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La Perdición de Zakarius [Español / Spanish}
16 Historia Paralela Guardián de las Fronteras

16 Historia Paralela Guardián de las Fronteras

El Oligarca en la Sombra

Mientras Elior-Zakarius lideraba la expansión celestial en los desiertos y a través de los portales misteriosos, Kael, el ángel oligarca encargado de la fuerza militar de las Repúblicas Oligarcas Celestiales, permanecía en las tierras celestiales, controlando el flujo de recursos y asegurando las fronteras del mundo celestial.

Kael era el segundo de los tres grandes oligarcas, conocido por su mente táctica y su visión pragmática del poder. Mientras Auron guiaba los avances científicos y Myrta controlaba la economía, Kael era el escudo de las repúblicas, el líder que defendía su seguridad militar y territorial. A diferencia de los otros dos, Kael no buscaba reconocimiento ni admiración; su lealtad estaba puesta en la estabilidad de las Repúblicas y su fuerza militar.

A pesar de que los ojos del mundo celestial estaban sobre Elior, el Imparable, quien había destrozado las fuerzas nigrománticas y abierto un camino hacia nuevas tierras, Kael sentía que las verdaderas amenazas no eran tan evidentes. "La victoria fácil trae consigo su propia clase de peligro," reflexionaba mientras revisaba los informes sobre la expansión de Elior.

La información de los portales que Elior había descubierto empezó a llegar con regularidad, y aunque impresionado, Kael no podía evitar sentir una profunda inquietud. "¿Qué hay más allá de esas puertas?" pensaba con frecuencia. Sabía que lo que Elior había encontrado no podía ser todo. El nigromante que había resurgido en el mundo subterráneo era solo el principio.

Kael era un estratega nato. Sabía que, más allá de la victoria militar, la verdadera amenaza podría estar en lo que se oculta tras esos portales, en lo que se esconde en los rincones más oscuros de esos mundos.

Preparativos Silenciosos

Desde su bastión en el corazón de las Repúblicas, Kael supervisaba la construcción de nuevas fortalezas, no solo en los portales recién descubiertos, sino también a lo largo de las fronteras del mundo celestial. Sabía que el éxito de Elior había llamado la atención de enemigos antiguos y nuevos. La derrota de los nigromantes, aunque celebrada, podía ser el preludio de una nueva invasión.

Kael no se fiaba del poder absoluto ni de las victorias que no mostraban resistencia. La historia le había enseñado que la paz era el tiempo en el que los enemigos planeaban su próxima jugada. Así que, mientras Elior destrozaba ejércitos y exploraba nuevas tierras, Kael se dedicaba a reforzar las defensas en casa.

La construcción de la Fortaleza del Portal, la puerta entre los mundos, era solo una pieza más del rompecabezas. Sabía que para sostener una expansión tan vasta, necesitaría más que soldados: necesitaría alianzas, tecnología avanzada y una visión clara de los posibles peligros.

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Uno de sus mayores retos fue lidiar con las crecientes tensiones políticas dentro de las Repúblicas. La victoria de Elior había aumentado la influencia de Auron y Myrta, quienes ahora abogaban por una expansión comercial y científica en los mundos recién descubiertos. Sin embargo, Kael seguía siendo el guardián de las fronteras, y para él, el deber de proteger a los suyos siempre estaría por encima de la ambición.

"Podemos explorar lo desconocido, pero no a expensas de nuestra seguridad," les recordaba en cada consejo.

Sombra de Traición

Pese a las advertencias de Kael, las voces en las Repúblicas comenzaron a murmurar acerca de la necesidad de "aprovechar el momento" y "conquistar lo que fuera necesario". Auron y Myrta estaban más enfocados en lo que las nuevas tierras podrían ofrecer a las Repúblicas, mientras Kael sentía que ignoraban los peligros de expandirse demasiado rápido.

La creciente presencia de diplomáticos en las tierras del desierto, la implementación de tecnologías tecno-mágicas y la integración de los Shemet como mano de obra secundaria, preocupaba a Kael. Veía en estos avances no solo una oportunidad de crecimiento, sino también una debilidad: la ambición desmedida. Mientras las Repúblicas expandían su control en territorios inhóspitos, Kael temía que estuvieran olvidando las lecciones de guerras pasadas.

Kael comenzó a trabajar en secreto con algunos de los más leales a él dentro del ejército. A sus espaldas, había rumores de traición, de que Kael no confiaba plenamente en los otros oligarcas y que preparaba una serie de fuerzas especiales capaces de actuar fuera de la vista pública. Su intención era clara: asegurar que si llegaba el día en que los portales trajesen una amenaza que nadie pudiera prever, estaría listo para proteger a su pueblo.

Entre sus aliados más cercanos estaba Angelus, el capitán respetado que había servido junto a Elior en su guardia personal, y Helios, el joven piloto de colosos que aspiraba a ser el mejor. Ambos hombres representaban lo mejor del ejército de Kael: lealtad, fuerza y la capacidad de ver más allá de lo obvio.

Kael sabía que su plan tendría consecuencias. Si algún día Auron y Myrta se enteraban de la magnitud de sus preparativos, la unidad de las Repúblicas podría verse comprometida. Pero Kael estaba dispuesto a asumir ese riesgo. No confiaba en la ciega ambición que guiaba a sus compañeros oligarcas.

El Eco de la Guerra

Kael no había participado personalmente en ninguna de las batallas recientes en los portales, pero eso no significaba que no estuviera combatiendo su propia guerra. A medida que Elior destruía nigromantes y exploraba nuevos mundos, Kael luchaba contra el verdadero enemigo: el tiempo.

Sabía que tarde o temprano, algo atravesaría esos portales. Algo más grande y más oscuro que los simples nigromantes que Elior había enfrentado. Y cuando ese día llegara, Kael estaría listo.

Su mayor temor era que Elior, quien no era más que Zakarius disfrazado, no compartiera su visión a largo plazo. Aunque Elior seguía siendo un símbolo de poder para las Repúblicas, Kael no confiaba completamente en las decisiones que el querubín tomaba. Había algo en él que ya no era lo mismo. Lo sentía en su manera de actuar, en la forma en que trataba a sus soldados.

Kael observaba, silencioso, desde las sombras. Sabía que su tiempo para actuar llegaría. Y cuando lo hiciera, debía estar preparado para cualquier cosa, incluso para enfrentarse a los propios celestiales si fuera necesario.

La guerra no había terminado. De hecho, para Kael, apenas estaba comenzando…