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EMERGENCIA

Las calles resonaban nuevamente, pero no era el eco de forajidos escapando de los Semáforos, sino el estallido de un conflicto entre ellos y los Borradores. Julekha Chandra, presidenta de la agencia tricolor, paseaba por las calles de Buenos Aires en preparación para su próxima candidatura. Sin embargo, la armonía se rompió cuando un Borrador fue atacado por un gremialista, desencadenando el caos en las calles.

Rozkiewicz, el presidente interino debido a la suspensión del actual mandatario por inadecuado comportamiento, declaró el estado de defensa para poner fin al conflicto y proteger a la presidenta. Para esta misión crítica, Rozkiewicz seleccionó a los mejores agentes: Maxi Esteeman, Cabaña Nicolás, Maidana Leandro, Reinhold Krauser, Moneda, Ruth, Arce Catherine, Fiore Isaurralde y Peón María Celeste.

Estos individuos se volvieron esenciales para la protección de la presidenta. Maxi era la fuerza bruta, su corteza de metal lo hacía invulnerable. Nicolás representaba la agilidad, moviéndose con rapidez y precisión para evitar cualquier daño. Leandro se especializaba en el engaño, transformándose en cualquier persona y actuando como un agente encubierto. Krauser personificaba el miedo y el terror, con su fuerza y regeneración únicas. Moneda actuaba como el inspector, alerta a cualquier peligro en el entorno. Ruth era la infantería, con su fuerza y resistencia, lista para el escape en situaciones críticas. Arce desempeñaba el papel de asistencia médica, capaz de salvar vidas en cualquier situación. Fiore, experta en explosivos, se encargaba del sabotaje. Finalmente, Celeste, con su ojo de halcón y habilidades con el rifle francotirador, añadía su toque único al equipo.

Este grupo sería el apoyo principal para la presidenta, observando todo desde el balcón de un edificio. Krauser fue el primero en expresar su descontento.

—¿Este es el plan? ¿Esperar aquí y ver cómo nuestros camaradas están en peligro?

—Tranquilo, Krauser. La idea es esperar hasta que Desza dé su golpe.

—¿Debe de ser una broma? —cuestionó Fiore.

Rozkiewicz se volvió con frialdad y respondió.

—No, no lo es —luego volvió a dirigir su mirada hacia el caos en las calles y continuó—la presidenta no corre ningún peligro, confíen en mí.

—¿Cuánto más vamos a estar aquí sentados?

—El tiempo que sea necesario, Cabaña. Ahora siéntate y observa.

—No, no lo haré. En estos momentos pudimos hacer algo en vez de eso. Estamos aquí, observando el caos.

Celeste dio un pisotón en el suelo con fuerza, resonando con sus botas de diamante.

—Cabaña, relájate. No tolero disputas entre amigos. Creo en él, así que te sugiero que hagas lo mismo.

Antes de que Nicolás pudiera decir algo, Rozkiewicz levantó su mentón y cuchillas emergieron de sus mangas.

—El malnacido está aquí.

Del tejado bajó Moneda y comenzó a olfatear.

—Ese olor es intachable. Ese es el olor de un ser que ya está podrido.

Krauser apretó con fuerza sus puños.

—Bastardo —dijo Krauser mientras su rostro blanco mostraba sus peligrosos dientes y ojos—. No descansaré hasta destriparte.

—Ahora, hay que movernos. Y recuerden, no se atrevan a alejarse de la zona —dijo Rozkiewicz.

—Entendido —respondieron todos.

—Bien, es hora de su castigo. ¡POR HARAMBEE!

Después del grito de batalla, todos saltaron del balcón que tenía unos diez pisos. Al caer al suelo, se dispersaron en diferentes direcciones. Aunque no tenían problemas con atacar a los Borradores, seguían buscando a Desza en la zona. Como había previsto Rozkiewicz, él no estaría solo; sus lacayos también estarían presentes. Por eso solicitó la ayuda de cinco personas importantes: Sofía Ibarra de Zapirón, Frederick Fliipoff, Walter Dussek, Cantero Amana Agostina y Anastasia Natalia. Estas personas eran la razón por la que Rozkiewicz no se atrevió a defender a Chandra. Camuflados como guardaespaldas, lograron sacar a la presidenta sin que los Borradores se dieran cuenta, dejando la sensación de que ella seguía allí malherida.

Mientras el grupo corría atacando a todos los Borradores posibles, Celeste subió a uno de los muchos edificios de la ciudad de Buenos Aires para identificar a los Testigos. Era obvio que atacarían la zona donde supuestamente estaba Julekha Chandra. Como francotiradora, tenía un don especial: podía identificar a su objetivo entre la multitud. Su cuerpo creaba una reacción química que llenaba sus ojos de varios tintes de colores, cambiando constantemente y permitiéndole identificar a su presa. Mientras buscaba a su objetivo, su oído captó un ruido proveniente de su espalda. Celeste se giró rápidamente y vio a una persona peligrosamente cerca con un cuchillo. Sacó su segunda arma, una daga, y la lanzó. Sin embargo, los reflejos de su atacante eran notables, casi tan buenos como los suyos. El movimiento brusco hizo que se le cayera la capucha, revelando su rostro. Efectivamente, era el rostro de Dockly.

—¿Quién eres, idiota?

Dockly decidió sacar su tarjeta de presentación con dos armas Eagle que había extraído de sus ropas y comenzó a disparar. Sin embargo, Celeste esquivó las balas y se refugió detrás de un muro cercano.

—No hay donde correr, señorita. Mejor ríndase ahora.

—¡NUNCA! —gritó mientras sacaba sus otras armas.

Mientras el camino de Celeste había sido bloqueado por su enemigo, Rozkiewicz, acompañado indirectamente por Krauser y Nicolás, descubrieron el paradero de Desza. Este estaba parado en medio de la multitud, mostrando su sonrisa diabólica con el machete desenfundado.

—Hijo de puta —murmuró Krauser mientras se dirigía hacia él.

—¡ESPERA, INÚTIL! —gritó Rozkiewicz.

Pero sus gritos no detuvieron al sediento Krauser.

—Imbécil tarado —luego miró a Nico—. Adelántate y ve tras él. Seguramente es una trampa.

—Como digas, Rozki.

Nico se lanzó hacia él.

—Cuando esto acabe, voy a matarlo.

Corriendo tras de él, Rozkiewicz se dio cuenta de que tenía razón; era una trampa. A lo lejos pudo sentir a otras personas, al menos dos de ellos. Entre la multitud, pudo distinguir a Joel y a Jørgen.

—Infelices, lo sabía. Es una trampa.

Mientras Rozkiewicz intentaba acercarse a sus compañeros, Krauser se transformó en lo mismo que aquella noche.

—Oh, me alegra de que se haya recuperado de sus mortales heridas —dijo Desza.

—¡DESZA! —gritó Krauser.

—Ven con papi.

Cuando Krauser estuvo cerca de él, Desza escapó, causando la indignación de Krauser y su decidida venganza en seguirlo.

—¡VUELVE!

Entre la multitud, se escuchaba la risa psicótica de Desza.

—¡ATRÁPAME SI PUEDES! —gritó Desza mientras se reía.

En ese momento, apareció Nicolás para detener a su amigo, quien estaba cegado por la ira. De repente, Johan apareció e incrustó su espada en el abdomen de Nicolás.

—Tú... traidor.

—No soy un traidor, soy un mercenario, y trabajo para aquellos que me pagan lo suficiente —luego quitó su espada y continuó—. No es nada personal, solo son negocios.

Nicolás se arrodilló en el asfalto, sus manos cubrían el sangrado de su herida mortal.

—¿Por qué? Ellos trataron de matarte. Tenías un contrato con nosotros.

—El contrato expiró, Cabaña. Me pagaron mucho más de lo que ustedes podrían pagarme.

—Sucio traidor. Sabía que no era una buena idea contactar con personas como vos —luego escupió sangre.

Johan se acercó, puso su espada en el cuello y dijo.

—Lo siento, me agradabas chiquitito, pero la vida es así.

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—Púdrete.

Johan se rió, y cuando estaba por degollarle, apareció Maxi y le golpeó en la cintura, alejándolo de Cabaña, quien sonrió y se desmayó. Entre la maleza de gente apareció Krauser y Rozkiewicz.

—¡CABAÑA! —gritó el presidente Rozkiewicz mientras cargaba el cuerpo inconsciente de su amigo.

—Hay que llevarlo rápidamente con la sanadora Escanciano —dictaminó Krauser.

—Llévense al enano de aquí, yo me encargaré del traidor.

Johan se puso de pie y guardó su espada, para oprimir un botón en su muñeca y sacar dos oz que salían de su contra muñeca.

—Vamos a desbautizar a negros inmundos, así como su preciosa Harambee.

Rozkiewicz colocó el cuerpo de Cabaña en los brazos de Krauser y dio un paso al frente.

—Retira lo que has dicho en este preciso momento.

—No pienso hacerlo.

—Recuerda Johan, que fue una negra la que nos salvó de la esclavitud de los Circuitos, su nombre era Ndereba Harambee, la misma persona que tú osaste traicionar.

Johan trató de mantener su sonrisa ante un discurso tan burdo de una persona de piel oscura.

—Los negros no merecen ser parte de la humanidad.

—Esteeman…

—Vete Krauser, tienes a un herido entre tus brazos —luego volteó y lo miró a la cara—. Vos no sos de los que dejan a un compañero herido para seguir su meta, ¿verdad?

—No —luego cargó el cuerpo de Cabaña y, usando sus tentáculos, cubrió su herida—. Bien, volveré. Hasta entonces, me retiro momentáneamente de la misión.

—Así se habla —dijo Maxi orgullosamente.

—¿Qué harás Rozkiewicz? —preguntó Krauser.

—La misión sigue en pie. No voy a dejar que Desza consiga su objetivo. Iré tras él, incluso si eso implica arriesgar mi vida. Eso es lo que Barreto haría.

—Ya, pero Barreto no perseguiría a un desquiciado con machete solo.

—Pero yo sí —dijo Rozkiewicz sonriente.

Luego de decir eso, se disparó hacia la multitud, mientras Krauser volvía a toda velocidad para salvar a su compañero.

—No te lo permitiré —dijo Johan a Rozkiewicz.

Luego sacó su espada y se dirigió hacia él. Pero Maxi, transformó su piel en acero y golpeó nuevamente a Johan.

—Negro y la recon…

—Seguirás diciendo eso, o pelearás.

—¡GRACIAS NEGRO! —gritó Rozkiewicz mientras se alejaba y se perdía en la multitud.

—Bien, ahora somos tú y yo.

—Pelearemos rápido.

—¿Por qué?

—No quiero que se haga de noche, será difícil pelear contra una sombra.

—Que gracioso.

Mientras Johan se entrenzaba en la lucha con Maxi, Leandro hacía bien el papel de infiltrado, neutralizando a los Borradores, tomando sus aspectos y noqueándolos con un golpe en la nuca para luego asumir su apariencia. Tuvo la suerte de no enfrentarse contra alguien especial, solo pelear contra insignificantes como los Borradores.

Arce se dedicaba a salvar a los heridos, con la ayuda de Cantero, quien desoyó las órdenes de Rozkiewicz de hacer daño y se dedicó a ayudar tanto a Semáforos como a Borradores. Debido a su respeto ganado por sus poderes, nadie se atrevió a molestarle.

Mientras el caos se esparcía rápidamente por la ciudad, los policías y gendarmes comenzaron a llegar, pero no se atrevieron a meterse en la pelea con personas con poderes. Estaba claro que no querían salir lastimados, así que solo se dedicaron a observar detrás de sus escudos. Sus rifles estaban preparados por si alguien se dirigía a atacarlos, pero siempre hay un idiota que hace las cosas sin pensar. Uno de los policías disparó una granada lacrimógena a la multitud que estaba peleando. Pero para su desgracia, las personas, en su mayoría adultos, se lanzaron hacia la policía y gendarmería. Aun con sus escudos, estos fueron inservibles contra los poderes de la multitud.

Rozkiewicz, quien había perdido el rastro de Desza, sintió que los policías y gendarmes se unieron a la lucha. Corrió hacia el lugar donde estaban sus refuerzos, en un hotel cercano. Estaban en el techo, observando el caos.

Rozkiewicz saltó al techo y aterrizó mal, dando un movimiento en falso y cayendo al frente de ellos.

—Bonita forma de aterrizar —dijo Frederick.

—Me enseñó tu novia.

—¡Ya! No peleen, hay demasiados problemas ahí abajo como para pelearnos.

—Lo siento Sofí.

—Bien, ¿cuál es el plan?

Rozkiewicz se puso de pie y dijo.

—Los Testigos quieren robar la llave de Alfonsín, es un collar con el que se puede abrir el santuario donde está encerrado Tanatos. No hay que permitir que caiga en sus manos.

—Bien, el plan es detenerlos, así que vamos a hacerlo.

—Me gusta tu forma de ser Sofí —dijo Rozkiewicz.

—Es hora de acabar con ellos.

—¡Adelante!

Mientras se dispersaban por las calles, Desza, disfrazado de un Semáforo, y que había escuchado la conversación, sonrió y dijo.

—Ilusos.

Se quitó el disfraz y corrió hacia la multitud levantando su machete, cuyo objeto lo pudieron ver todos sus seguidores, quienes dejaron de hacer lo que estaban haciendo y comenzaron a seguirlo. Todos excepto Dockly, quien aún estaba peleando con un oponente difícil de aplastar.

—¿Hasta cuándo vas a seguir luchando? —preguntó él mientras cargaba su Winchester.

—Hasta que uno de los dos muera o se nos terminen las balas.

—Grandes palabras —luego salió de su escondite y empezó a disparar con precisión.

Esto provocó que Celeste saliera de su escondite y le disparara con una Magnum roja. Las balas hicieron enormes agujeros en los muros, como si un meteorito pequeño se estrellara contra ellos.

Dockly rodó por el suelo y empezó a dispararle. Se puso de pie, guardó su Winchester y sacó una espada. Celeste trató de dispararle, pero se había quedado sin balas, las tiró a un lado y corrió hacia él. Cuando estaba lo suficientemente cerca, Dockly bajó su espada con la intención de decapitarla, pero ella se hizo a un lado y su espada tocó el suelo. Aprovechando esto, Celeste pisó con fuerza el sable, clavándolo en el suelo y dejándolo sin poder sacarlo de ahí. Luego, Celeste lo tomó de la cintura y lo tiró contra el suelo, después se puso de pie y le pisó en el pecho. Dockly la tomó de la pierna y la lanzó a un lado. Luego vio que su brazo estaba brillando, señal de que Desza lo estaba llamando.

—Lo siento, princesa, pero parece que dejaremos esto para más tarde.

Luego, corrió hasta el borde del techo y saltó, para después aterrizar con su paracaídas pequeño.

Celeste se puso de pie y lo apuntó con su rifle, disparando al paracaídas, pero Dockly se soltó y cayó de pie, sin salir herido, para después perderse detrás de una casa.

—Hijo de mil… ¡Ah! Luego iré tras tu cabeza.

En la otra punta de la situación, Maxi pudo acabar fácilmente con Johan, sus habilidades con la espada no fueron rival para un cuerpo tan duro como el de Esteeman.

—Volveré por tu cabeza.

—Te esperaré sentado, Johan.

Y en un intento desesperado de golpearlo, Maxi lo tomó de su brazo, lo arrojó por los aires y lo lanzó contra un edificio, que estaba a trescientos metros lejos de él.

—¡ANOTACIÓN! ¡Y LA MULTITUD ENLOQUECE!

Luego, vio un machete prominente entre la multitud y corrió hacia él.

Lentamente, una gran tormenta se estaba acercando; todo apuntaba en una dirección, la llave de Julekha Chandra. El peligro se sentía en los corazones del equipo, estaban muy asustados. Desza había asaltado la agencia tricolor y robado los papeles de la magia para liberar a Tanatos. Todos hacían la carrera para detenerlo. Mientras más miedo sentían los gremiales, más satisfacción sentía Desza; el miedo en sus rostros causaba un alborozo en su interior, su machete reclamaba más y más vidas. Nadie iba a estar a salvo mientras Desza siguiera respirando.

El camino se hacía más y más pequeño a medida que se acercaba, ante el refugio de Julekha Chandra. Y cuando saltó de la multitud, rápidamente los guardaespaldas de la presidenta saltaron a defenderla. Entre ellos estaban Frederick, Sofía, Walter, Krauser, Rozkiewicz y Fiore. Estas eran las únicas personas que estaban disponibles para ayudarla; el resto estaba ocupado peleando.

Cuando Desza llegó, todos sus esbirros llegaron después. Muchos de ellos tenían cuentas pendientes, entre ellos se podía notar la situación de Walter y Joel o de Rŭsseŭs y Sofía.

—Maldito cadáver, no pasarás de aquí.

—Todos sabemos que eso no va a pasar, Krauser. El resultado será el mismo.

—Maldito canalla, ¡Detenedlo!

Y de esas palabras, el equipo se lanzó hacia ellos. Rŭsseŭs se encargó de alejar a Sofía de la escena, y Walter y Joel se encargaron de su inconclusa pelea. Mientras que Desza se encargó de sus dos insignificantes némesis, Krauser y Rozkiewicz, la pelea había comenzado.

Los atropellos y la ingenuidad eran dos caras de la misma moneda. Fiore usaba sus explosivos para pelear contra Isabel, Frederick empezó su segundo round con Dockly. Su inteligencia y su invisibilidad lo ayudarían mucho en ese combate.

Krauser atacaba con fiereza a Desza, pero no funcionaba. Su destreza en el machete lo hacía único, cortando sus tentáculos y llegándole a golpear con el mango o con sus puños, lo hacía un campeón. Rozkiewicz se encargaba de la defensa. Si bien estaba bastante ansioso por matarlo, no podía dejarse llevar por la ira, ya que moriría seguro y entonces no tendría otra oportunidad de atraparlo.

Desza balanceaba su machete de lado a lado, pero ninguna de sus estocadas llegaba a sus enemigos. Aunque Rozkiewicz sabía que si ese machete le llegase a tocar, sería el fin, en el caso contrario de Krauser, se dejaba cortar los tentáculos, como si no le importara, ya que se regeneraban de nuevo. Así fue por casi diez minutos, hasta que llegó Maxi e irrumpió en la lucha. Saltó y le dio un golpe en la espalda; Desza se puso de pie y arremetió con su machete, pero no le hizo nada, su machete se quebró, pero no se rompió. Luego, Rozkiewicz le dio una patada en el pecho y lo impulsó por los aires. Una vez ahí, Krauser lo agarró con sus tentáculos y lo estampilló contra el suelo varias veces.

Todos sus esbirros vieron esta cruel escena. Jørgen noqueó a Frederick y se lanzó hacia su jefe, cortó los tentáculos de Krauser y cargó el cuerpo de su jefe inconsciente. Usando sus pies, pudo vencer a Rozkiewicz y a Krauser. Cuando iba a por Maxi, vio que Desza estaba escupiendo sangre, y él al ver esto, huyó de la escena cargando el cuerpo de Desza, y en el camino habló telepáticamente con sus amigos; el plan había fallado.

Rŭsseŭs perdió contra la habilidad de Sofía. Esta había usado las raíces de los árboles y la tomó por sorpresa. Como consecuencia, su cuerpo tuvo que soportar dolorosos golpes contra el asfalto, muros y autos. Usando sus poderes de la lava, pudo soltarse y huir. Dockly había huido para ayudar a Joel, saltó entre la multitud y salvó su vida. Disparó contra Walter, pero este no sufrió daño alguno debido al cactus, aunque tenía que huir ya que no aguantaría mucho más el impacto de esas balas.

Cuando todos se reunieron sobre el techo de un colectivo, miraron a todos los presentes.

—¡ESTO NO HA ACABADO! ¡VOLVEREMOS Y ENTONCES TEMBLARÁN! —gritó Jørgen lleno de ira.

Y antes de poder hacer algo, desaparecieron sin dejar rastros. Rozkiewicz levantó la mano y dio la orden de despejar el área; habían ganado, pudieron detener a Desza, pero no era el momento de celebrar. Había problemas aún en las calles.

Rozkiewicz se transformó en una gran serpiente, para que ambos bandos lo vieran, y levantando la mano dijo, con una voz muy tenebrosa.

—Fue suficiente. Por ahora, nosotros perdonaremos su osadía de atacar a Julekha Chandra. Ahora, cesen la pelea y márchense.

Tal como había dicho, todos se detuvieron y se ayudaron entre sí. Ya se habían olvidado del por qué habían empezado a luchar. Los heridos fueron llevados a la enfermería, Chandra se fue vestida de otra forma para evitar llamar la atención de los demás. El resto se quedó para reconstruir las calles y pedir perdón a los oficiales y gendarmes de la zona. Muchos aceptaron y volvieron a sus trabajos (Fue por miedo, más que otra cosa, ¿Qué podrían hacer unos cuantos palos, escudos y pistolas de perdigones contra un ejército de sujetos con poderes?).

Cabaña se salvó de la muerte gracias a las manos curadoras de Cantero. Johan había desaparecido, y Rozkiewicz lo había declarado un prófugo de la justicia de los Semáforos, por atreverse a violar el contrato que había firmado.

Sofía, Walter y Cantero se habían unido oficialmente a la causa de la captura de los Testigos. El equipo de Rozkiewicz juró ser parte de la agencia que él mismo había creado, llamado la Cromgúla, un ente que sería la junta de los campeones.

Rozkiewicz pidió ayuda a Candado Barret por teléfono. Ahora ya no podía contar con nadie más que no sea él, y este aceptó gustosamente. No solo eso, sino que también sus agremiados (Anzor, Declan, Hammya, Clementina, Ana María Pucheta, Matlotsky, Lucia, Erika, Lucas, German, Tínbari, Viki, Pio y Héctor), sus amigos los Bailak (Kevin y Martina), el niño de porcelana (Andersson) y su seguidora hasta la muerte (Carolina). Era hora de contar con el equipo pesado para una misión pesada.