[2 de octubre]
Estamos todos en peligro.
Debería haber escrito esto antes, por si acaso me hubiese ocurrido algo, pero he tenido la cabeza ocupada últimamente.
Julien y su gente están planeando algo terrible.
Estoy demasiado asustada como para decirle esto a nadie. No sé quién está con él y quién no lo está. Ya no estoy segura de poder confiar en nadie. Si alguien se da cuenta de que conozco la verdad, podría meterme en serios problemas. En este edificio no tengo a dónde huir.
He… hablado con Nora. Es la única persona que sé con certeza que también es una víctima. Al principio, actuó como si no supiese de qué estaba hablando, pero finalmente cedió cuando le dije las cosas que había oído.
Se derrumbó en lágrimas mientras hablábamos. Es mucho peor de lo que imaginaba.
Su hermana pequeña, Lilian… está infectada. Es una caminante. Pero parece resistir la enfermedad. Julien planea usarla como tique para salir de la ciudad, gracias a los militares; ellos la quieren. Y planea deshacerse de casi todos los demás, para asegurar que le rescatan a él en lugar de a otra persona.
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Nora ha estado bajo abuso durante mucho tiempo. Este tipo, su nombre es Logan… Nora lleva varios años en una relación abusiva con él, y no puede salir de ella debido a su hermana. La amenaza con hacerle daño a su hermana pequeña si se le ocurre hacer algo.
Además, Lilian tiene otra condición médica por la cual necesita tomar medicación. Le han quitado las pastillas a Nora, y las están usando también como herramienta de chantaje.
Julien y Logan están trabajando juntos, basándose en todo este abuso para controlar tanto a Nora como a Lilian. Y dado que Nora está en el lado de Liam, la han estado forzando a hacer trabajos sucios.
¿Recuerdas cuando te hablé sobre unos suministros robados que encontraron en el almacén de Liam? Bueno, supongo que ya te puedes imaginar quién fue la culpable. No tuvo otra elección. Y esa no fue la única cosa que tuvo que hacer, es horrible.
Estoy tanto aterrorizada como cabreada. Tengo que hacer algo. Le he prometido a Nora que encontraría la forma de ayudarla, ayudarlas tanto a ella como a su hermana. Ella no cree que haya mucho que hacer, siento que simplemente se está resignando a su destino. Empiezo a comprenderla un poco mejor, tan solo desearía haberme dado cuenta antes de su sufrimiento.
Creo que tengo una idea sobre qué hacer. Solo tengo que esperar a la oportunidad adecuada…
[13 de octubre]
Esta gente está loca. Todos han perdido la cabeza.
Creo que el Ejército está a punto de actuar. Julien nos ha asegurado que el rescate es inminente. Todo el mundo está acudiendo a él, incluso Liam. Las hostilidades han parado casi por completo; se está aprovechando de la situación para pintarse a sí mismo como alguna clase de salvador. Y está funcionando, no lo entiendo. Todo el mundo empieza a elogiar su liderazgo, y cada vez que veo esa expresión engreída en su cara, es que me dan ganas de…
Me he arriesgado y he hablado con Liam sobre lo que sé, sobre las verdaderas intenciones de Julien. No me creyó. Dijo que debo de estar imaginándome cosas por culpa de la presión, que debería descansar y tomarme las cosas con calma. ¿¡Que me lo tome con calma!? ¿¡Estás de coña!?
Lo siento, Nora. Lo más probable es que estemos solas en esto. Pero no te preocupes… Haré que funcione.
Te lo prometo.
[15 de octubre]
Vi un humo rojo saliendo de la ciudad, bastante lejos, al atardecer. Creo que todo el mundo lo vio. También se podía oír el sonido fuertísimo de lo que parecía una sirena, proveniente de esa misma dirección.
Julien no le dio importancia, dijo que no tiene nada que ver con nuestro “rescate”. No creo que fuese a mentir sobre algo así. Sería una oportunidad perdida de hacer que todo el mundo le adorase todavía más.
¿Más gente, quizá? Puede que haya otras personas ahí fuera después de todo.
Lo tendré en cuenta.
[16 de octubre]
Esta será mi última entrada. Gracias, diario, por dejarme compartir cosas contigo todo este tiempo.
Nos vamos de este lugar endemoniado. Nora, Lilian y yo.
Nos dirigiremos al sur, hacia el lugar del que emergió el humo rojo. Desde aquí parece algún tipo de edificio grande de varios pisos.
Dejaré este diario en algún sitio fuera del edificio. Si por el motivo que fuese lo encuentras, seas quien seas, no entres. Probablemente está infestado de caminantes.
Ten cuidado con Julien y su gente.
Buena suerte.
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Claire tragó saliva. Tenía la boca seca, y su voz estaba ronca. No había desglosado todos y cada uno de los detalles, había tratado de dejar sus propias emociones fuera de la historia, pero estaba segura de haber cubierto todo aquello que consideraba relevante. William no la había interrumpido ni una sola vez, la dejó hablar.
“Creo que conoces el resto…”
No podía ver nada en la total oscuridad, pero de alguna manera, sintió los ojos de William taladrándola desde el otro lado de la habitación.
“Ya veo…” respondió.
Al relato siguió un incómodo período de silencio. No estaba segura de cuánto duró, pero pareció una eternidad. Percibía un leve pitido en los oídos, no podía concentrarse en nada.
“¿Y bien…?”
“Quizá… debamos cooperar con ellos por ahora.” dijo él.
“¿¡Qué…!?” la voz de Claire sonaba casi chillona. “¿¡Has perdido la cabeza tú también!? Después de todo lo que he contado, ¿¡eso es lo que sugieres…!?”
“¿Tienes una idea mejor?”
“B-Bueno…”
“Mientras nos tengan aquí encerrados, no podremos encontrar una oportunidad de darle la vuelta a este fregado.”
“Cierto, pero…”
William suspiró. Sin embargo, no dijo nada más. No podía verle la cara, pero por el tono de su voz, parecía cansado. Cansado, y distante. Como si su mente estuviese ocupada con alguna cosa en particular.
Otro período de silencio.
“¿Puedo hacerte una pregunta…?” dijo Claire.
“¿Sí…?”
“Lo que te he contado… ¿ha ayudado…? ¿Algo…?”
“…Quizá…”
¿Qué clase de respuesta era aquella? Claire no supo cómo interpretarla. William era difícil de leer. Pero al menos, no era una negativa directa. Y si aquello significaba que estaba dispuesto a seguir adelante un poco más, aunque fuese muy poco, habría merecido la pena desde su punto de vista.
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¿Compasión? Quizá. Su historia tenía sentido. William lo entendía, un trasfondo de abusos y amenazas constantes podía justificar sus comportamientos. Las circunstancias que rodeaban a Lilian eran una razón de peso para su discreción. A fin de cuentas, tenía sentido. Sin embargo, ello no lo hacía más aceptable para él. Independientemente de cuáles fuesen sus motivos, seguía teniendo la sensación de que lo estaban arrastrando a sus propios problemas. Problemas que no tenían nada que ver con él.
Estaba cansado. Y aun así… vio algo en la historia de Claire. Era un detalle pequeño, algo a lo que la chica probablemente no le daba demasiada importancia o consideración. Pero él sí. ¿Esperanza, tal vez? No sabía cómo describirlo. Ni siquiera sabía si era una posibilidad tangible o lógica. Lo que sí sabía a ciencia cierta, era que no tenía tiempo para pensar sobre ello. Tenían otros asuntos entre manos.
Observó las puertas dobles cerradas frente a él, aseguradas con una barra de metal. Las ventanas de cristal les permitían ver al otro lado, pero lo único que había era un vacío oscuro. Estaba de pie al lado de Claire y de otros dos hombres del grupo de Marcus. Les habían dicho sus nombres, pero no se había molestado en recordarlos.
Él y uno de los hombres sujetaban palos largos de madera con una cabeza metálica en forma de U en un extremo. Claire y el otro hombre sostenían bates de metal. Los matones que vigilaban la puerta se prepararon para levantar la barra de seguridad y abrirla.
Podría haber sido una buena oportunidad para planear una huida, si no fuese por los guardias armados a una distancia segura, con las armas que les habían confiscado un rato atrás.
‘Tch… Maldita sea…’
William recordó la conversación que habían tenido con Marcus algunos minutos antes.
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“Entonces, ¿habéis decidido cooperar? ¿Así de fácil? Diría que es un cambio de opinión bastante repentino.”
William no respondió.
“Bueno, está bien. Os pondré a trabajar.” Marcus se dio la vuelta y se encaró a los hombres a su espalda. “Aseguraos de mantenerlos bajo vigilancia. No hace falta ser un genio para darse cuenta de que no les caemos bien.” miró a William y a Claire otra vez. “Como he dicho antes, espero que de alguna forma podamos llegar a un entendimiento mutuo. Ahora, seguidme.”
Una vez estuvieron deshechas sus ataduras, salieron de los baños, con guardias armados siguiéndoles un par de metros por detrás. Se estaban arriesgando al dejarles caminar por ahí sin restricciones físicas, pero desde luego que sería una mala idea intentar algo cuando estaban tan fuertemente rodeados. Los ojos de William volaban de lado a lado, de esquina a esquina. No hizo nada. Continuó.
Marcus parecía inflexible en su decisión de ganarse su confianza. William estaba confuso, aquel hombre le desconcertaba y molestaba a partes iguales.
“Como os he dicho antes, un brote destruyó una buena parte de nuestra comunidad hace cosa de una semana antes de que pudiéramos contenerlo. Esa sección del metro ha sido bloqueada, y los caminantes sellados en su interior. A estas alturas deberían estar bastante hambrientos y mansos. Quiero que entréis ahí y recuperéis algunos suministros esenciales que tuvimos que dejar atrás.”
“¿¡Qué…!? ¿¡Nos vas a mandar a un nido de caminantes!?” respondió William. No estaba precisamente contento con esta propuesta.
“¿Un n-nido…?” preguntó Claire.
“Siempre que un grupo grande de caminantes se quedaba atascado en el interior de un edificio, lo marcábamos como un nido… ¡Es básicamente una trampa mortal…! Cabronazo… ¡Si quieres matarnos, hazlo aquí mismo!”
“Todas las entradas a esa sección están cerradas, no hay forma de entrar ni de salir.” Marcus no parecía perturbado por los comentarios enojados de William. “Es casi una garantía que todos ellos estarán desnutridos y agotados. Además, no iréis solos. Sois dos, por lo que también enviaré a dos de mis hombres. Creo que es justo.”
“¡Tch…!” William bajó la mirada y la apartó de Marcus. No quería mirarle a la cara. Le entraban ganas de darle puñetazos cada vez que lo hacía.
“Buscaréis cualquier cosa que pueda ser de utilidad, especialmente comida y agua. Pero la única cosa que debéis traer de vuelta… es un cierto maletín.”
“¿¡Eh…!?”
“No entraré en detalles. Pero el maletín es importante. Por supuesto, mi gente necesita otros recursos más inmediatos. Es por ello que también quiero que recuperéis comida y bebida. Tan solo… aseguraos de que encontráis el maletín.”
Sospechoso. ¿Por qué iba a ser importante un maletín en aquella situación? ¿Qué debía de contener, para que fuese el objetivo principal? William observó a los hombres que rodeaban a Marcus. Parecían tan confusos como él. Labios apretados, cejas levantadas, miradas nerviosas. Tenía la impresión de que el maletín era importante para Marcus, y sólo para Marcus.
Aun así, no estaban en posición de negociar. Las armas que les apuntaban eran una forma de diplomacia bastante convincente. Y ninguno de los hombres parecía estar en contra, siempre y cuando hubiese comida y bebida involucradas.
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La puerta emitió un leve chirrido mientras se abría, revelando una profunda oscuridad en el interior. Las linternas se encendieron, bañando en luz el pasillo vacío.
“Bien, recordad lo que hemos hablado. No os enfrentéis a ellos si nos los cruzamos. Les empujamos a un lado y seguimos adelante.” dijo uno de los hombres que los acompañaban.
“Um… D-Disculpe… ¿Por qué no podemos simplemente matarlos…? ¿No se supone que son muy débiles y lentos ahora mismo?” preguntó Claire.
“Matarlos sería una muy mala idea, chica. A menos que busques atención innecesaria.”
“¿Qué…?”
“De hecho, puede que tenga razón…” añadió William. “No parece gustarles que otros caminantes mueran…”
“Exacto. Ahora centraos y movámonos. Tenemos trabajo que hacer.”
Aquellos dos hombres eran grandes y fuertes. Aun así, la ocasional gota de sudor precipitándose desde sus rostros, las miradas inquietas, el fuerte agarre sobre sus armas y herramientas… Todas ellas señales de estrés. Todo el mundo estaba nervioso. Y las oscuras fauces que se abrían frente a ellos parecían alimentarse de aquella tensión.
William se mantuvo al loro de sus alrededores. Un nido sellado de caminantes por delante, ninguna ruta de escape, gente armada vigilando la entrada… Aquel tampoco sería un buen momento para intentar ninguna jugarreta. No les quedaría más remedio que seguirles la corriente y hacer todo lo posible por mantenerse con vida. Quien sabe, si traían de vuelta suficiente comida, quizá incluso se llevarían una ración. Aunque de alguna manera, lo dudaba.
El grupo se adentró en las profundidades del metro, y pronto giró una esquina, dejando atrás la aparente seguridad del refugio. William despreciaba a Marcus y a su gente, pero prefería su compañía en lugar de merodear hacia una infestación de caminantes.
“Joder…” susurró.
Uno de los hombres le lanzó una mirada fugaz.
“Que quede entre nosotros… Hay mejores opciones para encontrar comida, y más seguras. Lo que sea que haya en ese maletín, Marcus lo quiere. Es lo único que quiere conseguir con esto.”
“C-Creía que su intención era la de ayudar… ¿No le importa si morís…?” preguntó Claire con un tono de voz apenas audible.
“Cuando llegó aquí y fundó esta comunidad, era algún tipo de doctor. Creo que estaba investigando algo. Y ya tenía ese maletín por aquel entonces. Escuchad, su liderazgo ha sido brillante por ahora, y creo que realmente quiere ayudar a la gente… Pero lo que sea que haya en ese maletín, debe de ser importante.”
“Oye, ¿seguro que está bien que les cuentes estas cosas…?” preguntó el otro hombre.
“Estoy cansado de esta mierda, tío. No quiero ser el enemigo de nadie. Todo lo que sé es que Marcus valora mucho ese maletín, y que nosotros puede que recibamos una ración extra o dos si lo traemos de vuelta. Por eso nos ofrecimos voluntarios para este trabajo, ¿no? Venga, Owen. Tengo una familia que alimentar ahí atrás, y tú también. Deberías saberlo bien, tío. Tenemos que dejar nuestras diferencias de lado y trabajar juntos, al menos hasta que salgamos de este antro de mala muerte.”
Owen no dijo nada en respuesta. Tampoco William o Claire. Para ser sinceros, William no había pedido un puñetero sermón, pero toda información que pudiese obtener sobre Marcus era bienvenida. De hecho, aquel pequeño detalle era particularmente bienvenido.
‘Un doctor, ¿eh…?’
…
Avanzaron más en el metro, con la vista puesta en todas las direcciones, sus linternas balanceándose con cada paso que daban. Entonces, oyeron algo, a la vez que varias siluetas se resaltaban frente a la luz.
“Ojo… Tenemos compañía…” dijo uno de los hombres.
Tres caminantes, completamente quietos, observando al grupo de intrusos. Como los que habían visto en las alcantarillas, sus huesos crujieron y sus dientes parecieron castañear mientras trataban de arrastrarse en su dirección.
William se dio cuenta de que parecían mucho más “frescos” que los que estaba acostumbrado a ver en el exterior. El color de su piel parecía más cálido bajo la luz, sus músculos todavía se aferraban a sus huesos. La sangre que goteaba de sus heridas y que empapaba sus cuerpos brillaba de forma inquietante, todavía sin coagularse o secarse por completo.
Sin embargo, al contrario que los de las alcantarillas, estos avanzaban poco a poco en su dirección, aunque a un ritmo casi ridículo. Aun así, era suficiente para hacer que el grupo fuese consciente de la amenaza.
“Vale… Hagámoslo…” dijo el hombre al frente, apuntando la herramienta en forma de U hacia el cuerpo del caminante más cercano.
Con un empujón fuerte y decisivo, el caminante perdió el equilibrio y calló hacia atrás. Se revolvió y luchó en el suelo, pero a juzgar por la debilidad de sus movimientos, era poco probable que fuese a poder levantarse.
“Esa es la forma de hacerlo. Vamos, nuestro objetivo está más adentro. Y vigilad dónde pisáis, no os acerquéis a ellos.”
Tras empujar a los dos caminantes que quedaban, William continuó tras los dos hombres, con Claire temblando y pegándose a su espalda más de lo usual.
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[Comida. Comida. Comida. ¿Comida? Comida. ¿¿¿Comida???]
[No.]
[Dolor. Dolor. Dolor. Duele. ¿Dolor? Dolor. Peligro.]
[Peligro.]
[Ayuda. Ayuda. Ayudaayudaayudaayudaayuda—]
El caminante se contorsionó en el suelo, un hilo de sangre emergiendo de su boca mientras trataba de alzarse de nuevo. De repente, sus ojos se iluminaron en la oscuridad con una siniestra bioluminiscencia azul. Y ahí, tendido en el suelo, su mandíbula se abrió de par en par. Ningún sonido salió de su garganta.
Ahí, en completo silencio, el caminante gritó.