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Arcanum Veritas: Fractals (Español/Spanish)
Capítulo 20: Conociendo al equipo

Capítulo 20: Conociendo al equipo

Mientras cruzaba los caminos del bosque, la radio reproducía una vieja canción de blus, perfecto acompañamiento no solo para el clima sino también para el estado emocional en el que se encontraba. Siguiendo el GPS, avanza rápidamente, a pesar de que tiene tiempo antes de la hora pactada. Ahora que las nubes tapan toda la poca luz proveniente de la luna y las estrellas, el bosque se veía tétricamente oscuro, así que John no quería pasar más tiempo de lo necesario dentro del lugar.

Al doblar en una esquina un rayo ilumina el bosque; la canción es cortada repentinamente por un ataque de estática y en ese momento del lado derecho del camino un hombre de complexión oscura se hace presente. Iluminado momentáneamente por el relámpago, con una caña en su mano derecha y un balde en la otra, se paró entre los arbustos portando un sombrero, unas botas de goma y un overol que lucía diferentes manchas marrones y rojas. A pesar de que fueron unos segundos, la figura del hombre se marca a fuego en las retinas de John. Mirando por el retrovisor, lo único que veía ahora que el momento de claridad había pasado era una oscuridad abisal. A pesar de lo fuera de lugar que se veía, él no podía evitar sentir que conocía a esa persona. Su nombre en la punta de la lengua, pero por alguna razón se resistía a ser dicho.

El sonido de las primeras gotas de lluvia que golpean su parabrisas devuelve su vista hacia el camino justo a tiempo para notar el resplandor de sus faros en los ojos de un indefenso ciervo que paralizado por el miedo se mantiene parado en el medio del camino, tratando de esquivar al pobre animal. Gira el volante lo más rápido que puede hacia la izquierda, pero a pesar de su mejor esfuerzo todavía puede sentir el pesado impacto del animal en el fuselaje del vehículo. Luchando para recuperar el control del auto, se sale del camino, deslizándose por el barro recién formado de la banquina hasta detenerse unos metros más adelante.

Por unos segundos lo único que puede oír es el latido de su corazón bombeando rápidamente en sus orejas; lentamente el sonido de la radio vuelve a aparecer, esta vez con un concierto de piano. Tratando de enfocar su borrosa vista, levanta el teléfono, ordenando a Penélope que encienda la linterna y con ella ilumina el capot del auto a través del parabrisas, esperando ver humo que salga del motor, pero él, incrédulo, agita la cabeza, no pudiendo creer lo que ven sus ojos, o para ser más exactos, lo que no ven. No había humo, ni abolladura, ni siquiera sangre, solo barro. Se baja del auto, escudando el teléfono con sus manos, y camina siguiendo el camino de tierra en busca del cadáver del animal, pero inspeccionando los alrededores del lugar en donde las marcas de las ruedas empiezan a virar, no pudo encontrar ningún cuerpo o siquiera huellas de la criatura.

La lluvia empezaba a aumentar en su intensidad, como así el miedo, que empezaba a fermentarse en la mente del hombre. Subiéndose rápidamente al Cadillac, continúa con su camino. A pesar de que el sentimiento de urgencia había crecido, decidió ser precavido y manejar más despacio, no queriendo sufrir otro accidente como el que acababa de pasar. Aun así, no pasa mucho tiempo antes de que llegue hasta la carretera principal que da al parque industrial.

Cuando sube al asfalto esta vez puede notar un gran contingente de personas que salen y entran a la ciudad; siendo el fin de semana tiene sentido que así sea. Por suerte para él, el flujo de tráfico era constante y antes de que se diera cuenta ya estaba entre los apartamentos que junto con las fábricas conformaban el grueso de los edificios del barrio. Debido a la hora, se podía escuchar música saliendo de las ventanas de los departamentos. El parque industrial, por su naturaleza, siempre fue un barrio obrero en donde las simples cosas se aprecian más que las extravagantes. Esto se ejemplificaba en un grupo de niños jugando debajo de la lluvia de verano, chapoteando en los charcos que se acumulaban en las derruidas aceras del lugar mientras sus madres los llamaban adentro, mientras acomodaban la ropa que tuvieron que sacar de las cuerdas que van de edificio a edificio, enmarañando el cielo de los callejones debido al sorpresivo cambio de clima.

Siguiendo las indicaciones del GPS. John dobla en dirección a las colinas rojas, el barrio que se destaca por ser la zona de recreación de la ciudad de Hope. Si bien hay centros de entretenimiento en cada barrio, este en particular tenía la mayor densidad de bares, teatros y restaurantes que cualquier otro, haciendo que cualquier persona que se considere un artista viva aquí. Leyendas de la industria como Beatriz Simmons, Ernesto Saavedra y Cassie Chen han cruzado estas veredas, comido en estos restaurantes y dejado su marca en el mundo de las artes en este lugar. Mientras maneja, John piensa en su relación con el arte, como las películas que veía con su padre cuando era pequeño instauraron una idea de glamur en la ciudad, que con el paso del tiempo y experiencia personal resultó no ser tan cierta. A pesar de eso, él tenía que admitir que si bien la realidad era diferente a lo prometido, algunas cosas todavía se mantenían como ciertas, particularmente como los recuerdos felices de compartir tardes y noches junto a sus seres queridos viendo estos films se mantuvieron por muchos años como un pilar de soporte emocional para él.

Con una mescla de desilusión y agradecimiento en su interior, John continúa manejando por las calles del parque industrial. Luego de unos minutos puede empezar a notar cómo los edificios de ladrillo que portaban un aire de practicidad y utilitarismo son reemplazados lentamente por estructuras llenas de individualidad que las separaban unas de las otras. Después de unos minutos las calles empiezan a inclinarse y bajar abruptamente, marcando la entrada a las colinas rojas. No muy lejos, siguiendo las colinas rodantes, llegó a un sector en donde predominaban los carteles escritos en mandarín. Esta zona era conocida como el mercado chino en donde varios comerciantes del país asiático decidieron asentarse y ofrecer sus productos. En una esquina oscura, únicamente iluminada por un cartel de neón naranja que mostraba un dragón descansando en la cima de una montaña. Debajo de este se encontraban letras en mandarín que traducido dirían algo como descanso o pico del dragón.

John estaciona enfrente del restaurante, debajo de la luz de cartel que titila de vez en cuando. Esperando unos minutos busca con la vista a alguien que pudiera reconocer que esté entrando o saliendo del lugar, pero cuando no ve a nadie decide bajarse y mirando su teléfono un par de veces se asegura de que es el lugar adecuado; sin duda lo es. Aunque según su reloj todavía faltan 15 minutos antes de que comience la reunión, decide cruzar la calle y se adentra en el lugar. Al abrir la puerta, lo primero que nota es el olor a especias junto al de jazmín. El interior del restaurante mostraba unos colores mezcla de dorados y naranjas que trasmitían una sensación cálida. Había un par de comensales compartiendo varios platillos en mesas redondas, y del otro lado de la habitación una joven mujer de facciones asiáticas se para detrás de una barra mientras viste un tradicional vestido chino de color naranja.

John se acerca a la señorita con la intención de preguntar en qué mesa debería sentarse, pero unos segundos antes de que llegara enfrente de ella recuerda el mensaje que le pasó Abigail. Sacando su teléfono, vuelve a leer la línea y cuando la mujer le pregunta en qué puede ayudarlo, él dice —Vengo por un té y un lugar tranquilo.

La joven se pausa por un segundo, mirando al recién llegado de arriba abajo con una expresión de ligera incredulidad, pero mientras cambia a una sonrisa profesional, le pide a John que la acompañe. Él la sigue pasando por una puerta doble que da a la cocina, en donde cocineros, así como hombres y mujeres tatuados vestidos con trajes, iban y venían deteniéndose solamente para recibir órdenes o darlas. Subiendo por la escalera la mujer lo lleva a un pasillo con varias habitaciones; ellos se dirigen a la puerta del final, una enmarcada en madera roja en donde varios símbolos fueron tallados en un idioma que el aspirante no podía leer. Ella abre la puerta y se aparta, dejando el paso libre para el hombre. John entra a la habitación y al hacerlo los pelos de su nuca se paran; mirando para atrás puede ver que la puerta se cierra con un pesado golpe seco, dejándolo encerrado en el lugar.

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Observando sus alrededores, puede ver una mesa en el centro llena con varios platillos de aspecto delicioso. Sentados alrededor de estas 5 comensales que hasta hace poco estaban comiendo y compartiendo bebidas, miran intensamente en su dirección, John pudo reconocer a Dolche y a Talón, pero el resto de las 3 figuras eran un misterio para él.

—Señor Dole, un placer tenerte entre nosotros —dice Talón con un dejo de sarcasmo.

—Voy por William Thompson ahora —corrige el hombre, intentando no parecer débil ante los desconocidos mientras se sienta en la única silla libre.

—Ciertamente, y al parecer William las tiene bien puestas —dice Dolche con una sonrisa.

—JA, una nueva identidad me hace recordar a mis días en la CIA —comenta un hombre blanco de pelo corto y traje pulcro ubicado a la derecha de Talón.

—No empieces otra vez con tus cuentos de la edad media, anciano, vas a hacer que Mikail empiece a contar historias sobre sus años en la KGB y no tengo suficiente alcohol en mi sistema para aguantar ambas —pide rudamente una joven de piel cobriza y pelo negro que posa encima de su hombro derecho.

—Pues eso se puede cambiar, malen'kaya devochka —afirma entre risas un hombre que fácilmente pudiera ser confundido con un oso mientras le sirve otro trago a la mujer.

—Señor Thompson, estos son Lionel Smith, ex CIA, Lorena Aguilar, ex FARC y Mikail Ivanov, ex miembro de la KGB —presenta Talón a los desconocidos, señalándolos uno a uno a medida que dice sus nombres para luego apuntar a John y agregar —Gente les presentó a John Dole AKA William Thompson, ex miembro del equipo forense de la ciudad de Hope y nuevo médico del equipo.

—Así que este es el reemplazo de Lerouche; por lo menos si no puede salvarnos sabrá que nos mató —bromea el ruso para luego proceder a terminar de un trago su copa.

—No te das una idea de cómo me calma eso —comenta irónicamente Aguilar.

—En los siguientes tres meses lo entrenaremos para que pueda funcionar de manera eficiente en este equipo —agrega Talón ignorando los comentarios de ambas personas.

- ¿Tenemos que entrenarlo? O sea que no está listo; ¿siquiera sabe disparar una pistola? —pregunta con incredulidad la mujer.

—Por lo poco que he visto, dispara bastante bien —intercede Dolche intentando defender al aspirante.

—Ho, claro, el reconocimiento de la mujer que particularmente usa armas cuerpo a cuerpo es extremadamente valioso cuando hablamos de disparar; gracias, D, ahora sí que estoy más tranquila —espeta Lorena irónicamente mientras mira a la otra mujer intensamente, chispas volando entre ellas.

—Mira tú pedazo de… —empieza a responder Dolche ante el insulto, pero antes de que pudiera continuar es cortada por Talón.

—Basta, las dos, el Señor Dole es un aspirante vetado por el hermano Narciso y tiene los conocimientos médicos necesarios como para dar primeros auxilios; es por eso que en los siguientes tres meses lo entrenaremos para que esté listo para ir con nosotros al campo. Esto es un hecho, no una discusión, ¿está claro? —pregunta el arcanista con un tono que hace entender que solo hay una respuesta correcta.

Ante las palabras de su líder, ambas mujeres desisten y proceden a escuchar en silencio mientras de vez en cuando toman un trago de sus vasos o algún pedazo de comida de algunos de los platos.

—Señor, por mi parte no tengo problemas en entrenar al joven Dole, pero ¿no crees que 3 meses es demasiado poco tiempo para instruir a alguien que va a ir a una FRZ? —cuestiona respetuosamente Smith.

—Todavía no sabemos si es un FRZ —interrumpe Lorena mientras se sirve otro trago.

—¿Cuando no lo es? —dice Mikail en un tono serio mientras extiende su copa en dirección de la mujer.

—Entiendo sus dudas y créanme que las comparto, pero nadie en esta mesa puede negar que el hermano Narciso tiene un buen ojo para las personas y él cree que el señor Dole puede hacerlo, y si él lo cree, yo también —dice Talón respondiendo la pregunta del viejo agente.

Un silencio cubría el lugar; era obvio que no estaban contentos con la situación, pero nadie se atrevía a ir en contra del juicio de Narciso, así que no les quedaba más que aceptar la situación y seguir adelante.

Mientras el grupo comía, Talón sacó varios papeles de un maletín negro y los pasó a los comensales, cuando una de las copias llegó al aspirante, este intentó leer rápidamente las varias fechas e información que llenaba la página, pero no pudo hacer mucho sentido de lo escrito.

—El centro psicológico Ombelton es el lugar en donde se rumorea que el grimorio que estamos buscando se encuentra; tenemos algunas ideas básicas de la historia del lugar, pero toda información antes de 1881, que fue la fecha en donde se construyó el edificio, está siendo bloqueada por el Buro, además de que en una exploración preliminar del espacio se confirmaron marcas que ponen el terreno como un coto de casa de Eternum Sanguineum —explica Talón, generando más dudas que respuestas en la mente de John.

—Asumo que Line está tratando de conseguir la información de los servidores —comenta Lionel analizando el papel.

—Sí, pero acceder a la matriz arcana del Buro es peligroso incluso en sus mejores días, así que va a tomar un tiempo sacar algo de ella —dice Talón mientras organiza los documentos enfrente de él.

—Me preocupa la idea de que Eternum Sanguineum esté involucrado en esto —expresa Smith en un tono preocupado.

—A mí también, trataré de hablar con su líder. Roderik puede ser un bastardo a veces, pero no es irracional, estoy seguro de que podemos pactar un acuerdo con la ayuda de Narciso —asegura Talón, mirando al hombre y llevando su vista hasta Dolche. Agrega—Voy a necesitarte a ti y a Mikail como seguridad; por las dudas, no creo que intente nada, pero no está de más ser precavido.

—Bien, ¿qué hago yo entonces, jefe? —pregunta Aguilar.

—Tú y Lionel van a hablar con algunos de los miembros y pacientes del hospital que todavía están vivos —responde Talón mientras le pasa un par de hojas con fotos y nombres a la mujer y al hombre.

—WOW, increíble, hay algunas personas más viejas que Smith aquí— bromea Lorena lanzando una sonrisa traviesa al hombre.

—De hecho, sí, varias de estas personas están arriba de 90 —corrobora sorprendido el hombre ignorando los comentarios infantiles de su compañera.

—Sí, lo sé, no es la información más creíble que podemos obtener, pero si Line no consigue acceder a la red del Buro, quisiera tener algo con lo que guiarme y una historia borrosa es mejor que nada —dice Talón mientras empieza a juntar los papeles encima de la mesa.

—¿Ya te vas, camarada? —pregunta Mikail con la boca llena.

—Sí, tengo que organizar algunas cosas en Santuario y hablar con Narciso por el tema de Eternum Sanguineum —responde el hombre mientras termina de guardar los últimos papeles dentro del maletín, para luego proceder a despedirse y salir por la puerta.

La noche se desenvuelve en discusiones que a John le cuesta seguir junto con preguntas personales adornadas con una cantidad excesiva de alcohol. Al final, el miedo que tenía John sobre no ser aceptado se difumina ante la bienvenida cálida del grupo, que a pesar de no estar seguros de su inclusión tampoco lo apartan.

En algún punto, probablemente por la cantidad de bebidas, John pierde el conocimiento y solo lo recupera cuando se despierta en su cama, la cabeza palpitándole violentamente. Tomando su celular puede ver la hora, 7:15 de la mañana. También puede notar cómo tiene 3 nuevos contactos y un mensaje de Lionel que dice que dejaron su auto en el garaje y las llaves arriba del escritorio. El hombre se levanta a duras penas y se dirige al baño, se ducha, se cambia y luego desciende las escaleras a paso apresurado en busca de un café. Cuando cruza las puertas de comedor, teniendo su objetivo a la vista, se acerca a la mesa y busca la taza más grande que puede encontrar, pero antes de que pudiera dar un sorbo, una voz familiar lo llama.

—Señor Dole, preparado para empezar a practicar, hay mucho que aprender y poco tiempo, así que acompáñeme —dice Sigil mientras deja un plato sucio encima de una mesa cercana y se dirige a la puerta.

John toma lo más rápido que puede su café, casi quemándose la boca, pero ante la insistencia del arcanista lo único que puede hacer es dejar la taza a medio tomar sobre la mesa y corre en dirección a su instructor mientras suspira y piensa para sí mismo "van a ser tres meses bastante largos".