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El pibe isekai [Español/Spanish]
Capítulo 9: Punto de quiebre.

Capítulo 9: Punto de quiebre.

Dentro de la cueva ya estábamos todos durmiendo tras el susto que nos llevamos hoy, solo que parece que Mirella se quedó con un poco de ganas de pelear.

"¡Tonto, Luciano tonto! ¡Dijiste que era una mentirosa!" Gritó Mirella en voz baja.

"Shhhh... Las cosas mágicas hay que mantenerlas en secreto, ¿sabes? En estos días iremos a ir a ver esa agua mágica que me mencionaste, pero sí que te creo sobre eso".

Le di unos golpecitos en la cabeza, haciendo que se tranquilice.

Mirella bajó un poco más la voz.

"Bueno... te haré caso solo si me consigues más de esas cosas brillantes que trajo tu mamá".

"Está bien, mañana vamos a ir a la costa a recolectar esas cosas brillantes si es que mamá me deja. Ahora ve a dormir, ¿sí?".

Ella asintió y se fue a recostar sobre su pequeño lugar brillante que combinaba espléndidamente con sus partículas que revoloteaban a su alrededor. Su aura era diferente a cualquier ser que haya conocido.

Sin querer decirlo con malas intenciones, mirarla era un deleite visual.

Al intentar dormir, no pude evitar pensar en lo que Suminia había propuesto, ese viaje más allá del bosque, me generaba curiosidad, claro. Sin embargo, había algo en su tono que me inquietaba. No era solo una sugerencia inocente, no de su parte. Aunque me gustara la idea de descubrir más sobre este mundo, no podía dejar de pensar en los peligros que acechaban más allá de lo conocido.

En todo caso, había que superar el acecho del hombre pájaro, el cual no volví a ver desde aquella discusión que tuvimos en la cueva de la ya fallecida Kuri.

"Luciano", escuché la voz de Samira a lo lejos.

Pensé que estaba soñando, pero no. La pequeña se acercó tímidamente, sus ojos bien abiertos a pesar de que pensé que estaba durmiendo. "¿Qué es esa cosa de la que hablaba Mirella? ¿Agua mágica? ¿Qué significa ser mágica?"

Me removí en mi lugar, incómodo. Samira era curiosa, mucho más que su hermana, y eso me ponía en situaciones incómodas. No podía darle una respuesta sencilla sin revelarle más de lo que estaba dispuesto a contarle. Bueno, tampoco es que yo supiera mucho sobre esa agua, pero sí sabía sobre la existencia de la magia.

"Es... complicado, Samira", dije finalmente, intentando que mi tono no sonara brusco.

"Ni siquiera yo sé qué significa. Es un misterio".

Me miró con esos ojos negros, llenos de inocencia y, a la vez, de una astucia que no esperaba de alguien tan joven.

"Bueno, ya me voy a dormir".

"Andá a dormir, Samira. Mañana será un día largo".

Por qué iba a ser largo, ¿no? Nada que ver.

"Hasta mañana, Luciano".

Al día siguiente, mis padres me dieron permiso para salir con Mirella, se ve que ahora confiaban en que ella podría protegerme si sucede algo.

Las olas se meneaban suavemente, como siempre, y desde lejos se veían algunos puntitos brillantes en la costa. Si bien había venido varias veces por acá para bañarme, no había notado que hay tantas de esas, son tan pequeñas que hasta pareciera que no se pueden recoger.

El clima era muy soleado, como casi siempre lo era en este lugar, el cual sigo suponiendo que es una isla.

¿Todo este mundo será así o tuve la 'mala suerte' de nacer en medio de la nada? Si se lo cuento a alguien pensaría que estoy viviendo en un paraíso, si bien no se aleja mucho de eso de manera física, la supervivencia acá no lo hace sonar del todo como un paraíso.

Todo este mundo será así o tuve la 'mala suerte' de nacer en medio de la nada? [https://img.wattpad.com/da778f6898c7fe18efbbf5daf9a0c207d48d099d/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f5f73414e5030556d6c47396c66413d3d2d313435363737353937392e313764663732313830303162656236303838363039303031393936352e706e67?s=fit&w=1280&h=1280]

"Luciano, ¿en qué piensas?" Preguntó Mirella, tan atenta como siempre.

"Este... es que estaba pensando en si podríamos hacer una escapada hacia el lugar en el que dijiste que había agua mágica". Las palabras salieron sin mucho filtro, demostrando por un momento mi verdadera forma de ser.

¿Tener alrededor de tres años y algunos meses será suficiente para salir a explorar solos? Antes cuando salía en secreto al menos mis padres estaban por la zona y Kuri también andaba siempre por ahí, pero ahora... todo se siente bastante solitario al salir de mi cueva.

Sé que un poco más allá está Anya, pero se supone que no hay nadie más que ella.

"Como quieras, yo te seguiré a donde tú vayas, ¡pero primero quiero las cosas brillantes!"

Una pequeña sonrisa se formó en sus labios al adelantarse un poco hacia la costa.

"Bueno, se supone que las cosas brillantes están aquí..." Me agaché sobre la arena mojada y empecé a recoger todo lo que había por ahí.

El agua tibia subía por mis pies, provocándome una ligera sensación molesta en los dedos de mi pie izquierdo, haciéndome recordar lo incómodo que es no tener uñas.

'Debes soportar este dolor para recordar que tienes que hacerte más fuerte' fueron las palabras de Sariah aquella vez, o algo así había dicho. En cualquier caso, en estos meses no había pasado nada nuevo con respecto a mi avance en el objetivo principal.

Que sí, tal vez mantener a las gemelas dentro de nuestro grupo es un avance que no se notaría ahora, sino en el desenlace de acciones futuras. La idea es intentar a toda costa mantener con vida a todas las personas que voy conociendo, no vaya a ser que termine quedando yo solo o con alguien que no pueda cuidarme.

Mientras recogía las cosas, mi cuerpo se reflejaba en el agua pura. Es cierto, casi que no le estuve prestando atención a mi nueva apariencia física en este cuerpo, debe ser porque he estado tan absorto en lo que sucede alrededor que olvidé detenerme a observar quién soy ahora. Mi cabello castaño caía desordenadamente sobre mi frente, y, por un instante, un reflejo rojo en él brilló bajo el sol.

Me gustaría tener un espejo, aquel que no agarré del encargado de la morgue...

"¿Querés mojarte los piecitos?"

"Está bien"

Se paró sobre la arena mojada, esperando a que suba el agua. Por suerte no llegaría más allá de sus rodillas.

"¿Me quieres, Luciano?"

La pregunta me sorprendió y, por un instante, no supe qué decir. Mirella se quedó allí, con los pies apenas rozando el agua, con una sonrisa traviesa y sus ojos verdes brillando bajo la luz del sol, como si escondieran algo más detrás de esa inocente pregunta.

"¿Por qué preguntás eso? Claro que te quiero mucho", dije, y al darme vuelta para verla, dentro del bosque se veía otra vez esa figura con orejas de gato. Era lo bastante grande como para notarlo desde lejos.

"Mirella, alguien nos está observando desde lejos.

No te des la vuelta o se va a dar cuenta".

"¿Nos están observando!?" Preguntó Mirella, y sin hacer caso se dio la vuelta.

¡Hubiera sido mejor no decirle nada!

Inmediatamente, la figura comenzó a desaparecer entre los árboles

"¡Espera!" Gritó Mirella y voló a toda velocidad.

Siempre pensé en que sus movimientos en el aire eran bastante rápidos y precisos, pero esto... Nunca había visto algo volar tan rápido. Posicionó su cuerpo hacia delante y salió disparada como una bala

"¡Mirella, puede ser peligroso!" Grité, aunque Mirella ya se encontraba lo suficientemente lejos como para no escucharme, y aunque lo hiciera, no iba a frenar.

Por un instante, algo de tonalidad verde cubrió el bosque, como si fuera una barrera posicionada en vertical. Mirella chocó contra ella y cayó al piso.

"¿Magia?" Escuché que a lo lejos se preguntaba ella mientras se sobaba la cabeza.

"¡Auch!"

"¿Vos también lo viste? Era como una barrera que no te dejó pasar. ¿Estás bien?"

La acerqué un dedo para que se agarrara de él y poder levantarse.

"Si... y era alguien que no había visto hasta ahora. ¿Deberíamos buscarlo? La barrera ya desapareció".

"No, porque ya sabría que estamos yendo tras él y no sabemos qué tan poderoso sea".

Luego agregué: "mejor volvamos a la cueva con las cosas. Tal vez lo volvamos a ver cuándo vayamos al lugar del agua mágica".

"Está bien..." Dijo Mirella de mala gana.

Hablamos mientras volvíamos a la cueva.

"Entonces, ¿no sabés quién era? Yo vi que tiene como unas orejas puntiagudas hacia arriba".

"Solo logré ver que tiene mucho pelaje y... Y... ¡Unas orejas enormes!"

"Pero no caminaba a cuatro patas, eso significa que es alguien como nosotros, un ser inteligente y mágico".

Para alguien que sea curioso, no le bastaría esa explicación tan sin sentido, pero bueno. Es una conclusión racional al distinguir animales con humanos.

Me quedé pensando en cómo Mirella vuela tan rápido, me impresiona verla cuando las cosas se ponen en un momento crítico, es como si se activara de repente y no le importaran las consecuencias. ¿Es un instinto salvaje?

Sea como sea, me siento seguro estando a su lado.

***

Varios días después, salimos junto a Suminia y Samira, aunque sabía que en algún momento del camino teníamos que separarnos para investigar mejor con Mirella acerca del agua mágica que ella había mencionado.

Llegando al claro del bosque nos encontramos con Anya y Tarún.

"¡Hola, chicos! Me dijo Rundia que tuvieron problemas con un oso y que una mujer... mágica, o algo así, los salvó. Me alegro mucho de que estén todos bien".

Desvió la mirada hacia Mirella luego de hablar.

"Ah... ¡Así que debes ser tú! Menos mal que están todos bien".

Mientras tanto, Tarún la miraba atento, casi como si quisiese decir algo.

Mirella, visiblemente más relajada al encontrarse con personas desconocidas, asintió.

"Sí, trato de proteger a Luciano y su familia lo mejor que puedo.

¡Y me llamo Mirella!"

Tomé la palabra. "Anya, ¿no te gustaría venir a vivir con Tarún a nuestra cueva? Así estaremos todos más seguros y acompañados. Seguro que a mis padres también les parecerá una buena idea. Total, nuestra cueva es bastante grande".

Anya es muy responsable, amable y hermosa, tenerla a nuestro lado sería algo bastante bueno. Además, no quiero que le pase algo malo, si Mirella puede protegerla, entonces sería mejor estar todos juntos.

Ella sonrió, tal vez considerando la oferta. Derrotar un oso no es para cualquiera, eso debería ser suficiente para inclinar la balanza si quiere proteger a su hijo.

"Eso suena muy bien, Luciano. Pero tendré que hablarlo con Tarún primero. Estamos acostumbrados a vivir solos desde que..."

Su voz se cortó de un momento a otro.

"Creo que... vivir todos juntos podría ser mucho más seguro y divertido. ¿Verdad, Tarún?"

Su hijo, que hasta ahora había estado observando en silencio, finalmente habló.

"Sí, mamá. Me gustaría conocer a Mirella", dijo, abrazándola de costado y mirándola mientras señalaba a la pequeña hada.

"Está bien, ya hablaremos con los padres de Luciano, ¿sí? A mí también me gustaría vivir con ustedes, últimamente me estuve sintiendo un poco... sola", respondió, girando la mirada hacia un costado.

Suminia fue y la abrazó por la cintura, refregando un poco la cabeza sobre su estómago mientras Samira también caminaba hacia ella.

"¡Anya! No digas eso, sabes que siempre estaremos para ti. Ojalá vengas con nosotros".

"Chicas, ¿por qué no acompañan a Anya a recolectar un poco de frutas? Además, podrían contarle todo lo sucedido cuando nos atacó el oso".

Si aceptaban la pequeña persuasión yo iba a poder irme con Mirella.

"¡Si! Voy a contarte lo genial que es Mirella", exclamó Samira mientras agarraba la mano de Anya y Tarún.

Empecé a recoger ramitas del suelo, intentando hacer tiempo y ver si Suminia se iba.

"H-Hermana, ¡espera!" Gritó Suminia y se giró hacia mí.

"¿Qué estás haciendo, idiota? ¡Vamos con las demás!"

Suminia se plantó frente a mí, con los brazos cruzados y una expresión de desconfianza que ya se me hacía habitual. Samira, por otro lado, ya se alejaba con Anya, charlando alegremente como si fuera el paseo más emocionante de sus vidas.

"Eh... recolectando ramitas para la fogata de esta noche"

Hice una sonrisa incómoda, levantando una pequeña ramita del suelo para reforzar mi excusa.

Suminia levantó una ceja, me miró de arriba abajo y me apuntó con el dedo.

"¿Ramitas? ¿En serio? ¿Eso es lo mejor que se te ocurrió para zafarte de nosotras?"

Mirella, que estaba revoloteando cerca, no pudo evitar soltar una risita.

"Creo que te atraparon, Luciano. Aunque me parece que a Suminia le interesa bastante más lo que haces que lo que decís".

"¡Cállate, Mirella!"

Suminia se sonrojó y giró la cara, refunfuñando algo sobre hadas entrometidas.

"No me interesa lo que hace este idiota, solo quiero asegurarme de que no termine metiéndonos en algún lío como siempre. ¡Así que no vayan a hacer nada raro!"

Con esas palabras, la gemela malvada se fue corriendo tras los otros dos. Bien hecho, Mirella.

"¡Mirella...!".

Ella asintió, ya sabiendo sobre el plan secreto y me llevó a lo más profundo del bosque, donde ya casi parecía volverse una selva.

"Era por acá", dijo, mientras volaba entre las hojas.

Nos pusimos en marcha, y mientras caminábamos, Mirella seguía zumbando alrededor de mí, claramente disfrutando de la tensión entre las gemelas y yo. O por lo menos eso creía, tampoco es como si le fuera a preguntar qué opina de nuestra relación.

"¿Tan lejos te fuiste? Se nota que estabas re al pedo en esa época, ¡eh!"

"¿Re al pedo? ¿Qué es eso?"

"Ah... no, nada. Quise decir rápida, o sea, que sos lo bastante rápida como para llegar tan lejos".

"¡Es acá! Por allá se ve el agua mágica"

Me señaló el lugar, que estaba solo un poco hacia la izquierda, con su diminuto dedo mientras yo esquivaba las densas plantas del lugar.

Hice un suspiro de asombro. "Tenías razón, puedo ver que tiene de esas partículas mágicas. Este lugar es un arroyo".

Nos fuimos acercando hasta finalmente llegar al borde del arroyo.

El agua era cristalina y por encima y dentro flotaban de esas partículas amarillas, las que yo llamaba 'mágicas'. Estiré una mano para tocar el agua, y justo en ese momento, de alguna manera se sentía familiar el tacto, como si estuvieran ahí esperando desde hace mucho tiempo.

Cuando mis dedos se sumergieron más dentro del agua, algunas de las partículas comenzaron a subir por mi brazo poco a poco. Como si de una fila de hormigas se tratara, pero estas dejaban varios centímetros entre una y otra.

"¡Mirella, mirá lo que está pasando! ¡Parece que yo también puedo tener de estas cosas en mi cuerpo, como vos!"

Mis pensamientos se dispararon en todas direcciones al sentir la energía mágica recorrer mi brazo. No podía creerlo, ¡por fin había logrado lo que tanto había estado buscando! El agua del arroyo parecía ser una fuente de poder, y ahora una parte de ese poder fluía dentro de mí. Una sonrisa se apoderó de mi rostro mientras observaba las partículas doradas que se movían como si tuvieran vida propia. ¡Esto era el comienzo de algo enorme!

"Me encanta esta agua mágica, ¿pero eso significa que ahora puedes usar magia?"

Las palabras de Mirella hicieron que me volviera loco por dentro, apenas podía procesar lo que estaba ocurriendo. No era solo cuestión de poder, no... era una victoria personal. Contra este mundo, contra las limitaciones de mi vida anterior, contra la mismísima Sariah. Esa diosa me había traído aquí, dándome un propósito que nunca pedí, esperando que le rindiera cuentas. Pero esto... esto era algo que yo había conseguido por mis propios medios.

Empecé a reírme solo, todavía mirando fijamente al agua, mi cabello tapando mi cara, que podría rozar lo siniestro.

"Yo... gané, Sariah. Gané. ¿No querías que descubriera la magia? Ahí lo tienes. Estás escuchando, ¿no?" Murmuré.

"Luciano, te pregunté si es que ahora puedes usar mi magia".

"¡Y-Yo creo que podría ser una posibilidad! No... Sí, voy a usar magia, ya lo vas a ver".

De un momento a otro, las partículas dejaron de subir. Se había cortado el flujo y las que ya estaban por mi brazo comenzaron a dispersarse por todo mi cuerpo, al igual que pasaba con el cuerpo de Mirella.

"¡Mirá! ¡Mirá! ¡Tengo partículas mágicas!"

De la felicidad comencé a dar pequeños saltos y cantar alrededor del arroyo. Creo que era una de las primeras veces que verdaderamente me sentía como un niño pequeño.

"¡Tengo partículas maaaagicas! ¡Maaaaaaagia! ¡Maaaaaaagia! Tututuru".

"¡Sí! ¡Sí! ¡Luciano es el mejor!" Gritaba ella sumándose a los festejos, sobrevolando el agua.

"¡Mira! ¡A mí también me quieren!"

Vi a que a Mirella también se le transferían estas partículas amarillas. Bueno, era algo obvio. Solo que parecía que no lo había descubierto hasta ahora.

"Bien, ahora estamos repletos de magia, ¿no? Pero y si... ¿nos bañamos acá?"

"¡Sí!"

Mirella se metió con ropa y todo adentro del arroyo.

"¡Hey, después vamos a tener que secar nuestra ropa!"

Me tiré al agua, aunque tampoco era como si lleváramos mucha ropa, cada uno tenía solo una prenda.

No pasó ni un minuto que ya estábamos jugando a tirarnos agua

"¡Tonto! ¡Luciano tonto!"

Ella se enojó porque yo le tiraba mucha más agua que ella. Claro, a pesar de ser un niño, mis manos eran mucho más grandes que las suyas.

"¡Toma esto!" Gritó, dándose la vuelta y agitando sus alas a toda velocidad, salpicándome un montón de agua a la cara.

"¡Ah!"

Intenté taparme con los brazos, pero igual me entró agua a los ojos y boca.

"Parece que no te gusta perder, eh"

La miré, empapada y con el cabello pegado a la cara, pero aun moviendo sus alas. ¿Cómo alguien tan pequeño y ligero podía cargar tanto entusiasmo? Su energía era contagiosa, y aunque me divertía mucho verla así, había algo en su mirada que me hacía recordar... recordar lo sola que debió haberse sentido antes de que nos encontráramos. ¿Cómo fue su vida antes de que yo la liberara de esa piedra? A veces me preguntaba si ella misma lo sabía. Quise preguntarle algunas veces, pero nunca llegamos a ninguna conclusión.

De pronto, empecé a sentir un ligero escozor en el pie izquierdo, como si me estuvieran echando alcohol en una herida.

Inmediatamente supe que tenía algo que ver con mis dedos sin uñas, así que me tuve que aguantar la sensación por unos segundos.

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"¿Eh?"

Mirella me miró fijamente, esperando a que yo respondiera tirándole más agua.

"Y-Yo tengo ganas de orinar, ya vengo".

Salí del agua y me escondí tras un árbol.

Al verme el pie, ya no había ninguna cicatriz... Quedó como piel normal, solo que sin uñas. ¿Cómo es posible? No será que esta es la misma agua que...

¡Qué deformidad, dios mío!

"¡Luciano, quiero seguir tirándote agua! ¿Cuánto más te vas a demorar?"

"¡Sí, ya voy!"

Me acordé de la herida de Rundia... Tiene que haber sido esta agua, no hay otra explicación. Es magia.

Ya veo... esto es algo que tenemos que usar a favor. Esta agua podría llegar a sanar cualquier herida que nos hagamos, de hecho, hasta mis pies callosos volvieron a su normalidad.

Este mundo cada vez me sorprende más y más.

Salí del árbol con energías renovadas y nos quedamos ahí, en el arroyo, un rato más junto a Mirella.

"Ya debemos irnos".

"Está bien, sino tus padres nos retarán".

Ella también salió muy mojada, su vestido goteando al igual que mi ropa.

"Ahora debemos dejar la ropa al sol, ¿sabes? Así ya no está mojada".

"¡Sí! Me encanta la luz del sol".

Buscamos entre el bosque algún lugar donde entrara más luz solar, porque en esta parte la vegetación era bastante densa.

"Acá podemos dejar la ropa, a ver...

Mirá, voy a cerrar los ojos y vos vas a dame tu vestido".

"¿Y por qué vas a cerrar los ojos?"

"Eso es porque no nos podemos ver completamente desnudos. ¡Es una regla muy importante!"

"¡Qué regla tan tonta!".

Cerré los ojos y estiré la mano, esperando a que me diera su vestido mojado.

Cuando la tela mojada rozó mis dedos, la agarré, me di la vuelta y colgué el vestidito celeste en unas de las ramas.

"Ahora me voy a sacar la ropa detrás del árbol y vos te vas a quedar del otro lado, ¿sí?"

Ella no contestó, pero igualmente hice lo que le había dicho.

Mientras me sacaba esta prenda prehistórica hecha de pelaje de animal, seguí admirando las partículas que andaban alrededor de mi piel.

Menos mal que no me andan por la cara, sino empezarían a ser una molestia en el día a día.

Nos quedamos de espaldas al árbol esperando a que se secara la ropa.

El silencio era incómodo, y más sabiendo que ella estaba molesta por algo que no logra comprender. Yo tampoco sé cómo explicárselo, pero no me parece que sea para molestarse tanto.

"Al final si tenías razón con lo del agua mágica".

"Hmmh".

"Y también nos divertimos mucho".

Se comenzó a escuchar un aleteo suave, esos de los que hace ella cuando está emocionada, pero la tonta quiere hacer berrinche.

"Y mañana podríamos venir de nuevo..."

El aleteo se hizo más intenso.

"¡Ay, ya! ¡Que se seque de una vez la tonta ropa!"

Ya llevamos como un año o más desde que nos conocimos y ella sigue igual de pegadiza a mí. No puedo decir que me disguste, de hecho, me encanta que esté a mi lado...

Sentado detrás del árbol, con el la madera cálida calentando mi espalda desnuda, no podía evitar sonreír al recordar lo que acabábamos de descubrir. El arroyo no era solo un lugar para refrescarse; era mucho más. Era una fuente de poder, de sanación, una pieza más en el complicado rompecabezas de este mundo en el que había sido lanzado sin aviso ni preparación. Pero hoy, por primera vez, sentía que tenía ventaja, que había dado un paso adelante, algo que ni siquiera la diosa Sariah podría haber anticipado... Bueno, en realidad sí. Igualmente, estoy lleno de un extraño orgullo tácito que me hacía sentir en control de la situación, al menos por un instante.

Al rato nos vestimos y nos preparamos para volver al claro para ver si por esos lados andaban Suminia y los demás, pero de pronto se escuchó un movimiento de hojas por la selva, como si alguien estuviera corriendo a gran velocidad. ¿Un animal salvaje?

"Mirella, creo que hay algo por acá. Mejor escondámonos, no vaya a ser que sea el que nos espía o un animal salvaje".

"Está bien, yo también lo escuché".

Ella solo atinó a esconderse en mi pelo, esperando a que yo hiciera todo lo demás.

Me escondí de nuevo entre los árboles y plantas altas, esperando a que lo que sea que había pasara de largo, pero...

"¡Es la mascota de Anya!" Grité, haciendo que Mirella saltara inmediatamente de entre mi pelo.

"¿Mascota?".

"Este... es el animal que estaba en su cueva. Una vez lo vi, pero desde aquella vez no volví a encontrarme de nuevo con él.

¿Lo seguimos? Tal vez esté cazando algo., se supone que él no es peligroso".

"¡Sí! Y hay que avisarle a Anya, vamos".

El animal en cuestión se parecía más a un pequeño monstruo que un animal. Tenía pelo entre azul y rojo, unas orejas más grandes que su cara, ojos amarillos y una cola pomposa.

"Si! Y hay que avisarle a Anya, vamos" [https://img.wattpad.com/851b944276ec50f5af73be6a281cc27de6b27311/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f3150555534474f426f35744473673d3d2d313435363737353937392e313764666438343234333364336532333833343830313039373532362e706e67?s=fit&w=1280&h=1280]

Podría llevarnos a algo interesante... Algo que se llama comida.

Empecé a correr, intentando alcanzar al bicho peludo de color azul, pero Mirella lo alcanzó primero, sobrevolando su cuerpo.

"¡Mirella, creo que vas a tener que seguirlo vos!" Grité, poniéndome las manos alrededor de la boca para que me llegara a escuchar.

"¡Está bien!"

Mi cuerpo de niño no era ni rápido ni resistente, así que a los segundos me dejaron atrás y los perdí de vista.

"Tal vez no fue tan buena idea dejar que Mirella se alejara de mí. Ya me perdí..."

El arroyo parecía mi única guía en medio del caos.

"Me parece que sería bueno seguir el rumbo del arroyo", pensé en voz alta, tratando de calmar mi creciente ansiedad.

"Que idiota, ¿para qué le dije que siguiera al animal ese?"

El hambre me golpeó de repente. Gastar energías jugando en el arroyo me había dejado con un apetito inmenso. Mientras caminaba, buscaba en el entorno en busca de algo comestible. Encontré un árbol de nañas, pero estaban demasiado altas para mí.

El bosque se volvía más denso a medida que avanzaba. En realidad, ya no era un bosque, era una selva. El sonido del agua era relajante, pero no lo suficiente para calmar mis nervios. Cada crujido y sombra me recordaban que alguien nos espiaba y que el maldito hombre pájaro seguía por ahí, aunque hacía rato que no lo veía.

Después de varios minutos de caminata, llegué a un lugar diferente, una cueva.

"¿Este es el final del arroyo...? Supongo. No creo que una cueva sea el comienzo. No lo sé".

"¡Mirella! ¡Mirella!" Grité, esperando que estuviera por la zona o tal vez dentro de la cueva donde el agua se adentraba. Me senté en una piedra cercana y comencé a quitar las cosas que se me habían pegado a los pies.

Probé el agua del arroyo para ver si las pequeñas marcas de la planta del pie se iban. Luego de unos segundos las pequeñas marcas desaparecieron, dejando mi piel en perfecto estado. ¿Cómo será que funciona esta agua? ¿Tendrá algo que ver con retroceder en el tiempo? ¿Creación de células?

¿Qué estoy pensando? Ahora lo importante es encontrar a Mirella.

Tengo hambre...

De pronto se escucharon ramas crujir en la lejanía y apareció el animal de nuevo.

El pequeño peludo se detuvo frente a mí, mirándome de manera extraña. Al principio pensé que quería jugar, pero su mirada fija me dio escalofríos. "¿Mirella... dónde estás?" Murmuré, esperando que apareciera pronto.

Sus ojos casi parecían escanear los míos hasta que de repente dio un giro brusco y comenzó a emitir un chillido agudo. Mis oídos zumbaban y tuve que cubrirme los oídos para amortiguar el sonido. El chillido parecía resonar en toda la selva, y en cuestión de segundos apareció Mirella volando hasta subirse en el lomo del animal, haciendo que deje de chillar.

"¡Luciano! ¡Él es mi nuevo amigo!"

Ah... Ahora esta hadita se hace amiga de cualquiera que se le cruce por el camino. Solo le bastaron unos minutos, no me quiero imaginar qué tonterías habrán pasado.

"¿En serio? ¡Qué genial! Yo también quiero ser su amigo".

¿También le habrá dicho que haga un sonido que me rompa los tímpanos?

"¡Si! Y hasta me hizo caso de venir a buscarte".

Un hada montando un animal raro de color azul y rojo... Realmente este mundo tiene de todo, eh. Imposible aburrirse así.

Me acerqué y empecé a acariciar la cabecita del animal.

"¿Te gusta, pequeño? ¡Muy buen chico!

¿Qué tal si le decís que se vuelva con Anya? ¡Seguro que ella está muy preocupada por él!"

A veces debía exagerar un poquito la situación para que me hiciera caso.

Mirella acarició suavemente su lomo y le dijo con voz dulce "vamos, amiguito, es hora de volver con la señorita Anya. Ella seguro te extraña mucho".

Luego se bajó de él y le dio golpecitos en las patas.

El cuadrúpedo se giró y corrió rápidamente hasta desaparecer entre los árboles.

"¿En serio podrá entendernos?"

"Oye, ¡¿me estás tratando de nuevo de mentirosa?!"

Está complicada la cosa hoy...

"¿Vas a seguir con esas cosas? Pensé que ya se te había ido el enojo".

"P-Perdón... es que estaba asustada por no encontrarte".

¿Es la primera vez que la escucho disculparse o me parece a mí? De todos modos, se sintió muy tierno de su parte.

"Está bien... Lo importante es que estamos todos bien y no pasó nada malo.

Mirá, acá en frente tenemos una semejante cueva, seguro que hay algo interesante. ¿Qué te parece si entramos?"

Señalé el interior de la oscura cueva, la cual parecía ser más profunda que la nuestra.

"Entremos entonces".

"Pero tengo hambre, ¿me ayudarías a recoger algunas nañas de un árbol que encontré hace un rato?"

"Bueno, pero solo unas pocas, ¿sí?"

"¿Y por qué solo unas pocas?"

"Bueno, las que tú quieras".

"Así está mejor".

"¿Te gusta que te responda de esa manera?"

"En lo posible sí, es mejor cuando sos amable".

"Voy a tenerlo en cuenta entonces".

"¿Sabes? A veces me pregunto cómo terminamos en estas situaciones tan extrañas".

"Sí, es como si la aventura nos siguiera a donde quiera que vayamos. Me gusta que sea así. Me gusta estar junto a ti".

"Y pensar que todo comenzó con un simple paseo por el bosque".

"Pero lo hiciste a propósito, ¿no?"

"Tampoco te quería hacer esperar tanto con el tema del agua mágica".

"Gracias, Luciano".

Luego de unos minutos ya estaba sentado en una piedra comiendo una naña y con otras tres en la mano.

"¡Gratdzias Midella, sos da mejod!"

Mirella me miró, divertida, mientras intentaba hablar con la boca llena. Con un intento fallido de tragar rápido, solo logré provocarle una risa.

"¡Luciano, no hables con la boca llena! Pareces un niño pequeño... Bueno, más pequeño de lo que ya eres".

Con las mejillas un poco ruborizadas se posó sobre mis rodillas.

"¿Crees que es seguro ir a esa cueva? Sentí algo denso ahí dentro. Y-Yo... no quiero que nos pase nada malo", dijo, agachando un poco la mirada.

"No pasa nada, vos sos muy fuerte y ahora estás llena de partículas mágicas. Si pasa algo solo usa magia y listo, ¿no? Como contra el oso".

"¿Soy... fuerte?".

Luego asintió con una sonrisa tímida.

"¡Sí, soy fuerte!" Repitió, como si necesitara creérselo.

"Sos fuerte, hermosa y mi mejor amiga, así que vamos a esa cueva de una vez y ojalá encontremos al acosador de mierda ese que ya me tiene re podrido".

Bueno, creo que me exalté un poco. Es que ya me habían empezado a molestar la situación.

"¡S-Si!"

¿Le habrán contagiado mis palabras? Como sea... ella me siguió volando de camino a la cueva.

Me limpié un poco la boca con el reverso de la mano mientras caminábamos por el costado del arroyo.

"Cuando lleguemos voy a necesitar que ilumines dentro de la cueva, ¿sí? Porque vi que está demasiado oscura al no llegarle tanta luz del sol".

¡Entendido, mi señor!"

"Hace rato que no me llamabas así", reí suavemente.

Miré a Mirella de reojo, tan pequeña y brillante. A veces me preguntaba qué haría sin ella. No era solo su magia lo que me ayudaba, sino la forma en que siempre encontraba una manera de hacerme sonreír, incluso en los momentos más tensos. Bueno, siempre y cuando no se pusiera celosa o molesta por algo, aunque tampoco es que le duren mucho los enojos.

Al final terminamos adentrándonos en la cueva y ella, con un leve movimiento de sus manos, hizo que las partículas mágicas a su alrededor comenzaran a brillar con más intensidad. En ese momento se formó una bola de luz en el aire, que era tan grande como una pelota de handball, por poner un ejemplo.

"¿En serio esa luz puede seguirnos?" Pregunté mientras descendíamos por la cueva, mis pies completamente mojados por el agua mágica que seguía el descenso en la cueva.

"En realidad me sigue a mí, pero como yo te sigo a ti, entonces te sigue a ti".

"Ya veo... Entonces te sigue a vos".

"Sí, y a ti también".

Preferí no seguir hablando de eso.

"Por cierto, ¿no tomaste del agua mágica?"

Estaba curioso por saber si a ella le había causado algún efecto en particular. Tal vez se le había sanado alguna herida o algo.

"Algo de agua me entró en la boca, pero no siento nada raro.

¿Tú tomaste agua?"

"A mí también me entró agua en la boca sin querer, tampoco sentí nada raro.

¿Sabías que, una vez antes de que nos conociéramos, alguien dejó esta agua mágica en la entrada de nuestra cueva? En ese momento mi mamá estaba muy herida, y cuando tomó esta agua su herida sanó por completo.

Por eso es que supongo que esta agua tiene propiedades curativas. Debe ser la misma que en ese entonces".

"¿En serio? Menos mal que se pudo salvar... ¿Y no sabes quién la dejó ahí?"

"No, todavía sigue siendo un misterio".

De pronto se comenzaron a escuchar movimientos de piedras, como si se estuvieran moviendo en la lejanía.

"Luciano, vamos con cuidado, déjame ir adelante".

"Es una buena idea, solo que si vemos a alguien primero intentamos hablar pacíficamente, ¿sí?"

"Sí, eso ya lo sé".

Su tono era un poco más serio, como si hubiera activado ese instinto protector que la distinguía en estos momentos.

Luego de unos segundos, un ser de mi tamaño y de color gris apareció parado en medio de la poca agua en el suelo.

Tomé la palabra mientras me mantenía detrás de la pequeña hada.

"¿Hola? Venimos solo a investigar, yo me llamo Luciano y ella es Mirella. ¿Puedes entender lo que digo?"

La cosa rara no respondió. Solo seguía manteniéndose de pie en el mismo lugar de donde había aparecido.

"¡Luciano te está hablando!"

Cuando Mirella se acercó un poco más a él y la bola de luz la siguió, logré distinguir que estaba hecho de piedra... ¿Acaso era un golem? No parecía tener ojos, solo un cuerpo con brazos y piernas.

¿Deberíamos irnos? No creo que podamos mantener una conversación con esta cosa.

"Mirella, no parece entender lo que le decimos, ¿crees que es un enemigo? Antes dijiste que sentías algo denso en el lugar".

De pronto aparecieron dos 'golems' más y se quedaron parados al lado del otro, como si estuvieran formando una barrera para no dejarnos pasar.

"Sí, el ambiente es denso, pero estas piedras no parecen ser algo mágico, ¿no? Parecen ser un problema, aunque hay algo más acá dentro... Algo más fuerte".

Lo que ella llamaba simples piedras yo los llamaba golems. Supongo que será algo nuevo para los dos.

¿Y eso de alguien más fuerte? ¿Habrá más enemigos?

"¿Avanzamos entonces? Depende de si crees poder luchar contra ellos".

"Sí, pero despacio y mantente detrás de mí".

Comenzamos a avanzar por la cueva intentando rodearlos por un costado, pero ellos comenzaron a intentar bloquearnos el paso.

"¿Hola? Solo queremos hablar con ustedes, o con quien sea que haya acá dentro".

Uno de ellos era bastante inestable, como si las piedras de sus pies no fueran las adecuadas.

¿Cómo es posible que estas cosas estén vivas? Mirella dice que no es magia.

"¡Luciano, cuidado!" Gritó Mirella cuando de pronto el primero de los golems se abalanzó a gran velocidad contra mí.

"¡Aléjate de Luciano!"

Ella disparó rápidamente un rayo de luz que reventó la piedra más grande que se suponía que era su cabeza, pero aun así el golem seguía avanzando hacia mí y ya había sobrepasado la posición de Mirella.

Empecé a retroceder, pero me tropecé y caí de espaldas contra el suelo, mi espalda ahora mojada por el agua mágica.

Con la mano derecha agarré rápidamente una piedra para ver si podía defenderme de alguna manera.

La posición era bastante comprometedora, porque si Mirella intentaba disparar, lo más seguro era que el rayo de luz me atravesara a mí también.

Vino el primer golpe desde su puño derecho, logré apenas desviarlo gracias a la piedra, pero el golpe hizo que se me terminara zafando de la mano y quedé desprotegido.

"¡Luciano!" Gritó Mirella, volando a gran velocidad mientras el golem estaba lanzando otro golpe con su puño izquierdo.

Por una fracción de segundos vi que ella creó una mini barrera a mi costado derecho, lo que frenó el impacto y le hizo ganar tiempo para rematarlo de más cerca.

En un grito furioso, puso sus manos sobre el golem y en una inmensa luz lo convirtió en polvo del torso hacia lo que quedaba de cuerpo.

"¡Cuidado, vienen los otros dos!"

Le señalé a su espalda. Tenía que actuar demasiado rápido como para acabar con dos a la vez. ¿Podía yo intervenir de alguna manera? Se supone que de alguna manera tengo la posibilidad de hacer magia... Se supone.

Con su instinto casi salvaje, Mirella realizó de nuevo su hechizo de luz y fulminó al que yo había notado que era el más débil de los tres golems.

Ese pequeño error nos costó que el más rápido le atacara, ella apenas pudo cubrirse con un escudo de luz, pero el fuerte impacto de la mano de piedra la hizo terminar estampada contra la pared.

"¡Mirella, no!" Grité intentando buscar desesperadamente algo con lo que poder atacar, pero como no encontré nada, lo único que se me ocurrió fue tirarme contra él. Intentando ganar algunos segundos hasta que Mirella se recompusiera.

"¡Golem de mierda!"

Por más que apretara los dientes lo más fuerte posible, la fuerza de este cuerpo no era suficiente como para luchar con alguien tan fuerte y de mi tamaña. Como si eso no fuera poco, estos no son seres pensantes, ya lo vi antes cuando seguía avanzando hasta sin tener una cabeza.

El golem me empujó de una patada para luego encajarme un puñetazo letal que me quebró y desfiguró la mandíbula.

El dolor fue inmediato, fulminante, casi como si me hubiera golpeado un rayo. Sentí cómo el impacto me quebraba la mandíbula y un grito sofocado salió de mi garganta, aunque ni siquiera pude entender si era un grito o solo un lamento ahogado por la intensidad del daño. Caí al suelo, incapaz de articular palabra alguna, con la mente nublada por el dolor y encima quedando del otro lado de donde estaba Mirella tirada.

No podía mover mi cabeza y estaba completamente aturdido, sentí como si todo el lado izquierdo de mi cara hubiera explotado. La sangre comenzó a salir de mi boca y nariz, mis ojos se llenaron de lágrimas por el dolor.

Luché por enfocarme en mi entorno, pero todo se veía borroso y distorsionado, como si estuviera viendo a través de un cristal empañado. El golem se movía de nuevo, con su cuerpo pesado y brutal acercándose más a mí.

No terminó todo ahí, de reojo vi borrosamente que aparecía otra figura acercándose a Mirella. ¿Era otro golem? ¡Pero si eran solo tres! Ya no podía gritar, no podía hablar, no podía decirle a Mirella que había aparecido otro golem.

No será que... ¿Mirella murió?

Apoyé mi mano sobre la pared detrás de mí. Estaba acabado... Vi venir al golem acercarse para darme el golpe final.

De pronto vi una luz brillante que prevenía de detrás mío. ¿Mirella? No... son mis partículas mágicas. Ellas se movían por mi cuerpo rápidamente hacia mi mano derecha, y cuando la quise mover, la piedra de la pared en donde estaba apoyado comenzó a revestir mi mano.

¿Magia? Cerré los ojos y solo atiné a cubrirme con las manos. Pero no me dolió cuando sentí el impacto.

Abrí los ojos y vi que seguía teniendo a mano derecha completamente revestida de piedra. El golem seguía en frente mío. En cualquier momento vendría el segundo golpe y yo solo podía defenderme.

De vuelta estoy siendo solo un lastre, por más que me haya emocionado antes... Esta es la realidad, no puedo hacer nada por mi cuenta, siempre aparece alguien que me arruina la vida una y otra vez.

"¡No voy a dejar... que le hagas daño!"

A pesar de estar herida, se levantó con una determinación feroz. La ira y el miedo se mezclaban en sus palabras mientras extendía sus manos hacia el golem que me quería atacar.

"¡No te perdonaré esto!" Gritó, y una ráfaga de luz mucho más intensa que antes emanó de sus manos. El golem fue destruido en un destello cegador, desintegrándose en polvo.

Caí destrozado, mi cara chocando contra la poca agua mágica en el suelo. La cueva estaba en silencio, roto solo por el sonido de mi respiración agonizante y los débiles murmullos de Mirella.

Vi otro destella iluminar la cueva y otro grito ahogado de Mirella. Quizás ya había terminado con el último, solo que para mí ya era demasiado tarde. Parecían faltar segundos para que mis ojos se cerraran por completo.

¿Todo termina acá? No puede ser, no puedo morir por culpa de unos pequeños golems. No quiero ver de nuevo la cara de Sariah.

Por favor... Mirella, yo confío en vos. ¡No me dejes morir!

Mientras mis ojos se desvanecían, vi una pequeña figura brillante frente a mi que se abalanzaba repetidamente sobre mi hombro, como cuando una tortuga ataca con su caparazón. Cuando mi cuerpo se puso boca arriba, empecé a sentir que algo fresco fluía junto a la sangre por mi garganta.

Me ahogué internamente muchas veces hasta que volví a sentir esa sensación que sentí en el arroyo, un dolor ligero pero satisfactorio.

Sentí como mi cara iba devolviéndose a su estado original, Mirella había logrado darme de tomar el agua mágica a tiempo.

Abrí los ojos con esfuerzo, mi vista aún borrosa, pero pude distinguir esa luz característica que siempre la rodeaba. Su resplandor era más tenue de lo habitual, y podía ver el agotamiento en su diminuto cuerpo. Me había salvado... otra vez.

Me revolví un poco, sentándome con dificultad mientras intentaba ignorar el dolor que aún resonaba en mi mandíbula y el sabor metálico de la sangre en mi boca. Mirella estaba parada justo en frente mío. Sus labios temblaban ligeramente, como si luchara por decir algo, pero no hacía falta que hablara. La culpabilidad en sus ojos me lo decía todo.

"Y-Yo pensé que te había pasado algo malo... y yo..." Balbuceó, rompiendo en llanto mientras se abrazaba a mi pierna.

"¡Luciano! Perdón... no quería que te hicieran daño. Te juro que intenté... pero eran demasiados".

Sus ojos verdes estaban rellenos de lágrimas no derramadas, y ver eso me partía el alma.

"Mirella... lo siento mucho. No quise preocuparte de esa manera", dije tratando de consolarla mientras le acariciaba la cabeza.

"Gracias por salvarme".

"Vámonos... ¿sí? Vamos de vuelta a nuestro hogar".

"Sí, es mejor irnos".

Después de quedarnos así por unos segundos, me levanté junto a ella. En ese mismo momento, desde las sombras del fondo de la cueva apareció el ser con orejas de gato, pero esta vez pude verle mejor. Tenía forma humana, de una mujer.

Parecía que... este maldito día no quería terminar bien.

Era bastante alta y voluptuosa. Poco a poco su figura se fue develando gracias a la luz de Mirella, dejando ver un precioso pelaje blanco combinando con una ropa estilo japonesa de colores blanco y rojo.

Estaba claro que este era otro ser creado por Sariah. Sus ojos naranjas me traían... una extraña tranquilidad. Quiero irme, pero...

"Vaya, vaya. ¿A quién tenemos aquí?" Dijo con una voz melosa.

"Parece que alguien cree haber tenido un mal día. Pero no te preocupes, te he estado observando todo este tiempo y... creo que eres un chico muy especial".

Mirella se movió rápidamente, interponiéndose entre la mujer y yo [https://img.wattpad.com/43555b2ebfce1cb53abfc10d274982803a50d5d3/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f664c4b6d525f66795339436278673d3d2d313435363737353937392e313765303637366232613134353965633130363533343937363139302e706e67?s=fit&w=1280&h=1280]

Mirella se movió rápidamente, interponiéndose entre la mujer y yo.

"¡Aléjate de él! ¡No voy a permitir que le sigan haciendo daño!" Gritó.

¿Su voz parecía ser más fuerte de lo normal? Algo... me está pasando. Me estoy sintiendo raro...

Vi como sus partículas mágicas se reunían en sus manos preparando un golpe letal.

"¿Acaso dije algo malo, Mirella?"

"¿Cómo sabes mi nombre? ¡Ya cállate!"

De un momento a otro, Mirella disparó una enorme ráfaga de luz hacia la mujer que tenía rasgos felinos.

Ella se defendió creando una barrera verde que cubrió la cueva de extremo a extremo. Pude verla, era del mismo... color que cuando... El otro día, ¿no?

¿Qué estoy pensando?

El haz de luz presionó y presionó contra la barrera hasta que la rompió en una inmensa luz que me hizo retroceder mientras estaba completamente cegado.

Cuando me di vuelta y abrí los ojos...

Las dos estaban hablando como si nada. Mirella sentada sobre su hombro y la otra mujer con una gran sonrisa en su rostro. ¿Qué pasó?