El avión todavía se encuentra en un hangar con su carga de odio en un país del Medio Oriente esperando su vuelo. No puedo hacer nada más que esperar y tal vez soñar otro sueño lúcido. No me hago ilusiones de que me crean o de tener algún poder para cambiar el resultado. Tampoco tengo ninguna ilusión acerca de que el universo intente contactarme directamente de nuevo. Mi única esperanza es que algunos que lean esto puedan dar un salto de fe propio y prepararse para los últimos días. Y que puedan consolarse sabiendo que incluso un agujero negro no destruirá nuestra parte en la mente colectiva que sobrevivirá y florecerá en algún otro lugar del omniverso. Quién sabe, tal vez otros recibirán el "regalo" de este conocimiento en un sueño entregado directamente por la conciencia colectiva que siempre está con nosotros, siempre lista para comunicarnos, si solo somos receptivos a recibir sus mensajes.
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Más allá de nuestro velo corporal, más allá de la limitación de nuestro espacio-tiempo, más allá de la dualidad de nuestra naturaleza como santos y pecadores, más allá del bien y del mal y más allá de la desesperanza de la desesperación existencialista, somos eternos, estamos conectados, somos uno unidos por el elemento enérgico y acunados para siempre en la mente de Dios.