El siguiente día fue bastante pesado para los marineros de La Vieja Ana, dado que las guardias nocturnas continúan menguando sus espíritus y cuerpos.
Si bien, no había ocurrido ninguna anomalía durante estos días, la mayoría de tripulantes a bordo todavía confiaban en el juicio del capitán y seguía tratando con seriedad cada una de sus guardias.
Lucas y Ricardo acababan de despertar y se encontraban yendo a la práctica de tiro con Paulo en el área del timón
Por desgracia para ellos, no pudieron usar las armas que el timonel les había regalado, dado que Ron nunca las había devuelto por lo que no le quedaba otra opción que practicar con un arma de pedernal tradicional.
"Como se supone que aprendamos a disparar .... sin disparar?" Preguntó Ricardo, algo desilusionado con el arma de pedernal en su mano.
"Aunque debería ser obvio, te recuerdo que la mayoría de suministros a bordo son limitados y el capitán no caga pólvora por el momento, como para que la estén desperdiciando unos novatos" Contesto Paulo, mientras masticaba un alga negra con puntos dorados.
"Con que aprendas lo básico es suficiente, en definitiva es apretar un gatillo y tampoco planeaba en convertirte en un soldado"
"De todas formas les traje dos ballestas, para que practiquen puntería y nos divirtamos un poco estas dos horas"
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Paulo procedió a explicarles cómo tenían que apuntar y cuáles eran las mejores técnicas para evitar ser apuntados, luego practicaron descargar y cargar las armas de pedernal que habían traído, pero no tenían permitido utilizarlas.
La práctica duró prácticamente las dos horas y los muchachos de la guardia yendo a dormir fueron como las campanadas de fin de clase
"Muy bien chicos progresaron bastante el día de hoy, pero ya está por amanecer …" Dijo Paulo masticando el alga en su boca ".... Si logran mantener este ritmo probablemente en una semana tengan la misma experiencia que los marineros del barco"
"¿Tan poca experiencia tienen?", preguntó Lucas
"Tal Vez no lo recuerdes, pero estas en un barco mercante y la pólvora es bastante cara como para que la usen a la ligera" Contesto Paulo mientras observaba la cara de desilusión de los grumetes
"De todas formas recuerden que las armas comunes de pedernal solo tienen un disparo bueno, por lo que la mayoría de batallas se termina resolviendo con espadas u otras armas blandas…"
"... las que podríamos ganar" Murmuró Paulo para sí mismo.
Los dos muchachos se despidieron de Paulo y se fueron a realizar sus tareas asignadas.
En el camino, se encontraron con Ron yendo con un grupo de marineros a la cubierta, Ricardo trató nuevamente de conseguir su caja, pero Ron volvió a ignorarlo.
Por desgracia para los dos, tras la charla de ayer con Paulo para Ron ese par de cajas se habían convertido en su símbolo de fe.
Él sabía que sus posibilidades eran muy pocas, sin embargo, decidió apostar su vida a que el barco mercante por ser más chico que los militares no sería atacado.
Si la apuesta salió bien, le devolvería las cajas a su amigo Paulo como indicando que nunca había que perder la fe y si salía mal entonces de poco servían, porque estarían muertos.