Días han pasado, Alex ya recuperado inicia su entrenamiento. Goliat estaría junto al anciano, Alex arrodillado frente a estos, sin ropa en el torso, seria llenado de símbolos en su pelaje. Goliat sonreiría con los brazos cruzados. El anciano peinando su barba, se acercaría al terminar de los demás simios de pintar a Alex.
El lobo blanco abriría los ojos apreciando sus brazos. El anciano llegaría frente a él. Alex le guiaría su mano a su rostro. El anciano tomaría la pintura de un color negro opaco y pintaría una parte de su rostro con más runas Alex abriría sus ojos, mirando cómo puede su cuerpo, él ahora era un miembro de la tribu.
Los simios comenzarían a festejar y con sus tambores a golpearlos alegremente. El anciano pediría silencio con golpes en su bastón. Mirando a Alex le hablaría con sus señas.
- “Tu ser miembro oficial de tribu… Tu ser entrenado como guerrero, pero no pelear desde lo más fuerte”- El anciano tomaría su bastón y Goliat le subiría al balcón junto a la estatua. –“Iniciar desde el primer nivel, puede que sea tu cuerpo, pero tu tener que volverlo a dominar. Esto te costara tiempo, no tener mucho, así que, indicar al salir del sol y terminar a la puesta de este”- El anciano se acomodaba en un cojín.
En ese momento, Goliat llamaría a 2 simios, los que antes Alex había visto. Estos se inclinaron ante Alex, el lobo respondería de la misma forma. El anciano tocaría el platillo de metal. Goliat daría las indicaciones.
-Bien, escuchen, tienen una pelea a 7 puntos, el circulo hecho con lianas es su filete, salgas y serán descalificados, sin importar cuantos puntos tengan. Se vale usar trucos, trampas, pero tienen el límite en lo físico- Mirando a ambos equipos. - ¿Quedo claro?
Alex asentiría, parecía igual al entrenamiento de la base, y del que tubo antes de llegar. Así que sería fácil para él. O eso pensaría.
Iniciando la pelea, su primer contrincante tomaría un bastón largo con símbolos y runas en este, Alex haría lo mismo. Caminando cada quien, hacia el centro del círculo, el simio golpearía la vara con la de Alex, preparándose en su pose de batalla con el bastón en ambas manos, el simio empezaría a bailar con el bastón. Alex quedaría desconcertado, mirando hacia Goliat, al regresar la mirada, seria recibido por un fuerte golpe en el rostro.
Alex aturdido miraría todo darle vueltas, recordaría que la única vez que sintió esto, fue cuando se enfrentó contra todos los animas del consejo en la escuela. Intentando mantenerse de pie colocaría el bastón en el suelo, miraría que está pisando. Recuperado y sorprendido, observa que casi sale del círculo, tomando su arma nuevamente, miraría a Goliat con un gis, anotando 1 punto.
Alex enojado atacaría al simio. Usando su arma como si fuera una espada, lograría atinar varios golpes, pero serian contra restados con la otra arma. Jabulani tomaría su arma y con frenar un golpe de Alex, le daría en los dedos. Logrando que el lobo baje la guardia, recibiendo un golpe en la frente.
Lastimado y enojado, Alex seguiría dando golpes hasta que el simio, esquivando su arma, daría la vuelta rápidamente atrás de él y antes de que pudiera hacer algo, el simio le tiraría con su bastón. Alex caería y su cabeza recibiría todo el impacto. Goliat tomaría a Alex levantándolo y dando por ganada la lucha a favor del simio.
Alex recuperándose diría que aún no perdía. Mirando que la mitad de su cuerpo estaba fuera del círculo.
- ¿Cuándo fue que…? - Alex miraría sin palabras que perdió de unos pocos movimientos. –Es demasiado difícil pelear con este palo- Diría Alex bastante frustrado.
El circulo, aunque amplio, solo permitiría una caída antes de tocar las lianas. Sentado y sin entender que ocurrió. El simio le extendería la mano. Presentándose como Jabulani y su compañero como Lubanzi.
-Oye chico, le hiciste bien, pero te falta prestar más atención a donde pisas…- Aplaudiendo y bailando. - Peleas bastante bien, aunque esto no son palos como crees. Esto es un Knobkerry, si te fijas, tiene un peso al final del arma, esto sirve más para equilibrar el golpe de esta que como ataque y el arma que yo tengo es un Rungu- Mostrando las diferencias entre ambos palos. –Este sirve más como arma arrojadiza.
Alex estaba, aunque enojado, escuchando atentamente la explicación. Una vez tomo su arma, le enseñaron a cómo usarla de mejor forma. Alex nunca había manejado un arma así, siendo la primera vez que entrenaba en algo nuevo y extraño. Terminado la instrucción, volverían a pelear.
El lobo ahora con un mejor conocimiento, empezaría a dar más batalla, en el tablero se miraban el subir y bajar de los puntos. Alex tubo varios enfrentamientos, el sudor bajaba de su cabeza y su cuerpo temblaba en músculos que jamás había sentido. El simio esquivo sus golpes con destreza, Alex quería usar su habilidad, pero sabía que no podía depender de esta. Así que dio todo lo que tenía.
Jabulani riendo desconcentraba al agotado anima, de un golpe bien dado en su cabeza, derribo a Alex. Preocupado se acercaría al joven lobo. Con el puño alzado en el aire.
-Oye, chico. Tienes fuerza, pero no control. No es cuestión de golpear más fuerte, sino de saber cuándo hacerlo- Sonriendo mientras Alex se quedó quieto sin decir nada.
El simio le tendía la mano nuevamente Alex tomó la mano con resignación, jurándose que aprendería.
-En menos de una semana te derrotaré- Murmuró para sí mismo, encendiendo una chispa de determinación dentro de si.
Jabulani sonreiría, el anciano y Goliat igualmente, mostrarían una sonrisa. Alex estaba destrozado, pero aun podía moverse, tenía que moverse. Era hora de comer. Siendo llevado a la base del tronco, miraría más cuartos y casas dentro del árbol, en una enorme cornisa que servía como pasillo, caminaban todos. Entrando en unas puertas grandes un gran grupo de primates, iría a comer, escuchándose las risas y el buen humor, además del olor de la riquísima comida.
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Alex cansado y aun empapado en sudor, miraría una explosión en la distancia. Los cañones como muchos otros estaban destrozando naves. Alex recordaría su misión y el poco tiempo que paso en el campamento. Imaginando que sería de sus compañeros. Goliat iría por el lobo pensativo, a que se apresurara a comer. Alex entraría mientras otra explosión alumbraría la zona por unos momentos.
Deteniéndose unos momentos a ver la luz de la explosión, entraría junto a Goliat a comer.
Mientras en el campamento, los demás entrenaban hasta el agotamiento, patrullar y enfrentarse a escaramuzas en contra de soldados enemigos, debido al cañón, era imposible que tengan recursos, creando así que muchas zonas se pierdan, y los soldados aun disponibles, se enfoquen en proteger a los heridos y al campamento.
Steven, Félix y Gabriel estaban muy ocupados. Max por su parte, era atendido por Giovanny, tratado como un “Noble” aunque dentro del joven lobo la semilla de la duda estaba surgiendo dentro del lentamente.
Alex estando en la zona de comida, miraría frutas, agua, vino y jugos de muchos tipos. Además de lo que parece carne. Goliat le explicaría que es carne de “Insecto” Abundantes en esa zona. Alex la probaría, quedando maravillado por ese manjar. Mientras come, se percataría de unos pequeños simios observándole.
Uno de ellos se les acercaría y en otro “idioma” le haría una pregunta. Lubanzi le traduciría mientras Alex intenta bajar la comida con ayuda de un vaso de jugo que le dio Goliat.
-Él te pregunto que si eres un guerrero de las estrellas- Comiendo de un bocado un mango.
-Sí, soy un guerrero de las estrellas- Sonriendo orgulloso.
El joven anima le miraría con miedo. Alex extrañado preguntaría que ocurre.
-Bueno… los “Guerreros de las estrellas” nos han quitado nuestros recursos desde hace tiempo. Ellos son… “Malos” para nosotros…- Bajando la mirada triste.
-Bueno… yo soy un Guerrero de las estrellas, pero no soy como ellos- Alzando su cuerpo cansado de la silla. –Yo terminare esta estúpida guerra y llegare al poder para cambiar toda la situación… Sé que será un viaje muy largo y peligroso… Pero por ahora, terminare la guerra lo más pronto posible y hare que regrese la paz a estas tierras nuevamente- Los simios hacían ruidos aceptando la promesa de Alex.
El grupo de cachorros miraran a Alex con luz en sus ojos. Corriendo y celebrando que la guerra terminara rápido. Alex sonreiría, pero dentro de él, la preocupación y tristeza le llenaría su mente. Goliat le sacaría de su transe y comerían felices, mientras que, al siguiente día, a Alex le llegaría el inicio de un entrenamiento muy intenso.
Alex al terminar de comer, se sometería a un entrenamiento para su cuerpo y mente. Ejercicios hasta el más hartazgo cansancio, como bañarse en agua helada o hirviendo. Logrando que su piel y cuerpo se vuelva más resistente al castigo. Al terminar el día, llegaría casi muerto a su cuarto, vendado y con moretones, pensaría en que si podría afrontarse de nuevo a esto.
Explosiones en el cielo le recordarían que hay una guerra que pelear y tiene una promesa que cumplir. Alex cansado pero decidido, haría los ejercicios nuevamente, llegando al máximo de su cuerpo.
La mañana siguiente, la rutina siguió, siendo molido a golpes, practicar con las armas, comer, y ser más molido en el entrenamiento, antes de dormir entrenar más. Decidido a mejorar. Pasando los días hasta completar la semana. Alex sentiría el cuerpo pesado, pero por una extraña razón, con energía.
El simio se pararía enfrente de él, chocando armas. Jabulani atacaría nuevamente desde el piso, Alex daría un salto hacia atrás, dando una vuelta, quedando en pie casi saliéndose de la línea. Jabulani atacaría seriamente, dando golpes y fintas, Alex esquivaría estas, con su arma, engañaría al primate de un lado a otro, metiéndole un golpe leve en la nariz.
Goliat anotaba 1 punto. Alex golpeaba con mucha más maestría, Jabulani viéndose acorralado, esquivo un golpe de Alex al tiempo que le ponía el bastón para que callera. Pensando que Alex salió de la arena hablaría presumidamente.
-Pensaba que dijiste que me derrotarías en una semana… No esperaba mucho de un novato como…- Un golpe sordo en la cabeza le sorprendería.
Alex había conseguido detenerse con su bastón, subiendo sus pies en la punta de este, manteniendo el equilibrio, miraría al simio hablar sin verle, bajando de su arma, tomándola en el aire con un giro, le metería un golpe bastante fuerte al simio.
Jabulani. Sentiría el golpe, Alex le dejaría recuperarse, mientras demuestra su habilidad con su nueva arma. Alardeando con movimientos de esta. El simio se prepararía en modo de defensa, Alex atacaría sin darle respiro. El simio mantendría el arma con una sólida defensa.
Alex aprovecharía esto y le golpearía los dedos con su mango. Logrando que baje su arma y golpeándole en la mandíbula levemente. Jabulani sentiría el golpe y cuando se dispondría a atacar, un gong sonaría a lo lejos.
Goliat marcaba 7 puntos, además que el primate había salido del círculo. Jabulani, sonriendo le entregaría su arma y se inclinaría ante Alex. Los que le verían, le celebrarían su pequeña victoria.
Alex cenaría mucho más feliz y confiado en sí mismo. Regresando su habitación, cansado y adolorido. Pensaría en que, aunque le falta mucho, acaba de avanzar un paso, que el tiempo será un gran aliado como el peor enemigo.
En otro lugar, un reptil miraría su tableta mientras alguien conocido con un traje ahora negro, afilaría una espada Gladius. Un mensaje le llegaría a su tableta.
-Bien, Max. Es hora de que pagues los lujos que te doy. Necesito que despejes esta ubicación.
Max miraría la tableta y con unos ojos completamente negros aceptaría el encargo, saliendo de la carpa.
-Empezabas a revelarte, solo espero que no sufras una sobredosis. O se me acabe la droga… Lo que ocurra primero, serás un problema menos cuando acabe… AJAJAJAJAJAJA…- Risas se escuchaban salir del bosque.
Max avanzaba entre la maleza, sus ojos completamente negros reflejaban la falta de juicio y conciencia que alguna vez estuvo allí. Su respiración era pesada, como la de un animal acechando a su presa.
—Encuentra y elimina, —había ordenado Giovanny. La voz del reptil resonaba como un eco dentro de su mente nublada por la droga.
Los soldados de Pradera Verde, desprevenidos en su campamento, ni siquiera tuvieron tiempo de reaccionar. Max apareció como un relámpago, derribando al primero con un golpe brutal. Sus movimientos eran rápidos, pero faltos de sutileza. Cada ataque era más errático y sangriento que el otro, y su fuerza desmedida dejaba un rastro de destrucción a su paso.
Cuando el último soldado cayó, Max permaneció de pie en medio del campamento, cubierto de sangre y tripas. En sus ojos no había expresión, solo vacío. Pero por un breve instante, un destello de duda cruzó su mirada.
—¿Qué... Hice? - Mirando sus manos llenas de un rojo carmesí.
El pensamiento fue fugaz, ahogado por la risa fría de Giovanny que resonaba desde el comunicador de su muñeca, alumbrando su rostro manchado de rojo.
—Buen trabajo, Max. Vuelve al campamento. Aún no hemos terminado- La voz de Giovanny se escuchaba en su brazalete. - ¡Obedire! - Se escuchaba en el comunicador.
Max apretó los dientes, su cuerpo temblando regreso a su estado salvaje. Sintiendo las ganas de más sangre, se contuvo, porque las órdenes eran claras, y no podía desobedecer. Sin emitir un sonido, giró sobre sus talones y se perdió en la oscuridad de la selva mientras la lluvia caía tras su paso.