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The Silver Traveler [Español]
Cap. 26. Entrenamiento Final:

Cap. 26. Entrenamiento Final:

El tercer mes de entrenamiento estaba por concluir, y Alex sentía que algo importante estaba por suceder. La calma del valle era inusual; el estruendo de las escaramuzas había dado paso a un silencio solemne, solo roto por el aroma a incienso que impregnaba el aire.

El lobo blanco bajó al "Campo Mayor", donde los tambores y las voces habían cesado. Una densa niebla cubría el lugar, volviendo todo misterioso y expectante. Alex notó siluetas moviéndose entre la bruma: Jabulani y Lubanzi, listos para enfrentarlo. Sin previo aviso, los simios cargaron hacia él.

Alex reaccionó con rapidez, esquivando el primer ataque de Jabulani con una pirueta en el aire. Al aterrizar, sus patas rozaron una raíz, provocando un leve tropiezo que convirtió en un giro inesperado, esquivando así el ataque de Lubanzi. Los simios no le dieron respiro. Jabulani se lanzó nuevamente con su bastón, un arma de madera con mangos de cuero y símbolos grabados, mientras Lubanzi atacaba con su escudo Masai y su Iklwa.

Alex bloqueó los golpes iniciales con sus brazos, el dolor le obligaba a detenerse, pero la velocidad y la coordinación de los simios lo mantenían a la defensiva. La danza del combate comenzó, y Alex supo que tendría que usar cada lección aprendida en esos meses para salir victorioso.

Jabulani intentó un golpe directo al torso de Alex, pero el lobo, girando sobre sí mismo, atrapó el bastón del simio con ambas manos. Jabulani se resistió, tirando con fuerza, pero Alex aprovechó el movimiento para impulsarlo hacia Lubanzi, quien no pudo frenar a tiempo y chocó con su compañero.

El impacto dejó a Jabulani fuera de combate, tirado en el suelo y jadeando, incapaz de continuar. Alex giró el bastón en su mano, inspeccionándolo antes de asumir una nueva postura. Ahora solo quedaba Lubanzi.

El simio más experimentado no perdió tiempo. Lanzó un grito de guerra mientras alzaba su escudo y avanzaba con determinación. Alex, sosteniendo el bastón de Jabulani, adoptó una postura baja, similar a la de un danzante. Los movimientos de ambos parecían una coreografía: pasos rápidos, fintas y giros llenaron el círculo, mientras los demás simios observaban en un silencio reverente.

El arma de Alex, un bastón largo con mangos de cuero, se convirtió en una extensión de su cuerpo. Usaba su punta más larga para estocadas rápidas y precisas, mientras giraba para evitar los ataques de Lubanzi. En una ocasión, el lobo bloqueó una estocada directa con una patada lateral, desviando el golpe hacia el suelo. El impacto le dejó un corte superficial en la pierna, pero Alex lo ignoró, concentrado en mantener el ritmo de la batalla.

Lubanzi respondió con un ataque en arco que Alex apenas logró bloquear al cruzar su bastón frente a él. Sin embargo, la fuerza del golpe rompió el arma en dos, dejando al lobo con dos macanas cortas, cada una con un extremo afilado.La ruptura del bastón pareció revitalizar a Alex. Usando las macanas, comenzó a moverse con mayor fluidez, adaptándose al estilo de lucha que había perfeccionado durante su entrenamiento. Sus movimientos eran una mezcla de ataque y evasión: giraba, lanzaba estocadas y esquivaba con la agilidad de un felino.

Lubanzi, por su parte, mantuvo su defensa sólida con el escudo, pero Alex no le daba respiro. En un momento clave, el simio atacó con un golpe horizontal, pero Alex, aprovechando la niebla, rodó hacia un lado, recuperando su posición detrás de Lubanzi. Antes de que el simio pudiera reaccionar, Alex golpeó con ambas macanas al costado de su escudo, haciendo que este se tambaleara.

El combate continuó con un frenesí de ataques y bloqueos, hasta que Alex, girando sobre sí mismo, lanzó una estocada con una de las macanas al cuello de Lubanzi. El simio reaccionó al instante, desviando el golpe con su Iklwa, pero Alex utilizó su otra macana para golpear la base del escudo, desarmándolo finalmente.

La niebla se hizo más espesa en ese momento, y Alex aprovechó la confusión para lanzar pequeñas piedras hacia los pies de Lubanzi, obligándolo a retroceder. Con un salto ágil, Alex apareció frente al simio, golpeando con ambas macanas en un ataque coordinado. Lubanzi, cansado y sin armas, no tuvo más opción que rendirse.

Los tambores se detuvieron, y un silencio solemne cubrió el campo. Lubanzi se inclinó ante Alex en señal de respeto, y el lobo hizo lo mismo. Los demás simios rompieron el silencio con vítores y gritos de celebración, reconociendo la victoria del guerrero blanco.El gong resonó desde lo alto del árbol, silenciando a la multitud. El anciano, apoyado en su bastón, comenzó a hablar con sus señas. Alex, aun respirando con dificultad, observó con atención.

- “Has demostrado tu fuerza y voluntad, pero recuerda: el verdadero desafío no está en la arena, sino más allá de este valle”- indicó el anciano con solemnidad. - “Un verdadero guerrero no solo lucha con su cuerpo, sino también con su espíritu y mente.”

Alex inclinó la cabeza en señal de respeto, mientras el anciano continuaba.

- “Tu camino será arduo, y tu fuerza será puesta a prueba en maneras que aún no comprendes. Prepárate, Alex, porque el mundo más allá de este valle te espera.”

El lobo, agotado pero lleno de determinación, miró hacia el horizonte. Sabía que su viaje estaba lejos de terminar y que cada lección aprendida en este lugar sería crucial para los desafíos que estaban por venir.

Más tarde, se encontraban comiendo. Alex miraba el horizonte preocupado. Sin poder probar bocado. Goliat y el anciano le verían preocupados.

El anciano le diría a Goliat, con palabras. Algo que hace años no hacía.

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-Amigo migo, es hora… Esta listo para recibir el entrenamiento final- Goliat le miraba sin palabras.

El anciano se retiraría y Goliat obedeciendo iría por Alex.

-Lobo… El Jefe quiere hablarte- Alex le miraría algo extrañado.

Caminando de regreso al Campo Mayor, Alex miraba algo que no había visto antes. Un gran grupo de primates. Todos ancianos o guerreros veteranos, llegando el lugar desde la 3 planta hasta la copa de los árboles.

Alex se arrodillo en señal de su respeto. El anciano se acercó a él, Goliat hizo lo mismo. Ambos animas estaban arrodillados. El anciano hablo y Alex quedo anonadado.

-Tú tienes que despertar la semilla… Este ser un elixir que despertarla por completo, pero tiene un gran riesgo- El anciano les dejo un cueco a cada uno en el suelo. –Si lo bebes serás más fuerte, sí. Pero a cambio de acortar tu vida.

Alex miraba el líquido negro que parecía moverse con vida. Goliat lo miraba con lágrimas en los ojos. El anciano hablo con él.

-Hijo, es hora de pasarte el manto… Tu madre estaría orgullosa, incluso más de lo que yo lo estoy.

Goliat lloraba, pero intentaba tranquilizarse. Alex volteo una última vez hacia arriba, el grupo de monos le miraba impaciente por su elección. El lobo sin pensarlo, tomo la bebida de un sorbo.

El gorila le siguió. Al acabarlo Alex se desplomo, un dolor insoportable le recorría el cuerpo. Cuando se dio cuenta, estaba ascendiendo o el cielo se acercaba a él. Los simios que le miraban, ahora estaban gritando y como si fueran a hacerle algo, se lanzaron hacia él.

Alex despertó en un lugar donde el suelo… Si podía llamarle así, era una nube enorme y blanca. Alex camino, no podía hablar. Camino por lo que le parecieron horas o incluso días. Sin saber dónde se encuentra, empieza a reflexionar si ha estado haciendo lo correcto. Si conseguirá terminar esta guerra.

Una voz le hablaba desde ningún lado.

-No estás solo…- Alex creía reconocer esa voz. –Al apretar la vista, diviso una luz enfrente de él. –Tu jamás estarás solo, solo así podrás cumplir tus objetivos.

Alex miraba al frente, su abuelo estaba con él. El lobo corrió hacia el lanzándose en un gran y fuerte abrazo.

- ¡Cachorro! - Su abuelo le miraba, estaba casi de su tamaño ahora. –Ya eres todo un “Alfa” Mi nieto…- Johns se sentó junto a él en un “Borde”.

Alex quería hablar, pero algo le impedía. Johns lo calmo, Alex se rompía en un llanto silencioso.

-Tranquilo hijo… No estás solo… ¿Sabes? - Su abuelo le colocaba la mano en la espalda. –Sé que puede que no tengas a nadie vivo… o al menos que tú conoces. Pero eso no implica que estés solo.

Alex se sentiría muy extrañado, como supo lo que pensaba. Su abuelo continuo.

-Kírov… puede que haya cambiado, pero solo necesita que alguien le “Vuelva” a ubicar… Vladim siempre lo hacía, con un buen gancho. ¡Jajajajajajaja! - Alex miraba a su abuelo, sonriendo levemente. –Pero no solo está el, Wallas, su hijo, tus compañeros en la academia… Tus compañeros… Y sobre todo… Esa hermosa amiga tuya… ¿Cómo se llama?

Alex pensaría en todos ellos, y por último en Margaret. Haciéndole sonreír un poco más. Aunque avergonzado.

- ¡Si! ¡Ese es su nombre! Gracias…- Johns miraría a Alex extrañado, el lobo le respondería la mirada.

Alex pensaría en que si puede escuchar lo que piensa. Su abuelo asentiría.

-Parece que este es un “Reino” creado para ti… O para hablar con los muertos…

Alex pensaría en lo último que hizo.

-Así que tomaste la semilla… Me la ofrecieron y jamás lo hice… No sé si eso hizo que viviera más años… Pero al final no me sirvió…

Alex miraría el suelo triste y apenado.

-Oye, tranquilo… Sabes algo- Johns toma del hombro a Alex. –Tú serás grande, sé que no se puede hablar del futuro, pero… Digamos que tu lograras muchas cosas, solo no te desvíes… Y, por cierto, con esa cachorrita parece que van bien las cosas- Alex se sonrojaría intentando preguntar. –No, no te diré nada… Pero… Solo diré que puede que vallas muy “Rápido” pero… Bueno, ambos aprenderán juntos, así que… Mis más felices deseos…

Su abuelo se levantó, Alex le abrazo por última vez.

-Cierto, me enviaron aquí para darte esto- Johns le entrega un cristal de color Blanco. –No puedo decirte que es… Solo te diré, que jamás… ¡Jamás! Lo pierdas…- Johns se desvanece como apareció. –Una última cosa… Busca a Arca, ella resolverá muchas de tus dudas… Cuídate, cachorro.

Su abuelo se iría y Alex se quedaría con el cristal en su puño cerrado. En ese momento Alex despertó con un grito ahogado, empapado en sudor Jabulani le había hachado agua para que reaccionara.

-Chico, te quedabas sin aire… ya estabas blanco… Digo, pálido, porque blanco ya quedaste.

Alex se tallaría los ojos intentando quitarse el agua, al momento se daría cuenta que en su mano izquierda tenía el dichoso cristal. Alex le miraría sin entender que es.

Al alzar la mirada, el anciano le daría un jugo y una fruta. Al momento que Alex la prueba, siente nuevamente su fuerza. El anciano miraría sonriendo a Alex. El lobo voltearía arriba curioso, dándose cuenta que no hay más simios. No sabe si tuvo un sueño o fue algo más.

Al momento, habría una explosión más cercana al campamento. Alex miraría la dirección y con una mirada, lograría ver más lejos. Sorprendido, intentaría notar que sucede. Mirando cómo puede, sabe que sus amigos están en peligro.

El anciano le tomaría del hombro. Llevándolo de regreso al centro del árbol. Los tambores resonarían lentamente a un ritmo de un ritual. En el centro de un circulo ceremonioso, Alex seria llenado nuevamente de símbolos, después de cremas, bálsamos y hiervas. Los tambores se calmarían de inmediato.

Los pequeños simios junto a otros más, le llevarían una “Armadura” tribal, hecha de placas de madera y piel de los insectos que el cazo. Una madera ligera pero muy resistente y flexible obra maestra de su cultura.

Goliat le explicaría que es mejor que una de placas modernas, este puede desviar balas de un calibre bastante alto y por la resina mesclada con quitina de escarabajos de fuego, es casi invulnerable al calor de las armas de plasma. Además de ser ligera y muy cómoda.

Alex seria vestido Una vez terminado el ritual. Tomaría la lanza ceremonial y la alzaría volteando a ver a los demás primates. Estos excitados,” y su más grande guerrero hasta ahora. Alex estaba listo para enfrentarse a lo que se venía. Estaba listo a volver al frente de la batalla.

El anciano se acercó y, junto con los simios, comenzó a preparar a Alex para su próximo desafío. En su brazo derecho, seria marcado con algunos tatuajes tribales.

Alex agradecería el gesto y su marca. Goliat se inclinó ante él.

—Estás listo, Lobo Blanco. Ve y muestra al mundo lo que has aprendido.

Los tambores resonaron mientras Alex alzaba su lanza ceremonial seria aclamado como su nuevo “Hermano”, mirando al horizonte. El guerrero estaba listo para enfrentarse a su destino.