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Arcanum Veritas: Fractals (Español/Spanish)
Capítulo 12: Un paso hacia adelante

Capítulo 12: Un paso hacia adelante

—¿Hermano? ¿Cómo que hermano? —pregunta John sorprendido ante la revelación.

—Como lo escuchas, si quieres oír la historia completa te sugiero que apures el paso; a Polly no le agrada esperar —responde Evergreen mientras ayuda al hombre a avanzar.

A pesar de la curiosidad por saber no solo su relación con Arktack, sino quién carajo era Polly, John se guarda sus preguntas e intenta avanzar lo más rápido que puede. Si bien las habilidades de Evergreen habían cerrado sus heridas, el dolor se mantenía presente, haciendo de cada paso una tortura. Si a eso le agregamos la moderada anemia que padecía, era entendible que el proceso de llegar a esta tal Polly sea extremadamente desagradable.

Después de unos minutos de caminar a duras penas, el dúo llegó a un claro bastante abierto. La copa de los árboles se abría paso a un cielo cubierto de nubes y en el centro una gran ave de color verde con plumaje blanco que parecía un tridente en el pecho, miraba sus alrededores, inquieta.

—Asumo que esa es Polly— dice John mientras se sienta en una piedra cercana con la ayuda de la mujer y observa al ser. Desde este punto de vista puede notar cómo tiene una silla de montar en la espalda y está mordiendo una rienda con su pico. La apariencia de la creatura lo hace recordar a los eventos de la morgue, así que por su salud mental decide no mirarla directamente.

—Asumes bien —contesta la mujer y llevándose los dedos a la boca pega un silbido que se extiende por todo el claro para luego llamarla —Polly, aquí, muchacha, ven.

Al escucharla, Polly se acerca casi dando saltitos y coloca su cabeza en el pecho de Evergreen, empujándola unos pasos hacia atrás. John las mira; cualquier persona normal sería arrojada al piso si una creatura de ese tamaño la empujara de esa manera, pero Evergreen no solo los recibe, sino que también empuja al ave hacia atrás de manera juguetona.

—Buena chica, buena chica—repite la mujer mientras acaricia la cabeza de Polly; ella lo permite con un ligero ronroneo—Polly, este es mi amigo John, ¿recuerdas que te dije? No nos comemos a nuestros amigos —agrega antes de sacar un puñado de gusanos que deposita en la boca del ave.

Al escuchar esto, el ex forense se tensa, pero rápidamente se calma cuando ve como Polly asiente y consume los gusanos con deleite. La mujer hace un movimiento con las manos que el animal interpreta de manera rápida y se arrodilla esperando ser montada.

Evergreen toma al hombre sin preguntar y lo levanta sin mucho esfuerzo, colocándolo en la parte trasera del ave. Después de subir, ella también mira sobre su hombro y mientras se dirige a John advierte—Agárrate de mí cintura, el viaje es bastante turbulento y estoy segura que no queremos que te caigas, ¿verdad?

Escuchando las advertencias de su compañera, John la abraza lo más fuerte que puede, sintiendo la gran capa de músculo que esconde detrás del cómodo vestido de verano que usa. Una vez segura de que su compañero de viaje no se va a caer a mitad de vuelo, la curandera agarra firmemente las riendas y chasqueando la lengua comanda a la creatura que vuele.

El ascenso es más lento de lo que esperaba, pero después entiende que no debe ser fácil para la pobre Pollly cargar con su propio peso y el de ellos. A pesar de que el esfuerzo era obvio, la creatura no se quejaba cumpliendo su función de manera alegre.

—¿A dónde vamos? —preguntó John teniendo que gritar por sobre el viento que había empezado a aumentar ahora que los árboles ya no proporcionaban cobertura.

—Vamos al mirador, es la sala central del lugar y en donde tendrías que haber aparecido. ¿Qué demonios pasó para que terminaras en el medio del sector cuatro? —responde la mujer para luego lanzarle a él una pregunta.

—No sé, atravesamos la puerta del invernadero con Abigail y cuando me di cuenta, estaba colgado de cabeza en un árbol —comenta el hombre tratando de recordar el sentimiento que sintió cuando atravesó el umbral, pero le faltaban palabras para describir lo que le había pasado.

—Mmmmm, eso suena raro, hablaré con hermano Narciso sobre el tema, veremos que no pase de vuelta —afirma la mujer con un tono profesional poco visto en ella.

Después de unos minutos de subida, atraviesan las nubes, y por encima de esta, John puede notar que lo que a la distancia pareciera un tubo es en realidad un ascensor en cuya base existían varios nidos de aves gigantes. Polly se acerca a uno de estos y se vuelve a agachar para que las personas encima de ella puedan descender.

Dejando atrás el ave, no sin antes despedirse de ella, ambos avanzan hacia el ascensor y se suben junto a varias personas que llevan cajas con diferentes suministros.

- ¿Cómo está Abigail? ¿Llegó sana y salva? —Pregunta John mientras espera a que el lento viaje terminara.

—Sí, ella llegó al mirador de manera inmediata; se asustó bastante cuando se dio vuelta y no estabas —responde Evergreen con una ligera sonrisa que se contagia a John.

—Me alegro que se encuentre bien —comenta el hombre para luego quedarse en silencio, saboreando el sentimiento agradable de que alguien se preocupe por él.

Con un ruido mecánico ambas puertas del elevador se abren y una multitud de gente sale disparada llenando los pasillos de este lugar; el hombre mira atónito la extraña mescla entre granja y laboratorio que se abría ante él. Siguiendo a Evergreen, avanzan entre las parcelas de tierra llenas de cultivos que nunca antes había visto. John puede apreciar las características bizarras que van desde maíz que brilla con una tenue luz amarilla hasta flores que parecían echas de una especie de cristal.

Mientras caminaban, Evergreen le contaba a su compañero sobre el lugar —El mirador es el lugar en donde monitoreamos los cuatro sectores que conforman el invernadero; lo que cosechamos ahí lo traemos aquí para su investigación, además de que los usamos como base para crear la nueva generación de cultivos mágicos.

El hombre asiente en respuesta mientras admira las maravillas a su alrededor sin decir nada. El dolor que sentía lentamente se iba desvaneciendo, lo que le permitía moverse más cómodamente sin estar tan pegado a la mujer.

Cuando llegan a una puerta en donde varios hombres entran y salen constantemente, el sonido de un teléfono detiene a Evergreen en seco; mirando el nombre de la persona que aparece en la pantalla, hace que la mujer frunze el ceño y con una expresión de molestia comenta —Mira, John, tengo que tomar esta llamada, aquí están las duchas, date un baño y cuando salgas, camina derecho a la sala de comando; voy a estar allí junto con Abigail.

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—OK, ¿tendrás un cambio de ropa para mí? —pregunta el hombre antes de que la mujer se marche.

Con el sonido del teléfono aun sonando, Evergreen mira alrededor en busca de alguien que pudiera delegarle la situación. Después de pocos segundos gesticula a un hombre joven y algo regordete para que se acerque.

-Jackson, este es John, John, Jackson —presenta la mujer a ambos hombres y antes de atender el teléfono, dirigiéndose al recién llegado, agrega— búscale un conjunto de ropa para que se pueda cambiar, por favor y gracias.

—Sí, hermana Evergreen, enseguida, por aquí, John, déjame que te encuentre una camisa limpia —dice afablemente el hombre de tez blanca mientras entra a las duchas.

—Ho, ok, te sigo —responde el hombre mientras despide a Evergreen. Esta asiente mientras responde la llamada y empieza a tener una discusión un poco acalorada con la persona en el otro lado. No queriendo fisgonear más de la cuenta, John sigue a Jackson y entra también.

Después de caminar unos pasos, llegan a las duchas individuales y mientras Jackson abre un armario en donde saca ropa de trabajo y una barra de jabón, John comienza a desvestirse.

Cuando ya estaba a mitad del proceso, el rotundo hombre deja las cosas sobre una banca mientras dice- No encontré ni ropa interior ni shampoo.

—No te preocupes, es solo para quitarme la sangre de encima y no lucir como un psicópata —comenta John medio en broma.

—Bueno, cualquier cosa, estoy afuera, pégame un grito si necesitas algo —termina de decir Jackson con una sonrisa en la cara y procede a retirarse, dejando al hombre solo para que pueda asearse tranquilo.

John se mete en la ducha, prende el agua caliente y deja que el cálido líquido le recorre el cuerpo llevándose junto tierra y sangre a la par. A esta altura el dolor había desaparecido por completo y la ducha estaba ayudando bastante con el mareo. Llevándose la mano al torso, pasa sus dedos sobre lo que ahora son pequeñas cicatrices en forma de puntos; ahora que su mente encuentra un espacio para calmarse y procesar lo que pasó lentamente, se da cuenta de cómo, otra vez, estuvo muy cerca de sufrir una muerte horrible. Si bien en otros tiempos hubiera descartado el asunto como algo inevitable o que no podía cambiar, las últimas semanas le habían demostrado que existía otra opción, que podía hacer algo diferente, mejor. En vez de la apatía a la que estaba ya acostumbrado, el sentimiento de determinación casi olvidado vuelve a él con nuevas energías.

Después de terminar de bañarse, cambiarse y despedirse de Jackson, John camina en la dirección que Evergreen le indicó hasta llegar a una puerta doble de cristal abierta de par en par. Varias personas entraban y salían de la habitación. Desde donde estaba, podía apreciar varios monitores que mostraban grupos de personas haciendo diferentes trabajos en lo que él asumía eran las diferentes zonas del invernadero. Con los ojos fijos en los monitores, John entra al cuarto. Al estar tan concentrado en lo que está pasando en las pantallas, no se percata de la mujer que venía corriendo hacia él a toda velocidad y solo se da cuenta cuando casi cae al suelo cuando ésta lo abraza.

—John, como me alegro de verte, ¿estás bien? ¿Te duele algo? —dice Abigail mientras lo examina de pies a cabeza.

—Sí, estoy bien, solo un poco mareado —responde el hombre tratando de mantener el balance y no caer de culo al piso.

—Ho, lo siento, ya te traigo una silla —se disculpa la mujer y antes de que John pudiera detenerla se pierde entre la gente en busca de un asiento.

Escaneando la habitación en busca del característico pelo de Evergreen, la encuentra enfrente de los monitores junto a una mujer de mediana edad, de pelo negro y corto con un mechón blanco acomodado detrás de su oreja. La mujer tenía un radio en la mano y se la podía escuchar dándole órdenes a los diferentes grupos que poblaban los monitores al mismo tiempo que delegaba situaciones a los subordinados que la rodeaban.

No queriendo interrumpir lo que parecía un trabajo importante, John se acerca a las mujeres en silencio y se pone en vista de Evergreen. Esta reconoce su presencia con un gesto y dirigiéndose a la mujer de la radio dice —Hermana Voice, llegó la persona que te comentaba; debo retirarme por ahora. Cuando puedas, envíame el informe con los heridos y veré que sean bien atendidos. Voice, sin quitar la vista de los monitores, asiente rápidamente y continúa con lo que está haciendo con absoluta concentración.

—Ulala, mira cómo andas, si hasta pareces un hombre nuevo —bromea la mujer mientras mira a John.

—Sí, me hizo bastante bien el baño —responde el hombre sonriendo brevemente y con una expresión seria agrega—Tenemos que hablar de los supresores, creo que he tomado una decisión.

—Sí, claro que sí, pero no aquí ¿porque no vamos a tomar un té, tal vez un café y hablamos más tranquilos? —ofrece la mujer mientras empieza a caminar en dirección a la puerta.

—Bueno, la verdad, me serviría un café —acepta John, agradecido de que le ofrecieran un lugar más privado para tener esta conversación.

Saliendo de la sala de comando, ambos vuelven a entrar al pasillo; a unos pocos metros una sala de reuniones vacía los recibe. Mientras Evergreen se dispone a usar la tetera eléctrica para hervir agua, John se sienta en una silla cercana y cierra los ojos por unos momentos a esperar que el agua se caliente.

—Entonces, ahora que estamos los dos solos ¿qué querías decirme? —la voz de la mujer se hace presente en la oscuridad.

Abriendo los ojos y mirando en dirección a ella, John le responde —Quiero saber qué puedo hacer si dejo de tomar supresores.

—En realidad no vas a dejar de tomar supresores; vas a tomar lo mínimo e indispensable para evitar transformarte en una bomba de radiación, es eso o irse a vivir solo en el medio del mar —corrige enseguida la mujer tratando de evitar malentendidos.

—Me mareo fácil, así que ¿no podría irme a vivir a la montaña? —Bromea el hombre mientras fuerza una sonrisa, que rápidamente es borrada por la expresión seria de Evergreen.

—John, entiendo que tengas miedo, pero esto es un tema serio; dejar de tomar la cantidad de supresores que estabas tomando es una tarea titánica y, si bien en las últimas semanas te he dado menos, aún estás consumiendo lo que 10 arcanistas tomarían —dice la médica mientras se da vuelta y toma la tetera con una mano, disponiéndose a preparar el café.

—OK, fuera bromas, vos sabes más que yo del tema, haré lo que me digas —expresa John enderezándose en la silla.

—Bien, esto es lo que va a pasar, por ahora vas a seguir tomando todos los días, a partir de esta semana bajaremos la dosis y cada semana después te daremos menos y menos supresores, hasta el punto en donde vemos que tu emisión todavía se encuentre en rangos aceptables. Cuando encontremos una dosis adecuada para ti la tomarás una vez por semana—Evergreen explica mientras pone un pocillo con café, una tasa con crema y un recipiente con cubos de azúcar enfrente de John para luego agregar al sentarse—En las primeras semanas vas a sufrir migrañas de manera aleatoria y a lo largo de todo este proceso poco a poco vas a sentir cómo controlar tus emociones se vuelve casi imposible. Es por eso que dos veces a la semana vas a venir a terapia conmigo. Vamos a arreglar los horarios luego.

—Uf, suena bastante mal. ¿Hay algo que pueda hacer para aliviar un poco los síntomas? —consulta el hombre claramente preocupado.

—No hay mucho que pueda hacer de mi parte, más que prescribirte unos analgésicos y escucharte si quieres ventilar sobre algo —contesta la mujer mientras se encoje de hombros y luego agrega —Dime, ¿te gusta el café?

—Sí, de hecho, me gusta bastante —responde John un poco sorprendido por la pregunta.

—Pues tómate 4 al día, mira programas sobre café, júntate con otra gente a discutirlo, ríe si quieres reír, llora si quieres llorar, disfruta más la vida, y sí tu corazón te dice que hagas algo, hazlo —comenta apasionadamente. Evergreen

—¿Y eso me va a ayudar a no sufrir los efectos de la abstinencia? —pregunta el hombre claramente confundido.

—No, pero va a ser que el proceso sea mucho más placentero —responde la mujer y agrega —además, mantener una actitud positiva es primordial para estos casos.

John no dice nada. Su mente se arremolina en pensamientos que lo llevan de aquí para allá en segundos. Muchos misterios por resolver en un mundo que es demasiado peligroso para seguir siendo como es. Si quiere una oportunidad de no solo sobrevivir sino también entrar a la organización, va a tener que usar todo lo que pueda.

—Estoy bajo tus cuidados, doctora—dice el hombre mientras estira la mano, la mujer le devuelve el apretón y ambos sonríen, pero la sonrisa de John dura poco al mirar que el reloj colgado detrás de Evergreen marcaba las 10:45.