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"Rising Of Hope" (Spanish)
Capitulo 1: Un mal sueño

Capitulo 1: Un mal sueño

Una noche cualquiera, Riley se encontraba en el partido de su vida. El equipo de las Firehawks, el equipo de sus sueños, la había elegido, y el juego había comenzado con una promesa brillante. Con una sonrisa en el rostro y los nervios palpitando en su pecho, salió a la cancha. Sentía el hielo bajo sus patines como una extensión de su propio ser. Controló el disco con maestría, sorteando a las jugadoras rivales con una elegancia impecable. Todo parecía ir perfecto.

Pero de pronto, una figura oscura la derrumbó al suelo. Las demas jugadoras a su alrededor habian desaparecido, una sombra inquietante con ojos rojos la acechaba, con no muy buenas intenciones. Un escalofrío recorrió su espalda, en el suelo, empezó a arrastrase hacia atras sobre el frío hielo, sin entender lo que estaba pasando. La terrorífica figura se abalanzó sobre ella. Paralizada, Riley se cubrió los ojos, deseando desaparecer. En ese momento, el mundo se volvió completamente oscuro.

Un instante después, abrió los ojos de golpe y dio un pequeño salto en su cama.

—¡AAAH! —exclamó, con su corazon casi saliendo de su pecho, como si aun estuviera en el sueño.

Miró a su alrededor, todavía inmersa en el pánico, sus respiraciones agitadas no dejaban que se tranquilizara. Tras unos segundos de controversia, al darse cuenta de que seguía en su habitación, suspiró, un poco mas aliviada, pero no del todo.

—Fue un sueño... —murmuró, todavía agitada—. Solo un mal sueño...

Se dejó caer contra la almohada, abatida. ¿Por qué le sucedía esto? Se suponía que era una gran jugadora, que estaba hecha para este momento. Y sin embargo, ahí estaba, temblando ante la simple idea del partido de mañana.

—No puedo estar tan nerviosa... —se dijo, cubriéndose el rostro con las manos—. Mañana es un día muy importante. Y no quiero arruinarlo... Necesito descansar... pero no sé cómo.

Con un grito frustrado, se hundió en la almohada, apagando el sonido con su superficie suave. El silencio de la habitación envolvió sus pensamientos, pero en su mente, todo era un caos.

Ansiedad estaba al mando, enviando una cascada de escenarios imaginarios en los que todo salía horrible. ---No... hay muchas cosas que pueden salir mal! Debo arreglarlo!.---exclamó Ansiedad, anotando cosas en una libreta. Al terminar de escribir, volvió a presionar los botones, y a tomar energeticas.

Sin darse cuenta, hacía mucho ruido; las latas de energéticas caían al suelo una tras otra, y los botones eran presionados compulsivamente. Este desorden terminó despertando a Alegría.

—¿Qué está pasando? —gruñó Alegría mientras se frotaba los ojos y se levantaba de su cama—. ¿Por qué hay tanto ruido allá abajo?

Bajó las escaleras y la escena la dejó atónita. Ansiedad, con los nervios a flor de piel, estaba corriendo de un lado a otro, con una lata de energética en la mano y apretando botones frenéticamente.

—¡Ansiedad! ¿Por qué sigues despierta? ¡Te dije que te fueras a dormir! —exclamó Alegría, empezando a acercarse a Ansiedad mientras apretaba los puños.

Ansiedad se dio vuelta bruscamente, sin soltar la palanca con su mano izquierda. —Oh! Lo siento, Alegría! —dijo con rapidez, acercándose con una sonrisa tensa—. Pero es que... quiero que todo salga bien mañana.

Ansiedad se detuvo frente a Alegría. Sus manos no podían estar quietas de ninguna forma.

—¿Acaso sabes que mañana es la Final de las Estatales? —dijo precipitadamente, sacudiendo a Alegría por los hombros—. ¡No puedo dormir pensando en lo que va a pasar!

Alegría, soltándose del agarre de Ansiedad, la miró con calma.

—Escúchame, Ansiedad, te entiendo —dijo con firmeza—. Yo también quiero lo mejor para Riley. Pero eso no significa que debas atormentarla con cosas que no existen. Ansiedad no se veía muy contenta con su explicacion, y rapidamente le reclamó.---Pero Alegria! Tenemos que estar preparadas! Tenemos que ganar mañana!.

Alegria no cedió ante la presión, frunció el ceño y le preguntó.---¿Quieres que pase lo mismo que hace tres años?.

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La pregunta de Alegria la dejó helada, y cerró los ojos con una mueca de dolor. Sabía exactamente a lo que Alegría se refería. Se quedó callada por un momento antes de suspirar.

—Está bien... —murmuró—. Está bien. Pero no digas que no tomamos esto en serio. --agregó.

Alegría observó a Ansiedad alejarse lentamente. Justo en ese momento, un sonido agudo llamó su atención, una alarma.

—Ehmm... Ansiedad —dijo Alegría, señalando con desconfianza hacia el origen del sonido—. ¿Sabes qué es esto?

Ansiedad, abriendo los ojos repentinamente, se voltea rapidamente, percatandose que se refería a lo que quería evitar que ella hablara.

---E-Eso? N-No debe ser nada...

Sus manos tiritaban, empezaba a sudar frio, mientras intentaba desviar la mirada varias veces. Mientras varios recuerdos llegaban a su cabeza.

—Pero ahora eso no es importante, Alegría. Mañana es lo único que cuenta. Necesitamos dar el 101%. ---Dijo, alejandose viendo a Alegria, mientras soltaba una risa nerviosa entredientes.

Y sin decir más, Ansiedad se voltea rapidamente, y sube las escaleras rapidamente para ir a su dormitorio, claramente angustiada por algo, que llamó la atencion de Alegria. Esta ultima por su parte, ve con una expresion de sospecha como Ansiedad subía las escaleras de forma errática y torpe.

Despues de una breve pausa, donde intentaba encontrar sentido a lo que decía Ansiedad, y al porque su actitud cambió de forma tan abrupta, solo se voltea lentamente, viendo hacia la alarma, la cual le intriga saber su origen, sintiendo un nudo en el estómago por toda la confusión.

—Esta alarma me trae recuerdos... —murmuró, mientras fruncía el ceño—. No muy buenos, lamentablemente...

Aun con dudas, decide pasar por alto la alarma, y desvía su vista hacia la consola. Alegria se acerca a la consola, viendo que Riley seguía inquieta en la cama. Tomó un profundo respiro y presionó un botón, uno que ayudaría a Riley a calmarse... "por ahora".

—Riley... por favor, duerme... lo necesitas —susurró con una sonrisa suave y tranquilizadora.

Alegría soltó la consola lentamente y se fue a dormir. Pero, antes de subir las escaleras, echó un último vistazo a Riley, observándola con atención.

Luego de eso, Riley respiró hondo un par de veces, mirando el techo. Después de unos minutos, encontró la postura perfecta, y poco a poco, sus párpados pesados se cerraron. Al fin, logró conciliar un largo y profundo sueño.

A la mañana siguiente, los padres de Riley entraron a su habitación, irradiando entusiasmo. Su madre llevaba una gran sonrisa en el rostro.

—¡Buenos días, futura campeona! —exclamó, acercándose a la cama—. ¿Lista para ser la mejor de California?

Riley apenas abrió los ojos, su mirada perezosa y apagada revelaba lo que había sido una noche intranquila. Se estiró bajo las frazadas, cubriéndose hasta el cuello mientras su voz salía arrastrada.

—No estoy tan segura, mamá... —murmuró—. Las Ice Phantoms son prácticamente invencibles.

Dándose media vuelta, se hundió más en la cama, escondiéndose bajo las frazadas.

—No creo que podamos con ellas... —agregó, dejando que su voz se apagara bajo las mantas.

Su padre se sentó al borde de la cama. Apoyó suavemente una mano en el borde de la almohada.

—Riley, has llegado muy lejos. No puedes dejarte vencer por lo que dicen. Seguro que tienen alguna debilidad, y tú tienes el talento para encontrarla. ----dijo, con una voz suave, pero motivadora.

Riley permaneció en silencio un momento, se tapó con la frazada. La imagen de las Ice Phantoms, rápidas, implacables, llenaba su mente. ¿Cómo podían ganarles? Esas chicas parecían haber nacido con el hielo bajo sus pies, y cada movimiento suyo era impecable. No había margen de error.

—No la tienen... —susurró.—. Son perfectas. Y por eso me siento así... Por lo que está en juego. ¡Por eso me importa tanto! ¡No quiero perder!

La desesperación en su voz era palpable. Sus padres intercambiaron una mirada, y su madre, levantó el puño en un gesto de ánimo.

—Entonces, si te importa tanto, ¿por qué no das lo mejor de ti para llevarte ese título? —dijo, su voz se llenó de perseverancia.

Riley, aún dubitativa, cerró los ojos unos segundos. Sus pensamientos se enredaban, la inseguridad anidada en su pecho se resistía a abandonarla. Pero sus palabras la hicieron reflexionar, aunque fuera por un instante.

—No es tan fácil... —murmuró, echándose hacia atrás y dejando escapar un suspiro—. Pero... lo intentaré.

Riley permaneció en silencio después de eso, perdida en sus pensamientos. Las palabras de sus padres flotaban en su mente, mientras los nervios erradicaban en su forma de moverse. Se levantó de la cama sin decir mucho más, su cuerpo aún se sentia pesado por el cansancio emocional. Pero ante la adversidad, tuvo la fortaleza de olvidar por todo eso por unos minutos, y asi, poder dirigirse al baño, aunque evitando el contacto visual con sus padres.

Mientras cerraba la puerta detrás de ella, sus padres se quedaron unos segundos más en la habitación. Sabían que el día sería difícil, pero confiaban en que Riley encontraría la fortaleza para enfrentarlo, tal como lo había hecho tantas veces antes.

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