Antes de que Riley pudiera entrar al baño, toda la acción se detuvo de repente.. Los colores vibrantes y la energía del momento comenzaron a desvanecerse mientras una voz familiar se escuchaba de fondo
—Creo que nos estamos adelantando un poco —dijo Alegria, con su tono amigable. —. Es mejor darles un poco de contexto... ---agregó.
Mientras hablaba, una serie de imágenes comenzó a aparecer en la mente de Riley, proyectándose como una película de recuerdos. Se mostraron momentos de su vida en la secundaria, ahora difuminados por el tiempo, pero aún vívidos en la memoria. Las imágenes iban y venían: su primer día de clases, caminando nerviosa por los pasillos llenos de estudiantes, su primera práctica con las Firehawks, los momentos en los que había reído hasta que le dolía el estómago con sus amigos y amigas. Alegría sonrió al ver estos momentos felices proyectados en la pantalla interna de Riley.
—Ya han pasado tres años desde que entramos a la secundaria —continuó—. ¿Y qué les puedo decir? ¡Esos tres años se pasaron volando!
Las imágenes continuaron. Riley con una sonrisa brillante, rodeada de sus compañeros en una fiesta, y luego, en otro recuerdo, derramando lágrimas solitarias en su habitación después de una decepción. La escena cambió a una versión más caótica: una discusión intensa con sus padres, donde Furia parecía tomar el control, llenando su mente de pensamientos explosivos y enojados.
—Pero lamentablemente, no todo es perfecto. Hemos pasado momentos buenos y momentos malos —reflexionó Alegría—. Hemos reído, hemos llorado, nos hemos enojado... Pero, y con todo eso, seguimos siendo Riley. Y aquí estamos ahora. Se perfectamente que vendran cosas peores. Pero sin importar lo que pase, seguiremos de pie.
Furia interrumpió, cruzándose de brazos y sacudiendo la cabeza con frustración.
—¡Crece muy rápido! Pero si hace poco era una bebé... —dijo, con un extraño tono nostálgico, mientras un recuerdo de la infancia de Riley brillaba en la pantalla, mostrando a una pequeña Riley en sus primeros pasos en la pista de hielo.
—Diría que demasiado rápido... —comentó Desagrado mientras una escena de Riley, ahora adolescente, miraba con incomodidad su reflejo en el espejo, vestida con ropa que sus amigos consideraban "cool", pero que ella no soportaba.--- Pero ya captan la idea...---concluyó.
—¡Ah! Y se me olvidaba, ¡nos aceptaron en el equipo de las Firehawks! —exclamó Alegria, mientras un recuerdo reciente se mostraba: Riley, con su uniforme del equipo, sonriendo y abrazando a sus compañeros después de una victoria importante—. Desde que nos unimos, solo hemos mejorado. Nos quitamos los brackets —recordó con una risa, mostrando un destello de la Riley que sonreía al espejo, orgullosa de su nueva sonrisa—, ¡y ahora somos mejores que nunca! ¡Ahora tenemos el partido más importante de nuestras vidas!
Las imágenes se aceleraron, mostrando los entrenamientos, las victorias y derrotas en la pista de hockey. Pero entre las escenas alegres, apareció una figura de color naranja. Era Ansiedad, quien observaba la proyección muy de cerca, inquieta.
—¿Lo haremos bien? —susurró, interrumpiendo la narración de Alegría—. Necesitamos hacerlo bien... —su voz temblaba mientras se veían recuerdos de partidos fallidos, momentos en los que el disco no llegaba a la red, o cuando los nervios se apoderaban de Riley—. Tenemos que jugar perfecto todo el partido, o si no... perderemos.
El tono de Alegría se tornó ligeramente más frustrado, su sonrisa se desvaneció un poco mientras suspiraba.
—Y Ansiedad sigue siendo igual de paranoica que hace tres años... —murmuró con una leve decepción en su voz. Pero luego, su tono cambió rápidamente, volviendo a su habitual optimismo—. ¿En dónde estábamos? ¡Ah, sí! ¡Ahora tenemos que prepararnos para uno de los mejores momentos de nuestras vidas!
Las imágenes continuaban proyectándose en el espacio mental de Riley: los aplausos del público, los gritos de sus compañeros, el hielo frío bajo sus patines y, por supuesto, las Firehawks, su equipo, con quien había crecido y compartido tantos momentos de gloria y fracaso.
El partido que se avecinaba era una culminación de todo lo que Riley había vivido hasta ese momento. Pero en su mente, más allá de los recuerdos y las emociones, algo profundo seguía bullendo. Un miedo persistente, una presión constante. Aunque las emociones intentaban evitarlo, era algo que no cede así de facil.
Volviendo a la realidad a la que estamos acostumbrados, era la propia Riley quien vestía su uniforme mientras todas las emociones en su mente interactuaban, cada una presentándose con su función habitual. Tras unos minutos, la familia se encontraba lista, y subieron al auto para dirigirse al imponente Estadio California Golden Seals.
Desde el asiento trasero, Riley miraba por la ventana, inquieta. Su pierna izquierda se movía nerviosamente. Jill, su mama, notó este extraño actuar en Riley, y le preguntó acerca de esto, a lo que ella contestó con balbuceos y tartamudeos, alardeando estar un poco nerviosa, pero su tono de voz era tan bajo que parecia un susurro, y casi no se hacia oir.
Mientras Bill, su padre, iba conduciendo, escuchaba esta conversacion, y mientras intentaba no sacar la mirada de la autopista, este decidió dar su opinión, aclarando que es natural de una persona comun como ella sentirse así antes de un gran partido. Y aunque esto le intentaría cobrar sentido a la chica, su inseguridad, y sus miedos por cometer errores persistian, aunque su Ansiedad no estuviese al control de esto.
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Su sentido de identidad, el cual se tornó naranja, y sus esquinas era puntiagudas, y repetía una frase, la cual, con mucho dolor, todos los presentes escucharon. La frase repetia la incapacidad de Riley de sentirse confiada, y comoda con su propio juego, preguntandose, si es realmente buena. Con el corazon aquebrantado, Alegria se acerca a este, e intenta hacer algo para intentar que su "niña" se sienta mejor. Y aunque lo abrace las veces que quiera, derramando las lagrimas cual rio, esto no surgía efecto alguno, y solo te tocó aceptar la cruda realidad, "Le va a costar".
Sus padres siguieron en un intento de calmarla lo maximo posible, cosa que hasta el momento, parecia una tarea complicada, hasta incluso imposible, ya que el tan solo hecho de pensar en el partido, hacia que sus pelos se pusieran de punta, y la piel de gallina. Pues toda esta presion, tendrá que aguantarla, no tiene otra manera de hacerlo, que sea jugando.
Tras un viaje de unos quince minutos, llegaron finalmente al estadio. Todos bajaron del auto, y lo primero que hizo Riley, fue ver el imponente estadio, el cual parecia tener una gran capacidad. Su padre le aconsejó que no se deje intimidar, y una simple gesto de asentir fue lo suficiente como para calmarlos un poco.
Riley, con la vista aún fija en el estadio, pensaba en silencio. "¿Qué estoy haciendo? Mis padres me apoyan… debería estar tranquila…", se dijo a sí misma. Luego, con firmeza, se voltio hacia ellos, con un sentimiento repentino y espontaneo, que nunca habia sentido antes, y con eso, prometió ganar el partido, y el pasaje a las nacionales.
—No hay quien cambie tu mentalidad… Pero bueno, supongo que eso te motivará a darlo todo.-----bromeó su padre, riendo ligeramente.
Mientras ellos comenzaban a alejarse, buscando sus asientos, dejaron a Riley sola dentro del estadio, en un largo pasillo, en el cual, la sombra de sus padres se camuflaban cada vez mas, hasta desaparecer de entre la multitud y la oscuridad que había. Y de tan solo verlos marchar, ese sentimiento de valor, desapareció, siendo reemplazado por la crisis paranóica que estaba teniendo tras un rato. Dentro de su mente, todas las emociones estaban presentes, sintiendo el mismo pánico que embargaba a Riley.
—¡Uuuh! ¿Han visto qué tan grande es ese estadio? ¡¿En serio vamos a jugar ahí?! ¡No puedo creerlo!!-----exclamó Envidia, agitando los brazos y cabeza de manera inquieta.
Mientras, algunos no sentían la misma emocion por jugar en un estadio, y equipo prestigioso que las otras emociones sentian. Un claro ejemplo de esto era Temor, quien preguntaba si podrian con el gran reto que se les avecinaba. Alegria lo tranquilizaría, haciendole saber que Riley tiene las bases, el talento, y la fortaleza para ganarles.
Lamentablemente la confianza no sería esparcida por todo el grupo como ella querría, porque Tristeza destacaría el alto nivel de sus rivales, las Ice Phantoms, quienes habían llegado hasta esas instancias sin problemas, y con grandes diferencias. Este dato, dejaría pensando por un momento a Alegria, pero en su intento de querer subir el animo, prosiguió, creyendo en la posibilidad de encontrar una debilidad. Tras esto, Desagrado interviene, indicando que no la tienen, y que son las jugadoras perfectas. Ante un ultimo intento desesperado, Alegria tomó control de la consola, incitando a que crean en la leve posibilidad de que las Firehawks ganarán, aunque su tono de voz preocupante por dentro, la delataba frente a todos.
Todo este desastre dentro de la mente de Riley se reflejaban en sus gestos externos, pero con una respiración profunda, intentó despejarse y entró al estadio. Frente a ella, se alzaba el vestuario, un lugar donde debía dejar sus miedos para dar lo mejor de sí.
En el vestuario, Riley fue recibida por sus compañeras de equipo, quienes intentaron inyectarle confianza. A pesar de ello, los nervios persistían. Dejó sus cosas en su casillero y se acercó al espejo, arreglándose el mechón rojo que caía sobre su frente. Mientras mantenía su mirada foija en el espejo, una voz conocida fue escuchada por ella, quien se daría la vuelta al percatarse de quien se trataba. Una confiada Britney, la cual la saludó con gran entusiasmo por el gran reto que enfrentaran, osbervó que Riley no sentia lo mismo que ella.
—¿Qué te pasa, Riley? ¿Por qué la cara larga?----Le preguntó, soltando una pequeña risa.
Al escuchar la pregunta, ella bajó la cabeza, mirando a lavamanos, mientras sus manos tiritaban del mas puro terror, y como este sentimiento se esparcia por todo su cuerpo por el simple hecho de recordar el reto el cual va a tener que enfrentar.
—-Estoy… nerviosa. Eso es todo…----Murmuró, a medias, costandole un mundo decir estas palabras.
Britney al escuchar la respuesta, no pudo soltar una leve risa, cosa que a Riley no le gustó, pero sabia que era lo que necesitaba en ese momento. Y mientras le colocó la mano suavemente en su espalda, ella intentó tranquilizar a una afligida Riley, la cual, no podia soltar palabra alguna, todo lo que sentia lo expresaba en cada tic nervioso que tenía.
----Aun asi, hoy tenemos que destrozarlas, ¿me escuchaste? ----le preguntó, agachandose un poco para llegar a verla a sus ojos caidos.
Riley se quedó en silencio por breves momentos, y al escuchar la mención de sus rivales, su mente reflejaba un monton de recuerdos espontaneos, haciendo ver a las rivales como algo de temer.
—No sé si podamos… ¿Viste cómo juegan?----dudó de ella misma, volteando a ver a Britney a los ojos por segunda vez.
—¡Olvídate de eso! Ellas no son robots, como todo ser humano, puede cometer errores. Y estoy segura de que cometeran mas de uno, y quizá queden en ridiculo!.----promulgo ella, con esa idea clara en la cabeza, de un sentimiento claro de superioridad y confianza, en la que puede ser, uno de los partidos del siglo.
Riley, tras verse al espejo por ultima vez, dió un fuerte suspiro, mientras su amiga le ofrecía la mano, pero esta pasó de largo, cerrando los ojos. Y mientras se dirigía hacia la salida, se encontró con la entrenadora, quien junto a Britney, quien se quedó con la mano estirada, esperando de vuelta el saludo de Riley, el cual fue denegado, la entrenadora les ordenó salir, para dar uno de los partidos mas dificiles.
---Ustedes dos, basta de juegos! ---Impuso la entrenadora, con un tono de voz grave, y autoritario. Dandose la vuelta, saliendo por la puerta del vestuario, hasta la pista de hielo.
Tras verla marchar, ella se le quedó viendo, siguiendo su paso, aunque carecía de control en cada paso que daba en esos agónicos instantes. Y apenas el cegante brillo de las luces del estadio anularon la vista de Riley por un momento. Saliendo junto a su equipo, que la estaba esperando, siendo recibidas por una multitud que coreaba sus nombres. El rugido del público era ensordecedor, pero también energizante, sin dudas sabían que ese partido podía cambiar la historia.
Y sin mas rodeos, voltearon a ver a su derecha, divisando al imponente equipo de las Ice Phantoms, las cuales, son las oponentes que todas temían, las rivales infames que no sería tarea facil erradicar.