John abre los ojos y un camino montañoso, flanqueado de pinos, aparece enfrente de él. Está sentado en el asiento del acompañante de un Cadillac que se mueve por la carretera rápidamente. A su izquierda, un joven hombre de pelo rojo se encontraba concentrado manejando el vehículo. Cuando lo escucha despertar, aparta la vista de la ruta por unos segundos para mirarlo y, con una sonrisa y un tono juguetón, le dice -Buen día, dormilón, pensé que me ibas a dejar conduciendo solo todo el camino. En serio, John, a veces no entiendo cómo puedes dormir tanto.
La voz familiar hace que el hombre se congele por unos segundos, buscando las palabras que decir, pero lo único que logra soltar con un tono de incredulidad es -¿Murphy?
-Vamos, John, ¿pasar tanto tiempo durmiendo te dio amnesia? Sí, soy Murphy, tu vecino, uno de los pocos amigos que tienes, el tipo al que todavía le debes 5 dólares por la apuesta que hicimos sobre el peluquín del señor Johnson -El hombre pelirrojo contesta con un claro tono burlón entre sonrisas.
John también empieza a reír y la bruma mental del despertar se borra, siendo reemplazada con jovialidad juvenil y enderezándose dice -No seas pendejo, la apuesta la gané yo.
-Mierda, te acordaste, sabes que tenía que intentarlo, ahora la verdad, ¿quién hubiera dicho que un peluquín fuera tan inflamable? -pregunta Murphy mirando brevemente a su acompañante con sus ojos color esmeralda.
-Sí, fue impresionante, ahora lo pensarán dos veces antes de usar fuegos artificiales en las asambleas- responde John en broma, ambos hombres se ríen por unos segundos y cuando las risas se detienen agrega- ¿Adónde estamos yendo?
Ante la extraña pregunta, el conductor lo mira preocupado y en un tono serio dice -Hey, era broma lo de la amnesia, ¿te encuentras bien?
-Sí, sí, solo tengo mucho en la cabeza últimamente y a veces me olvido de ciertas cosas- explica el hombre de manera rápida.
-Ok, pues vamos a la cabaña de Rachel a pasar el fin de semana, Edwin trae las cervezas, Michel la hierba y nosotros las botanas. Ya sabes, ¿cómo nos pediste que hiciéramos? ¿Estás seguro de que estás bien?
-Ya te dije que si solo es que he tenido sueños medio raros y...- John intenta explicarse cuando de repente Murphy lo interrumpe frenando de golpe y estacionándose al costado del camino.
-Wow bro, te está sangrando la nariz -dice el conductor mientras busca en la guantera un pañuelo y se lo da.
John se lleva las manos a la nariz y sus dedos tocan algo húmedo que sus ojos confirman es sangre. Cuando vuelve a levantar la vista para ver a su amigo, lo único que ve es el rostro de Evergreen limpiando su cara con un paño húmedo.
Los ojos de ambos se cruzan por unos segundos y una sonrisa cálida se dibuja en la cara de la mujer. Con una voz rasposa, el hombre pide un vaso con agua; ella se lo da lo más rápido que puede, ayudándolo a sentarse para que pueda beber.
-Toma despacio John, ¿cómo te sientes? -pregunta Evergreen con un tono de preocupación.
-Como si me hubieran aplastado la cabeza con un tractor, sin contar la cantidad de traumas que he desarrollado en las últimas horas- responde el hombre después de terminar el vaso y pedir otro
-Días-corrige casualmente la mujer mientras toma la copa, la llena con el agua de una jarra cercana y se la devuelve.
- ¿Días? ¿Cómo cuántos días? -Interroga el hombre, pánico deslizándose en su voz mientras toma el vaso.
-Una semana más o menos-responde ella después de una ligera pausa.
- ¿Desde la última vez que me desmayé? - Pregunta asustado de la respuesta, ¿quién sabe cuánto tiempo pasó desde que había perdido el conocimiento? ¿Lo estarán buscando? ¿Lo dieron por muerto? ¿Qué pasó con su auto? Las preguntas se empiezan a apilar en la mente de John.
-No, desde que llegaste, desde la última vez que te desmayaste, solo pasaron un par de horas- aseguró la curandera con una ligera sonrisa.
Ante la respuesta, John se deja caer en la cama, acción de la cual se arrepiente de manera inmediata debido a que su cuerpo malherido empieza a quejarse.
Sin tener que decirle nada, Evergreen saca de su extraño sombrero un frasco con pastillas y le pasa un par al convaleciente que este procede a consumir de manera inmediata, haciendo que, después de unos minutos, los dolores que le recorrían el cuerpo se entumezcan temporalmente.
Mientras esperaban a que las pastillas surtieran efecto, Evergreen sale de la habitación para vaciar el orinal y, mientras señala hacia el bastón a los pies de la cama, le recuerda a John que el baño se encuentra al final del pasillo, por si necesita usarlo. El hombre asiente y la gran mujer vuelve a agacharse para pasar por la puerta, que luego cierra de manera ligera.
El tiempo pasa y él mira el techo, su mente vaga en busca del significado que pudiera tener el sueño que acababa de pasar. Todavía podía escuchar el sonido del auto en sus oídos y oler el aroma a pino del aromatizante barato que colgaba en el retrovisor. Hacía años que no soñaba con su pasado, al menos de una manera tan agradable como esta, y la noción de que tal vez esté por fin dejando el pasado atrás enardece un poco la llama de la esperanza en el pecho del hombre.
Si bien quería seguir perdiéndose en las buenas memorias del sueño, el gruñido de su estómago lo trae a la realidad y con esfuerzo se incorpora para responder el llamado de la naturaleza. Estirándose, toma el bastón, un poco largo para él, y con una gran medida de esfuerzo intenta levantarse. Los primeros pasos son difíciles y tambaleantes, teniendo que apoyarse en la silla cercana para mantener su balance, pero cada paso posterior se vuelve más y más firme hasta el punto en donde puede mantenerse de pie solo con la ayuda del bastón.
La puerta se abre a un pasillo hecho de piedra, con varias puertas cada una con nombres, que asumía, eran de sus propietarios; solo 4 de las puertas no tenían uno. A su derecha el pasillo continuaba hacia una intersección, en cambio, a su izquierda este terminaba en una puerta con las siglas W.C. en un cartel.
John avanza lo más rápido que su cuerpo le permite y llega al baño, agradecido por la existencia de plomería interna a pesar de lo antiguo que parecía la estructura. Hace sus asuntos, se limpia, tira la cadena, se lava las manos y se dispone a volver a su habitación. cuando llega a la entrada, ve una figura parada enfrente de la abertura.
Casi tan grande como Evergreen, el inmenso hombre ocupa completamente el marco de la puerta evitando el paso. Sus definidos músculos envueltos en una piel oscura como la obsidiana sobresalían de una remera impecablemente blanca que imitaba el color de las rastas que cubrían su cabeza. Al escuchar el sonido del bastón golpeando en el piso de piedra, mira a su derecha. Dos ojos grises como un cielo nublado observan a John de arriba a abajo y, con una voz grave que hace vibrar el aire mientras extiende su brazo, ofreciendo un apretón de manos, dice-Señor Dole asumo, mi nombre es hermano Guardián.
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-Sí, John Dole, un placer conocerlo, hermano Guardián, ¿en qué puedo ayudarlo? - Responde mientras acepta el saludo.
-Solo necesito hablar con usted sobre unos temas de su estadía, pero porque no hablamos adentro de la habitación, no quisiera hacer que se quede parado en su estado actual- responde Guardián haciendo un paso hacia el costado dejando libre la puerta.
- ¿No me interrogarán otra vez, ¿verdad? Soy propenso a desmayarme cuando me interrogan—el forense bromea a medias mientras atraviesa el umbral.
-No, yo no me encargo de eso, además pareciera que el hermano Narciso ya se encargó de buscar toda la información necesaria – responde de manera profesional mientras avanza detrás del hombre.
Una vez dentro del cuarto, John se sienta en la cama, colocando el bastón entre sus piernas y descansa en este su peso. Guardián se queda parado a pesar de haber lugar donde sentarse y después de darle una pasada con la vista al cuarto, comenta -Como dije antes, mi nombre es hermano Guardián, soy el encargado de la seguridad del lugar, quien entra, quien sale, quien va y dónde, dentro de estas paredes, es mi elección y responsabilidad. Desde su llegada, y mientras estuvo inconsciente, hemos discutido qué hacer con usted. Gracias al testimonio del hermano Narciso, se llegó a la conclusión de que usted no es peligroso y por ende podrá vivir entre nosotros el tiempo que le toma recuperarse de sus heridas.
- ¿Hemos? ¿Son una organización? ¿Grupo religioso? - Intenta preguntar John.
-Señor Dole, por favor no me interrumpa, si quiere hacer alguna pregunta sobre el grupo le recomiendo que se la haga al hermano Narciso-Responde fríamente Guardián y, sin detenerse a respirar, agrega -Como decía, si va a vivir aquí necesita los accesos adecuados para pasar por las barreras, por favor, dame su mano.
Él duda por unos instantes, pero luego le da la palma. El hombre de pelo blanco la da vuelta y pone su mano en el dorso de esta mientras empieza a susurrar palabras en voz baja. Es un idioma desconocido para el forense que le hace parar los pelos de la nuca, pero sí tendría que compararlo con algo. Le recuerda al sonido que hace una copa de cristal al romperse. Luego de unos segundos, una luz blanca emana de la palma de Guardián y el dorso de la mano de John se empieza a calentar. Instintivamente, trata de retirarla del agarre del otro hombre, pero este lo tiene atrapado en un apretón férreo que le impide moverla.
Cuando el calor se volvía casi inaguantable, Guardián retira su mano y un sello hecho de luz blanca queda impregnado en la carne del sorprendido hombre que lo mira con ojos grandes como platos. Segundos después, la marca de luz se difumina en el éter, como si nunca hubiera estado ahí.
- ¿Qué... qué fue eso? ¿Qué me hiciste? -pregunta John con un tono que mezcla curiosidad y miedo a partes iguales.
-Acabo de impartir un sello que te permitirá atravesar ciertas barreras, piénsalo como una puerta y el sello es la llave-Intenta explicar en términos que una persona normal pudiera entender.
Sin esperar una confirmación de que había sido entendido, Guardián se dirige a la puerta y, mientras la abre, dice-Cuando te recuperes lo suficiente como para poder caminar, Evergreen te mostrará las diferentes áreas en donde puedes deambular. Si ves una barrera, solo extiende tu mano. Si el sello brilla en verde, puedes pasar. Si brilla en rojo, la zona está fuera de los limites - habiendo terminado lo que había venido a hacer, se disponía a partir, cuando se frena de golpe y mirando por encima de su hombro agrega-Ah, casi me olvidaba, señor Dole, bienvenido a Santuario.
Los siguientes días pasaron lentamente, a medida que su estado físico mejoraba, su salud mental iba en picada. John trata de ocuparse lo mejor que puede, pero no hay mucho que pueda hacer en tan pequeño cuarto más que recuperarse y pensar. Las visitas de Evergreen para cambiar sus vendajes y darle supresores junto a los diarios viajes al baño le daban algo de alivio a la monotonía que lo rodeaba, pero uno se puede fascinar con la pieza gótica que usan como porta rollo de papel tantas veces en un día antes de que se vuelva patético.
Lo que más le frustraba era cómo la mujer evitaba responder directamente cuando preguntaba por la situación de Oliver diciendo que todo está bajo control pero que era peligroso y por ende no podía visitarlo. Lamentablemente, no tenía otra opción que tomar la palabra de la mujer, puesto que no entendía qué era esta “bendición” y cómo estaba afectando a su amigo.
La doctora se dio cuenta de su estado de ánimo y un día en donde se lo veía bastante energético, hasta el punto de que incluso podía caminar sin su bastón, decidió invitarlo a que la acompañe a almorzar en el comedor, invitación que el hombre tomó sin dudarlo emocionado por la promesa de aire fresco y la posibilidad de saber más del estado de Oliver.
Casi a dos semanas de haber llegado al santuario, John se aventura por primera vez más allá de la intersección, siguiendo a Evergreen, dobla en la esquina y ve una entrada que da a una escalera. Cuando pasa por el umbral, el dorso de su mano se enciende y brilla en verde; él lo mira con sorpresa, por fin entendiendo lo que hermano Guardián quería decir, resume su viaje.
Tratando de alcanzar a su compañera, desciende rápidamente por las escaleras de caracol que terminan en un patio interno. Varias personas transitaban los pasillos, no reconocía a casi nadie y las caras que sí reconocía solo las había visto alguna vez en sus viajes al baño, así que, en silencio, continúa avanzando pegado a las espaldas de la doctora mientras mira alrededor como si fuera un turista en la gran ciudad.
Después de unos minutos de viaje, alargados por la habilidad social de la mujer que los hacía detenerse a hablar cada dos por tres, llegan a una gran puerta doble con una de las hojas abierta de par en par. Un olor apetitoso salía despedido del interior junto al sonido de conversaciones y música. El dúo entra sin vacilación y John se asombra al ver un gran comedor dividido en 2, en la mitad hay 6 mesas largas que pueden albergar a 30 comensales cada una y del otro lado hay varios televisores, una rocola, varias estanterías con libros e incluso una mesa de ping-pong.
La disonancia entre el aspecto monástico de la habitación y las adiciones modernas no pasa desapercibida para John, quien se detiene a analizarla hasta que su compañera lo llama a la mesa en donde van a estar. Sentada en la larga mesa solo había una persona, de estatura baja y pelo rubio. La mujer joven vestía una remera negra y jenes azules. Se encontraba comiendo sandia y leyendo lo que parecía un libro viejo en un idioma que el forense desconocía. Parecía llevarse bien con la curandera, charlando y riendo energéticamente.
Cuando él por fin llega, Evergreen presenta a la desconocida con una breve introducción: -John, te presento a la hermana Mouse, ella es la bibliotecaria de Santuario, ávida lectora y campeona, 5 años consecutivos de la noche de trivia.
Mouse cierra el libro y se estira, estrechando la mano del hombre mientras dice - Hola John, Evergreen me contó mucho de ti, dijo que probablemente yo pueda ayudarte.
Extrañado, mientras devuelve el saludo, responde - Un placer conocerla hermana mouse, no sé qué le dijo la hermana Evergreen, pero no estoy en posición de negar ninguna ayuda.
Ambos se sientan en la banca mientras la pequeña mujer mueve el plato del medio y apoya sus codos en la mesa, posando su mentón en sus manos comienza a hablar- Mira John, pronto vas a tener que tomar una decisión, salir ahí afuera y enfrentar un mundo que quiere aplastarte o unirte a nosotros y si bien eso no cambie el mundo por lo menos tienes a alguien más con quien compartir el peso- la mujer pausa por unos instantes trabando la mirada con la del hombre y sintiendo su preocupación, agrega- No tienes por qué hacerlo ahora, entiendo que te falta el conocimiento para tomar una decisión informada, es por eso que Evergreen vino a pedirme que te guiara en algunos conceptos básicos, así que a partir de ahora vas a pasar desde las 15:00 hasta las 18:00 horas en la biblioteca estudiando sobre el nuevo mundo en donde te encuentras ¿te parece?
El hombre asiente sin dudarlo y Mouse sonríe ligeramente, mientras se levanta, tomando el plato y su libro, dice - Perfecto, entonces nos vemos esta tarde, señor Dole, y le advierto que venga preparado para trabajar, no me agradan los vagos.
Evergreen va a buscar el almuerzo y la banca donde está sentado se empieza a llenar de desconocidos, John no interactúa con ellos a pesar de la proximidad. Mientras espera la comida, se pone a pensar en las clases de esta tarde y en cómo afectarán la decisión que tomará.