“Buenos días”, una joven doctora en sus rondas matutinas comento, irrumpiendo en la habitación inesperadamente justo cuando Chrissie terminó de leerle el poema a Tom. La doctora se sonrió, dándose cuenta de que los había sorprendido, y se dirigió a la computadora a los pies de la cama de Tom para repasar sus detalles médicos. Luego se dirigió a Tom y examinó los diversos equipos de soporte vital, e hizo varios ajustes. Hecho esto, volvió su atención a los dos amigos. “Tendréis que salir de la habitación en unos minutos; necesito cambiar la bolsa de recolección de orina y volver a revisar su catéter, entonces haré que una de las enfermeras le dé un baño de esponja. Después de eso, lo bajarán al laboratorio para una tomografía computarizada de su cerebro para descartar un tumor u otra anomalía, por lo que no podréis verlo por lo menos una hora, pero probablemente más cerca de dos”.
“¿No podríamos esperar afuera y luego esperar aquí cuando lo lleven?” Chrissie preguntó.
“Si queréis”, respondió la doctora. Pero realmente no tiene sentido. No tendremos nuevos resultados de pruebas mediante varias horas y los especialistas no llegarán hasta esta noche o por la madrugada. Podéis ir a comer algo al comedor. La comida aquí de verdad no está mal. O podéis iros a casa unas horas para refrescarse y descansar un poco”, dijo sonriendo a Chrissie. “Los llamaremos si algo cambia.”
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“Gracias” respondió Phil cuando Chrissie parecía a punto de objetar. “Creo que es una buena idea, Chrissie. Sé que no quieras ir a casa, pero al menos podemos tomar un café y comer algo en la cafetería. Más tarde, después de obtener los resultados de las nuevas pruebas, puedo llevarte a casa para que tomes una ducha rápida y un cambio de ropa”.
“No tengo la menor hambre, Phil. Prefiero quedarme aquí.”
“Yo tampoco tengo hambre, pero esta va a ser una noche larga.” Phil respondió, persuadiéndola suavemente. “Además, no hay nada que podamos hacer por él ahora, y nos necesitará en nuestra mejor condición cuando despierte”, agregó, con la voz más optimista que pudo reunir. “Te lo prometo, comemos algo y volvemos enseguida”. Ella en silencio, a regañadientes accedió, levantándose lentamente mientras miraba a Tom, cuyos ojos abiertos no tenían expresión.
“Volveré en unos minutos”, dijo el médico, dando la vuelta y saliendo de la habitación. “Recuerden, no tendremos ninguna noticia por lo menos una hora o dos, así que tomen su tiempo.”
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