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Amor Vincit Omnia (El Amor lo Conquista Todo) - Parte V

Pero no es así con mi nueva alma gemela. Nunca se queja de mi forma de vestir. Podría ir a cualquier lugar con ella en vaqueros manchados de hierba y una vieja camiseta con manchas de pintura después de cortar el césped, con mi cabello alborotado y empapado en sudor cubierto con una gorra descolorida de los NY Yankees o del Real Madrid, sin afeitar y con un zapato marrón y otro negro y ella sentiría solo alegría en mi compañía. ¿Podríamos ir a un restaurante para cenar y todo el mundo a nuestro alrededor fijándome con miradas acusatorias, comentando en voz baja, “desde cuándo le dan entrada aquí a gente que vive en las calles?” y ella sonreirá y me mirará a los ojos con nada más que amor y alegría desenfrenada, tal vez incluso regalándome con su risa única de campanillas de plata tintineando y una ligera sacudida de la cabeza. Dios mío cómo la amo. Seria imposible no hacerlo.

A diferencia de mi esposa que me obliga a devolver los regalos de joyería y de alto precio en general como extravagantes, y se queja si le consigo cualquier equipo de alta tecnología, especialmente si duplica algo que ya tiene, por mejor que sea el nuevo, mi nuevo amor siempre acepta lo que le doy con una sonrisa inquebrantable y un corazón alegre. Podría comprarle diez computadoras portátiles y cinco de los mejores teléfonos celulares y ella con mucho gusto se sentaría encima de la pila como si fuera un asiento de refuerzo, sonriendo contenta a pesar del hecho de que nunca utilizaría ninguno de ellos, simplemente porque los regalos llegaron de su amada alma gemela. Todo sin darme una sola palabra dura o un reboleo de ojos. Tampoco nunca espera nada de mí en absoluto (a ser justo, tampoco mi esposa), pero reacciona con idéntico entusiasmo si le doy un nuevo brazalete de diamantes, un velero de origami hecho de un envoltorio de caramelos mientras vemos la televisión, o si solo de doy un beso muy suave en su mejilla.

Ella no exige nada, no pide nada, no quiere nada, pero está siempre lista para cualquier aventura improvisada. Y me deja hacer las maletas para nuestros viajes, a diferencia de mi esposa que empaca absolutamente todo lo que tenemos en las dos casas para un viaje de fin de semana y me lo hace cargar subiendo y bajando escaleras de aquí a allí sin fin. (Bueno, ella también ayuda, poro el burro de mayor carga indiscutiblemente soy yo.) Mi nuevo amor y yo podemos tomar todo lo que necesitamos para una escapada romántica de una semana en una bolso de mano. Qué alegría es viajar con ella.

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En nuestros frecuentes viajes por carretera no conduce (tampoco nunca mi esposa, para el caso), pero ella se sienta a mi lado disfrutando de cualquier música que ponga y sonriendo a mi canto en acompañamiento y NUNCA se queja de que estoy cantando demasiado fuerte, o me habla incesantemente mientras estoy en el medio de Bohemian Rhapsody junto con Queen, en realidad esperando que escuche y recuerde cada palabra; o, peor aún, apagando la música y pegándome para que deje de cantar de una vez por todas para escuchar algunos noticieros infernales con más anuncios que noticias o el lavado de cerebro habitual libre de comerciales de la Radio de Propaganda Publica de New York.

Mi nuevo amor comparte mi pasión por tanto los libros reales como los audiolibros y tenemos gustos eclécticos idénticos. Ella lee contentamente conmigo apoyándose en mi almohada por la noche, ya sea Shakespeare, Wordsworth, Koontz, King, Niven, Pournelle, Clarke, Lorca, Cervantes, Hawking, Marx & Engels [nos encanta la comedia] o lo que sea recién llegado de Amazon. Tampoco balbucea o irrumpe en los pellos de risa mientras lee las noticias nacionales y mundiales en su iPhone como mi esposa cada quince o veinte segundos, apagando mi radio y exigiendo “Escucha esto” seguido de una lectura de cinco minutos de cualquier cosa que le llamo la atención a ella, por lo general sobre lo que un político idiota u otro está proponiendo ahora, como Viagra gratis para los delincuentes de crímenes sexuales en prisión o reparaciones para inmigrantes ilegales a los que se les negó comida vegana y agua Perrier con gas mientras estaban detenidos. Mi nuevo amor es tan desinteresada en lo que pasa en el mundo como yo, contenta de vivir en el momento conmigo y conservar su cordura. ¡Qué alegría!

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