“¿¡Has perdido la puta cabeza!? ¡Nora, no podemos ir a buscarla! ¿¡Pero a dónde pretendes ir!? ¡Podría estar en cualquier parte!” gritó William.
Habían buscado por todo el edificio, de arriba abajo. William había ido incluso a las áreas restringidas en los niveles inferiores, en vano. Lilian se había ido. Era eso, o alguien se la había llevado. Pero si alguien tenía semejantes intenciones, ¿por qué no hicieron nada más? Si habían sido capaces de acceder a las habitaciones del edificio desapercibidos, también podrían haberles matado o incapacitado a todos. Si la chica había sido realmente secuestrada, ¿tenía ese hecho algún tipo de propósito desconocido? Si se había ido por su propia cuenta… ¿por qué?
Nadie conocía las respuestas, y todos estaban perdiendo los nervios. Especialmente Nora.
“¡¡William, no me hagas repetirlo, me voy!!” dijo. Ya había cogido una mochila y empacado a toda prisa algunos suministros. “¡No voy a dejarla a su suerte ahí fuera…! ¡¡Voy a ir, contigo o sin ti!!”
“¡Solo vas a conseguir que te maten! Seguro que esto es lo que han planeado… ¡Secuestrarla, y hacernos salir para poder reclamar el lugar de nuevo!”
“¡Ya te lo he dicho, no la han secuestrado, ha tenido que irse por su cuenta! ¡Estaba justo a mi lado! Claire, tú me crees, ¿¡no!?”
“Y-Yo… ¡Um…!” ninguna palabra salió de la boca de Claire. Retrocedió contra la pared, mirándolos a ambos con una expresión horrorizada en su rostro.
“¡Déjate de gilipolleces!” William hacía aspavientos mientras trataba de razonar con Nora. “¡Me niego a dejarte salir ahí fuera sin un plan en condiciones! ¡Lo único que conseguiremos apresurándonos es convertirnos en blancos más fáciles para quien sea que esté detrás de esto!”
“¿¡Que me deje de gilipolleces!? Es muy fácil para ti decirlo, ¿¡verdad!? ¡No es tu hermana, a fin de cuentas!” Los ojos de Nora ardían con algo que William no era capaz de identificar. ¿Era rabia? ¿Desesperación? Nunca había visto esa mirada antes. Pero eso no cambiaba el hecho de que no le gustaba lo que Nora acababa de insinuar. No le gustaba ni un pelo.
“Cuidado con lo que dices, Nora. Sé lo doloroso que es perder a un ser querido. Y créeme, estoy muy seguro de saberlo mejor que tú.”
“¡Kuh…! ¡¡Maldita sea…!! ¡¡Cállate…!!” Nora jadeaba, exasperada. “¡No lo entiendes…! ¡¡De acuerdo, si no quieres ayudarme, puedes irte al infierno…!!” sin decir una palabra más, y con lágrimas en los ojos, Nora corrió hacia las escaleras.
“¡¡¡E-Espera, Nora…!!! ¿¡¡No crees que estás yendo d-demasiado lejos…!!?” Claire chilló, pero no sirvió de nada.
“¡¡Nora…!!” William estuvo a punto de correr tras ella. Pero, ¿debería hacerlo? ¿Qué iba a conseguir? ¿Discutir más? ¿Provocarla aún más? Puede que fuese capaz de detenerla a la fuerza, pero, ¿ayudaría? Desde su punto de vista, aquel tipo de toma de decisiones, apresurada y en pánico, era de todo menos sabia. Si Lilian se había ido durante la noche, con casi total seguridad se habría cruzado con algunos caminantes nocturnos. Nadie sobrevive la noche en las calles. Sin embargo, entendía que Nora quisiera ir cuanto antes. ¿Qué le impedía impedírselo?
‘Amanda… Si fueses tú…’
Su lado racional le decía que debía detenerla. Su lado emocional le decía que debía ir con ella. Pero él no hizo nada.
Claire cayó de rodillas, mientras los pasos de Nora sonaban más y más lejanos, hasta que solo quedó el silencio.
…
“¿Y tú qué vas a hacer…?” le preguntó a Claire.
“……” ella miraba al suelo, sin responder.
Al no recibir respuesta por un rato, William se alejó, dubitativo. Dudar no era propio de él, tenía que recomponerse cuanto antes. Era innegable, en aquel preciso momento tanto Nora como Lilian estaban en peligro. Había que hacer algo. Según se acercaba a las escaleras, la voz de Claire le detuvo en seco.
“¿Puedes… Puedes confiar en nosotras, aunque sea solo esta vez…?”
“¿Cómo…?” se giró hacia ella. La joven le miraba, pero la expresión de su rostro era muy diferente al horror que se había apoderado de ella un minuto antes. Su nueva expresión no denotaba más que tristeza.
“No han secuestrado a Lilian…. Y creo que Nora sabe exactamente cómo encontrarla…”
“¿Qué quieres decir? ¿Ha hecho esto antes…?”
Claire apartó la mirada durante una fracción de segundo, como si estuviese midiendo sus palabras.
“A-Así es… Creo que sé a dónde se dirigen. Por favor, tienes que creerme…”
“Escucha, cada día que pasa me resulta más y más difícil confiar en vosotras. No decís nada. Me dejáis en la sombra mientras algo os carcome por dentro… Ahora la mocosa desaparece, ¿y vosotras sabíais que algo así podía pasar…? Y Nora, despotricando sin pararse ni a pensar. Maldita sea… ¿¡De qué vais!? ¡Si no afectase directamente a nuestras posibilidades de salir vivos de este lío, me importaría una puta mierda! ¡Pero ya empiezo a estar hasta las narices de secretos…!”
“Lo sé… ¡Maldición, lo se…! ¡Ambas lo sabemos…!” la cara de Claire se contrajo mientras se acurrucaba contra la pared, temblorosa. “¡Ojalá pudiéramos decírtelo…! Pero… ¡¡No es tan simple, maldita sea…!!”
‘¿Ojalá pudierais decírmelo…? ¿Por qué demonios suena eso tan ominoso…?’
“P-Por favor, no te cabrees con Nora… Estoy convencida de que no tenía intención de discutir y enfadarse contigo. Sus emociones se están apoderando de ella… Te lo explicaremos todo, te lo prometo. ¡Hablaré con Nora al respecto…! ¡¡Pero ahora mismo, de verdad que tenemos que ir a buscarla…!!”
“Hmmm…”
‘Ah, maldita sea…’
******
[Tic, tac, tic, tac… El reloj no se detiene. Lo sabes, ¿no?]
‘Cállate… No quiero escucharte más.’
[¿Oh? Pero tú siempre necesitas alguien a quien escuchar, alguien a quien seguir. ¿Qué vas a hacer si no? Estás aquí fuera, en mitad de la nada, corriendo como un pollo sin cabeza. Sola.]
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‘¡Ya no estoy sola…!’
No importaba cuánto tratase de convencerse de lo contrario, era un hecho que Nora estaba completamente sola en aquel momento. Pero no podía dar marcha atrás. Encontrar a Lilian era más importante. Su hermanita era el principal pilar que mantenía su vida de una pieza, la única cosa en cuya protección se había volcado por completo. ¿Y si…?
Nora sacudió la cabeza y siguió adelante. El peor de los casos era algo que prefería no contemplar para nada.
Trató de recordar su viaje con William lo mejor que pudo. Cómo subir y descender edificios, cómo usar el entorno para cruzar callejones desde la seguridad de los tejados… Atravesó los bloques de edificios, con los ojos puestos en las calles de debajo. Era muy improbable que Lilian hubiese tenido la audacia de trepar para evitar a los caminantes. Si todavía seguía con vida, era probable que estuviese allí abajo, en alguna parte.
A medida que avanzaba, las calles se llenaron gradualmente de caminantes, hasta que Nora avistó una gran multitud inmóvil en mitad de una intersección. Su atención estaba demasiado centrada en recorrer con la vista cada centímetro de aquella zona. Ni siquiera vio venir el suelo cuando tropezó y se estampó de cara contra él.
“¡Kyaah…!”
Se detuvo por un segundo, aunque no quería hacerlo. Su ropa estaba empapada de sudor. Jadeaba tanto que le costaba respirar y recuperar el aliento. Sus piernas dolían como el demonio. No había llevado la cuenta de la distancia que había recorrido, pero tenía que ser considerable. Había abandonado el refugio hacía aproximadamente media hora.
‘Vamos… Muévete… ¡Muévete…!’
Con algo de esfuerzo, se levantó y siguió corriendo. Pero, ¿para qué? A fin de cuentas, el rastro que estaba siguiendo no era más que una corazonada, y precisamente se desvanecía justo en aquel punto. No tenía más pistas.
‘¿Y ahora qué…? Lilian, ¿¡dónde estás!?’
Nora empezó a merodear por el bloque de edificios, manteniendo los ojos en las calles de los alrededores, buscando algo que mantuviese vivas sus esperanzas.
Afortunadamente, era muy evidente que el grupo de William había explorado toda aquella zona antes. Cuerdas que permitían el acceso entre tejados a desnivel, tablones de madera o escaleras aseguradas sobre huecos… Nora no sabría moverse por el lugar por su cuenta, por lo que la infraestructura improvisada era más que bienvenida.
…
Corrió hacia el pasamanos y se asomó más allá. Su cabeza se balanceó de lado a lado, sus ojos peinando las aceras y los edificios circundantes.
Frente a ella se encontraba la calle paralela a la que había estado siguiendo durante casi toda la última media hora. Vio lo que quedaba de lo que en su momento era un bullicioso distrito comercial. Supermercados, tiendas de ropa, lo que parecía una librería… Todos ellos estaban oscuros y aparentemente vacíos. Los restos destrozados de los escaparates se esparcían por el suelo, coches abandonados por toda la carretera, basura tirada de forma aleatoria… Sería fácil esconderse en un lugar así.
‘¡Maldición, podría estar oculta en cualquier sitio…!’
Todo lo que haría falta sería que Lilian se hubiera adentrado en un edificio arbitrario. Así de simple, una decisión tan sencilla, y Nora nunca la encontraría. Pero ella creía en sus instintos, confiaba en conocer a su hermana pequeña lo suficientemente bien como para poder localizarla.
“¿Eh…? ¿Qué es… eso…?” sus ojos se detuvieron en algo que se encontraba a unos cincuenta metros a la izquierda de su posición, en la acera del lado opuesto de la calle.
Era una gran estructura. No conocía muy bien aquella zona de la ciudad, pero reconocía el lugar. Una estación de metro. Había algo justo frente a la entrada.
‘¡¡No puede ser…!!’ ¿La engañaban sus ojos…?
Parecía un humano de estatura pequeña, que vestía una sudadera negra y unos pantalones oscuros. Desde aquella distancia era difícil estar segura, pero no había mucha gente que coincidiese con aquella descripción. Y daba la casualidad de que era justo lo que Nora estaba buscando.
“¿¡Lilian…!? Lilian, ¿¡¡eres tú!!? ¡¡¡Lilian…!!!” gritó en dirección a la figura, ahuecando las manos alrededor de la boca.
La figura pareció girarse, muy despacio.
******
¿Estaba su hermanita mayor llamándola? Se giró, tratando de identificar el origen de la voz. Era difícil oírla por encima de todas las demás voces.
El día pintaba genial. Ni una sola nube podría bloquear la gran y brillante esfera de luz en el cielo. Su resplandor permeaba todo a su alrededor, cálido y mullido. Le daban ganas de quedarse mirándolo y disfrutar de la sensación.
Las casas que la rodeaban eran tan grises y monótonas como siempre. En todo caso, parecían ser un poco más monótonas de lo que recordaba. Sin embargo, a nadie más parecía molestarle. Aunque todo el mundo estaba bastante lejos, sus voces sonaban altas y claras en sus oídos. Todos se ocupaban de sus asuntos y rutinas diarias, la ciudad bullendo de actividad, como siempre lo había hecho.
Pero hacían mucho ruido. Dificultaba mucho el encontrar a su hermanita mayor. Miró alrededor, entrecerrando los ojos mientras los arrastraba por las calles y edificios cercanos.
Finalmente la vio. La estaba saludando desde un tejado, pero estaba muy lejos como para poder saber qué estaba diciendo.
‘¡Nory!’ al fin estaba allí. La había visto. Todo iba a estar bien.
Quería ir y reunirse con ella, pero alguien más estaba pidiendo ayuda. Se giró y se encaró a la oscura entrada frente a ella. Unas anchas escaleras descendían hasta las entrañas del edificio. Estaba oscuro. Muy oscuro. Tan oscuro que le daban ganas de salir corriendo.
Odiaba la oscuridad. La hacía sentir insegura, vulnerable. Siempre que su hermanita mayor y Clairy se iban a dormir por la noche, las envidiaba. No podía dormir bien. Sentía que algo malo ocurriría si lo hacía. Se mantenía en vilo, con los ojos bien abiertos, pendiente de peligros al acecho. A veces sentía una urgencia por levantarse e irse. Pero no podía alejarse de su hermanita. Se sentía segura con ella, incluso en la oscuridad.
*Buaaaaah! Buaaaaah! Buaaaaah!*
El bebé seguía llorando con amargura. Provenía de algún lugar allí abajo, en la oscuridad. Había seguido sus lloros desde muy lejos. Necesitaba ayuda, y nadie se estaba dando cuenta. ¿Por qué iba alguien a ignorar un bebé llorando? ¡Qué mala gente!
“No pasa nada… Te ayudaré pronto, ¿vale…?” murmuró para sí misma, todavía mirando a la siniestra entrada.
Nunca se atrevería a bajar allí por su cuenta, pero ahora que su hermanita estaba de camino, estaría bien. Con Nory cerca, no le tenía miedo a la oscuridad.
Muy lentamente, empezó a descender los escalones, adentrándose en las sombras.
******
El tobillo de Nora hizo un giro extraño cuando bajó casi volando la escalera y aterrizó en la acera.
“¡¡Ugggh…!!”
¿Era un esguince? No lo parecía, todavía podía caminar, pero dolía como el infierno. No podía permitirse perder el tiempo, tenía que darse prisa antes de que fuese demasiado tarde. Cruzó la calle y echó a correr a toda velocidad hacia la entrada del metro. Puede que estuviese atrayendo atención indeseada. Puede que hubiese caminantes ocultos en los alrededores, acechando en los edificios, observando todos sus movimientos. No le importaba.
‘¿Por qué…? ¿Por qué? ¿¡Por qué!? Lilian, ¿¡por qué estás bajando ahí abajo…!? ¡¡Vuelve!! ¡¡Por favor…!!’
Si por casualidad su hermana se topaba con un caminante errante en el interior de aquel edificio, sería el fin. William le había hablado del tema en detalle. La oscuridad los volvía más rápidos, más feroces. Sus sentidos se agudizaban cuanto más tiempo pasasen en la oscuridad, su comportamiento se tornaba cada vez más violento. La transición del día a la noche era lo que provocaba que gradualmente formasen aquellas enormes hordas nocturnas. Sus niveles de actividad disminuían durante el día, pero los que se quedaban atrapados en interiores permanecían en aquel estado de agresividad de forma indefinida.
Notó cómo el latido de su corazón se aceleraba rápidamente a medida que se acercaba a la estación de metro. Su agotamiento parecía desvanecerse tras cada aliento apresurado que tomaba. Una sensación de urgencia extrema se había apoderado de ella, sus piernas se movían casi por sí mismas. Lo único que quería era alcanzar a Lilian cuanto antes.
…
Nora tragó saliva. La estación estaba sumida en absoluta penumbra. Era como las fauces de una bestia hambrienta, esperando a que se moviese antes de abalanzarse sobre ella con intención de matar. Pero Lilian estaba allí abajo. Definitivamente la había visto bajar aquellas escaleras.
‘V-Vale… Um… ¿He cogido la…?’ agarró su mochila y rebuscó en su interior.
Al cabo de un rato, le quedó claro. La linterna brillaba por su ausencia. Cuando William le había dicho que era mejor prepararse en condiciones en lugar de salir a toda prisa, probablemente había tratado de evitar problemas así.
“¡Ah, maldición…!”
Tras mirar fijamente a la oscura entrada por unos segundos, Nora empezó a descender poco a poco. Sus pasos comenzaron a hacer eco a medida que descendía, hasta que desapareció en las entrañas del edificio.