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Arcanum Veritas: Fractals (Español/Spanish)
Capítulo 28: El peso del conocimiento

Capítulo 28: El peso del conocimiento

Era de noche y la tormenta rugía afuera, mientras las gotas de agua golpean el cristal fuertemente, las ramas desnudas de los árboles se agitan al son de un viento invisible. Detrás de la ventana, un hombre se sienta enfrente de una chimenea, mirando las llamas danzar mientras bebe un líquido ámbar de una copa de cristal. Una y otra vez él toma el vaso y le da un largo trago; el coñac bajando por su garganta lo calienta, pero no detiene los temblores que recorren su cuerpo, una mescla extraña entre miedo y excitación por los sucesos que sucederán dentro de la siguiente hora, la oportunidad de solucionar los errores de su pasado y asegurar que su futuro vuelva a ser lo que esperaba. Mientras pensaba en lo que haría cuando todas estas angustias terminen, una figura entra por la puerta, cubierta con una capa de pies a cabeza. Lo único que se podía apreciar eran los ojos que emanaban un tinte celeste.

—¿Estás listo? —preguntó la persona con un tono neutro que hacía difícil saber su sexo.

—Tan listo como estaré —responde el hombre levantándose y sacando de un perchero una capa parecida a la de la persona que acaba de entrar. Se la coloca mientras camina en dirección a la puerta, deteniéndose enfrente de ella.

El hombre se lleva la mano a la frente y dice unas palabras en un idioma extraño, de tonada reptante que se mueve constantemente; cuando la mano vuelve a entrar en su vista aparece junto a una llave de plata con intrincados símbolos que coloca en la cerradura; al girarla se produce un sonoro clic que retumba por todo el lugar; toma el picaporte y duda por unos segundos, pero al recordar que no tiene vuelta atrás la abre liberando un fuerte brillo purpura; al atravesarla la usual sensación de náusea que a esta altura es nada más que una simple molestia se materializa para rápidamente desaparecer.

Cuando el brillo cesa, el hombre puede notar que ahora están en un pasillo de piedra tallada, antorchas adornando las paredes cada pocos metros; al final de este se puede apreciar una abertura que emana una extraña aura; detrás de él la persona que lo buscó continúa avanzando hacia adelante; el hombre la sigue tratando de mantener el paso. Cuando llegan del otro lado, el pasaje se abre a una gran cueva mayormente vacía, excepto por un puente de piedra natural que va a una plataforma en donde se posa una puerta gigante cerrada. El aire del lugar se sentía extraño de una manera que era difícil de poner en palabras, casi como si todo el lugar no debería estar aquí. Ante la sensación, el hombre se tensa por un segundo, deteniéndose por segunda vez, pero volviendo a recordar todo lo que sacrificó para llegar hasta aquí, para obtener esta oportunidad; empuja los sentimientos de preocupación que tiene y continúa con su camino siguiendo al encapuchado. A medida que avanzan, más personas cuyas facciones están oscurecidas por sus ropas aparecen desde las sombras silenciosamente flanqueando al dúo; lo único que las diferenciaba era la altura que portaban, haciendo que la situación pareciera una procesión mortuoria. A pesar de la repentina adición de gente, el hombre está tranquilo, como si supiera que esto iba a pasar y solo camina en dirección al umbral a buen paso. Cuando llegaron a la escalera, la persona que lo acompañó hasta aquí se queda en la base y sin decir nada el hombre asciende; con cada escalón que sube, la sensación inquietante que lo atacó apenas entró a la cueva va en aumento hasta el punto que es una lucha hacer un paso, pero sin trastabillar o detenerse, por fin llega a la cima la puerta, manifestándose en su vista en toda su magnanimidad. Hecha de piedra, con intrincados grabados en una lengua ya olvidada, lucía relieves hechos de un material negro y algo más, algo transparente, algo que su cerebro, tal vez con la intención de protegerlo, no quiere que vea. Sea como sea, él avanza y la toca, recita las palabras, pero ningún sonido sale de su boca. Aun así, la puerta responde y lentamente se abre, un flash de luz incolora cubriendo toda la vista del hombre. En ese momento algo se agita, algo se mueve, algo cambia.

John se levanta consternado, empapado de un sudor frío; el sueño que acaba de tener todavía circulando en su sinapsis haciéndole difícil recordar donde está o quién es, pero la voz de preocupación de la persona a su lado le facilita el proceso haciendo que por fin su mente se asiente en donde está.

— ¿John? ¿Qué pasa? —pregunta Abigail incorporándose y poniendo una mano en el hombro del hombre.

—Nada, solo un mal sueño —dice John tratando de ablandar su expresión provocada por un sueño demasiado real para su gusto.

Mirándolo con una expresión de simpatía, la mujer lo abraza mientras dice —Con lo que ha pasado los últimos meses es normal tener pesadillas; créeme te lo digo por experiencia; estoy aquí si necesitas hablar.

El hombre titubea; si bien los sueños le preocupan, arrastrar a Abi a sus problemas le aterra aún más, así que tragándose el miedo intenta lo mejor que puede esbozar una sonrisa y tomando la mano de la mujer se levanta mientras intenta calmarla —Lo sé, solo necesito algo de aire fresco para aclarar mi mente; tal vez pase a saludar al hermano Chef, ¿quieres algo del comedor?

La mujer lo queda mirando por unos segundos para luego apartar la vista, una expresión de decepción surcándole la cara por un instante que rápidamente desaparece siendo reemplazada por un bostezo —No gracias, voy a dormir un rato más, si alguien me busca diles que no estoy —responde la mujer mientras vuelve a acostar cubriéndose con la frazada.

—Bueno, llama si cambias de opinión —comenta el hombre mientras mira su teléfono, 8:30 mostrado en la pantalla.

—Ok, recuerda que esta noche nos invitaron a celebrar el éxito de la misión, es a las ocho de la noche —le recuerda Abigail sin mirarlo.

John asiente y empieza a vestirse, colocándose una camisa, pantalones, zapatos, guantes, un sobretodo negro y un gorrito de lana marrón con una J en el medio de la frente, hecho a mano por Abigail. Lo recibió como regalo de Navidad, pero con los preparativos de los últimos días recién ahora pudo estrenarlo. Al salir de la habitación camina por el pasillo y baja por la escalera, saludando a un par de personas que conoció en los últimos meses. Al llegar al patio interno es recibido por un pintoresco panorama invernal, luces todavía colgaban de los árboles desnudos y cubiertos de nieve, las barandas que separaban los pasillos y la tierra del jardín lucían estalactitas y estalagmitas echas de hielo que brillaban con el sol de la mañana cual joyas. Un viento que lo hace temblar repentinamente lo rodea; a pesar de todo lo que lleva encima, todavía puede sentir el frío de la temporada, que se cuela entre su ropa y se agarra a su piel erizándola, soplándose las manos con la intención de calentarlas. Continúa caminando mientras deja detrás una estela de vapor en el aire.

Cuando llega al comedor puede notar como la mesa de desayuno está siendo limpiada así que acercándose rápidamente puede tomar un último café de la maquina antes que la retiraran, satisfecho con su adquisición, luego de saludar a hermano Chef, se siente en uno de los bancos protegidos de la nieve por el techo del pasillo mientras sorbe el caliente liquido marrón, el recuerdo del ultimo sueño, a diferencia de los anteriores, no se quedó como un eterio sentimiento destinado a ser olvidado por el vaivén diario sino todo lo contrario, por más que lo intente este se aferraba al centro de su sinapsis y se negaba a desaparecer en el olvido, muchos pensaran que solo fue un sueño aleatorio, su mente tratando de procesar los eventos de los últimos meses pero él sabía que no era así, este sueño no se sentía como una ilusión creada por su cerebro para ayudarlo, el miedo, la desesperación, el anhelo, se sentían extremadamente real. Aprovechando el momento de paz, se pone a considerar lo que vio mientras mira los copos de nieve apilarse en el jardín. ¿Quién eran esas personas?, ¿dónde estaban? ¿Qué era esa puerta y hacia donde se dirigía? Y por sobre todo, ¿qué hacia él ahí? Demasiadas preguntas para tan poca respuesta y eso le molestaba de sobremanera. Encontrando sus limitaciones, se pregunta si debería pedirle ayuda a Narciso sobre estos sueños, pero termina descartando la idea puesto que siente que se encuentra en una encrucijada en donde cualquier tropezón puede arruinar todo lo que trabajó hasta ahora y poner en peligro a Oliver, así que por ahora seguirá como si todo estuviera bien y, cuando el arcanista confiara un poco más en él, intentar pedir su concejo.

Casi como si pensar en él lo convocara; del otro lado del pasillo, doblando en la esquina en su dirección, la figura de Narciso se materializa junto a la de Guardián que lo sigue de cerca.

—Buen día, John, ¿cómo te encuentras? —pregunta el arcanista cuando tiene al aspirante lo suficientemente cerca como para que este pudiera oírlo.

—Buen día, hermano Narciso, hermano Guardián, bien, aquí disfrutando del clima con una taza de café —responde el hombre levantando la copa de papel.

—Pensé que estarías durmiendo; después de todo tuvieron una noche bastante movida o por lo menos eso parecía por cómo llegaron —comenta el hombre con un ligero tono de sorpresa que rozaba lo sarcástico.

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—No, no es tan serio, nada que las manos de Evergreen no puedan curar —dice John levantando su mano derecha, vendas de color verde recubriéndola completamente.

—Pues, que bien, entonces no te molestará darme un informe de lo sucedido; es protocolo, siempre hablo con cada miembro luego de una misión —parece ofrecer el hombre dando a entender que no es una opción.

Captando rápidamente el significado de sus palabras, John se levanta y dice —Claro que no me molestará, ¿quieres hacerlo aquí o prefieres ir a la sala de conferencias?

—Hablemos mientras caminamos, sígueme —responde el arcanista mientras empieza a caminar sin esperar al hombre.

John lo sigue; en ese momento doblan en la esquina y avanzan por el pasillo para luego de unos segundos entrar en la puerta que da al ascensor. Los 3 entran y Narciso toca los botones en lo que pareciera una manera aleatoria, pero que John reconoce como el código para entrar a las celdas de contención, lugar en que ha estado un contado número de veces luego de pedirle insistentemente a Narciso que le permitiera ver a Oliver. El elevador se mueve, pero en vez de subir o bajar, la inercia los empuja de costado, y luego de haber pasado varios minutos que Narciso utiliza para interrogar a John sobre los sucesos de la noche anterior, las puertas se abren a un pasillo flanqueado por puertas de madera negra, cada una con dos estatuas metálicas apostadas a cada costado de éstas. John, aún maravillado por estos inmaculados ejemplos de ingeniería arcana, mira los golems. A medida que pasan, las grandes figuras de bronce se mantienen de manera estoica sin moverse un centímetro, cientos de runas cubriendo toda su superficie, que pulsaban con un fulgor naranja de vez en cuando, iluminando los rincones oscuros del lugar. Avanzando llegan a una escalera; ellos descienden hasta el fondo pasando 5 pisos y en la base de esta encuentran solamente 5 puertas, dos de cada lado y una al fondo. El aspirante nunca había estado en este lugar puesto que la celda de Oliver se encontraba en el segundo subsuelo.

Al entrar en este lugar, John trastabilla, pudiendo sentir cómo su energía se iba drenando de manera rápida, y una sensación de letargo y apatía apoderándose de él. Mirando atentamente alrededor, pudo notar cómo las piedras cambiaron de un usual tono grisáceo a un tono negro y brilloso parecido a la obsidiana.

—Ten cuidado, estas paredes están hechas de Barunti cristalizado, son extremadamente útiles para absorber Ether y no explotan si se sobrecargan —advierte Narciso tomando el brazo del hombre ayudándolo a mantenerse en pie.

—¿Entonces qué hacen cuando tienen un exceso de Ether? —pregunta el aspirante incorporándose.

—Eso —responde el arcanista señalando una pared a su derecha en donde pequeños cristales de color carmesí se estaban formando.

John lo mira y se da cuenta de que cerca de cada puerta hay cristales de diferentes colores creciendo, como el azul, rosa, rojo, plateado y dorado. Las densidades varían, pero grandes pedazos de estos se podían hallar en la que se encontraba directamente enfrente de ellos.

—¿Qué hay dentro de estas celdas? —pregunta el hombre no dándose cuenta de lo que está insinuando.

—No que, quién —corrige Narciso con un claro tono de irritación y mira al hombre de una manera fría.

—Perdón, ¿quién se encuentra en este lugar? —dice rápidamente el aspirante, entendiendo rápidamente el porqué del tono.

Narciso se pausa y coloca su mano sobre la puerta, tristeza manifestándose en sus ojos —Héroes, lo mejor que este grupo podía ofrecer, benefactores que fueron más allá de lo que se les pedía y al final pagaron el precio por ello. Muchos de ellos no pueden ser salvados, pero no nos da el corazón para acabar con su sufrimiento, aunque, siendo sincero, incluso si lo tuviéramos no sería una tarea fácil, así que nos resignamos a aprisionarlos con la esperanza de que algún día sepamos lo suficiente como para, ya sea, sanarlos o dejarlos descansar en paz.

John escuchó la explicación atentamente en silencio, no sabiendo qué decir para consolar al hombre. Este pasillo estaba compuesto de mártires, amigos y familia, que se sacrificaron para permitir que la organización continúe y ahora sin control sobre sus cuerpos se volvieron un peligro para lo que intentaban proteger.

—Hermano Chain, vinimos a ver a Oráculo —dice el arcanista avanzando hacia la puerta del fondo.

—Los estaba esperando —dice una voz masculina desde las sombras.

De repente la puerta se abre sola; Narciso, sin sorprenderse por lo que acaba de pasar, se adentra en la habitación junto a Guardián. El aspirante se queda aturdido por unos segundos, pero rápidamente los sigue mientras mira alrededor sin poder apreciar de dónde provenía la voz.

Apenas pone un pie en el cuarto, siente como todo empieza a ir más lento, como si su cuerpo se encontrara sumergido en brea. La habitación estaba completamente vacía, de no ser por grandes yacimientos de cristales dorados que llegaban del piso hasta el techo; a un costado un autómata sentado en un escritorio posaba inmóvil con una pluma en una mano y una pila de papeles en la otra.

En contra de la pared, al otro lado de la habitación, un hombre de aspecto hermoso se encontraba flotando en el aire. Su cabello dorado que le podría llegar a su cintura se expandía por los aires casi como si fueran tentáculos que trataban de alcanzar algo que no está ahí; vestía una simple túnica y estaba descalzo. En los lugares en donde el ropaje exponía su piel se podían apreciar escamas de oro y en algunas partes ojos de iris dorado que se movían mirando toda la habitación mientras se cerraban y abrían constantemente. En su cara, debajo de pestañas largas, esferas de energía color oro brillan en lugar de sus globos oculares. Antes de que John pueda preguntar algo, un espasmo ocurre en los ojos que empiezan a supurar un líquido parecido a oro fundido; una explosión de luz dorada los baña y Oráculo empieza a hablar en voz alta, su voz proyectándose por toda la recámara con una fuerza atronadora.

"Al final de una calle que nunca existió, un grupo de pintorescas aberraciones levanta una carpa de morboso humor en donde aquellos que no lo quieren pasan una tarde de placentero horror".

Al terminar la criptica oración, el hombre de metal sentado enfrente del mueble se pone manos a la obra, anotando con una exquisita letra cursiva cada palabra que sale del hombre, casi como si estuvieran sincronizados; apenas la pluma se detiene, otra ola de luz vuelve a surgir.

"Un rey se alza desde el este, entre las arenas donde los secretos moran y las personas van a morir. Un rey ha caído en el este, la tormenta se aproxima y sus huestes se preparan para repetir la danza sin fin. Un rey se alza en el este…”

Esta vez la frase se repite un par de veces; con cada siclo la voz de Oráculo se va haciendo cada vez más sutil hasta que casi no se puede escuchar más que por la máquina que todavía traza constantemente; luego de unos momentos de silencio el autómata por fin se detiene.

—¿Qué está pasando? —pregunta el arcanista a Narciso, claramente asustado, sus palabras estirándose más de la cuenta.

Narciso empieza a responder, pero antes de que pudiera decir una palabra, otro impulso de energía dorada los recubre y la máquina empieza otra vez a escribir.

"Bajo la luna roja la historia de un hombre termina. Bajo la luna roja un hombre es consagrado, entre llamas de dolor y sangre. Bajo la luna roja, una historia no comienza, continúa, puesto que más que un hombre es un símbolo y los símbolos son eternos”

—¿Narciso, qué mierda está pasando? —insiste el hombre, el pánico empezando a sobrescribir su cortesía.

El hombre lo mira y casi sin pestañar dice —Oráculo es un visionario, puede ver el futuro, el pasado e incluso otras realidades; si me preguntas qué está haciendo ahora, la verdad no tengo idea y sinceramente no quiero saber; sea como sea no puede controlarlo.

John observa el espantoso espectáculo; el rostro de Oráculo se retuerce en una expresión de dolor, su Enki ardiendo con una luz dorada, el olor a carne quemada se empieza a expandir por la habitación, pero, a pesar de lo doloroso que este proceso pareciera, él no se detiene, porque, como dijo Narciso, no puede y en ese momento otra ola de luz sale despedida de su cuerpo junto a lagrimas doradas de sus ojos y la voz resonando una vez más.

"En el lugar de los sueños 7 viejos emperadores mantienen una paz tan fina como el filo de un cuchillo, mientras que 7 jóvenes retadores se plantan para intentar tomar el lugar que piensan merecer. Al final la sangre corre y las cosas que cambiaron en realidad no cambian.”

El intervalo entre oración y oración se va haciendo más corto hasta el punto en que es una detrás de otra. El autómata trata su mayor esfuerzo por seguirle el paso, pero ni siquiera el metal puede contener el torrente de información que sale de la boca del hombre, y luego de unos minutos la luz se desvanece hasta ser solo un ligero brillo; nuevos crecimientos cristalinos se ven en las paredes, techo, suelo e incluso la ropa de los hombres.

El grupo sale de la habitación, John, consternado por lo que acaba de ver, no sabe muy bien qué decir; la condición de Oráculo es extremadamente peor que la de Oliver hasta el punto que le sorprende que ellos tengan la más remota fe de que se puede revertir.

—Narciso, lo siento mucho, creo que crucé no una sino varias líneas; espero que puedas perdonar mi ignorancia —pide sinceramente el hombre, dándose cuenta de lo idiota que había sido.

—Qué bien que te hayas dado cuenta, y si bien una disculpa no es suficiente, es un buen comienzo —dice el hombre mirando al aspirante de reojo.

—Lo sé, dime en qué puedo ayudar y lo haré, estoy a tu disposición —comenta respetuosamente John, tratando de compensar por su equivocación.

—Por ahora esperamos hasta que Discovery y Sigil puedan traducir el libro, una vez que lo hagan te voy a llamar; por ahora continúa practicando con los demás miembros del equipo de campo —dice Narciso mientras pasa por el costado del hombre en dirección hacia las escaleras.

El aspirante lo sigue; apenas pone los pies sobre las escaleras, el letargo que lo asediaba se desvanece como si nunca hubiera pasado. Cuando llegan al segundo subsuelo, John se detiene enfrente de la puerta de la celda de Oliver.

—Voy a ver cómo está Oliver; continúa sin mí —dice el hombre levantando la mano, runas blancas apareciendo en el dorso de la mano.

—Deberías, nos vemos esta noche —comenta Narciso sin darse vuelta.

Jon solamente asiente y cuando las runas de su mano por fin se apagan, puede ver como los ojos de las estatuas brillan con un tono naranja y la puerta se abre de par en par.

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