El estadio estallaba en emoción, las gradas se sacudían con cada grito de los aficionados. En medio del bullicio, Chris se mantenía en silencio, sereno ante toda la bulla del estadio, observando detenidamente el juego. Con una leve sonrisa en su rostro, susurró para sí mismo.
—Mphm… no lo hace nada mal…
A su lado, la madre de Riley lo miraba impresionada.
—¿Qué le dijiste? ¡Porque veo que Riley está jugando mejor! —le preguntó, sus ojos brillando de emoción.
Chris apenas volteó ligeramente la cabeza, sin perder la mirada fija en el hielo.
—Lo que debía decirle... Espero que eso le haya ayudado, y que lo haya entendido... —murmuró con calma.
El padre de Riley, en un impulso de entusiasmo, lo abrazó.
—¡Oh, sí! No debí juzgarte antes de tiempo, muchacho.
Chris, incómodo pero sonriente, respondió con sencillez:
—Sí.
El padre de Riley lo soltó rápidamente y continuó celebrando, mientras Chris, más reservado, entrelazaba los dedos y se colocaba en una postura erguida. En su mente, una reflexión lo inquietaba.
—Es impresionante que Riley haya encontrado significado a lo que dije... —susurró, mirando hacia el hielo—. Pero... no debería confiarse mucho. Por eso, tengo un poco de miedo.
La madre de Riley levantó una ceja, sorprendida.
—¿Miedo? ¿Tú? No te creo nada.
Chris bajó la mirada, visiblemente inseguro, algo poco común en él.
—Créame, es raro en mí, pero... temo que Riley cometa el peor error que puede hacer un deportista.
Ambos padres lo miraron con curiosidad, esperando la explicación.
—Si duda... perderá —dijo Chris, tomándose una pequeña pausa antes de devolver la mirada al juego—. Toda esa confianza que tiene ahora puede destruirse en un instante.
El padre de Riley, confiado, negó con la cabeza.
—¡No lo creo! Riley se ve muy segura de sí misma.
—Créame que eso espero ver —respondió Chris, entrecerrando los ojos—. Pero… hay algo que no me deja tranquilo.
Dentro de la mente de Riley, la situación no era menos intensa.
Alegría fruncía el ceño, mirando un recuerdo que no parecía encajar.
—Bueno… supongo que solo es un recuerdo defectuoso… —dijo, con cierta duda en su voz.
—¿De verdad? —respondió Temor, nervioso—. Que yo sepa, nunca ha pasado algo así antes. Los recuerdos no suelen salir defectuosos.
Alegría negó con la cabeza.
—No creo que sea una coincidencia. Hay algo detrás de este recuerdo…
De repente, Tristeza se dio la vuelta con una inusual agresividad.
—¡Alegría! ¡Necesitamos tu ayuda aquí un minuto!
Alegría volteó solo la cabeza.
—Eh… sí, ya voy. —Con una mirada de sospecha hacia el recuerdo, lo dejó en una estantería—. Te dejaré aquí por ahora.
Mientras Alegría volvía apresurada a la consola, una figura oscura, que había estado aguantando la respiración todo ese tiempo, suspiró aliviada desde las sombras.
—Uff… estuvo muy cerca. Por suerte, no piensan que hay una nueva emoción aquí...
El tipo misterioso presionó un botón en su celular, y de repente la consola comenzó a brillar intensamente. Furia, siempre impulsivo, señaló el cambio con sorpresa.
—¡Miren! ¡Está pasando de nuevo!
Tristeza, por primera vez, mostró una ligera sonrisa.
—¿Creen que sea una nueva emoción?
—¡Eso quiere decir que hay alguien más aquí y no quiere mostrarse! —exclamó Alegría, emocionada—. ¡Busquémoslo!
El tipo misterioso, alarmado, apagó su celular y abrió los ojos de par en par.
—¿¡Para qué hablé!? —se maldijo a sí mismo.
Sin querer, había subido mucho el tono, y las emociones lo escucharon claramente.
Desagrado fue la primera en reaccionar, volteándose rápidamente.
—¿Qué fue eso? —preguntó con desconfianza.
El tipo misterioso se tapó la boca, pero era demasiado tarde.
—¡Ahí! —gritó Tristeza, señalando hacia unas cajas, donde una figura oscura se escondía entre las sombras.
—¡Yo mejor me largo de aquí! —exclamó el tipo misterioso, saliendo de su escondite y corriendo hacia un pasillo oscuro.
En su torpeza, tropezaba con todo a su paso, haciendo mucho ruido. Ansiedad, alerta, lo señaló.
—¡Oye, tú! ¡Vuelve acá!
Las emociones se lanzaron tras él, pero el tipo misterioso logró esconderse mejor esta vez, desapareciendo entre las sombras.
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De vuelta en el partido, la tensión alcanzaba su punto máximo.
Las Firehawks necesitaban solo un gol más para ganar el campeonato estatal. El reloj marcaba 30 segundos, la última oportunidad para anotar. El estadio vibraba con la energía de los espectadores, gritando con todas sus fuerzas.
Riley tenía el disco y estaba justo frente a la portería.
—Vamos… falta poco… —se dijo a sí misma, su mirada alternando entre el disco y el arco.
Britney, liberándose de su marca, levantó el brazo y gritó.
—¡Riley! ¡Estoy libre! ¡Pásamelo!
Riley la miró, dudando.
—Ay no… ¿qué hago ahora? —pensó, comenzando a desesperarse—. Tengo la portería enfrente de mí, pero Britney está sola… ¿Qué debería hacer? ¡Aghh! ¡No sé qué hacer!
Desde la grada, Chris se levantó, su rostro reflejaba preocupación.
—¡Ahh! ¡No puede ser! —exclamó.
—¿Qué pasa? —preguntó la madre de Riley, asustada.
—¡Miren! ¡Está dudando! ¡Es lo peor que puede hacer!
—¡Riley! ¡Despierta! ¡Tienes que hacer algo! —gritó el padre de Riley, desesperado.
Pero era demasiado tarde. A Riley le quitaron el disco, fallando la última oportunidad de las Firehawks. El equipo rival aprovechó el contraataque y anotó el gol decisivo, ganando el partido 2-1.
Riley, desilusionada y furiosa, golpeó el hielo con su puño.
—¡No puede ser!
Britney, indignada, se acercó furiosa.
—¡Riley! ¡¿Qué hiciste?! ¡Estaba sola!
Riley, derrotada, se tomó la cabeza con ambas manos.
—¡N-no sé! ¡No entendí qué me pasó!
—¡No importa! —gritó Britney—. ¡Rápido, levántate!
Ambas jugadoras corrieron hacia las rivales, pero era demasiado tarde. El marcador finalizó, y con él, las Firehawks perdieron el campeonato estatal.
Riley, con lágrimas de rabia y tristeza, se alejó del hielo, mientras Britney abandonaba la pista sin mirar atrás.
Chris, mirando a lo lejos, suspiró, decepcionado.
—Rayos… creí que podía ayudarla… pero veo que aún no está preparada.
Los padres de Riley compartían su dolor, poniéndose las manos en la cabeza, sin poder creer lo cerca que habían estado.
Y entonces, cuando se voltearon para buscar a Chris, se dieron cuenta de que ya no estaba más en su asiento.
Las emociones regresaron a la consola central de la mente de Riley, exasperadas y algo confundidas.
—¿Encontraron algo? —preguntó Ansiedad, su rostro marcado por la preocupación mientras se acercaba a la consola.
Furia se dejó caer agotado. —Nada. No encontramos ningún rastro de él… o ella. Como que en un momento simplemente se desapareció, ¡era demasiado rápido!
Las emociones no se habían percatado de que, mientras se dejaban llevar por el instinto de cazar a ese misterioso ser, descuidaron lo más importante: Riley.
Alegría, con la mirada fija en la pantalla, palideció. —¡Ay no, miren esto! ¡Descuidamos a Riley!
Ansiedad se tensó al escuchar las palabras de Alegría. —¿¡Qué!? —exclamó casi sin poder creerlo—. No puede ser… todo lo que hicimos… ¡¿para una derrota?!
Desagrado, cruzando los brazos con frustración, soltó un comentario agrio. —Ese tipo fue solo una distracción… ¡Nos desconcentramos por completo!
Mientras las emociones debatían, el misterioso ser observaba desde las sombras, sintiéndose culpable por los eventos que se desencadenaban.
—No puede ser… estaba tan cerca de lograrlo —murmuró el extraño, su voz baja y cargada de frustración—, pero... ellos no me dejaron hacer mi trabajo... —Suspiró profundamente—. Me aterra más lo que pueda pasar ahora...
EN LA REALIDAD…
Riley estaba furiosa. Decepcionada por el resultado del partido, golpeó la puerta del vestuario con tal fuerza que resonó en toda la habitación. Había perdido, y con ello, sus posibilidades de llegar a las nacionales se habían desvanecido. Mientras recogía sus cosas bruscamente, su mente bullía de pensamientos rabiosos y auto-recriminaciones.
—¿Ni siquiera la ayuda de ese chico fue suficiente? —pensó, un poco culpable—. Pero, ¿cómo iba a ayudarme? Solo me estaba insultando… como si me importara su tonta sabiduría.
Las emociones seguían arremolinándose en su interior, y no pudo evitar que una corriente de ira la atravesara. Britney, una de sus compañeras de equipo, escuchó sus murmullos y se volteó con una expresión de molestia.
—¡Pudimos haberlo evitado! —dijo Britney, su voz cargada de reproche.
Riley se dio vuelta bruscamente para enfrentarla. —¿Qué? ¡No es eso! ¡Te dije que solo me quedé en blanco por unos segundos! ¡¿Ya está bien?!
—Estamos en una final, Riley —respondió Britney, sin alterarse, aunque su mirada era de pura decepción—. No puedes cometer ese tipo de errores. ¿Acaso entiendes lo que nos estábamos jugando?
La confusión llenó a Riley, quien trataba de procesar las palabras de su compañera, mientras la rabia la invadía lentamente.
—Lo entiendo perfectamente —contestó con voz temblorosa—, pero no entiendo por qué me hablas de esa manera.
—Porque no sabes lo que es jugar en equipo —espetó Britney, acercándose aún más—. ¡El hockey no se trata de individualidades!
—¿Qué sabes tú de mí? —Riley se plantó frente a Britney, alzando la voz—. ¡Como si supieras lo que realmente me está pasando!
—Lo que trato de decir —continuó Britney, manteniendo la calma— es que somos un equipo. Y si no lo comprendes… no sé qué hacer contigo.
La tensión crecía, las palabras de Britney hacían eco en la mente de Riley, mientras el enojo crecía en su pecho. Las demás jugadoras observaban la escena, sin saber si intervenir o no.
Las emociones observan esta escena atónitos, algunos intentaban tocar la consola descontroladamente, sin exito. Algunos corrian, y otros gritaban desesperadamente. Todo el cuartel general estaba hecho un caos.
—¡¿Por qué está actuando así?!--- Dijo Ansiedad, mientras tocaba todos los botones que podía.
Envidia se cubrió la cara con las manos, dejando apenas ver sus ojos entre los dedos. —¡Tienen que detenerla!
Tristeza, casi al borde del llanto, suplicaba. —Alegría, ¡haz algo!
Alegría luchaba desesperadamente por tomar el control. —¡Eso intento! Pero no importa cuánto lo intente… ¡No pasa nada!
Desagrado apartó a las emociones de la consola. —¡Alto! ¡Miren eso!
Las emociones observaron como la consola comenzaba a volverse de un tono rojizo oscuro.
Furia gruñó, lleno de frustración. —¿¡Qué es esto!? Porque la consola esta cambiando de color?!
Ansiedad, más nerviosa que nunca, intentaba entender. —Ese color… ¿qué significa?
----Deja de controlar a Riley, Furia! Lo estas empeorando! ---gritó Desagrado, quien habia inspeccionado minuciosamente la consola---
----Yo no estoy tocando nada!! La consola cambió de color de la nada!! ---dijo Furia, encarando a Desagrado.
Temor se acercó con ojos desorbitados, temblando. —¡¿Y qué haremos ahora?! ¡En cualquier momento recibiremos un sermón de la entrenadora!
----Genial... todo está arruinado, que hermoso... ---vagamente dijo Ennui, quien seguia acostada en el sofa, cayendo al suelo por su flojera.
En misterioso ser los observaba, sabiendo que la situación se estaba saliendo de control.
—¿En serio? —susurró con una mezcla de desdén y frustración—. ¿No pueden controlar a Riley en un momento como este? Me dijeron que eran tontos, pero no pensé que tanto. —Sacudió la cabeza ligeramente—. Qué patéticos. —Sus ojos brillaron por un segundo—. No importa, quizás... Riley se tranquilice por sí misma... No debo precipitarme aún.
Pero al parecer, la pelea habia llegado a un punto de "No Retorno".
-¡Suficiente! —gritó Riley, llamando la atención de todos en el vestuario—. ¡No necesito esto! ¡Puedo jugar como quiera! ¡Yo fui quien nos llevó a la final en primer lugar!
Britney abrió la boca con incredulidad, pero Riley estaba demasiado enojada para escuchar. Agarró sus cosas y salió furiosa de la habitación, con unas leves lagrimas saliendo de sus ojos. Lo último que escuchó fue la voz de Britney detrás de ella.
—Buena suerte jugando sola la próxima temporada.
El misterioso ser, observó con detenimiento la descontrolada situacion, y reaccionó.
—Esto ya es demasiado —susurró, presionando un botón en su dispositivo—. Debo intervenir.
En la consola central, el color rojo oscuro desapareció, siendo reemplazado por un blanco brillante que iluminó toda la sala.
Desagrado suspiró con alivio. —Uff… se fue...
Furia miró la consola con ojos entrecerrados. —Que bien! Es ese color blanco de nuevo.
Tristeza se preguntaba en voz alta. —¿Qué significa este color?
Temor se acercó agresivamente, señalando con el dedo. —Acaso alguien está manipulando la consola?
----Pero aun! Hay alguien mas aqui, y nosotros no nos dimos cuenta!? ---de forma alterdada menionó Ansiedad--- Es demasiada informacion que procesar!! ---agregó---
Alegría dio un paso atrás, su sonrisa nerviosa no podía ocultar el alivio que sentía. —No lo sé, pero este color blanco brillante solo nos ha traído cosas buenas, así que... no tocaremos nada, ¿ok?
La entrenadora vio que Riley intentó irse temprano y la detuvo y le dijo que regresara de inmediato. Riley no tuvo más remedio que obedecer la orden.