La noche había vuelto a llegar a La Vieja Ana, los marineros se habían ido a dormir a sus camarotes, pero en general el único que lograba dormir toda la noche era Ron, cuyos ronquidos estrepitosos provocan envidia del resto de marineros.
Todos tenían miedo de la noche, en especial aquellos que aún mantenían su cordura, pero también la necesitaban, por lo cual tras luchar contra los instintos de no dormir en un lugar peligroso, al final terminaban cediendo al cansancio y lograban conciliar el tan ansiado sueño.
Por suerte para todos, se había formado una especie de regla táctica de no atacarse en los camarotes, en parte por el temor de que Ron los mataría si se diera cuenta de que su anormalidad era peligrosa para el resto de tripulantes.
Pero la necesidad de tripulantes para trabajar en la cubierta, obligaba a Ron a dormir profundamente y no interesarse por los asuntos 'menores', que antes se pagarían con la muerte o la pérdida de alguna mano.
Esos asuntos 'menores', eran lo que más temían los marineros, porque las violaciones, robos, torturas y palizas habían inundado todo el barco, siempre que Ron no te viera directamente haciéndolo, estaba permitido.
La única 'regla' era que el marinero afectado tenía que salir lo suficientemente ileso como para seguir trabajando y así lograr que Ron no profundizara la investigación del asunto, por supuesto que todas estas 'reglas' no estaban escritas en ningún lado. Los castigos y el límite de lo permitido dependía más del humor de los niveles más altos y de la importancia del puesto involucrado.
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Esto fue lo que el capitán se había obligado a aceptar como nueva normalidad, le guste o no, el barco necesitaba tripulantes para navegar y luego del motín, se vio obligado a hacer la vista gorda en muchos asuntos que para él eran inhumanos.
Lentamente, todos se fueron quedando dormidos y los ronquidos comenzaron a llenar el camarote.
Fue entonces cuando Armin se despertó, había acordado reunirse con Ricardo para tomar unos tragos, aunque la noche era peligrosa, no era tan infrecuente ver algún marinero despertarse para ir a algún lugar de barco a tomar aire, a fumar o atender el llamado de la naturaleza.
Armin estaba algo emocionado, la verdad estos días fueron una mierda para él y encontrarse con alguien que había estado pasando por lo mismo daba cierto alivio a su corazón.
En este momento, lograr ese alivio era mucho más importante que dormir un poco más, para estar con más fuerzas para el siguiente día.
Armin salió de los camarotes, tratando de que sus pasos no despertaran a ninguno de los otros marineros y fue hacia las escaleras que se dirigían al piso de la cocina, al lado de las escaleras estaba Ricardo, sentado esperándolo.
"Finalmente, viniste, ya había pensado que te habías arrepentido " Murmuró en Ricardo en voz baja, mientras comenzaba a bajar las escaleras
"Las pocas botellas que logramos esconder, las guardamos en la cocina, por desgracia se están agotando y todos empezaron a hacer lo mismo, así que es complicado sacar botellas de la bodega"