Alex seguía al profesor Albert un mapache regordete con pantalones cafés, chaleco verde y un monóculo de bronce con una larga cadena que llegaba a su saco. Alex caminando de cerca al maestro, saliendo de la oficina, bajando las escaleras, Carric fumaba un puro, mirándolo con culpa de reojo. Alex mirándolo levemente, seria guiado por el mapache, juntos caminarían hacia la derecha, a el pasillo del fondo, junto a 2 enormes puertas de roble oscuro.
El lugar es más grande de lo que realmente se veía. Caminando por un pasillo de mármol lustroso y ladrillo blanco en las paredes. Miraría las enormes cristaleras y apenas alcanzando a ver por su tamaño, un bosque detrás de ambas puertas que recién pasaron. Donde la luz apenas era visible, al final de este, un enorme puente de mármol, y debajo un domo de cristal.
Mirando sorprendido, Alex no se daría cuenta del Profesor que paro su paso. Chocando contra él, Albert sonreiría con una alegre carcajada y abriría una puerta de las muchas que había al lado contrario de la pared. Un panel de color bronce decía: “Salón A-5”
El maestro entraría levemente mirando a sus estudiantes hablando y riendo. Pidiendo a Alex que se quede hay un momento, tomando sus cosas. Albert con un movimiento de su mano saco algo con nano partículas azules, un portafolio y un peine, ordenándose rápidamente. Desapareciendo el peine como apareció, Alex miraría sorprendido lo que haría el profesor. Albert entraría a la sala a pedir silencio y orden, llamando la atención de varios. Alex asomaría levemente la cabeza mirando a los animas con curiosidad y algo de miedo. El maestro pasando lista le diría el nombre de cada cachorro a Alex uno a uno.
Mientras escuchaba y veía, una pequeña chita de pelaje beige y tonos marrones, miraría a la puerta abierta que dejo el profesor al pasar. Mirando a Alex sorprendida abriendo de par en par unos hermosos ojos Violeta. Curiosa de él joven lobo que asomaba tímido por el umbral de la puerta, empezaría a dar aviso a sus compañeros. Todos lentamente verían al cachorro que seguía maravillado mirando todo el cuarto.
Albert con la cabeza agachada en su escritorio no se percataría de que casi todos estaban ahora del lado izquierdo de la sala, asomándose por varias ventanas. La pequeña felina con una dulce voz saludaría al joven lobo. Alex se percataría saliendo de su vista asustado de que lo hayan visto, ella intentando verlo de nuevo seria interrumpida por el profesor, revelando su nombre: Anna Miriam Reed Neil.
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Alex miraría detrás de la puerta para ver a los estudiantes, con miedo de querer irse, sentiría como un alguien le empujaba. Esta vez tomando la otra mitad, abriéndola sin querer, cayendo de cara hacia el piso, mirando rápidamente atrás, un anima con un traje militar y una sonrisa se desvanecería en una luz blanca frente a sus ojos. William lo miraría bastante feliz que su primo este con él en su salón. Mientras los demás cachorros irían a verlo juntándose sobre él, Albert se percataría de esto. Movilizando al pequeño tumulto.
Anna, la felina, le extendería una mano cubierta con un guante. Alex mirándola a los ojos, sentiría que su pecho fue atravesado, sonrojándose mientras toma su mano, ayudándolo a pararse del suelo.
- G-Gracias…- El lobo blanco no dejaría de ver esos hermosos ojos violeta que le cautivaban.
-Bien, todos a sus lugares- Tomando a Anna del hombro y esta dirigiéndose a su lugar, Albert vería a Alex perdido, mirando aun a Anna, cerrándole la boca, regresándolo a la realidad.
Alex miraría al maestro, que regresando a su escritorio le pediría decir su nombre en voz alta para anotarlo. Alex miraría al frente bastante nervioso. William le animaría a hablar. Mientras que Anna lo miraría coqueta y curiosa, Alex se pondría mucho más nervioso, dándose la vuelta, mirando el pizarrón gigantesco de color verde. Tomaría una tiza y con la mano temblorosa escribiría como podría con una buena cursiva su nombre: “Alexandr Vladim Morosov”.
Los estudiantes bastante asombrados por los apellidos de Alex, empiezan a murmurar por toda la habitación. Alex sintiéndose abrumado por lo que dicen, logra escuchar lo que unos dicen de su padre o de otros, donde su padre no fue alguien tan grande. Abrumado, recuerda a quien le empujo, junto a una sonrisa muy familiar. Alex susurra una simple frase: “Papa no me dejes solo…”.
Albert calmaría a la clase y seguiría la presentación. El maestro le pediría escoger asiento, Alex a los pies de los pupitres que subían como escalera. Del lado derecho miraría a Wallas, quien le llamaría a estar con él. Mientras que, en otro lado, Anna le sonreiría llamando su atención y con un gesto, le pediría sentarse con ella. Alex bastante nervioso pensaría las cosas.
Estresado y su cabeza trabajando a su máxima capacidad, detendría el tiempo como otras veces, mirando a su alrededor, pensando que hacer. Elige entre un “amor” a primera vista o un amigo que sabe que será muy leal a él. Alex respiraría y se tomaría su tiempo. Terminando el efecto y más relajado, daría un paso a la decisión que cambiaría su camino.