Siguiendo la pomposa cola del conejo, el niño se acercó al inventario y sacó el último objeto que había adquirido durante las asignaciones.
¡La Banana!
Arturo admiró la fruta amarilla y alargada en sus manos como si se tratara de una joya oculta entre la basura. Según las leyendas, esta fruta tenía el poder de cambiar el destino de uno, dándole a un estudiante las herramientas para convertirse en un mago, otorgándole ojos al ciego y voz al mudo, convirtiendo al mendigo en rey y al rey en dios. ¡Todo era posible! No había límite alguno ante el poder que esta fruta guardaba en su interior. Pero había un problema, y es que nadie sabía qué es lo que escondía cada banana, por lo que su poder solo podía ser revelado por aquellos con el coraje para conseguirla.
—¿Qué es lo que más deseas obtener, Arturo? —Preguntó Pompón con curiosidad, mientras se dejaba llevar por la atmósfera misteriosa que envolvía a esta fruta exótica y llamativa.
—Que todo siga igual, que no nos falte nada y que nadie pueda robarnos lo que obtuvimos... —Murmuró el niño mientras admiraba la banana en sus manos.
—¡Eres un mago, Arturo! ¡Nadie puede negar eso! —Exclamó el conejo con orgullo— Pero no todos los magos son igual de poderosos, ¡ahora debemos conquistar el mundo con el poder de esta banana!
—Que pase lo que tenga que pasar... —Murmuró Arturo con anticipación, mientras con lentitud pelaba la banana y observaba el amarillento fruto que se ocultaba en su interior.
Sin dudarlo, el joven comenzó a comer la banana. Primero un bocado; no obstante, nada ocurrió. En el segundo bocado, todo permaneció igual, y el tercero tampoco mostró signos de mayores cambios. La banana fue lentamente comida, y nada ocurrió; su sabor tampoco era muy diferente al de una banana ordinaria, por no decir que eran idénticos. Así que ciertamente, a medida que el niño comía la banana, su mente comenzaba a dudar de sí mismo, de la flor y de sus palabras. ¿Acaso lo habían engañado? ¿La banana era una mentira? ¿No había un gran destino oculto esperando a que él lo alcanzara?
Sin embargo, las dudas en la mente del niño duraron bastante poco, porque tras dar el último bocado, sintió algo diferente. No en su cuerpo, no en el ambiente ni en su destino, sino en lo que estaba masticando. Arturo notó como si alguna especie de piedra estuviera escondida en el interior de la banana, con lo que con apuro se metió la mano en la boca y sacó de entre sus dientes una piedra negra y resbaladiza, la cual, en realidad, era una semilla del tamaño de un botón.
—¿Una semilla? —Preguntó Arturo sin saber qué hacer con la cosa en sus manos.
—Da la casualidad de que tenemos un par de macetas en la habitación más chica, deberíamos plantarla y ver que pasa… —Recordó Pompón mirando la semilla con entusiasmo.
—¡Ah! Me había olvidado completamente de ese cuarto…—Dijo Arturo, recordando que su casa tenía 4 habitaciones. Sin embargo, la habitación más chica estaba escondida detrás del castillo de los minihumanos, por lo que su entrada no era muy visible.
El niño se dirigió hacia la pequeña habitación donde se encontraban las dos macetas que tenía en su poder, las mismas descansaban arriba de la mesa de piedra que ocupaba casi toda la habitación. Siguiendo lo que había aprendido de la vida, Arturo imitó a los personajes de los cuentos de hadas y enterró la semilla en la tierra negra y húmeda que llenaba las macetas.
A medida que Arturo sembraba la semilla en la tierra, la habitación pareció cobrar vida con una energía vibrante. La semilla se hundió en la tierra húmeda, y el niño la cubrió con cuidado. Pompón observaba con gran expectación mientras las leyendas y mitos de la poderosa banana resonaban en su mente.
De repente, la maceta comenzó a temblar hasta romperse en mil pedazos. Pero en lugar de simplemente esparcir tierra por toda la habitación, algo extraordinario sucedió. De las aberturas entre las piedras de las paredes comenzó a brotar una luz intensa, y una extraña energía mágica llenó el aire.
La pared opuesta a las macetas comenzó a transformarse, y en lugar donde antes se encontraba una superficie, gris, áspera y fría, surgió una ventana gigante que ocupaba toda la pared. A través de ella, Arturo pudo ver cómo un paisaje sorprendente se formaba gradualmente, hasta transformarse en una exuberante jungla, llena de vegetación exótica y vida salvaje.
En el centro de este microcosmos, un sapo gigante de ojos brillantes y piel esmeralda, reposaba cómodamente en un lecho de musgo. A su alrededor, insectos vibrantes revoloteaban entre plantas exóticas y un pequeño charco de agua clara.
El ambiente era perfecto para el sapo, con una lluvia artificial que caía suavemente de cristales mágicos que surgieron por la jungla. Una niebla cálida envolvía todo, dando al “terrario” una atmósfera única y encantadora.
Arturo, asombrado por el espectáculo ante sus ojos, se acercó lentamente a la ventana. El niño se preguntaba cómo una simple semilla podía transformar su entorno de esta manera asombrosa.
Sin embargo, antes de que el niño pudiera reaccionar, sintió algo rompiéndose en su espalda. Con brusquedad, se dio la vuelta y observó con asombro cómo la maceta, que no contenía ninguna semilla, se despedazaba en pedazos. Una luz brillante llenó la habitación de manera instantánea, y la pared opuesta al marco que daba entrada a la habitación comenzó a transformarse en una ventana, por la cual se observaba como un microclima se encontraba emergiendo de la nada misma.
La nueva atmósfera parecía transportar a Arturo a un lugar singular: un pantano enigmático, envuelto en una densa niebla que confería un aire místico al entorno. Las aguas quietas reflejaban la luz de manera sutil, creando un juego de sombras y destellos que daban vida a cada rincón.
En medio de este pantano, imponente como el rey del paraje, se erigía un sapo de proporciones asombrosas. Su piel marrón resplandecía con destellos dorados, y sus ojos, profundos y sabios, observaban con astucia el nuevo intruso en su reino. Las ondulaciones en el agua, impulsadas por el croar ocasional del sapo, creaban una sinfonía natural que envolvía la habitación transformada.
Arturo se encontraba maravillado ante la visión surrealista que se desplegaba ante sus ojos. Cautivado por la presencia majestuosa del sapo, avanzó tímidamente hacia la ventana.
El sapo, al notar la presencia del niño, emitió un croar resonante que parecía contener un mensaje cifrado. Una conexión especial se estableció entre Arturo y el sapo, como si ambos compartieran un vínculo más allá de la comprensión humana.
Con cautela, Arturo se aventuró a preguntar al sapo sobre el significado de esta transformación. Sin embargo, antes de que pudiera articular una sola palabra, notó otro destello que envolvía la habitación. Entre el mar de luz, Arturo presenció cómo los restos de una de las macetas se hundían en el suelo del cuarto, provocando que otra ventana surgiera en la pared opuesta a la jungla. Siguiendo el patrón de los eventos anteriores, un microclima emergió; en este caso, era una playa.
La costa se extendía con su arena dorada, flanqueada por palmeras, mecidas por la suave brisa marina. La mirada de Arturo se perdía en el horizonte, donde el océano se confundía con el cielo en una mezcla de azules infinitos.
En el centro de esta playa, ocupando el protagonismo del lugar como un monarca, se alzaba otro sapo gigante. Su piel era negra y relucía con matices dorados. Sus ojos, llenos de preguntas, escudriñaban su entorno con curiosidad. Las olas rompían suavemente en la orilla, creando una sinfonía relajante que llenaba la habitación de una atmósfera serena.
Arturo, aún maravillado por la sucesión de eventos, se acercó al borde de la ventana-playa. La presencia de los sapos gigantes parecía sugerir que estos seres eran guardianes de cada microcosmos, custodios de los secretos y las posibilidades que se desplegaban ante el niño.
Pero nuevamente, no hubo tiempo para maravillarse, ya que los restos de la última maceta también comenzaron a desaparecer por el suelo y una luz volvió a llenar el pequeño cuarto. Seguido del destello de luz, la última pared del cuarto que quedaba sin transformarse comenzó a convertirse en una ventana. Aunque el marco de piedra en la pared permaneció inalterable, los alrededores del mismo se volvieron transparentes hasta que se pudo ver del otro lado el microclima que se había creado. En este caso, era una especie de cueva.
El entorno dentro de la cueva era fascinante. Un lago tranquilo ocupaba el centro, con aguas cristalinas que reflejaban la tenue luz que emanaba de las paredes de piedra. Una gran piedra, ubicada estratégicamente en el medio del lago, servía como trono para un sapo imponente que observaba con curiosidad el fenómeno que ocurría al otro lado de la ventana.
La cueva estaba adornada con estalactitas y estalagmitas que formaban intrincadas figuras. El suelo estaba cubierto de musgo, creando un tapiz verde que se extendía por todo el espacio. En algunas áreas, pequeñas flores de colores vivos brotaban, añadiendo destellos de belleza al ambiente subterráneo.
El sapo en la piedra central emitía un croar profundo y resonante, como si fuera el guardián de este reino subterráneo. Arturo se quedó admirando la belleza de la cueva y la majestuosidad del sapo, preguntándose qué secretos y posibilidades aguardarían en este nuevo rincón de su santuario.
—Pompón, ¿esto es real? —Preguntó Arturo, sin poder apartar la mirada de la maravillosa escena.
El conejo, que había estado saltando de alegría alrededor de la habitación, se acercó y observó la nueva adición a su hogar.
—Creo que sí, Arturo. Parece que la semilla no solo nos dio un simple sapo, sino que una sinergia ocurrió, y luego otra, y luego otra, y luego… —Pompón estaba tan intrigado como el niño por las inusuales transformaciones que estaban ocurriendo. No obstante, sus palabras se vieron interrumpidas dado que el clima en la habitación había cambiado de repente. Prácticamente de forma coordinada, los cuatro sapos habían dejado de croar repentinamente, como si algo que no debía ocurrir hubiera sucedido frente a sus ojos.
El cambio en la atmósfera se dio cuando cuatro sapos se miraron entre sí, reconociéndose entre seres de la misma especie.
Fue entonces cuando, de manera sorprendente, los cuatro sapos comenzaron a croar al unísono, y toda la habitación en donde se encontraba Arturo comenzó a temblar de forma violenta.
Los cuatro sapos, en una asombrosa sincronización, comenzaron a croar una melodía mágica que resonó en toda la habitación. La canción hablaba de la leyenda de un extraño y maravilloso sapo, cuyas hazañas se tejían en la trama de la naturaleza y la maravilla del mundo. Sus voces eran encantadoras, como si la misma magia que transformó la habitación estuviera impregnada en sus cantos:
> ¡Salta salta en la ciénaga guerrera con el dios sapo en nuestra bandera! Bajo la luz de la luna sangrienta, cruzaremos ríos de veneno y tormenta.
>
> Croak, croak, en la batalla rugiente, con el dios sapo, somos valientes. En la oscuridad, nuestra canción retumba, aniquilaremos a la serpiente que zumba.
>
> Sus lenguas viperinas, llenas de veneno, pero el dios sapo es su freno. Con saltos y rugidos, rompemos las cadenas. En la ciénaga, nuestra marcha resuena.
>
> Croak, croak, en la batalla rugiente, con el dios sapo, somos valientes. En la oscuridad, nuestra canción retumba, aniquilaremos a la serpiente que zumba.
>
> Bajo la lluvia de flechas, en la noche eterna, el dios sapo lidera con su mirada eterna. En la danza de la guerra, somos la tormenta. Devoraremos a la serpiente sin advertencia.
>
> Croak, croak, en la batalla rugiente, con el dios sapo, somos valientes. En la oscuridad, nuestra canción retumba, aniquilaremos a la serpiente que zumba.
>
> En la ciénaga de caos, marchamos con furia. El dios sapo nos guía en esta oscura juria. Rompiendo las cadenas de la serpiente maldita, nuestra marcha resuena.
>
> Croak, croak, en la batalla rugiente, con el dios sapo, somos valientes. En la oscuridad, nuestra canción retumba, aniquilaremos a la serpiente que zumba.
>
> En la victoria, con la lengua afilada, bajo el estandarte del dios sapo, la serpiente caída. Nuestra canción de guerra retumba en la ciénaga. Con el dios sapo, la victoria nos espera.
Mientras los sapos entonaban la canción, los muebles de la pequeña habitación desaparecieron uno a uno. Mientras que del suelo emergió lentamente una estatua majestuosa. Era la representación de un sapo gigante, adornado con musgo y flores que brotaban naturalmente de su cuerpo, como si fuera un dios que encarnaba la esencia misma de la naturaleza.
La estatua tenía los ojos brillantes y parecía emanar una energía mística que llenaba la habitación. Las flores que la adornaban se movían con la melodía de los sapos, como si bailaran al compás de la canción. El musgo le daba un toque ancestral y, al mismo tiempo, resaltaba la conexión del sapo con la tierra y la naturaleza.
Arturo y Pompón quedaron boquiabiertos ante la transformación. Era como si hubieran invocado a un dios, y este hubiera decidido manifestarse en la forma de una estatua magnífica.
A medida que la canción llegaba a su clímax, la estatua parecía cobrar vida. La habitación se llenó de una luz tenue, y una sensación de paz y conexión con la naturaleza envolvía el lugar. Los sapos, ahora en silencio, observaban con ojos brillantes la magnífica estatua que se alzaba en el centro de la habitación.
Ante la mirada de los cuatro sapos, la boca de la estatua se abrió de repente, y una larga lengua comenzó a emerger con lentitud. Con cuidado, envuelta en ella, se encontraba una canica negra con un martillo tallado sobre su superficie.
—¡Otra canica! —Exclamó Arturo con entusiasmo.
—La tercera que juntamos, por los dioses, cuántas sinergias ocurrieron por la semilla que dejó esa banana… —Murmuró con asombro Pompón, mientras observaba al niño sacar la canica de la estatua.
Con la canica cuidadosamente sostenida por sus tambaleantes manitas, Arturo se dirigió hacia el espejo de su cuarto y pronunció las siguientes palabras mágicas:
> "Hogar, dulce hogar"
Inmediatamente, el reflejo en el espejo comenzó a distorsionarse, mostrando el panel de hogar, es decir, el armario cuyo suelo lleno de champiñones coloridos era el hogar de Azaluz, el constructor.
—¿Dónde se metió la oruga? —Preguntó Arturo mientras miraba el bosque detenidamente.
—¿La necesitas? Solo tienes que colocar la canica negra en una de las ranuras donde hay canicas del mismo color —Recordó Pompón.
Sintiendo un chispazo de memoria recorrer su cuerpo, Arturo colocó la canica negra en una de las ranuras, provocando que esta fuera absorbida por la misma y quedara pegada a la pared.
Inmediatamente, el bosque de champiñones en el suelo del armario comenzó a cambiar, y la ubicación de Azaluz quedó revelada.
—¡Arturo! ¡Has logrado encontrar otra canica! ¡Felicidades!... ¿Qué te pasó? —Preguntó Azaluz, visiblemente confundido con el cambio de apariencia que había tenido el jorobado desde la última vez que habían hablado.
—Nada, ¿notas algo raro? —Preguntó Arturo mientras inspeccionaba su cuerpo.
—Noto demasiadas cosas raras, pero considerando que no nos vemos desde hace unas cuantas eras podríamos decir que es normal… —Dijo Azaluz mientras fumaba con tranquilidad, buscando en su mente alguna respuesta a lo sucedido— Pero eso no importa, Arturo. Lo que importa es que conseguiste otra canica y llegaste a tres canicas en una colección de cinco, lo cual es un logro sorprendente. Al parecer, has estado trabajando arduamente durante el tiempo que no nos vimos.
—Desde que nací no he dejado de trabajar arduamente… —Murmuró Arturo— ¿La canica que hizo?
—Nada, por el momento. ¡Debes irte y volver a entrar! —Ordenó la oruga con autoridad.
Algo irritado por la actitud del insecto, Arturo siguió la orden y se retiró de su casa. Al volver a entrar, no notó absolutamente ningún cambio, por lo que quiso ir a investigar el santuario. Sin embargo, Pompón detuvo al niño antes de que pudiera hacerlo:
—No sabes qué secretos esconde la canica negra. Para evitar arruinar su poder y los misterios que puede ofrecernos, es necesario que se los preguntes de antemano a la oruga con la que habías hablado.
El conejo ocultó bastante bien el miedo que tenía a lo desconocido y lo confundió con la posibilidad de perderse algún tesoro secreto, logrando seducir al niño para que volviera a hablar con Azaluz. Tras convocar el armario, Pompón se metió adentro del mismo y tocó la secuencia de champiñones necesaria para convocar a la oruga que se encontraba fumando plácidamente en una ubicación diferente a donde antes se escondía.
—La canica provocó algo interesante, ¿verdad? —Preguntó Arturo con anticipación al ver a la regordeta oruga mirándolo con curiosidad.
Azaluz formó una espiral de humo que se elevó en el aire antes de responder:
—Ah, la canica negra, un objeto curioso con secretos impactantes. Has desencadenado una serie de eventos que están conectados con el propio tejido del mundo que habitas. La banana que consumiste, la semilla que plantaste, la canica que ahora disfrutas; todo está intrincadamente vinculado, como las ramas de un árbol que se extienden en direcciones desconocidas.
Arturo escuchaba con atención, expectante de lo que vendría a continuación. Por su parte, la oruga, con calma, explicó el trasfondo de los eventos que se fueron desencadenando desde su perspectiva como constructor:
—La banana que comiste te otorgó el objeto de invocación de una de las ranas sabias que habitan un mundo muy antiguo y perdido. Pero en lugar de usar el objeto de invocación, decidiste plantarlo en una maceta, provocando que una sinergia ocurriera. Esto derivó en que se invocaran dos ranas, la sabia y la contracara de la rana sabia, la rana alegre. No obstante, al plantar la semilla en el invernadero, ocurrió la sinergia que uno podría esperar de un invernadero y todas las macetas del lugar fueron plantadas con la misma semilla, esto derivó a que tuvieras cuatro ranas, una ocupando cada una de las paredes de la habitación. Esto te permitió acceder a otra sinergia prácticamente desconocida, la cual invocó la estatua de un dios en el invernadero. A su vez, al tener un santuario en tu hogar, esta estatua provocó otra sinergia y te dotó de una de las canicas negras que necesitabas. Podría decirse que fuiste increíblemente afortunado, en otras palabras, tu destino mejoró tal y como la banana prometía. No obstante, perdiste las dos macetas y los muebles que tenías en el invernadero en el proceso.
—Esos muebles no importaban, pero yendo a lo importante, ¿cómo te enteraste de que comí una banana? —Preguntó Arturo, impactado por cómo la banana había sido tan influyente en los eventos aleatorios que ocurrieron hace unos minutos. Parecería que la legendaria fruta le había dado el objeto que necesitaba, en la situación que necesitaba, bajo las condiciones que necesitaba.
—Me lo dijeron las ranas sabias mientras trabajaba con la canica. Como su nombre indica, estas ranas poseen una sabiduría que trasciende los tiempos y comprendieron que tantos eventos fortuitos ocurriendo al mismo tiempo debían ser producto de algún objeto que jugara con el destino de quien lo usara. Luego, tus mascotas me contaron que comiste una banana muy misteriosa —Respondió el constructor con orgullo— Para ti, todo mi trabajo se dio en unos meros segundos, pero el proceso de modificar un hogar es largo y meticuloso.
—¿Y la tercera canica que nos otorgó?, todas esas sinergias concluyeron en esa canica, debe ser importante, ¿o no? —Preguntó Pompón apuntando a la información relevante.
—La canica negra —continuó Azaluz— contiene el poder de los ocultistas, seres que juraron proteger y salvaguardar la información acerca de los dioses olvidados por el paso de las eras. La primera canica otorgaba una gran ofrenda a cada dios que honras en tu santuario; la segunda canica convocaba a un ocultista para guiarte en el mundo del ocultismo, el cual te dará la información que necesitas para acceder al poder de los dioses olvidados que honras en tu santuario. En cuanto a tu tercera canica...
La oruga dio una profunda calada y dejó que el tiempo dramatizara la información que estaba a punto de revelar, provocando que el impaciente niño sintiera cómo los vellos de su cuerpo se ponían de punta por la expectativa.
Finalmente, la oruga soltó una bocanada de humo y con una voz profunda y penetrante continuó la explicación:
—La tercera canica es compleja; podría decirse que otorga sabiduría, en parte protección y algo de compañía. Te posiciona como el dueño de algo importante para una comunidad reducida de criaturas, por lo que te brinda las herramientas para que puedas llamarte con orgullo el dueño de un lugar de oración a lo olvidado.
—¿Y cuáles serían estas herramientas? —Preguntó Arturo, cautivado por la voz profunda del insecto.
—Dos golem guardianes te seguirán en tus aventuras cuando abandones el santuario. Un sacerdote de cada uno de los dioses a los cuales rindes culto ha aparecido en tu santuario, y una gran cantidad de eventos podrían comenzar a ocurrir de ahora en adelante.
—¿Eventos buenos o malos? —Preguntó Arturo con preocupación.
—No sé qué son estos “eventos”, pero pocas criaturas se animan a visitar un lugar tan olvidado por los dioses como lo es tu hogar para causar problemas, por lo que no deberías ponerte nervioso —Respondió Azaluz transmitiendo calma— De todas formas, deberías ir a ver los cambios tú mismo; solo así lograrás comprenderlos. La habitación sigue siendo segura.
Siguiendo el consejo de la oruga, Arturo se armó de valor y decidió explorar la habitación donde almacenaba la comida. Aunque lo cierto era que nada extraño se podía escuchar proveniente de la habitación contigua, por lo que el niño tenía ciertas dudas acerca de si lo dicho por la oruga era verdadero o falso.
Al cruzar el umbral que daba entrada a la silenciosa habitación, Arturo observó con cautela su entorno. Sin embargo, nada extraño podía verse a simple vista. El único cambio significativo era que la estatua de la rana gigante se encontraba ahora colocada sobre una de las paredes de la habitación. Para ser precisos, ocupaba uno de los espacios de oración que estaban junto a la puerta de entrada, es decir, en la misma pared que la estatua del dios de las profundidades.
A pesar de la presencia de la estatua, Arturo no logró distinguir a ninguno de los “sacerdotes” mencionados por Azaluz. En busca de respuestas, se acercó a la esquina donde reposaba el Capitán Marinoso y, en voz baja, preguntó:
—¿Sabes cuándo llegan los sacerdotes, Capitán?
El Capitán Marinoso despertó de su letargo y, con aturdimiento, miró su entorno, ignorando parcialmente la presencia de Arturo y centrando su atención en la estatua de la rana gigante.
La estatua de la rana gigante emanaba una presencia majestuosa en la esquina de la habitación. Sus detalles meticulosamente tallados en piedra resaltaban la figura del anfibio divino. La rana descansaba sobre una especie de pedestal natural, adornado con musgo, que le confería un aura de antigüedad y conexión con la naturaleza. Las pequeñas flores que sobresalían en el musgo de la base de la estatua añadían un toque de color y vida, creando un contraste fascinante con la solidez y la antigüedad de la piedra.
La cabeza de la rana estaba ligeramente inclinada hacia adelante, como si estuviera observando con atención el interior de la habitación. Sus ojos, aunque tallados en la piedra, parecían tener un brillo etéreo, como si poseyeran la ancestral sabiduría de otros tiempos.
Mientras que las patas de la rana estaban dispuestas de una manera particular, como si estuviera a punto de saltar. La textura de la piedra daba la ilusión de una piel rugosa y húmeda, capturando la esencia misma de una rana que se prepara para la acción. Cada detalle, desde las protuberancias en la espalda hasta las patas extendidas, contribuía a la sensación de movimiento congelado en el tiempo.
—Curioso...—Murmuró el Capitán con cierto aire de misterio, señalando hacia la imponente estatua.
—¿Qué es lo curioso?—Preguntó Arturo de inmediato.
—Juraría que hace unos segundos habíamos hablado y esa estatua no estaba ahí. ¿Sabes cómo se coló ese dios en tu santuario?—Preguntó el capitán mientras apuntaba a la estatua de la rana.
—Coloqué una canica y apareció. ¿Conoces a qué dios representa?—Preguntó Arturo.
—Ahora lo recuerdo...—Murmuró el Capitán Marinoso como si buscara información en lo más profundo de los mares de su memoria—Si no me equivoco, la rana gigante representa al dios de las ranas.
—De eso no tengo dudas ...—Se quejó Arturo en voz baja, no tan conforme con la respuesta. No obstante, por suerte el capitán era una criatura de muchas palabras, por lo que no tardó mucho en divulgar la verdadera historia de este dios.
El capitán Marinoso, con una mirada solemne, se sumió en un relato detallado sobre el dios de las ranas. Arturo escuchaba atentamente, mientras Pompón se acomodaba en un rincón, listo para escuchar la narración del capitán:
—El dios de las ranas, olvidado por muchos, pero recordado por algunos pocos, es una deidad que rige sobre los reinos anfibios y las criaturas que habitan en los humedales. Su dominio se extiende desde las aguas estancadas en las alcantarillas hasta los lagos escondidos entre la densa jungla. Este dios es venerado por las ranas, sapos y criaturas acuáticas, pero su influencia se extiende mucho más allá.
El Capitán continuó explicando la conexión del dios con el equilibrio natural y su papel en la preservación de los ecosistemas acuáticos. Arturo, asombrado, escuchaba cómo el dios de las ranas estaba ligado a la fertilidad de los humedales y cómo su culto garantizaba una armonía en la vida silvestre:
—En su época de esplendor, los devotos de este dios organizaban rituales junto a los estanques y pantanos, agradeciéndole por la prosperidad y la vida en esos entornos. Las ranas eran consideradas mensajeros divinos, y sus cantos nocturnos eran interpretados como augurios que indicaban la salud del ecosistema. En su antítesis, las serpientes eran vinculadas con la muerte y la desdicha, su dominio se extendía por las tierras, bosques y selvas próximas a las aguas que pertenecían a las ranas. Esta cercanía y dualidad llevaron a que, en tiempos primitivos, las ranas y las serpientes se enfrentaran entre sí, a pesar de que cada uno de los dioses representaba una parte fundamental de la existencia: la vida y la muerte, el amor y el odio, la felicidad y el sufrimiento. Así, a pesar de su constante conflicto, el dios de las ranas y el de las serpientes eran dioses necesarios para mantener el equilibrio del mundo. De esta manera, los seres primitivos honraban los eventos fortuitos con un ritual al dios de las ranas y ahuyentaban los eventos tristes honrando al dios de las serpientes.
Con cada palabra, el Capitán Marinoso pintaba un cuadro vívido de un dios que, aunque olvidado, tenía un papel crucial en el equilibrio de su mundo. Arturo se sumergía en la historia, imaginando la majestuosidad de esos rituales antiguos.
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—Pero con el tiempo, la adoración a estos dioses fue desapareciendo. La industrialización y la expansión urbana relegaron sus antiguos templos a la decadencia, y la gente olvidó la importancia de mantener la armonía con la naturaleza. Tanto el dios de las ranas, como el dios de las serpientes, fueron olvidados, y sus influencias se desvanecieron en las sombras de la historia.
El Capitán Marinoso suspiró, como si llevara consigo la nostalgia de tiempos pasados. Pompón, desde su rincón, asentía con respeto, reconociendo la relevancia de la historia del dios olvidado.
—Pero ahora, con la llegada de esta estatua a tu santuario, parece que el dios de las ranas ha encontrado un nuevo hogar. Su presencia podría cambiar la dinámica de tu santuario y, quién sabe, tal vez revivir antiguas tradiciones y equilibrar la relación entre la humanidad y la naturaleza.
Arturo asimilaba la información, sintiendo el peso de la responsabilidad que había adquirido al atraer a un nuevo dios olvidado a su hogar. Pompón, al observar la expresión de duda en el niño, saltó hacia él, buscando levantar sus ánimos:
—¡Arturo, esto es increíble! Has encontrado de vuelta a un dios olvidado. ¡Tu santuario se convertirá en un lugar más glorioso!
El niño sonrió, pero en su rostro se reflejaba también la incertidumbre. La responsabilidad de ser el guardián de un dios olvidado era abrumadora, pero Arturo estaba decidido a enfrentar lo que viniera.
—Capitán, ¿hay algo específico que deba hacer para honrar al dios de las ranas en mi santuario? ¿Algún ritual o tradición que deba seguir? ¿Alguna ofrenda que le guste más que otra?
El Capitán Marinoso, con una mirada reflexiva, respondió:
—Honrar a este dios no requiere complicadas ceremonias, Arturo. Lo esencial es mantener el respeto por la naturaleza y cuidar de los humedales y ecosistemas acuáticos en tu entorno. Además, escuchar el croar de las ranas puede ser un acto de conexión espiritual. Pero recuerda, cada dios tiene sus peculiaridades, y el de las ranas valora la armonía y la preservación de la vida silvestre.
Arturo asintió, agradeciendo la orientación del capitán. Con la nueva información, se sentía más preparado para afrontar las recompensas de haber traído a este dios a su hogar. No obstante, los planes del capitán eran otros:
—Tal como mencioné, el dios de las ranas fue desplazado a medida que la industrialización devoró al mundo...
—¿Eso tiene alguna importancia?—Preguntó Arturo, notando la extraña actitud del capitán.
—Hay muchos dioses olvidados, muchos mundos perdidos, muchas leyendas que se esconden entre los mares, pero de entre todas las posibilidades, la canica que obtuviste atrajo al dios de las ranas a este santuario. Claramente, eso es algo curioso…—Mencionó el capitán.
—¿Qué tiene de curioso?—Preguntó Arturo con impaciencia, mientras sus ojos rojos brillaban al sentir que algo importante estaba a punto de ser revelado.
El capitán se tomó su tiempo para responder y, con una sonrisa que cubría la mayoría de su rostro, reveló la información que provocó que los pelos de Arturo se pusieran de punta:
—Lo curioso es que el mundo al cual nos estamos refiriendo cuando narramos la historia del dios de las ranas es ni más ni menos que el mismo mundo influenciado por el dios de las profundidades. Por tanto, la gran realidad es que el dios de las ranas no es ni más ni menos que una forma primitiva del dios de las profundidades.
—¿Significa que ocurrirá otra sinergia?—Preguntaron Pompón y Arturo al unísono.
—No…—Respondió toscamente el capitán marinoso, levantando sus moluscosas manos al aire y gritando en lo alto:
—¡Ocurrirá una fusión!
—¿Qué es eso?—Preguntó el niño visiblemente aturdido. Según sus expectativas, obtener la tercera canica era el cambio en su destino, pero parecería ser que la seguidilla de eventos fortuitos aleatorios aún no había terminado.
—Ambos dioses se reconocerán como uno mismo, y una estatua de gran divinidad aparecerá en tu santuario —Gritó con magnificencia el Capitán— Es por eso que no hay ningún sacerdote en tu santuario, Arturo. Cuando vuelvas a salir de tu hogar, al regresar te encontrarás con que la tercera canica negra ha sido destruida y que la estatua del dios de las profundidades y el dios de las ranas se habrán unido para crear una nueva estatua en tu santuario.
—¿Y eso es mejor o peor que obtener la tercera canica negra?—Preguntó Arturo, no gustándole la idea de que le arrebataran la canica que había obtenido.
—No lo sé, lo sabremos cuando la nueva estatua aparezca en tu santuario…—Reflexionó el Capitán Marinoso, preocupando al niño.
Sin perder tiempo, Arturo salió de su hogar y regresó de inmediato. Al llegar, se encontró con Pompón, observando con curiosidad en la puerta de la habitación que albergaba los sitios de oración.
—¿Alguna novedad? ¿Cómo resultó la fusión? —Preguntó Arturo con impaciencia.
Pompón, dando unos alegres brincos, respondió sin entrar en muchos detalles:
—No lo sé...
Con ansias de respuestas, Arturo siguió al conejo y entró al santuario. En el proceso, notó que la estatua de la rana gigante había desaparecido, al igual que la del dios de las profundidades. Sin embargo, en lugar de ellas, una nueva estatua había emergido en el santuario en la esquina donde antes se encontraba la estatua del dios de las profundidades.
La nueva estatua de piedra que se erigía en el santuario capturaba la esencia de una escena mítica y épica: un colosal kraken emergiendo de las profundidades del océano para acechar y hundir un majestuoso barco. La atención meticulosa a los detalles daba vida a la escena, desde los tentáculos retorcidos del kraken que envolvían la nave hasta la expresión de terror en las figuras talladas de los marineros.
La estatua estaba esculpida con gran destreza, cada tentáculo del kraken estaba decorado con ventosas realistas, y las olas tumultuosas que rodeaban la escena parecían tener movimiento. El barco, con sus velas ondeando y la tripulación sufriendo el pánico del momento, transmitía una sensación de desesperación y lucha contra las fuerzas imparables de la naturaleza.
—Esta es la nueva estatua del dios de las profundidades, ¿verdad? —Preguntó Arturo con bastante dudas.
El Capitán Marinoso, ante la pregunta, se desprendió de los corales a su alrededor y respondió con cierto aire de misticismo:
—¿Tienes dudas de ello?
—Sí, bastantes. Todas las estatuas que vi dedicadas a un dios son individuales, por lo que la presencia de este barco no tiene ningún sentido —Cuestionó Arturo, dando su argumento.
El Capitán tomó una pausa, dejando que el aire marino susurrara entre ellos antes de revelar su respuesta:
—Y estás en lo correcto, joven grumete. Puesto que esta no es la estatua en dedicación al dios de las profundidades y tampoco es la estatua en dedicación al dios de las ranas. En su lugar, esta es la estatua de una criatura marina —Contestó con solemnidad.
El conejo, intrigado, hizo un gesto de confusión y preguntó:
—¿Y por qué la fusión de dos dioses desembocaría en una simple criatura marina?
—Dado que la criatura no es para nada simple... —Respondió el Capitán, sosteniendo el suspenso—Esta criatura es la representación en carne y hueso de la voluntad del dios de las profundidades, y por tanto, carga una gran espiritualidad.
—¿A qué te refieres con espiritualidad? ¿Es una medida de la calidad de las estatuas? —Cuestionó el niño.
El Capitán Marinoso, con un gesto sabio, respondió:
—Podríamos tomarlo de esa forma. Cuanta más espiritualidad, más fácil es comunicarse con un dios y, por tanto, es más fácil que tus ofrendas lleguen al dios que deseas honrar. Para ser exactos, la gente de tu raza, que es más racional que creyente, suele referirse a la espiritualidad como una especie de “multiplicador”, que en este caso afectaría a las ofrendas realizadas en el santuario.
El Capitán Marinoso, con la mirada perdida en la nueva estatua, prosiguió con la narración buscando dar más explicaciones:
—La criatura marina representada en la estatua es conocida como el Kraken. En épocas pasadas, cuando los dioses de las ranas y las serpientes eran adorados con fervor, el Kraken representaba la unión de ambos dioses. Simbolizaba la armonía entre la vida y la muerte, el equilibrio entre la tierra y el mar.
Arturo, intrigado por la historia, interrumpió al Capitán:
—¿Cómo surgió el Kraken?
El Capitán Marinoso sonrió ante la curiosidad del joven y respondió:
—Un ritual, joven grumete. El Kraken nació del odio entre los creyentes del dios de las ranas y las serpientes. Pero su aparición no fue simple ni ordinaria. Fue el resultado de un momento único en la historia, cuando las fuerzas de la vida y la muerte se entrelazaron en un abrazo eterno.
—¿Y cuál es la historia detrás de ese momento único? —Preguntó Arturo, con los ojos fijos en la estatua.
—La historia es trágica y hermosa a la vez —Comenzó el Capitán—En un tiempo lejano, cuando los bosques eran inmensos y los ríos fluían libres, las ranas y las serpientes finalmente lograron vivir en armonía. Pero llegó la era de la industrialización, devorando los bosques y envenenando los ríos. Las serpientes, en su dualidad con las ranas, fueron elevadas hacia las alturas, representando la tierra destruida por la maquinaria humana.
Arturo escuchaba con atención, sintiendo la pesadez de la historia que se desplegaba ante él.
—Las ranas, sin embargo, no tuvieron tanta suerte. Su dios fue desplazado por la vorágine de la industria, y en ese desplazamiento, el dios de las ranas se transformó en el dios de las profundidades, una de las últimas fronteras inexploradas por la maquinaria humana. Ambas criaturas se culpaban mutuamente por permitir el avance de la humanidad sobre la naturaleza, y ese odio dio nacimiento a un gran conflicto. Las ranas, llenas de desesperación, buscaron un nuevo hogar en el abismo marino, y desde allí, en la oscuridad, crearon al Kraken para vengarse de los humanos que habían destruido su ancestral imperio.
Arturo, poco conmovido por la historia que acaba de escuchar, no pudo evitar preguntar:
—¿Pero cuál es la importancia de este Kraken en mi santuario? ¿Qué beneficios obtengo de tener esta estatua?
El Capitán Marinoso, mirando al Kraken con respeto, respondió:
—El multiplicador de espiritualidad que ahora reside en tu santuario es significativo. Las ofrendas que realices serán más efectivas, y la conexión con el dios de las profundidades o de las ranas será más fuerte. Además, el Kraken, como símbolo de la dualidad y la armonía, puede atraer eventos beneficiosos a tu vida. Pero ten cuidado, joven grumete, con el poder también viene la responsabilidad. Las fuerzas que gobiernan la espiritualidad son antiguas y complejas. Si ofreces algo que desagrade al dios… si él siente tu gesto como una burla… podrías enfrentar severas consecuencias.
Arturo asintió, comprendiendo la magnitud de las revelaciones que se le habían dado. Con una mirada determinada, quiso preguntar más concretamente acerca de los beneficios que había ganado. Sin embargo, el Capitán Marinoso lo interrumpió, adelantándose a las dudas del joven:
—El multiplicador que obtuviste es equivalente a un x3, por lo tanto, si tenías 700 ofrendas dedicadas al dios de las profundidades, ahora cuentas con 2100.
—¡Por los dioses, esas son muchísimas monedas de oro!—Exclamó Pompón con alegría
—Celebraría como un demente si no fuera porque todo eso fue dedicado a esta fuente de mierda y no a mi persona, ¿o me equivoco? —Cuestionó Arturo sin disimular su enojo.
—No te equivocas, pero no es tan decepcionante como parece. Has ganado mucho tras completar la fusión, y no es para menos, es la primera vez que veo a alguien realizar una fusión usando al dios de las profundidades como material—Respondió el Capitán Marinoso con alegría, no sirviendo de nada para consolar al desilusionado niño.
—Al menos obtendremos pescados más fácilmente, no te desilusiones, Arturo —Animó Pompón—De todas formas, la gran pregunta que tendrías que hacerte es por qué la banana que prometía cambiar tu destino terminó mejorando esta fuente. Podría ser que la banana predijo que esta fuente será lo más valioso en tu vida en un futuro, o tal vez simplemente fuiste la persona más desafortunada entre los afortunados en recibir una de esas bananas.
—Podría ser que la banana predijo que me moriría de hambre, o que la monotonía de comer siempre los mismos pescados me arruinaría la vida... —Dijo Arturo, sin darle mayor importancia al asunto.
—La respuesta que buscas se halla escondida en las profundidades, pero por fortuna tu camino te guiará hacia lo oculto debajo de los mares y cuando el tiempo llegue, lograrás comprender por qué es que el dios de las profundidades ha guiado tu descenso hasta otorgarte la estatua del Kraken —Comentó el Capitán con sabiduría.
—A propósito, joven grumete, con todas las nuevas incorporaciones en tu santuario y el significativo aumento en la espiritualidad, las habilidades que puedes obtener son bastante numerosas. Me he tomado la libertad de prepararte un resumen con las habilidades que has adquirido hasta ahora y las nuevas que se han sumado después de la fusión de las estatuas. Aquí tienes el informe —Dijo el Capitán Marinoso, sacando un pergamino que parecía surgir de entre sus corales.
El pergamino estaba húmedo y desprendía constantemente gotas de agua. Algunas criaturas marinas habían reclamado su superficie, y su aspecto se asemejaba más a un tesoro oculto entre las olas del mar que a un polvoriento manuscrito resguardado en una biblioteca.
Arturo recibió el pergamino con curiosidad y lo desenrolló lentamente. Mientras leía, sus ojos se iluminaron con asombro por la diversidad y potencia de las habilidades que ahora poseía.
—¿De verdad tengo todas estas habilidades? —Preguntó Arturo, mirando al Capitán Marinoso con incredulidad.
—Así es, joven grumete. La espiritualidad en tu santuario ha desbloqueado una variedad de dones, desde la mejora de tu fuente de pesca hasta la influencia sobre el sitio donde puedes admirar tus pescados. Cuida bien de estas habilidades, podrían serte útiles en momentos cruciales durante tu pesca —Respondió el Capitán con solemnidad.
—¡Es increíble! —Exclamó Arturo, maravillado por la extensa lista de habilidades, lo más destacable es que aparentemente en esta lista había habilidades que sí lo afectaban a él personalmente.
—Recuerda, cada habilidad tiene su propio costo y, en algunos casos, condiciones especiales. No las subestimes ni las utilices de manera imprudente. La espiritualidad es un camino delicado y estas habilidades son un regalo y una responsabilidad —Añadió el Capitán Marinoso, señalando la importancia de manejar con precaución sus nuevos dones.
—Además, debo mencionar que tras la fusión, este sitio de pesca logró ingresar entre los mejores cien sitios de oración para el dios de las profundidades. Por lo tanto, la importancia de este lugar se ha tornado en algo bastante relevante para muchas criaturas. Eso te ha otorgado el favor y la bendición de algunas de estas criaturas, dándote algunas habilidades extra.
—Por último, notarás que cada mil ofrendas, el dios de las profundidades otorga una habilidad definitiva o una habilidad trascendental. Obtuviste dos de ellas, así que úsalas bien y recuerda que cualquier ofrenda que realices en la nueva estatua tendrá su efecto multiplicado, ya sea para bien… o para mal.
Con esta revelación, Arturo se sumió en la contemplación de las posibilidades que se extendían ante él. Aunque la responsabilidad era evidente, también lo era el potencial para moldear su destino de maneras inimaginables.
Tomándose todo el tiempo del mundo, Arturo leyó las habilidades que había obtenido, buscando ver si alguna de estas habilidades era realmente digna de ser la responsable de cambiar su destino.
Habilidades Básicas Fauna marina 845 Tesoros 546 Misterio 452 Legendarios 257
Habilidades Importantes Pescadores Desaparecidos
El lugar donde solían congregarse los pescadores ahora parece un misterioso triángulo pesquero, donde los anzuelos y las cañas de pescar han sido reemplazados por preguntas sin respuestas.
Sin embargo, algunos dicen que los pescadores no han desaparecido del todo. Se rumorea que han adoptado formas acuáticas y ahora observan desde las profundidades, esperando el momento adecuado para revelar su misterioso propósito. ¿Son guardianes invisibles o traman algo más oscuro en las sombras submarinas?
Proyectos Desmesurados
Ahora puedes poner en marcha proyectos tan épicos que harían sonrojar al mismísimo emperador. Imagina un estadio acuático para torneos de pesca entre sirenas o un parque temático submarino con montañas rusas de pulpos. ¡El único límite es tu imaginación y la cantidad de materiales que estés dispuesto a gastar!
Aunque tus proyectos sean grandiosos, la desconfianza crece entre las criaturas marinas y los hombres del puerto. Algunas voces murmuran que tus estructuras colosales han llamado la atención de entidades menos amigables. ¿Qué consecuencias acarrearán tus ambiciosos planes?
El Club de los Exploradores
Tu lugar de pesca se ha convertido en el punto de encuentro de exploradores marinos, y ahora hasta los peces tienen tatuajes con coordenadas secretas. Los rumores se multiplican más rápido que las espinas de un pez globo, y cada pescado cuenta la historia de una sirena que alguna vez fue vista paseando un calamar como si fuera un perrito.
Los exploradores atraídos por los misterios que rodean el lugar donde puedes admirar tus pescados lo han convertido en un gremio de secretos compartidos. Pero cuidado, algunos rumores indican que han descubierto algo más oscuro en las profundidades, y tú podría ser el peón de un juego más grande de lo que imaginabas.
Tranquilidad Acuática
Ahora, pescar en tu santuario es como tomar un baño de burbujas efervescentes. Los peces se acercan con serenatas acuáticas y la brisa marina susurra canciones de cuna, lo cual permite que los peces se obtengan más rápido.
Pero ten cuidado, la serenidad acuática que proporciona esta habilidad no solo atrae a peces amigables, sino que también despierta la curiosidad de criaturas marinas más siniestras. Se dice que las sombras acuáticas se vuelven más densas, y la línea entre sueño y realidad se desdibuja en este oasis tranquilo. ¿Quién sabe qué acecha en las profundidades de tus sueños?
Faro Magnífico
Tu lugar de pesca ahora cuenta con un faro que es tan brillante que las sirenas lo utilizan como punto de referencia en sus excursiones nocturnas.
Mientras el faro ilumina tus noches, algunas leyendas antiguas sugieren que las criaturas atraídas por su luz están tramando algo en las sombras del puerto. ¡La luminiscencia puede haber revelado más de lo que debería!
Libro del Pescador
El libro no solo es una fuente de conocimiento, sino también de diversión. Entre historias de ballenas bromistas y pulpos que hacen imitaciones, encontrarás la receta secreta de un caldo de algas digno de un festín de sirenas.
Aunque las historias en el libro son entretenidas, se susurra que cada página tiene un precio. Cuentan que, al conocer estos secretos, te vuelves más vulnerable a las artimañas marinas. ¿Estás dispuesto a pagar el precio por la sabiduría que este libro ofrece?
¡Mi Pescado!
Una vez al día, puedes pescar un pez de forma automática, y para asegurarte de que la experiencia sea lo más emocionante posible, el pez viene acompañado de un mago marino que realiza trucos acuáticos para tu entretenimiento. ¡La pesca ahora es todo un espectáculo!
El pez tiene un costo invisible. Algunos pescadores experimentados advierten que, cada vez que invocas esta magia, tu vínculo con los peces reales se debilita. ¿Qué consecuencias traerá esta búsqueda de emoción instantánea en tu relación con las criaturas marinas?
Marinero Borracho
Silba y, como por arte de magia (o tal vez gracias a ese ron especial), aparecerá un marinero borracho para charlar contigo. Aunque no tiene sentido alguno, es un experto en chismes marinos y puede recitar la lista de peces en las aguas que pescas más rápido que lo que nada un delfín.
Aunque los chismes marinos son divertidos, se murmura que este marinero borracho guarda secretos oscuros. Quienes lo han escuchado susurrar en sueños hablan de profecías inquietantes y advertencias sobre el precio de los que se pierden en las aguas que pescan.
¡Piratas!
Una guarida de contrabando ha surgido, poblada por piratas que comercian con pescados y ofrecen misiones que parecen sacadas de una película de aventuras. Además, han convertido el lugar donde puedes admirar tus pescados en el lugar de encuentro para las reuniones de la hermandad de los piratas.
Mientras los piratas traen emoción a tu vida, algunos informes sugieren que han atraído la atención de los hombres del emperador. ¿Los piratas son aliados inesperados o agentes de caos que amenazan con sumergir el lugar donde puedes admirar tus pescados en aguas turbulentas? Set de Aventuras
Descifra las palabras mágicas y obtén un set de aventuras que incluye snorkel de aguas profundas, gafas de realidad aumentada para ver sirenas ocultas y un mapa del tesoro que señala la ubicación exacta de las mejores áreas de pesca. ¡Prepárate para explorar lo desconocido bajo las olas!
A medida que exploras lo desconocido, ten en cuenta las leyendas de aventureros anteriores que se perdieron para siempre en las profundidades. Se dice que la línea entre las alegrías y las tragedias es delgada, y aquellos que buscan aventuras a menudo encuentran más de lo que pueden manejar.
Guardián de los Susurros
Si escuchas una voz mientras pescas, prepárate para recibir consejos brillantes, como "No dejes que tu anzuelo se enamore de los peces" o "A veces, los peces más grandes están en las aguas más profundas". Aunque, si empieza a sugerirte que hables como un pez, es mejor que ignores esos susurros.
Aunque los consejos parecen sabios, existe la creencia de que la fuente de estas voces tiene un precio. Se rumorea que, al seguir los consejos, te conviertes en un recipiente para susurros oscuros que acechan en las profundidades. ¿Qué precio estás dispuesto a pagar por la sabiduría de los mares?
Mensaje en una Botella
¡Algunos pescados traen consigo verdaderos tesoros! Entre las piezas de basura marina, encontrarás una botella con un mensaje que revela secretos marinos.
Las botellas que traen mensajes esconden más de lo que revelan. Se dice que aquellos que descifran estos mensajes también despiertan la atención de criaturas místicas, y cada mensaje obtenido podría llevarte a un destino más complicado de lo que imaginabas.
Enanos Rescatados
Los enanos rescatados de un naufragio han transformado tu lugar de pesca en una meca artesanal. Ahora, los enanos, con martillos y yunques, crean obras maestras dignas de los cuentos de hadas. ¡Prepárate para recibir adornos únicos y joyas encantadoras!
Aunque los enanos aportan su talento, algunos afirman que las joyas y artesanías que crean están malditas. ¿Pero quién sabe en realidad qué secretos misteriosos se esconden en estas creaciones? ¡Las leyendas advierten sobre el peligro de poseer tesoros que no comprendes por completo!
Alma de Pescador
A medida que más peces se suman a tu colección, tu conexión con la divinidad marina se intensifica. Te convertirás en el señor de los mares, solo que en lugar de gobernar los océanos, pescarás los peces más legendarios de todos los tiempos. ¡Conviértete en una leyenda marina!
Con cada pez legendario atrapado, las sombras del pasado pueden emerger. Se dice que el alma de pescador despierta memorias olvidadas de tiempos antiguos ¿Quién sabe qué secretos incómodos podrían resurgir?
(Continuaban las 7 habilidades ya conocidas)
—¿Qué te parecen los nombres de estas extravagantes habilidades?—Intervino el Capitán Marinoso con cierto nerviosismo—Nombrar catorce habilidades de golpe es todo un arte, pero creo que me las ingenié para que sus nombres fueran interesantes y llamativos.
—No están mal, aunque varias descripciones son más escasas que un barco en el desierto —Criticó Arturo con un poco de humor, tratando de ocultar lo decepcionado que estaba con estas habilidades.
—Lo cierto es que se crearon muchísimas sinergias, por lo que se hacía complicado distinguir una habilidad de la otra. Lo que acabas de leer son simplemente las habilidades en bruto, no cómo interactúan entre sí. Eso trata de descubrirlo por tu cuenta o pregúntamelo mientras estás pescando, poco a poco te contaré lo que descubra —Explicó el Capitán— Por lo demás, ¿Qué te parecieron las habilidades que se desbloquearon al realizar mil ofrendas? Son toda una maravilla, ¿verdad?
—No llegué a leerlas, me interrumpiste justo cuando estaba por descubrirlas —Se quejó el niño.
—¡Ah, disculpa, joven grumete! Termina de leer las habilidades y dime si finalmente encontraste alguna habilidad con la que sientas que valió la pena el esfuerzo hecho —Instó el Capitán.
—Si de verdad hubiera tenido que reunir más de dos mil monedas de oro para ganar estas habilidades, probablemente me hubiera ahorcado con un hilo de pesca hace mucho tiempo —Criticó Arturo, sin comprender por qué la banana había terminado dándole algo tan poco relevante para su vida actual.
Tras lanzar esa daga, el niño continuó leyendo el pergamino, esperando descubrir alguna habilidad digna de desbloquearle un futuro más próspero. La expectación flotaba en el aire, como el aroma a salitre en la cubierta de un barco listo para zarpar hacia aguas desconocidas.
Habilidades por santuario sagrado, solo aplicables al dueño del santuario Matones
Los matones, con sus cuerpos fornidos y expresiones imperturbables, se convierten en tus sombras guardianas. Su presencia imponente disuade a cualquier posible amenaza, brindándote una sensación de seguridad. Sin embargo, su falta de astucia podría convertirse en un problema. A veces, sus acciones impulsivas podrían desencadenar situaciones incómodas o malentendidos. Ten cuidado, ya que perderlos de vista podría exponerte a las consecuencias de sus métodos poco convencionales.
Además, la lealtad de los matones podría convertirse en una espada de doble filo. Aunque te protegen, su interpretación literal de las órdenes podría llevarte a vivir experiencias que preferirías evitar. ¿Cómo manejarás a estos guardianes corpulentos sin caer en las complicaciones de sus métodos poco refinados?
Ten en cuenta que solo podrás tener un máximo de dos matones, y para desbloquear cada matón deberás sacrificar un alma humana ante la estatua del Kraken.
Pacto de las Profundidades
El pacto de las profundidades te brinda un refugio seguro en tu santuario, protegiéndote de criaturas hostiles que busquen entrar. Sin embargo, las condiciones del pacto han revocado tu capacidad de controlar el acceso de devotos benevolentes. El santuario se convierte en un espacio compartido, donde aquellos que veneran al dios de las profundidades pueden acceder libremente.
Esta dualidad puede generar tensiones, ya que debes compartir tu refugio con desconocidos que comparten la devoción por el dios marino. ¿Cómo lidiarás con la presencia constante de devotos que buscan conexión espiritual en tu santuario? ¿Podrás mantener la armonía en un espacio que antes era exclusivamente tuyo?
Conocimiento Olvidado Las ranas que residen en tu hogar fueron transformadas en sacerdotes del dios de las profundidades, y podrán darte misiones únicas relacionadas con este dios. No obstante, las ranas se han puesto de acuerdo y te han revocado el derecho de tocar un solo mueble de su lugar sagrado, por lo que no podrás modificar el cuarto donde se encuentra el santuario.
Habilidades Definitivas ¡Nobleza!
La pesca en esta fuente te otorga un estatus elevado, siendo reconocido como miembro de la realeza marina. Como noble, recibes una habilidad poderosa que refleja tu estatus real, un objeto digno de un noble marino, una montura acuática majestuosa, tierras submarinas, un sirviente leal, subsidio real, sangre noble que fluye en tus venas y un título honorífico acorde a tu nueva posición.
Sin embargo, ten en cuenta que la nobleza conlleva responsabilidades y expectativas, y la atención de la realeza marina puede atraer intrigas y desafíos inesperados.
¡Protagonista!
La leyenda de tus hazañas se propaga constantemente, convirtiéndote en el protagonista de innumerables historias. Aunque nadie ha puesto sus ojos en ti directamente, tu presencia se siente en todo tu hogar y en el sitio donde admiras tus peces. Las criaturas marinas te observan con admiración, las gaviotas se acercan para tener un vistazo de cerca y los marineros quedan boquiabiertos ante la mera mención de tu nombre.
Ser el protagonista tiene sus beneficios, pero también atraerá la atención de aquellos que buscan desafiar o imitar tu estatus. ¿Cómo manejarás la fama en un mundo donde todos parecen conocer tu historia, incluso si tú mismo aún no lo haces?
Tras finalizar la lectura del pergamino, Arturo levantó la cabeza y miró al capitán con complejidad, con pensamientos que danzaban en su mente, aún sin saber si lo que pensaba era cierto o simplemente fruto de su imaginación. No obstante, bastaba con abrir la boca para preguntar, y la respuesta le sería otorgada.
—¿Qué te parecieron las habilidades? —Preguntó el Capitán Marinoso, esperando la opinión del joven grumete.
—Las habilidades otorgadas por la divinidad del santuario parecen más maldiciones que habilidades, pero al menos me otorgan algo por ser el dueño de este lugar, así que me alegro de finalmente obtener un beneficio por todo esto —Respondió Arturo con una mezcla de resignación y satisfacción.
—Las criaturas que se sintieron satisfechas por tus esfuerzos en ayudar al dios de las profundidades se dieron cuenta de que tuviste que destruir tu tercera canica negra para lograr eso, por lo que te dieron habilidades muy similares a las que te daría esa canica como recompensa —Explicó el Capitán— ¿Y las habilidades definitivas son de tu agrado?
—No lo sé, la habilidad dada por ser noble, ¿qué sería? —Preguntó Arturo, señalando la parte del pergamino que indicaba que ganaría una habilidad.
—Ni más ni menos que un punto de favor divino, lo que estuviste deseando hace tanto tiempo —Dijo el Capitán con una sonrisa alegre.
—¡En serio! Finalmente, lograré llegar a dos puntos de favor —Gritó emocionado Arturo.
—Sí, entre otras cosas. Debes pescar un solo pescado en esta fuente y lograrás obtener todo lo dicho en el pergamino —Mencionó el Capitán con dudas; más que nada porque era la primera vez que veía a alguien tan obsesionado con esta fuente y que disponía de tantas ofrendas a un solo dios, pero que por algún motivo extraño se había pasado milenios sin usar lo otorgado por este dios.
—Y lo de ser un protagonista, ¿también es una especie de habilidad? —Preguntó Arturo con impaciencia.
—No, es diferente, es un estatus. A mí y a las criaturas ligadas con tu alma no les afecta ese estatus, pero deberías poder ver cómo el resto de criaturas en tu hogar te hablan y miran con otros ojos, como si no fueras un simple estudiante y tu lugar fuera “El Protagonista” —Respondió el Capitán.
Arturo se quedó maravillado por lo que escuchaba. Si bien no tenía la menor idea de cómo este nuevo estatus afectaría su vida, comprendía a la perfección que ganarse este punto de favor le había costado muchísimo trabajo. Por lo que esperaba que este estatus fuera igual de valioso que el punto de favor que había ganado. Sin embargo, aparentemente también había perdido un poco, ya que la única habitación que aún contaba con espacio para agregar objetos había quedado inutilizable, o al menos eso era lo que se detallaba en la habilidad “Conocimiento Olvidado”.
Por lo que ahora, Arturo solo tenía el pequeño invernadero como lugar para poner sus más recientes adquisiciones, lo que indicaba que los fantasmas de tener problemas con el espacio disponible habían vuelto a aparecer en su vida.
En busca de entender cómo manejar la situación y si sus planes de seguir organizando su inventario aún eran viables, el niño decidió hablar con Pompón, tratando de encontrar algún consejo sobre cómo continuar su aventura. La travesía en este mundo estaba lejos de ser predecible, y Arturo estaba decidido a explorar cada rincón, incluso aquellos donde las olas del misterio chocaban contra la orilla de su comprensión.