La habitación donde la muchachada se había teletransportado resultó ser un campo de flores que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Las extrañas características de este lugar lo hacían parecer interminable, ya que no había paredes visibles, o estaban tan distantes que escapaban de la vista, creando una sensación de amplitud infinita. Sin embargo, un techo cuasi-invisible se encontraba cubriendo el área, dando un cierto límite al espacio. Dicho techo estaba compuesto por una enorme ventana que se alzaba sobre ellos. A través de esta ventana, se desplegaba un espectáculo celestial, un sol resplandeciente que iluminaba el campo de flores con una luminosidad dorada.
—¡Miren el sol! —Exclamó Arturo, señalando el cielo con una mezcla de emoción y alegría. Sus palabras podrían haber parecido simples o incluso triviales, pero para él, recordar la sensación del sol en su piel después de “años” sin experimentarlo era un momento de profundo significado.
Pompón notó una serie de indicios que sugerían la importancia de este nuevo entorno. En definitiva, no podía ser casualidad que la decoración de esta habitación fuera una copia realista del paisaje que todos los niños miraban con añoranza por las ventanas de las guarderías. Con un tono reflexivo, el conejo compartió sus pensamientos con el grupo:
—Parece que la próxima inspección será realizada por un gremio de gran importancia. Las dimensiones inusuales de esta habitación y el paisaje extraordinario que nos rodea parecen indicar que los miembros de este gremio gozan de un alto nivel de poder en estas épocas.
Las mascotas asintieron con entendimiento, conscientes de que estaban ingresando en un territorio desconocido. El campo de flores, con su sol brillante y su atmósfera pacífica, era solo el umbral de lo que les deparaba en su búsqueda de completar la inspección. Preparados para enfrentar cualquier desafío, el niño y las mascotas avanzaron con cautela, con la determinación de enfrentar lo que fuera necesario para obtener un buen número de puesto.
A medida que Arturo y su grupo observaban el entorno en silencio, comenzaron a notar otros detalles notables en el campo de flores que los rodeaba. Las flores, en una paleta de colores que iba desde el blanco puro al negro profundo, se mecían suavemente con la brisa que soplaba desde el horizonte indefinido. Cada flor tenía una forma única y una belleza incomparable, como si hubieran sido creadas por una mente artística, caprichosa y sumamente perfeccionista. Algunas eran grandes y exuberantes, mientras que otras eran pequeñas y delicadas, creando un mosaico de colores y formas que se extendía hasta donde alcanzaba la vista.
Los pétalos de las flores parecían brillar con una luminosidad propia, como si estuvieran imbuidos de una energía mágica. Al acercarse a ellas, Arturo notó que algunas flores emitían un suave resplandor, mientras que otras cambiaban de color a medida que las tocaba. Era como si el campo de flores fuera un ecosistema viviente, respondiendo a la presencia de los intrusos de una manera hermosa.
Notando que ningún inspector parecía tener intención de acercárseles, Arturo se agachó para examinar de cerca una de las flores. Sus pétalos eran suaves al tacto, y su fragancia era tan dulce y embriagadora que parecía impregnar el aire a su alrededor. Cada flor era una obra maestra de la naturaleza, pero ninguna de estas flores aparentaba contener las pistas necesarias para completar la inspección.
Mientras Arturo exploraba las flores con asombro, los demás miembros del grupo también comenzaron a interactuar con el entorno en busca de respuestas. Copito se escapó del hombro de Arturo para oler las flores, mientras Anteojitos se aventuró a hacer levitar alguno de sus pétalos con cuidado. Nadie sabía si estas flores poseían propiedades especiales o si eran simplemente un elemento decorativo de este extraño paisaje, pero su belleza era innegable.
A medida que Arturo se encaminaba y continuaba explorando, notó que el suelo del campo de flores estaba formado por una especie de hierba suave y esponjosa. Cada paso que daba parecía hundirse ligeramente en la hierba, como si estuviera caminando sobre una nube de algodón. La sensación bajo sus pies era agradable y reconfortante, como si el propio suelo lo acogiera en un abrazo cálido.
Los sonidos del campo de flores también eran notables. El viento susurraba suavemente a través de las flores, creando una sinfonía natural de murmullos y susurros. Los pájaros, cuyos cantos eran extraños y melodiosos, revoloteaban en lo alto, añadiendo una banda sonora celestial a la escena. Cada sonido parecía encajar perfectamente en esta habitación enigmática, como si estuviera diseñado con sumo cuidado para generar una primera impresión agradable.
A medida que el grupo avanzaba, notaron que el campo de flores estaba atravesado por caminos de piedra que se extendían en diferentes direcciones. Estos senderos parecían conducir a lugares desconocidos en este cuarto, y ciertamente descolocaron a Arturo, puesto que en principio no había necesidad de colocar más que un solo inspector en este lugar, por lo que el niño se preguntaba por qué había tantos caminos posibles.
Algunas de sus mascotas le sugirieron a Arturo seguir uno de los caminos para explorar el cuarto con un rumbo fijo, mientras que otras mascotas estaban ansiosas por buscar otras formas de llamar la atención del inspector.
Sin embargo, el niño sentía una profunda curiosidad por este paraje y no podía sacarse de su corazón el deseo de descubrir por qué motivo alguien había diseñado la habitación de forma tan exagerada para lo que en principio debería ser una inspección rutinaria.
—Creo que deberíamos seguir uno de estos caminos y ver a dónde nos lleva…—Sugirió Arturo, mirando a sus mascotas con determinación. Su voz reflejaba una mezcla de emoción y anticipación. La aventura acababa de comenzar, y estaban a punto de tomar la primera decisión importante que los llevaría a adentrarse en lo desconocido.
Tomando la sugerencia del niño, el conejo levantó sus patitas y, confiando en su agudo olfato, comentó:
—El único olor extraño se percibe por ese camino. Me parece que lo más sensato sería explorar esa senda y descubrir de dónde proviene este olor a mierda.
Siguiendo la elección de Pompón, Arturo avanzó con determinación por el sendero de piedra que el conejo había señalado. A medida que caminaban, el paisaje continuó sorprendiéndolos con su belleza. Las flores de colores vibrantes se mecían suavemente con la brisa, y los pájaros majestuosos se alzaban en lo alto como guardianes de esta habitación encantada.
Sin embargo, a medida que avanzaban por el sendero, Arturo comenzó a notar un cambio en el ambiente. El aroma dulce de las flores se mezclaba con un olor rancio y desagradable que se volvía cada vez más intenso. La contradicción entre la belleza de las flores y este olor repulsivo desconcertó a Arturo.
Mientras continuaban, llegaron a una curva en el sendero, y lo que vieron les dejó sin aliento. En medio del camino yacía una criatura grotesca y repulsiva. La criatura era inmensamente gorda, con una piel arrugada y una palidez que contrastaba fuertemente con los colores vivos de las flores a su alrededor. La piel de la criatura estaba cubierta de verrugas y protuberancias, las cuales eran la fuente del hedor nauseabundo que se mezclaba con el aroma de las flores.
La forma de su cuerpo era desagradable, con una panza hinchada y extremidades cortas y regordetas que apenas parecían capaces de sostener su peso. Las manos de la criatura eran gruesas y arrugadas, con uñas sucias y desiguales. Descansaban inmóviles a ambos lados de su cuerpo, como si la criatura estuviera en un estado de profundo letargo. Sus piernas eran cortas y regordetas, apenas capaces de moverse, y estaban cubiertas de manchas y cicatrices que daban testimonio de una vida llena de dificultades.
Por otro lado, los ojos de la criatura eran pequeños y brillantes, con una mirada ausente y sin expresión. Parecían perdidos en algún rincón distante de su mente. Mientras que su boca, grande y babeante, se abría de vez en cuando para emitir un ronquido profundo y desagradable.
La ropa de la criatura, o lo que quedaba de ella, era harapienta y sucia. Vestía jirones de tela gris que apenas cubrían su cuerpo hinchado, y estaban manchados de barro y suciedad. La ropa parecía estar desgarrada y descuidada, como si la criatura no se preocupara en absoluto por su apariencia o su higiene personal.
La visión de esta criatura repulsiva y perturbadora dejó al grupo atónito. Nadie sabía cómo reaccionar ante semejante abominación de la naturaleza. Arturo se adelantó con cautela para examinar más de cerca a la criatura. Se preguntaba si por casualidad este extraño ser era el inspector que había estado buscando. Sin embargo, la criatura permanecía inmóvil, profundamente sumergida en sus sueños, mientras roncaba con un sonido perturbador.
—No sé qué pensar de esto…—Murmuró Arturo, mirando a la criatura con asombro y desconcierto—Parece completamente fuera de lugar en este hermoso entorno. ¿Deberíamos despertarla o dejarla en paz? Podría no ser el inspector, por algo había muchos caminos para elegir…
Los otros miembros del grupo miraron a la criatura con una mezcla de curiosidad y preocupación. No estaban seguros de cómo interactuar con esta criatura extraña y repulsiva, pero sabían que debían tomar una decisión.
—No perdemos nada por despertarla, por las dudas, Anteojitos, tírale una de las piedras del camino y veamos cómo reacciona desde una distancia prudencial —Comentó Pompón mientras se acercaba a Arturo y comenzaba a empujarlo inútilmente, como indicándole que se alejara de la extraña entidad.
Arturo siguió el consejo del astuto conejo y se alejó lo suficiente para tener tiempo de escapar si la situación tomaba un giro inesperado. Mientras tanto, Anteojitos hizo levitar una de las piedras del camino y la lanzó hacia la criatura durmiente. La piedra impactó contra la cara de la criatura con un golpe sordo, provocando que esta abriera los ojos repentinamente y mirara al grupo con una expresión de enojo y desconcierto.
La criatura, con sus ojos pequeños y sin vida, parpadeó varias veces antes de que su mirada se enfocara en los intrusos que la rodeaban. Su boca, que antes emitía un ronquido profundo y perturbador, se contrajo en una mueca de disgusto y desagrado. La criatura emitía gruñidos y su piel palidecía parecía temblar en respuesta a la luz del sol.
Su reacción fue una mezcla de confusión y hostilidad. La criatura, claramente desorientada por su despertar abrupto, comenzó a incorporarse con torpeza, apoyándose en sus manos regordetas para enderezarse. Emitía gruñidos y gemidos, como si intentara comunicarse de alguna manera, pero sus sonidos no tenían sentido ni coherencia.
El grupo observaba con cautela a la criatura, sin estar seguros de cómo debían proceder. La imagen de la criatura, con su aspecto repulsivo y su comportamiento desconcertante, dejó a todos desconcertados. No sabían si la criatura representaba una amenaza o si simplemente era un inspector un tanto excéntrico.
Arturo se mantuvo alerta, preparado para actuar si la situación se volvía peligrosa. No quería arriesgar la seguridad de su grupo, pero tampoco quería escapar sin completar la inspección.
Pompón sugirió con prudencia: —Creo que debemos mantenernos a distancia y observar su comportamiento. Parece estar más aturdida que en un estado de agresión, pero no podemos dar por sentado que no representa ningún peligro. Si se calma, podríamos intentar comunicarnos con ella de alguna manera.
El grupo estuvo de acuerdo con la sugerencia de Pompón y se mantuvo a una distancia segura de la criatura. Continuaron observando su comportamiento, tratando de comprender mejor su naturaleza y su estado. La criatura seguía emitiendo sonidos guturales y moviéndose con torpeza, pero no mostraba signos de agresión inmediata.
Mientras observaban, Arturo notó que la criatura se inclinaba hacia una de las flores que crecían a su lado. Con manos torpes, arrancó la flor y la llevó a su boca, masticándola con avidez. Esto hizo que el grupo se preguntará si la criatura estaba hambrienta, o si estas flores tenían alguna función en particular, más allá de ser una simple decoración.
La criatura continuó comiendo las flores con entusiasmo, como si estuviera saciando un hambre voraz. Mientras lo hacía, su expresión de enojo y hostilidad comenzó a disiparse, y su mirada se volvió más apacible. La transformación fue notable, y el grupo comenzó a preguntarse si las flores tenían algún efecto calmante o curativo en esta criatura.
Arturo se acercó lentamente a la criatura, manteniendo una distancia respetuosa, y se agachó para arrancar una de las flores. Luego, con cuidado, se la ofreció a la criatura. La criatura miró la flor con curiosidad y luego la aceptó, masticándola con gratitud.
Mientras comía, la expresión de la criatura se volvió aún más amigable, y emitió un sonido que parecía ser una especie de agradecimiento. Arturo se dio cuenta de que esta criatura, a pesar de su apariencia repulsiva, podía sentir gratitud y responder a gestos amigables.
Poco a poco, el grupo comenzó a acercarse a la criatura, ofreciéndole flores y observando cómo se calmaba y se volvía más sociable. Aunque todavía no podían entender su lenguaje gutural, estaban estableciendo una conexión de confianza con esta extraña criatura.
Pompón sugirió con cautela:
—Creo que hemos descubierto que las flores son importantes para esta criatura. Si podemos ganarnos su confianza y comunicarnos de alguna manera, podríamos aprender más sobre esta habitación y su naturaleza. Tal vez incluso nos ayude a comprender por qué aún no aparece el dichoso inspector.
Las mascotas asintieron y continuaron interactuando con la criatura, tratando de hacerse amigos de esta entidad para así aprender más sobre esta misteriosa habitación. El proceso fue particularmente sencillo dado que las flores abundaban y el apetito del monstruo era insaciable.
Después de ganarse su confianza al ofrecerle flores y mostrar amabilidad, la criatura comenzó a emitir sonidos roncos que parecían indicar una especie de dirección. Sus movimientos eran torpes, pero deliberados, como si estuviera guiando al grupo hacia algún lugar específico.
Arturo y su grupo, intrigados por esta nueva dinámica, decidieron seguir a la criatura mientras avanzaban por el sendero. La criatura avanzaba con lentitud, y el grupo lo seguía pacientemente, manteniendo una distancia que le permitiera moverse cómodamente.
Mientras avanzaban, notaron que la criatura finalmente salía del sendero y los llevaba en una dirección específica entre el mar de flores que los rodeaban. Sus movimientos accidentados parecían guiarlos hacia un punto en el paisaje que se destacaba de manera notable por la ausencia de pájaros.
A medida que el paraje se volvía más inhóspito, Arturo y las mascotas vieron una flor solitaria que crecía en un pequeño montículo de tierra, alejada de las demás flores del campo, destacando sobre la multitud de flores como la gran protagonista de una novela sin nombre.
Esta flor era diferente de las demás en varios aspectos. En primer lugar, tenía un brillo especial, como si estuviera impregnada de una luz interior. Sus pétalos eran de un color dorado brillante y su fragancia era embriagadora. A medida que el grupo se acercaba, notaron que la flor tenía una característica sorprendente: tenía ojos en el centro de sus pétalos y una boca que se abría lentamente.
Tras acercarse lo suficiente, la flor solitaria se inclinó hacia el grupo y comenzó a hablar con una voz suave y melódica:
—Bienvenidos, viajeros. Veo que han sido guiados hasta aquí por la mascota del anterior joven a inspeccionar, al parecer este gordinflón se quedó dormido mientras su dueño era inspeccionado. Mi nombre es Flora, y soy la inspectora que buscan. Aunque más que una simple inspectora, soy una de las guardianas del gremio de sastres.
El grupo se quedó boquiabierto ante esta revelación. La flor solitaria, Flora, hablaba con una claridad y una gracia que no habrían esperado de una simple flor. Y la revelación de que la criatura monstruosa era una mera mascota fue aún más sorprendente. No obstante, no hubo tiempo de admirar al monstruo más en detalle, dado que la criatura pareció recordar que se había quedado dormida y se telestransporto de regreso a su hogar sin dar mayores despedidas.
Recuperándose de su asombro, Arturo se adelantó y dijo:
—Es un honor conocerte, Flora. Hemos llegado a esta habitación para continuar con la evaluación, pero no entendemos del todo por qué estamos aquí. ¿Podrías ayudarnos a entender cómo nos inspeccionarás?
Flora sonrió moviendo sus pétalos dorados con gracia y asintió:
—Claro, estaré encantada de explicarlo. Esta habitación es una creación especial, un lugar donde la belleza y la naturaleza se entrelazan en un equilibrio único. Fui designada como inspectora para poder evaluar las prendas que portaras durante las contrataciones. El gremio de sastres, al que tengo el honor de representar, se dedica a la creación, recolección y colección de prendas de vestir y objetos similares. Somos los guardianes de la moda y mi labor es asegurarme de que tu trabajo al juntar prendas únicas durante tu infancia sea debidamente recompensado.
Arturo asintió, comenzando a comprender qué era lo que debía inspeccionarse en esta ocasión. Flora continuó:
—El proceso de inspección es simple pero significativo. Deberás presentar las prendas que hayas reunido y exhibirlas para que pueda evaluar sus habilidades y belleza. Nuestro gremio valora la dificultad, la originalidad y el coleccionismo, y premiamos a aquellos que pueden combinar prendas de formas únicas y sorprendentes.
—Me gustaría mostrarte las habilidades de las prendas que gané a lo largo de mis aventuras, sin embargo, la mayoría de ellas tienen habilidades pasivas y se activan de forma caprichosa—Respondió Arturo, haciendo hincapié en el evidente problema que había encontrado nomas comenzará la evaluación.
Flora asintió con comprensión y le brindó una solución tranquilizadora:
—No te preocupes, esa es una de las razones por las que estás en esta habitación. Después de comer una de las flores que me rodean, podrás transformar tus habilidades pasivas en activas. Además, estamos dispuestos a proporcionarte sujetos de prueba y otros elementos que te ayudarán a mostrar el verdadero potencial de tus prendas.
Arturo se sintió un tanto perturbado por la idea de comer una flor frente a la flor que lo estaba inspeccionando. El niño se acercó a una de las flores que rodeaban a Flora, eligió una con pétalos dorados y, con una mezcla de curiosidad y determinación, la probó. La flor desprendía un aroma suave y agradable, y al morderla, experimentó una sensación de bienestar y una extraña conexión con sus prendas.
—La verdad es que siempre he cuidado estas prendas con esmero, ya que conseguir ropa en la academia de magia resulta particularmente complicado—Comentó Arturo, más curioso que la propia inspectora, por probar las habilidades de sus prendas— Permíteme comenzar activando la habilidad de mi sombrero de copa.
Con cuidado, Arturo acomodó el sombrero sobre su cabeza, el cual era ridículamente grande para que un niño lo usara. Al hacerlo, el sombrero comenzó a brillar con el mismo color dorado que la flor que Arturo había comido momentos antes.
Repentinamente, el suelo a su alrededor comenzó a temblar, y pequeños montículos de tierra comenzaron a formarse en la tierra. De los montículos emergieron unas ratas que vestían como payasos de feria, con pelotas, bastoncitos y diversos elementos propios de un espectáculo de circo. Con una destreza inusual, las ratas comenzaron a hacer malabares, acrobacias y trucos de magia en los alrededores de Arturo.
Flora observó con asombro y alegría el espectáculo que se desarrollaba alrededor del niño y sus mascotas.
—Sorprendente. El sombrero de copa se llama “Tristeza Efímera”, y es una pieza bastante curiosa. Le pondría una nota de 2 puntos sobre 5 posibles—Respondió Flora mientras disfrutaba del carnaval improvisado que rodeaba a Arturo.
El niño disfrutaba del alegre carnaval proporcionado por las ratas payasas que trabajaban con esfuerzo, tomándose bastante en serio la tarea de completar su “noble” espectáculo. Después de unos segundos apreciando el espectáculo, Arturo recordó que estaba en medio de una evaluación y procedió a comer otra flor de los alrededores, con lo cual activó la habilidad pasiva de sus pantalones a rayas, los cuales estaban doblados de manera exagerada para que el niño pudiera usarlos.
Inmediatamente, los pantalones comenzaron a emitir un brillo distintivo, y Arturo sintió como sus prendas adquirían vida propia. Montículos similares a canicas y pelotas de golf empezaron a moverse por su cuerpo, generando la sensación incómoda de tener un enjambre de criaturas recorriéndolo. Arturo se introdujo la mano bajo los pantalones y logró atrapar algunas de las criaturas que habían invadido su cuerpo. Para su asombro, descubrió que se trataba de garrapatas y pulgas.
Había tantos de estos incómodos insectos bajo su ropa que con un simple manotazo llenó por completo su mano con un puñado de estas criaturas. Antes de que los insectos pudieran escapar, Arturo decidió tomar una garrapata del tamaño de una pelota de golf, y con pocas expectativas la llevó a su boca.
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Después de masticar la garrapata, los ojos de Arturo se abrieron de golpe, y cayó al suelo de inmediato. En su rostro se formó una agradable sonrisa. Lo que parecía ser un insecto desagradable y asqueroso, en realidad terminó teniendo un sabor extraordinario. Sabía como si los dioses mismos hubieran condimentado el insecto, una verdadera delicia de la naturaleza. Era similar a un bombón de chocolate con frutos rojos, hecho por el principal pastelero de un imperio olvidado que alguna vez se autodenominó como “los dueños del mundo”.
Las mascotas observaron a Arturo, desconcertadas por su reacción. La aparente delicia de las garrapatas y pulgas dejó a todos asombrados. Flora, con una sonrisa divertida, comentó:
—Parece que esta prenda tiene habilidades más que interesantes.
Arturo se levantó, aún con una expresión de placer en su rostro, y asintió con entusiasmo:
—¡Es increíble! Nunca hubiera imaginado que algo tan desagradable pudiera ser tan delicioso. Es lo más delicioso que he probado en mi vida. Venga, chicos, prueben una de estas garrapatas.
Las mascotas y Pompón no dudaron en tomar uno de estos pequeños manjares culinarios. Se deleitaron con la inmensa variedad de sabores exquisitos que ofrecían, y su entusiasmo era evidente en sus rostros. Arturo incluso ofreció una garrapata a la flor, la cual la devoró de un bocado, eructando violentamente tras comerla, demostrando que no era una flor para nada delicada y dejando a Arturo algo aturdido por su voracidad.
Flora, con una sonrisa llena de satisfacción, comentó:
—Realmente es una delicia. La prenda se llama “Nido Ambulante”, y es una prenda bastante compleja de conseguir. Por lo tanto, te daré una calificación de 3 sobre 5 puntos posibles.
El grupo compartió risas y asombro ante la extraña experiencia culinaria. Tras lo cual, Arturo procedió a comprobar cuál era la habilidad escondida en su esmoquin.
Después de que el esmoquin de Arturo se iluminara con una luz etérea, el niño sintió cómo un objeto caía al suelo desde uno de los bolsillos abarrotados de parches. Con cautela, Arturo observó el objeto en cuestión, asegurándose de que no fuera el dado de Momo que siempre llevaba consigo desde que un pescador le había dicho que, tarde o temprano, ese dado le salvaría de las bestias ocultas en las sombras. Sin embargo, su dado seguía en su bolsillo, y lo que había caído era una exótica y hermosa moneda de bronce oxidado con la imagen de un mono juguetón, con los ojos chispeantes y una sonrisa traviesa. La moneda estaba inscrita con una elegancia que invitaba a coleccionarla, era una verdadera pieza de arte.
Movido por la curiosidad, Arturo intentó tomar la moneda del suelo, pero sus dedos la atravesaron como si no fuera más que una ilusión, y solo se llenaron de tierra y hierba.
—Pompón, inténtalo tú —Comentó Arturo, recordando que supuestamente él no podía tomar las monedas que caían de su bolsillo, o al menos esa era la descripción del huérfano que le apostó este esmoquin lleno de parches.
Pompón se acercó con determinación a la moneda en el suelo. Extendió su patita, intentando agarrarla con cuidado, pero su patita también atravesó la moneda como si no existiera. El conejo miró a Arturo con una expresión perpleja, claramente frustrado por su incapacidad para agarrarla.
Las mascotas, impacientes por contribuir, se acercaron a la misteriosa moneda e intentaron tocarla, pero se encontraron con la misma resistencia invisible. La moneda parecía estar fuera de su alcance.
Flora, observando la escena, sonrió y propuso una solución:
—Parece que esta moneda tiene propiedades únicas que la hacen inaccesible para tocarla directamente por ustedes. Sin embargo, puedo invocar a un sujeto de prueba que puede ayudarnos a tomarla. ¿Les gustaría que lo haga?
Arturo y el grupo asintieron con entusiasmo. Estaban ansiosos por resolver el misterio de la moneda y ver qué sorpresas les deparaba. La moneda del mono sonriente parecía ser un enigma que requería una solución especial.
Flora cerró los ojos por un momento, y en un susurro, pronunció unas palabras mágicas. Poco a poco, una figura etérea y translúcida comenzó a tomar forma en el campo de las flores. Era un ser alto, con una túnica hecha de harapos y una expresión deprimente en el rostro. La figura parecía arrastrar miseria y desgracia hasta en su sombra, y avanzó hacia la moneda con dificultad. Con un gesto brusco, tomó la moneda del suelo y la sostuvo en el aire, donde todos podían verla claramente.
Flora presentó al recién llegado: —Este sujeto de pruebas es un ser que puede interactuar con objetos inaccesibles para nosotros. ¿Qué creen que ocurrirá?
Arturo observó al desdichado estudiante desaprobado con atención. El joven tenía un cabello oscuro, desaliñado y grasiento. Sus ojos parecían estar cansados y con ojeras profundas, revelando noches de insomnio y preocupación. La palidez de su tez resaltaba en su rostro, dándole un aspecto poco saludable y demacrado. A pesar de que a lo sumo parecía tener veinte años, su apariencia en ese momento sugería que no le quedaban muchos días de vida por delante.
El estudiante desaprobado miró la moneda con desesperación. Sus ojos suplicaban a Arturo en silencio, pidiendo que no lo hiciera pasar por más dificultades. No obstante, no se atrevió a decir ninguna súplica, y en su lugar, con voz temblorosa, se dirigió a Flora:
—¿Qué se supone que debo hacer con esta moneda? ¿Por qué me obligaste a tomarla?
El nudo de tristeza en su garganta era evidente, y su mirada perdida buscaba respuestas en el alegre rostro de la flor. Lógicamente, Flora no sabía que ocurriría y Arturo tampoco recordaba la utilidad de las monedas, por lo que los dos miraron al desafortunado con curiosidad.
Fue en ese momento que una extraña criatura comenzó a manifestarse a lo lejos. Era un mono de pelo blanco, con ojos rojos llenos de astucia y una cola inusualmente larga. El mono se movió con agilidad, corriendo directamente hacia la moneda, y con un movimiento rápido y sorprendente, arrebató la moneda de las manos del joven. Con una expresión jocosa y burlona en su rostro, el mono lanzó un puñado de excrementos en dirección al estudiante desaprobado. La sustancia apestosa impactó en el rostro del joven aturdido antes de que pudiera reaccionar.
*Uh Uh*...*Ah Ah*... La risa del mono resonó en el aire mientras continuaba burlándose del estudiante con su travesura. Sin previo aviso, la criatura desapareció en un destello de luz, sin dejar rastro alguno. Y lo que fue aún más inesperado, el estudiante desaprobado se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos, sin dejar rastro alguno de su presencia.
—¿Qué acaba de suceder? —Preguntó Arturo con evidente perplejidad.
Flora, con una expresión de entendimiento, explicó:
—Aparentemente, el condenado cumplió su condena, lo que le permitió finalmente descansar en paz—Luego, su mirada se desvió hacia el esmoquin de Arturo con un brillo de codicia—Tienes unas prendas excepcionales, Arturo. Ese esmoquin es sumamente complicado de conseguir y se llama “Recuerdos de Abundancia”. Por lo tanto, te otorgaré 4 de los 5 puntos posibles. ¡Felicidades!
Arturo asintió, aún asimilando la extraña secuencia de eventos que había ocurrido. No obstante, tampoco le dio mucha importancia al asunto, ya que en definitiva no podía controlar la aparición de estas monedas y aparentemente eran inútiles para él.
El niño continuó demostrando las sorprendentes habilidades de sus prendas, esta vez optando por activar dos habilidades pasivas al mismo tiempo. Al iluminarse su zapato izquierdo, el sutil destello desencadenó un proceso que comenzó en el cielo sobre él. Una pequeña nube negra empezó a formarse, su tamaño no era más grande que el de un autobús y su presencia destilaba una melancolía tan intensa que podría empañar cualquier rastro de alegría. La nube se expandía lentamente, y su color oscuro parecía absorber toda la luz a su alrededor.
A medida que la nube crecía, comenzó a desprender unas finas motas de ceniza que descendieron sobre Arturo como una lluvia gris y sombría. Las partículas de ceniza ensuciaron su ropa y le provocaron una tos molesta, instándolo a cubrirse la boca con la mano para protegerse de la inhalación de ceniza. La lluvia de ceniza duró solo unos minutos, pero dejó a Arturo con su ropa y su cuerpo completamente manchados por una fina y molesta capa de polvo grisáceo.
Consciente de que la habilidad mágica de su zapato izquierdo era más una maldición que una verdadera habilidad útil, Arturo decidió probar la habilidad pasiva de su zapato derecho. Al hacerlo, notó que su sombra comenzó a distorsionarse de una manera extraña, hasta transformarse en una entidad siniestra que parecía acechar a su alrededor.
Esta entidad oscura poseía un par de ojos rojos que se movían con una voluntad propia y unos brazos largos que se extendían de forma aleatoria hacia lo desconocido. Cada pocos segundos, de la sombra surgían y se materializaban pequeñas figuras etéreas, hechas de un ectoplasma tan negro como una noche sin luna.
Las entidades etéreas tomaban formas variadas, transformándose en criaturas sorprendentes en cada aparición. A veces, adoptaban la forma de animales, como elegantes ciervos o peligrosos lobos. En otras ocasiones, se metamorfoseaban en bestias aladas que revoloteaban en torno a Arturo como espíritus libres del cielo. Mientras que en la mayoría de las ocasiones, adoptaban formas humanoides bastante deformadas, con extremidades retorcidas y rostros desfigurados, criaturas que aparentaban ser las almas atormentadas que se escondían en el mundo de las sombras.
Estas entidades etéreas ignoraban completamente a Arturo y parecían estar en busca de otros individuos a quienes atormentar. Se desplazaban con curiosidad, explorando su entorno en busca de nuevas presas para sus travesuras.
El asombro de Flora y la intriga de las mascotas no hicieron más que aumentar, mientras observaban las impactantes habilidades de las prendas de Arturo:
—Ya son bastantes prendas, debo felicitarte por ello, Arturo. El zapato izquierdo es una prenda maldita y se llama “Caminos polvorientos”, solo puedo darte 1 punto de los cinco posibles. Mientras que el zapato derecho se llama “Pacto con las sombras” y puedo darte 3 puntos de los cinco posibles.
Arturo, agradecido por la puntuación otorgada por Flora, procedió a mostrar la habilidad de su anillo, que, si bien era de utilidad limitada, seguía siendo una de sus prendas y, por lo tanto, merecía ser exhibida.
—¡Hola, hola, hola!—Chilló Arturo con una voz molesta e incómoda.
—Ah, el famoso anillo del estudiante travieso—Comentó Flora con una sonrisa— Casi todos me lo muestran. Este anillo en realidad se llama “Voz de Pato”, y como es una prenda relativamente fácil de obtener, solo puedo otorgarte la puntuación mínima, 1 punto de los 5 posibles.
Arturo no se sintió desalentado, ya que no esperaba recibir una alta calificación por el anillo. Con un brillo de esperanza en los ojos, dirigió su atención a los guantes rotos que sostenía en su mano y activó su habilidad. En ese momento, no pudo ver nada de manera inmediata, pero después de unos segundos, comenzó a notar un cambio en el entorno. Vio cómo el cuerpo de su querido conejo, Pompón, se distorsionaba repentinamente: su pelaje caía en cascada, y su cuerpo se encorvaba de manera efímera, como si el tiempo estuviera pasando a la velocidad de un rayo.
Sin embargo, Arturo sabía que esto era una ilusión y que solo él podía verla, mientras que el resto del grupo solo veía cómo Arturo miraba a su curador con curiosidad. Flora, sin embargo, también percibió los cambios y felicitó a Arturo nuevamente:
—Una pieza fantástica llamada “¿Paso o no paso?”—Dijo con admiración—Puedo otorgarte 5 puntos de los 5 posibles, no porque su habilidad sea particularmente útil, sino porque esos guantes son extremadamente difíciles de conseguir. Casi nunca puedo admirar a un estudiante usando esos guantes, un gran hallazgo, Arturo.
El niño asintió alegremente, ajeno al hecho de que la visión que había experimentado era, desafortunadamente, un recuerdo que había sido borrado de su memoria, y condenado a no volver a aparecer en su vida.
—No me quedan más prendas que mostrar, pero supuestamente, si utilizo todas estas prendas en conjunto, obtengo una habilidad especial, aunque la naturaleza de esta habilidad varía según si tengo alguna moneda de oro a mi disposición o no. Por desgracia, me quedé sin monedas de oro; las gasté todas en barras de chocolate... —Comentó Arturo, con un toque de autocrítica en su voz.
Flora escuchó atentamente y observó a Arturo con ojos brillantes, resplandecientes de entusiasmo:
—¡Sorprendente!—Exclamó, inclinándose hacia adelante—¿Tienes todas las piezas de una colección? ¿Todas las prendas necesarias? ¿Has trabajado tanto para mantenerte a la moda?
Arturo asintió con determinación, reconociendo el esfuerzo que había dedicado a juntar todas las prendas necesarias para activar la habilidad especial:
—Sí, estoy seguro de que tengo todas las piezas—Afirmó—pero no tengo ni idea de cómo activar esta habilidad.
Flora se mantuvo con los ojos brillantes, ansiosa por explorar el misterio detrás del conjunto de prendas únicas que Arturo había reunido. Se inclinó un poco más hacia adelante, con una sonrisa emocionada en su rostro, y sus pétalos dorados parecían resplandecer aún más:
—¡Qué interesante!—Exclamó Flora—Tenemos que descubrir cómo activar esa habilidad especial. Si tienes todas las piezas del conjunto, es probable que se trate de algo asombroso. Permíteme ayudarte a desentrañar este enigma. ¿Puedes mostrarme todas las prendas una vez más?
Arturo asintió con entusiasmo y comenzó a exhibir sus prendas una por una, deteniéndose para describir su origen y sus habilidades en detalle. Flora observaba con gran interés, tomando notas mentales y haciendo preguntas ocasionalmente para comprender mejor la naturaleza de cada prenda. A medida que avanzaban en la presentación, Flora se sumergía en un estado de curiosidad y emoción, y sus pétalos dorados temblaban de anticipación.
Las mascotas de Arturo también observaban con atención mientras su dueño inventaba una disparatada historia para cada prenda y describía sus habilidades de la forma más irracional posible. Pese a ello, las mascotas estaban igualmente intrigadas por la posibilidad de admirar la habilidad especial que podía activarse al usar todo el conjunto. La tensión en el aire aumentaba a medida que avanzaba la presentación, y todos compartían una sensación colectiva de anticipación.
Cuando Arturo terminó de contar la “historia” de todas sus prendas, Flora ya había tomado todas las notas necesarias. La inspectora se tomó un momento para pensar, y tras unos pocos segundos sus ojos resplandecientes se posaron en Arturo mientras hablaba:
—Bien, Arturo, creo que hemos recopilado suficiente información sobre tus prendas. Ahora, vamos a tratar de desentrañar cómo activar la habilidad especial de este conjunto. Debes estar listo para seguir mis indicaciones con atención.
Arturo asintió con determinación. Estaba dispuesto a descubrir cómo era realmente el poder de su conjunto de prendas únicas.
—Lo primero que necesitas hacer es estar completamente vestido con todas las prendas del conjunto—Explicó Flora—Eso incluye cada prenda que has mostrado, desde los zapatos hasta el esmoquin. Asegúrate de que cada una de ellas esté en su lugar.
Arturo asintió con dificultad y, siguiendo las instrucciones de Flora, se aseguró de que cada prenda estuviera en su sitio. El niño se sentía como si estuviera a punto de emprender una ceremonia especial y ancestral.
Flora continuó:
—Ahora, cierra los ojos y concéntrate en el conjunto de prendas. Imagina cómo están conectadas, cómo estas forman una especie de vínculo mágico. Siente la energía que emana de ellas y visualiza cómo el poder de estar a la moda fluye a través de todo tu ser. Esto es importante para activar la habilidad especial.
Arturo siguió las instrucciones de Flora y cerró los ojos. Se concentró en las prendas que llevaba puestas y trató de visualizar cómo estaban conectadas, cómo formaban un vínculo mágico que lo unía a cada una de ellas. Sintió una corriente de energía recorriendo su cuerpo, como si las prendas estuvieran cobrando vida. La sensación era intensa y embriagadora, como cuando uno se ponía un pantalón ajustado y se sentía que en cualquier momento se rompería por la mitad dejando expuesto tu trasero.
Flora observaba con atención, sus pétalos dorados vibraban en sintonía con la magia que se desataba en el campo de flores. La tensión en las mascotas iba en aumento, y todos esperaban ver que ocurría a continuación.
Después de un momento, Flora habló de nuevo:
—Ahora, Arturo, debes decir en voz alta tu deseo. Pide lo que deseas que esta habilidad especial haga por ti. Recuerda que esto es importante. Tu deseo debe ser sincero y poderoso. La magia responderá a tu llamado.
Arturo asintió con seriedad y formuló su deseo en su mente. Luego, con una voz firme y segura, lo expresó en voz alta:
—¡Deseo invocar la habilidad secreta de mis prendas!
A medida que el niño pronunciaba sus palabras, una onda de energía mágica se desencadenó a su alrededor. Las prendas parecían cobrar vida, brillando con una luz dorada intensa. Flora observaba con asombro mientras el campo de flores parecía cobrar vida con una magia antigua y poderosa.
Entonces, en un instante, todo se detuvo. La energía se desvaneció, y Arturo abrió los ojos. Miró a su alrededor, esperando ver algún cambio evidente. Sin embargo, el campo de flores seguía siendo el mismo, y las prendas parecían haber regresado a su estado normal. Y sus mascotas lo miraban con decepción, como esperando que algo más espectacular hubiese pasado luego de tanto escándalo.
Flora, por su parte, tenía una expresión pensativa en su rostro. Había presenciado la activación del conjunto de prendas y había sentido la magia en acción. No obstante, no estaba segura de si se había cumplido el deseo de Arturo.
—Hemos activado la habilidad del conjunto de prendas—Dijo Flora con calma—Sin embargo, parece que la habilidad es más sutil de lo que esperábamos. En realidad, siempre ha estado activa, ya que es una habilidad pasiva de efecto continuo y no una habilidad pasiva de evento aleatorio, pero su efecto es tan pasivo que a menudo pasa desapercibido. La habilidad hace que los demás te ignoren y sientan tu presencia como tú sientes ahora mismo el aire que te rodea: algo irrelevante e intrascendente.
Arturo asintió con comprensión, aunque un poco desilusionado por la naturaleza aparentemente ineficaz de la habilidad. Había esperado que su deseo lo guiara hacia una habilidad más concreta y significativa.
Flora notó la desilusión en los ojos del niño y prosiguió con una explicación adicional:
—No te preocupes, Arturo. Aunque esta habilidad puede parecer sutil, aún puede ser muy valiosa en muchas ocasiones. La capacidad de pasar desapercibido puede ser una ventaja en situaciones donde buscas algo que los demás codician. Te permite moverte sin ser notado, observar sin ser interferido y explorar en paz. Además, la segunda faceta de esta habilidad es aún más sutil que la primera. Te convertirás en una especie de entidad armoniosa con la fortuna y traerás buena suerte a los demás, muy similar al famoso mono que habla que viste hace unos pocos minutos. Sin embargo, no podrás ver directamente esa suerte, lo que puede resultar un poco frustrante. A pesar de eso, es una habilidad asombrosa.
Flora continuó su punto de vista:
—Tener amigos afortunados a tu lado puede ser beneficioso en muchas situaciones. Sin embargo, debes tener cuidado con la compañía que eliges, ya que la fortuna a veces puede atraer no solo la buena suerte, sino también a personas que pueden aprovecharse de ti. La clave está en saber discernir quiénes son tus verdaderos amigos y en quiénes puedes confiar. Esta habilidad te brinda la oportunidad de forjar relaciones especiales y te permitirá tener un papel único en la vida de aquellos que te rodean.
Arturo asintió, comenzando a comprender la verdadera utilidad de esta habilidad. Aunque las habilidades netamente pasivas parecían inútiles, tenía el potencial de ser un activo valioso en su viaje. Agradeció a Flora por su orientación y se sintió motivado para continuar explorando el mundo de la moda y la recolección de prendas exóticas. La inspección de sus prendas había resultado en un descubrimiento inesperado, y su aventura estaba lejos de haber terminado. Con sus mascotas a su lado y una sensación renovada de determinación lo invadió, preparándolo para las aventuras que le esperaban en el camino.
—No tengo más prendas que mostrar. Aunque también poseo mis prendas de estudiante, pero supongo que solo cuentan las que puedo usar en este momento… —Mencionó Arturo, sintiéndose satisfecho con la forma en la que se había desarrollado esta evaluación.
Flora asintió con entusiasmo:
—Exactamente, en el mundo de la moda, lo que realmente tienes o no tienes es indiferente. Lo que verdaderamente importa es lo que puedes mostrar a los demás. El gremio de sastres es una organización poderosa y cuenta con el apoyo de innumerables miembros que trabajan incansablemente para obtener el poder de la moda. Por eso, las recompensas por el esfuerzo que dedicaste durante tu infancia son muy generosas. Y es también por esta razón que te insto a recordar unirte a nuestro gremio en el futuro, cuando ya hayas firmado un contrato y puedas llamarte a ti mismo un adulto con orgullo.
Las palabras “recompensas” resonaron con fuerza en los oídos de Arturo y sus mascotas. Miraron a la flor con ojos llenos de codicia, ansiosos por conocer qué les esperaba. Flora, como representante del influyente gremio de sastres, sonrió con orgullo ante la mirada de Arturo. Se sentía empoderada por su posición y la posibilidad de otorgar recompensas a quienes demostraban habilidades en la moda:
—Comenzaremos con las recompensas de rango inferior. Primero, de acuerdo a tu puntuación final, se te asignará una mejora en tu número de puesto. Evaluaremos cada prenda que has ganado y su rareza. El sistema es complejo y minucioso. Observamos a todos los evaluados y luego comparamos tus prendas con las de los demás estudiantes. Cuanto mejores sean tus prendas, más alto quedarás en la prioridad de asignación. Además, competimos por conjuntos de ropa, anillos, tatuajes, peinados y cuerpos especiales, por lo que eso también influye en tu evaluación final.
Arturo estaba ansioso por conocer más detalles:
—¿Obtendré mi número de puesto al final del día? Pregunto por qué necesitaré venderlo
Flora lo miró con seriedad y aclaró el proceso de asignación de puestos:
—No, la asignación de puestos se realiza de inmediato y se te compara con la camada anterior de estudiantes. Esto significa que tu mejora de número de puesto se determinará de inmediato, pero también significa que la misma no necesariamente reflejará qué tan bien o mal vestidos están los demás participantes de tu misma camada.
Arturo asintió, consciente de la ferocidad de la competencia en el mundo de la moda y las profundas implicaciones de su desempeño en esta inspección. Con sus dudas aclaradas, Flora continuó explicando en detalle las recompensas que se otorgarían en función de la puntuación obtenida:
—Luego se te recompensará de acuerdo a cada puntaje en particular. La recompensa por obtener la puntuación mínima es un pergamino de paisaje aleatorio o una torta. Para un puntaje de dos puntos recibirás un mueble especial aleatorio. Tres puntos te brindarán un regalo sorpresa. Cuatro puntos te otorgarán una gran ofrenda a seleccionar. Y para aquellos que alcanzan la máxima puntuación de 5 puntos, recibirán una banana.
—¿Las bananas legendarias de los cuentos de hadas? ¿O te refieres a la fruta? —Preguntó Arturo con ciertas dudas. Las recompensas le parecían inmensas, especialmente la posibilidad de elegir una gran ofrenda. Si la idea que tenía en mente coincidía con el nombre, entonces esa recompensa podría tener un valor incalculable en términos de reliquias.
Flora asintió con una sonrisa orgullosa.:
—Sí, me refiero a las bananas legendarias. Las que otorgan un destino mejor. Pueden utilizarse para aprobar el examen de un estudiante de forma inmediata, o para mejorar tu destino de manera misteriosa y, en cierto modo, aleatoria.
—¿Es tan complicado conseguir prendas con una buena puntuación?—Preguntó Arturo con incredulidad. Para él, estas bananas legendarias eran objetos mágicos de un valor incalculable. Le permitían cambiar el curso de su vida sin tener que enfrentar los desafíos de luchar por convertirse en mago, algo que solo podía imaginar en su infancia. Arturo nunca había pensado que realmente podría obtener una de estas frutas legendarias.
—Como te había dicho se recompensa la dificultad y la rareza de una prenda. Por lo tanto, es muy raro obtener una buena puntuación. Una prenda con una puntuación perfecta de 5 sobre 5, es una prenda que no se ha visto en más de un milenio—explicó Flora con gracia— Como notarás, podrías haber obtenido dicha prenda de forma sorprendentemente sencilla si solo tú conoces el secreto para obtenerla. Y de igual forma serás recompensado como si hubieras emprendido una odisea para conseguirla. Por eso se dice que la moda es exclusiva; uno debe buscar entre la “basura” para encontrar las verdaderas gemas escondidas.
—Por ejemplo, si nadie hubiera venido con el anillo de Arturo durante un milenio y luego el niño llegara y te lo mostrara, ¿obtendría las recompensas de la puntación máxima?—Preguntó Pompón con un toque de incredulidad, tratando de entender las reglas del mundo de la moda.
Ante lo cual, Flora respondió con una sonrisa:
—Las recompensas suelen cambiar en función de la prosperidad del gremio y el deseo de “seducir” nuevos aspirantes. Sin embargo, si durante un milenio nadie hubiera portado ese anillo y luego tú lo mostraras, entonces claramente ese anillo sería una joya oculta entre la “basura”, una pieza digna de la puntuación máxima. Además, no serías el primero en lograr la puntuación máxima de esa manera. La moda evoluciona con el tiempo, y te animamos a pensar con imaginación. Nunca des por sentado que una pieza antigua y desgastada no puede ser un gran tesoro.
—¡Sorprendente! —Exclamó Arturo con alegría—entonces, ¿me darías dos pergaminos, un mueble, dos regalos sorpresa, una gran ofrenda y una banana?
Flora asintió con una sonrisa, complacida por el entusiasmo del joven estudiante.
—Exacto. Además, recibirás un título honorífico por completar un set completo de ropa, el cual es tu mayor logro. Recuerda que, si deseas seguir ganando cosas interesantes y de manera sencilla, siempre es una buena idea unirte a nuestro gremio —Añadió Flora con entusiasmo—Con todo dicho, has terminado la evaluación de tus prendas y la inspección en general, Arturo. ¡Buena suerte en el día de las contrataciones!
Sin tener la oportunidad de despedirse, Arturo fue teletransportado de regreso a su hogar, donde con ansias buscó en el espejo la notificación que le revelaría su valioso número de puesto.