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El pibe isekai [Español/Spanish]
Capítulo 4: Tiempos difíciles.

Capítulo 4: Tiempos difíciles.

"¿Has notado cómo ese niño siempre está hurgando en la cueva?" Comentó una niña a su compañera de caza, mientras observaban desde lejos la entrada de mi cueva.

"Es extraño, ¿no crees? Deberíamos estar cazando o explorando en lugar de escondernos en cuevas todo el día".

Su compañera asintió con la cabeza, pero sin poder evitar sentir curiosidad por mí y mis actividades misteriosas.

"Sí, es extraño", respondió con una mirada pensativa.

"Pero quizás tenga sus propias razones. Tal vez esté buscando algo importante", dijo antes de marcharse junto a la otra.

Si chicas, ya entendí las indirectas hacia mí. Pobre gente, nunca comprenderían lo que estoy haciendo en este momento, je.

Estas niñas son las que habían comenzado a pasar más seguido por esta zona, las dos son bastante parecidas y de edades similares. Seguro que son hermanas. Solo espero que no me molesten.

Estoy investigando hasta el último centímetro de nuestra cueva, debo asegurarme de que no queda ninguna más esas piedras especiales, y así mañana ya salgo a buscar más piedras afuera, porque estoy pensando en...

"Eh, ¡¿qué pasó?! ¡Una de las piedras ya no tiene nada! ¿¡Cómo pasó esto!?"

Agarré la piedra y la observé bien, ahora se había transformado en una común y corriente. Con la otra mano agarré las otras dos que tenían las mismas partículas.

"Ahora pareciera que una brilla más que la otra", murmuré.

La piedra que menos partículas tenía se deslizó por mi mano y chocó contra la otra, traspasándose automáticamente sus partículas.

"Ah... con que así funciona", dije al aire, mientras seguía probando. Efectivamente, al chocar una piedra con partículas contra otra que también las tuvo o tiene, se traspasan estas partículas de una a la otra, como si sirvieran como recipiente.

Esto soluciona muchas cosas... Ahora solo guardaré la piedra que acumula todas las partículas y descartaré las otras dos.

Es una incógnita la cantidad de piedras como estas que existen, y tampoco sé para qué sirven o hasta cuantas partículas pueden acumular en una sola.

Al final decidí salir de la cueva.

Colgué la pluma, que estaba atada a la piedra, al costado de mi única prenda de ropa y salí por primera vez solo al exterior.

Lo primordial era que nadie me descubriera, así que fui hacia el lado contrario del que habían ido las otras chicas.

Me parece increíble ver este mundo así, tan primitivo... Es pura naturaleza y nada más, hasta que encuentras estas cosas mágicas de la nada. Bueno, en realidad no sé si es algo mágico, por ahora debo seguir investigando.

El aire estaba húmedo, y las hojas de los árboles dejaban pasar un poco la luz del sol, dándole al lugar un tono verdoso casi mágico.

Empecé a caminar por entre los árboles, adentrándome más en el bosque encontré una cueva en la cual no parece vivir nadie...

"Con razón no vive nadie acá, si es horrible", dije al aire.

Era super pequeña y llena de moho, pero en el techo sí que había una piedra especial.

El teorema por ahora dice que si choco dos piedras mágicas, la que tenga menos partículas se las traspasara a la que tenga más.

Finalmente lancé la que era mía y terminaron chocando. Efectivamente era cierto, la otra piedra traspasó todas sus partículas a la mía.

Me pregunto cuántas de estas piedras estarían escondidas por aquí, cuántos misterios más guardaría este bosque. No es como si alguien de por aquí realmente lo entendiera. Para ellos, esto sería solo una piedra más, un simple pedazo de roca sin importancia. Pero yo... yo sabía que había algo más. Cada partícula que brillaba en esas piedras me decía que había algo grande esperando ser descubierto.

Seguí explorando el bosque. Las ramas y piedras en el suelo se clavaban en mi piel y empezaban a dañar ligeramente mis pies descalzos. No era nada grave, pero sí lo suficiente como para recordarme que debía hacerme un calzado de alguna manera.

Durante el trayecto me fui encontrando algún que otro animal pequeño, hasta que de pronto escuché unas voces, de varias personas diferentes. Me oculté detrás de un árbol e intenté buscar de dónde provenían.

Estaban en un claro del bosque, pude distinguir que eran mis padres. Ahí también estaba la señorita Anya y varios más... ¡La anciana del parto también!

¿Será que acá se juntan a charlar o intercambiar cosas? La señora mayor parece estar muy enojada con... ¿Mamá?

"¡Te dije que no podías cazar ese animal!"

"P-Perdón, es que no conseguimos nada de comida para Luciano".

"¡Mira la semejante herida que tienes ahora, por dios!"

"Es tu culpa, Rundia. No puedes seguir así, poniendo en riesgo a toda la familia", dijo la anciana, reprendiendo a mamá con una voz firme, pero llena de preocupación.

Observó la herida del brazo izquierdo de mamá con un gesto severo antes de suspirar profundamente.

"¿No entiendes que tu acción pone en riesgo a todos? No es solo por ti y tu familia, sino por todos nosotros".

Rin estaba intentando parar el sangrado atándole una hoja. Muy inteligente de su parte, eso es prácticamente como dar primeros auxilios, pero con recursos limitados. Qué lástima no poder hacer nada, por ahora solo puedo quedarme mirando.

¡Maldito animal o lo que sea! Acaba de arruinar el hermoso cuerpo de mamá.

Anya, la madre del niño de la cueva vecina, se acercó a ella.

"Rundia, entiendo lo difícil que puede ser. Pero debemos cuidar de nuestros hijos y de nosotros mismos. Si necesitas ayuda con la recolección o la caza, estoy aquí para apoyarte, después de todo... en mi familia solo somos dos".

No es como si pudiera hacer algo, y tampoco tenía que dejar que la curiosidad por seguir espiándolos me detuviera, así que me fui del lugar en dirección a la cueva de Anya.

Dentro, me encontré con el hijito de Anya, Tarún; el cual ya parecía caminar, dentro de lo que cabe, normalmente, pero parece que todavía no sabe hablar del todo bien, porque se acercó a mí y me balbuceaba algo que parecía ser un 'hola'.

El objetivo seguía siendo entrar a las cuevas en búsqueda de partículas, ahora me las encontré en el techo de la entrada.

Me metí de una a su cueva en búsqueda de partículas, encontrándomelas en el techo de la entrada [https://img.wattpad.com/ef2698145ff8078df6a0ef72b88226d0ef92a4a1/68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f67784666776a6c61626d534736513d3d2d313435343839363431312e313764633131613834666636373862343436303838363338333030312e706e67?s=fit&w=1280&h=1280]

Mientras Tarún observaba, yo estaba tirando una y otra vez mi piedra hasta que chocara con las demás, traspasando así todas las partículas a la mía.

"No le vayas a decir a tu mamá de que yo anduve por acá, ¡eh!" Le dije a Tarún, bromeando. Aunque seguramente no entendía nada, o tal vez sí... por las dudas.

Me fui acomodando mi piedra dentro de la pluma, ahora estaba más brillante que nunca. Había absorbido el poder de un total de seis piedras, ¿acaso se supone que hay tantas? ¿Y si son mil piedras? Esta zona apenas debería ser un uno por ciento de lo que sería un mundo entero.

De las personas que conozco, solo queda la anciana... uno de estos días tengo que seguirla para ver dónde va. Ahora ya es muy tarde

Una vez ya en la cueva, mamá volvió junto a papá. Claramente esta había sido su peor salida desde que los conozco, directamente no traían nada.

"Mamá..." Dije, mirando su brazo.

"Luciano, ¿estás bien?" Preguntó ella con una sonrisa cansada.

"No te preocupes por mí, estaré bien. Solo necesito descansar un poco", dijo y se fue al fondo de la cueva, seguramente a rezar.

No pude ver de cerca su herida, pero la hoja no era lo suficientemente grande como para cubrir no dejarme ver las líneas de sangre que parecían rasguños sobre su brazo.

"Hijo, esto es lo que sobró de ayer, hoy... Lo siento", dijo papá, angustiado, dándome unos gajos de mandarina. Una de las frutas más comunes que se encontraban en este clima tropical.

Luego se fue junto a mamá.

Agarré la escasa cantidad de comida y me fui a sentar al lugar en el que dormía siempre.

Mientras masticaba la mandarina, sentí un sabor amargo en la boca, no tanto por la fruta en sí, sino por todo lo que había visto hoy. ¿Cómo había terminado todo así? Mi madre arriesgándose, casi dejándose la vida, solo para conseguir un poco de comida. Y yo, mientras tanto, en una cueva, persiguiendo piedras mágicas. Me sentía un inútil.

El aura de esta noche era completamente decepcionante y deprimente, así que directamente me comí la fruta, acomodé la piedra mágica bajo las hojas y a los minutos me fui a dormir. La situación era preocupante...

Al día siguiente, mientras nos estábamos bañando en el agua del supuesto océano, vi la semejante herida de Rundia. Eran como cuatro marcas de garras bien profundas, vamos a ver cómo avanza con el tiempo...

"Amor, hoy no vas a salir, apenas puedes mover el brazo".

"No puedo quedarme esperando sabiendo que no tenemos nada para comer. Sí voy a ir".

"..."

Papá directamente salió fuera sin decir una palabra, mamá lo siguió por detrás.

Luego de volver a ver pasar a las niñas cazadoras, hice mi segunda salida en solitario a las afueras de la cueva. Me pregunto en qué lugar cazarán y quienes son sus padres... eso me hace acordar que todavía me falta ver esa cueva, la de la mujer mayor.

¿Y si mejor las sigo a ellas? Ante la falta de comida, es posible que ellas hayan encontrado cosas que nosotros no.

Pero y si...

En una fracción de segundos, imaginé mil escenarios distintos que podrían ocurrir. Al final, mi instinto de supervivencia inclinó la balanza y fui con las dos chicas.

Las niñas, que hasta podrían ser gemelas, tenían el cabello negro y largo, su piel parecía estar bien bronceada, como si hubieran estado expuestas al sol desde pequeñas y vestían ropas bien hechas de pieles de animales, que le cubrían su pecho y caderas.

Ellas se pusieron a buscar con agilidad entre el barro usando un palo. A los minutos sacaron varias... ¿Qué mierda es eso?

"Atrapamos una grande hoy, ¿no?"

"Sí. Movámonos al segundo lugar, es mejor dejar que se sigan criando".

"Está bien, vamos".

Acababan de encontrar unos bichos alargados que parecían lombrices. Desde lejos su grosor parecía como el de un dedo de la mano de un adulto.

La verdad es que prefiero morirme de hambre antes que comer esa porquería.

No descubrí nada que sea nuevo, solo se dedicaron a explorar y treparse a los árboles para sacar frutas. Al final se estaba poniendo el sol, así que regresé rápidamente a mi cueva.

Puse la piedra brillante justo en la entrada de la cueva, esta era la última prueba para saber de una vez por todas si solo yo podía ver las benditas partículas que revoloteaban por esa piedra.

Me quedé recostado en mi lugar esperando a que volvieran.

Ahí vienen... Acaban de pasar de largo y sin decir ni una palabra...

"¡Hola!" Dije, abalanzándome contra Rundia.

Hoy parecía haber sido un mejor día, de paso aproveché el abrazo para ver más de cerca su herida.

"Hola hijito. ¿Cómo estás? Hoy pudimos conseguir más comida que ayer", dijo mientras le caían algunas lágrimas por el rostro.

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"¿Mamá?"

"N-No pasa nada. Mamá solo se siente un poco mal", respondió mientras se secaba las lágrimas y se iba a ayudar a papá a encender la fogata.

Esa noche, ella apenas comió unos bocados y se fue a dormir. ¿Estará enferma por culpa de esa herida? Sé que existe la posibilidad de que una herida se pueda infectar, más si fue hecha por un animal salvaje, solo que me parece que está avanzando demasiado rápido.

A la mañana, ella ya tenía el brazo morado. Tampoco comió nada de lo que le sobró de ayer...

Papá se acercó al fondo de la cueva, donde estaba mamá.

"Amor, hoy voy a salir yo solo, ¿está bien? Voy a ver si Kuri puede ayudarnos".

"¿Kuri?" Pregunté, justo cuando pasó al frente mío, antes de que se fuera hacia la salida.

"Creo que no la conoces, ella es una mujer mayor que nos ayudó cuando tú naciste".

Se fue corriendo inmediatamente con su piedra que usaba para cazar.

Me asomé hacia el fondo de la cueva y vi que Rundia estaba durmiendo.

Agarré mi piedra 'mágica' del suelo y seguí sigilosamente a papá. Era mi tercera salida en solitario

Esta vez papá pasó por el claro del bosque en el que se reunieron la otra vez y llegó hasta la cueva de esta mujer. No estaba tan lejos, unos quinientos metros, tal vez. Eso sí, mis pies se seguían lastimando poco a poco.

Apenas supe dónde era el lugar, me volví inmediatamente. Al menos había una buena noticia: desde lejos se veían algunas de las partículas amarillas por dentro y fuera de la cueva.

Kuri, la anciana, llegó a los minutos a nuestra cueva junto a Rin, mi padre. La expresión en su rostro estaba teñida de preocupación.

"Parece que el pequeño ha crecido bastante", dijo, mirándome brevemente a la pasada, antes de dirigirse al fondo de la cueva, donde mamá se quejaba del dolor.

Pude notar que tenía algo en la mano, como un trozo de madera con algo encima.

"Desmejoró bastante desde la última vez que nos vimos, no se ve bien".

"Kuri... Ya casi no puedo mover el brazo... el dolor tampoco me deja dormir por las noches".

"Eso te pasa por imprudente..."

"Lo siento... Pero ya te dije que lo hice para traer algo de comida para mi hijo".

Mientras tanto se seguía quejando del dolor con pequeños gemidos.

Luego de aplicarle una pasta que parecía hecha con hierbas, la mujer se levantó del suelo y nos miró a papá y a mí con ojos sombríos.

"Lo siento, ya no hay forma de sanar esta herida, me temo que hay que... cortar el brazo. A mi pareja le pasó lo mismo".

Los dos quedamos en shock, tanto que me hizo volver a sentir la misma sensación de desolación que cuando morí en mi otra vida.

Mamá comenzó a respirar rápido, con los ojos llenos de terror. Su brazo ya estaba completamente morado, y el dolor era evidente en su expresión.

Respondió casi entrando en una crisis nerviosa. "E-Espera, no estarás hablando en serio... ¿Verdad?" Dijo mientras intentaba levantarse del suelo, su voz llena de pánico y desesperación.

A sangre fría, la mujer comenzó a caminar hacia la salida, luego agregó: "Los espero en mi cueva mañana temprano. Iré haciendo los preparativos".

Todo esto me parecía irreal, como si estuviera viviendo una pesadilla de la que no podía despertar. Mi madre, siempre tan fuerte y segura, ahora estaba al borde de perder su brazo por una herida que empeoró demasiado rápido.

Las preguntas comenzaron a inundar mi mente. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Cómo no pude hacer nada para evitarlo? ¿Es esta la última solución? ¿Y si hubiera encontrado alguna manera de ayudarlos antes? Pero no soy médico ni tengo poderes curativos... solo esta extraña habilidad de ver partículas mágicas. Pero, ¿de qué me sirve eso ahora?

Rundia podría morir lo mismo si no hacen la amputación correctamente. De hecho, diría que no tienen los materiales para hacerlo correctamente. Yo nunca vi a ese hombre que dice que es o fue su pareja, ¿no será que se murió tiempo después de amputarle el brazo?

"¿C-Como piensa hacer algo así?" Murmuró papá mientras ella se iba.

Esa noche dormí al fondo de la cueva junto a mis dos padres, envueltos en una tristeza profunda. Casi siempre dormía solo, pero esta vez... lo necesitaba.

Casi sin poder dormir, a la mañana siguiente me levanté junto a mis padres. Papá se quedó charlando con mamá sobre la situación y qué iban a decidir. Mientras tanto yo caminaba de un lado a otro pensando en si podría hacer algo.

De repente vi que del piso provenían algunas partículas mágicas. ¿Acaso no había recogido ya mi piedra?

Revisé debajo de mi hoja y estaba ahí, así que fui a ver qué es lo que estaba pasando en el suelo.

Había un pequeño hueco en la tierra, en donde estaba una hoja metida a presión y con un líquido, que parecía ser agua, dentro.

Me quedé observando, sin saber muy bien qué pensar, ¿esto no es simplemente agua? No deberían salirle estas partículas amarillas.

Levanté la hoja del mismo modo en que estaba puesta, intentando mantenerla como recipiente.

Definitivamente esta agua la trajo alguien a propósito. ¿Justamente ahora? Obviamente no era una casualidad. ¿Por qué alguien haría esto? Debe ser obra del hombre pájaro...

Me asomé por el frente de la cueva, pero claramente no había nadie.

"¿Qué pasa, hijo?"

"Papá, alguien dejó un poco de agua en nuestra cueva, acá en esta hoja".

"¿Agua? A ver eso..."

Él tomó entre sus manos la hoja con el agua rara.

"Cuidado, está especialmente hecha para mantenerla ahí dentro".

"¿Por qué harían esto?"

"Debe ser un mensaje, quizás es... especial, para curar a mamá".

"No lo sé... no creo. ¿Por qué tomar agua debería curarla? Si ella ya estuvo tomando agua".

Es cierto. ¿Quién carajos se iba a creer que tomar un agua que apareció de la nada sanaría una herida fatal? Pero... él no puede ver que de alguna manera es especial.

No podía dejar de mirar el agua. Algo me decía que esta no era agua ordinaria, de hecho, tiene esas partículas flotando encima, pero convencer a papá de eso no iba a ser fácil, ya que él no podía verlas. Suspiré, tratando de organizar mis pensamientos.

"Tal vez no es solo agua, papá... Yo no sé cómo explicarlo, pero... siento que tiene algo más. ¿Qué tenemos que perder? Antes de que pierda el brazo... No sé".

"Está bien, probaremos. Si dices que apareció ahí de la nada, entonces es posible que alguien la haya dejado".

Rin se fue de nuevo a hablar con Rundia, pero ahora con el recipiente primitivo entre sus manos.

"Amor, Luciano dice que había esto puesto en la entrada de la cueva, ¿crees que podría ayudarte si lo bebes?"

Rundia miró el agua en la hoja. Su cara estaba pálida y su pelo castaño estaba despeinado. Su semblante no era muy alentador.

"¿Qué es esto? Auch..." Murmuró, su voz casi un susurro. Ella ya no podía ni apoyarse en su brazo dañado.

"¿Por qué alguien nos dejaría agua aquí?"

"Tal vez... es una bendición de nuestro señor Adán, que ha escuchado tus plegarias".

Automáticamente al escuchar eso, mamá ensanchó los ojos y agarró el pequeño recipiente, bebiendo el poquito de agua que había dentro.

"Amor, creo que..."

Papá y yo observamos, sin aliento, mientras la expresión de mamá cambiaba de dolor a sorpresa.

"¿Qué es esto...? El dolor... se está yendo," susurró, mirando su brazo.

De pronto, su brazo retomó rápidamente su color blanco y las garras marcadas desaparecían entre la piel que se regeneraba.

¡INCREIBLE!

Me tiré contra el brazo de mamá, inspeccionándolo de arriba a abajo.

"¡Sí funcionó! ¡Es increíble!"

¿Así que esto es la magia, Sariah? Estoy totalmente impresionado por lo que este mundo puede llegar a hacerme ver.

Me puse a saltar de la alegría, no solo porque mamá se había curado, sino que estaba feliz por haber hecho semejante descubrimiento.

Rundia, aunque aún atónita por la milagrosa curación, no pudo evitar sonreír y llorar al mismo tiempo.

"¡Gracias, gracias, gracias, muchas gracias, señor Adán!" Gritó, con voz temblorosa, abrazándome con fuerza.

"Esto es realmente un milagro. No sé cómo, pero... estamos bendecidos", agregó.

Papá también se unió al abrazo, con una sonrisa que no había visto en mucho tiempo.

"Parece que hemos recibido una bendición, hijo".

Una bendición de Adán, eh... Me pregunto qué piensa mi diosa de todo esto, porque en este momento se supone que está escuchando todos mis pensamientos.

Con el brazo de mamá recuperado, las cosas comenzaron a mejorar lentamente. Al día siguiente papá y mamá salieron juntos a cazar y recolectar

***

"Oye, niño idiota, no quiero que le causen problemas a mi familia, ¿entendiste?"

Habló cruzada de brazos una de las dos niñas cazadoras que pasaban todos los días frente a mi cueva. La otra miraba en silencio con cara incómoda.

Simplemente levanté los hombros, fingiendo no entender de qué hablaba, aunque por sus palabras, tenía la intuición de que eran de la familia de la anciana Kuri.

Es cierto, ella nos esperaba para hoy a la mañana. ¿Será por eso?

"No te hagas el tonto. ¡Te estoy hablando!"

Me lanzó una piedra a la cabeza, que me dolió bastante. ¿Por qué me sigue molestando? ¿No se da cuenta de que no quiero buscar pelea?

Me fui al fondo de la cueva, esperando a que ya se fuera, pero empecé a escuchar sus pasos invadiendo mi territorio.

"¡Hermana, espera! ¡Si la abuela se entera de que hicimos esto nos matará!"

Así que son hermanas... En un abrir y cerrar de ojos ya la tenía delante mío. Su cuerpo era más robusto que la otra, y su pelo despeinado que tapaba ligeramente su cara me daba algo de temor.

"E-Espera... creo... Creo que estás malentendiendo las cosas..." Dije, retrocediendo con una mano en la pared.

De pronto se abalanzó contra mí, haciéndome caer al suelo.

"¡Pedazo de mierda! ¡Hiciste que Kuri utilizara la única hierba medicinal que teníamos!"

Comenzó a patearme el cuerpo mientras yo estaba en el piso, era imposible defenderme con mi pequeño cuerpo y encima ella era bastante fuerte a pesar de ser una niña.

La furia en sus ojos me asustó de una forma que solo la había sentido al ver al hombre pájaro. Esta niña... ¿De dónde sacó tanta fuerza? Cada golpe que daba era preciso y firme, como si hubiera tenido que luchar por cada día de su vida. Yo me retorcía en el suelo, tratando de protegerme con los brazos, pero ella no dejaba de patearme, aunque intentara aferrarme a su pierna, ella me pisoteaba la cabeza con la otra.

"T-Tu... ¡Kuri se ofreció! ¡Aghhh!"

"¿¡Qué dijiste, pedazo de mierda!? ¡Te voy a matar!"

"¡Hermana, con eso noooo...!"

No logré ver nada de lo que sucedió, simplemente sentí un gran golpe contra la cabeza y todo se desvaneció.

-Unas horas después-

"¡...despierta, Luciano!"

Abrí los ojos ante semejante grito al lado del oído. Era mamá, que me golpeteaba el cachete mientras me sostenía la cabeza.

"Mamá..."

"Hijo, ¿qué te pasó? Estabas durmiendo en cualquier lado y... estás todo lleno de golpes".

"Ah... yo..." Reí nerviosamente. "Me caí por accidente y... c-creo que me golpeé la cabeza".

Me dolía un montón el cuerpo, especialmente en la nuca.

Mamá no parecía muy convencida, pero suspiró y me abrazó con fuerza.

"Tienes que tener más cuidado, Luciano. No deberías venir a este lado de la cueva, es peligros para ti".

Rin se acercó, observándome con una mezcla de preocupación y curiosidad.

"¿Estás bien?"

"Sí, papá. S-Solo fue un accidente tonto, sabes que siempre me porto bien". respondí, tratando de sonar convincente, aunque sabía que en realidad no me portaba del todo bien, a pesar de que esto no fue culpa mía.

"Mmm..." Murmuró.

La verdad que pensé que iba a regañarme. Zafé.

Después del incidente, me recuperé día a día. Mis padres estuvieron más atentos para cuidar de mí, asegurándose de que no me metiera en problemas.

Aunque no les conté la verdad sobre las niñas cazadoras, sabía que tenía que estar más alerta.

A pesar de no conocerlas bien, mi desconfianza hacia esas niñas aumentó y no sabía qué podía suceder la próxima vez que viéramos.

Varios días después, me decidí en ir a la cueva de Kuri en el típico horario de las salidas de mis padres, no sin antes cruzarme a las niñas golpeadoras pasando frente a mi cueva.

"¡Hmph!" Dijo la más molesta de las dos, la que me había golpeado.

Me miró con el ceño fruncido y escupió al suelo al pasar.

***

Estoy justo en frente de la cueva de Kuri, supongo que no debería haber nadie a estas horas... Encima hay varias partículas que recoger.

Pero de pronto, lo vi ahí sentado en una roca, el hombre pájaro estaba de nuevo perturbando mi existencia.

Me miró con sus ojos anaranjados y brillantes y su pico alargado. Se levantó y comenzó a avanzar hacia mí.

"Así que viniste al final... ¿Acaso tú también puedes verlas?" Dijo y señaló con su garra una de las piedras de las que sobrevolaban a su alrededor las partículas amarillas.

"¡Qué divertido! Ja. Ja. Ja". Otra vez hizo esa estúpida risa de siempre.

"Escuchame, ¿vos dejaste esa agua mágica en nuestra cueva para que mi madre se sane?" Pregunté, confrontándolo por primera vez.

Sabía que enfrentarlo era arriesgado, pero no podía dejarlo pasar esta vez.

"Ah... ya entiendo, tu madre se estaba muriendo, ¿verdad?"

"Eres el único que nos sigue y nos vigila. ¿Acaso no sabes lo que sucedió?".

"¿El único?"

Su pregunta me dejó pensando, después de unos segundos, respondí.

"No me interesa, respondé a mi pregunta".

"¿Será que le llama la atención esa forma tan particular que tienes de hablar? Mmm...

Sobre lo de tu madre... habría sido interesante verla rogarme por su vida".

Cuando esas palabras salieron de su pico, una ira intensa empezó a hervir en mí. Era como si un fuego invisible recorriera mis venas, pero tenía que... controlarme. No tenía sentido lanzarme contra él; no en este momento. No quería comerme otra paliza. Pero, maldita sea, quería arrancarle esa mirada arrogante de su rostro.

Apreté fuertemente los puños de la rabia, preparado para al menos insultarlo un poco.

"¡Sos una basura! ¡¿Por qué te divertiría verla sufrir?!"

No solo era enojo contra el hombre pájaro, sino que estaba cansado de todo lo que me sucedió últimamente, cansado de que se aprovechen de que soy un niño. Que intenten menospreciarme y me pisoteen en el suelo, literalmente.

El hombre pájaro siguió avanzando como si nada hacia donde estaba yo, se frenó frente a mí y se señaló la cabeza.

"Todavía no sé qué tienes allí, pero ya voy a descubrirlo..." Dijo, pasando al lado mío.

Ni siquiera me di la vuelta cuando me sobrepasó, me quedé mirando al infinito intentando dilucidar si él realmente se había dado cuenta de mi pelo rojo. Nadie nunca antes había mencionado algo así, ni mi madre, que siempre estuvo pegada a mí los primeros meses.

"Tal vez sí debería darte alguna ayuda, porque si mueres no podré seguir divirtiéndome. Ja. Ja. Ja".

Cuando por fin me di la vuelta, él ya había desaparecido entre los árboles.

"¡¡Nadie necesita tu estúpida ayuda!!" Grité desaforado, ya no me importaba si alguien me descubría ahí.

Lo odio, lo odio con toda mi alma.