El sol comenzaba a ocultarse detrás de las nubes, creando un ambiente tenue que envolvía el estadio. Afuera, un joven de apariencia tranquila caminaba por una vereda, su cuerpo atlético pero no demasiado musculoso se movía con una gracia natural. Sin embargo, en su rostro se dibujaba un ligero ceño de frustración.
—No puedo creer que el entrenador me dijera que tengo que ir a reclutar jugadoras para la selección sub-20. Es muy aburrido verlas jugar. ¡El entrenador no sabe de lo que habla! —murmuraba para sí mismo, mientras continuaba su camino.
A medida que se acercaba al estadio, un estruendo de voces y aplausos resonó en el aire, despertando su curiosidad.
—¿Por qué hay tanto ruido aquí dentro? ¿Qué estará pasando? —se preguntó, deteniéndose en seco.
Con un gesto decidido, el chico misterioso abrió la puerta del estadio y se quedó boquiabierto ante la escena que se desplegaba ante él. La atmósfera competitiva y asfixiante lo dejó ligeramente impresionado.
—Wow, no creería que un campeonato de cuarta tendría toda esta afición —murmuró, escaneando la multitud. Al buscar entre la gente, su mirada se detuvo en un par de rostros conocidos.
—Ellos... se me hacen familiares... ¿quizás? No... no es posible que sean los padres de Riley. —Sus ojos se entrecerraron mientras trataba de enfocar mejor su visión. Al mirar más de cerca, reconoció a Riley, que se encontraba en el área de castigo.
—¡Esa es Riley! No puedo creerlo, realmente es ella... ¿y está en el área de castigo? Ja, ¡qué desastre! —se dijo a sí mismo, dejando escapar una pequeña risa. —Creo que debería ir a saludar.
Con paso firme, el chico se acercó a los padres de Riley, que observaban la situación con preocupación.
—Hola, ¿está ocupado este asiento? —preguntó, apareciendo de repente detrás de ellos.
Ambos padres se sobresaltaron ligeramente ante su aparición inesperada.
—Ehh... no, adelante, siéntate —respondió el papá de Riley, aún un poco desconfiado.
—Ustedes deben ser los padres de Riley, si no me equivoco —dijo el chico, acomodándose en el asiento con una sonrisa.
—¿Cómo nos conoces? —inquirió la mamá de Riley, sintiéndose algo incómoda.
—Lo supuse por el parecido de Riley con ustedes. Son igualitos, créanme —respondió él, con un tono desenfadado.
—¿Y tú eres? —preguntó el papá, con una expresión que oscilaba entre la sospecha y la amabilidad.
—No me presenté, qué descortés de mi parte. Me llamo Chris Thompson —dijo, con un aire carismático.
—Thompson... ¿me suena ese apellido? ¿Tú no eres...? —inquirió el papá de Riley, con una mirada de reconocimiento.
—Sí, soy ese jugador de hockey, Chris Thompson —confirmó el chico, un poco inseguro.
—Oh, es un gusto conocerte. Riley te admira mucho, sabes —comentó la mamá, con un brillo de emoción en sus ojos.
—Para ser sincero, me sorprende tener una admiradora. No soy... alguien muy popular, que digamos —respondió Chris, un tanto incómodo por la atención.
Los padres de Riley se intercambiaron miradas, susurrándose algo al oído.
—Y, ¿por qué estás aquí? No se supone que tienes un campeonato pronto, ¿no es así? —preguntó el papá.
—Solo estaba paseando por aquí y vi que había un partido de hockey. Quise ver qué estaba pasando —respondió Chris, señalando su rodilla izquierda—. Además, no puedo jugar, estoy lesionado.
—Sí, Riley nos mencionó acerca de eso. ¿Y cómo estás ahora? ¿Crees que puedas seguir jugando? —preguntó la mamá, con preocupación.
—Está mejor, no me ha molestado últimamente —dijo Chris, mientras buscaba a Riley con la mirada—. Y, ¿cómo va Riley?
El papá de Riley giró la cabeza hacia el área de castigo, donde su hija se encontraba.
—No tan bien, hizo una zancadilla y está en el cuarto de castigo —respondió con un tono resignado.
—Ya veo... —dijo Chris, con una expresión más seria—. Creo que debería decirle algo, de deportista a deportista.
—¡Espera un minuto! ¿Le vas a decir algo a Riley? ¡No lo permitiré! —interrumpió el papá, agarrándolo de la camiseta con un gesto protector.
—Yo sé que recién nos conocemos, pero créanme que es algo que ella necesita. Lo prometo. Además, solo será un minuto —replicó Chris, retrocediendo un poco.
El papá de Riley dudó por un momento, su mirada llena de inseguridad.
—Supongo que lo haces por el bien de Riley, ¿verdad? —preguntó finalmente.
—Sí...Es por eso que lo hago... si no lo aprueba, lo entenderé. —respondió Chris con firmeza.
—No, lo entiendo, quieres lo mejor para Riley, al igual que nosotros. Ahora dile lo que le tengas que decir... pero más te vale que digas algo útil. Te estaré vigilando.. —le advirtió el papá, soltándolo.
—Espero que sea algo que valga la pena, porque te quedan dos minutos —añadió la mamá, mirando el reloj con desconfianza.
—OK, créanme que me hubiera gustado quedarme a charlar un rato, pero el deber llama —dijo Chris, comenzando a alejarse con una pequeña risa bromista entremedio de su serenidad.
El saltó la valla de seguridad, cayendo al lado de la deportista carente de fe alguna, mientras una mascara cubria su rostro. Al caer al lado de ella, y saludarla amablemente, esta se asusta, cosa que era de esperarse.
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El cuartel general de las emociones en la mente de Riley se alteró de inmediato. Temor, con los ojos bien abiertos y las manos temblorosas, comenzó a presionar los botones de la consola con una rapidez agresiva.
Riley le cuestionó de inmediato su identidad, echandose hacia atras lo mas que podia en el estrecho cuarto. Apoyandos en una varandilla, este intentó convencerla de ser alguien amistoso, y de fiar. Aunque Riley no confiara del todo en el.
Dentro de su mente, su Furia no pudo aguantar ni un segundos mas, abriendose paso hacia la consola, mientras empujaba a todos a su paso.
—¡¿Pero quién es este tipo?! y por qué le está hablando a Riley?! —rugió-
Otra que tambien se abrió paso fue Ansiedad, quien negó la existencia de otra ayuda, confundiendola con simples distracciones. El mismo caso fue con Tristeza, pero esta vería algo que las demas emociones no, considerando la idea de aceptar la ayuda del bondadoso personaje enmascarado. No tardaron mas que instantes en refutar la idea, la portagonista de esta hipotesis sería Envidia, quien la llamaría loca por la absurda idea, destacando la mascara del misterioso chico, comparandolo a un psicopata.
Las sospechas continuaron, y como el orden de la palabra lo inculca, fue Desagrado quien dió el visto malo a la idea, ya refutada de Tristeza, implorando por un minimo respeto al espacio personal de Riley, asi como la clara pregunta del por qué, y como había llegado ese chico hasta ella, ignorando cuaquier clase de seguridad existente en el estadio. Todo este alboroto, sería frenado por Alegria, quien junto a Tristeza serian las unics que darian el visto bueno al apoyo del enmascarado.
—Oh, vamos... parece alguien que tiene buenas intenciones. Podría ayudarnos. Deberíamos dejarlo hablar. ----Dijo, mientras pasaba cautelosamente hacia la consola.
La indignación no tardó en hacerse vibrar, Desagrado y Temor la encararon, intentando encontrar una razon por la cual ellas dos estaban apoyando al misterioso chico, mencionando su desconfianza hacia un enmascarado, y la leve posibilidad de estar ocultando algo, ademas de su identidad.
Desde el sofá, una indiferente Ennui, dió una muy vaga opinión, careciendo de sentido.
—Esto no va a salir bien.---- Esas fueron las cinco palabras que pudo conjugar antes de soltar un gesto abrupto de aburrimiento.
Completamente indiferente a las advertencias de las demas emociones, ella dió la ultima palabra.
—¡Solo mírenlo! Parece alguien sabio, y dijo que tiene algo importante que decirnos. Solo será esta vez, ¿sí? -Dijo Alegria, quien seguia firme con su postura positiva, presionando un boton.
Todos hicieron un gesto de decepcion, sabian que algo podria llegar a salir mal, pero la decisión de Alegria fue clara, aceptar la ayuda.
Riley, aun sintiendo el nudo de miedo en su estómago, respiró profundo, y respondio afirmativamente, aunque con cautela. Y con el tiempo en su contra, un enmascarado Chris notaría la agresividad y frustración de Riley, con risas entremedio. Esto, no tranquilizaría mucho a Riley, quien lo encararía dejando salir toda su ira contra el, aunque sin ningun contacto fisico.
—¡Oye! ¿Cómo te atreves a decirme eso? ¡¿Acaso viniste solo para burlarte de mí?!.----le reclamó, frunciendo agresivamente su ceño.
Chris a modo de broma, comentó que podria ser la posibilidad, cosa que hizo que Riley lo ignore, cruzandose de brazos.
—¡Obvio que estoy bromeando! No seas tan pesada conmigo, ¿quieres?.----le intentó tranquilizar, dandole leves palmadas en la espalda.
Riley le apartó la mano, y mientras su furia se descontrolaba, esta continuó exclamandole.
—¡¿Por qué debería hacerte caso?! ¡No haces más que burlarte de mí!.----insinuó, subiendo cada vez mas el tono de la voz.
Al escuchar estas palabras, las burlas de el chico finalmente cedieron, aunque una actitud mas seria se dejaría ver en el, cruzandose de brazos, soltando un leve, "Eso queria ver". Ella no sabía que insinuaba el enmascarado muchacho, pero le intrigaba llegar hasta lo mas profundo de su enigma.
La contestación del chico fue simple, destacando su poca capacidad para soportar las burlas. El habia pensado que esto la haria cambiar de parecer, y aunque sus palabras tenian buenas intenciones, ella no se lo tomó muy bien.
—¡¿Y?! ¿Qué hay con eso? Eso es mi problema! A ti que te importa!? ---lo amenazó.
Chris sonrió con un aire de desafío.
—Nada... si quieres, puedes seguir siendo mediocre, si te siguen afectando.
En la mente de Riley, Furia no podía contener su indignación.
—¡¿Cómo puede ser tan insolente?! ¡¿Cómo se atreve a burlarse de nosotros?! —gritó, abriendo paso hasta la consola con furia.
---Nos llamó mediocres?! No podemos permitir que siga así, no lo soportó!! ---enloqueció Envidia, agarrandose muy fuerte el pelo con ambas manos.
Ansiedad intentó calmar la situación, aunque su tono era más nervioso que nunca.
—Chicos deberían calmarse un poco...
Pero ambos, jalando una palanca de la consola a la vez, ya habían tomado una decisión. Ambos jalaron las palancas al mismo tiempo, gritando enardecidamente.
De vuelta en la vida real, Riley se levantó de golpe y agarró a Chris por la camiseta.
—¡¿Qué dijiste?! ¡Ni se te ocurra volver a decir otra cosa sin sentido o te haré tragarte esa estúpida máscara!
Chris levantó las manos en señal de paz, manteniendo el tono burlón.
—Oye, tranquila... ¡esta máscara me costó mucho dinero! No seas así...
Riley suspiró profundamente, sentándose nuevamente con gestos de frustración.
—Aghh... lo siento... ¡yo no soy así! Pero... —se llevó las manos a la cabeza—. Hoy no me siento bien...
Chris se sentó a su lado, esta vez con una sonrisa comprensiva.
—Sí... sé lo que se siente. Es horrible cuando ocurre algo y no puedes hacer nada para arreglarlo.
Riley se quedó en silencio, sintiendo el peso de sus propias emociones.
Chris, cambiando nuevamente su tono, adoptó una postura más autoritaria.
—Escucha... si quieres ganar este partido, no puedes dejar que este tipo de provocaciones te afecten. ¡Tienes que mantener tu mente clara en tu objetivo! ¡Sin dudas!
Riley levantó la cabeza, confundida.
—No entiendo nada de lo que me estás diciendo...
Chris se levantó, cruzando los brazos.
—Entonces significa que no estás preparada. Nunca serás la mejor si no lo entiendes...
Con esas palabras, Chris trepó la barrera de seguridad y se fue. Riley, aún en shock, lo observaba mientras intentaba encontrar sentido a sus palabras.
En la mente de Riley, todos quedaron muy confundidos y enfadados por lo sucedido. Ennui, con una sonrisa extraña, comentó:
—Je, me cae bien ese tipo.
Desagrado, frunciendo el ceño, replicó:
—¿Insultó a Riley? ¡No puedo creer que hayamos dejado que nos hablara!
Furia, dando un paso adelante, rugió:
—¡¿En serio?! ¡¿Eso es todo lo que tiene que decirnos?! ¡Qué patético!
Temor, cruzando los brazos, suspiró.
—Bah, pensé que nos ayudaría, pero parece que nos perjudicó más...
Ansiedad, asumiendo nuevamente el control, exclamó:
—¡¿Ves, Alegría?! ¡Te lo dije! ¡Esto fue una pérdida de tiempo!
Alegría retrocedió un poco, visiblemente decepcionada.
—Vaya... no sabía que había personas así en el mundo...
Desagrado soltó un suspiro profundo.
—Espero que ese imbécil no nos moleste más.
Lo que las emociones no sabían era que esta extraña charla cambiaría por completo la mentalidad de Riley.
Riley, aún reflexionando, se preguntaba en voz baja:
—¿Qué habrá querido decir? No lo entiendo...
Recuerdos empezaron a invadir su mente, repitiendo la palabra "mejor" una y otra vez. Finalmente, el momento de salir a jugar había llegado. Riley se colocó en la salida del cuarto de castigo, mirando el campo de juego.
—¿Qué significa ser la mejor? ¿Cómo puedo ser la mejor? —se preguntó, concentrada.
Y entonces, como si una bombilla se encendiera en su mente, hizo un gesto de sorpresa.
—¡Ya lo entiendo!
En ese momento, la entrenadora Roberts se acercó a ella con un gesto de decepción.
—No puedo creer que hayas hecho eso. Más te vale arreglarlo.
Riley, ahora confiada, miró fijamente el disco de hockey.
—No se preocupe, entrenadora. Lo tengo bajo control.
Roberts, entrecerrando los ojos, asintió.
—Eso espero ver, Andersen...
La entrenadora se voltea hacia la grada, buscando con una mirada sospechosa al chico misterioso, pero este desapareció entre el publico. Al no encontrar respuesta alguna, dirige de nuevo la mirada hacia el juego, mientras intenta encontrar una explicación a lo que acaba de pasar.