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El pibe isekai [Español/Spanish]
Capítulo 5: Grupo secreto.

Capítulo 5: Grupo secreto.

Todavía estaba en la cueva de Kuri, desquitando mi ira reventando las piedras entre sí, traspasándose violentamente las partículas de una a la otra. Ahora la mía estaba prácticamente toda amarilla de tantas que tenía flotando alrededor.

¿Cuánto será el límite? Si supongo que esta es la última cueva de la zona... Por lo menos yo no conozco a nadie más.

Chocando las últimas dos, la piedra empezó a tambalear sobre mi mano, como si fuera un huevo a punto de eclosionar. La miré de arriba a abajo.

"¿Eh?" Dije al aire, cuando de pronto una enorme luz proveniente de la piedra me cegó e iluminó de amarillo toda la cueva.

Cuando abrí los ojos... eh... No sabría cómo explicarlo.

"¡Gracias por liberarme, mi señor!"

"Esto..."

Ahora en mi mano había una pequeña criatura, solo un poco más grande que mi mano, con alas brillantes, cabello rubio y ojos verdes. Inmediatamente reconocí que era un hada.

"¿Hola?" Fue lo único que atiné a decir, todavía intentando aclarar mis ojos luego de la intensidad de la luz.

"Gracias por liberarme, mi señor", volvió a repetir, pero esta vez inclinando su cuerpo hacia delante en forma de agradecimiento. Casi esperando a que yo actuara como su héroe.

Sentí el peso ligero de la criatura en mi palma, su mirada fija en mí con su cuerpo todavía ligeramente inclinado, esperando algún tipo de respuesta.

No podía evitar preguntarme cómo una simple piedra había albergado algo así. ¿Cuánto tiempo llevaba esta... señorita, atrapada ahí? ¿Y por qué demonios me llamaba 'mi señor'? Mi mente se llenó de preguntas, pero ninguna tenía una respuesta fácil.

No esperaba que mis experimentos tuvieran consecuencias tan... tangibles.

Me rasqué la cabeza con la otra mano pensando qué responderle. Mientras tanto su pequeño vestido celeste ondeaba por la suave brisa mientras algunas partículas amarillas le revoloteaban a su alrededor.

Me aclaré la garganta antes de hablar. Debía intentar no desilusionarla

"De nada... supongo. Yo me llamo Luciano, ¿y tú?"

"Me llamo Mirella y soy un hada, mi señor", dijo mientras me miraba con admiración.

Su presencia en la cueva era completamente inesperada y de alguna manera sentía que era increíble, algo que nunca pensé poder ver.

¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Me encontraba en medio de una cueva que no era la mía, con un hada recién liberada, sin ningún plan o idea de lo que vendría después. No podía dejarla aquí, eso era seguro. Pero tampoco sabía cómo manejar la situación.

Tal vez lo mejor sería conocerla mejor

"Es un placer conocerte, Mirella", respondí, tratando de asimilar la situación, pero manteniéndome seguro en mis palabras.

"¿Cómo llegaste a estar atrapada en esa piedra?"

"No lo sé", dijo, casi que con un tono desinteresado mientras usaba sus alas para volar desde mi mano hasta mi cara, inspeccionándola.

"Bueno, supongo que yo era el indicado para liberarte".

Mirella sonrió mientras descendía hasta pararse sobre el suelo.

"¡Sí, lo eres! Ahora que me has liberado, estaré a tu servicio. Mi magia está a tu disposición".

¡¿Eh?! ¿A mi servicio? ¿Qué significaba eso en realidad? ¿Qué clase de poder había liberado sin darme cuenta? Hasta parecía un soldado, el cual acataría mis órdenes incluso si eso significaba mandarla a conquistar todas estas tierras.

Ahora esto habría un mundo de posibilidades de cosas para hacer.

Mi magia está a tu disposición" [https://img.wattpad.com/4fb0f44cbb2e55bb174b7cdc35b06dde62aca39a/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f646c576e434d6c3064336b4d59413d3d2d313435343839363431312e313764653333653930366131333735653436353931393238333137342e706e67?s=fit&w=1280&h=1280]

Su actitud era desconcertante, pero también había algo en su presencia que me hacía sentir... responsable. No podía simplemente ignorarla o actuar como si nada hubiera pasado. Había desatado algo grande, y no tenía la menor idea de cómo manejarlo.

"¿Magia?" Pregunté, intrigado.

¿Es esto de lo que hablaba Sariah? ¿Por fin ya había encontrado la bendita magia o faltaba un paso más?

"Sí. Puedo ayudarte en tus aventuras, protegerte y guiar tu camino. Soy una hada de la luz, aquí para combatir la oscuridad que amenaza este mundo". Luego de hablar, levantó uno de sus bracitos manteniendo el puño cerrado.

"Me gusta tu cabello, mi señor Luciano", dijo y se sentó encima de mi cabeza.

Bueno, al menos me hace cumplidos.

Miré alrededor de la cueva, pensando en todo lo que había pasado en tan poco tiempo.

"Entiendo. Entonces, estamos juntos en esto. Ahora estoy un poco apurado, así que debemos irnos de acá, pero no puedo dejar que mis padres te vean".

¿Lo dije muy brusco? No quería herir sus sentimientos y hacerla pensar que era una carga para mí, pero la realidad era que mis padres no podían enterarse que estuve saliendo de la cueva a escondidas, y Mirella era una clara evidencia de mis salidas.

"Como usted ordene, mi señor Luciano", dijo , todavía sentada sobre mi cabello, luego se hizo un lugar entre mi cuello y mi pelo largo, que casi me llegaba hasta los hombros.

Su pequeño cuerpo apenas debía llegar a los veinte centímetros y es bastante flaca, por lo que ocultarse en mi nuca no era una mala idea..

Se agarró fuertemente de mis mechones mientras yo caminaba al trote. Si bien todavía parecía ser temprano, sabía que hay algo de comida todavía en casa y mis padres podrían regresar antes de lo esperado.

"¡Psk, psk! ¡Mi señor Luciano!

¿Entonces nadie puede saber que estoy contigo? Eso es muy triste".

"Por ahora sí, eh... es que no sé cómo reaccionarían mis padres, se supone que no debería estar saliendo de mi cueva. ¿Te podrías mantener escondida por ahora? Hacelo por mí, por favor.

Por cierto, simplemente llamame Luciano".

"Luciano... Ajá, ¡entendido!"

Fua, que fácil. Solo tengo que ser directo con ella, sin dar vueltas.

(Ya adentro de la cueva)

La saqué de detrás de mi nuca, poniéndola en mis manos.

"Escuchame, dijiste que te gustaba mi pelo, ¿no?"

"Es que... se siente como algo especial", dijo en voz baja.

"Está bien. ¿Crees poder esconderte allí? Creo que es lo suficientemente largo como para que no te vean.

Lo que pasa es que, si me ven junto a ti, es posible que me meta en problemas. ¿Qué te parece?" Dije, intentando persuadirla.

Si la gente la ve, no sé qué harían.

"Tu sugerencia suena razonable. Si puedo ocultarme en tu pelo, será mucho más seguro para ambos. Podré observar este pequeño lugar desde la seguridad de tu cercanía".

Eh... seguridad y Luciano no combinan mucho por ahora, si supiera que la otra vez me dio una paliza una niña... Je.

"Si necesitás decirme algo, susurrame al oído", dije, entrando un poquito más en confianza mientras veía a mis padres viniendo desde la lejanía del bosque.

Mirella asintió con entendimiento. Con un ligero zumbido de sus alas, se escondió hábilmente entre los mechones marrones de mi cabello, supuestamente manteniéndose fuera de la vista de cualquier persona.

"Estoy lista para ayudarte en lo que necesites", me dijo al oído, con una voz suave.

Vamos a ver si me acostumbro a esta nueva experiencia... Desde que llegué a este mundo soy una máquina de fingir cosas frente a mis padres.

"Hola mamá, hola papá", dije, como si todo estuviera normal. Pero en realidad sentía el ligero cosquilleo de la respiración de la hadita. Sentía sus pequeñas manos agarradas a mi cabello y cuello, como si fuera una mariposa posada en un tronco, y esperaba que no se moviera ni un centímetro.

"Hola, Luciano", dijo Rundia, mientras me daba un suave abrazo.

"¿Cómo estuvo tu día? Nosotros logramos traer algo de comida gracias a Anya. Ella dijo que algún día podía venir Tarún aquí así no te aburrías".

"Sí, claro, mamá. Anya es muy buena".

Y muy hermosa...

Rin se acercó luego de dejar unas pocas frutas en el suelo.

"Hola, hijo, esperamos que hayas estado bien".

Al rato, después de comer mandarinas como cena, el cosquilleo en mi cuello no cesaba, confirmándome que definitivamente iba a ser complicado ocultarla.

¿Y si le digo que se vaya a dormir afuera? Mejor no... seguro que se pone triste.

"Ya me voy a dormir", dije con la voz más baja posible mientras iba al lugar donde estaban mis hojas para dormir, recostándome sobre ellas y haciendo que Mirella se oculte entre mis largos mechones.

"Ahora vas a tener que buscar como acomodarte para que no te aplaste mientras duermo".

"Entendido, Luciano", susurró en respuesta, su voz apenas un murmullo en la oscuridad de la cueva.

"Gracias por cuidarme".

Ante la soledad de todos estos meses, estaba acostumbrado a mantener conversaciones secretas conmigo mismo, pero esto era nuevo, tener a alguien más en mi cabeza, alguien tan... peculiar como Mirella.

Mi mente seguía trabajando en exceso, considerando las posibilidades. ¿Podría Mirella ayudarme a alcanzar los objetivos que Sariah me había confiado? ¿Y qué implicaciones tendría para nosotros? La responsabilidad parecía crecer con cada segundo que pasaba, pero al mismo tiempo, había un sentimiento de emoción que no podía ignorar.

¡Mierda, no le di de comer!

Esa mañana me desperté más temprano que mis padres, los nervios de todo lo ocurrido y el hecho de que no tenía nada de comida para ofrecerle a mi nueva compañera me ponía aún más de los nervios. Miré para todos lados, pero ella no estaba.

Segundos después encontré a Mirella investigando la cueva, mirando la zona de mis padres desde detrás de una pequeña piedra en el suelo.

¡Maldición, debe estar desesperada por encontrar algo de comida!

Fui en silencio y la agarré por detrás, ella soltó un leve quejido

"Tonta, te pueden descubrir..." Dije susurrando, como si realmente el problema fuera otro.

Mirella se sobresaltó ligeramente al sentir mi mano sobre ella, pero rápidamente se calmó cuando me reconoció. Sus alas se agitaron suavemente con un movimiento nervioso mientras me miraba.

"Lo siento, mi señor... digo, Luciano", murmuró en voz baja, su voz apenas un susurro en la silenciosa cueva.

"Solo estaba curioseando. Tendré más cuidado".

"Espero que sí... aunque bueno, es normal que quieras investigar, después de todo, esto debe ser algo nuevo para vos. Tenemos que hablar sobre muchas cosas todavía".

Cuando escuché que mis padres se despertaban, me callé para que no levantar sospechas. Mirella también entendió y empezó a subir por mi brazo hasta quedarse detrás de mi cuello.

"Buenos días, hijo", dijo mamá mientras se estiraba.

"¿Dormiste bien?"

Asentí con una sonrisa forzada, tratando de ocultar mi nerviosismo.

"Sí, mamá, dormí bien. ¿Y ustedes?"

"Sí, bastante bien. Vamos a salir a buscar más provisiones. ¿Quieres acompañarnos hoy?"

Papá interrumpió en seco. "Amor, ya sabes que recién va a salir de nuestra cueva cuando su pelo haya crecido hasta por debajo de sus hombros".

¿Eh? ¿Y esas ideas raras? ¡No hablen justo de eso ahora! Espera... ¿No será una indirecta porque ya me vieron fuera?

Puse las manos adelante y las palmas abiertas en señal de calma.

"Sí, sí, mamá. Todavía no soy tan grande como para salir afuera".

Mirella, oculta en mi cabello, seguía en silencio, pero sentía su nerviosismo constante a través de los pequeños movimientos de sus alas.

Rundia asintió comprensivamente.

"Está bien, solo no te metas en problemas, ¿de acuerdo?"

Mientras mis padres se preparaban para salir nuevamente, me quedé sentado, intentando mantener una conversación mental con Mirella. Era raro, tener a alguien tan cerca, tan dependiente de mí. No quería fallarle, ni a ella ni a mis padres, pero al mismo tiempo, no sabía si podía cumplir con las expectativas de todos.

Anya los esperaba fuera, últimamente parecen que se han amistado más con ella.

Mirella salió de su escondite y flotó frente a mi rostro, sus partículas amarillas brillaban intensamente a su alrededor.

"Quiero saber todo lo que puedas contarme, Luciano. Este lugar es tan diferente a donde solía estar. ¿Quiénes son esos seres que viven contigo?"

"Ellos son mis padres, Rin y Rundia, todos somos humanos normales y vivimos siempre en esta cueva", hice una pausa. "Ahora me toca preguntar a mí... entonces decime, ¿por qué saliste de una piedra?"

"No lo sé", respondió, otra vez con un tono desinteresado mientras que, por alguna razón, inspeccionaba poco a poco mi cuerpo.

"¿Por qué tienes marcas moradas?" Preguntó, tocando por encima uno de los moretones.

¿Morado? Creo que esta es la primera vez en este mundo que escucho que nombran el nombre de un color, no es como si realmente hubiera hablado con muchas personas, pero a pesar de esa curiosidad de nombrar un color, es como si de alguna manera supieran hablar muy bien, y eso que parece que la raza humana no ha estado viviendo por mucho tiempo. Aun así, yo puedo comunicarme perfectamente con todos.

¿Será una especie de memoria colectiva?

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Me pregunto qué otros conocimientos están enterrados en la mente de Mirella, esperando ser descubiertos, o si es más un reflejo de las capacidades limitadas de los humanos aquí. Es como si hubiera capas de conocimiento que algunas personas o seres simplemente no pueden alcanzar, mientras que otros, como Mirella, podrían llegar a absorberla sin siquiera darse cuenta.

Tal vez existen seres que son más intelectualmente superiores que otros.

También está la cuestión de mis propios padres. Son personas simples, buenas, pero hay tantas cosas que no entienden. Viven en un mundo sin la menor idea de las infinitas posibilidades más allá de esta cueva o incluso dentro de ella.

Es como si yo tuviera la llave para desbloquear todo este potencial, pero ¿qué tan justo es eso? ¿Cómo puedo ayudar a los demás a ver lo que yo veo sin sobrecargarlos o sin que piensen que soy extraño? Al fin y al cabo, lo último que quiero es que mi familia y amigos me vean como un bicho raro, alguien demasiado diferente para ser comprendido. Además, mi edad todavía es una traba.

"Luciano, ¿todo está bien? Solo quería saber qué te pasó aquí".

Y después está la otra cuestión: mi propio conocimiento. Aunque puedo ver las cosas desde una perspectiva más amplia debido a mis recuerdos de la Tierra, hay tantas cosas que no sé sobre este mundo. No entiendo del todo la magia, ni las leyes que rigen este lugar, y cada día me doy cuenta de lo mucho que aún me falta aprender. ¿Estoy realmente preparado para guiar a Mirella, a mi familia, y tal vez a todos los demás que dependen de mí? Tal vez solo estoy exagerando las cosas... Debo ser lo suficientemente humilde para admitir cuando necesito ayuda o cuando es mejor escuchar que hablar. Quizás, de esa manera, pueda ayudar a otros a descubrir su propio potencial sin imponerles el mío.

Lo que más me preocupa es que, aunque tenga acceso a conocimientos más avanzados, no tengo todas las respuestas. La sabiduría no siempre viene con el conocimiento, y el hecho de saber algo no necesariamente significa que uno pueda aplicarlo correctamente. Hay una línea muy fina entre el conocimiento y la arrogancia, y me aterra cruzarla sin darme cuenta.

"¡Auch!" El toque fuerte de Mirella en mi moretón me dolió.

Me había quedado en mis pensamientos, todas esas cosas que no puedo contarle a nadie, solo me tengo a mí mismo. Soy el único de los que me rodean que conoce la magnitud de las cosas que oculta el universo.

Si le cuento a alguien, ¿quién me creería que existe la reencarnación? Que después de morir existe la posibilidad de poder vivir una nueva vida en otro o en el mismo mundo.

Ella se echó para atrás asustada.

"¡L-Lo siento! No sabía que te dolía", se disculpó rápidamente con voz temblorosa.

Esa diosa... En mi vida pasada, el concepto de dioses era algo abstracto, algo que la gente mencionaba en momentos de desesperación o esperanza, pero nunca como una realidad tangible. Ahora, Sariah es una presencia constante en mi vida, aunque apenas y se haya manifestado en raras ocasiones. Ella me trajo aquí por una razón, pero... ¿Qué tan clara es esa razón, incluso para ella?

Me pregunto si Sariah realmente tiene un plan meticuloso para mí o si simplemente está experimentando, viendo qué sucede si pone a un humano con conocimientos de otro mundo en este entorno tan primitivo. A veces, siento que soy solo una pieza en un juego que ella está jugando, y eso me irrita un poco. Aunque... también podría ser que ella esté tan perdida como yo, intentando comprender su propio propósito.

"Luciano, ¿me estás escuchando?" La voz dulce de Mirella interrumpió mi flujo de pensamientos.

"No, no pasa nada, es que esos son... unas pequeñas marcas de golpes, pero ya van a sanar".

Cambió su cara con una sonrisa al ver que todo estaba bien. Parece ser bastante sentimental.

"Por cierto, ¿no comes nada?"

"Creo que no me hace falta, nunca tuve ganas de comer como tú lo haces.

¡Pero si quieres puedo intentarlo!"

Vaya, me saqué un peso de encima, porque tener otra boca que alimentar, y encima a escondidas, sería difícil.

"Está bien, cuando tengamos bastante comida te voy a compartir un poco.

Ahora, me gustaría saber más sobre tus habilidades mágicas que me dijiste que tenías. ¿Qué puedes hacer exactamente?"

"Soy un hada de la luz", dijo, levantando sus brazos diminutos, como si quisiera explicar que eso para ella es algo muy impresionante.

"Puedo iluminar lugares oscuros y protegerte con pequeñas barreras de luz. También puedo sentir la presencia de la oscuridad y de seres malvados".

Luego agregó, aún más emocionada: "¡Mira, mira!" Y desde su pequeña mano comenzó a formarse una bola de luz que ella llevó hacia el fondo de la cueva, donde la luz del sol ya casi no llegaba.

"¡Así que la magia sí existe! La cantidad de cosas que podríamos hacer con ella es inmensa, pero, ¿hay alguna limitación o algo así?"

Intentaba saber si solo deberíamos usar magia cuando realmente lo necesitemos. Mientras tanto miraba la bola de luz, que parecía como una lampara que iluminaba todo el lugar sin usar electricidad.

"Creo que cuando uso magia, las cosas amarillas que flotan a mi alrededor empiezan a desaparecer... bueno, es que no recuerdo muy bien cómo funciona esto", dijo, chocando la punta de sus dedos índices entre sí.

"Sí, sí, no te presiones. Recordá que recién salís de esa piedra mágica, seguro que debe ser difícil para ti. ¿Cómo era tu vida antes? o ¿por qué terminaste así?"

Justo antes de que Mirella conteste, afuera se empezaron a escuchar gritos de mujeres. Es posible que sean las niñas gemelas, siempre pasan como a esta hora.

Mirella se sobresaltó y voló rápidamente hacia mi cabello, escondiéndose entre los mechones.

"¿Quiénes son?" susurró, su voz apenas audible entre los gritos.

Salí de la cueva para ver qué estaba pasando.

Reconocí las voces de las gemelas al adentrarme en el bosque, las nietas de la anciana Kuri.

"Son solo las gemelas, suelen... jugar por aquí", respondí a Mirella en voz baja.

Vi a las dos niñas discutiendo entre ellas. Ambas parecían estar muy agitadas.

"¡Eso no es justo, yo lo encontré primero!".

"¡No, tú no lo viste! ¡Fui yo!"

"Hey, hey. Cálmense", dije, acercándome a ellas, a pesar de que nuestro último encuentro no terminó de buena manera.

"¿Qué está pasando?"

La más malhumorada giró su cabeza hacia mi.

"¡Esto no es asunto tuyo!"

"Este... pero sus gritos me están molestando".

"¿¡Qué dijiste, idiota!?"

De pronto comenzó a caminar hacia mí con cara enojada, la escena se volvía a repetir.

Su hermana la tiró del brazo, intentando calmarla.

"Suminia, basta. No es su culpa".

Suminia, ese era el nombre de mi enemiga. Nunca le hice nada para que me odiara tanto, y sin embargo... ¡Maldición! ¡Es una mocosa arrogante que merece que le devuelvan cada golpe!

Ella se detuvo, pero su expresión de enfado no cambió.

"Encontramos algo importante, y él no tiene que meterse. Solo es un estúpido niño entrometido".

"¿Y qué es eso tan importante? Digo, debe ser algo sorprendente como para que las haga gritar así, como locas", pregunté, intentando mantener la calma, aunque mi voz salía más tensa de lo que quería.

La niña llamada Suminia me miró de arriba abajo, su ceño fruncido cada vez más marcado. No podía evitar recordar cómo me había golpeado la última vez, dejándome inconsciente. Esa escena se repetía en mi mente una y otra vez, avivando el odio que sentía por ella. Ella es un problema. ¿Cómo alguien puede tener tanto veneno en su interior a tan corta edad? Apenas debía tener unos nueve o diez años, pero actúa como si quisiera destruir todo a su paso, especialmente a mí. No sé si es rabia, envidia, o simplemente disfruta viéndome sufrir.

"Esta cosa", respondió mientras estiraba su mano mostrando una pluma, que reconocí al instante.

"La encontramos en el bosque, pero mi tonta hermana cree que solo ella debería tenerla".

"Ah... eso es una pluma del hombre pájaro".

Mientras tanto, Mirella hacía ruiditos molestos al terminar de hablar, todo lo que ella no conocía le llamaba la atención.

"Una p-p-plu... ¿Qué cosa? No me estarás tratando de tonta, ¿no? ¡No entiendo cómo podrías saber qué es esto! ¡Nunca había escuchado esa palabra!"

De nuevo los habitantes de esta zona no reconocieron lo que es una pluma. Lo mismo le había pasado a mi familia aquella vez que el hombre pájaro irrumpió en nuestra cueva.

Mientras tanto la otra niña miraba muy sorprendida la mano de su hermana, parecía que deseaba mucho tener esa pluma.

"Bueno, es que el hombre pájaro una vez nos visitó y... ¡Vi sus plumas! Las tenía por todo el cuerpo, era su pelaje".

"P-P-Paj... ¿¡Qué!? ¡Qué estás diciendo, idiota!"

Su hermana, más curiosa, se acercó un poco a mí. En ese momento las alas de Mirella empezaron a zumbar aceleradamente.

"¿Es verdad?", sus ojos llenos de asombro. "Viste a un hombre... ¿Qué cosa?"

"¿En serio nunca vieron un pájaro? De esos que vuelan por el aire".

Sus caras desconcertadas me confirmaban que en este mundo no había de ese tipo de animal.

"Vámonos, hermana, este niño solo sabe decir mentiras... Parece que está buscando que le dé otra paliza".

(Varios días después)

Muchas noches mandé a Mirella a dormir sobre los árboles que hay al lado de la cueva, aunque siempre lo hace de mala gana. Únicamente quiere estar a mi lado y encima cuando duerme allá fuera se despierta re tarde.

Me sorprende lo rápido que Mirella se adaptó a estar conmigo. Se mueve por la cueva con una familiaridad inquietante, como si siempre hubiera estado a mi lado, a pesar de que apenas nos conocimos. A veces pienso que, quizás, al igual que yo, ella también fue traída aquí por Sariah por una razón.

Ahora que lo recuerdo, mi diosa dijo que hubo otras dos almas que ella reclamó, pero creo que no habían mantenido sus recuerdos. Entonces, eso no quita que ella reclamara otras almas después de que yo reencarnara.

Esto es todo un lío, y si me pongo a pensar en esas cosas, solo generaría desconfianza con los demás.

"¡Lucianoooooooooo!" Se escuchó, era ella, volando a toda velocidad, para luego terminar estampándose contra mi frente.

"¡Mirella! Qué hacés..."

Mirella empezó a treparse por encima de mi pelo, pero de pronto sentí esa sensación estremecedora, una que solo había sentido solo dos veces en toda mi existencia. Mirella había tocado el filamento de cabello rojo. Justo, hablando de roma...

Una enorme electricidad recorrió mi cuerpo por una fracción de segundos. Cada vez la sensación era más dolorosa. Debo evitar que toquen mi cabello, a no ser que sea necesario. Aunque pensar en eso me aterra, porque para hablar con Sariah debería estar... muerto.

Primero Rundia, luego Rin y ahora Mirella... Realmente no sé si necesito saber algún secreto sobre ellos.

"Luciano, ¿estás bien?" Dijo, bajando su rostro hacia mis ojos, mirándome de al revés.

Pude ver sus hermosos ojos verdes de cerca. Realmente ella era una belleza en este mundo.

"Yo... no es nada, creo que fue por el golpe que me diste".

"¡L-Lo siento! ¡Perdóname! No me volveré a portar mal, ¡lo prometo!"

Que exagerada esta señorita... pero se me hace demasiado tierna como para molestarme con ella.

"Está bien, está bien. Sigue siendo como eres, solo fue una tontería".

"Solo debes jurarme lealtad eterna", agregué, en forma de broma.

Ella bajo hasta el suelo.

"¿Quieres hacer un pacto de no agresión?"

"¿Eh?"

"Sí, sirve para no atacarnos y... ¡Ser felices para siempre!"

No sabía si tomarme en serio esto, pero respondí intentando tomarlo con el respeto que ella se merecía.

"¿Dices que existe un pacto así? Dejame que lo piense y te doy una respuesta".

"Está bien".

¿De dónde conocería Mirella la palabra 'pacto'? Quizá ella misma no entiende del todo lo que implica un pacto, tal vez solo repitió algo que alguna vez escuchó en su vida pasada. Claro, si es que tuvo una vida antes de quedar atrapada en esa piedra mágica. O tal vez, la palabra 'pacto' tiene un significado completamente diferente para ella. Después de todo, es un hada, un ser mágico con conocimientos que podrían ser muy distintos a los nuestros.

Tal vez estoy dándole muchas vueltas a lo que saben o no saben los demás, quizás sí existen los pactos en este mundo, solo me falta familiarizarme más con el tema de la magia y demás.

"¿Qué te parece si salimos un rato afuera y hacemos algunas cositas? Quiero probar algunas estrategias aprovechando que vos podés volar y tener una mejor vista desde arriba".

"¡Siiiii! ¡Voy a salir con Luciano!" Dijo y voló emocionada hasta ponerse de nuevo sobre mi cabeza, la verdad es que es alguien que no se queda quieto.

Una vez fuera, hablamos.

"Primero necesito que vayas y encuentres el lugar en donde están mis padres, para no ir en esa dirección o van a descubrir que salí de la cueva.

Volvé cuando sepas su ubicación, por lo general suelen ir en esa dirección", señalé hacia donde estaba el claro en el bosque.

Su pequeña figura se perdió entre los árboles mientras yo esperaba pacientemente. Observé el entorno, asegurándome de que nadie estuviera cerca para vernos.

Después de unos minutos, Mirella regresó volando con una sonrisa en el rostro.

"Tus padres están buscando provisiones en donde dijiste. No están muy lejos, pero no parece que vayan a volver pronto, porque vi que todavía no encontraron nada".

"Perfecto. Gracias, Mirella, ahora vamos a explorar un poco, pero mantente siempre alerta, no quiero que nos descubran".

Caminamos juntos por el bosque, con Mirella volando a mi alrededor y ocasionalmente posándose en mi hombro para descansar. Era una experiencia nueva y emocionante tener un hada como compañera, más sabiendo que hasta ahora siempre había salido en solitario.

Mientras avanzábamos, le pregunté más sobre sus habilidades.

"Mirella, mencionaste que podés sentir la presencia de la oscuridad. ¿Hay alguna forma de usar eso para evitar peligros o enemigos?"

"Sí, puedo sentir cuando algo oscuro o malvado está cerca. Y si hay algún peligro, puedo usar mi magia de luz para protegernos".

"Eso suena increíble. ¿Entonces está todo bien por acá?".

"No siento ninguna oscuridad cerca. Estamos seguros por ahora".

"Me quedo más tranquilo entonces".

"Luciano, esto es hermoso", dijo Mirella, volando y admirando la naturaleza.

"Me siento tan libre..."

Comenzó a elevarse más y más entre las copas de los árboles.

"¡Luciano! Encontré algo que se parece a tu comida".

Mirella bajó con una cosa que tenía forma de huevo, pero de color morado. Luego me lo entregó en las manos.

"Ehm... creo que esto no es algo que podría comer en este momento. Es posible que de acá nazca un animal".

Realmente no sé qué es eso. Si se supone que no hay aves. ¿Cómo es que hay un huevo allí arriba? Qué curioso.

"¿Un animal? ¡Eso es increíble!"

"Toma, vuelve a dejarlo donde estaba y sigue volando por las alturas a ver si encuentras algo más. La verdad es que estamos bastante faltos de comida".

"¡Entendido!"

Tomó el huevo entre sus manos y siguió con su vuelo.

A los segundos se volvió a escuchar: "¡Luciano! ¡Encontré algo que se parece a tu comida"

Esta vez bajó con algo de color verde.

"Ay... ¡Pesa, pesa, pesa, pesa!"

Se quejó hasta dejarla caer en mis manos, aunque en realidad no era tan pesado, sino que era más largo que ella y no lo podía manejar.

"Epa..."

Me emocioné, esto si tenía la textura de ser algo comestible, pero no era algo que haya visto antes.

Es como con forma de un palo, pero medio blando y verde, como si fuera gelatinoso por dentro. La forma me hacía acordar a una caña de azúcar, aunque era obvio que eso no era, porque esas crecen en el suelo, y estas estaban en los árboles.

"Gracias, voy a ver como sabe", dije y mordí una punta.

Al masticarlo, la textura se mezcló con una sensación un poco crujiente por fuera y tierna por dentro. Era refrescante, como morder algo que te alivia de la sed. No era un sabor fuerte, pero era agradable, ligero, casi como una fruta.

Esto... no está mal... Tomé otro pedazo mientras pensaba que quizás podría intentar cocinarlo en la hoguera luego, pero por ahora, al natural ya me estaba resultando bastante bueno. Miré a Mirella, quien me observaba con curiosidad, esperando mi veredicto final.

"¿Y? ¿Te gusta?" preguntó, con una sonrisa triunfante.

"Sí. ¿Crees que podrías dejarlos caer más desde arriba? No los veo desde acá y me gustaría llevarme algunos para comer cuando no haya comida".

"¡Claro que sí!" Respondió y al cabo de un rato ya tenía seis de esas cosas.

Luego volvimos a la cueva.

"¿Sabes qué? Creo que tengo un problema... si mis padres descubren esta comida que conseguimos. ¿Cómo voy a explicarles dónde la conseguí?"

"Yo puedo ayudarte a ocultarlos si es necesario. Tengo mi pequeño lugarcito en ese... ¡Tonto árbol en donde me mandas a dormir!"

No había forma, ella siempre tenía que demostrar su enojo por no dejarla dormir dentro de la cueva...

"Vamos, vamos, no te enojes. Te agradezco por siempre intentar ayudarme, pero el lugar en el que dormís es otro tema".

Acaricié su pequeña cabeza y tomé una de las cosas verdes, partiéndola por la mitad, notando cómo la textura cambiaba desde el exterior más firme hasta el centro suave y casi gelatinoso. Un aroma vegetal, ligeramente dulce, se desprendía, invitándome a probarlo.

"¿Otro tema? ¡Siempre es otro tema contigo!"

Mirella voló en círculos sobre mi cabeza, visiblemente frustrada.

"¿Cuándo vas a dejarme dormir en la cueva? ¡Si tú también duermes acá, debería tener el mismo derecho!" Dijo, señalando las hojas grandes en el suelo

"Bueno, Mirella, si no te gusta el árbol, ¿por qué no mejor te buscás otro? El bosque está lleno de opciones, seguro hay uno más cómodo por ahí".

"¡Pero yo no quiero otro! Yo quiero dormir cerca tuyo", dijo, inflando las mejillas mientras se cruzaba de brazos, su pequeña figura flotando frente a mí.

Estiré una de las mitades de la nueva fruta verde.

"Tomá, ponelos parados, para que no se derrame lo de dentro".

"¡Ay, ya! ¡Está bien!" Gritó, y de mala gana se fue llevando de a una las once partes.

Yo mientras tanto me quedé comiendo una de las mitades que había agarrado.

"Mirella, con respecto a lo del pacto de no agresión... decidí aceptar realizarlo, me di cuenta que sos alguien en la que puedo confiar".

Realmente ella es bastante inocente como para darme algún problema, además eso de no agredirnos es una buena idea.

Sus ojos se pusieron como dos estrellas, tal vez este era unos de los mejores días de su vida.

"¿En serio!? ¡Siiiiiii! Voy a hacer un pacto de no agresión por primera vez. ¡Estoy tan contenta!"

Sus alas aleteaban a gran velocidad, como cuando un perrito mueve la cola.

"¿Te parece si lo hacemos mañana cuando mis padres salgan?

Por cierto, ellos salen todos los días, pero esto no era así antes... Antes teníamos más comida".

"Lo siento por ellos... pero sí, será mejor que lo hagamos mañana. Creo que es bastante rápido de hacer".

¿Cuántas cosas mágicas tiene este mundo? Es increíble.