Alexandr dormido en una cama, abriría los ojos lentamente de vuelta en su dormitorio de La Emperatriz. Al salir de la cama, tiene su traje de hibernación, un frio gélido le recorre todo el cuerpo, al llegar como puede a la puerta, termina cayendo de su capsula, su padre se encontraría enfrente de él, sonriéndole tranquilamente. Vladim sin decir palabras le diría que vaya a desayunar, Alexandr confundido, pero feliz por ver a su padre otra vez le haría caso.
Caminando torpemente por el frio, por un pasillo más largo del que recordaba, cruzaría la puerta a la cocina, se encontraría a su madre, una loba de pelaje azul y cabello de un tono más oscuro en la estufa, cocinando algo. Alexandr tomaría asiento en una mesa de madera con manchas familiares, la silla rechinaría como de costumbre, y más por sus aun torpes movimientos, mirando a su madre, intentando decir palabra, ninguna podría salir de su boca. Su padre llegaría con un uniforme del ejército y una máscara de gas echa de plata.
El cachorro miraría aterrado lo que ocurre, su madre le serviría el desayuno, sin un rostro visible. Alex ahora sudando frio, intentaría bajarse e irse, pero al momento de bajar la mirada, el rostro de su abuelo se manifestaría de la comida. Hablando con él.
-Alex, Tienes que salvar a esta galaxia del abismo, busca a Philip J. Wells. Él te dará toda la información y te ayudará a conseguirlo, eres el único con la voluntad de conseguir salvar este lugar condenado- Empezaba a sonar una alarma de algún lado. –Tu eres nuestro sucesor, eres el siguiente gran Rey. El siguiente viajero de sangre de plata - La luz lo segaría.
En la penumbra, su padre se acercaría a él, quitándose levemente su máscara susurrando algo a su odio, algo que el cachorro aun no entendería. Alejándose la figura de su padre en la oscuridad. Hasta que su madre se acercaría a él y con un beso en la frente susurrando algo que penas era audible por la fuerte alarma. “Levántate, cariño. Es hora de ir a tu primer día de escuela”. Su madre encendería una luz y otra vez, observaría a alguien sin rostro.
Alexandr soltando un gran grito, y estando al borde de la cama, casi caería al suelo, colgando de las sabanas, intentando soltarse, chocaría con su mesita de noche y la pared. Alguien tocaría la puerta nuevamente.
-Alex, tesoro… ¿Todo bien? - Mikaela preguntaría al escuchar a Alex gritar. –Es hora de levantarse- Sonando bastante preocupada.
-Si… Mama M… solo no estoy acostumbrado a estas camas… No te preocupes- Sobando su cabeza en el suelo, mientras recorría su cuarto con su vista, la alarma de su reloj resonaría por todo el cuarto.
-Bueno, el desayuno está listo, Wallas está terminando de arreglarse, recuerda que es tu primer día de escuela, no llegues tarde… y apaga esa alarma…- Mikaela detrás de la puerta sonreiría y se dirigiría a la planta baja.
Alex estirando su brazo apagando la alarma, se tomaría unos minutos en el suelo, pensando si lo soñó o lo vivió, inmerso en sus pensamientos. Cuando se decide a levantarse, miraría el reloj y con prisa se cambiaría la ropa, puesto que se le hace tarde. Intentando quitarse su pijama de 2 partes, cayendo y haciendo un desastre.
-Aghhh… ¡Demonios! - Cayendo sobre su ropero, tirando cajas con ropa encima de él.
Terminando de alistarse como puede, baja a desayunar, desaliñado y mal vestido, mira a la familia. Margaret está en una silla de bebe con papilla, jugando con esta, Wallas terminando sus panqueques y Mikaela viendo con una pequeña sonrisa al joven lobo.
-Ya estoy listo…- Wallas le sonríe y Mikaela apagando el sartén, se acerca al joven lobo y le acomoda su ropa, hablándole como una madre.
-Alex, mírate… No puedes ir así tu primer día…- Alex baja la mirada. –Sé que han pasado solo 3 meses desde que llegaste, así que te será complicado… Kírov está en la escuela, hablando bien de ti…- Le limpia la cara y ordena los zapatos. –Eres alguien grande para tu edad- Alex empezaría a soltar algunas lágrimas sin decir nada, Mikaela se las limpiaría y él le tomaría la mano manteniéndola un poco más en su rostro.
-Hice un desorden en mi cuarto…- Sonriendo un poco.
- ¡Oye! - Añadió Wallas, terminando de tomar su jugo de naranja. –Es el primer día del 5 curso, así que las clases iniciaran hasta dentro de un par de horas, puedes arreglarte e iremos juntos- Wallas sonreiría mientras se mete de un bocado un panqueque, hablando con la boca llena. - ¡Yo estaré contigo en todo momento! ¡Te ayudo a ordenar tu cuarto y cuando estés listo, iremos a la escuela! - Alex lo miraría con alegría. Mikaela sonriendo le limpiaría las lágrimas, mientras Wallas se atragantaba con la comida y Margaret reía sin parar.
Una vez listo todo, ambos animas subirían a una nave transporte. Mikaela los despediría con Margaret en brazos, el chofer de la familia los llevaría a la escuela, no sin antes, mirar varias veces a Alexandr con algo de desconfianza y miedo en su rostro.
El vehículo junto a otros, pasaría por una pista hecha para ese tipo de vehículo, llegando a un puerto, la nave saldría al espacio, después de un par de minutos, por la ventana se vería, un enorme meteorito que parece que está atado por palcas de acero enormes, en donde aún se ven grietas, sale una maquina enorme. Wallas explica que eso es un Terra-Transformador y que la academia tiene una “Atmosfera” Propia. Siendo alimenta por un reactor en el centro, ellos se dirigen a una parte, llamada “Zona Junior” Donde les toca estudiar a ellos hasta el 9 grado.
Llegando a la escuela, le agradecerían al chofer, bajando del vehículo Alex se daría cuenta de la mirada del chofer. Algo melancólico le sonreiría sin pena o miedo, terminando de bajar, miraría el enorme edificio, ambos animas se dirigirían a las puertas mientras Wallas no dejaría de hablar de muchas cosas, tantas que Alex no sabría de qué habla. El chofer miraría a Alexandr mientras habla por una radio, retirándose rápidamente.
-Tranquilo, después te pongo al corriente de todo jejejeje- Wallas tomando a Alex del hombro, entrando al colegio.
Caminando ambos animas, no se cruzarían con nadie, debido a la hora. Alexandr miraría un extenso pasillo, la gran puerta serrándose detrás de ellos, al darse cuenta de aquello que adorna ese lugar, trofeos, medallas y matrículas de honor. Deteniéndole un segundo, miraría una foto donde habría alguien familiar para él. Wallas le llamaría y Alex dejaría atrás esto, una foto de 2 animas alzando un trofeo dorado enorme, al lado de una copa con una inscripción que no terminaría de leer.
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Al terminar de cruzar el pasillo, verían un salón enorme junto a un par de escaleras. El salón estaba lleno de pancartas, junto a las escaleras tablones de anuncios y a sus lados 8 pasillos, Alex asombrado y boquiabierto, miraría el suelo, con la insignia de la academia, con el nombre “AR-J01”.
-Arriba esta la dirección y sala de profesores, a los pasillos laterales, los laboratorios y salones, debajo hay 8 pasillos, cada uno con el grado en el que vas…- Hablando con gestos y sin dejar digerir nada a Alex. –¿Qué más me faltaba hacer…? - Mirando el reloj de su muñeca. –Mi papa está arriba, te dejo en la puerta y me voy a mi salón ¡Espero que nos toque juntos! - Zangoloteando a Alex que respondería con una sonrisa.
Llegando a la puerta del despacho, Alex intentaría tocar la puerta de madera café gigantesca para él, con mucho miedo en sus movimientos. Wallas con una mueca de aburrimiento tocaría la puerta y bajando por el barandal le gritaría a Alexandr.
- ¡Te veo en un rato! - Perdiéndose por un pasillo, dejando solo al joven lobo frente a una puerta que se abre lentamente.
Un Tigre viejo, con traje de pingüino, abriría la puerta, al no ver a nadie enfrente de él, miraría a Alexandr bajando su mirada. Sin decir nada, abriría más la puerta, entrando y perdiéndose, apenas un susurro se escucharía. Después, Kírov hablaría fuerte.
- ¡Alex, ven aquí! ¡No temas! - La voz saldría de una sala más adentro, con una puerta más pequeña que la de afuera.
El cachorro entraría y miraría un cuarto con alfombra y tapis rojos, un escritorio de mármol, pinturas y fotografías de muchos animas de distintas razas, todos con trajes muy elegantes, un par de sillones de cuero rojo y madera negro. Con una ventana al frente, mostrando más edificios y zonas que Alex no lograría ver aún.
Mirando a la izquierda, donde el escritorio, una secretaria, una zorrita joven de color amarillo con un bollo como peinado, unos lentes rojos, zapatillas negras, falda negra y un chaleco rojo, su camisola blanca salía de entre su chaleco. Escribiendo en una computadora miraría a quien entro, bajando mucho la mirada. Alex congelado por lo bonita que era, simplemente se iría al despacho caminando sonrojado como soldado. Logrando que la secretaria sonriera por su actuación.
Al cruzar la puerta y alzar la mirada, estaría rodeado de viejos animas con trajes elegantes. Kírov estaría al lado de la puerta mirando sonriente a Alexandr, el mayordomo se retiraría y cerraría la puerta tras de él, no sin antes, mirar nerviosamente al Lobo Blanco.
El cuarto quedaría en silencio, Alex miraría a cada anima con seriedad, preparado para cualquier insulto. El ánima detrás de un escritorio, un Coyote de color rojo, ropa elegante y con una barba enorme, miraría a Alex con la misma seriedad. Ambos se quedan en un silencio que carcome todo el lugar. El viejo sonreiría poco a poco hasta soltar una carcajada.
Alex consternado, se limitaría a ver a Kírov buscando respuesta. El ánima con un traje blanco y solapas rojas, simplemente le regresaría a Alex la mirada igual de confuso.
-Jajajajajajaja… Eres idéntico a tu padre, él fue uno de los grandes, el mejor de su generación, si claro, si Kírov me permite decirlo…- El zorro asintió con una sonrisa de oreja a oreja.
-Mi padre… ¿Asistió a este lugar? - Alex recordaba al lobo que alcanzo a ver en la foto de antes.
-No solo eso, el creo varias normas que siguen a la fecha. Como conseguir que animas de familias pobres logren entrar. ¿Muchos de los Barones y comandantes vienen de aquí mismo, cierto Kírov? –Kírov mirando al viejo anima, su sonrisa, desvaneciéndose lentamente.
-Y… ¿Por qué me llamaron? - Alex cambiaria de tema rápidamente.
-Lo hicimos para darte tu lugar en la academia- El viejo se reiría cuando de repente seria interrumpido por un maestro, un caimán. Llamado Carric Sed Rick.
- ¡No! ¡Este lugar es una academia de gran renombre! ¡Yo no permitiré que un “don nadie” entre sin más! - Mirando furioso al director. – Vladim nunca fue el mejor… ¡Ese fui yo! ¡El me quito mi lugar…! – Un maestro intenta calmarlo. –¡Cállate Albert! ¡Ya tenemos suficientes problemas con el consejo como para que alguien de su maldita raza intente estudiar aquí! – Gritando enfrente de Alex. En ese momento un golpe le regresaría a la realidad.
- ¡Estás hablando de mi mejor amigo y su hijo! ¡Recuerda que sin el tú no estarías aquí! - Kírov lo tomaría de su traje alzándolo mientras la sangre saldría de su nariz. –¡Él también era tu amigo! ¡¿Me escuchaste?!- Soltándolo al suelo. –Cuando te enteraste que él era un “Puro” Lo desprestigiaste a mas no poder. Él te dio todo para que salieras de ese hoyo- Kírov miraría como el ánima lloraría.
- ¡Señores! ¡Cálmense! - Los otros maestros se quedarían de brazos cruzados, teniendo sentimientos encontrados hacia Alexandr.
- ¡Tú te crees el mejor! ¡Tu amigo era ese idiota que fuiste a rescatar! Ustedes me abandonaron cuando estaba en problemas…- Limpiando su rostro. Intentando levantarse del suelo.
-Maldita sea Carric. ¡Vladim estaba siempre protegiendo tu mugroso culo! ¿Aun después de su muerte, así le pagas? - Kírov soltaría la noticia que aparentemente aun no sabía nadie de la institución.
- Vladim… ¿Qué? - Carric se tomaría un momento en procesar todo. – Él era mi rival… no trate de… yo… Nosotros …- Mirando al cachorro que firme, soltaba lágrimas de sus ojos sin decir palabra.
-Sé que así se llevaban… ¿No sabias que el…? - Carric lo miraría con ojos cristalinos y una mueca de odio a el mismo.
El reptil salió lentamente, evitando cruzar miradas.
-Yo… Necesito un respiro- Dejando el lugar en silencio. Kírov miraría a Alex bastante afectado, tratando de animarlo con palabras tranquilas.
-Tu raza ni el tu padre tienen la culpa… Es solo… que así nos alentábamos. Esto siempre era un recordatorio de que la grandeza no nos hace dioses… O inmortales- Inclinándose Kírov. Ante el cachorro. –Lamento de verdad lo que dije de tu padre. Él fue el mejor de nosotros, de nuestra generación- Sonriendo a Alex, entregándole un pañuelo.
Alex se limpiaría parte de su cara y le ofrecería el pañuelo de vuelta con una sonrisa.
-Bien- Diría el viejo. –Una vez zanjado esto, serás enviado al aula…- Mirando un cuaderno para elegir profesor.
- ¡Yo lo tomo! - Acomodando su ropa y recuperando su voz ronca. –Si me permite su eminencia, yo lo tomo como estudiante. Es lo mínimo que puedo hacer- El director miraría a Albert y con un movimiento escribirá el nombre de Alexandr en una lista.
-Le ruego que haga lo mejor posible para el alumno, Señor Tesla- Cerrando el libro de golpe. –Bueno joven, será difícil ponerse al corriente, pero sé que lo logrará, siga al Maestro a su salón- Albert caminaría a la puerta abriéndola, dando paso a que Alex le siga.
Alexandr mirando a Kírov, algo preocupado. El zorro le respondería asintiendo con confianza. Alex seguiría a su nuevo tutor que, aunque se haya iniciado con el pie izquierdo, puede que él tenga un nuevo comienzo en este lugar.
En otra parte. Un gran grupo de animas se reúnen en una mesa de mármol, comida y vino en todos lados. Un anima interrumpiría la paz pidiendo silencio con leves golpes a una copa.
-Mis estimados amigos y aliados. Soy El gran Mariscal, Joseph Reed Neil. Y los he reunido aquí, para contarles del gran “Plan”- La atención de todos estaba en él. –Sé que hemos anhelado usurpar las grandes habilidades, pero… Aún es… Imposible lograr algo así. Sin embargo, podemos moldear al joven Alexandr a nuestro favor: sus amistades, sus logros, todo puede convertirse en las herramientas de nuestras futuras victorias. - Mirando con una sonrisa burlona. –El hijo del Gran Héroe... ¿Qué mejor peón para mover a nuestro favor que el hijo del Gran Héroe? - El ánima, vestido con un traje azul impecable, se levantó y caminó hacia un barandal, contemplando el abismo detrás de una gran ventana de cristal.
Mientras la majestuosa academia pasaba frente a él, sus palabras resonaron con determinación:
-Con su ayuda, la galaxia será nuestra. - El mayordomo se acercó con una copa de vino. Sin mirarla, el Mariscal tomó la botella, bebió un largo trago y la lanzó hacia las sombras.
- ¡Seré el amo del sistema! - declaró, su voz llena de una malicia inquebrantable, mientras los presentes lo aclamaban. Sus risas se alzaron junto a las sombras, resonando como un presagio de los días oscuros por venir.