El ambiente frío de la mañana despierta a John. El sueño de la noche anterior, que lentamente se empieza a disolver en el olvido, lo deja petrificado mirando el techo, preguntándose si el resurgimiento de recuerdos enterrados es debido al cambio en la dosis de los supresores. Después de unos segundos tirado en la cama, decide levantarse y, buscando en el armario un conjunto de ropa y una toalla, arrastra su cuerpo hacia el baño con la intención de darse una ducha.
Cuando sale al pasillo puede apreciar lo temprano que es debido al hecho de que no hay nadie cuando por lo general siempre ve algunas personas ir y venir ya sea de sus habitaciones o al baño. Esperando no interrumpir el descanso de los demás, camina lo más silenciosamente que puede y entra al aseo.
Pasando los estales entra al vestidor y después de desvestirse se mete dentro de una de las duchas. El agua caliente termina de despertarlo, llevándose con ella las últimas memorias del sueño, dejando un sentimiento amargo que le apretaba la boca del estómago. Haciendo su mejor esfuerzo, John intenta suprimirlo, pero recordando las palabras de Mouse, se detiene dejándolo fluir. Se siente horrible, como si alguien le estrujara el estómago con un puño invisible, el dolor se vuelve tan fuerte que tiene que apoyar la cabeza contra la pared para evitar caerse. A medida que pasan los minutos, el sentimiento empieza a aumentar hasta el punto de que lágrimas se empiezan a formar en sus ojos y caen al piso de la ducha. Cuando ya pasaron unos minutos, el malestar se va deshaciendo, el puño invisible decide soltar las entrañas de John y este se siente mucho más ligero que antes, como si un poco del peso que tiene en sus hombros se hubiera desvanecido.
Al salir de la ducha se encuentra de frente con otro hombre, de hombros anchos, piel pálida y pelo negro. La figura se encontraba solamente con una toalla en la cintura, mostrando su tonificado cuerpo adornado con un sinfín de cicatrices, una de las cuales marcaban de manera vertical su ojo derecho.
-Buen día-saluda John mientras procede a cambiarse.
El otro hombre asiente y procede a hacer lo mismo, colocándose una remera negra, unos pantalones de cargo y una funda ubicada debajo del brazo que pasa a rellenar con una pistola negra que tapa con una campera de cuero.
John no dice nada al respecto y solo mira de reojo de vez en cuando, esperando a que el hombre salga del lugar para que, después de unos segundos, él también pueda hacerlo.
Después de dejar su toalla en su cuarto, el hombre baja las escaleras y se dirige al comedor. A medida que camina por el pasillo de piedra del patio interno, puede notar que el sol apenas empieza a salir y un par de personas empiezan a entrar por la gran puerta de madera ubicada en el otro lado del lugar. John asume que es la puerta de entrada y en ese momento un pensamiento intrusivo se hace presente. ¿Qué tal si solo siguiera caminando? Podría desvincularse de todo esto, podría volver a su vida normal sin el peligro, los sentimientos extraños ni los dolorosos recuerdos del pasado, pero a medida que se acerca a la puerta, el pensamiento es enterrado por la realidad que lo rodea y los conocimientos que adquirió hasta ahora, además, ¿qué tiene afuera? ¿Amigos? ¿Familia? No, es por eso que cuando llega a la encrucijada que lleva hacia el exterior, él le da la espalda y se dirige al comedor a desayunar.
El olor a café recién hecho y tocino es lo primero que percibe al entrar. Una mesa con varios contenedores de café, sacos de té, agua caliente, platos con frutas, cestas de pan, varias mermeladas, mantecas y tazas se ve a su derecha. Unos pasos más arriba, una corta fila de personas espera pacientemente para obtener algo de comer. John se acerca a la mesa y toma una taza que procede a llenar con el líquido negro, pero antes de que pudiera tomar un sorbo, una voz familiar se mete en su oreja izquierda haciendo que se frene y mire en esa dirección.
-Buen día, señor Dole, qué fría mañana tenemos, ¿no? - pregunta el hermano Narciso mientras se prepara una copa de té negro.
-Sí, parece que el otoño se encuentra cerca- responde John siendo lo más casual posible.
Narciso lo mira de reojo con una mirada filosa que pone incómodo al hombre y, luego de tomar un sorbo del caliente líquido, cuestiona- ¿Puedo saber si ya tomaste una decisión?
John no dice nada mientras su cerebro hace un último repaso del conocimiento que tiene, sus objetivos y las opciones que le quedan. Después de unos pocos segundos de silencio, mirando a Narciso fijamente, contesta -Sí, quiero unirme a ustedes- las palabras se sienten pesadas en la lengua del hombre, tal vez un testamento de lo importante que era, por lo menos para él, la decisión.
-Aja- comenta el hombre en una manera neutral mientras continúa tomando su café.
John sabía que no le caía muy bien a Narciso, así que estaba preparado para recibir un gesto de odio o desprecio de su parte. Se hubiera sorprendido si el hombre reaccionaba con alegría, pero la neutralidad de su actuar lo desconcertaba de sobremanera, haciendo que por un segundo se olvidara de con quién está hablando, lo que lo llevó a preguntar con incredulidad — ¿Aja? No un “estás seguro” u otra forma de desprecio, ni siquiera un poco de sorpresa. ¿Por qué?
-Mire, señor Thompson, es difícil mostrar emoción cuando reacciona exactamente como espero- responde Narciso mientras produce un sobre marrón desde dentro de su campera.
- ¿Thompson? ¿De qué estás hablando? -Cuestiona John confundido mientras toma el sobre y lo abre. Dentro de este se encontraban varios documentos oficiales, desde carnet de conducir hasta actas de nacimiento, todos bajo el nombre de William Thompson pero portando su foto.
-Según el relato oficial, John Dole y Oliver Wild murieron debido a una explosión producida por químicos mal guardados. Si vas a salir ahí afuera, necesitas una nueva identidad -aclara Narciso con un tono profesional y dejando la copa en la mesa agrega -Considéralo un nuevo comienzo, borrón y cuenta nueva, ahora puedes intentar ser lo que realmente quieras ser.
El hombre observa al ex forense y puede apreciar cómo no lo está escuchando. Para sus adentros se cuestiona si fue muy brusco con la información, pero no teniendo más tiempo que perder, dice en un tono firme - ¡John! necesito que me escuches, hoy a las 11 de la mañana vas a ir a la sala de reuniones, es la primera puerta que ves a tu derecha al bajar de las escaleras, ahí te voy a presentar a algunas personas que te van a ayudar a adaptarte, algunas las conoces, otras no. Narciso mira a John con una mirada intensa y enfatiza -11 de la mañana, sala de reuniones, ¿estamos?
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John asiente sin decir nada, claramente aturdido por la revelación, el primer pensamiento que se le cruza por la cabeza es cómo se sentirá su madre, ¿estará triste de que ya no esté o aliviada de que le hayan sacado un peso de encima? No queriendo saber la respuesta, toma su café junto a un bollo de pan y avanza hacia una de las mesas donde se sienta a comer tratando de procesar la noticia de que, por lo menos para el gobierno, está muerto. El hombre toma un sorbo de su bebida y le da un mordisco a su pan mientras mira al vacío pensando en el tema de su muerte. Él sabe que es una pérdida de tiempo, pero aun así no puede detener las ideas que llegan a su mente y se aferran a su sinapsis. Cuando estaba a punto de perder el control de su propia mente, una voz ligeramente conocida lo salvó a último momento.
-Buen día, ¿Te molesta si me siento?- Las palabras venían de una mujer joven de pelo rojizo, cuerpo regordete y pecas cubriéndole la cara.
El hombre la mira por unos segundos, dándole tiempo a su mente a librarse de los pensamientos que la estorbaban y concentrarse en la recién llegada. Puede notar que la mujer era la que le dio las indicaciones la tarde pasada. Cuando se da cuenta de esto, rápidamente responde: -No, para nada, por favor siéntate, soy John, por cierto, no llegué a presentarme ayer.
-No te preocupes, se te veía bastante apurado, yo soy Abigaíl, un placer conocerte, John -dice la mujer mientras extiende el brazo sobre la mesa esperando a que el hombre acepte su apretón de manos. Él lo hace y después de que las introducciones son intercambiadas, ambos se sientan a disfrutar su desayuno.
- ¿Vas a comer solamente eso? -Pregunta la mujer mientras compara su plato lleno de tocino, huevo, tostadas, salchichas y frijoles con la magra comida enfrente del hombre.
-Sí, no me levante con mucha hambre- respondió el hombre algo avergonzado.
-No eres de comer mucho en la mañana, lo entiendo, a mí no me dejaban levantarme de la mesa a menos que me terminara todo el plato, se ve que el hábito se quedó conmigo- comenta Abigaíl con una sonrisa y apuntando a John con un pedazo de tocino agrega - De todas maneras, estás haciendo bien, hermano Chef, me dijo que iba a hacer sus legendarias albóndigas para el almuerzo, el espacio extra te va a venir bien.
John sonríe, agradecido por la distracción, y siguiéndole el juego a la mujer pregunta :-¿Hermano Chef? Al parecer, nadie me lo presentó.
La mujer lo mira sorprendida y con un tono de incredulidad dicen -No me lo puedo creer, ¿no has conocido a hermano Chef, el hombre que es probablemente la persona más importante de esta organización?- para luego pararse, y tomando a John del brazo lo arrastra diciendo-Tienes que conocerlo, déjame que te lo presente.
Lo que empezó como una broma ahora intriga al hombre que se pregunta quién será esta mítica figura para emocionar tanto a Abigaíl, tal vez el nombre no sea más que una fachada o un doble sentido para despistar de su verdadero propósito. La mente de John pensaba en varios escenarios sobre esta persona y su significado mientras era arrastrado por su nueva conocida, pero a pesar de las expectativas, el viaje resulta corto, rápidamente llegan a destino cuando entran a la cocina desde una puerta ubicada cerca de la barra. Al entrar, lo primero que ven es un hombre gordo, de pelo corto y mostacho pronunciado, que está terminando de dar órdenes a sus subordinados con un pesado acento italiano.
-Bueno, persone, ya va llegando el grueso de los commensali, así que todos a sus posizioni ¡Dai! ¡Dai! ¡Dai ! El hombre conduce mientras gesticula y hace una última pasada con la vista, asegurándose de que todo esté en orden. Es en este momento en donde ve al dúo y, con una sonrisa de oreja a oreja, se acerca diciendo en voz alta -Ciao, Banbina, ¿qué te trae por mi cocina?
-Hola, hermano Chef, venía a presentarte a alguien, este es John, un nuevo aspirante —contesta la mujer después de darle un abrazo al rotundo hombre.
-Ha, un nuevo bambino, bienvenido a mi humilde cocina-saluda Chef entusiasmado mientras abraza a John enfáticamente.
-Hola, hermano Chef, un gu-gusto en conocerle-responde el hombre como puede mientras se encuentra envuelto en la corporeidad del cocinero.
Cuando por fin lo suelta, se para lo más derecho que puede y, mientras se arregla, observa sus alrededores. La cocina era amplia y limpia, el olor a comida llenaba el aire junto con el calor de las llamas que eran usadas de manera experta por los cocineros.
Mientras John observaba cómo trabajaban, Chef y Abigaíl charlaban sin mucha preocupación cuando algo que dijo la mujer le hace recordar algo al hombre -Banbina, ¿puedes hacerme un favor?
-Claro que sí, pero ya sabes lo que te va a costar- responde la mujer haciendo su mejor actuación de mafioso.
-Lo sé, lo sé, ración doble de albóndigas-dice el hombre siguiéndole el juego y no pudiendo aguantar más entre risas, pide - Necesito que vayan al invernadero a buscar un par de hierbas para las albóndigas, se las pedí ayer a la hermana Evergreen, así que ya las tendrá listas, solo falta buscarlas.
-Ok, las tendrás lo más rápido posible- afirma la mujer y dirigiéndose a su nuevo amigo pregunta- John, ¿me acompañas?
-Sí, tengo que hablar unos temas con Evergreen así que puedo ir contigo, pero no sé cuánto tiempo tardará nuestra conversación así que probablemente tengas que volver sola- explica el hombre con calma.
-Sí, no hay problema, ¿vamos? - indaga la mujer mientras apunta hacia la puerta por donde entraron y antes de retirarse se despide del hermano Chef con un abrazo rápido.
Saliendo al patio interno, lo cruzan y van a una de las puertas que John nunca había usado. Al atravesarla, el dorso de su mano brilla verde otra vez. Lo primero que los recibe al enfrentar el exterior es un viento frío que se cuela entre los robles que los rodean. En la distancia, una estructura de cristal y metal se alza cubriendo toda la vista, mientras que a lo lejos varias detonaciones pueden ser escuchadas.
John se detiene al percibir el sonido y confundido pregunta -¿Qué es ese sonido?
- Debe ser el campo de tiro, generalmente ellos practican a esta hora -responde la mujer, empezando a caminar por el sendero que lleva al invernadero.
Él se queda quieto mirando en la dirección de los disparos, pero al darse cuenta de que lo están dejando atrás, redobla el paso y se pone al lado de Abigaíl.
-Antes me llamaste aspirante, ¿por qué? - Aprovecha para preguntar John, mientras continúan avanzando.
Ella lo mira confundida y con una sonrisa dice -Pues es como lo escuchas, somos candidatos a unirnos a la organización, nos van a dar misiones y si las pasamos nos dejarán unirnos y elegir nuestros nombres, ¿o acaso pensabas que alguien le pondría a su hijo Chef?
-Claro que no, pensé que era más como “quiero formar parte” “O claro que sí, firma aquí y elige tu nombre”-Contesta el hombre, algo ofendido por la pregunta.
-Buena impresión de hermano Narciso, no dejes que te escuche hacerla- Critica la mujer mientras el tono de broma se va deshaciendo en un tono serio.
Él rápidamente pierde la sonrisa, pero antes de que pudiera decir algo, la puerta del invernadero aparece ante ellos.
-Ok, un par de reglas antes de que entremos: uno: quédate cerca, este lugar es más grande de lo que parece. Dos: si no sabes qué hace, no lo toques, hay varias cosas peligrosas dentro de estos muros y tres: si ves que algo se mueve, tú te mueves en la dirección contraria —advierte Abigaíl con un tono firme.
-Entendido, quedarme cerca, no tocar nada, si algo quiere tocarme, salgo corriendo- responde John mirando la puerta.
La mujer toma las barras de metal que sirve como picaporte y las jala, las hojas se separan y de la abertura aparece una luz púrpura que los ciega, absorbiéndolos a su centro. John otra vez siente como si algo lo arrastrara, pero en esta ocasión, en vez de ser un aterrizaje suave, él siente cómo lo lanzan y sin control empieza a girar.
Cuando por fin recupera su visión, siente que el ambiente es cálido y húmedo. Mirando alrededor, puede notar que está solo, colgado de un árbol cabeza abajo, lianas alrededor de sus tobillos. Alrededor de él, árboles tropicales se levantaban en todas direcciones y el sonido de insectos zumbantes retumbaba en sus oídos.
Aturdido, adolorido y asustado. John colgaba mientras pensaba en dónde carajo se encuentra y cómo iba a salir de esta en una sola pieza.