Saludos, mi nombre es Biel. Hace más de seis meses llegué a este mundo, y en ese tiempo he vivido incontables aventuras. Cuando crucé a este mundo, no tenía idea de lo que me esperaba, pero al parecer, algo o alguien me otorgó habilidades. Entre ellas, el aprendizaje de idiomas y una agilidad sobrehumana fueron las primeras que descubrí. Este mundo se rige por la magia, un concepto que jamás imaginé real, pero que ahora es mi día a día.
Mi primer encuentro con el peligro fue con un lobo oscuro. Me enfrenté a él, pero sin conocimiento de mis habilidades, la pelea era imposible de ganar. Justo cuando pensé que todo terminaría, una joven apareció y me salvó. Su nombre era Acalia. Ella no solo me rescató, sino que me habló de algo llamado el Fragmento de lo Infinito. En ese momento, no entendía su importancia, pero con el tiempo, aprendí que era la clave de muchas cosas en este mundo.
Preocupado por Bastián, mi amigo que también fue transportado aquí, le pregunté a Acalia si sabía algo sobre él. Su respuesta no fue alentadora: el mundo era vasto, y no tenía forma de saber dónde ni cuándo pudo haber llegado. Con esa incertidumbre en mi pecho, decidí emprender un viaje en busca de respuestas.
Nuestra primera gran prueba llegó en una aldea asediada por bandidos. No podía quedarme de brazos cruzados, así que decidí ayudar. Sin embargo, fue Acalia quien demostró su verdadero poder, derrotando a los bandidos con una facilidad asombrosa y, más sorprendente aún, reviviendo a los aldeanos caídos. En ese lugar obtuve una nueva habilidad llamada Ráfaga Ágil, que me permitía moverme a gran velocidad. También conocí a dos hermanos, Easton y Xanthe, quienes poseían habilidades mágicas y decidieron unirse a nuestro viaje.
No tardamos en enfrentarnos a un nuevo peligro: Kurusume, un asesino encapuchado. Su presencia era aterradora, y su habilidad en la batalla nos puso en aprietos. A pesar de nuestros esfuerzos, solo conseguimos ahuyentarlo, pero sus palabras quedaron grabadas en mi mente: "Gard vendrá por ustedes". Ese nombre resonó en mi cabeza como una advertencia sombría.
Poco después, conocimos a Kael, quien nos habló del verdadero propósito de Gard: obtener todos los fragmentos para alcanzar un poder absoluto. Kael nos entregó un mapa con la ubicación de uno de los fragmentos, ubicado en la ciudad de Zerpia. También fue en ese momento cuando Acalia me reveló la historia de los Reyes Demonios, cinco seres tan poderosos que incluso los dioses los temían. Fueron sellados por un héroe hace mucho tiempo, pero su presencia todavía influenciaba este mundo.
Finalmente, llegamos al fragmento en Zerpia, pero no estábamos solos. Un caballero oscuro nos atacó, y en medio del caos, fui lanzado hacia el fragmento. Al tocarlo, una energía oscura me envolvió y me encontré cara a cara con Monsfil, el Rey Demonio de la Destrucción Eterna. Me ofreció su poder y, sin entender del todo las consecuencias, acepté. Desde ese momento, me convertí en un Rey Demonio novato. Ylfur, el caballero oscuro que nos atacó, al ver mi transformación, juró lealtad a mí.
Poco después fuimos a las tierras oscuras, donde descubrimos que Lip, el Rey Vampiro, tramaba algo nefasto. Allí conocí a Sarah, su hija, quien me reveló más detalles sobre su padre. Nuestra confrontación con Lip fue brutal, y aunque logré derrotarlo, en su último aliento lanzó un ataque mortal dirigido a Acalia. Sin pensarlo, me interpuse en su camino y recibí el golpe letal. Mi vida se apagó en ese instante.
O al menos, eso creí. Desperté en un lugar desconocido, donde conocí a Raizel. Ella me habló sobre el sitio en el que me encontraba y me vi obligado a luchar contra un guardián que protegía aquel lugar. No tenía control sobre mi forma de Rey Demonio y, en mi desesperación, lo destruí sin piedad. Mi alma se llenó de oscuridad y estaba a punto de perderme por completo cuando, de repente, una luz apareció. Era mi hermana. Su presencia me devolvió a mí mismo, me sostuvo y, con un abrazo, calmó mi alma.
Poco después llegué a una ciudad, pero las cosas se habían complicado. Mi rostro estaba en carteles de "Se Busca", acusado por la muerte del guardián. Ryder, un aliado inesperado, me ayudó a llegar a la reina Yael, quien en realidad era una diosa. Fue entonces cuando enfrenté a Maelista, dominando por primera vez mi forma semi-perfecta de Rey Demonio. Liberé a la reina de su control mental y, tras una feroz batalla, Enit acabó con Maelista. Con su poder, me permitió regresar, y también declaró que humanos y demonios ahora podían entrar libremente al plano espiritual.
Al volver, Gard ya había comenzado a mover sus piezas. Kurusume intentó robar el fragmento que llevaba, pero lo detuve y le advertí que iría por su maestro. Tras reunirme con mis amigos, el nuevo monarca de las tierras oscuras, Muskar, organizó una fiesta en mi honor. Pero mi camino aún no había terminado. Mi siguiente destino era la ciudad de Marciler, donde debía atar algunos cabos sueltos.
Han pasado cinco meses desde entonces, y ahora, con cada fibra de mi ser preparado para el viaje, me dispongo a partir hacia Marciler. El destino me llama una vez más.
Me encuentro junto a mis amigos: Sarah, Raizel, Easton, Xantle, Ylfur, Ryder, Acalia y mi hermana Charlotte. En estos cinco meses que hemos pasado juntos, nos hemos vuelto muy cercanos... bueno, eso creo.
Charlotte, con una sonrisa traviesa, soltó de repente: —Así que ustedes están enamoradas de mi hermano.
El silencio reinó en la habitación mientras Sarah, Xantle, Raizel y Acalia se sonrojaban intensamente. La expresión de Charlotte se iluminó aún más. —¡Así que es verdad! —exclamó con satisfacción.
Por otro lado, Ryder, Easton, Ylfur y yo estábamos sentados en un rincón, observando la escena con una mezcla de asombro y diversión. —A mí no me importaría tenerte como cuñado —dijo Easton con una gran sonrisa.
—¿¡Qué!? —exclamé, mirando a mi amigo con incredulidad.
—¿Acaso no piensas que mi hermana es linda? —preguntó Easton con una mirada burlona.
—Claro que lo es... pero ¿Qué tiene que ver eso con este tema? —respondí, intentando evitar que la conversación tomara un rumbo aún más extraño.
Charlotte simplemente reía divertida, mientras las chicas murmuraban entre ellas con las mejillas encendidas. Lo que al principio parecía una conversación normal terminó convirtiéndose en una especie de interrogatorio, con mi hermana como fiscal principal.
Suspiré y me levanté. —Voy a tomar aire —anuncié, antes de que todo esto se volviera aún más embarazoso.
Salí de la cabaña, que se encontraba a las afueras de Marciler. La brisa fresca de la noche me recibió con un susurro tranquilizador. Desde que logré controlar la forma de Rey Demonio semi perfecta, he podido hablar más frecuentemente con Monsfil, lo cual ha sido tanto una bendición como un recordatorio de la responsabilidad que llevo encima.
—Joven portador —su voz resonó en mi mente—, veo que las chicas se pelean por ti.
Casi tropecé con una piedra. —¡¿De qué hablas, amigo?! —exclamé con vergüenza, sintiendo mi rostro calentarse.
Monsfil solo soltó una carcajada profunda. —Todavía eres muy lento para notar lo que ocurre a tu alrededor, joven portador.
Bufé, tratando de ignorar su comentario. Decidí cambiar de tema. —Por cierto, Monsfil, ahora que controlo mejor mi forma de Rey Demonio, he comenzado a sentir las energías de los demás Reyes Demonios sellados. Pero solo puedo percibir tres más… el último es un misterio para mí.
Monsfil guardó silencio por un momento antes de responder: —Joven portador, al parecer el Rey Demonio del Caos Divino se desvaneció hace años. No sé si murió o qué le ocurrió. La verdad es que siempre estaba ausente y nunca llegué a conocerlo ni se su nombre.
—Ya veo… —murmuré, procesando esa información. Entonces, algo me inquietó—. Siento que dos fragmentos están juntos.
Monsfil suspiró con gravedad. —Al parecer, Gard ya tiene dos en su poder.
Fruncí el ceño. Eso era una muy mala noticia.
—Eso lo hace extremadamente poderoso —continuó Monsfil—, pero si no obtiene todos, su poder seguirá incompleto. Tú tienes mi fragmento y, además, el del Rey Demonio del Caos Divino está desaparecido. Sin embargo, ten mucho cuidado en esa ciudad a la que planeas ir.
Un escalofrío recorrió mi espalda. Sabía que Marciler no era un sitio cualquiera, pero ahora tenía aún más razones para estar alerta.
Respiré hondo y volví a la cabaña. Apenas crucé la puerta, Charlotte y las chicas me miraron con expresiones sospechosas. —¿Y bien? —preguntó mi hermana con una sonrisa traviesa.
—¿"Y bien" qué? —respondí, sintiendo que mi noche de tranquilidad había llegado a su fin.
Ryder se rió y le dio una palmada a Easton. —Creo que el interrogatorio aún no ha terminado.
—Definitivamente no —agregó Ylfur, cruzado de brazos.
Suspiré. A veces, enfrentar demonios y asesinos parecía más sencillo que lidiar con mis amigos.
Tras el caos de la noche anterior, amanecí con una sensación extraña. No era un presagio oscuro ni una premonición terrible... era la sensación de que alguien me estaba mirando fijamente. Lentamente abrí los ojos y lo primero que vi fue a Charlotte, mi hermana, con una sonrisa de travesura pura.
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—Buenos días, hermanito —dijo con una dulzura aterradora.
—¿Qué quieres, Charlotte? —pregunté con cautela, aún adormilado.
—Nada, solo despertarte de la mejor manera posible. ¡Chicas, hagan lo suyo! —gritó de repente.
Antes de poder reaccionar, Sarah, Xantle, Raizel y Acalia aparecieron de la nada y me rodearon. Cada una tenía una mirada sospechosa y las mejillas encendidas.
—Biel... —comenzó Sarah.
—Necesitamos hablar —continuó Xantle.
—Sobre algo muy importante —siguió Raizel.
—Y no aceptaré respuestas evasivas —finalizó Acalia, cruzándose de brazos.
Sentí un sudor frío recorrer mi espalda.
—¡Espera, espera! ¿De qué están hablando? —pregunté con la voz quebrándose.
Charlotte se inclinó hacia mí con una sonrisa triunfante.
—Hermanito... ayer nos enteramos de que todas estas señoritas están enamoradas de ti. —Luego giró su cabeza hacia las chicas—. ¡Así que ya es hora de que nos digas a quién eliges!
El silencio que siguió fue tan pesado que casi sentí que el universo entero se detenía. Easton y Ryder, que estaban desayunando en la mesa, dejaron caer sus tenedores al escuchar eso. Ylfur, que estaba puliendo su espada en un rincón, tosió incómodo.
—Ehhh... —fue todo lo que pude decir.
—¡No te hagas el tonto, Biel! —exclamó Charlotte con una risa malvada—. ¡Es hora de enfrentarte a tu destino!
Yo, en mi desesperación, miré a mis amigos buscando ayuda. Ryder me hizo un gesto de “estás solo, hermano”. Easton intentó disimular una risa y Ylfur simplemente negó con la cabeza, como diciendo que ni su lealtad podía salvarme de esto.
—Ehm... bueno, verán... yo... —intenté hablar, pero mis neuronas se fueron de vacaciones.
Fue entonces cuando ocurrió el milagro. O más bien, el desastre.
Un rugido ensordecedor resonó desde afuera. Todos saltamos de nuestros lugares y corrimos hacia la ventana. Frente a la cabaña, un grupo de jabalíes gigantes estaba causando estragos en el terreno. Parecía que algo los había enfurecido.
—¡Bestias salvajes! —gritó Easton, emocionado—. ¡Pelea matutina!
Yo, aprovechando la situación, corrí hacia la puerta.
—¡Tenemos un problema urgente, chicos, vámonos! —grité con toda mi alma, escapando de la conversación mortal en la que me habían atrapado.
Las chicas me miraron con desconfianza, pero al ver la magnitud del desastre afuera, decidieron dejar mi interrogatorio para después.
Mientras todos nos preparábamos para pelear, Charlotte se cruzó de brazos con una sonrisa.
—No creas que esto ha terminado, hermanito. Nos debes una respuesta.
Tragué saliva.
Sí, prefería enfrentarme a los jabalíes gigantes antes que responder a esa pregunta.
La batalla contra los jabalíes gigantes fue... bueno, caótica. Y no porque fueran demasiado fuertes, sino porque mis amigos estaban más ocupados burlándose de mí que peleando en serio.
—¡Biel, cuidado! —gritó Ryder con falsa preocupación mientras esquivaba con elegancia un jabalí enfurecido—. Si mueres, las chicas no podrán seguir interrogándote.
—¡¿Podemos concentrarnos en la pelea, por favor?! —exclamé mientras esquivaba por poco un jabalí que parecía tener algo personal contra mí.
Easton, por su parte, se apoyó en su bastón y sonrió con diversión. —No lo sé, Biel. Quizás este es un castigo divino por evitar la pregunta de Charlotte.
Xantle lanzó una bola de fuego hacia uno de los jabalíes, pero no sin antes mirarme de reojo. —Biel, si mueres ahora, nunca sabremos a quién amas de verdad...
—¡¿Por qué todos están más interesados en mi vida amorosa que en el hecho de que ESTAMOS SIENDO ATACADOS?! —grité, bloqueando un embiste con mi espada.
En medio del caos, Monsfil apareció en mi mente con su voz profunda y majestuosa. —Joven portador…
—¡AHORA NO, MONSFIL! —grité en voz alta, lo que hizo que todos se detuvieran y me miraran raro.
Sarah parpadeó. —¿Eh? ¿Ahora hablas solo?
Suspiré. —No hablo solo, hablo con Monsfil.
—¡Monsfil! —exclamó Charlotte emocionada—. ¡Tienes que decirnos si Biel tiene algún interés amoroso!
Monsfil rió. —Joven portador, te dije que eres lento para notar las cosas. Pero incluso yo quiero ver cómo sales de esta.
Sentí que mi propia alma me traicionaba.
Acalia aprovechó la distracción para acabar con el último jabalí de un solo golpe. Se sacudió las manos y nos miró con tranquilidad. —Bueno, problema resuelto. Ahora, Biel...
Mi corazón se detuvo.
—¡¿Q-qué?!
—Podemos retomar la conversación de antes —dijo con una sonrisa peligrosa.
Intenté huir, pero Ylfur bloqueó la salida con los brazos cruzados. —No hay escapatoria, joven amo.
Miré a Ryder buscando ayuda, pero él solo levantó las manos. —Yo no me meto en esto. Solo soy un espectador disfrutando el drama.
Charlotte se acercó con un papel y una pluma. —Bien, hermanito. Escribe el nombre de la chica que te gusta aquí.
—¿Y si digo que aún no lo sé? —intenté argumentar.
Sarah entrecerró los ojos. —Eso no es una respuesta.
Xantle cruzó los brazos. —De acuerdo, entonces lo resolveremos con un duelo. La que gane, se queda con Biel.
Mi alma abandonó mi cuerpo por unos segundos.
—¡¿Qué?! ¡No soy un premio en un torneo medieval!
Raizel asintió con tranquilidad. —No suena como una mala idea.
Acalia sacó su espada. —Sí, acepto el reto.
—¡No, no, no, no, no! —agité las manos, entrando en pánico—. ¡No hay necesidad de pelear!
Charlotte asintió con orgullo. —Me encanta este plan.
Easton silbó con diversión. —Bueno, Biel, parece que tu destino está sellado.
Me tapé la cara con ambas manos.
Sí… definitivamente, enfrentarme a jabalíes gigantes era mucho más fácil que lidiar con mis amigos.
La situación estaba fuera de control. Las chicas estaban listas para un duelo por mi amor, Charlotte estaba demasiado entretenida con la locura que había desatado, y mis amigos estaban disfrutando del espectáculo como si fuera la mejor obra de teatro del año.
Y justo cuando creí que no podía ser peor...
En el Umbral de los Dioses
Los dioses observaban la situación con diferentes reacciones.
—Esto es increíble —dijo Solaryon, el Dios de la Luz, con una risa contenida—. Hemos sido testigos de guerras, de grandes batallas entre reinos… ¡pero nunca de una guerra amorosa tan intensa!
—Es un caos absoluto —respondió Nyxaris, la Diosa de las Sombras, con una sonrisa divertida—. Y me encanta.
Chronasis, el Dios del Tiempo, suspiró mientras miraba el hilo del destino de Biel entre sus dedos. —De todas las líneas temporales que existían... jamás imaginé que estaríamos observando esto.
Thalgron, el Dios de la Guerra, se cruzó de brazos con frustración. —¡¿Por qué nadie se está peleando de verdad?! Si van a luchar por su honor, que lo hagan con espadas y sangre.
Elaris, la Diosa de la Vida, sonrió con dulzura. —Es encantador ver la emoción de la juventud. Aunque Biel parece a punto de colapsar.
Veyrith, el Dios del Caos, no podía dejar de reír. —¡Esto es la mejor comedia del siglo! ¡Miren la cara de Biel, parece que quiere que un portal dimensional lo trague!
Orivax, el Dios de la Sabiduría, se acarició la barba pensativo. —Deberíamos intervenir para esclarecer su mente.
Xaltheron, el Dios del Vacío, se encogió de hombros. —O podríamos dejarlo sufrir un poco más. Es divertido.
De vuelta con Biel...
Yo ya estaba sudando frío mientras las chicas discutían sobre las reglas del "duelo".
—¡Nada de magia! —declaró Xantle. —¡Nada de armas! —añadió Sarah. —¡Solo combate cuerpo a cuerpo! —dijo Raizel, estirando los brazos. —¡Y que el perdedor admita la derrota con honor! —finalizó Acalia.
Intenté intervenir. —¡No necesito que peleen por mí!
Charlotte negó con la cabeza y puso una mano en mi hombro. —Biel, Biel, Biel... esto ya no es por ti. Esto es por el honor.
—¡¿Qué honor?!
En ese momento, Monsfil habló en mi mente otra vez. —Joven portador… no sé si quiero ayudarte o simplemente ver cómo sales de esta.
—¡MONSFIL, AHORA NO!
Y justo cuando la pelea iba a comenzar, un trueno resonó en el cielo y una voz divina se escuchó:
—¡BASTA!
Todos quedaron en silencio y miraron hacia arriba. En el cielo, apareció una grieta dorada desde donde los dioses nos observaban.
Solaryon habló con autoridad. —Este espectáculo es tan divertido que hemos decidido intervenir.
Nyxaris se cruzó de brazos. —Biel, hijo mío, ¿cómo llegaste a esto? Eres un guerrero del destino y, sin embargo, terminas enredado en un conflicto de telenovela.
—¡YO NO PEDÍ ESTO!
Veyrith aplaudió. —Déjenlo continuar. Si Biel es lo suficientemente valiente como para enfrentar demonios, ¡puede enfrentar esto también!
Chronasis suspiró. —Podría mostrarle futuros donde dice la verdad y escapa ileso... pero prefiero ver cómo se hunde más.
Charlotte miró a los dioses con emoción. —¡Me encanta que incluso los dioses quieran ver cómo se resuelve esto!
Yo solo quería desaparecer.
Pero al parecer, ni los dioses querían que escapara de esta situación.
Los dioses seguían observando con atención, algunos disfrutando del drama y otros preguntándose en qué momento Biel se convirtió en la estrella de la mejor comedia de su existencia.
Solaryon suspiró. —Muy bien, esto ha sido divertido, pero creo que ya es hora de que Biel salga de este lío.
—¡No! —interrumpió Veyrith, el Dios del Caos—. ¡Déjenlo sufrir un poco más! ¡Miren su cara! Está al borde de la desesperación, ¡esto es oro puro!
Biel, que aún estaba atrapado en el dilema de su vida, decidió que era el momento de actuar antes de que su honor (y posiblemente su integridad física) fueran destruidos.
—¡YA BASTA! —gritó con todas sus fuerzas.
Las chicas se detuvieron, los dioses en el cielo quedaron en silencio y sus amigos lo miraron con curiosidad. Biel respiró hondo y, con una valentía que ni él sabía que tenía, dijo:
—¡No necesito un torneo, ni peleas, ni interrogatorios! ¡Solo quiero... un poco de paz!
Las chicas se miraron entre sí y luego a Biel.
—¿Entonces no sientes nada por ninguna de nosotras? —preguntó Xantle, cruzando los brazos.
Biel tragó saliva. Sabía que una respuesta equivocada podría sellar su destino.
—Eh... siento mucho por todas ustedes, pero… ¡en este momento mi única prioridad es salvar el mundo! —dijo, tratando de sonar heroico.
Charlotte chasqueó la lengua. —Tsk, qué aburrido. Pero supongo que es la única salida que tienes.
Sarah suspiró. —Bien, por ahora aceptaremos tu excusa.
Raizel le miró con una sonrisa juguetona. —Pero en el futuro, no escaparás tan fácil, Biel.
Biel sintió que la vida regresaba a su cuerpo.
—¡SÍ! ¡GRACIAS! ¡HURRA POR EL DESTINO Y LA RESPONSABILIDAD!
Easton se recargó en su bastón y sonrió. —Honestamente, pensé que ibas a desmayarte de la presión.
Ylfur asintió con los brazos cruzados. —Yo aposté que lloraría.
Ryder se rió. —Creo que todos ganamos al menos en entretenimiento.
Los dioses miraron la escena con diversas reacciones.
—Bueno, al menos no terminó en una guerra amorosa... por ahora —dijo Nyxaris, encogiéndose de hombros.
—Qué decepción... —susurró Thalgron, el Dios de la Guerra.
—¡NOOOO! ¡Yo quería ver caos hasta el final! —gritó Veyrith.
Chronasis cerró su pergamino del destino y asintió. —Al menos Biel sigue vivo. Por ahora.
Finalmente, Solaryon habló. —Está decidido. Biel ha sobrevivido a la prueba más difícil de todas: las relaciones humanas. Ahora podemos dejarlo en paz.
—Por ahora —susurró Xaltheron, el Dios del Vacío con una sonrisa.
El cielo volvió a su estado normal, las chicas se retiraron a seguir su viaje y Biel cayó de rodillas al suelo, suspirando con alivio.
—Gracias, dioses. Gracias, universo. Gracias, lógica.
Charlotte se inclinó sobre él con una sonrisa. —Pero Biel, hermanito… en algún momento tendrás que decidir.
Biel sintió un escalofrío y se puso de pie de inmediato. —¡VAMOS, AMIGOS! ¡LA AVENTURA NOS ESPERA!
Y así, con su dignidad intacta (o al menos la mitad), Biel y su grupo siguieron adelante. Mientras tanto, en el Umbral de los Dioses, los dioses anotaban apuestas sobre cuánto tiempo más podría evitar este dilema.
El destino de Biel estaba sellado... pero por ahora, había ganado un respiro.
Fin… ¿o no?