“T-Te odio… Joder, te odio…”
“¡¡Suéltame!! ¡¡No quiero saber nada de ti!! ¡¡¡Suéltame!!!”
De un tirón que casi le disloca el brazo, Logan arrojó a Nora al suelo y procedió a encaramarse sobre su cintura. Inmovilizó sus brazos contra el suelo con ambas manos. Nora se retorció y zarandeó las piernas, tratando sin éxito de quitárselo de encima.
Estaba aterrorizada. Su cuerpo se resistía por volición propia, pero su raciocinio se había congelado. ¿Qué opciones le quedaban? ¿Vendría alguien a rescatarla otra vez? ¿Sabía alguien que estaba allí?
“¿P-Por qué…?” murmuró Logan. “¿Por qué he tenido que acabar así…?”
Con una fuerza que rozaba lo inhumano, juntó los brazos de Nora sobre su cabeza y los sujetó con la mano izquierda, dejando la derecha libre. Le acarició el pelo, luego la frente, y luego procedió a toquetearle el rostro. Ella chilló y apartó la cara, provocando que Logan la cogiese por las mejillas y la forzase a mirarle. Apretaba mucho, sacándole lágrimas de dolor.
“C-Creía que esto era todo lo que necesitaba… Te tenía bien pillada, ¿s-sabes…? Pasta fácil, sin preocupaciones; y gracias a esa hermanita tuya, eras d-dócil como una cachorrita…”
Su mano descendió por el cuerpo de Nora, hacia su torso y cintura.
“¡¡No me toques, asqueroso…!!”
“No, ahora lo veo… Estaba ciego… ¿C-Cómo no me di cuenta antes…?”
La mano comenzó a subir por el cuerpo de Nora, y se detuvo a la altura del cuello. Aquellos gélidos dedos se cerraron sobre su piel, y comenzaron a apretar gradualmente.
“S-Si nunca te hubiese conocido…”
No podía respirar.
‘¡¡Oh, dios…!! ¡¡¡Ayuda…!!!’
“Si no te hubiese conocido, no me habría involucrado con esa m-mocosa… Y no me habría metido en este fregado… Joder, podría haber estado en otro sitio, en otra ciudad, otro país…”
Sus dedos apretaron con más fuerza, hundiéndose profundamente en el cuello de Nora. “…me das… ¡asco…!”
Nora perdió la fuerza en brazos y piernas. Sus forcejeos eran inútiles. Logan se mantenía firme como una losa sobre su cuerpo, con los ojos clavados en los suyos. No pestañeaba, no respiraba, tan solo seguía apretando. Le daba vueltas la cabeza, y su visión se nubló, mientras un creciente y doloroso ardor le inundaba los pulmones.
‘…a…yu…da…’
Un nuevo temblor estremeció el edificio, y Logan comenzó a murmurar para sí mismo, susurros que en segundos se multiplicaron en magnitud, hasta convertirse en gritos de angustia.
“…me duele… ¡Me duele! ¡M-Me duele la cabeza…!”
La presión que inmovilizaba los brazos de Nora se desvaneció, y su garganta pudo tomar una bocana de aire, que la hizo toser violentamente. Logan se agarraba la cabeza con ambas manos, sacudiéndola de lado a lado.
No tendría otra oportunidad. Haciendo uso de todas las fuerzas que le quedaban, se quitó a Logan de encima de un empujón y lo pateó en el pecho, haciéndole caer de espaldas entre gruñidos.
No podía parar de toser. Sirviéndose de una mesa como apoyo, se puso de pie. Sus temblorosas piernas carecían de fuerza, no estaba segura de poder sostenerse sin algo a lo que agarrarse.
Logan daba vueltas en el suelo, todavía agarrándose la cabeza. Por un instante, la mente de Nora se quedó en blanco. Aquel hombre, que tanto la había atormentado, que durante tanto tiempo la había hecho sufrir, estaba ahora indefenso, expuesto.
Vulnerable.
Arrastró la mirada hacia los objetos sobre la mesa en la que se apoyaba. Había una lámpara de escritorio metálica. Parecía pesada. Respirando con dificultad, luchando contra los ataques de tos, empuñó la lámpara por el cuello y se encaró hacia Logan.
¿Por qué era tan difícil? Le tenía a sus pies. Sentía el peso de la lámpara en sus manos. Solo tenía que realizar un simple movimiento.
‘¿P-Por qué…? ¡Mierda…! ¿¡Por qué!?’
Toda su periferia se nubló, solo tenía ojos para Logan. Él estaba ocupado retorciéndose en el suelo, pero, de alguna manera, su mera presencia la atrofiaba hasta la médula. Sus extremidades temblaban, tenía escalofríos, se le humedecían otra vez los ojos.
‘Vamos. ¡Vamos! ¡¡Hazlo, idiota!! ¡¡Por favor!!’
“N-Nora…. ¡Noraaa! ¡¡P-Perra…!!”
En un momento, Logan se había erguido y abalanzado contra ella. La derribó sobre la mesa, con ambas manos en su cuello, y apretó como nunca antes lo había hecho. En cuestión de segundos, la conciencia de Nora comenzó a nublarse de nuevo. Agarró los brazos de Logan y trató de liberarse, pero eran inamovibles.
‘Ah… No merece la pena. No puedo hacer nada.’ Le costaba seguir pensando. ‘L-Lo siento… Lilian…’
…
[Duele.]
‘¿¡Lilian!?’
[Miedo. Duele.]
Se suponía que debía consolarla de alguna manera, ¿no? Tal y como había hecho siempre. Pero, ¿qué podía decirle? ¿Qué mentira iba a inventarse ahora? ¿Que todo iba a salir bien? ¿Que pronto estaría a su lado? ¿Quién iba a creerse eso?
[Sé que duele. Aguanta. Estoy aquí.]
‘…Lilian, sé que estás sufriendo. ¿Por qué te preocupas por mí?’
[Nory también importa.]
‘¿Yo también importo…?’
Quizá tuviese razón. Se había desvivido luchando por los demás, pero nunca por sí misma. Quizá mereciese la pena intentarlo, al menos una vez. Si no lo hacía, estaría ignorando la única petición que Lilian le había hecho de forma directa en toda su vida. Imperdonable.
Sí, debía intentarlo. Solo tenía un obstáculo, cuyo peso seguía encima de ella, aplastándola. Sus garras todavía apretaban su cuello. ¿Cómo se atrevía? ¿Quién era aquel tipo para interponerse entre ellas dos?
‘Déjame. Aléjate. ¡Sal de nuestra vida!’
La conciencia de Nora se revitalizó por un segundo, y volvió a sentir el dolor intenso que le oprimía el pecho. En lugar de forcejear con Logan, tanteó a su alrededor. Su mano se cerró alrededor de algo sólido. Lo estrelló contra su cabeza. Las teclas del teclado volaron en todas direcciones, y Logan gruñó en respuesta, mientras se le caía la saliva.
Más. Necesitaba algo más. Lo golpeó con unas carpetas. Luego con un lapicero. Seguía sin dejarla ir. Cogió uno de los bolígrafos que se habían esparcido por la mesa y se lo metió en un ojo.
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“¡¡¡Aaaaaagh!!!”
Logan la soltó y se echó las manos a la cara, cayendo contra un archivador y colapsando de rodillas.
La percepción de Nora se volvió dispersa, inconexa. Se vio a sí misma pateando a Logan y derribándolo boca abajo. Se vio a sí misma sujetando de nuevo la lámpara, y encaramándose sobre él. Vio algo rojo.
La sensación le resultó familiar. Lo había hecho antes. Ya no recordaba el contexto, pero recordaba la fuerza de aquellos impactos, el sonido de los huesos rompiéndose, el hedor de la sangre.
Sin embargo, esta vez no había nadie que fuese a sacarla de su trance.
******
Julien cayó sobre Claire como un animal rabioso, babeando una mezcla espumosa de saliva y sangre. Claire cogió del suelo lo primero que encontró, una bandeja de archivador de plástico, y la interpuso entre su cara y la de Julien. Le propinaba patadas sin piedad en el estómago con la esperanza de quitárselo de encima.
Ignorando los golpes, Julien agarró la bandeja y la quitó del medio con facilidad. Gruñía sin descanso, y cada gruñido arrancaba un nuevo chillido de pánico de los labios de Claire. Le apoyó las manos esposadas en el torso y enseñó los dientes.
Claire sabía lo que estaba a punto de ocurrir, y le sujetó la cara. Empujó con fuerza, pero la cabeza de Julien se acercaba más y más, irrefrenable. Abría la boca como con intención de morder.
‘Oh, dios. Me va a matar. Me va a matar. No quiero morir. No quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, noquieromorirnoquieromorirnoquieromor—’
Un dolor ardiente interrumpió sus pensamientos y le hizo soltar un alarido. Su mirada, ahora nublada por las lágrimas, captó un salpicón de sangre. Los oscuros ojos de Julien la taladraban sin pestañear, y tenía algo en la boca. Eran dos cosas, sangrientas, inidentificables, y de aspecto carnoso.
Claire se miró la mano izquierda. El dedo corazón y el anular estaban incompletos. Gritó. Se retorció, empujó, pateó.
Julien estaba quieto como una estatua, con la mirada fija en ella. Tras unos segundos, como habiendo perdido el interés, giró la cabeza y se puso de pie, momento que Claire aprovechó para escurrirse hacia atrás, llorando de dolor y sujetándose con fuerza lo que quedaba de sus dedos.
La atención de Julien estaba ahora con Lilian, que se había acurrucado en el suelo en una esquina de la habitación.
“S-Sí… A u-usstedd es a quienn n-necessito…”
Claire miró a la puerta de salida. La vía estaba libre.
Podía irse. Podía huir, salvarse. Era su oportunidad. En su estado, Julien era peligroso, demasiado peligroso. No tenía nada con lo que defenderse, nada con lo que luchar.
‘Sí, eso es… Iré a buscar ayuda… Luego volveré, ¿vale? ¡Eso es! Eso es lo que tengo que hacer…’
Se puso de pie, tratando de no llamar la atención del cautivado Julien, quien arrastraba los pies poco a poco en dirección a Lilian.
Si echaba a correr ahora, podría ponerse a salvo.
‘Venga. Vamos. Muévete. Eres una puta cobarde, siempre lo has sido. Venga, muévete. ¡Muévete!’ las lágrimas corrían como cataratas por sus mejillas. ‘¿¡Por qué coño no te mueves!? ¡Lárgate de una puta vez!’
Cruzó miradas con Lilian. La chica no prestaba atención a Julien, solo a Claire. Su expresión era insondable, ninguno de sus músculos faciales hacía el más mínimo movimiento, y sus ojos eran tan misteriosos como siempre, poseídos por aquel titileo antinatural. Sin embargo, captaba una cierta humanidad en ellos, una humanidad que le hablaba directamente; sentía una conexión que no era capaz de describir.
Le dolía la cabeza.
‘Joder… No puedo. No puedo. No puedo dejarla. ¡No puedo!’
No podría perdonarse a sí misma. Otra vez no. No podía volver a sobrevivir a costa de los demás. No a costa de Lilian. Jamás.
Rastreó la habitación con los ojos. Sobre un estante avistó una impresora de sobremesa. La levantó y la estrelló contra la nuca de Julien.
“¡¡Aléjate de ella!! ¡¡Hijo de puta!! ¡¡Cabrón!!”
Continuó golpeando su cabeza con la impresora, hasta que se le escurrió de las manos y cayó al suelo, haciéndose añicos. Julien seguía ignorándola. Le tiró carpetas y archivadores a la cabeza. Agarró un monitor y lo dobló contra su cara. Le propinó patadas en la entrepierna. Le daba igual lo que tuviese que hacer; estaba determinada a detener a aquel animal.
“…ssseñoritta C-Claiire…” farfulló Julien, volteándose hacia ella. “¡…m-molestta…!”
Con movimientos rígidos pero veloces, Julien la cogió del brazo derecho y la arrojó contra la pared. Claire se estrelló de lado contra un estante metálico, y escuchó un fuerte crujido antes de desplomarse cerca de Lilian. Un agónico calambre le recorrió el brazo derecho y le taladró el cerebro. Se lo miró, y rápidamente se percató de que se había doblado en una dirección equivocada.
Aulló de dolor.
******
Ruido.
Familia viene.
Mucho ruido.
Gritos.
Pena.
Duele. Herida duele. Cuando duele, cuesta pensar.
A veces pienso bien, otras veces no.
Nory necesitó ayuda. ¿Ayudé? Creo que sí. La oigo, pero ella a mi no.
Clairy también necesita. No puedo ayudar. No sé ayudar.
Sola.
¿Sola?
No.
Sola no.
Familia mala, pero tú no.
…
Gracias por venir.
Aquí, hermano. Estoy aquí.
******
Claire se quedó de piedra. Dejó de gritar, dejó de llorar, dejó de retorcerse. Fuertes estruendos, cristales rompiéndose en algún lugar de las cercanías, enormes pisadas y, un instante después, algo se había detenido frente al umbral de la puerta, en el pasillo. Algo gigantesco y maloliente.
La criatura emitió un rugido que hizo temblar el suelo, y procedió a destruir la pared, abriéndose paso a la fuerza al interior del almacén. Esquirlas de pladur, madera y plástico cubrieron la habitación, que se vio inundada por una fina nube de polvo.
Sus cuatro ojos miraban fijamente a los humanos que tenía en frente, como analizándolos antes de actuar. Sus quistes bioluminiscentes brillaban con patrones acelerados, aunque algunos de ellos mostraban errores en el patrón, cubiertos de heridas y cicatrices. Gran parte de la mitad inferior de su cuerpo estaba magullada y desfigurada, y parecía estar formada por tejido cicatricial.
Julien se giró hacia el monstruo, y por primera vez desde que había enloquecido, su cara pareció afligirse por el miedo.
“¿…v-viennes por la m-mmocossa…? ¡N-Nni se te ocurrra…! ¡¡L-La mmmataré s-ssi te acercas…!! ¿¡Me oyes!? ¡La m-mat—!”
Claire se había lanzado sin pensar. Tenía que hacerlo. Se abrazó a la cintura de Julien con su brazo sano y cargó hacia la criatura. Ambos aterrizaron bruscamente a sus pies.
“¿¡Q-Qué haccce!? ¡Sssuélteme, no p-puede hacer estto! ¡¡Necessito, a la c-chicca, la nnecess—!!”
Julien no pudo terminar de quejarse. La garra de la criatura se cerró alrededor de su cabeza. ¿Era solo sangre? ¿Eran sus sesos? Claire no supo diferenciarlo, ni le importó. La criatura no se contentó con aplastar la cabeza de Julien, y procedió a arrancarle un brazo. Luego el otro. Luego una pierna. Luego partió el torso por la mitad. ¿Había sido Lilian? ¿Había llamado Lilian a aquel siniestro salvador? Durante un periodo de tiempo indefinido, continuó mutilando el cuerpo con una brutalidad inaudita.
Extrañamente, el horripilante espectáculo no molestó a Claire. No sintió asco ante la lluvia de entrañas y casquería. Al revés, fue casi satisfactorio.
Ahora era su turno. Los ojos del monstruo se centraron en ella. Su enorme silueta ocupaba casi toda su visión periférica. Sus garras se movieron en su dirección, abiertas, dispuestas a hacerla pedazos también. Intentar correr sería inútil. Ni siquiera tenía fuerzas para ello.
Daba igual. Probablemente se lo merecía. Estaba lista. Cerró los ojos, y esperó.
Esperó.
Esperó.
¿Por qué tardaba tanto? No quería volver a abrir los ojos. No quería verlo.
‘Vamos. Hazlo rápido. ¿A qué esperas?’
No ocurría nada.
Captó una serie de sonidos extraños, que provenían con total seguridad de aquel monstruo. Chasquidos, latidos, burbujeos. No podía soportar más la curiosidad, miró.
Toda la superficie del cuerpo del monstruo se había iluminado, y sus patrones luminosos habían entrado en un frenesí. Frente a él, Lilian se había puesto de pie. Mantenía un fuerte contacto visual con la criatura, y sus ojos brillaban con más intensidad que nunca, parpadeando y centelleando también en un patrón enloquecido.
Tan raudo como había llegado, el gigante salió al pasillo y desapareció, seguido de una sucesión de estallidos y crujidos que se alejaron en la distancia.
Lilian se le acercó, con pasos tímidos pero serenos, y se puso de rodillas frente a ella.
“¿L-Lilian…?” dijo Claire.
“Clairy.”
Al poco rato de oír su voz, Claire sufrió intenso dolor de cabeza, lo bastante fuerte como para eclipsar su brazo roto o los dedos que le faltaban.
[Clairy.]
Acababa de oír la voz de Lilian dentro de su cabeza.
‘¿Eh…?’
[Bien. Todo bien.]
Todos sus dolores se desvanecieron de golpe, reemplazados por una sensación de calidez. El mismo aire que respiraba la arropaba, le acariciaba la mente y aliviaba la angustia que la carcomía por dentro.
[Gracias.]
Actuando por impulso, se incorporó y se abrazó a Lilian, sujetándola con fuerza con su brazo sano. Las lágrimas salieron a borbotones, y lo que empezó como una serie de sollozos pronto se convirtió en un llanto amargo. No lloraba por tristeza, ni por dolor, ni por estrés. No sabía por qué lloraba. ¿Aceptación, consuelo, comprensión? Era la sensación de haberse reunido de nuevo con una familia a la que había echado mucho de menos, a pesar de acabar de conocerla.
Derrumbada en brazos de Lilian, Claire lo dejó salir todo, lágrima por lágrima.