Una van negra sin marcas se mueve por las calles que abrazan las alturas rodantes del barrio de las colinas rojas. Por su necesidad de pasar desapercibidos, a pesar de que tienen un tiempo limitado, se mueven a una velocidad parecida al resto de los vehículos que los rodean, con la única diferencia siendo que, mientras los otros van hacia el centro de este lugar con la esperanza de ser parte de la gala que el alcalde Brown pone todos los años para juntar fondos para su reelección, ellos tienen la intención de salir, poniendo su vista en un objetivo menos lujoso, pero mucho más importante.
El destino no muy lejano, a unas cuadras de la linde entre el barrio imperial y las colinas rojas, en donde varias mansiones, antiguas e imponentes, devoran la mayoría del terreno, aquí se alza un viejo sanatorio, ahí está lo que están buscando o por lo menos eso es lo que esperan.
—Jay, dime, ¿te puedo preguntar una cosa? —pregunta Lorena ladeando la cabeza mientras mira a John y ajusta su chaleco anti puñaladas a su cuerpo.
—Sé que me voy a arrepentir de esto, pero adelante ¿qué quieres saber? —contesta el aspirante, sabiendo el tipo de preguntas que podía esperar de su compañera.
—¿Puedes explicarme cómo después de 3 meses de trabajo intenso todavía estás así de flácido? Digo, uno pensaría que con todo el trabajo físico que te hicimos hacer ya deberías estar tonificado —interroga la mujer mientras intenta apuñalar con el dedo el costado del hombre, solo para ser detenida por la misma armadura que ella tiene.
—Pues verás, señorita Aguilar, hay algo que tal vez usted no sepa, un secreto antiguo pasado de generación en generación en la casa de los Dole —dice John en un tono serio y acercándose a ella mientras baja la voz como si fuera a decirle un secreto, agrega— se llama ser una persona sociable y tener amigos.
La mujer lo mira anonadada, mientras el hombre se parte de la risa. Después de unos segundos, cuando el aturdimiento de la revelación había pasado, se lanza en dirección a John, golpeándolo en el hombro mientras dice —¿Te crees gracioso?, ¿he? Sabes muy bien a lo que me refiero, además soy bastante sociable yo también.
—Es verdad, como le caigo bien a hermano Chef me da raciones extra e incluso algunas noches cuando tengo que quedarme a estudiar algo hasta tarde me sirve café y algo para comer; con el tiempo todo suma —responde el aspirante mientras esquiva los ataques lo mejor que puede, su entrenamiento de los últimos meses empezando a brillar.
—No preguntes si no quieres saber la respuesta —dice Leonel sonriendo ligeramente.
—Mira, viejo, nadie te pidió tu opinión —espeta Aguilar mirando al hombre con ojos entrecerrados.
—Vamos, señorita, siéntese, no querrá cansarse antes de la misión —comenta Mikail mientras la toma suavemente de los hombros y la sienta a su lado.
—Por favor, Lorena, cálmate, ni siquiera empezamos todavía y ya estás haciendo desastres —reprimenda Dolche.
—Mira, tal vez no tenga un nombre lujoso como el tuyo, pero eso no quiere decir que no pueda patearte el culo —dice Aguilar en un tono amenazante mientras apunta un dedo acusador a la mujer.
—Primero, no tienes un nombre "lujoso" porque no te lo ganaste todavía y segundo, guarda ese dedo antes que lo pierdas —advierte Dolche en un claro tono de amenaza mientras mueve su mano derecha hacia la parte de atrás de su pantalón en donde una daga curva se encontraba.
—Estamos a punto de llegar al centro, fíjense que tienen todo lo necesario y por todo lo que consideran sagrado dejen de pelear; necesito a todos concentrados y en una pieza —la voz de Talón se escucha detrás de una ventana en la pared que separa la parte de atrás de la van del asiento del conductor y el del acompañante.
Ante las palabras del hombre, los ánimos se calman, pero a pesar de que la situación entre los miembros se disipa, la tensión en el lugar no lo hace; solo cambia de foco, siendo ahora la entrada hacia una FRZ lo que la causa.
Después de asegurarse de que tuviera todo lo que necesita Smith se gira mirando a John y con un tono amable le pregunta —John, ¿Recuerdas que tienes que hacer ahí adentro?
—Sí, debo quedarme a distancia y usar la pistola; si me llego a encontrar en una situación en la cual debo pelear cuerpo a cuerpo, debo usar lo que aprendí para ganar distancia y de ser necesario retirarme lo más rápido que pueda, y si nos llegamos a separar, intentar salir del lugar y llegar a la van —recita el aspirante de memoria lo que le enseñaron de manera constante en su entrenamiento.
—¿Y qué más? —agrega Dolche apoyando sus codos en sus muslos.
—No soy un guerrero; si la cosa se pone peligrosa, debo correr y concentrarme en sacar a los heridos fuera del combate —responde el hombre sintiéndose ligeramente avergonzado.
—¿Y qué más? —dice Lorena mientras desliza un cargador en su pistola, siendo su turno ahora de interrogar al hombre.
—Si alguien se encuentra peleando cuerpo a cuerpo, no debo disparar intentando ayudarlo porque es más probable que falle o que golpee a un aliado —dice John, algo cansado de que lo traten como un niño, y mirando hacia la dirección de Mikail, espera que el gigante hombre le diga algo.
—Eso es todo, camarada, solo sigue las ordenes de Talón y todo saldrá bien —dice el ruso con una sonrisa mientras toma un trago de su petaca que luego extiende en dirección al aspirante.
John niega la amabilidad del hombre con un gesto de la mano; Mikail no se lo toma a mal y guarda el recipiente de metal no sin antes darle un último sorbo. Luego de unos minutos, la van dobla en una esquina. Estacionado en la calle, la parte trasera de un auto color verde oliva se hace presente enfrente de un paredón de ladrillos conectado con una reja de metal cerrada con una pesada cadena y varios candados.
Las puertas del auto se abren; las figuras conocidas de Sigil y Abigail descienden del vehículo, saludando en la dirección de la van. Talón estaciona y se baja; las ropas holgadas que lleva, casi demasiado grandes para su figura, se agitan en el viento de la tarde. El resto del equipo lo sigue reuniéndose con los otros 2 arcanistas.
—¡Abi, ¿cómo estás, corazón? Se te ve mal —dice Lorena mientras abraza a la pelirroja cuya expresión no lucía para nada bien.
—Estuvimos explorando un poco con mis animales; algo mató a uno de ellos —dice con una voz ronca y desprovista de energía mientras apoya la cabeza en el pecho de la mujer.
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—O sea que hay algo hostil ahí adentro —comenta Dolche mirando el edificio encima de la colina.
—Sí, o podría ser simplemente un gato hambriento —propone el ruso mientras hace lo mismo.
Mientras observan cómo el sol se esconde detrás del centro, Dolche intenta encontrar algo que decir, pero no sabe si el hombre está siendo serio o está bromeando; así decide quedarse callada.
—Señorita Whitaker ¿está segura de que puede seguir con esta misión? El efecto secundario de su magia no es para nada ligero —pregunta Smith con preocupación.
—Sí, sí, puedo hacerlo, solo necesito un minuto —asegura Abigail mientras intenta moverse hacia la puerta del auto.
Viendo el movimiento tambaleante de la mujer, John se acerca colocándose al costado de ella, poniendo el brazo derecho sobre su hombro, ayudandola a avanzar mientras dice—Déjame que te ayude.
—Hola John, ¿O debería decir William? —pregunta la mujer en broma, esbozando una ligera sonrisa.
—Tú puedes decirme como quieras —contesta el hombre devolviendo la sonrisa.
—Se llamaba Stanford… —comenta la mujer apoyando su cabeza en el asiento.
John se pausa no entendiendo a lo que se refiere, pero Abigail continua sin darle tiempo a preguntar—Lo conocí cuando estaba caminando un día de invierno; aún recuerdo la nieve de ese día; el pobre estaba completamente cubierto, de pies a cabeza y temblaba —rememora la mujer, una lágrima empezando a surcar su mejilla.
El hombre se queda en silencio, tomando la mano de Abigail, preguntándose cuál era la razón que la llevaba a utilizar estas creaturas con las cuales compartía tal profunda conexión para hacer algo tan peligroso. A pesar de la duda, no era tan iluso como para no entender que hacerla daría a entender que está culpando a la mujer, aunque no sea su intención hacerlo; es por eso que solo se queda callado, esperando que su presencia ayude a calmarla, aunque sea un poco.
Dejando a los dos aspirantes, Lorena se da vuelta y dirigiéndose a Sigil cuestiona —Hermano Sigil. ¿Qué dicen las lecturas? ¿Qué podemos esperar?
Sigil saca su PSD y toca un par de veces la pantalla para luego empezar a explicar —Este lugar es claramente una FRZ, aunque por suerte para nosotros parece de baja intensidad. Hay fuertes lecturas de SILRR -1 en el edificio junto con algunas lecturas de SILRR -10, pero no lo suficiente para que se produzca un cambio tan brusco en la realidad. Aun así, podemos esperar alguna esquirla de bajo nivel.
—Genial, vamos a tener práctica de tiro entonces —comenta la mujer con una sonrisa viciosa.
—No te emociones tanto, recuerda que no queremos llamar la atención ni dejar pruebas de que estuvimos por aquí —dice Lionel ante la expresión de Aguilar y girándose a Talón pregunta —¿Pudiste llegar a un acuerdo con Roderik?
—Sí, va a dar la orden de que nadie entre al edificio por esta noche, pero me advirtió que apenas amanezca la orden deja de estar en efecto, aún así no bajaría la guardia. Roderik puede controlar a su grupo a duras penas, si eso —responde el arcanista mientras se acerca a la reja.
El resto del equipo se empezó a mover en esa dirección, excepto John que todavía, concentrado en consolar a Abigail, no había notado que lo estaban dejando atrás.
—John, vamos a entrar, pídele a Abigail que te dé el animal y ven con nosotros —dice Dolche en voz alta en la dirección del dúo.
El aspirante se da vuelta al escuchar que dicen su nombre y pudo observar como los miembros del equipo de campo se encuentran alrededor de la puerta discutiendo cómo van a abrirla; en ese momento siente como algo se coloca sobre su hombro y al mover la cabeza para ver qué era, puede ver un pequeño ratón de pelaje verdoso.
John intenta decir algo a Abigail, pero ella lo detiene con un sorpresivo beso, para luego abrazarlo mientras apoya su frente en la de él y casi susurrando decir —Cuídalo y cuídate, recuerda que no eres un héroe, y no hay vergüenza en escapar si la situación te sobrepasa, solo asegúrate de volver sano y salvo.
Había muchas cosas que el hombre quería decirle, pero no tenía tiempo, y claramente no es el lugar adecuado, así que colocando su mano en el hombro de la mujer cierra los ojos y susurra: —Lo haré, lo prometo.
Una vez que se separan, el aspirante se levanta y se dirige hacia sus demás compañeros que continúan discutiendo sobre la mejor manera de sobrepasar el obstáculo enfrente de ellos. A medida que John atraviesa la calle, puede sentir cómo se le paran los pelos de la nuca y el pequeño roedor a su costado se acurruca en su cuello. Al mismo tiempo, un viento fuerte que vuela directamente enfrente de él lo empuja un poco hacia atrás. En ese momento, del rabillo de su ojo izquierdo puede ver señales de movimiento.
—Podemos simplemente romperlo —dice Mikail, tomando uno de los pesados candados que mantenían la entrada a los terrenos del centro cerrada.
—Podríamos, si el objetivo no fuera dejar la menor cantidad de evidencia posible —vuelve a advertir Smith ante la idea.
—Podemos saltar por encima de la reja, fácil y discreto —propone Dolche mirando al resto de sus compañeros.
—Sí, pero si John falla en mantener el aumento, podría terminar empalado en las púas y no nos podemos permitir dejar tanta evidencia —dice Talón descartando la idea.
—Tomará un poco de tiempo, pero puedo abrir los candados —ofrece Aguilar buscando en su bolsillo unas herramientas de cerrajero.
—O simplemente usan el agujero en la pared —comenta John, apareciendo detrás de las barras de metal y paredes de ladrillo que conformaban la pared exterior.
Todos se quedan callados, mirando al hombre con una expresión de sorpresa, hasta que Lorena rompe el silencio, preguntando —¿Cómo carajo entraste ahí?
—Cuando sopló el viento vi cómo las ramas de ese arbusto se movían en mi dirección; la única forma de que eso sea posible es si había un agujero detrás de él —responde el aspirante con una sonrisa.
Antes de que alguien pudiera decir nada más, Talón pega un salto en el aire superando fácilmente la barrera de 4 metros y cae del otro lado levantando pequeñas piedras del camino cuando aterriza.
—Bien hecho, John, continuemos —dice el arcanista mientras empieza a seguir el camino de grava.
John lo sigue de cerca. Cuando él y Talón llegan a mitad del camino, el resto del grupo los alcanza y continúan ascendiendo hacia el edificio. La colina en donde el centro se encuentra erguido tiene los pastos altos y descuidados, señales claras del abandono en que se encontraba el lugar. Al llegar a la cima, lo primero que ven es la fachada del edificio, que derruida por el paso de los años ha visto tiempos mejores. Las ventanas del primer piso están tableadas y varias de las del segundo tienen sus vidrios rotos y regados en el estacionamiento del lugar. Una fuente echa completamente de latón guarda la puerta de acceso y posadas en esta, las estatuas de 3 hermosos ángeles se encontraban en diferentes posiciones; una, la de la derecha, agazapada en una posición defensiva, tiene cruzados los brazos, la otra, esta vez del lado izquierdo, está en la misma posición, pero con la única diferencia siendo que en vez de tener los brazos retraídos, la figura pareciera lanzarse hacia adelante y la última, que se encuentra en el medio, tiene un brazo levantado apuntando hacia el cielo y el otro a la altura del pecho, la palma extendida hacia adelante.
Mientras los miembros del grupo aseguraban la entrada, John se queda mirando la fuente; por algún motivo la estructura parecía fuera de lugar, pero antes de que pudiera examinarla con más detalle, la voz de Talón resuena en la oscuridad —Preparen las armas y las linternas, Mikail a mi derecha, Aguilar a mi izquierda, Smith cubre la retaguardia y Dolche en el medio protegiendo a John.
-Ja, parece que te toca ser niñera —bromea la mujer mientras proyecta una sonrisa burlona.
—Hey, con nuestra suerte con los médicos me parece que voy a ver más acción que tú —dice Dolche devolviéndole la misma sonrisa.
Al escucharlas, John mira a Lionel con una expresión de preocupación, pero este, no pudiendo negar lo que dicen las mujeres, no dice nada y solo se encoge de hombros.
—Silencio, las dos y pónganse en formación, vamos a entrar— la orden es acompañada con una mirada penetrante que calla a las mujeres.
Una vez que cada persona está en su lugar, se acercan a la entrada, mirando entre las figuras de sus compañeros. John puede ver la puerta doble abierta de par en par, una oscuridad tintosa arremolinándose fuera del alcance del haz de luz que proporcionan sus linternas. John traga sonoramente, el miedo empezando a aferrar su sinapsis; en ese momento la mano de Dolche se posa en el hombro del hombre. Él la mira; ella portaba una expresión de seguridad y confianza que lentamente se contagia al aspirante. Los sentimientos de miedo y duda son reemplazados por una determinación que no se puede poner en palabras, así que solo asiente, esperando que los 3 meses de entrenamiento que recibió sean suficientes.
Cuando Talón se aseguró de que todos estuvieran preparados, coloca el brazo que tiene la pistola sobre el que tiene su linterna, mientras que con una voz firme ordena- Grupo de campo Alpha avancen.