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Arcanum Veritas: Fractals (Español/Spanish)
Capítulo 17: Conoce a tus enemigos

Capítulo 17: Conoce a tus enemigos

A medida que pasa el tiempo, la sensación de calidez se va borrando y deja paso a una calma que John aprovecha para disfrutar la sombra y el fresco viento que se colaban por el patio interno. Mientras lo hace, saca el diario e inkstick que Mouse le había regalado, abriéndolo en la primera hoja. La página blanca presenta un sinfín de posibilidades. Tomando la rama con su mano derecha, se concentra y mueve Ether hacia su extremidad para luego inyectarlo en el objeto, haciendo que brille tenuemente. John lo mira detenidamente, mesmerizado más que por el tenue resplandor, por la noción de que era él el que lo provocaba, y luego de unos segundos cambia el foco de su atención a la hoja en donde empieza a escribir. Cada trazo que hace sobre el papel deja líneas purpuras sobre este.

“Viernes 20 de septiembre 2024

Hoy por fin pude experimentar en mano propia que la magia existe, siendo

estas palabras la prueba irrefutable de eso. Si bien antes de este momento

no hubiera dudado de su existencia a raíz de todo lo que he visto, hacerlo uno

mismo, sentir la energía entre los dedos, lo hace más cercano, más real. Este

momento marca el punto de salida, para ayudar a Oliver y tal vez para darle un

nuevo significado a mi vida”

John termina de plasmar la primera entrada; de lo que asume serán muchas otras. Respira hondo, inflando su pecho con aire y orgullo; cuando lo hace, un olor apetitoso le atrapa los sentidos y lo guía al comedor en donde pasa a disfrutar de un delicioso almuerzo.

Después de la comida y un momento de relajación jugando al ping-pong con Jackson, hace el camino conocido hacia el campo de tiro, pero en vez de ser recibido por el ceño fruncido de Talón, una mujer alta y en forma lo mira detrás de lentes de sol negro; su cabello rubio atado en una cola de caballo que le llegaba hasta la cadera se mecía lentamente con el viento.

—Ey recluta, hermano Talón está ocupado hoy así que voy a ser su remplazo, mi nombre es hermana Dolche y voy a ser tu instructora por esta tarde— dice la mujer mientras lo mira de arriba a abajo.

—Hola, yo soy John Dole. Un placer conocerte, hermana Dolche —se presenta el aspirante mientras ofrece un apretón de manos.

Dolche se pausa, mirando la mano del hombre, su cara portando un gesto de confusión por unos segundos, para luego aceptar el gesto. Apenas ambas extremidades entran en contacto, John puede sentir los callos en la palma de la mujer. Observando más detenidamente, pudo notar varios cortes en los dedos y el dorso de la mano.

—Ha, interesante—dice sin pensar el aspirante.

—¿Qué cosa? —pregunta la entrenadora sorprendida.

Notando que dijo lo que pensaba en voz alta, el hombre responde nerviosamente —Tus manos.

¿Qué pasa con mis manos? —vuelve a interrogar la mujer mientras mira su palma.

—Los callos y cortes solo los he visto en cocineros o personas que trabajan con objetos filosos, pero si estás aquí asumo que no trabajas en la cocina —responde el hombre mostrando los conocimientos ganados en su tiempo como forense.

La mujer mira a John con una expresión de sorpresa y asintiendo dice —Cierto, mi especialidad es el combate cuerpo a cuerpo.

—Entonces ¿qué haces aquí enseñándome a disparar? —pregunta el aspirante confundido.

—Primero, porque sé cómo disparar un arma lo suficientemente bien como para enseñarte —responde la mujer mientras se acerca a la mesa de madera más cercana en donde una caja de munición y una pistola reposan. Tomando el arma, agrega —Y segundo porque quería saber qué puede hacer la próxima adición al equipo.

—¿Eres parte del equipo de campo? —cuestiona el hombre con una clara expresión de asombro.

—Sí, así que muéstrame lo que puedes hacer —desafía Dolche, mientras extiende la pistola en dirección a John.

Él agarra el arma y la recarga, toma posición y comienza a disparar. La tarde continúa cargador tras cargador, interrumpida de vez en cuando por el consejo de la mujer sobre cómo recargar más eficientemente o como desenfundar de manera más rápida.

—Nada mal para un recluta —elogia la profesora mientras mira el campo de tiro para luego observar su reloj y agregar— Bueno, terminamos por hoy, junta los casquillos y déjalos en la caja de munición; yo se la llevo después al hermano Cache.

—Ok, gracias, aprendí bastante hoy —dice agradecido John mientras empieza a juntar los casquillos del suelo.

—De nada, aprendes bastante rápido —comenta Dolche mientras se sienta en la mesa de madera mirando trabajar al hombre.

—¿No puedes quedarte como mi profesora? —pregunta medio en broma el aspirante.

—Lo siento, recluta, esto es solo por hoy, pero no vas a tener tiempo de extrañarme, no te olvides que mañana nos juntamos a comer —responde la mujer mientras saca su teléfono y mira algo en él.

—Cierto. ¿Cómo son los otros miembros del equipo? ¿Algo que deba saber antes de conocerlos? —cuestiona el hombre, dejando un puñado de latón en la caja.

- JA, Buen intento, pero no voy a arruinarte la sorpresa —contenta Dolche sacando la vista del aparato.

—Al menos dime a donde nos juntamos y que, por favor, no es Burger King —pide el hombre en un tono más serio de lo que pretendía.

—Nos juntamos en un viejo restaurante chino, un poco apartado, pero es discreto y la comida es buena —comenta la mujer mientras se levanta de la mesa y por fin se digna a ayudar al aspirante con la tarea de juntar los casquillos.

Con la ayuda de Dolche, John termina de limpiar mucho más rápido de lo usual, y después de despedirse de la instructora, emprende el camino de regreso hacia Santuario. El trayecto es tranquilo, dándole tiempo a su mente para imaginar el tipo de personas que encontrará mañana en la reunión. En un principio pensó que iban a ser guerreros apáticos, curtidos en el fuego del combate, pero, sacando a talón, los miembros que pudo conocer fueron amables con él. Si bien esto no descartaba que el resto fuera como se lo imaginaba, se recordó a sí mismo que debería ir al encuentro con una mente más abierta.

Perdido en sus pensamientos, apenas puede notar la gran figura del invernadero que marca el fin de la caminata; teniendo algo de tiempo antes de tener que presentarse con Mouse, decide tomar un rápido baño y cambiarse de ropa.

Una vez refrescado, busca el libro que le dio la bibliotecaria y se dirige a la biblioteca. Recibido por la característica estática que le levanta los pelos de la nuca y el ligero brillo verdoso en el dorso de la mano, John se adentra en la biblioteca en dirección al escritorio central. Mirando alrededor, no pudo encontrarla, así que se coloca en la fila que lleva al escritorio de Ágata y espera pacientemente su turno.

—Buenas tardes, hermana Ágata —comunica John cuando por fin es su turno.

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—Buena tarde, señor Dole. ¿Buscas a la hermana Mouse? —pregunta la asistente sonriendo profesionalmente.

—Sí, no está en el lugar de siempre; ¿sabes dónde se fue? —cuestiona el hombre mientras apunta al escritorio central.

—No, no me dijo a donde se iba, pero me dejó esto para ti —responde la mujer sacando un papel doblado de debajo del escritorio y se lo pasa a John.

Este lo toma y lo abre, pudiendo apreciar un estilizado mensaje en una tinta azulada:

"John, tuve que salir a hacer un trabajo importante, empieza (o continúa) leyendo

el libro que te di, si tienes alguna duda la responderé apenas vuelva".

—Bueno, al parecer voy a tener que estudiar por mi cuenta —se dice a sí mismo el hombre, mientras suspira y levantando la vista para ver a Ágata, agrega —¿Pudieras guiarme a un salón de estudio? Se ve que hoy estoy por mi cuenta.

—Claro que sí, déjame buscar a alguien que me remplace y te llevaré al salón de estudio libre más cercano —responde la asistente sin perder la sonrisa.

Levantándose, la mujer se dirige a un hombre mayor de pelo blanco y mostacho pulcro; ellos intercambian un par de palabras y mientras el anciano se dirige al escritorio, Ágata se acerca a John.

—Por aquí, señor Dole, por favor, sígame —pide la mujer cuando llega alado del aspirante.

Él la sigue sin decir nada y ambos se adentran en los pasillos de la biblioteca. Mientras sufre los típicos mareos que transitar el lugar le provoca, su mente divaga en el motivo de la ausencia no solo de Mouse, sino también de Abigail y Talón, pero no los conoce desde hace mucho tiempo, así que solo puede asumir que su ausencia simultánea es una coincidencia, pero también es cierto que las tres personas son parte de operación Jordán y que no esté en santuario podría tener que ver con ese hecho. Sea como sea, si no le dicen algo es porque piensan que no necesita saberlo, así que, dejando el asunto de lado, por ahora continúa avanzando en silencio.

Después de unos minutos doblan en una esquina y las puertas dobles con el número 58 se hacen visibles. Ágata entra primero, seguido de cerca por John.

—Aquí está, señor Dole, salón de estudios 58, solo para usted —dice la mujer, apartándose del camino y mirando al aspirante; pregunta— ¿Va a necesitar algo más?

—No, no por ahora, el tema es si quiero volver. ¿Cómo hago? ¿Hay algún botón o algo que pueda usar para llamarte? —cuestiona el hombre un poco preocupado.

Ágata sonríe de oreja a oreja como si lo que acabara de decir el hombre fuera algo extremadamente gracioso y aguantando las risas mientras apunta al anillo en la mano del hombre dice —Señor Dole, si me necesita solo tiene que mandarme un mensaje por telepatía.

John siente como una ola de calor le inunda la cara y, riendo para ocultar su vergüenza, comenta —Claro, que tonto, no lo había pensado, eso es todo, muchísimas gracias.

Asintiendo, la asistente se retira dejándolo solo en la habitación. John se sienta en una silla y coloca el grueso libro de tapa dura sobre la mesa. "Gran catálogo de esquirlas", dicen las letras doradas de la portada, brillando bajo la luz del foco. Abriéndolo en la primera página, empieza a leer:

"Hola, querido lector, mi nombre es Sir Richard Humberford, explorador de lo desconocido, buscador de verdades y honorable súbdito del imperio británico, que debido a las heridas recibidas en la última gran guerra me veo retirado en un pequeño viñedo al sur de Francia. Ya no siendo capaz de ir en exploraciones a los rincones más oscuros del mundo, decidí plasmar los conocimientos que años de aventuras y tropiezos me han dado, con intenciones más de mantener a raya el aburrimiento y la melancolía que el ayudar a las futuras generaciones con mis saberes sobre el tema de…"

John lee atentamente el libro. La prosa de Humberford, aunque algo antigua, era fácil de leer. Después de unas páginas, saca el diario y lo abre a la par del libro, usando el Inkstick para tomar nota:

"Según Humberford, la existencia de las esquirlas es debido a una incapacidad de los genes de una persona para soportar la energía de las radiaciones cósmicas, pero esto no quiere decir que mientras menos capacidad del individuo, más fuerte va a ser la esquirla, sino todo lo contrario, puesto que ante más radiación tenga el organismo, más extrema va a ser la mutación. Es por eso que entre un arcanista y una persona normal la primera siempre genera una esquirla más fuerte". Es esta diferencia entre los poderes de diferentes entidades lo que lleva a la creación de la escala Humberford que clasifica a las esquirlas según su habilidad de combate y su capacidad de alterar la realidad alrededor de ellas. Va de 0 a 5, siendo 0 lo más bajo y 5 un quasifragmento.

0-Creaturas que apenas pueden defenderse y apenas pueden transformar la realidad, solo para ocultarse de otros depredadores.

1-Presentan un peligro en grandes cantidades y tienen una ligera habilidad de modificar la realidad.

2- Puede ser derrotado por una persona mundana con entrenamiento. Tiene una habilidad baja de modificar la realidad.

3- Este rango puede ser derrotado por un escuadrón bien armado de soldados entrenados o un arcanista competente. Tiene una habilidad media de alterar la realidad.

4-Este rango puede ser derrotado por un pelotón de soldados entrenados, un escuadrón de arcanistas competentes o un arcanista poderoso. Tienen una gran habilidad para alterar la realidad.

5- Este rango se lo considera casi un fragmento. Pueden ser derrotados por varios pelotones de soldados entrenados, un pelotón de arcanistas competentes o un escuadrón de arcanistas poderosos. Tienen una habilidad enorme para cambiar la realidad".

John hace una nota mental de preguntarle a Mouse qué son los fragmentos. Tal vez le pueda recomendar otro libro que abarque el tema. Mientras tanto continúa leyendo y tomando notas.

"Si bien las esquirlas de nivel bajo son más ferales en naturaleza, las de mayor nivel son

sorprendentemente más astutas; si bien no se han conocido comunidades de estas por sus tendencias solitarias, en los pocos momentos registrados en donde se las ha visto en un grupo en donde hay varias de distinto nivel se puede apreciar una jerarquía bien

marcada entre ellas hasta el punto de que esquirlas del más alto nivel trata a las de los más bajos como si fueran ganado".

Ya llegando a la mitad del libro, el aspirante puede apreciar cómo estas creaturas son más complejas de lo que pensaba. Tal vez por su origen humano, algo de su antigua personalidad se mantenía a flote. No queriendo distraerse mucho con el pensamiento y las serias implicaciones que tiene, decide devolver su atención al texto.

"A pesar de que las esquirlas están afligidas por una gran cantidad de radiación, esto no

quiere decir que estas energías no las afecten. Esto se manifiesta en cambios físicos y en un

aumento de la habilidad para cambiar la realidad que poseen, lo que quiere decir que dependiendo de la cantidad de energía a que la esquirla tenga acceso, su nivel puede aumentar, volviéndola más peligrosa".

A pesar de que falta todavía un cuarto del libro, la narración termina abruptamente con la siguiente advertencia:

"Si bien en este libro agrupo ciertas esquirlas bajo una misma denominación, cabe aclarar que es más un recuento de mi experiencia propia que un hecho irrefutable. Como nosotros, cada individuo es diferente y si bien espero que estas páginas se puedan usar de guía, cada encuentro con estas entidades debe ser analizado como corresponde".

El resto del libro son bocetos y descripciones de diferentes esquirlas que Humberford encontró en sus viajes. Algunas ridículas, la mayoría horribles. John lee un par de páginas y no pudiendo aguantar más decide cerrar el libro. Si esto fuera una novela fantástica o de horror, habría disfrutado bastante la lectura, pero la idea de que todas las creaturas que son mencionadas en este libro son reales y hay una posibilidad de que se las encuentre cara a cara lo llena de un terror que es difícil de describir, pero antes de que pudiera hundirse en una espiral de horror, una voz en su cabeza lo rescata justo a tiempo.

—Señor Dole, quería avisarle que mi turno está por terminar; si no termino de leer, puedo pedirle a mi reemplazo que esté atento a su llamado —comunica la mujer en un tono profesional.

—No, está bien, ya terminé, si puedes venir a buscarme te lo agradecería —responde el hombre mientras saca su teléfono de tapita y se sorprende al ver la hora que es.

—Termino de organizar unas cosas y enseguida lo ayudo —contesta la mujer de inmediato.

John se queda sentado mirando el techo; lo rápido que pasó la tarde mientras estaba leyendo le hace recordar el tiempo que estuvo en la universidad estudiando para los exámenes de ingresos en donde las noches pasaban en un abrir y cerrar de ojos. Mientras se sumerge en los recuerdos, el tiempo avanza y dentro de no mucho puedo escuchar cómo la puerta se abría, una mujer de pelo negro entrando a la habitación.

—Señor Dole, ¿está listo para volver? —pregunta Ágata parada en el umbral.

—Sí, después de usted —contesta el hombre acercándose a la puerta.

El camino de vuelta es rápido y silencioso; la asistente camina junto a John hasta que salen por la puerta, el patio interno iluminado por las mismas linternas del día anterior, y luego de despedirse cordialmente, ambos parten camino, él dirigiéndose al comedor.

Después de una cena rápida y otro baño, John se prepara para dormir, no sin antes mirar las fotos en su teléfono sobre épocas mejores con la esperanza de que con suerte algo se active en su cerebro y le permitan poder tener un buen sueño. Luego de hacer esto por unos minutos, el cansancio por fin lo alcanza deslizándolo lentamente en la oscuridad de la inconciencia una vez más.