El tiempo pasaba sin piedad, los segundos se deslizaban en minutos, los minutos se transformaban en horas y, finalmente, el día llegaba a su fin. Cuando la séptima luna se alzó en el cielo, comenzó el último período de reflexión. Podríamos preguntarle a Arturo cuánto tiempo transcurrió entre la sexta y la séptima luna de reflexión, y su respuesta sería: ¡Una eternidad! Pero si le preguntáramos al jorobado cuánto tiempo pasó desde la séptima luna hasta el inicio de las contrataciones, la respuesta sería: ¡Un parpadeo!
Y, de hecho, en el tiempo que duró ese pestañeo, Arturo vio cómo su última transacción se completaba. Ahora podía prepararse mentalmente para enfrentar las contrataciones. Sin embargo, el dilema residía en el cronómetro del espejo:
Contrataciones 2:00 horas
—Dos horas…—Susurró Arturo con tal cansancio en su voz que parecía que cada palabra pronunciada le restaba un año de vida.
Y no era para menos, Arturo se había pasado más de un día frente al espejo comerciando el número de puesto como si su futuro dependiera de ello y de hecho su futuro verdaderamente dependía de ello.
En estos momentos el rostro del jorobado estaba pálido y carente de vida. Las ojeras bajo sus ojos eran notorias, con una tonalidad oscura que indicaba su falta de sueño. Sus párpados lucían pesados, y sus ojos, que solían tener un brillo curioso, estaban ahora enrojecidos.
La falta de descanso había dejado su marca en Arturo, y su mirada cansada revelaba una profunda fatiga. Parpadeaba con lentitud, como si sus párpados pesaran una tonelada. Sus ojos se movían con dificultad, y cada parpadeo era un esfuerzo evidente por tratar de ver si lo estaban estafando o no con los pactos que realizaba. Por suerte el ojo flotante aparentemente no sentía el cansancio y más de una vez le había golpeado la espada de Arturo, recordándole que se estaba equivocando.
Pese a que gracias a la ayuda de su astuta mascota, las negociaciones fueron realmente fructíferas, la fatiga le había robado la energía necesaria al jorobado para mostrar alegría o entusiasmo. Su mandíbula se movía con dificultad al hablar, y su voz sonaba apagada y sin entusiasmo; sin embargo, entre balbucearos logró decir:
—Anteojitos, te dije que me avisaras cuando faltara cuatro horas para dormir, ¿por qué no lo hiciste?, ni siquiera tuve tiempo de lavar la túnica!
El ojo flotante, aparentemente rebautizado como «Anteojitos», se desplazó de arriba a abajo con una especie de alegría, como si estuviera felicitando a Arturo por haber completado la misión que le había asignado. Arturo, por su parte, observó cómo su mascota lo trataba con una mezcla de ternura y esfuerzo, sin estar seguro de si estaba viendo ilusiones debido al cansancio o si realmente el ojo flotante estaba expresando su felicitación por haber completado la última transacción.
Lo cierto es que a lo largo del día Arturo se dio cuenta de que el extraño ojo flotante que lo acompañaba no solo podía leer su idioma y entender sus palabras, sino que también parecía comprender sus intenciones. A lo largo del día, tratando de matar el aburrimiento de la rutina del comerciante el jorobado había hablado de más y había compartido demasiados detalles sobre sus planes con Anteojitos, lo que provocó que su mascota asumiera activamente su papel como vigilante de su tarea, como si los objetivos de Arturo se hubieran convertido en los suyos .
Por lo que cada vez que Arturo se alejaba del espejo en busca de un breve descanso o para atender sus necesidades básicas, su mascota comenzaba a golpearlo con fuerza, recordándole su deber de trabajar. La violencia de su mascota no dejaba margen para la vagancia, y Arturo se encontró trabajando sin cesar durante todo el día, sin oportunidad para el descanso ni para satisfacer sus necesidades básicas.
—¡Recuerda despertarme a tiempo! ¡No se te vaya a ocurrir equivocarte nuevamente con los tiempos, Anteojitos!—Exclamó Arturo mientras buscaba un lugar en su cuarto y se tendía en el suelo, recostándose con los brazos. Aunque el suelo de su cuarto era de tierra, debido a que las losas de piedra habían sido transformadas, aún resultaba algo incómodo tratar de dormir, pese a ello el jorobado no tenía la energía como para ir hasta el santuario en busca de más comodidad. No obstante, el cansancio lo venció en cuestión de respiraciones y Arturo cayó desmayado de inmediato, confiando en que su inteligente compañero lo despertaría a tiempo y todo saldría bien.
El tiempo fue pasando y mientras Arturo soñaba con conejitos saltando vallas, sintió una molesta picazón en las piernas que lo hizo cubrirse con sus sucias túnicas y seguir durmiendo. Sin embargo, la picazón persistió, lo que finalmente lo hizo abrir los ojos con somnolencia. Para su sorpresa, descubrió que los mini-humanos, armados con sus diminutas espadas, estaban encima de sus piernas y lo estaban pinchando con determinación. Mientras tanto, Copito saltaba de manera frenética, como si estuviera animando a los mini-humanos en su tarea.
Arturo se sintió aturdido por la extraña escena ante sus ojos y se quedó pasmado durante unos minutos. Luego, trató de recordar qué asunto importante había olvidado. Buscó en la habitación, como si esperara encontrar la respuesta a su desconcierto. Fue entonces cuando vio a Anteojitos, su tierna mascota, leyendo el libro de rumores. Parecía estar utilizando magia para mantener el libro flotando frente a él, mientras las páginas pasaban incansablemente frente a su ojo, como si su mascota verdaderamente estuviera buscando respuestas en el libro.
Ver a su mascota leyendo, y más aún, descubrir que había obtenido el libro que claramente estaba escondido dentro del espejo, dejó a Arturo atónito. Se cuestionó si estaba atrapado en un sueño, pero el dolor de las espadas de los mini-humanos, que se clavaban y arrancaban pelos de su pie, era bastante tangible y le recordó que estaba despierto.
Fue entonces cuando Arturo se dio cuenta de que la luna había desaparecido hace tiempo y ya no se veía por la ventana de su habitación. Para colmo el sol también estaba a punto de ponerse, ya que la luz anaranjada que entraba por su única ventana indicaba que el atardecer estaba terminando, por no decir que ya había terminado.
—¡Mierda, mierda, mierda!—Gritó Arturo como un desquiciado, mirando con furia al ojo flotante que continuaba ignorándolo, mientras seguía leyendo en el techo de la habitación como si su vida dependiera de ello.
—¿Por qué no me despertaste, Anteojitos?, ¡te pedí que me ayudaras con eso!—Preguntó Arturo mientras se levantaba de un salto y corría hacia el espejo de su habitación. Tras lo cual, casi se muere del susto al ver el cronómetro en su cuarto que marcaba:
Contrataciones -47:40 horas
—¿Cuánto tiempo estuve durmiendo?—Se preguntó Arturo mientras observaba cómo el cronómetro en el espejo aparentaba haberse roto y estaba en cuenta regresiva. Parecía que le quedaban unos pocos minutos para que el sol finalmente se pusiera y terminara el período de contrataciones, no obstante la fecha rota en el reloj indicaba cualquier cosa.
Preocupado, Arturo buscó con urgencia en el espejo la información necesaria para dirigirse al lugar donde se llevarían a cabo las contrataciones. Sin embargo, sin buscar demasiado, notó que había una carta con la información que necesitaba justo en el centro del espejo, un poco más abajo del cronómetro:
> "Estimados Estudiantes,
>
> Me dirijo a ustedes con el propósito de informarles que el tan esperado Día de las Contrataciones comenzará en exactamente 45 minutos. Es un placer invitarlos a congregarse en la Gran Plaza, donde se han dispuesto los puestos respectivos para cada uno de ustedes.
>
> Les pedimos encarecidamente que se presenten al evento con una vestimenta acorde a la solemnidad que merece esta ocasión. Aunque es probable que hayan escuchado rumores acerca de este importante día, quiero recordarles que durante el desarrollo del evento será necesario que firmen un contrato con alguno de los supervisores que los evaluarán.
>
> Además, les insto a lucir con orgullo todos los logros y trofeos que hayan obtenido a lo largo de su educación, pues esto servirá para demostrar su valía y calidad ante sus futuros jefes. También es importante que tengan en cuenta que perderán todos los libros que hayan acumulado durante su infancia, pero recibirán una recompensa más que satisfactoria por cada uno de ellos, por lo que les animo a no sentirse abatidos por este asunto.
>
> Por último, les recomendamos encarecidamente que sean puntuales y se presenten al evento dentro de los próximos 45 minutos, ya que de lo contrario podría haber serias consecuencias.
>
> Atentamente, Martín, el Gran Anciano"
Tras leer la carta, un sudor frío comenzó a resbalar por la frente de Arturo, quien se encontraba paralizado ante la visión del cronómetro arriba de la carta marcando «-47:40 Horas». La realidad se abalanzó sobre él como un martillo, con la cruel certeza de que no solo habían transcurrido los 45 minutos iniciales, sino que había pasado más de un día completo mientras dormía, y las contrataciones debieron haber comenzado hace mucho tiempo, por no decir que es posible que ya hayan terminado.
Sin poder sacarse de la mente ese pensamiento, un escalofrío recorrió la espina dorsal del jorobado mientras la desesperación se apoderaba de él. Arturo no podía evitar sentir que había perdido una oportunidad crucial en su vida y la idea de haber estado durmiendo mientras otros estudiantes competían por los mejores puestos de trabajo lo llenaba de angustia.
—¡No puede ser!—Exclamó Arturo en voz alta, su voz temblorosa y cargada de frustración. Sus manos se aferraron al espejo como si fuera su única conexión con la realidad, aunque fuera una realidad desgarradora.
El jorobado miró a su alrededor, tratando de entender cómo había llegado a esa situación. La habitación, la ventana, el espejo, Anteojito ignorándolo, Copito saltando alegremente... Todo parecía igual, pero el tiempo se había deslizado de manera implacable mientras él dormía perezosamente.
Sin querer seguir perdiendo más tiempo, Arturo cerró los ojos, se mentaliza y dejó escapar un suspiro profundo. Su mente se llenó de pensamientos autocríticos y trató de evitar seguir culpando a su mascota, cuando el verdadero responsable de quedarse dormido había sido él mismo, su negligencia y su falta de responsabilidad. Sin embargo, Arturo también sabía que no tenía tiempo para la autocompasión y la única opción era actuar de inmediato.
—¡Tengo que llegar a la Gran Plaza ahora mismo! —Declaró con firmeza, como si pudiera convencerse a sí mismo de que aún había esperanza. Tras lo cual Arturo cerro el mensaje y antes de que pudiera reaccionar otro mensaje apareció en el espejo:
> "Estimados Estudiantes,
>
> En el contexto del evento que se avecina, es de vital importancia recordarles que el acceso al mismo se encuentra condicionado por la mención de las palabras clave: “Asistir al evento”.
>
> Asimismo, queremos enfatizar la puntualidad como un aspecto fundamental. No obstante, para brindar cierta flexibilidad a aquellos estudiantes que dejaron algunas cuestiones para último momento, se les otorgará un período adicional de 15 minutos después de la hora de inicio programada para su llegada. Sin embargo, les instamos encarecidamente a tomar en cuenta que, en caso de que se retrase más allá de este margen, se aplicará una penalización.
>
> Cada minuto de retraso después del período de gracia de 15 minutos resultará en la disminución de su posición en la lista de participantes. Entendemos que el tiempo es valioso para todos, y queremos asegurarnos de que esta experiencia sea agradable para cada uno de sus compañeros.
>
> Esperamos que esta información sea clara y que todos ustedes estén debidamente preparados para el evento. Nos emociona contar con su presencia y esperamos que disfruten de lo que tenemos preparado.
>
> Atentamente, Martín, el Gran Anciano"
Habiendo encontrado las palabras clave, el desesperado Arturo cerró rápidamente el cronómetro y el mensaje, ansioso por pronunciar las palabras que le permitirían asistir al evento. Sin embargo, en el momento en que cerró la carta, otra apareció en su lugar, flotando sobre la superficie del espejo como un espectro inquietante:
> "Estimados Estudiantes,
>
> Es con gran pesar que me dirijo a ustedes en esta ocasión. Hemos esperado pacientemente durante más de una hora desde el momento en que se suponía que debían congregarse en la Gran Plaza. Lamentablemente, muchos de ustedes aún no han hecho acto de presencia.
>
> Como resultado de esta demora significativa, me veo en la obligación de aplicar una penalización considerable. A partir de este momento, todos los estudiantes que no han asistido al evento perderán mil posiciones en la lista de participantes. Esto representa una medida drástica, pero considero que es necesaria para mantener la integridad del proceso de contratación. Además, continuaremos restando 5 posiciones adicionales por cada minuto que transcurra sin su presencia
>
> Atentamente, Martín, el Gran Anciano"
Sintiendo la urgencia transmitida en la carta, Arturo rápidamente la cerró, pero antes de poder abrir la boca para poder asistir al evento, otra notificación apareció en el espejo con una insistencia que lo exasperó aún más.
—¿Qué más podría salir mal en este día? —Se lamentó el jorobado, con un tono de resignación en su voz, mientras leía la siguiente notificación:
> "Estimados Estudiantes,
>
> Si estás entre el grupo de 260 estudiantes que está leyendo esta carta, sinceramente me siento consternado por la falta de preparación y responsabilidad que han demostrado. Han transcurrido más de 4 horas desde el momento en que se suponía que debían asistir a la plaza, y me resulta sumamente decepcionante que no hayan cumplido con este simple requisito.
>
> Como resultado de esta prolongada ausencia, me veo en la lamentable necesidad de aplicar una sanción. A partir de ahora, les restaremos 4000 posiciones a cada uno de ustedes.
>
> Además, continuaremos descontando 50 posiciones adicionales por cada minuto que transcurra sin su presencia. Es hora de que asuman las consecuencias de sus acciones y entiendan que la falta de preparación previa tiene un alto costo en este proceso de selección.
>
> Atentamente, Martín, el Gran Anciano"
Preocupado por el contenido de la carta, Arturo la examinó detenidamente mientras su mente se preparaba para pronunciar las palabras que lo llevarían al evento. Sus ojos escudriñaron cada línea, tratando de asimilar la importancia del mensaje. Finalmente, tras comprobar que por el momento el castigo era un costo asumible, Arturo cerró la carta.
—Asistir al... —Comenzó a decir Arturo en voz baja, pero sus palabras se vieron bruscamente interrumpidas por un nuevo mensaje que apareció frente a él.
> “Estimados Estudiantes,
>
> Comprendo que, al estar entre los 40 estudiantes que aún no han asistido al evento, están al tanto de los «cambios» que ocurren en algunas ubicaciones en este día en particular. Lamento informarles que se han demorado en cumplir sus objetivos y, por lo tanto, me veo obligado a aplicar una penalización. No solo se les sacará su número de puesto, sino que, a partir de este momento, se les retirará la recompensa que deberían obtener a cambio de los libros que han reunido durante su infancia: ¡Una recompensa perdida por cada hora de retraso!
>
> Entiendo que las circunstancias pueden complicarse, pero es importante que acudan lo antes posible al evento. Les insto a apresurarse y unirse a nosotros en la gran plaza antes de que se agote más tiempo.
>
> Atentamente, Martín, el Gran Anciano”
—¡Mierda, Anteojitos! ¡Me has hecho perder tres recompensas misteriosas!—Maldijo Arturo soltando una serie de groserías mientras leía el mensaje, frustrado por el tiempo que había perdido y las oportunidades que había dejado escapar.
Su mascota, sin inmutarse por los insultos, siguió leyendo el libro con rapidez, como si estuviera desesperada por encontrar algo importante. Arturo, sabiendo que no podía hacer nada para cambiar lo que ya había sucedido, cerró la carta y se preparó para decir las palabras mágicas que lo llevarían al evento. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de pronunciarlas, otra molesta notificación apareció en el espejo, interrumpiéndolo una vez más:
> “Estimados Estudiantes,
>
> Espero que estén conscientes de que solo quedan diez de ustedes que aún no asisten al evento. Si bien valoro sus estrategias, no puedo ignorar que el tiempo avanza inexorablemente, y sus compañeros comienzan a impacientarse. Lamentablemente, me veo en la obligación de tomar medidas adicionales en caso de que continúen retrasándose.
>
> A partir de este momento, por cada cinco horas de retraso, se les descontará una reliquia de su futuro salario. Quiero que sepan que no tomó esta decisión a la ligera, pero me es necesario mantener las tradiciones de este evento tan importante.
>
> Les instó a reconsiderar su enfoque y a unirse al resto de sus compañeros en la Gran Plaza lo antes posible. El tiempo sigue corriendo y las oportunidades no esperan a nadie.
>
> Atentamente, Martín, el Gran Anciano"
—¡Mierda! ¿Ves, Anteojitos? Por estas cosas es que no puedes andar haciendo lo que quieres. Te pedí que me despertara. Y ahora por tu falta de responsabilidad acabo de perder una barbaridad de reliquias…—Se quejó Arturo mientras una sonrisa alegre se formaba en su rostro, como si estuviera tomando todo con humor—Pero bueno, al menos puedo decir que tengo un compañero muy dedicado que sí se molestó en despertarme. ¿Qué opinas, Copito?
Copito, que había estado observando todo con curiosidad desde el suelo, solo movió sus ojos hacia el espejo como si estuviera diciendo «¡Si sigues perdiendo el tiempo nos condenarás a todos, imbécil!».
Siguiendo la preocupación de su mascota, Arturo cerró la molesta notificación en el espejo y se preparó para finalmente decir las palabras mágicas que le permitirían unirse al evento de contrataciones, no obstante sus planes se vieron interrumpidos por otra notificación:
> “Estimados Estudiantes,
>
> Solo quedan 3 estudiantes por llegar al examen, entre los cuales te encuentras. Te recuerdo que ya han pasado casi 20 horas desde que deberías haber llegado al examen, y lamento informarte que mi paciencia y la de tus compañeros tiene un límite: ¡Si no apareces en las próximas 4 horas, las contrataciones comenzarán sin usted!
>
> Estoy seguro de que eres consciente de las graves consecuencias de no estar presente en este evento. Además de perder la oportunidad de forjar un futuro mejor, perderás valiosas reliquias y los trofeos acumulados a lo largo de tu educación. No puedo enfatizar lo suficiente lo crucial que es que estés aquí lo antes posible: ¡Tu futuro depende de ello!
>
> Atentamente, Martín, el Gran Anciano”
Arturo sonrió alegremente y cerró la notificación, incapaz de reaccionar de otra manera ante la posibilidad de haberse perdido uno de los eventos más importantes de su vida por quedarse dormido. Sin embargo, antes de que pudiera salir del trance por completo, otra notificación apareció en la superficie del espejo, interrumpiendo sus pensamientos.
> “Estimado Arturo,
>
> Te lo advertí una y mil veces, deberíamos haber iniciado el evento hace más de un día y, sin embargo, sigues demorándote. No me queda otra opción que excluirte de la posibilidad de participar del Día de las Contrataciones. ¡Tu indisciplina, ingenuidad y falta de respeto hacia tus compañeros te han llevado a tener que buscar un contrato entre los desaprobados!
>
> Atentamente, Martín, el Gran Anciano"
Arturo leyó el mensaje mientras sonreía de manera forzada, con la sonrisa más amplia y falsa que jamás había esbozado en su vida. Estaba tan abrumado por la alegría que le costaba incluso respirar mientras mantenía esa expresión en su rostro. Sin embargo, esta máscara de felicidad no duró mucho, y Arturo comenzó a llorar desconsoladamente.
Mientras el jorobado se ahogaba entre sus lágrimas, el ojo gigante dejó de leer y arrojó el libro hacia el espejo, lo que provocó que se cerrara la notificación actual y que apareciera una nueva en la pantalla:
> “Querido Arturito,
>
> ¡Qué picardía! Parece que me equivoqué de destinatario en mi carta anterior, chiquillo. Un niño tan especial como tú nunca podría ser excluido de un evento tan importante. Así que, por favor, te pido en nombre de todos tus queridos compañeritos que asistas al evento lo antes posible.
>
> Con cariño, tu querido Abuelito Martín”
Arturo dejó de llorar de inmediato al leer la carta, su rostro pasó de la desesperación a la confusión en un abrir y cerrar de ojos.
—¿No me echaron del evento?—Preguntó Arturo con confusión, mirando a Anteojitos.
Ante lo cual su mascota parpadeando dos veces, constatando que efectivamente no lo habían excluido del evento.
Con un corazón lleno de dudas, Arturo volvió a cerrar la carta que había aparecido en el espejo. Casi al instante, otra notificación apareció en la pantalla, y Arturo se preparó para lo que vendría a continuación.
> "Para mi querido Arturito,
>
> Espero que estés bien, cariño. Mamá conejo se enteró de que un anciano molesto quería expulsarte del evento especial que se celebra el día de hoy, ¡Menos mal que antes de aprobar tu expulsión necesitaban el sello del abuelo conejo! Y resulta que el abuelo se dio cuenta de que eres un conejito especial. Así que, no te preocupes, Arturito. Tómate tu tiempo y asiste al evento cuando puedas.
>
> Solo quiero recordarte que hemos hablado con tu curador para que te acompañe de vuelta a tu habitación. Además, ten en cuenta que el espejo de tu cuarto solo te llevará a la Gran Plaza hasta que termine el evento.
>
> Stolen content alert: this content belongs on Royal Road. Report any occurrences.
>
> Con todo mi cariño, Mamá conejo”
—¡¿Qué mierda es esto?!—Exclamó Arturo mientras leía la carta, sin entender por qué esta persona llamada «mamá conejo» lo trataba como a un niño pequeño, incluso había colocado dibujos a lo largo de la carta para explicar el mensaje con caricaturas.
Arturo miró al ojo flotante en busca de respuestas. Al parecer, su mascota había leído cada notificación que había llegado y por ello lo había dejado dormir todo el tiempo que quisiera.
—Espera un momento, si puedes leer, ¿por qué no me despertaste a tiempo? Sabías que esta «mamá conejo» vendría a mi rescate, ¿verdad?—Preguntó Arturo mientras miraba como Anteojitos frotaba de arriba a abajo con satisfacción, como si finalmente su “mascota” hubiera aprendido el nuevo truco que buscaba enseñarle.
—¿Me estás diciendo en serio que aprendiste un rumor del libro de rumores? ¿Tú también eres tan inteligente, Copito? —Dijo Arturo con escepticismo; por un momento pensando que Copito se había estado haciendo el tonto todo este tiempo para aprovecharse de su ingenuidad, aunque Copito simplemente saltaba alegremente sin comprender.
Arturo quiso seguir insistiendo con las preguntas, pero notó que Anteojitos se había quedado mirando el espejo con una intensidad inusual, similar a la primera vez que le había ayudado con el problema de la estafa. Esto hizo que Arturo se preocupara, ya que comprendió que su mascota quería transmitirle algo importante. Decidiendo tomar las cosas en serio, el jorobado dirigió su atención hacia el espejo y se sorprendió por lo que encontró allí:
> Usaremos la estrategia de Colmillitos.
Arturo se dio la vuelta y vio a su mascota con consternación, pensando si acaso era realmente posible lo que tenía en mente; sin embargo, parecía ser así, puesto que el mensaje estaba escrito de forma tan irregular que parecía que alguien lo escribió lanzándole cosas al espejo:
—¿Tú escribiste este mensaje?
La mascota no contestó y, en cambio, dirigió su mirada hacia el libro de rumores que había estado leyendo, haciendo que el libro se levantara del suelo comenzara a levitar frente a Arturo. Siguiendo su corazonada, Arturo abrió el libro de rumores y buscó entre sus páginas hasta que finalmente encontró lo que su mascota había estado leyendo, o tal vez lo que quería que él leyera:
¿Quién es Colmillo?
Colmillo, el conejito malicioso, no es una persona o una criatura; más bien, es una representación de la alineación «Caótico Malvado» para aquellos estudiantes clasificados como retrasados mentales que han ganado el favor de los dioses.
¿Quién es Colmillo?
Colmillo, el conejito malicioso, es una criatura que pertenece a la especie de los conejos, pero a diferencia de los conejos de las fábulas y cuentos, estos tienen la habilidad de hablar. Son conocidos por ser los curadores de los estudiantes con retraso mental. Como es tradición, cada conejito nace para ser el curador de un estudiante especial. Por lo que Colmillo no es una excepción y ha sido el curador de un estudiante con retraso mental.
¿Quién es Colmillo?
Colmillo es la personificación de la alineación «Caótico Malvado», usado por los conejitos especiales. Se rumorea que hace mucho tiempo, Colmillo existió de verdad y desempeñó el papel de curador para un estudiante. En esa época, el gremio de curadores no tenía tanto poder como en la actualidad, pero Colmillo logró enterarse de un cambio reciente en las reglas del evento de «Contrataciones». Aprovechando esta oportunidad, logró que un estudiante con retraso mental obtuviera el primer puesto en el importante evento, lo cual nunca antes había sucedido en la historia. A partir de entonces, su leyenda se propagó como un incendio y, tras su fallecimiento, se convirtió en uno de los nueve conejitos más importantes en la historia de los curadores.
¿Quién es Colmillo?
Colmillo es una figura legendaria, un rumor olvidado que ya no se menciona. Con el paso de los milenios, se ha transformado en un mito. Nadie desea recordar lo que hizo, y los pocos que conocen su historia se han asegurado de no divulgarla. A pesar de ello, los rumores persisten: Colmillo es una representación del vacío en la historia de la academia, y después de su influencia, los curadores obtuvieron el control de las «asignaciones».
¿Quién es Colmillo?
Colmillo fue el primer curador que logró proteger a su estudiante asignado de uno de los años vacíos de la academia. No se sabe como lo hizo, no hay rumores al respecto, nadie que lo sepa lo ha dicho nunca, pero hay rumores de un estudiante de 18 años conviviendo entre los de estudiante que todavía no habían realizado el examen, rumores oscuros que el tiempo sabiamente dejó escondido entre mis páginas.
¿Quién es Colmillo?
Cada décima camada de estudiantes la luna de sangre se iluminará en el cielo, marcando un año vacío en la historia de la academia, durante el vacío las contrataciones se detienen y los estudiantes que aprobaron son cosechados por la academia para mejorar las instalaciones. Colmillo, en aquel entonces conocido como Colmillitos, por sus adorables colmillos blancos que se remarcaban en su esponjoso pelaje negro, fue el curador de un retrasado mental que perteneció a la décima camada de estudiantes. Su leyenda nace en que Colmillitos fue el primer curador capas de salvar a un retrasado mental del gran sacrificio. No se conocen detalles sobre cómo lo hizo, pero se murmura que Colmillitos fue el único conejo que se atrevió a pasearse por las aulas de la academia frente a los estudiantes que aún no habían realizado el examen.
—¡El mito del conejo en la academia, Colmillos es ese conejo!—Gritó Arturo, mirando a su mascota con ojos emocionados. Sin embargo, la mirada complacida de su mascota envió un escalofrío por la espalda de Arturo. El sudor frío comenzó a empapar su túnica mientras el jorobado continuaba hablando:
—¿Tú crees que yo pertenezca a la décima camada? El rumor de los años vacíos es bastante conocido entre nosotros. Se dice que eso ocurrió en la antigüedad, cuando la academia estaba en sus inicios y necesitaba expandirse. Pero es un rumor tan antiguo como la academia misma, y ahora hablan de la milésima camada como la que hay que evitar. Es muy probable que en estos tiempos la décima camada sea solo un mito. Muchas veces debatimos esto con mis compañeros y con otros estudiantes. Juntos descubrimos que en general hay muchas pistas para comprobar si somos o no la milésima camada, y también hay formas de sobrevivir muy conocidas...
Ante estas palabras, Anteojitos parpadeó una sola vez, indicando que aparentemente compartía la creencia de que no estaban en esa camada.
—Si también piensas que no estamos en esa camada, entonces ¿qué te preocupa, Anteojitos?—preguntó Arturo con seriedad. El ojo flotante volvió a mirar el espejo donde el tosco mensaje se encontraba escrito.
—¿Quieres que use la estrategia de Colmillos? Pero yo no sé cuál es esa estrategia, Anteojitos...— Dijo Arturo con preocupación, un poco triste por no poder hacer feliz a su nueva mascota; consciente de que por lo que se veía en el libro, obtener una respuesta sobre este tema parecía llevar mucho tiempo de prueba y error.
Anteojitos parpadeó dos veces, mirando fijamente a Arturo en respuesta afirmativa, como indicándole que sí la sabía. Ante esto, el joven trató de recordarle a su compañero que no sabía la estrategia, pero una idea cruzó su mente y la formuló en voz alta:
—No sé la estrategia de Colmillos, ¡pero sí puedo conocer la estrategia de Colmillitos! Hay cientos, si no miles de rumores infantiles sobre el conejo negro que solía pasear por las aulas de la academia.
Como respuesta a la idea, Anteojitos flotó hacia arriba y abajo, mostrando su silenciosa aprobación. Sin demorarse y consciente de que no era sabio seguir retrasando, Arturo tomó el libro de rumores y preguntó, sabiendo que si su mascota había puesto tanto empeño en este plan, al menos debía intentar ver si esta estrategia era viable:
—Oh, librito de mi corazón, ¿me contarías las historias de Colmillitos?, el malvado conejo negro que solía pasear por las aulas de la academia.
Ante lo cual, el libro de rumores comenzó a dar vuelta sus páginas hasta mostrar un mensaje bastante largo y detallado, por lo que aparentemente ya le habían formulado esta pregunta con anterioridad:
¡Las fábulas del conejo negro!
Hace mucho tiempo, en una academia llena de estudiantes en un mundo donde la magia y las criaturas fantásticas eran algo común, circulaba una historia sobre un conejo negro llamado Colmillitos. Este conejo, a primera vista, parecía adorable y tierno, con un pelaje pomposo y oscuro , y unos ojos regordetes y brillantes, pero su hermosa aparecía ocultaba un gran secreto.
Durante el tiempo en donde el conejo pudo ser visto en la academia, los rumores sobre Colmillitos se propagaron entre los estudiantes como el fuego en un bosque seco. Decían que este travieso conejo acechaba las aulas de la academia, esperando el momento adecuado para atraer a los incautos. Se decía que tenía la habilidad de engañar a los jóvenes con su ternura y apariencia inocente, haciéndolos confiar en él antes de llevarlos a su escondite.
Los estudiantes comenzaron a desaparecer misteriosamente, y los relatos sobre Colmillitos se hicieron más aterradores con cada nueva víctima. Se decía que el conejo usaba sus colmillos afilados para secuestrar a los jóvenes, arrastrándolos a un lugar oscuro y desconocido. Nadie sabía exactamente qué ocurría con aquellos que eran atrapados por Colmillitos, pero todos estaban seguros de que no era nada bueno.
A medida que la paranoia se apoderaba de la academia, los estudiantes comenzaron a tomar precauciones extremas. Algunos intentaron cazar a Colmillitos para descubrir la verdad detrás de estos terribles rumores, pero el astuto conejo siempre lograba escapar de sus trampas y artimañas. Otros estudiantes, presas del pánico, dejaron de investigar la academia, abandonando sus secretos en busca de obtener seguridad.
Pero Colmillitos no se contentaba con meras desapariciones. Algunos valientes intentaron enfrentarlo, pero el conejo demostró ser un adversario formidable. Se rumoreaba que tenía la capacidad de hipnotizar a sus presas, nublando sus mentes con su mirada y obligándolos a obedecer sus siniestros deseos.
Con el tiempo, la academia se volvió un lugar desolado y aterrador. Las aulas que una vez estuvieron llenas de risas y aprendizaje se convirtieron en un lugar de terrorífico, donde la sombra de Colmillitos acechaba en cada rincón. Los estudiantes que sobrevivían a sus ataques vivían con miedo constante, evitando cualquier lugar que pudiera ser el escondite del conejo maligno.
Los secretos y misterios que rodeaban a Colmillitos solo se hicieron más profundos con el tiempo. Nadie sabía de dónde venía ni por qué hacía lo que hacía, pero todos sabían que de la noche a la mañana las desapariciones cesaron. Algunos creían que era una criatura maldita que se había sentido ofendida, mientras que otros pensaban que era el espíritu vengativo de algún estudiante que había desaprobado. Pero una cosa era segura: su apariencia tierna y adorable ocultaba un corazón oscuro y malévolo.
La fábula de Colmillitos se convirtió en una advertencia para todos los estudiantes de la academia. Les recordaba que, a veces, las apariencias engañaban y que la verdadera maldad podía esconderse detrás de la más bella criatura. Aunque nunca supo con certeza qué le ocurría a quienes caían en manos de Colmillitos, todos compartían un temor común: ¡el conejo negro que paseaba por las aulas era una amenaza que debía ser evitada a toda costa!
—Lo más probable es que el conejo fuera inofensivo, pero el retrasado mental al que cuidaba este conejo no lo era. Sin embargo, ¿por qué atacaba a los estudiantes? O, lo que es aún más importante, ¿Cómo hizo este adulto para interactuar con los estudiantes?—Se preguntó Arturo, comenzando a comprender en parte lo que estaba sucediendo y cuál era la estrategia de Anteojitos.
Lamentablemente, Anteojitos parecía conocer la respuesta, pero no tenía forma de comunicarla. Viendo que Arturo era demasiado ingenuo para deducir las respuestas por sí mismo, el ojo flotante se las arregló para encontrar una manera de hacérsela entender. Buscando en la habitación, encontró una de las bandejas llenas de manjares que los minihumanos ofrecían en honor a Copito y la hizo flotar frente al joven.
Tomando el plato de comida en miniatura con su mano, Arturo lo observó durante unos minutos hasta que finalmente dijo:
—¿Comida? Oh... mierda... Sí, tiene sentido. Si el retrasado mental no fue a las contrataciones del año vacío y por eso se quedó en su cuarto durante un año completo para ir a la siguiente fecha de contrataciones, entonces se hubiera muerto de hambre a menos que pudiera ir al comedor. Pero al parecer no podía hacerlo, por lo que no tuvo otra opción que comerse lo que tuviera a mano, y probablemente eso terminó creando esta fábula... Aun así, Anteojitos, espero que no pienses que estoy tan demente como para llevar a cabo una estrategia que me obligue a comer niños, ¿o sí?
No obstante, el ojo no pestañeó y en su lugar dejó lentamente de mirar a Arturo para enfocarse en el tierno y adorable Copito. Siguiendo la mirada, el jorobado vio a su hermosa mascota mirándolo con sus grandes y brillantes ojos. Cuando sus miradas se encontraron, una sonrisa tierna y estúpida se formó en el rostro de Arturo mientras miraba a su linda mascota, asintiendo tiernamente y con algo de dificultad, como si dijera: «¡Sí, Arturito, debes comer niños si me quieres de verdad!»
Ante esto, Arturo asintió bobamente afirmativamente, hasta que finalmente reaccionó y volvió a mirar al ojo flotante, diciendo:
—¡Pero por supuesto que no voy a hacer semejante barbaridad! No sé cómo te las ingenias para enseñarle a Copito a decir que sí, pero ni con su apoyo podrás convencerme de que haga semejante atrocidad.
Lentamente Anteojitos voló hasta posarse frente al jorobado. Sin embargo, no lo miró a él, sino que se quedó mirando el espejo que estaba detrás de Arturo con una intensidad abismal.
Temeroso de la mala corazonada que tenía en el pecho, Arturo se dio la vuelta para mirar el espejo. Para su sorpresa, el mensaje que Anteojitos había dejado había desaparecido, y en su lugar, el cronómetro había vuelto a aparecer, indicando:
Contrataciones -47:58 horas
—¿Pasa algo si me atraso más de dos días?—Preguntó Arturo con la voz temblorosa, recordando el pequeño detalle de que quien lo había despertado había sido Copito, lo cual no tenía ningún sentido, dado que la inteligencia de la bola peluda era prácticamente inexistente. Claramente, quien había dado la orden debía ser el ojo flotante y eso significaba que había estado durmiendo el tiempo suficiente como para no poder interferir en sus “planes”.
Sin obtener respuesta, Anteojitos dejó de mirar el espejo y se dirigió a la única ventana en el dormitorio, donde una gran y regordeta luna estaba a punto de alzarse en lo más alto del cielo, indicando el final del día. Sintiendo que algo horrible estaba por ocurrir, Arturo notó que su mascota había dejado de prestarle atención y rápidamente se dirigió al espejo:
—¡Archivos!
Inmediatamente, una gran cantidad de archivos apareció en la pantalla. Arturo ignoró la mayoría de ellos y se centró en algunos que habían sido recientemente archivados de manera deliberada. Entre estos, encontró algunos que nunca había visto antes, e incluso había algunos que habían llegado mientras él leía el libro de rumores. Resultaba evidente que alguien los había mandado a archivar en su lugar, y el único posible responsable de esto era Anteojitos. Sin perder tiempo, Arturo abrió las cartas no leídas para descubrir qué información le había ocultado su mascota.
> “Arturo,
>
> ¿Qué demonios estás haciendo, muchacho? ¿Cómo te atreves a ignorar las advertencias que te he enviado? ¡Deberías estar en la gran plaza ahora mismo! ¿Cómo te atreves a faltar a la cita más importante de tu vida? Las contrataciones están en pleno apogeo, y tú, miserable estudiante, brillas por tu ausencia.
>
> Tus compañeros ya están firmando sus contratos y han asegurado su futuro. Pero tú, con tu negligencia y desinterés, has desafiado las normas de nuestra academia y, lo que es peor, me has desafiado a mí, el Gran Anciano. Te advierto que las consecuencias de tu ausencia serán terribles. Te exijo que te presentes en la Gran Plaza de inmediato. No hay margen para excusas ni demoras. Debes entender que tu actitud egoísta e irresponsable no solo te afecta a ti, sino a cada compañero de clase que confió en ti.
>
> Han pasado más de 28 horas desde que debiste haber llegado al evento, y aún no das señales de vida. ¿Qué estás haciendo? ¿Dónde estás, Arturo? ¿Te has escondido como un cobarde? Atrévete a enfrentar las consecuencias de tus acciones. Atrévete a aparecer en las contrataciones y sométete a tu destino. No podrás eludirme por mucho tiempo. Esto es solo el comienzo de tus problemas. ¡Muévete, maldita sea!
>
> Con ira y desprecio, Martín, el Gran Anciano”
> “Arturo,
>
> Tú... no has aparecido. No puedo creer lo irresponsable que estás siendo. ¿Qué rayos te pasa por la cabeza? ¡No puedes simplemente ignorar tus obligaciones de esta manera! ¿Dónde estás?, ¡Ya pasaron 30 horas, Arturo!, ¿Acaso piensas que puedes esconderte en tu dormitorio para siempre? ¡No sabes lo que estás provocando! Los demás estudiantes ya están inquietos, y sus miradas se vuelven acusadoras.
>
> Esto va más allá de una simple falta, jovencito. Tus acciones pueden desencadenar una catástrofe. Debes comprender que tu ausencia tiene consecuencias, y no solo para ti, sino para todos los estudiantes. Las contrataciones no pueden comenzar sin ti, Arturo, y si no estamos todos presentes antes de que la luna se eleve en el cielo: ¡No solo perderás esta oportunidad, sino que sellarás el destino de todos nosotros!
>
> Tienes cuatro horas para presentarte. ¡Cuatro horas antes de que el terror inunde esta plaza! No sé si podré mantener el control de los estudiantes por mucho más. ¡Maldito seas, Arturo! No te equivoques, retrasado, no solo estás poniendo en peligro tu vida, sino la de todos nosotros. ¡Aparece antes de que sea demasiado tarde!
>
> Martín, el Gran Anciano”
> “Arturo,
>
> ¡¿Por qué no estás aquí?! ¿Por qué juegas con nuestras vidas? Ya no puedo soportar la presión, los estudiantes murmuran en las sombras, conspiran contra mí. No puedo confiar en nadie. Sus miradas acechantes me atormentan cada minuto que te sigues retrasando.
>
> Temo que algo oscuro se avecina. El tiempo se agota y, con cada minuto que pasa, el terror se apodera de todos nosotros. Las sombras en los alrededores de la plaza se retuercen, y siento sus ojos en mi espalda susurrándome: ¡Seduciéndome a hacer algo que no quiero hacer!. ¿Has oído el susurro de la noche, Arturo? ¿Lo has sentido acechando, esperando su oportunidad para convencerte de hacer una locura?
>
> Te ruego, te suplico que aparezcas antes de que sea demasiado tarde. La plaza se está llenado de rumores sobre tu ausencia, y la inquietud se propaga como una enfermedad incurable. Los estudiantes empiezan a protestarme y a exigir respuestas. Temen por sus vidas y por sus futuros. ¿No entiendes lo que está en juego? ¡No puedes hacerme esto! ¡No puedes quedarte al margen y condenarnos a todos!
>
> Por favor, Arturo, aparece antes de que sea tarde. Los gritos, las protestas, el terror... son ensordecedores. No sé cuánto tiempo más podré mantenerme cuerdo. No puedo seguir soportando esto. ¡No puedo enfrentar lo que viene!
>
> Quedan tres horas, muchacho, tres horas antes de que el horror se desate. ¿Quieres ser responsable de la masacre que se avecina? ¿No te importa la vida de tus queridos compañeros?
>
> Martín, el Gran Anciano”
> “Arturo,
>
> ¡Por el amor de todo lo que es sagrado, aparece! Las contrataciones deben comenzar, y el tiempo se agota. Si no apareces pronto, todos los estudiantes serán sacrificados. El miedo y la paranoia han inundado la Gran Plaza. Los estudiantes están al borde del colapso, y yo... yo también.
>
> La oscuridad se cierra sobre nosotros, y no puedo evitar sentir que algo terrible está por suceder. ¡Te suplico que aparezcas! Los estudiantes están desapareciendo uno por uno entre las sombras. Y los gritos de aquellos que ya no están resuenan en mi mente como un recordatorio de lo que me ocurrirá. ¿Acaso quieres que tus amigos sean uno de ellos? ¿Quieres que todo lo que tus compañeros han construido se desmorone en el abismo?
>
> Me temo que el control de los estudiantes se me está escapando de las manos: ¡Están enloqueciendo, Arturo!. Algunos se han vuelto violentos, se arrancan los cabellos, gritan enloquecidos y se golpean unos a otros. Otros han caído en la completa estupidez, mirando fijamente al vacío, con los ojos sin vida alguna.
>
> Te lo ruego, Arturo, no puedo soportarlo más. No puedo soportar el peso de lo que está por venir. Las luces de la Gran Plaza se van apagando, y la locura se apodera de los corazones más débiles. Las sombras acechan en cada rincón seduciendo con las promesas de un inexistente escape, y no se puede confiar en nadie.
>
> Ya ni siquiera puedo mantener la fachada de cordura ante los estudiantes que me rodean. La paranoia se ha apoderado de ellos, y las miradas de sospecha se cruzan en cada rincón. Las palabras de los desaparecidos se retuercen en mi mente, y siento que la oscuridad me elegirá como su siguiente víctima para ser devorada. ¿Es esto lo que quieres, Arturo? ¿Es esto lo que deseas para todos nosotros? Por favor, aparece antes de que sea demasiado tarde. Te ruego que no ignores este llamado. Ven y firma un contrato antes de que la oscuridad caiga sobre nosotros. ¡Por el amor de todo lo que es sagrado, ven!
>
> Martín, el Gran Anciano”
> “Arturo,
>
> ¡Por favor, por favor, por favor! Te suplico que aparezcas. La sangre inunda el suelo de la plaza, y los gritos llenan el aire impidiéndonos distinguir entre los lunáticos y los lamentos. Los demonios de la noche caminan entre nosotros, vistiendo nuestras pieles, hablando nuestro idioma y fingiendo pasarse por aquellos que hace mucho han desaparecido, siento que la muerte nos rodea. Si no vienes, todos nosotros... todos nosotros seremos sacrificados.
>
> No hay palabras para describir lo que está ocurriendo. Los estudiantes se han convertido en bestias salvajes, devorándose unos a otros. La plaza está llena de cuerpos mutilados y ensangrentados. Las risas histéricas resuenan por todas partes, y los lamentos de los moribundos llenan el aire.
>
> La locura se ha apoderado de mí. Ya no sé lo que es real y lo que no. Las paredes parecen moverse, las lámparas se alargan y encogen, y las sombras que caminan por la plaza toman formas grotescas. Estoy perdiendo la cordura, Arturo, ¡Y no puedo soportarlo más!
>
> Si no vienes pronto, caeré en la locura total, y todo estará perdido, ya no habrá nadie que pueda proteger a los pocos estudiantes cuerdos que aún luchan por no rendirse. Ya no sé si los estudiantes son humanos, o si yo me estoy convirtiendo en una de estas criaturas de pesadilla. ¡No sé si podré sobrevivir a esto, Arturo! ¿Acaso quieres ser cómplice de la masacre que se avecina?
>
> Te suplico, Arturo, ven al evento antes de que la locura me consuma por completo.
>
> Martín”
> “Arturo,
>
> No puedo creer que hayas sido tan egoísta, tan insensible, Arturo. ¿No comprendes lo que has causado? Mis palabras no pueden expresar el llanto de tus compañeros y la desesperación que les rodea. No sé si esta carta llegará a ser vista por ti, pero si la lees, por favor, comprende que tu idiotez condenó más de diez mil almas. ¡Ya no queda esperanza para ninguno de nosotros! Si alguna vez fuiste amigo de alguien más, ahora eres un paria: ¡Un desterrado, indigno del amor de cualquier criatura en esta tierra!
>
> Martín”
—Archivos eliminados…—Murmuró Arturo con una voz apenas audiblemente, mientras su cuerpo no paraba de temblar con lo que leía y observaba por el rabillo del ojo cómo su mascota admiraba la luna que dentro de poco dominaría lo alto del cielo, como si estuviera brillando exclusivamente para alabarlo a él y a su gran ojo.
Acto seguido los archivos eliminados se mostraron, con lo cual Arturo notó que tres cartas habían desaparecido recientemente, borradas por su mascota mientras él continuaba absorto en su lectura, tal y como había sospechado que ocurriría:
> "ARTURO,
>
> EL HORROR, EL HORROR, EL HORROR. ¿NO LO VES? ¿NO LO SIENTES? ¿NO TE ATORMENTA? LOS ESTUDIANTES SE HAN VUELTO LOCOS, LA SANGRE ESTÁ EN EL SUELO, LOS GRITOS NO CESAN. EL TIEMPO SE HA DETENIDO Y CORRE A LA VEZ. ¿POR QUÉ NO VENÍS? ¿POR QUÉ NADIE VIENE?
>
> NO PUEDO HACER NADA PARA DETENERLO. LAS PAREDES HABLAN, LAS SOMBRAS SE SUSURRAN, EL ESPANTO NOS DEVORA A TODOS. EL GRAN ANCIANO HA DESAPARECIDO, Y YO VOY DETRÁS DE ÉL. SI NO APARECÉS AHORA, SEREMOS ALIMENTO DE LO DESCONOCIDO.
>
> EL EVENTO ESTÁ A PUNTO DE COMENZAR. ESCUCHO SUS SUSURROS EN MI CABEZA, Y SÉ QUE YA NO ESTOY SOLO. POR FAVOR, ARTURO, VEN, POR FAVOR, VEN ANTES DE QUE SEA DEMASIADO TARDE, ANTES DE QUE EL TERROR SE COMA NUESTRAS ALMAS. ¡LO ESTOY VIENDO, ARTURO, LO ESTOY VIENDO!”
> "ARTURO, ARtUrO, ARtuRo.
>
> El tIemPO nO eS cOnStANte, lAs mURAlLaS REpiTeN lOs GRItOs, EL EspAcIo Se DObLa, tODos LoS oJoS mE MiRaN, TOdOS. La LUNA SAngRIEnta cAYó, La SAngre FlUYe, Los COntratOs SE cUmpLIRán, la MUerTE, ELLA lOS MIRa.
>
> eL ANcIANo nO Es NADie, YO sOy NadIE, NAdie, NAadie. ArTURo, Tu ERes nADIE, nADie, nadie. VeN, VeN ANtEs dE quE EL HOrroR se COme NUEsTrAs aLmAs, Las gARgarAS nOS dEVORAn, LoS OJos, LOS oJOS, TUs OJOS, vEn, vEn, vEn…"
> "ArTuRo, pOR fAvOR, sALvAnOs, aYúDAnoS, SOlO tÚ PUedEs, EL teMpo, eL HOrrOR, tOdOS lOS ESStudIaNtes, La sanGRE, No quEdA TIEmpO, lAs VoCeS, EL mAleDiCtO, No Queda ESPERAnZa, AYÚDAnoS, ArTuRO, EReS La ÚNICa eSPERAnZa, TErrOr, TErRoR, TERROR, TERROR. Los ojos, los ojos, los OJOS...
>
> VEEENNNNNNNNNNNNNNN”
Rápidamente, Arturo saco todas las notificaciones y se miró en el reflejo del espejo.
—¡Asistir al evento!—Dijo Arturo con firmeza reconociendo la letra de sus amigos Dodo y Helena en las últimas cartas; sin embargo, la buena voluntad a veces no bastaba para cambiar los planes maestros de los grandes villanos.
—¡¡Asistir al evento!! —Gritó con más fuerza Arturo, mientras miraba con preocupación cómo absolutamente nada estaba ocurriendo. En busca de respuestas, Arturo levantó la cabeza para preguntarle a Anteojitos. Sin embargo, fue entonces cuando el jorobado pudo ver que la luna ya se encontraba en lo más alto del cielo, y poco a poco un brillo rojo carmesí intenso comenzaba a ser emitido por la misma, el mismo brillo que Arturo había visto cuando Anteojitos llegó a su vida y se convirtió en su mascota.
—¿Por qué?, ¡Si era por unas meras reliquias o por un mejor contrato, entonces no valía la pena! ¡No todo en la vida es nuestro éxito, Anteojitos!—Gritó Arturo, mientras se lanzaba a llorar, pensando en la desesperación que sus dos compañeros de clase habían vivido antes de ser sacrificados. Ante sus llantos, Anteojitos dejó de mirar la luna y en su lugar miró intensamente a Copito. Siguiendo su mirada, Arturo vio al puffin mirándolo con sus grandes y regordetes ojos. Rodeando al puffin, los minihumanos se arrodillaban a su alrededor, remarcando su imagen. Así, Arturo pudo ver que no muy lejos de Copito, un extraño tanque del tamaño de un vaso básico contenía unas pocas gotas de líquido verde.
Bajo la estrecha mirada de la bola de pelos, Arturo se acercó al vaso verde y, usando sus dedos, tomó una de las gotas verdes y la puso en su boca, sintiendo cómo su lengua poco a poco se adormecía. Ante el perturbador descubrimiento, Arturo miró cómo Copito lo observaba con una intensidad impresionante, como si estuviera a punto de revelarle su gran secreto. A pesar de que no lo hizo y Arturo fue el que finalmente rompió el silencio:
—¡Fuiste tú quien me durmió! ¡Fueron tus minihumanos! ¿Por qué hicieron eso? ¿Por qué ayudaste a Anteojitos? ¿Acaso no te importan los demás?
Copito, sin dejar de mirar a Arturo, comenzó a negar con la cabeza con bastante dificultad, de una manera bastante ridícula, dado que su cuerpo aparentemente no tenía mucha capacidad para girar hacia los lados. Sin embargo, sus gigantescos y brillantes ojos parecían susurrar al viento: "No, Arturito, ellos no importan. ¡Usaremos sus cadáveres para fabricar nuestra escalera hacia la gloria!"
—... —Arturo se quedó en silencio, mirando al Puffin, preguntándose si realmente se había vuelto loco o si simplemente estaba desconociendo información importante sobre lo que significaba tener una mascota. No obstante, los tiernos ojos de la criatura y la ridiculez de la escena hicieron que Arturo sonriera mientras susurraba:
—Bueno, cosas que pasan, como diría Félix y el sacerdote: no hay que preocuparse tanto por estas tonterías...