El joven Lobo Blanco despertaría lentamente, el lugar olería a Moho y oxido. Un aroma que era asqueroso pero familiar a su vez. Tal vez de sus días en el taller con Otis y el escuadrón de ingenieros de su abuelo. La última vez que los vio, estaba en la academia, antes de iniciar la guerra.
Recobrando el sentido, seria asaltado por voces que resonarían en el cuarto. Alex tomando el lugar donde está, sentiría un colchón húmedo y grasiento. Al levantarse, miraría a unos 5 animas. Una hiena bastante subida de peso, un Huron con lentes y un overol con muchas herramientas, Un Ciervo de crestas aun pequeñas con un monóculo y agujas guardadas en su brazo, Un caimán de color rojo, con cicatrices y bastante fornido y un leopardo de Color Rosa y naranja. Antes de poder hablar sentiría un hilo de sangre caer de su frente, en ese momento un Lobo negro con pecas blancas llegaría corriendo, agitado y detrás de él, un médico para atender a Alex.
Después de una revisión rápida y unas puntadas, el medico se retiraría dejando su tarjeta para que llamen y él pueda ir sin necesidad de perder tiempo, Alex la tomaría y agradecería el tiempo. Mirando a los animas en el cuarto, y el lugar. Una habitación apretada, con l6 literas a los lados llenas de sabanas rotas y roídas, manchas en las paredes, luces tenues y una parpadeante que parecería morir pronto, una mesa con armas y materiales oxidados, además de máquinas y líquidos podridos apestando el lugar. Todos menos el lobo, mirarían a Alex completamente sorprendidos. Alex sabiendo que nadie se presentara él toma la iniciativa.
-Hola, soy Alexandr V. Morosov. Soy nuevo aquí y me mandaron para tomar el rol de…- Mirando la hoja, sonriendo por los garabatos de Gustav, encontraría su rol. –Capitán de 1° división… Así que espero que todos nos llevemos bien y que me pongan al corriente de lo que sucede- Mirando a su alrededor esperando respuesta.
El Lobo Negro miraría a los demás y con un suspiro y una queja “No necesitamos inútiles nobles” Sin mirar atrás abandonaría el cuarto. Alex intentaría decir algo, pero sería interrumpido por el leopardo.
-Tranquilo… Yo me pondría igual si me arrebataran mi puesto después de tantos fracasos… Soy Steven, por cierto “Come libros” porque siempre leo mucho- Estirando su mano a Alex. –El reptil con esteroides es Oscar “Muro de piedra” Si lo golpearas te romperías tu mano, el de la cara larga es Thomas “El payaso” aunque… ahora está de luto…, El Ciervo que juega a Frankenstein es Gabriel “Doctor” El tiene el rol de ingeniero de armas, pero parece que sabe más de medicina, por no tener materiales o él te hubiera sanado. Y por último… el que salió molesto es Max Donovan “Manchas” Nuestro líder… o Antiguo Líder de pelotón… Hasta que…- Steven miraría la puerta. – ¿Y a ti como te dicen? - Mirando con una ceja encorvada al lobo.
-Yo… no tengo un apodo- Alex miraría al grupo amaizando el entorno.
-Tranquilo, te ganaras uno en poco tiempo- Steven regresaba a su “cueva” una litera con una cobija vieja tapando la entrada, Alex miraría su cama y colocando sus cosas arriba, acomodaría todo para descansar después de un duro y extraño día. Mañana iría por órdenes e intentar acercarse a sus nuevos compañeros.
Una noche dura asecho al joven Lobo. Puesto que el constante olor e incomodidad, no dejaron que pegara ojo. Al amanecer, Alex despertó a su tropa. Con una lista en mano, preparándolos para las tareas a las 4 am. Aunque muchos querían matarlo, Alex mostro su determinación levantando a todos, llevándolos a trotar 20 kilómetros, muchos querían parar, pero el lobo los perseguía con un taser, logrando motivarlos.
Casi muertos mirarían asombrados al Lobo Blanco, que apenas sudando seguiría con mucha más energía. Caminando a paso lento mientras Alex trota para calentar, llegarían a una zona enorme en el centro del lugar, un na zona donde había árboles, pasto y tierra, además de un techo que simulaba el cielo azul. Alexandr les daría la bienvenida nuevamente al “Domo”.
-Bien venidos al “Domo”, seré breve, tenemos que terminar lo de la lista y podremos ir a comer algo, así que seamos rápido- Los demás animas desanimados intentarían resistir el resto del día.
- ¿Crees que queremos estar aquí? El único que nos traía era…- Manchas recordaría con tristeza su perdida.
-Bueno muchachos, sé que perdieron el derecho de entrenar aquí… después de…- Alex miraría a Manchas, este con enojo intentaría no llorar. –Manchas, no fue tu culpa lo que le paso a Jones, todos morimos, y error o destino… Eso no lo traerá de vuelta. Lo sé muy bien- Alex sacaría un collar donde estarían sus 4 amigos de cachorros, recordando por que hace esto. Manchas miraría a Alex con enojo y dudas. - Bueno, tenemos ejercicios que completar y después el desayuno- Alex tomaría un silbato y su tableta, antes de poder sonarlo, seria interrumpido por Manchas.
-Dime, ¿porque crees que somos iguales? - Mirando a Alex de espaldas, buscando respuesta. –Tú has vivido en cuna de plata, mientras que nosotros estamos aquí por dinero o necesidad… Tú lo haces nada más que por poder o algo así- Alex se daría la vuelta y miraría de a manchas.
- ¿De verdad quieres saber? - Alex pensativo en lo que hará.
-Si… Demuestra que no eres uno más del montón- Manchas se cruzaría de brazos, esperando la respuesta de Alex.
Sin mediar palabra, le pediría que lo siguieran, aunque reacio, Max intrigado le seguiría. Alex y su grupo llegarían a una parte del campo, vieja y descuidada, un letrero de madera podrida tendría el nombre Unidad Z, tirado a un lado del camino, llegando a lo que parece una zona de lucha. Alex dejaría sus cosas y colgándose su collar. Retaría a Max.
-Si puedes quitarme mi collar a mano limpia, te diré que, quienes y porque digo que somos iguales. Sé que perdiste a tu hermano por una enfermedad mortal y que eres del barrio minero, además que él era el anterior líder a ti- Max miraría a Alex con una sorpresa en su rostro. Mientras el se coloca vendas en sus manos. –Leí el expediente de todos, si me ganas 1 vez, te diré lo que esconde el collar, si me ganas 2 veces, te dejare mi expediente, si me ganas una 3 vez… Te regresare el mando del equipo sin queja.
Manchas asombrado y confiado por las reglas se prepararía, dejando sus cosas con los demás se subiría al “Ring” un templete de hormigón con 4 estacas. Los demás animas apostarían a su ganador, Steven miraría asustado lo que pasara.
-Las reglas son las siguientes, La pelea es a los 8 puntos, si sales de los troncos (Señalando el límite de estos) pierdes 1 punto, si llevas a tu oponente a una esquina y haces que su espalda toque el tronco, ganas 2 puntos, si consigues tirar 2 veces al oponente, es 1 punto y si lo sacas al suelo, son 5 puntos- Alex miraría al otro Lobo desafiándolo con la mirada.
-Si es así de fácil. Creo que poder vencerte en solo 3 rondas- Manchas hablando con completa confianza se acomodaba los huesos y articulaciones.
-Steven, toma un palo y anota el marcador en la tierra- Acomodando su cuello, saltando con mucha energía en el ring.
Alex no podía evitarlo. Su respiración era rápida y sus músculos se tensaban, pero su mirada no dejaba de enfocarse en Max. El lobo teniendo una pose a la defensiva, aunque aún había una energía que quemaba dentro de Alex, una energía que había estado guardando para este momento. La pelea iba a ser más que solo un intercambio de golpes, iba a ser sobre quien debería tomar el manto de líder.
Max estaba frente a él, furioso, confiado, con su rostro lleno de ira. Las cicatrices de su pasado eran tan evidentes como su ego herido. El brillo de sus ojos decía todo lo que Alex necesitaba saber: esta era una pelea que no solo involucraba su liderazgo, sino el reconocimiento de quién realmente tenía el control.
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“Vamos a ver qué tienes, cachorro”, pensó Max, seguro de que podría arrollar a este joven que acababa de llegar. Pero no sabía lo que estaba por venir.
Primer Ronda:
Max dio el primer paso. Con una velocidad sorprendente para su tamaño, dio un paso hacia adelante, frenando en seco, levantando su pierna con fuerza y lanzando una patada directa hacia la cara de Alex. El impacto sería devastador si tocara su objetivo.
Pero Alex estaba preparado. De alguna manera, logró anticipar el movimiento. Su instinto le decía que no esquivara, sino que lo usara en su beneficio. Con agilidad, se echó a un lado y, al mismo tiempo, agarró la pierna de Max, usando su impulso en su contra.
El lobo de pelaje negro intentó recuperar el equilibrio, pero Alex no lo dejó. Con un rápido movimiento de cuerpo completo, empujó a Max hacia la esquina del ring, el tronco de madera lo golpeó con un ruido sordo.
"2 puntos para mí," Alex grito y anotó Steven, observando el combate con una mezcla de asombro y miedo.
Max se levantó, frotándose el costado, claramente sorprendido por la destreza de Alex. Este no era el cachorro noble debilucho que esperaba. No solo estaba en juego la pelea física, sino también su orgullo.
Segunda Ronda:
Max, más agresivo ahora, se lanzó de nuevo hacia Alex, esta vez con una serie de puñetazos rápidos y furiosos. Cada golpe venía con la intención de derribar a Alex, y cada golpe se sentía como una carga de peso contra el aire.
Pero Alex seguía su ritmo, esquivando a la izquierda, luego a la derecha. La precisión de sus movimientos era impecable, como si estuviera bailando, guiado por algo más que pura habilidad física. Sintió la brisa de un puñetazo que pasó justo al lado de su rostro, casi rozándole. La adrenalina le recorría las venas.
En el siguiente movimiento, Alex aprovechó el descuido de Max, metió el pie entre sus piernas, y de un empujón violento con el hombro lo derrapó al suelo. Max cayó pesadamente, el rostro golpeando el suelo con un sonoro "¡Thud!"
"1 punto para Alex" dijo Steven, agitando la rama en el suelo.
Max gruñó y se levantó rápidamente de un salto, ahora más enfadado que nunca. Esta no era la lucha que esperaba.
Tercera Ronda:
Ahora la pelea se sentía diferente. El ambiente estaba cargado de tensión. Max estaba cansado, pero su furia lo impulsaba a seguir. No había vuelta atrás.
Alex podía verlo en sus ojos: la desesperación de alguien que se aferra al único poder que le queda. Max avanzó una vez más, pero esta vez Alex estaba listo para lo que viniera. La presión estaba sobre él, pero sabía lo que tenía que hacer. Ya no era solo un combate físico. Era un combate de mente y cuerpo.
Max intentó abrazar a Alex, buscando inmovilizarlo con su fuerza bruta. Alex se dejó atrapar, pero no por mucho. Con un giro rápido de su torso, logró deslizarse entre los brazos de Max, y con una patada fuerte en su abdomen, lo hizo caer de espaldas, sacándolo del ring.
"¡5 puntos para Alex!" Steven gritó mientras todos los demás animas estaban atónitos ante lo que acababan de presenciar.
Max, aturdido y claramente derrotado, permaneció un momento tirado en el suelo, recuperándose del golpe. Miró a Alex, esta vez sin el odio, sino con una mezcla de respeto y sorpresa.
"Bueno, creo que eso fue todo," dijo Alex, respirando pesadamente, pero con una sonrisa tímida en sus labios. Acercándose a Max extendiendo su mano para ayudarlo a pararse.
Max, aunque enojado y molesto por la derrota, entendió algo que no había comprendido antes. Alex no solo había vencido en la pelea física, sino que también había demostrado algo mucho más importante: La determinación y La compasión de un líder.
Con un suspiro pesado, Max se levantó lentamente ayudado de Alex. Ya no estaba tan seguro de sí mismo, pero el respeto por su líder había cambiado. Alex lo miró, viendo que el orgullo de Max había sido doblemente golpeado, pero también que había algo más en su mirada. Era respeto.
"Te ganaste mi respeto, Lobo Blanco," dijo Max, su tono mucho más bajo ahora. "Tal vez… tal vez eres digno de este puesto."
Alex no dijo nada, solo lo miró. Sabía que este tipo de respeto no se ganaba solo con peleas, pero hoy había ganado mucho más que una simple victoria. Había demostrado que el verdadero liderazgo no se construye solo con órdenes, sino con acciones. Y ahora, su escuadrón lo miraba de una manera diferente.
Un rato después, los demás terminarían haciendo ejercicio sin rechistar. Alex miraría a Max, que herido, estaría ahora más tranquilo. Alex con calma tomaría el silbato, acabando el ejercicio, todos descansando, sería casi hora de desayunar. Alex miraría al escuadrón dándoles agua y con una sonrisa tímida hablaría.
- ¿Quieres saber porque estoy aquí? - Mirando Alex al suelo.
Todos en el escuadrón callados y atentos, Manchas confundido por que el perdió la apuesta.
-Mi familia murió hace años salvándome… Mi padre, mi abuelo, pensé estar solo- Mirando hacia arria, al “cielo” Suspirando pesadamente. –En la vida me acogieron, Kírov y Mikaela… Wallas, su hijo es mi amigo… Y tuve otros amigos en la academia- Mirando al suelo intentando no llorar. Alex tornaría su collar y se los prestaría. –Sus últimas palabras antes de separarnos fueron “Gracias por ser nuestro amigo” … Después de eso, decidí que iba a cambiar las cosas, iba a cambiar la galaxia. Sé que no puedo solo, así que estoy buscando toda la ayuda posible. Sé que es un sueño que muchos han tenido… pero yo sé que, si muchos soñadores nos juntamos, ese sueño se hará realidad- Sonriendo sintiendo la briza fresca.
El escuadrón quedaría atónito por sus palabras. Max ahora miraría a Alex como alguien de igual a igual… No, como alguien en quien aspirar. Alex miraría la hora y tomando su collar, los llevaría al comedor mientras se limpia la cara.
Los demás pensarían en lo que tienen y lo que pueden perder si los echan de ese lugar. Terminando el desayuno, regresarían al camarote todos adoloridos. Alex se iría a revisar unas cosas. Todos sin mediar palabra, sabrían que piensan los demás, aprovechando el tiempo restante antes de la comida, limpiarían la barraca y harían un mejor espacio a su ahora “Capitán” Horas después, Alex llegaría con un sobre rojo y mirando el cambio del cuarto, ahora sin basura y mejor ordenado, además de una litera y una mesa para él. Max le entregaría su insignia con dolor, aunque tiene el ego destrozado, sabe que perdió legalmente. Sonriendo a Alex.
Agradecido con el gesto, les permitiría el resto de la tarde libre en lo que iba a ver a alguien, los soldados, agotados caerán rendidos en sus camas.
Alex caminando hacia el elevador, con una hoja con un mensaje “Urgente” Subiendo al nivel más alto, siendo observado por otros, que extrañados se pensarían quien era y que hacia subiendo a lo más alto un novato. Llegando a su destino, Alex saldría del ascensor. Banderas de Guardia Roja estarían colgadas en toda la zona, nervioso llegaría a la recepción. El asistente molesto que alguien de Colmillo azul y más un “Capitán Novato” se encuentre en ese lugar. Además de oficiales de Guardia Roja de alto rango.
Una lluvia de insultos después, el asistente recibiría una llamada de Gustav, si su invitado estaría ya llegando. Alex mostraría su sobre rojo y los altos mandos, perderían por un momento el color de su pelaje. Permitiendo entrar al Lobo, con disculpas a cada paso que daba. Alex extrañado por su cambio repentino, llegaría a una sala enorme con un escritorio de madera fina de color rojizo y una silla de cuero negro.
Gustav se daría la vuelta con una mirada de miedo, tomando de lo que parece Whisky. Al momento se volvería a ver otra expresión, felicitando a su camarero. Alex se quedaría quieto con la carta en mano. Gustav apenas se daría cuenta.
- ¡Joven Morosov! ¡Qué bueno que pudiste venir! ¿No tuviste problema con Charly… Verdad? - Otra mirada sombría se reflejaba en su rostro.
- ¿En recepcionista? No… Solo tuvimos un desliz… Pero… ¿Para qué me busca señor? - Alex tomaría algunas precauciones, puesto que aún no sabe cómo es el ánima que tiene enfrente de él.
-Ven, siéntate, tengo algo que… negociar- Alex se quedaría parado, recio en su mirada a tomar asiento. –Me gusta esa actitud desafiante… Pero no cuando es conmigo- Alex sentiría un escalofrió.
-Estoy bien, solo vine porque me llamo señor- Alex intentaba estar lo más lejos posible.
-Bueno, como quieras- Sacando una botella de ron y tomando de más de la mitad de esta. –Sé que tienes al peor escuadrón en esta base. Pero viendo tus calificaciones y tus logros, sé que pueden lograr cosas grandes- Alzándose mirando a la ventana detrás de él. Toda la instalación interior se vería detrás del cristal. –Así que les daré su primera misión…- Arrojando un sobre a Alex. –Lee esto, si necesitas cualquier cosa pídela, quiero que este apunto tu equipo dentro de 3 días- Terminando la botella de otro sorbo.
Ales se daría cuenta del poco tiempo que significaba eso.
-Señor, con todo respeto, 3 días es nada…- Mirando a Gustav con molestia.
-Hazlo, solo alguien como tu puede hacer funcionar un grupo tan dividido como ese, y si no lo consigues, o lo haces sobre la marcha o terminaras muriendo- Saliendo al balcón, arrojando la botella al aire y con un desenfunde rápido, destrozándola en el aire. – ¡Que tiro! - Alex asentiría pensando en lo que le dijo el General.
Llegando a las barracas nuevamente, miraría a todos dormidos, dejando sus papeles en el escritorio tomaría el silbato y lo sonaría levemente, despertando a todos para ir a comer. Una vez n el comedor, con más tranquilidad, charlarían y se pondrían al día con sus vidas antes del ejército. De regreso, Alex pediría una lámpara de mesa, solo dándole una rota, teniendo que improvisar una con su linterna, Alex abriría el sobre, revelando su primera misión.