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Capullo de dragon (Español)
Que Eri no te escuche

Que Eri no te escuche

Runa siempre se angustiaba un poco cuando Eri salía sola a la ciudad, en realidad nunca estaba sola, cada soldado de la ciudad tenía órdenes de echarle un ojo y reportar cualquier anomalía, vaya, hasta se habían enterado de una pelota rota, a veces se lo tomaban demasiado en serio. Aún así, las dulces uvas que finalizaron su desayuno le supieron amargas. Por lo menos se había asegurado de encantar la funda de su daga para que sólo pudiera sacarla estando en peligro. Esa niña siempre quería llevarla a todas partes. En fin, rezó a la diosa de la paz por no estar siendo muy complaciente, despidió a su hija y se levantó de la mesa, había asuntos que tratar.

Desde temprano Frey había estado en la sala de guerra con todos los otros generales, Artemia era el reino de la paz, pero tenía el ejército más numeroso y mejor equipado del mundo, sus generales eran la élite, los mejores en su campo, y ella se había casado con el mejor de ellos, tenía un instinto preciso para anticipar dónde habrían ataques, era el más fuerte matadragones con más de veinte bestias abatidas, el más joven de todos ellos y por sobre todo, tenía un corazón de oro, nunca había dejado una población civil desamparada si podía hacer algo al respecto. También era tozudo, descuidado, y sus promesas, si tenían que ver con Eri, valían dos monedas de cobre oxidado, "no volveré a enseñarle esgrima", "mi regalo será seguro", era exasperante que siempre se saliera con la suya. Al menos la boda había sido como ella quería . Y no la austera reunión con soldados que seguramente planeaba él.

La vida había sido muy buena esos días desde la boda, se habían permitido comportarse como si no hubiera otra preocupación en el mundo que si Eri se comía sus verduras. Pero era hora de volver la mirada a la guerra, y a un asunto quizá más grave. Antes de entrar ella misma a la sala de guerra, se aseguró de que su hija estuviera ya camino a la ciudad.

—Princesa Runaesthera —La saludó Jimmer, uno de sus más confiables generales y amigo de su esposo, lo conocía desde aquel día que lo reprendió por no reconocerla —La esperábamos, ya se han acordado algunos detalles, pero la necesitamos para...

—Lo sé Jimmer, el asunto de los príncipes dragón.

Se dirigió a la mesa central, un mapa de todas las regiones cercanas a Artemia estaba desplegado, Freydelhart y su padre lo miraban y movían pequeñas figuras de madera con forma de cabezas de dragón. Al verla entrar, le hicieron sitio e invitaron a los altos rangos a acercarse, iban a discutir una información vital.

—Muy bien Frey —Le dijo su padre a su esposo —¿exactamente qué te dijo tu hija?

—Ya saben que Eri comprende y habla el lenguaje de los dragones en forma natural, pero por su edad no comprende aún muchas cosas, lo mejor será no adelantar demasiadas conclusiones —respiró hondo, como cuando blandía su espada —el dragón verde le dijo a Eri "Tus hermanos vendrán por tí, pero no te encontrarán traidora deforme, pues yo terminaré hoy con tu miserable vida" Ella le gritó que la dejara en paz, que ella no tenía hermanos, sólo a sus padres, y el dragón le respondió algo parecido a "ninguno de los cobardes que se esconden en esas formas serán nunca humanos, su fuego se apagará" Y finalmente, "El rey dragón es eterno, los príncipes como tú nunca ocuparán su lugar".

—De eso podemos deducir unas pocas cosas —intervino el padre de Runa —Eri irá perdiendo sus poderes a menos que deje su forma humana, por eso el dragón del castillo de Meyrin no estalló, llevaba demasiado tiempo en forma humana y su llama se había agotado, Frey dice que se veía como un anciano.

—El rey dragón tiene otros hijos, aunque siempre pensamos que todos los dragones eran hijos suyos, y al parecer hay un conflicto entre ellos, rey Bestolf, ¿Sus magos y eruditos pudieron descubrir algo del cuerpo del dragón?

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—Uh… si, recibí una carta de mi mago jefe ayer en la tarde, dicen que el cuerpo no podría haber tomado otra forma, que el conjuro lo que hace es atrapar el alma de un dragón en un cuerpo falso… reanimado. El cuerpo del dragón y su fuego quedan fuera del espacio, consumiéndose lentamente para mantener el conjuro.

Runa lo entendió —Un cuerpo reanimado implica que deben robarlo de un humano —miró a la reina Eyren. Quien estaba sentada al margen, distraída…

—En efecto —continuó el rey —mis magos son increíbles y fueron capaces de crear un retrato de la forma humana del dragón, era idéntico al mayordomo de palacio, pero mucho más viejo.

Todos guardaron silencio, la paz y buena voluntad de dos naciones se estaba decidiendo en las mentes de padres que amaban o amaron a sus hijos.

El silencio lo rompió la reina Eyren.

—Erifreya… no encaja…

—¿Qué quiere decir majestad? Dijo Frey, muy despacio. Runa nunca lo había visto tener tanto cuidado.

—Eri no es un dragón en un cuerpo humano, Eri es diferente.

Era verdad, algo no encajaba, Eri era idéntica a la princesa Erina, pero tenía cuernos, alas, colmillos y lo más importante, su fuego estaba intacto. Por lo que sabían, el dragón se había transformado en el mayordomo hacía cinco años, máximo, el día del ataque al castillo, si él ya no tenía fuego Eri probablemente tampoco tendría ya, además los magos habían dicho que tanto el fuego como el cuerpo desaparecían, pero Eri usaba el suyo a voluntad.

—Los magos trataron de de averiguar algo del cascarón en la sala del trono, pero sólo descubrieron algo que ya todos sabíamos, que los huevos de dragón sólo se abren rodeados de piedra. Aunque dicen que ese cascarón no se abrió, sino que lo rompieron antes de tiempo y… —todos aguantaron la respiración hasta que el rey Bestolf continuó —Los huesos junto al cascarón… eran de Erina.

Frey había supuesto que serían los huesos de otro dragón que había muerto en forma humana porque Eri había dicho que “su mami” estaba en esa habitación, Runa imaginó que el dragón que la cuidaba le decía lo primero que se le ocurría, no todos tienen paciencia con los niños pequeños, pero cada respuesta abría nuevas preguntas… ¿Por qué se quedaron ahí encerrados? ¿Por qué si cinco dragones atacaron el castillo sólo uno se quedó atrás? ¿Si Erina había muerto en el atrio del castillo aplastada por el rey dragón qué hacían sus huesos ahí?

—Relájate Alistor —El rey Bestolf miraba a su igual a los ojos a pesar de la diferencia de altura, jugaba con su bigote al hablar, no en un gesto arrogante como hacen muchos, sino visiblemente nervioso —Tu nieta es tu nieta y firmamos un tratado para hacerlo oficial. No pertenece a mi reino y aunque quisiera —la miró a ella, como asegurándose que Runa lo escuchara —que no quiero, no podría lastimarla o exigir un castigo sin quebrar la paz entre nuestras naciones. Eres un anciano astuto aunque parezcas un mocoso, Alistor, me seguiste el juego porque ya te esperabas esto.

—No puedo decir que así fue Bestolf, no soy tan sabio como para eso. Y recuerda, cuando acudiste a mí hace cinco años, juré por mi honor que la muerte de tu hija no quedaría impune. Pero no creo que Erifreya sea quien deba cargar la culpa.

—Yo tampoco Alistor, somos amigos y nuestras naciones también lo son. En tres días regresaremos a Meyrin, y quiero que cuando me marche, tu nieta sepa que mi castillo todavía es su hogar. Pero es mejor que no se corra la voz, la gente de mi reino amaba a su princesa, y estoy sin herederos…

—Nuestro hijo menor Bestenar —Interrumpió la reina Eyren —sigue vivo, si tan solo ustedes…

—Bestenar reinará sobre Meyrin cuando la Diosa de la Paz empuñe una espada. Y no se hable más. El peligro de una guerra civil es ya bastante alto para darle alas a ese remedo de hijo que tengo. Necesito la discreción de todos los presentes.

Frey asumió su papel como alto general, y tomó juramento a todos los generales de guardar silencio sobre el tema, en particular, de la posibilidad de que Eri hubiese dañado a la princesa Erina de Meyrin. La lealtad de esos hombres era absoluta, Runa confiaba en ellos porque Frey lo hacía. En especial en Jimmer. Acompañaba a su esposo desde muy jóvenes y nunca lo había dejado sólo.

—Gracias príncipe Frey. —la cara de Freydelhart se torció en una mueca de sorpresa y disgusto — ¡JA! vete acostumbrando mocoso, ahora eres un noble príncipe consorte.

—Bien, eso está más o menos zanjado —el padre de Runa acariciaba su barba falsa de la misma forma que el rey Bestolf acariciaba su bigote, ¿Lo estaba imitando? —falta decidir cómo cambia nuestra estrategia o nuestra postura la información con que contamos ahora.

—Eso es evidente majestad —Dijo Frey, tomando una de las figuras de madera del mapa —tenemos que capturar e interrogar a un dragón.