La Entrenadora Roberts ordenó a todas las jugadoras sentarse, con una voz que inspiraba terror en cada una de las jugadoras.
—¡Siéntense, ahora! —ordenó, y aunque las dos chicas se resistían, no les quedó más remedio que obedecer y sentarse.
La entrenadora comenzó a caminar lentamente de un lado a otro, sus pasos marcaban el compás de su creciente frustración. Su rostro mostraba una profunda decepción mientras alzaba la voz, cada palabra pesada como una sentencia.
—No lo puedo creer... ¡Lo único que teníamos que hacer era ganar! —su tono se agudizó—. ¡Es un concepto simple! Y como si eso no fuera suficiente, ¿me salen con que están peleando? Se supone que son jugadoras de hockey de un nivel considerable, no pueden actuar de una manera tan inmadura.
El regaño resonó como un eco en las paredes del vestuario. Las palabras de la entrenadora cayeron pesadas sobre todas, pero en Riley dejaron una huella más profunda. Sintió un nudo de culpa apretándose en su pecho.
La entrenadora hizo una pausa dramática, deteniéndose justo frente a Riley y señalándola. El silencio que siguió fue aterrador.
Se empieza a sentir una presion asfixiante dentro de la cabeza de Riley, todas las emociones se alarman, y reaccionan alterados a la situacion, sobretodo Temor, quien corrió rapidamente a manipular la consola, tan apresurado como pudo.
Temor, visiblemente nervioso, retrocedió un paso dentro del cuartel de mando.
—¡Aaaah! ¡Se acerca hacia nosotros! —exclamó, sus manos tiemblan, mientras trataba de anticipar el regaño que parecía inevitable.
----Ok, aquí se acabó nuestra carrera...----Dijo Desagrado, quien entrecerró los ojos, y bajando los hombros, aceptando el inevitable y faticidico destino---- Por lo menos tuvimos una buena ----Agregó.
----Pero si solo tenemos 16 años!!! ----Mencionó Ansiedad de forma muy alterada.
----Dije buena, no larga.----dijo Desagrado, entre risas.
En la realidad, la mano de la entrenadora se posó lentamente sobre el hombro derecho de Riley. En el cuartel, la tensión creció a tal punto que algunos personajes se abrazaron entre ellos, preparándose para lo peor.
La entrenadora Roberts apretó el hombro de Riley con firmeza.
—No quiero que le falten el respeto a nuestra capitana. Ella hace hasta lo imposible para llevar este equipo adelante. Así que quiero que se disculpen con ella, ¿está claro?
La inesperada compasión de la entrenadora, dejó confundidos y atónitos a las emociones, quienes miraban la pantalla, sin mover ni un solo musculo.
—Me esperaba cualquier cosa de la entrenadora. Pensé que iba a regañarnos —admitió Desagrado, relajando los músculos tensos.
Furia, sin perder el tiempo, le dio un par de golpes suaves a Temor.
—Puedes volver a respirar, Temor. Ya pasó —dijo.
Temor, aún sobresaltado, expulsó todo el aire acumulado de golpe, haciendo que su rostro se desinflara momentáneamente. Alegría, también aliviada, sonrió.
—¡Vaya! Eso sí que fue aterrador. Pero bueno, al parecer la entrenadora está de nuestro lado, así que todo está bien —dijo con optimismo.
Riley respiró tranquila, y solo volteó la mirada hacia Britney, quien se veía desconcertada ante la situacion. Y se acercó a la entrenadora, visiblemente indignada.
—Pero entrenadora, ella estaba... —empezó a decir, pero fue interrumpida por la autoridad de Roberts.
—¡No quiero excusas! —la cortó de manera tajante, dejando a Britney sin palabras.
Con voz de mala gana, Britney lanzó un último dardo hacia Riley mientras caminaba hacia ella.
—No creí que fueras así conmigo. Más te vale que reflexiones sobre lo que acabas de hacer —le susurró antes de marcharse, claramente enfadada.
Roberts la observó irse con un gesto de decepción, su voz cargada de frustración.
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—Esa chica es un caso perdido... —murmuró, antes de dirigir su mirada nuevamente hacia Riley.
Riley no respondió, solo observó a Britney alejarse y luego volvió la vista hacia la entrenadora.
Roberts soltó un suspiro profundo antes de hablar, observando a Britney con severidad.
—Quizá deberías ponerle un ojo a Britney... —sugirió, antes de dirigirse al resto del equipo—. Bien, fue suficiente por hoy. Deben estar cansadas. Pueden irse. Nos veremos el lunes a las 3 de la tarde para corregir todos nuestros errores.
Las jugadoras comenzaron a abandonar el vestidor, pero Riley se quedó en su lugar, inmóvil, sumida en sus pensamientos. Guardó sus cosas lentamente, procesando lo que acababa de ocurrir. Las palabras de Britney seguían resonando en su mente.
—¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué traté mal a Britney? —se preguntó a sí misma en voz baja, frunciendo el ceño—. ¡No! Todo es su culpa. Ella solo me tiene envidia... solo quiere verme mal. No la necesito.
Riley salió del vestuario con pasos lentos y vio a la entrenadora Roberts, quien parecía estar esperando a alguien. Estaba frente a la pista de hielo, observando el lugar en silencio.
—¡Andersen! Ven aquí —la llamó Roberts, sin siquiera voltear el cuerpo, solo girando ligeramente la cabeza.
El corazón de Riley dio un vuelco al escuchar su nombre. Avanzó con una mirada temerosa, sintiendo que aún podía recibir una reprimenda.
—¿Qué ocurre, entrenadora? —preguntó insegura.
Las emociones sabían perfectamente lo que iba a pasar.
----Aqui viene el verdadero regaño!.... ---Dijo Ansiedad, echandose ligeramente hacia atras.
----Por supuesto... todo era una trampa.---- Entendió Temor.
----No quiero ver...---dijo Tristeza, tapandose los ojos.
La entrenadora la observó detenidamente, como evaluando cada aspecto de su comportamiento antes de hablar.
—He visto lo que pasó ahí dentro. Y lo que vi... no es lo que espero de ti. Creí que eras mejor, que podías soportarlo, pero veo que no —dijo con firmeza.
----Ouch! Eso fue un golpe bajo... ---dijo Desagrado, tirandose ligeramente hacia atras.
----Como puede decirnos eso! Acaso no valora nuestro esfuerzo?! ---Gritó Furia, mientras se acercaba agresivamente.
----Lo arruinamos! ---gritó Alegria, mientras se volteaba hacia Furia. Y... como minimo tenemos que afrontar las consecuencias de nuestros actos. ---agregó, bajando la intensidad de su tono.
----Pero si no fue nuestra culpa! Fue culpa de ese tipo misterioso de hace rato! ---balbuceó Temor.
----Aun así! Ya no podemos culpar a nadie... ---Mencionó Alegria, colocando su mano en la palanca. Solo debemos explicarle a la entrenadora lo que pasó.
Riley cruzó los brazos, su frustración es evidente.
—Sé que lo arruiné, pero... ¿qué quería que hiciera? Todas están encima de mí, como si fuera mi culpa —protestó.
—No se trata de culpas, Riley. Se trata de tu actitud. ---Respondió la entrenadora, interrumpiendo a Riley. ¿Sabes cuál es la diferencia entre un deportista profesional y uno que no lo es? ----Preguntó.
Riley titubeó, claramente frustrada.
—¿Ganar, supongo? —respondió sin mucha convicción.
La entrenadora negó con la cabeza, cruzando los brazos.
—No. Es cómo manejas los momentos difíciles. Un deportista profesional no se deja llevar por los juegos mentales. No se deja atrapar por la presión ni por el miedo al fracaso.
La entrenadora dio un paso más cerca de Riley, su tono seguía firme, pero no era hostil.
—¿Te acuerdas de ese chico que te aconsejó?
Riley se rascó la cabeza, confundida.
—Eh... sí, pero, ¿qué tiene que ver?
Roberts se mantuvo serena.
—Ese chico alguna vez fue un deportista de gran nivel. ¿Sabes por qué está donde está? Porque no duda. No tiene miedo de los grandes momentos y, lo más importante, no se deja llevar por tonterías mentales. Mantiene su cabeza fría cuando todos los demás pierden la suya.
Riley quedó impresionada.
—Wow... no sabía eso.
—Supongo que tampoco sabes cómo aplicarlo —respondió Roberts, con tono neutro.
Riley bajó la vista.
—Pero... no soy él. Él se ve tan... fuerte, y yo no creo ser capaz.
Roberts suavizó ligeramente su tono, aunque mantuvo la firmeza.
—No se trata de ser él. Se trata de ser la mejor versión de ti misma. Las dudas, el miedo, la rabia... son distracciones. Te estás saboteando a ti misma, Riley, y lo sabes. Un verdadero deportista no busca excusas, ni culpa a los demás. Aprende y sigue adelante.
Riley miró a la entrenadora, sintiendo el peso de sus palabras, aunque aún cargaba con la presión de la derrota.
—Si quieres ser profesional, debes aprender a bloquear esas distracciones. A mantener la cabeza en el juego, sin importar qué pase. Si no lo haces... nunca llegarás a donde quieres —concluyó la entrenadora, mirándola directamente a los ojos.
Riley, con una expresión decaída, susurró:
—¿Y cómo se supone que haga eso? Mi mente se queda en blanco cuando me pongo nerviosa...
Roberts esbozó una pequeña sonrisa, aunque sin perder su postura seria.
—Se empieza por asumir la responsabilidad. Dejas de buscar a quién culpar, incluso a ti misma, y te enfocas en lo que puedes hacer para mejorar. No necesitas ser perfecta para ser la mejor. Solo necesitas estar lista para el siguiente desafío. Eso es lo que hace un profesional.
Riley asintió lentamente, su semblante cambiando a medida que las palabras de la entrenadora comenzaban a calar en ella.
—Creo que... lo empiezo a entender —dijo, esbozando una leve sonrisa.
Roberts cerró los ojos por un momento.
—El hecho de que ya lo entiendas a tus 16 años significa que ya estás un paso adelante.
—¿De... verdad? —preguntó Riley, todavía dudosa.
La entrenadora asintió con seriedad.
—Eso es lo que necesitas saber de ahora en adelante.
Riley respiró hondo, asimilando las palabras.
—Entiendo, entrenadora.
—Nos veremos mañana a las tres de la tarde —dijo Roberts, dándose la vuelta—. Por ahora, descansa. Repasa lo que hablamos, te será de mucha ayuda.
Roberts se alejó, dejándola sola en el estadio vacío. Riley la observó marcharse antes de bajar la mirada, perdida en sus pensamientos.
—¿De verdad estoy preparada para ser profesional? —se preguntó. ---No... debe ser una mala broma... ---Negó, bajando la cabeza. ----No estoy preparada aun... ---agregó, mientras agarraba sus cosas y se alejaba a la salida.