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El pibe isekai [Español/Spanish]
Capítulo 37: Nuestra primera casa.

Capítulo 37: Nuestra primera casa.

¿Qué hacía acá el Rey Demonio del que me había hablado Aya? ¿Por qué tan cerca de nosotros? Mi mente comenzó a correr en todas direcciones, buscando explicaciones, pero no encontraba ninguna que tuviera sentido.

Mis piernas se sentían como de plomo. Quería moverme, correr hacia los demás, advertirles, pero no podía. Era como si mi cuerpo se negara a responder. No... en realidad no quería eso. Lo que realmente quería era hacer como si no hubiera ocurrido nada, necesitaba que él se fuera para yo poder seguir construyendo.

Aun así, esto era... peligroso. Él parecía haber matado a alguien y yo no sabía el motivo.

El minotauro detuvo su paso, levantando la cabeza como si estuviera olfateando el aire. Mi corazón comenzó a latir con fuerza. ¿Podría olerme? ¿Sentir mi presencia?

Me miró desde la lejanía y se fue por el lado del bosque por el que nosotros no solíamos caminar.

Miré hacia la sala que estábamos construyendo; podía ver a Aya inclinándose sobre un tronco mientras ayudaba a los demás. Su figura siempre parecía irradiar calma. Pero, ¿cómo reaccionaría si supiera lo que acababa de ver? ¿Y cómo podría asegurarme de que todos estuvieran a salvo si la presencia de ese monstruo era solo el comienzo de algo más grande?

Decidí no decir nada. No todavía. Mientras todos salgan fuera conmigo, o con Aya, o con Mirella a su lado, todo estará bien. El volcán estaba lo suficientemente lejano como para decir que había que caminar por tres o cuatro horas seguidas hasta llegar acá, o viceversa. No debía ser algo común, algo lo atrajo hacia acá.

¿Por qué matar a alguien? ¿No habrá sido magia de ilusión? Ese cuerpo no parecía ser de alguien que yo conociera, y que no chorreara sangre tampoco era normal.

Caminé de regreso con los demás, esforzándome por mantener un semblante relajado. Hay que mantener la calma, todo estará bien. Ya nos tendría que haber atacado si hizo tanto recorrido para venir hasta acá. Él me vio... Me vio y no hizo nada.

Al llegar, Aya levantó la mirada y me sonrió.

"¿Todo bien, Luciano?"

"Sí, claro", respondí, forzando una sonrisa.

"Solo estaba revisando el balde. Todo en orden. Sigamos".

Cuando la tercera pared ya estaba finalizada, llegaron las chicas.

Pude verlas a través de donde en algún momento iría la puerta de la entrada principal, las tres emergieron de entre los árboles. Sin embargo, no cargaban nada de comida entre sus manos.

Agradecí mentalmente la distracción después de lo que acababa de presenciar en la playa.

"¡Hemos vuelto!" Anunció Samira, animada, asomándose por el marco.

"Y ya guardamos toda la comida en la cueva antes de venir. Creo que hoy comeremos bien".

Mirella dio un giro en el aire, observando a su alrededor antes de detenerse en el aire al ver la construcción. Sus ojos brillaron de emoción.

"¡Guau, Luciano! ¡Esto se ve increíble! No sabía que eras tan bueno armando cosas".

Suminia se cruzó de brazos, echando un vistazo crítico al trabajo mientras golpeaba la punta del mango de su lanza contra la piedra.

"Bueno, está decente. Aunque... ¿por qué es así? Digo... no se ve igual a la casa pequeña".

"Es porque esta es la casa a tamaño real", respondí, intentando sonar despreocupado.

"¿No te acordás de la parte de la entrada? ¿O es que te parece raro el suelo? Es que ahora es de piedra y en la maqueta yo la hice de..."

"¡Claro, era eso!" Dijo rápidamente, cortando mis palabras y haciendo una risa algo forzada.

"¿Cómo es que no lo noté antes? Este nuevo lugar es hermoso..."

"¡Hermana, vayamos a investigar!" Gritó Samira mientras la agarraba de la mano y señalaba la otra punta del lugar, donde estaban los otros dos niños.

"¡Ahí está Tarún!"

"Bueno, pero..." Las palabras de la otra gemela se esfumaron al ser llevada a gran velocidad.

"Son encantadoras, ¿no?" Le dijo Rundia a Anya, dándole unos golpecitos en el brazo.

"Sí... Kuri las educó muy bien".

Mirella se subió a mi cabeza, pero yo no pude evitar seguir escuchando su conversación mientras me centraba en sacar medidas para que la puerta que daría al pasillo quedara centrada. Esta iba a ser la última pared del día.

"Es una lástima lo que sucedió... Bueno, ya sabes".

"A todos nos terminará pasando lo mismo, ¿no es así?"

"Yo... No voy a caer tan fácil. Quiero vivir por mucho tiempo".

"Realmente eres una chica muy valiente, Rundia. Te hiciste cargo de dos niñas sin padres y ahora también tienes dos hijos increíbles".

Sin padres... Entonces era cierto, se confirmó lo peor, lo que yo pensaba.

"Solo hice lo que debía hacer. No podía dejarlas solas".

Hubo un silencio por unos segundos.

"¿Y tú piensas tener más hijos... con otra pareja?"

"¿Nueva pareja?" Preguntó Anya con sorpresa.

No pude evitar ver su reacción: ladeó ligeramente la cabeza hacia Rundia, como si no estuviera segura de si lo decía en serio o si solo intentaba provocarla.

"Sí, nueva pareja. Has estado sola desde que Tariq se fue con Yume, ¿no? No es que sea asunto mío, pero no creo que quieras pasar el resto de tus días así".

"Ay, Rundia... ¿No se suponer que eres mi amiga?"

"¿Qué tiene que ver?"

"¿Para qué crees que necesito a alguien más? Estoy bien así. Además, no es como si hubiera muchos para elegir".

"Puede que tengas razón".

En ese momento, Mirella revoloteó alrededor de mi cabeza, distrayéndome de la conversación.

"¿Qué escuchas tanto, Luciano? ¿Es tan interesante eso para ti?"

Negué con la cabeza, fingiendo estar absorto en mi trabajo.

"Solo planeando cómo terminar esta última pared. No te preocupes, todo está bajo control".

Lo cierto era que hasta ahora no había hecho nada, y Rin me estaba mirando desde una esquina, poniéndome nervioso.

Anya, con un leve tono de ironía, desvió la conversación hacia un terreno inesperado.

"Rundia, ¿y qué opinas de Aya? Es... ya sabes, interesante. Tiene presencia".

Rundia levantó una ceja, claramente desconcertada por el cambio de tema. Aunque bueno, Aya estaba casi que a su lado.

"¿Aya?" Repitió lentamente, dejando caer la palabra como si probara su peso.

"Bueno, supongo que... sí, es interesante. Aunque no sé si es el tipo de persona que busca compañía de ese tipo".

"¿Y por qué no? No sabemos casi nada de ella, pero es fuerte, hermosa... y está sola. Quizás no le iría mal alguien que... bueno, le diera algo de compañía".

¡Pero si acababa de molestarse porque le dijeron lo mismo!

Sentí cómo un nudo se formaba en mi estómago. Aya estaba sentada en la misma sala, observando con aparente calma, pero sus orejas se movieron ligeramente, captando cada palabra.

Tenía mucha curiosidad por escuchar algo del pasado de Aya.

"¿Están hablando de mí?"

Anya levantó las manos, fingiendo inocencia, pero su sonrisa no ayudaba a suavizar la situación.

"No es nada malo, Aya. Solo estábamos diciendo que podrías considerar... ya sabes, no estar sola todo el tiempo".

"Anya, no me conoces lo suficiente para hablar de eso".

"No quise ofenderte, Aya. Solo pensé..."

Sin decir nada más, se levantó y caminó hacia donde yo estaba trabajando.

Me detuve un momento, intentando descifrar qué decir o si realmente debía decir algo.

Aya se puso a mi lado, aparentemente concentrada en la pared que estaba por construir.

"¿Cómo puedo ayudar?"

"S-Sí... Este... Creo que deberías ir juntando los troncos sobrantes del otro lado. No necesitamos más madera acá".

Mientras la observaba moverse, no pude evitar preguntarme qué tantas cosas no sabía de ella. Siempre había sido una gran amiga, pero era evidente que había algo debajo de esa fachada. Algo que prefería no compartir.

De todas formas, todos tenemos algo que no queremos contar a los demás, ¿no? Yo lo sé mejor que nadie.

Si quería hablar, lo haría a su tiempo.

Más magia, más madera, más de mi esfuerzo y el de los demás para terminar las paredes... Ya está, tenemos la primera sala lista. No en su totalidad. claro. Todavía falta el techo, las ventanas, puertas y demás.

***

Han pasado tres días desde que construimos las paredes de la cocina-comedor. Desde ese momento no hemos parado de hacer cosas. Sin embargo, no estuvimos trabajando directamente sobre la casa, sino que estuvimos sacando árboles para conseguir la madera faltante. Para ser exactos, sacamos trece árboles en total y se llenaron nuevos bolsones con mis cubos de madera.

No tuvimos mucho problema con las lluvias, pero una pequeña llovizna me advirtió que sería mejor terminar lo más rápido posible las paredes externas para así poder construir un techo que cubra el interior de la casa.

En cuanto a Tariq, justo estoy junto a él y Mirella a orillas del arroyo.

Mirella estaba rodeando con los brazos lo que Tariq acababa de terminar de crear con la arcilla.

"Así que esto es un vaso..."

"Sí, ya está terminado", respondió Tariq.

"¿Y para qué sirve?"

"Para meter agua dentro. Eso dice Luciano".

"Pero primero se tiene que secar", añadí a sus palabras.

"¿Y cómo lo secamos? ¿Con magia de luz?"

No había pensado en esa opción...

"Es una posibilidad, aunque primero quiero probar si podemos secarlo bajo el sol. La idea es crear algo sin magia, por eso le estoy enseñando a él".

"¡Entonces llevémoslo a la playa! Ahí hay mucho sol", contestó, intentando levantarlo entre sus brazos.

"No, no, no".

Se lo quité, dándoselo a Tariq.

"Es pesado para vos. Acordate que todavía seguís creciendo".

"¡Ohhh! ¿Entonces qué voy a hacer yo?"

"Yo puedo enseñarte a hacer un vaso", interrumpió Tariq.

"Bueno... recién estoy aprendiendo, pero creo que me gusta".

Y vaya si le gusta, si se la ha pasado acá todo el tiempo. Eso es bueno, justo lo que estoy buscando.

"¡Sí!"

"¿En serio lo harías, Tariq? No queremos molestarte en esto, pero si le vas enseñando a Mirella o a cualquiera que conozcas, yo podría darte un regalo".

"¿Qué regalo?"

"Bueno... Has visto la lanza que tiene mi padre, ¿no?"

"¿La lanza de tu padre? ¿¡Eso con lo que él sale a cazar!?" Respondió Tariq, alzando la vista hacia mí. Sus ojos brillaban como si le hubiera ofrecido el arma de un héroe legendario. Pude notar cómo tragaba saliva, claramente emocionado.

"¿De verdad me darías algo así? Es... increíble".

Una sonrisa un tanto maliciosa se mostró en mi rostro. Si bien el seguir creando cosas pequeñas con magia no era lo que estaba buscando, era bueno para motivar a los demás.

"Claro que sí. Pero tiene que ser un intercambio justo, ¿no? Enseña a Mirella y a los demás todo lo que aprendas sobre moldear la arcilla, y en cuanto domines lo básico, te daré una lanza. Será algo especial, hecha por mí. Una que te servirá en cualquier situación".

Agarré unas enredaderas que él había dejado a un lado.

"Quiero que Yume y Kiran aprendan al mismo tiempo, si es posible".

Tariq parecía que iba a explotar de felicidad. Sujetó el vaso de arcilla con ambas manos, como si ya sostuviera su preciada lanza.

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"¡Lo haré! Prometo que lo haré. ¡Voy a aprender bien y enseñar a todos lo que pueda!"

Sabía que este hombre había intentando copiarnos las ojotas en su momento, no es alguien que se quede atrás en las cosas. Es activo y se esfuerza por avanzar.

¿Será por eso que las mujeres se interesan en él?

Lo cierto era que tampoco me convencía mucho el darle un arma a alguien que recién estaba comenzando a conocer. Pero bueno, también le di un machete a mis abuelos, así que no creo que pase algo raro. Él nos ha ayudado mucho y debo devolvérselo de alguna manera.

También quiero que piense que yo soy alguien confiable, alguien que debería tener de su lado.

Luego de unos pasos por el bosque, ya estábamos en la playa, a unos metros de la futura casa y de donde estaban algunos de los de mi grupo.

Mirella volaba a nuestro alrededor mientras saludaba desde la lejanía a las gemelas.

"¡Ahí voy! ¡Espérenme!"

Lancé al suelo algunas piedras que había traído en el camino y construí una pequeña base sobre el suelo.

"Tariq, ahora poné el vaso de arcilla sobre esa piedra".

Tariq se arrodilló y colocó el vaso con sumo cuidado, como si estuviera depositando algo frágil. Luego se sentó junto al vaso, observándolo como si esperara que el proceso sucediera de inmediato.

"Ahora solo tenemos que esperar", dije, sentándome a su lado.

"El sol hará el resto".

Mirella, incapaz de quedarse quieta, se posó sobre la pequeña base de piedra.

"¿Y cuánto tiempo vamos a esperar?"

"Creo que un día o dos", respondí, disfrutando de su expresión de horror.

"¡¿Tanto?! ¿Y mientras qué hacemos?"

Tariq, aún emocionado, levantó la mirada hacia mí.

"Podríamos hacer más vasos con la arcilla. Ahora que entiendo cómo moldearla, puedo intentarlo de nuevo".

"Necesito que intentes hacerlos más grandes, para terminar llegando a un tamaño parecido al balde que te mostré".

"Entiendo. Intentaré hacer vasos más grandes".

"Escuchen", dije mientras observaba el pequeño vaso de arcilla secándose al sol.

"Quiero que cada uno aproveche su tiempo al máximo. Mirella, vos vas a aprender de Tariq durante las mañanas. Quiero que te enfoques bien, no solo en cómo moldear la arcilla, sino en entender por qué lo hacemos de esta manera. Sin magia. Es importante".

"¡Claro! ¡Voy a ser la mejor hacedora de vasos de todos los tiempos!" Exclamó con una sonrisa que le iluminaba el rostro. Luego se giró hacia Tariq, y con dramatismo agregó:

"Espero que estés listo para enseñarme tus secretos más profundos".

Tariq rio por lo bajo.

"Si me sigues el ritmo, seguro que aprendes rápido".

"Pero por la tarde", continué, interrumpiendo su breve camaradería.

"Quiero que te unas a las gemelas para salir de caza. No podemos olvidarnos de la comida".

"Pero... ¿Y tú?"

Espero salir de esta.

"Yo voy a construir la casa".

"¡Entonces vamos a estar todo el día separados!" Gritó, moviendo los brazos desesperadamente.

"Bueno, no es todo el día", dije, tratando de calmarla mientras levantaba una mano en señal de paz.

"Por la tarde vas a estar con las gemelas, y eso también es importante. Además, cuando regreses, vamos a seguir viéndonos. ¿No te parece bien?"

"¡No, no me parece bien!" Contestó, cruzando los brazos.

"Yo quiero estar contigo todo el tiempo, Luciano. ¿Es mucho pedir?"

Suspiré profundamente. Mirella tenía un don para ponerme en aprietos con sus incesantes arranques emocionales.

"Mirella, esto es por el bien de todos. Si aprendés bien de Tariq y ayudás con la caza, estás contribuyendo a que nuestra vida sea más fácil. Pensá en la casa que estamos construyendo. Cada uno tiene un papel importante en todo esto, y el tuyo no es la excepción. Confío en vos. ¿Podés confiar en mí?"

Después de unos segundos de silencio, finalmente asintió, aunque con un leve puchero en su rostro.

"Está bien... pero más te vale que me des un montón de atención cuando termine todo esto", dijo con tono resignado.

"Trato hecho".

Cuando ella se estaba a punto de ir con las chicas, Tariq la frenó con su voz.

"¡Mirella, espera! Quiero hacerte una pregunta".

"¿Sí?" Respondió, su mirada expectante.

"Tengo una pregunta que me está rondando desde hace un tiempo... ¿Tú estuviste en la lucha contra el Rey Demonio? Ya sabés, con la mujer de fuego y el barbudo".

Uy... Yo había tratado de no preguntarle eso.

Mirella parpadeó varias veces, claramente desconcertada. Su energía habitual desapareció al instante, reemplazada por una expresión de genuina confusión.

"¿Qué? ¿De qué estás hablando?" Preguntó, inclinando la cabeza hacia un lado.

"Yo ni siquiera sabía que él existía hasta que Aya me lo contó".

"¿En serio? Pero estoy seguro que alguien más estaba allí... ¿Entonces fue Aya? No, ella es demasiado grande como para no notarla".

"¡Tariq!" interrumpí con un tono más fuerte de lo que planeaba, pero necesario para frenar lo que claramente era un camino complicado.

"No es momento para esas preguntas. Tenemos cosas más importantes en las que enfocarnos. Además, vos también ya deberías ir a cazar un poco, ¿no?"

"Tienes razón. No puedo perder mucho tiempo, le prometí a Yume que llevaría comida".

"Dale. Acordate que si hacés un buen trabajo con lo de la arcilla e ir enseñando a los demás te voy a dar esa lanza".

"¡Me voy!"

Después de saludar a Mirella y las gemelas, me dirigí hacia la casa. Hoy solo estaban Aya, Anya y Rin, Rundia se había quedado en la cueva junto a Lucía y Tarún.

Por mi parte, aproveché el tiempo para inspeccionar las maderas que habíamos acumulado durante estos días. La cocina-comedor necesitaba más ajustes, y el pensamiento de la lluvia me ponía nervioso. Si las paredes externas no estaban listas a tiempo para soportar el techo, se podría formar humedad y terminaría dañando parte de lo que habíamos construido hasta ahora.

Si hay algo bueno en esto, es que el suelo es de piedra.

Agarré la maqueta de la casa que estaba al lado del balde con agua.

"Vengan, quiero mostrarles qué vamos a hacer hoy", dije en voz alta.

"¡Ahí vamos!" Gritó Anya, dándole un empujoncito a Aya por la espalda.

Sí, ya hicieron las pases. Anya no es alguien que le guste llevarse mal con aquellos que aprecia.

Una vez que ya estaban los tres al frente mío, comencé con la explicación.

"Bueno, miren. Hoy vamos a construir esta parte de acá", dije, apuntando al pasillo que conectaba las habitaciones.

"Este pasillo es clave porque va a dar acceso directo a las cuatro habitaciones principales y al baño central".

"Ese pasillo... ¿No sería más fácil dejar un espacio abierto y listo? Nunca me convenció eso del 'pasillo'".

"Entiendo que parezca un poco inútil, pero nos ayuda a mantener varias habitaciones sin hacer la casa demasiado grande. Además de eso, va a ser fácil para todos llegar a ellas".

"Eso es cierto. Supongo que debemos construirlo para ver si realmente es como tú dices, ¿no es cierto?"

"Supongo que sí".

"¿Entonces qué debemos hacer nosotros?" Preguntó Anya.

"No es mucho. Solo necesito que me alcancen los troncos cuando se los pida".

Menos mal que ya habíamos acomodado troncos cubriendo todos los extremos de la base de piedra cuando los trajimos por primera vez.

"Entonces solo esperaremos a que nos avises".

"Sí. Voy a empezar por la izquierda del pasillo".

Si tuviera la perspectiva aérea de lo que estamos construyendo actualmente, podría decir que, si lo vemos desde el bosque hacia el agua, la base de piedra tiene una forma de 'T'. Donde el rectángulo de abajo es la cocina-comedor, y el gran rectángulo en horizontal es todo el cúmulo de habitaciones junto con el baño. Por lo tanto, ahora voy a empezar a alargar la pared que ya tenemos construida para así formar una parte del pasillo.

Entonces, me arrodillé sobre el suelo, que estaba bastante caliente.

Visualicé las partículas mágicas a mi alrededor. Una suave corriente pareció recorrer mis dedos mientras concentraba mi energía en la madera que estaba al borde del suelo de piedra. Mi intención era clara: unir los troncos con la base de piedra y la otra pared como si fueran una sola pieza sólida.

Pasó tan solo un instante hasta que unos pocos centímetros de madera se alzaron frente a mi.

"Tráiganme otro tronco, por favor".

Miré hacia atrás y la primera en reaccionar fue Anya, que parece que ya estaba lista para empujar uno de costado y en forma paralela a la pared.

"Ahí está bien, gracias", dije cuando ya estaba frente a mis pies.

La historia se volvió a repetir una y otra vez mientras cada uno de los tres se turnaba para alcanzarme más madera. Así es como primero terminé la parte faltante del pasillo y luego seguí por el perímetro restante del rectángulo que abarcaba todas las habitaciones y baño.

En conclusión, las paredes que daban al exterior ya estaban listas.

Ahora faltaba planificar el techo, al día siguiente.

La forma de 'T' media deforme de la casa era un diseño relativamente práctico, pero planteaba un problema evidente: si no lo hacía correctamente, la acumulación de agua podría convertirse en un desastre por el material con el que estamos construyendo. No podía permitirme ese error, especialmente ahora que las paredes externas estaban completas.

"Buenos días", saludó Aya con voz calmada al notar que me sentaba. Se había despertado bastante temprano.

"Te ves preocupado, Luciano. ¿Es por la construcción? ¿Necesitas que hoy descansemos? Trabajamos demasiado ayer".

"Sí... Bueno, no sí en el sentido de que quiero descansar, sino que estoy algo indeciso porque no todavía no terminé de ver todos los detalles. Necesitamos hacer el techo, que es una parte que no está en la casa en miniatura. Quiero un diseño que desvíe el agua de lluvia lejos de las paredes y de la intersección de la casa. Si no lo resolvemos, va a ser un problema".

Aya inclinó ligeramente la cabeza, como si procesara la información.

"¿La... inters... inters...?" Balbuceó.

"Es una forma de decir que la forma de la cocina-comedor choca con la forma del pasillo".

"¿Entonces tu padre tenía razón?"

"Realmente no, solamente necesito buscar una buena solución.

Si no lo manejo bien, el agua se acumulará allí, encima nuestro, encima de la casa".

Me levanté, sacudiendo un poco de tierra detrás de mis piernas, y caminé hasta agarrar la maqueta que la había traído hasta la cueva para observarla mejor.

El simple hecho de verla no me convenció, así que extraje un poco de piedra de la pared y comencé a jugar haciendo diseños.

Anya y Rin se levantaron poco después, seguidos por Mirella, que flotaba sobre mi hombro con una sonrisa alegre. Su humor contrastaba con mi tensión.

"¡Luciano! ¡Buenos días!" Exclamó Mirella, revoloteando frente a mi cara.

"¿Hoy siguen con la casa? Estoy lista para ayudar. ¡Dame algo que hacer!"

"Buenos días, Mirella. Sí, seguimos con la casa. Hoy toca el techo", respondí.

"Pero vos tenés que ir con Tariq, acordate".

"Ah..." Murmuró.

Todavía no parecía del todo convencida con nuestro acuerdo, pero ella había aceptado hacer cosas con arcilla.

"Tranquila, porque si volvés rápido, vas a poder ayudarnos".

"¡Sí!"

Anya, nos interrumpió mientras todavía se despabilaba.

"¿Cómo lo haremos a eso del techo? Necesitamos algo que sea bueno, pero también rápido. No tenemos mucho tiempo para esta parte, la lluvia podría llegar cualquier día... Como tú nos dijiste".

Me quedé pensativo por un momento, y entonces una idea se formó en mi mente, basada en recuerdos de mi vida pasada y también en la casa de Sariah.

"Vamos a hacer un techo inclinado, pero a dos aguas. La parte superior tendrá una ligera inclinación hacia los extremos. También existe la posibilidad de hacer una canaleta a los costados para llevar el agua a un determinado lugar.

Usaré hojas para cambiar la textura del techo y que el agua se deslice más rápido".

Todos me miraron raro, estaba claro que no entendieron nada.

La primera en formar una palabra fue Anya.

"Ca-na-l... ¿Qué?"

Intentó buscar alguna mirada con los demás.

"Supongo que hay que confiar en que saldrá bien", dijo Rin.

"Tranquilos, ya saben que les estoy explicando todo para que puedan visualizarlo mejor", respondí mientras terminaba de moldear la piedra para hacer el techo para la maqueta.

"Lo que voy a intentar explicar ahora es cómo vamos a hacer el techo", comencé, mientras señalaba la parte superior de la maqueta.

"Primero, inclinamos cada lado del techo para que el agua de lluvia baje hacia los bordes. Esto es lo que llamo techo a dos aguas. Luego, en los extremos, vamos a poner algo parecido a un arroyo, si es que quieren verlo así. A eso le llamo canaleta, un lugar por donde el agua pasa sin caerse hacia los costados y sin quedarse estancada".

Esta vez, la que contestó fue Aya. Claro, ella tenía experiencia al haber vivido todo el tiempo al lado del arroyo.

"¿No sería más fácil si solo hacemos que el agua caiga hacia los costados? Porque si ese techo va hacia abajo, entonces el agua también va a terminar cayendo sobre el suelo".

Anya tenía un buen punto, y por un momento consideré su idea. ¿De verdad era necesario complicarme tanto? Si simplemente dejábamos que el agua cayera a los lados, el proceso sería mucho más rápido, y podríamos dedicar nuestra energía a otros detalles importantes. Pero algo me decía que no era tan sencillo.

Miré hacia fuera de la cueva por un instante, imaginando la lluvia cayendo en torrentes sobre la casa recién terminada. Visualicé el agua golpeando el techo inclinado, deslizándose hacia los costados... y luego acumulándose rápidamente alrededor de las paredes. Tierra y arena mojada por demás. Barro en la entrada que viene desde el bosque. El agua buscando su camino hacia las bases de la casa, debilitándolas.

"No, no podemos hacer eso", dije finalmente, sacudiendo la cabeza.

"La casa ocupa un espacio bastante considerable, y el agua que cae directamente al suelo cerca de la casa puede convertirse en un problema con el tiempo. Si empieza a acumularse mucho, podría afectar la estabilidad de las paredes. Además, se formaría demasiado barro en la entrada que viene del bosque, y vamos a pisarlo cada vez que salgamos o entremos. Sería incómodo y sucio".

Mirella se rio entre desde mi hombro.

"Luciano, siempre piensas en un montón de cosas antes de decidir algo. Me gusta, pero... ¿seguro que no estás exagerando?"

"No".

A pesar de el comentario ligero de Mirella, los demás se miraron entre sí de nuevo, intercambiando expresiones de desconcierto. Incluso Aya, normalmente la que era un poco más inteligente, fruncía ligeramente el ceño mientras observaba mi maqueta y trataba de entender la idea de las canaletas. Anya suspiró, evidentemente frustrada, y Rin cruzó los brazos, rascándose la barbilla como si tratara de encontrarle sentido a lo que decía.

Atrás estaban los niños y Rundia, parecían no querer meterse en la conversación y empezaron a armar una fogata.

"Entonces... ¿esa cosa de las canaletas es como un arroyo... pero en el techo?" Preguntó Rin, levantando una ceja.

"Sí, más o menos. Es como una especie de arroyo pequeño que dirige el agua hacia un lugar donde no haga daño, ¿entienden?" intenté explicar de nuevo, gesticulando y señalando la maqueta con las manos para reforzar mis palabras.

"Si cae el doble de agua en el suelo, complicaría las cosas".

Anya me miró, con los brazos en jarra.

"Pero... si ya cae al suelo, ¿no es más fácil que simplemente deje de preocuparnos? ¿Por qué tanto lío? Parece que solo estamos complicando las cosas".

"¡Exacto! Además, ¡estamos hablando de agua!" Añadió Mirella desde mi hombro, haciendo un puchero.

"Es como... ¡agua! ¿Qué tan malo puede ser que caiga al suelo?"

¿Tan difícil era de entender el concepto que hasta Mirella, que siempre salía a favor mío, terminara dudando?

"Miren. el problema no es que caiga agua alrededor de nuestra casa, el problema es que además de esa, caiga la que debería caer en el terreno donde estamos construyendo. Además, hacerlo bien desde el principio evita problemas a futuro.

Miren, imaginen esto: un techo inclinado así", formé la parte superior de un triángulo equilátero con una mano, "hace que el agua fluya hacia los costados. Ahora, si en lugar de que el agua caiga directo al suelo, creamos unas canaletas, podemos dirigir el agua hacia un lugar donde no haga daño".

Anya parpadeó, frunciendo el ceño.

"Lo dices como si fuera... no sé, magia de agua o algo raro. ¿Cómo vamos a hacer que el agua te obedezca así?"

"¡No es magia, es física!" Grité, tapándome la boca.

Mierda, no debo largar esas cosas raras que no podría explicar luego.

"Perdón, no quería gritar. Lo que quiero decir es que solo necesitamos darle una salida, como un camino. Es... es simple, de verdad".

De pronto, Rundia se puso en medio de nosotros.

"Chicos, ¿no les gustaría hablar esas cosas mientras comemos?"

"Sí..." Respondí por todos, soltando un suspiro.

Costó, pero ese mismo día todos terminaron entendiendo el concepto.

***

Pasaron siete días desde que terminamos las paredes externas. Trabajamos y sudamos mucho hasta que finalmente... Quedó terminada toda la estructura de la casa. Y cuando digo estructura, me refiero a que están listos todas las paredes, los marcos, las ventanas, el techo y también la canaleta que termina en un caño de madera que da a un enorme fuentón, también hecho de madera. Ahí se iba a acumular el agua limpia de lluvia que utilizaríamos para beber sin tener que soportar lo salado del mar.

Con respecto a las paredes interiores, fueron hechas con la madera en forma de cubos que estaba dentro de los bolsones. Así que solo tuvimos que arrastrar los bolsones y acomodar los cubos uno encima del otro. Fue super fácil y práctico.

Estaba sentado en la entrada mirando hacia dentro, observando el fruto de nuestro trabajo. Lo cierto era que estaba vacía y poco iluminada, pero al menos era reconfortante el verla ahí, aunque ni siquiera tuviera puertas.

Aya se unió a mí.

"Quedó hermosa, Luciano. Aunque todavía no entiendo del todo cómo funcionan algunas cosas. Pero si tú dices que está bien, confío en ti".

"Gracias, Aya. No fue fácil, pero valió la pena. Creo que acá podremos vivir una vida tranquila... o al menos eso espero".

Mirella apareció flotando a mi lado, con su típico entusiasmo.

"¡Eres un genio, Luciano! Pero, oye, ¿ya podemos vivir aquí? Porque ahora que veo la casa, estoy harta de dormir en esa cueva incómoda ¡Quiero un lugar donde mi vestido no se llene de tierra cada vez que me siento!"

"Primero tenemos que acondicionar el interior. Faltan hacer varios objetos, y además necesitamos trasladar todas nuestras cosas. Pero sí, estamos cerca de mudarnos".

"¡Yupi!" Gritó Mirella, girando en el aire con alegría.

Me asomé levemente por el marco de la puerta para ver hacia fuera. Desde la lejanía se podían ver a los demás en la zona en donde se secaban las cosas de arcilla.

Me devolví y miré a Aya. Tenía que decirle la verdad.

"Aya".

"Sí, dime".

Tragué saliva. Había evitado hablar del tema hasta ahora porque no quería preocupar a nadie, pero sabía que no podía seguir guardándomelo.

A pesar de que oculto mi verdadera identidad, no me gusta ser tan mentiroso.

"Aya, yo... Yo vi al Rey Demonio. Fue hace unos días, cuando recién estábamos haciendo las paredes del exterior".