La tenue luz de la consola recortaba la figura del guerrero. El cansancio físico era evidente, pero no era lo que realmente lo desgastaba; había algo más profundo, una carga que ningún entrenamiento podría aliviar. No se trataba solo de sobrevivir: necesitaba encontrar una forma de reparar las heridas invisibles que lo ataban, tanto las suyas como las de aquellos que dependían de él.
Cubierto de ceniza y cicatrices que hablaban de batallas pasadas, se levantó lentamente. Cada movimiento parecía costarle, mientras el sudor marcaba senderos por su piel, recordándole el precio de su resistencia. Y al mirar su protesis, una leve sonrisa se pudo ver en su cara, aunque hayan sido solo segundos, fue algo que no le parecía sorpresa sentir, así como lo fue cuando hizo contacto con esa persona que pudo cambiar su forma de parecer, y de ver el mundo de Riley, asi como sus integrantes. Eternamente su bondad y lealtad le pertenecian, asi como su apoyo y proteccion, siguiendo un codigo de ética, dejando de lado las cosas estupidas como sentimientos, ya que no hay nada mas allá de el que no sea su voluntad, lealtad, y dolor.
----Esto es genial...----se murmuraba a si mismo, como a su nueva amiga tambien.
Unos sonidos de pisadas fueron escuchados por su oído, con un ligero escalofrío. Volteó a ver, y su alivio fue evidente al ver que solo se trataban de ellos, las personas que juró proteger con alma y vida. ----Una dura noche, eh? ----le preguntaron, a lo que este agregaría una provechosa oportunidad para mejorar, siendo que no se esperaban esta respuesta, mientras les mostraba un nuevo aditamento a su arsenal, su brazo izquierdo.
Las preguntas no tardaron en surgir cuando mostró las modificaciones en su brazo. Cada componente parecía cuidadosamente diseñado: un gancho de acero reforzado que prometía soportar cualquier peso, un cañón con brasa activa que chisporroteaba al moverse y, por último, una función que cubría sus dedos con escarcha al menor contacto. Aunque impresionantes, las miradas de los demás dejaban claro que la confianza aún estaba lejos de ser ganada.
Aunque impresionante, las reacciones no eran del todo de confianza, aun había cierto aire de inseguridad en ellos. Tanto así como para ponerle condiciones; como no perder el control y no volverse alguien egoista, era lo que le pedían, ya las malas experiencias habían acabado con la confianza de la mayoria. Sin embargo a pesar de eso, al observar el entorno notaron las marcas que aquel mounstro había dejado, asi que en el poco tiempo que tenían para poder recomponerse y liberar sus mentes, para arreglar el deteriorado lugar,
En la habitacion oculta, rugidos se escuchaban, la forma corrupta de Stolz escuchaba cada palabra de esto, y le hacía perder mas la cordura de la que ya tenía perdida en su alma, además, cada ser absorbido, contribuia a cada reaccion o gesto que Stolz podía provocar.
Mientras Kettei ordenaba algunas cajas, y recogía algunos fragmentos de vidrio restantes, un ruido captó su interes y atencion. Primero fue un susurro. Apenas un murmullo, como si uñas rasgaran madera. Luego, los crujidos se hicieron más intensos, hasta que las sombras mismas parecieron cobrar vida. Una masa negra, informe y ondulante, emergió como un espectro desde las grietas de la habitación, sus ojos blancos brillaban como faroles en la niebla. Había experimentado la misma sensación de riesgo en varias ocasiones, y su posición de ataque se utilizó en apenas unos segundos, causando que esta figura de masa negra, similar an un simbionte, empezara a temblar. Pese a las alertas, Kettei dirigió su arma hacia el mounstro, quien, como si fuera un balón, rebotaria de manera abrupta en el suelo, quebrantandolo, casi fracturándolo.
Una gran niebla salió del suelo, invadiendo de golpe el cuartel, e imposibilitando la vista de todos, el cual la niebla ademas de cegarlos a todos, tendría un efecto especial en Kettei, el cual, se tomaría la cabeza con ambas manos y comenzaría a agitarse y moverse de un lado a otro mientras gritaba de dolor, tanto, que su saliva salia a borbotones, sintomas similares a los de la rabia.
Ni tiempo les dio a reaccionar a gran parte de los integrantes del mundo interno, quienes apenas pudieron abrir los ojos antes de ser atrapados por las inmensas garras que el espectro llevaba ocultas, el cual podría haber salido sin problemas de una película de terror. Tras la niebla ceder y desaparecer, Alegria pudo abrir los ojos, solo para percatarse de que estaba desolada, exceptuando un individuo. Kettei, quien estaba en posicion fetal, mientras farfullaba en el piso, saliendo espuma de su boca mientras lo hacia, esta se acercó para asegurarse de que este bien, pero su mano no llegó a estar ni cerca de un radio de dos metros antes de que Kettei se abalanzara contra ella.
En su mente, sombras informes lo envolvían, susurrando fragmentos de recuerdos que no podía ignorar. Cada golpe resonaba con ecos de momentos que preferiría olvidar, pero lo peor vino cuando las sombras tomaron formas conocidas: los rostros de aquellos que alguna vez confió. La culpa lo atravesó como un filo cuando se dio cuenta de que, aun contra su voluntad, su cuerpo estaba destinado a traicionarlos, usando sus espadas con la unica funcion para las que fueron creadas.
No sin antes ver que cada persona que mataba, era un amigo que había hecho en su corto camino, y aunque luchara para contrarrestar la tentación, el seguía haciéndolo, hasta que llegaba la ultima persona, la cual era la que lo azotaba con fuerza, y así, cuando lograba abalanzarse sobre esta persona, se vería en la realidad lo que él es, un asesino. Aunque la realidad solo era un reflejo de esa tortura, la cual aun no encontraría fin.
Kettei, transformado en un torbellino de rabia, embistió a Alegría con una fuerza que la arrojó al suelo. Intentó razonar con él, pero sus palabras parecían ahogarse en la furia que lo consumía. Bloqueó un ataque tras otro con movimientos desesperados, buscando cualquier señal de humanidad en sus ojos.
Alegría utilizó el escudo para apartarlo, lanzándolo contra una pared con un estruendo. Mientras intentaba recuperar el aliento, sus ojos se encontraron con un reflejo distorsionado en una superficie rota. Kettei, al girar su vista hacia ella, vio la misma imagen: su propia figura desbordada por una oscuridad que no reconocía. Ese instante de duda fue suficiente para detener su furia, dejando a ambos atrapados entre el horror y la culpa. Por un instante, fue como si el guerrero atrapado dentro de la bestia luchara por emerger. Sus ojos volvieron a ser amarillos, brillando con dolor y arrepentimiento, antes de colapsar como una marioneta sin cuerdas.
Aún con las manos temblorosas, se quitó lentamente el escudo y observó con cautela los alrededores. Solo divisó a Kettei tirado en el suelo. Aunque su mano quiso acercarse a él, algo le advirtió que debía mantener distancia. Al parecer, ya estaba aprendiendo, o al menos eso habría pensado Kettei si hubiese estado consciente. Pasaron unos segundos antes de que la niebla, que había invadido la mente de Kettei y la corrompió brevemente, comenzara a salir lentamente de su espalda como humo. La niebla se disipó justo antes de que el brazo robótico de Kettei apuntara hacia ella y la incinerara con su cañón flamígero. Poco después, Kettei se reincorporó, observando el solemne lugar y a una inquieta y temblorosa Alegría.
Pobre Alegría, más de un trauma debió haber sufrido como consecuencia. Apenas podía moverse, lo que evidenciaba su terror. Cruzaba las piernas, juntaba los brazos y seguía tambaleándose, apoyada en una esquina de la habitación. No podía apartar la mirada de lo que alguna vez fue su amigo, o tal vez aún lo era, aunque la duda comenzaba a surgir en su mente.
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----T-Tranquila... E-E-Estoy bien.----le susurró con dificultad, mientras levantaba la mano en direccion a ella, antes de levantar la mirada, y ver a esa persona que nunca creyó verla en aquel estado.
----K-Kettei, eres tu? -----le preguntó, observandolo fijamente a los ojos, a la vez que se acercaba a velocidad mas exponencial, y su habla se hacía mas claro, a pesar de que dejara derramar las lagrimas que estaba aguantando.
—S-sí… eso creo. ¿Qué… qué pasó aquí? —preguntó Kettei con voz tartamudeante, apenas correspondiendo al abrazo. Alegría, entre lágrimas, intentó explicarle lo ocurrido y el paradero desconocido de los demás. Fue todo tan rápido que apenas pudieron procesarlo. Aunque el momento de calma duró solo unos segundos, el sufrimiento de ambos parecía eterno. Alegría no pudo hacer nada contra el monstruo que intuyó se había llevado a sus amigos. ¿Dónde? Nadie lo sabía. Lo único cierto era que esto no era un simple ataque. Esto era una guerra.
Al soltarse suavemente del abrazo, Alegría cayó de rodillas, mientras sus sollozos no encontraban descanso alguno para una paz espontanea. Kettei se dirigió hacia la ventana y, con los ojos como platos, observó el caos que reinaba afuera. Las estanterías de recuerdos estaban marcadas por grandes manchas negras, y llamas consumían construcciones enteras, reduciendo a cenizas los establecimientos más emblemáticos. Mientras contemplaba la devastación, Kettei supo que no había marcha atrás. La guerra no solo había comenzado; ya la estaban perdiendo.
----¿Como?... ¿Como no pude ser capaz?... Todo pasó tan rapido... Era horrible, horrible... No podré olvidar ese rostro. -----balbuceaba Alegria, quien se tapó la cara con ambas manos, siendo su piel y su voz cada vez mas apagadas.
A pesar de que escuchar cada palabra era como una bala en el pecho, su expresión se mantenía firme. Ante esto, ella alzó la voz ante su indiferencia, intuyendo la poca importancia y empatía que él tenía por ella. Aunque le rompía el corazón escuchar estas palabras, intervino con unas cuantas frases, suficientes para calmarla, aunque sea por unos segundos.
----Donde sea que se los hayan llevado, debemos ir a por ellos. ----le ordenó sin titubeo. A pesar de las palabras, Alegría negó con la cabeza mientras se secaba las lágrimas, incitando a que Kettei se acercara y se agachara a su altura para pedirle explicaciones acerca de su comportamiento tan inusual y negativo. Con voz tartamudeante y entrecortada, Alegría le explicó que el ataque había ido más allá de un simple daño físico.
----Estas bajo sus efectos aun... Ya veo... Asi que eso era lo que provoca en las personas... Esa niebla. ---Se decia a si mismo, viendose las manos, siendo en breves momentos donde su realidad se alteraba y sea capaz de observar sangre y caos a su alrededor, pero no eran nada mas que visiones mentales.
Estas palabras tuvieron una pequeña mejora en el pensar de Alegria, quien pudo secarse las lagrimas con mas calma. Tiempo no tenían, la adolescente se estaba corrompiendo cada vez mas por esta masa de oscuridad, la cual había anulado todo efecto en la consola, como Nikushimi lo había hecho antes. Sin mas, propuso salir en rescate a ellos, pero debían estar mas preparados, con mejores armas. Sin tener nada para su beneficio, provocó que su cautiverio volviera a tomar fuerza, soltando un gran suspiro en el suelo mientras repetía las frases que ya había dicho. No pudo defender a sus amigos, no pudo evitar que esa cosa se las llevara, y ni siquiera poder hacerlo ahora era la gota que derramaría el vaso.
Al escuchar cada frase que ella decía, hacía que la expresion de Kettei se endurezca mas, sabiendo que en su mirada no vería el rol que el esperaba que ella tuviera, fijó rumbo para ir en soledad, solo para ser detenido por ella antes de que saltara por la ventana rota. Ante la intervención, agarró con fuerza su pequeño brazo, y le dijo unas palabras que no olvidaría.
----No tienes las agallas para esta mision, no eres capaz de entender, no eres capaz de levantarte... Es mejor que vaya solo.----Le susurró al oido, aunque estas palabras resonaran en ella como una bala de cañon golpeando su cabeza.
----No es cierto! Es mi responsabilidad salvarlos!! ----le gritó, mientras jalaba de su brazo para liberarse de Kettei. Y tras no contestar nada, la soltó abruptamente, solo para mirarla a los ojos. ----Hablas enserio? Porque yo no veo un protector en tu mirada, en cambio, refleja miedo... Puedo ver a traves de tus ojos que estas aterrada ahora mismo, y no es de esperar, eres una cobarde.----provocó con una ligera risa, la cual haría que Alegria se enoje aun mas, pero solo por unos instantes antes de que sus puños se relajen, y admita de que está en lo cierto.
----Lo peor de todo es que no mientes.... Si...Tengo miedo, que me hace pensar que podré hacer algo? ----se preguntó a si misma, bajando los hombros y la cabeza mientras observaba el catastrófico paisaje.
Sin que ella se diera cuenta, Kettei ya había desaparecido, sin embargo fue por unos momentos, y mientras esta estaba sentada en el borde observando como no pudo evitar todos esos daños, sintió una estructura metálica en su hombro derecho. Tras girase, observó que Kettei portaba una manta café que aguardaba algo consigo.
----Tu me diste una segunda oportunidad... Yo te daré la tuya.----afirmó, mientras dejaba en el suelo el misterioso objeto, el cual sin mas curiosidad por explotar, lo abrió para revelar un arco y flecha, siendo su apariencia era algo desgastada en el caso del arco, pero la cuerda y flechas permanecían intactas. Al reconocerlas, no pudo hacer mas que observar boquiabierta el arma que le habian dado. Que pretendía hacer con eso? No tocaba un arco en años, no desde aquella vez. Alegria no podía manejar bien un arma, como Kettei lo hacia, o ¿Esta era lo que quería para ella? ¿Convertirla en una guerrera? Quiza, pero lo que estaba claro, es que el quería darle otra oportunidad para poder defender a las personas que amaba, y consideraba como su familia.
----N-No puedo u-usar esto...Yo no quiero matar a nadie.----dudó, mientras agachada acariciaba con cautela el arco, aunque Kettei le corrigiera sus ultimas palabras, tiene que aprender a sobrevivir en territorios y ambiente hostiles, tiene que ser mejor que un simple asesino, y eso iba para ambos.
----Siempre tenemos la oportunidad para hacer mejor las cosas... Y aunque todo se vea mal, siempre... hay que mantenerse firme, y seguir a traves de los obstaculos que la vida nos pone... No temer, no dudar... Eso es lo que la vida nos forja a ser, alguien fuerte, con gran decision. Por el bien de nuestra ama, debemos ser mejores que esto. -----concluyó, su mirada se suavizó, aunque sea un poco, asi como su ceño el cual estaba menos fruncido que hace unos momentos. Agachado, le ofreció la mano a Alegria para que se levantara, pero esta no movió un musculo, y siguió con su atencion fija al arma. Ante esto, Kettei se levantó, y tras pasar unos segundos, su mirada volvió a ser la misma.
----Si no puedes ante la presión, será mejor que cargue esto conmigo. ----adivrtió, acercando su mano al arco, solo para recibir un fuerte apreton de brazo por parte de Alegria antes de que tocara el arco, siendo ella la cual lo miró a los ojos. Aunque, su mirada era diferente, esta vez, si se veía a alguien fuerte en sus ojos, alguien que dejó atras su terror para hacer lo correcto. Al entrelazar las miradas, Kettei no hizo mas que cerrar los suyos y reir entre dientes, para volver a levantarse, para desde ahí, ofrecerle la mano para que lo acompañara en la busqueda de la libertad y tranquilidad.
----Estas conmigo en esto? ---le preguntó, recibiendo un solido "si", por parte de ella. Con una postura mas erguida, se paró en el borde de la ventana, sin antes darse la vuelta para darle a Alegria unas ultimas palabras antes de partir. ----Esto... es una guerra. Las guerras las ganan aquellos que estan dispuestos a sacrificarlo todo... incluso a sus propias vidas, lo entiendes?... Y si es el caso, debes saber que aquí no cabe espacio para la duda, y el horror que vive dentro de nosotros no es quien debe tomar el control.
----El destino no nos guió hasta aquí... el no puede controlar lo que somos, ni lo que seremos. Asi como nuestro camino, escogeremos lo mejor para nosotros. Eso, eso es lo que he querido que ustedes sean... Pero solo me han dado la espalda, creyendo que soy un mounstro. ----le explicó, siendo su expresión igual de serena como su estado mas definitivo. Al escuchar sus palabras, solo se acercó a la ventana junto a el, observando el caos en el que la mente de la joven se había transformado, y solo le prometió que ellos no serían así para siempre, y que iban a valorar lo que el hacía por ellos, asi como ella lo demostraba. Al escuchar tan esperanzadoras palabras lo cautivó a sonreir, aunque lo intentaba varias veces, no terminaban siendo mas que muecas, una y otra vez, sin saber cuando podría volver a ser feliz.