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Arcanum Veritas: Fractals (Español/Spanish)
Capítulo 5: Más preguntas que respuestas

Capítulo 5: Más preguntas que respuestas

La luz púrpura invade la visión de John y este siente cómo otra vez su cuerpo vibra y es arrastrado en varias direcciones, pero, esta vez, el viaje es mucho más corto y en cuestión de segundos impacta en un suelo de piedra junto a Oliver.

Debido a lo que puede escuchar, sabe que hay otras personas en la habitación con él, pero toda la fatiga acumulada de las últimas horas empieza a caer sobre el hombre, toda junta, haciendo que lentamente pierda el conocimiento. Cuando sintió manos que lo tomaban, se desmayó. En la oscuridad de la inconsciencia, es asaltado por un coro de voces, algunas susurrando, otras gritando, algunas pidiendo, otras demandando, la cacofonía que lo rodea hace que no pueda entender lo que las voces sin cuerpo le quieren comunicar, la única palabra que puede reconocer, debido a que se repite constantemente, es “hogar”.

John trata de entender lo que su subconsciente le intenta decir gritándole una y otra vez la palabra hogar, ¿le querrá decir que vuelva al pequeño pueblo de donde vino? La pregunta es descartada tan rápido como fue creada, muchos puentes quemados como para que eso fuera posible y, si bien no es el tipo más honrado ni siquiera él es tan cara dura como para volver pretendiendo que no pasó nada.

Sin una respuesta clara, los gritos y susurros se van disolviendo hasta que desaparecen por completo, ahora reemplazados por un palpitante dolor de cabeza. El hombre abre los ojos y un techo desconocido le da la bienvenida. Instintivamente, tira un manotazo hacia donde debería estar su mesita de luz, en busca de las pastillas que utiliza en estas situaciones, solo para tomar un puñado de aire. La sorpresa del fallo hace que la bruma mental que afectaba su cerebro sea limpiada completamente y, abriendo bien los ojos, captó la desconocida habitación lo mejor que pudo.

El lugar en donde se encuentra es un cuarto pequeño con una cama, un ropero y un escritorio, todos hechos de madera. La puerta se hallaba a unos metros enfrente de él y a la izquierda una pequeña ventana cerca del techo dejaba pasar una ligera claridad.

Al tratar de reincorporarse, un fuerte dolor le recorre el cuerpo. Al ver su brazo, puede notar los vendajes de color verde, expertamente colocados, que parecieran estar hechos de alguna especie de hoja. El terror se empieza a acumular en la mente de John y esta va a mil tratando de pensar un plan para escapar del lugar, plan que se complica cuando la puerta se abre y una figura entra al cuarto.

Teniendo que agacharse para pasar por el umbral, una silueta femenina entra al espacio, vistiendo un vestido veraniego blanco y un sombrero que se asemeja a un girasol que, junto al pelo largo, negro y que termina en puntas verdes, encuadran una cara atractiva. Ella lleva una jarra y un vaso llenos con un líquido verde musgo que lucía bastante viscoso y al levantar la vista con una cara de sorpresa exclama.

-Oh, por fin te levantas, buen día- El tono cálido y afable que emana de la voz de la mujer choca bastante con tan imponente cuerpo- Te debe estar doliendo bastante la cabeza, los efectos de abstinencia son bastante fuertes-agrega al ver la expresión de John, equivocando su confusión actual por su dolor pasado, mientras extiende el vaso con la sustancia verdosa en la dirección del hombre toma la silla del escritorio, la coloca alado de la cama y procede a sentarse.

Extremadamente confundido, el forense lo toma y se lo lleva a la nariz mientras cuestiona - ¿Abstinencia? ¿De qué estás habla...? -El olor que emana del vaso es extrañamente familiar y atractivo, lo que hace que corte la pregunta a medias, usando toda su atención para definir qué le dieron.

Mientras rebusca en los rincones de su memoria una pista que lo lleve a descubrir el contenido del vaso, el dolor de cabeza iba en aumento haciendo de la tarea un trabajo herculino, pero entonces, como si fuera un rayo de luz en la oscuridad, la respuesta llega a él junto con una risa suave que se desliza desde sus labios. Mientras piensa cuánta razón tiene el dicho de “El lugar más oscuro es el espacio debajo de la lámpara” se lleva la copa a los labios y empieza a tomar a bocanadas.

A medida que la preparación pasa por su garganta, el sabor amargo se empieza a expandir por todo el cuerpo, haciendo que el palpitar constante que le entumece la mente disminuya de manera rápida, pero, cuando pudo ver el fondo del vaso, se dio cuenta de que el dolor no se había detenido, solo aminorado. A pesar de que no resolvió el problema, el contenido del recipiente sí alivió su condición y, echando una mirada hacia el costado, pudo notar la jarra llena con más panacea verde.

La mujer de vestido blanco enseguida capta lo que el hombre está pensando y sin decir nada extiende la mano. John rápidamente acepta el gesto y le da el vaso, ella lo llena hasta el borde y se lo devuelve mientras sonríe de una manera amable y radiante como el sol. Este proceso es repetido hasta que casi todo el contenido de la jarra es consumido.

Después de terminar el último vaso, se queda en silencio mirándose el ombligo. En los siguientes minutos solo se puede escuchar el sonido de una respiración profunda y constante. La extraña se sienta, con la paciencia de una santa, a esperar que esté listo para hablar. Cuando por fin John levanta la cabeza y la mira, ella aprovecha para preguntar -¿Cómo se siente, señor Dole?

Las palabras de la mujer hacen que el hombre se enderece lo más que pueda y rápidamente cuestione- ¿Cómo sabe mi nombre?

Sin quitar la sonrisa de su rostro, ella responde con un tono dulce y serio -Pues estaba en tu carnet de conducir, el cual estaba en tu billetera, la cual estaba en tu pantalón, increíble cómo funcionan los contenedores, ¿no?

Al escuchar esto, el hombre, sin poder definir si las palabras de la mujer fueron sarcásticas o no, se fija en los bolsillos de su pantalón y pudo confirmar que no tenía ninguna de sus pertenencias. Lo primero que piensa es en su billetera y su teléfono, en donde tenía fotos importantes para él, pero antes de que pudiera abrir la boca, el mismo sentimiento ya usual le aprieta el estómago y le hace recordar algo importante.

- ¡Oliver! ¿Dónde está Oliver? -pregunta mirando a la gigante con un tono de preocupación.

-El señor Wild se encuentra en un lugar seguro, su bendición se salió de control y debido a que está muy cerca de quebrarse, debemos mantenerlo aislado por ahora- Contesta la extraña, cuya expresión cambia al notar cómo la confusión no se quita de la cara de John, y con un tono de preocupación pregunta- ¿Sabes de lo que estoy hablando? ¿Verdad?

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El hombre niega con la cabeza y ahora es la mujer la que se ve claramente confundida, ella lleva su mano hacia su sombrero y un ligero brillo verde hace que este se abra liberando un poco de polen, como si fuera algo completamente normal, mete la mano dentro de la flor y sustrae un contenedor de pastillas que extiende hacia John mientras que con un tono de incredulidad pregunta- ¿Realmente no sabes que estás tomando supresores? ¿No me estás tomando el pelo?

- ¿Supresores? Esas son mis pastillas para la migraña, las llevo tomando hace varios años - responde el hombre mientras se estira intentando tomar el frasco, pero la mujer es más rápida. Antes de que John pudiera decir algo, ella toma una pastilla, la muerde y rápidamente la escupe. Donde cayó, una pequeña margarita brota desde los tablones del suelo.

-No, son supresores, bastante fuertes a eso y ¿no te dijeron que eran o siquiera qué hacían? – Vuelve a interrogar la gigante, esta vez enderezándose para cargar con el peso de su cuerpo la pregunta y transmitir lo serio de la situación.

-Miré, señorita, hace un par de años fui a un médico porque me dolía la cabeza y estaba viendo cosas raras, así que me dieron esas pastillas para detener las visiones y las migrañas- intenta explicar mientras mira la flor que se empieza a marchitar.

- ¿Rarás cómo qué? ¿Formas? ¿Colores que no puedes describir? - insistió la extraña sin quitarle la vista de encima.

-No sé, creo que eran formas, círculos- en el momento en que la palabra círculo sale de su boca el recuerdo de lo que experimentó en la oscuridad se hace presente y lentamente repite- círculo…

Ambas personas se quedan en silencio mientras John intenta pensar si los círculos de su juventud tienen algo que ver con los símbolos que vio antes en el extraño espacio. La realización de que tal vez las extrañas alucinaciones eran algo más que los delirios de una mente enferma lentamente se va haciendo más clara en su cabeza hasta el punto en donde solo le queda una pregunta que dice mientras mira a la mujer directamente a los ojos- ¿Qué me hicieron?- la voz del hombre tiembla, una mezcla entre ira, confusión y un poco de miedo.

-Nada que no pueda ser revertido- una voz masculina corta entre ellos dando una respuesta y antes de que puedan confirmar de dónde viene agrega- la hermana Evergreen es bastante buena en ese aspecto

Ambas personas miran en la dirección de donde viene la voz, ahí, apoyado en el umbral, pueden ver un hombre de altura promedio, piel cobriza, pelo negro, barba estilizada y una cara bien parecida, adornada con dos ojos color ámbar. Lleva una camisa color frambuesa, un pantalón marrón y un cinturón con una gran hebilla plateada en forma de una mariposa.

-Hermano Narciso- la mujer se levanta para saludar al recién llegado con un fuerte abrazo que lo envuelve completamente, levantándolo del suelo, al bajarlo y separarse agrega- Que bueno que volviste, pensé que llegabas esta noche.

-Bueno, ciertas situaciones hicieron que apurara mi regreso- comenta mirando alrededor de la mujer directamente a John y mientras camina pasando a Evergreen dice- Señor Dole, en estas paredes se me conoce como hermano Narciso, agradecería que se refiriera a mí de esa manera- empieza la conversación con un tono serio y profesional - He escuchado un poco de usted, de mis hermanos y hermanas, el resto lo aprendí de esto, aunque por alguna extraña razón tengo más preguntas que respuestas- concluye mientras agita una cartera, unas llaves y un antiguo teléfono de tapita en sus manos.

Al ver sus pertenencias en la mano de un extraño, John se siente aliviado y preocupado al mismo tiempo y, con un tono que intentaba ocultar su incomodidad,pregunta- ¿Me van a devolver mis cosas o solo quieres que la mire?

El hombre de camisa sonríe ligeramente y le devuelve sus pertenencias al convaleciente mientras responde-Claro que sí, después de todo no somos ladrones.

John toma sus cosas y abre la cartera. En vez de ver el dinero o las tarjetas, él se centra en una vieja foto gastada de dos jóvenes en el interior de un auto. Con un suspiro de alivio, aprieta fuertemente la llave en su mano mientras el hombre de camisa y la mujer lo miran.

Después de unos segundos, la voz masculina vuelve a sonar, esta vez con una pregunta- ¿Quién eres, señor Dole?- - Digo por qué, claramente no eres un arcanista, sin embargo, tomas supresores lo suficientemente fuertes como para negar a varios de ellos- Narciso pausa por un segundo y se rasca el mentón fingiendo estar pensativo para luego agregar-Por otro lado, tampoco puedes ser mundano, puesto que apareciste de la nada en nuestra sala de transporte, cosa que los sellos y protecciones del lugar hacen extremadamente difícil, así que te lo vuelvo a preguntar ¿Qué eres, señor Dole?

John podía sentir el claro fondo de amenaza en la pregunta que le acaban de hacer y, eligiendo sus palabras lo mejor que puede, intentó contar lo que pasó.

-Miren, sinceramente no entiendo la mitad de lo que están hablando, soy un forense de la policía, mi trabajo es descubrir cómo mueren las personas y eso estaba haciendo cuando de repente este extraño cadáver entra a mi sala de disección.

- ¿Extraño, cómo? -Interrumpe Narciso.

- Sé que no me van a creer- John pausa mirando a ambas personas y teniendo en cuenta lo que pasó hasta ahora se corrige- bueno tal vez si me crean, lo que vi en la mesa de autopsias solo podía ser descripto como una arpía, ya saben, la creatura mítica.

-¿Conque una arpía?- Narciso mira a Evergreen buscando que confirme la idea en su mente.

-Suena a él, ¿piensas que está de vuelta en la ciudad? -Pregunta la mujer mientras se apoya en la pared, su sombrero casi tocando el techo.

-Puede ser, siempre le gustó estar en estas calles, aunque no puedo estar seguro, ya no me habla- responde el hombre con un ligero tono de molestia.

Molestia que se duplica en John al sentir que lo dejan fuera de la conversación y sin esperar a que le digan nada, continúa con su relato.

-Salí a tomar un café y me quedé hablando con el capitán de policía y un detective cuando de repente unas raíces aparecieron desde la morgue y nos atacaron. El detective se adelantó a pelear y yo traté de retirarme, pero el capitán me dejó atrás, así que sin más opción seguí al oficial dentro de la habitación solo para encontrar una gran creatura hecha de madera. Mientras peleaban, liberé a Oliver y, cuando la creatura nos atacó, una fuerte luz nos rodeó.

El hombre se pausa para recuperar el aliento, pausa que Narciso aprovecha para preguntar - ¿Recuerdas el nombre del detective?

John piensa por unos segundos y responde- Rodríguez, creo que era Julio Rodríguez- Al momento en que las palabras salen de su boca, se puede escuchar un gruñido de asco que proviene de la pared.

-Así que el buro está metido en esto, qué raro- El denso tono irónico que usa la mujer hace entender todo lo contrario.

Narciso la mira de reojo y dirigiéndose a John pide- Por favor, señor Dole, termine su relato.

-Sí, pues lo que pasó después es un borrón, recuerdo, oscuridad, ser arrastrado para todas direcciones, estatuas raras y primates extraños, recuerdo…recuerdo…- Un destello de imágenes pasa por su cabeza, ninguna se queda el suficiente tiempo como para poder entenderla, pero cada una que pasa hace que la presión en su cabeza vaya en aumento. Después de unos segundos, los bordes de la visión de John empiezan a ennegrecerse, todas las fuerzas dejan su cuerpo y empieza a desmayarse.

Cuando estaba a punto de perder el conocimiento, alguien lo tomó, un sentimiento cálido se extiende desde el medio de su espalda y la boca de su estómago hacia todo su cuerpo, haciéndolo sentir mejor poco a poco. Al final, es recostado lentamente en la cama y la voz suave de Evergreen le dice- John, ya no intentes recordar, relájate y duerme un poco después de todo, los pacientes están aquí para recuperarse, no para ser interrogados, ¿verdad, hermano Narciso?- Un poco de hostilidad supura de esa pregunta pero John está muy cansado para escuchar la respuesta y mientras las voces se alejan cada vez más él se hunde en un profundo sueño.