esperaba al retirarse a la tranquilidad de su habitación personal era encontrarse a alguien más dentro. Había cerrado la puerta y se había acercado a su escritorio, sin darse cuenta de que había un hombre esperándole pacientemente en una esquina de la habitación.

El extraño se interponía entre Julien y la salida. Vestía un chándal blanco con tiras rojas, muy desgastado y con agujeros en las rodillas y codos. Parecía un superviviente más, como tantos otros. Pero había algo inusual en su cara. Facciones fuertes, varias cicatrices y marcas de quemaduras en sus mejillas y mandíbula, y ojos profundos repletos de astucia.

“Llámeme Donovan. Lo ha hecho bien, de momento.” dijo.

Julien tuvo un escalofrío.

“No me diga… ¿Es usted…?”

“Sí. Hemos pensado en acercarnos un poco más a usted. La comunicación será más sencilla así.”

‘Así que han decidido dejarse ver… ¿Ha estado este hombre en el edificio desde el principio…? Puede ser, no creo haber prestado atención a todo el mundo. ¿Qué significa esto…? ¿Es una señal de confianza…? No, eso es probablemente lo que quieren que crea…’

“¿Q-Qué es lo que quiere…?”

“Moverán ficha pronto. Más pronto de lo que cree.”

‘¿¡Quién…!? ¿¡Los militares…!?’

“Necesitará que toda esta gente esté realmente de su lado cuando llegue la hora, pero no tiene los métodos para conseguirlo… aún.”

“¿Y-Y bien…? ¿Cuál es el plan…?”

Donovan le miró por un largo periodo de tiempo. No dijo nada. Su expresión, inexpresiva, no cambió. No ocurrió nada durante un rato, y ello ponía a Julien de los nervios. Entonces, sacó algo del bolsillo. Un teléfono móvil. Reprodujo un vídeo en el mismo, y se lo enseñó.

“¿¡Q-Qué es esto…!? ¿¡Cómo…!?”

“Encontrará este vídeo en una unidad USB oculta en la sala de suministros, junto al equipamiento necesario para utilizarla. Creemos que le será de ayuda.”

“…”

“Prepárese.”

Sin mediar más palabra, Donovan se giró y abandonó la habitación. El repentino silencio dejó a Julien estupefacto, temblando de nervios, y cubierto en sudor frío.

******

En cuanto se aseguró de que estaba en una zona del hospital lo suficientemente aislada, alejada de ojos curiosos, sacó una pequeña radio portátil.

“[Donovan] al habla. El objetivo ha picado el anzuelo.”

“Sí, tan ingenuo como se había predicho.”

“Entendido. Monitorizaré sus movimientos de acorde a la situación. Será más cuidadoso ahora que sabe que estamos en el edificio con él, pero nuestra presencia podría hacerle más fácil de manejar.”

“Sí. Si el plan falla, seguiremos el protocolo según lo acordado. Cambio.”