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Fragmento de lo Infinito [Español]
Arco 3 - La Sombra de la Emperatriz Carmesí / Capítulo 32: El Gremio de Aventureros

Arco 3 - La Sombra de la Emperatriz Carmesí / Capítulo 32: El Gremio de Aventureros

Cinco meses habían pasado desde el regreso de Biel. Durante ese tiempo, había entrenado, fortalecido sus habilidades y reflexionado sobre todo lo sucedido. Pero una inquietud persistente se alojaba en su pecho: necesitaba respuestas.

Ahora, junto a su grupo, se encontraban en las afueras de una pequeña ciudad de aventureros cercana a Marciler. Biel había tomado una decisión clara: unirse a un gremio de aventureros.

—Escuchen, amigos —dijo Biel, reuniendo a todos a su alrededor—. Mi plan es ir a la ciudad de Lunarys, una pequeña ciudad de aventureros. Quiero convertirme en uno de ellos, hacer misiones, subir de rango y, al mismo tiempo, recopilar información sobre cómo entrar a Marciler.

Acalia cruzó los brazos, esbozando una media sonrisa.

—Vaya, suena como un plan interesante.

Charlotte, emocionada, asintió con energía.

—Oh, esto me recuerda a esos animes en nuestro mundo donde el protagonista llegaba a otro mundo, se unía a un gremio y con el tiempo obtenía un poder abrumador para derrotar al Rey Demonio. Pero en este caso —lo miró con picardía—, creo que tú, hermanito, lo haces más por diversión, ¿verdad?

Biel sintió un leve rubor en las mejillas y desvió la mirada.

—Bueno... en parte sí. No voy a negar que la idea suena emocionante —se encogió de hombros—, pero también quiero descubrir la verdad sobre por qué nos enviaron a las Tierras Oscuras.

El caballero oscuro Ylfur, siempre imperturbable, inclinó levemente la cabeza.

—Yo iré donde vaya mi amo.

Sarah, Xanthe y Raizel intercambiaron miradas y, casi al unísono, declararon:

—Nosotras también iremos donde tú vayas.

Ryder sonrió y dio un golpe amistoso en la espalda de Biel.

—Me parece una gran idea. Además, si vamos a un gremio, podemos mejorar nuestras habilidades en combate y conseguir buenos contactos.

Easton asintió con aire pensativo.

—Y si encontramos aventureros que hayan viajado por Marciler, tal vez nos den pistas sobre sus sistemas de seguridad.

Biel los observó a todos y sintió una calidez en su pecho. Tener un grupo tan unido le daba confianza para seguir adelante. Aun así, no podía evitar cierta inquietud.

—Entonces, estamos todos de acuerdo. Partiremos hacia Lunarys al amanecer.

Charlotte se estiró con energía.

—Espero que el gremio tenga una taberna decente. Me vendría bien una buena comida después de tanto viaje.

—Si te interesa la comida, entonces no esperes convertirte en una aventurera de alto rango —bromeó Ryder.

—¡Oye! — exclamó Charlotte, fingiendo indignación.

El grupo soltó algunas risas, disfrutando el momento antes de la próxima etapa de su viaje. Biel miró al horizonte y sintió que, aunque el camino estaba lleno de incertidumbre, no había nada que temer mientras estuvieran juntos.

Al día siguiente, Biel y los demás partieron hacia Lunarys, la ciudad de los aventureros. La emoción flotaba en el aire mientras caminaban por el sendero polvoriento que los llevaría a su nuevo destino.

—Bueno, amigos, es hora de una nueva aventura —dijo Biel con una sonrisa confiada mientras ajustaba su capa.

—¡Eso es lo que quería escuchar! —exclamó Charlotte, elevando un puño al aire.

Después de tres horas de viaje, finalmente llegaron a Lunarys. Desde la distancia, la ciudad se alzaba con majestuosas murallas de piedra que rodeaban todo su perímetro. Su arquitectura era robusta y práctica, pensada claramente para la defensa, pero aun así tenía un aire acogedor que invitaba a los viajeros y aventureros.

Charlotte observó la estructura con ojos brillantes.

—¡Vaya, es igual que en los animes! —dijo emocionada.

Biel asintió, también impresionado.

—Es verdad, se parece mucho. Aunque en persona impone mucho más.

Se acercaron lentamente a la gran puerta de la ciudad, donde un par de guardias vestidos con armaduras de cuero y metal revisaban a quienes entraban y salían. Antes de dar un paso más, Biel se giró hacia su grupo y explicó el plan.

—Escuchen, primero nos registraremos en el gremio de aventureros. Luego tomaremos una misión o varias, ya que necesitamos dinero para hospedarnos en una posada. Como somos muchos, tendremos que hacer una misión de rango C o B, así que espero que nos den placas de ese nivel.

—Tiene sentido —dijo Easton, asintiendo pensativo—. Si nos dan rangos bajos, nos costará más conseguir buenas recompensas.

—Yo digo que nos dejen demostrar nuestras habilidades en una prueba —comentó Ryder con una sonrisa desafiante—. Así nos aseguramos de empezar con buen pie.

—¡Eso suena divertido! —exclamó Raizel, frotándose las manos con entusiasmo.

Biel sonrió ante la determinación de todos.

—Entonces, manos a la obra. ¡Vamos al gremio y empecemos nuestra vida como aventureros!

El grupo atravesó las imponentes puertas de Lunarys, adentrándose en la bulliciosa ciudad de los aventureros. Las calles estaban repletas de comerciantes, herreros y taberneros que ofrecían sus productos a los transeúntes. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue la reacción de los aventureros que, poco a poco, dejaron de lado sus actividades para fijar su mirada en el grupo recién llegado.

—¡Vaya! ¿Viste cuántos son? —murmuró un hombre con una gran cicatriz en la mejilla.

—Parecen experimentados... o al menos, bien equipados —comentó otro mientras examinaba las armas y vestimentas del grupo.

—¡Las chicas están hermosas! —susurró un joven de pelo enmarañado, recibiendo un codazo de su compañero.

—Oye, pero ese chico del fragmento en el cuello... es bastante guapo, ¿no? —dijo una aventurera de cabello corto, provocando risas y murmullos entre su grupo.

Biel suspiró, ignorando los comentarios mientras seguía avanzando con el mismo aire de determinación. Charlotte, sin embargo, no pudo evitar reírse y darle un codazo.

—Mira, hermanito, ya tienes club de fans.

—¿Cuándo no? —comentó Easton con una sonrisa burlona—. Quizás deberíamos empezar a cobrar por autógrafos.

Biel rodó los ojos y sacudió la cabeza.

—Muy graciosos. Mejor enfoquémonos en encontrar el gremio.

Se acercaron a un grupo de aventureros cerca de una taberna, y Biel preguntó con cortesía:

—Disculpen, ¿podrían decirnos dónde queda el gremio de aventureros?

Uno de ellos, un hombre de barba espesa y voz ronca, les señaló al fondo de la calle.

—Sigan derecho hasta el final, luego giren a la derecha. No tiene pérdida. Es el edificio más grande con un cartel de espadas cruzadas y, usualmente, mucha gente borracha en la entrada.

—¡Perfecto! ¡Ese es el tipo de dirección que necesitamos! —exclamó Ryder, entusiasmado.

—¿Por qué siempre hay borrachos en la entrada de estos lugares? —preguntó Xanthe, arqueando una ceja.

—Tradición de aventureros —respondió Raizel, encogiéndose de hombros—. Beber después de una misión es tan importante como la misión misma.

—Si tomarse diez cervezas y dormir en una zanja es una tradición, entonces estos tipos son verdaderos patriarcas —comentó Charlotte con una carcajada.

Biel sonrió y agradeció la información antes de que el grupo reanudara su camino. Tras avanzar por la calle empedrada y girar en la dirección indicada, finalmente llegaron al gremio.

Frente a ellos se alzaba un edificio imponente, con paredes de madera reforzada y un enorme letrero con espadas cruzadas. Desde el interior se escuchaban risas, gritos y el inconfundible sonido de jarras chocando.

—Bueno, amigos... bienvenidos al gremio de aventureros —dijo Biel con una sonrisa.

—¡Vamos a registrarnos antes de que alguien termine peleando sobre una mesa! —agregó Ryder, adelantándose con entusiasmo.

El grupo se preparó para entrar, sin saber que lo que les esperaba dentro iba a ser mucho más caótico de lo que imaginaban.

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El grupo atravesó las imponentes puertas de Lunarys, adentrándose en la bulliciosa ciudad de los aventureros. Las calles estaban repletas de comerciantes, herreros y taberneros que ofrecían sus productos a los transeúntes. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue la reacción de los aventureros que, poco a poco, dejaron de lado sus actividades para fijar su mirada en el grupo recién llegado.

—¡Vaya! ¿Viste cuántos son? —murmuró un hombre con una gran cicatriz en la mejilla.

—Parecen experimentados... o al menos, bien equipados —comentó otro mientras examinaba las armas y vestimentas del grupo.

—¡Las chicas están hermosas! —susurró un joven de pelo enmarañado, recibiendo un codazo de su compañero.

—Oye, pero ese chico del fragmento en el cuello... es bastante guapo, ¿no? —dijo una aventurera de cabello corto, provocando risas y murmullos entre su grupo.

Biel suspiró, ignorando los comentarios mientras seguía avanzando con el mismo aire de determinación. Charlotte, sin embargo, no pudo evitar reírse y darle un codazo.

—Mira, hermanito, ya tienes club de fans.

—¿Cuándo no? —comentó Easton con una sonrisa burlona—. Quizás deberíamos empezar a cobrar por autógrafos.

Biel rodó los ojos y sacudió la cabeza.

—Muy graciosos. Mejor enfoquémonos en encontrar el gremio.

Se acercaron a un grupo de aventureros cerca de una taberna, y Biel preguntó con cortesía:

—Disculpen, ¿podrían decirnos dónde queda el gremio de aventureros?

Uno de ellos, un hombre de barba espesa y voz ronca, les señaló al fondo de la calle.

—Sigan derecho hasta el final, luego giren a la derecha. No tiene pérdida. Es el edificio más grande con un cartel de espadas cruzadas y, usualmente, mucha gente borracha en la entrada.

—¡Perfecto! ¡Ese es el tipo de dirección que necesitamos! —exclamó Ryder, entusiasmado.

—¿Por qué siempre hay borrachos en la entrada de estos lugares? —preguntó Xanthe, arqueando una ceja.

—Tradición de aventureros —respondió Raizel, encogiéndose de hombros—. Beber después de una misión es tan importante como la misión misma.

—Si tomarse diez cervezas y dormir en una zanja es una tradición, entonces estos tipos son verdaderos patriarcas —comentó Charlotte con una carcajada.

Biel sonrió y agradeció la información antes de que el grupo reanudara su camino. Tras avanzar por la calle empedrada y girar en la dirección indicada, finalmente llegaron al gremio.

Frente a ellos se alzaba un edificio imponente, con paredes de madera reforzada y un enorme letrero con espadas cruzadas. Desde el interior se escuchaban risas, gritos y el inconfundible sonido de jarras chocando.

—Bueno, amigos... bienvenidos al gremio de aventureros —dijo Biel con una sonrisa.

—¡Vamos a registrarnos antes de que alguien termine peleando sobre una mesa! —agregó Ryder, adelantándose con entusiasmo.

El grupo se preparó para entrar, sin saber que lo que les esperaba dentro iba a ser mucho más caótico de lo que imaginaban.

Al entrar en el gremio, el bullicio cesó por un instante. Todos los aventureros giraron la cabeza para observar al nuevo grupo que acababa de cruzar la puerta. Murmullos y susurros llenaron el ambiente.

—Miren a esos novatos —soltó un hombre musculoso con una cicatriz en la mejilla—. ¿Cuánto durarán antes de salir huyendo?

—Parece un grupo numeroso... pero ¿serán fuertes o solo un montón de bocones? —añadió otro mientras se apoyaba en la barra.

—Oye, ¿y esas chicas? No suelen venir aventureras tan guapas por aquí —comentó uno con una sonrisa pícara, ganándose un codazo de su compañera.

—Ese tipo que lleva el fragmento en el cuello... hay algo raro en él —susurró un enano de barba blanca, observando a Biel con curiosidad.

Justo cuando la tensión parecía aumentar, una voz grave pero tranquila resonó en la sala.

—Dejen tranquilos a los nuevos.

Un aventurero alto y de porte imponente, con una gran capa y una espada a su espalda, se levantó de su asiento. Su presencia imponía respeto en el gremio. Todos callaron al instante.

Biel lo miró con atención. El hombre sonrió levemente y dijo:

—Vaya, traes un gran número de compañeros. Parece que no tendrás problemas en aceptar misiones difíciles.

—Gracias —respondió Biel con un asentimiento.

—No es nada.

El aventurero se acercó un poco más y preguntó con naturalidad:

—¿Cómo te llamas?

—Me llamo Biel Beltrán —respondió Biel sin pensarlo mucho.

De inmediato, el aventurero arqueó una ceja con sorpresa.

—¿Beltrán? ¿Acaso eres un noble?

Biel parpadeó, intrigado.

—No, ¿por qué lo preguntas?

El aventurero cruzó los brazos y explicó:

—En este mundo, solo los nobles o ciudadanos de alto rango tienen un segundo nombre. Es decir, solo condes, reyes y figuras de gran importancia lo poseen. Aquí nadie más lleva un apellido.

Biel se quedó en silencio, procesando la información. No tenía idea de esa regla en este mundo. Si eso era cierto, entonces su nombre levantaba sospechas innecesarias.

—No sabía que solo los nobles podían tener otro nombre —admitió Biel.

El aventurero lo observó con ojos afilados.

—Pero dices que no eres noble... entonces, ¿por qué tienes otro nombre?

El silencio se hizo pesado. Biel sabía que no podía decir la verdad sobre su origen. Solo Charlotte y Raizel conocían su secreto. Mientras Biel intentaba pensar en una respuesta, Raizel intervino con una sonrisa confiada.

—Biel tiene otro nombre gracias a que ayudó a la reina Yael.

El gremio entero reaccionó con asombro.

—¿La reina Yael? ¿La reina de los espíritus? —exclamó un aventurero.

—Pero tenía entendido que ella odiaba a los humanos... ¿Cómo es posible que le diera un nombre? —agregó otro, con el ceño fruncido.

Biel tomó aire y decidió contar parte de la verdad.

—En realidad... morí y desperté en el plano espiritual. Allí le pedí a la reina Yael que me permitiera volver a la vida. Ella aceptó y me otorgó este nombre.

El aventurero que había hablado primero lo miró fijamente, luego sonrió con diversión.

—Vaya, así que ya has muerto.

—Así es —afirmó Biel con firmeza.

El aventurero asintió y luego entrecerró los ojos. Un leve resplandor azul apareció en su iris.

—Puedo ver la verdad a través de este ojo mágico. Mi habilidad única es "Ojo Mágico", y con él puedo ver la esencia de las personas.

Hubo un silencio tenso. Luego, el aventurero relajó los hombros y sonrió.

—Bien, te creo. Hablaremos con más calma después. Por cierto, mi nombre es Gaudel.

—Entonces hablaremos luego, Gaudel —dijo Biel, asintiendo.

El ambiente en el gremio había cambiado. Si antes los aventureros los miraban con curiosidad, ahora había un respeto latente en el aire.

Biel y su grupo avanzaron hacia el mostrador, donde los recibía una joven de belleza cautivadora. Su cabello dorado brillaba con la luz de las lámparas y sus ojos celestes reflejaban una calidez inusual para un lugar tan concurrido.

—¡Saludos! Mi nombre es Aurora, es un placer atenderlos —dijo con una sonrisa amable.

Biel inclinó levemente la cabeza en señal de respeto.

—Venimos a registrarnos.

—¡Excelente! Entonces tomen estos formularios y coloquen sus datos —respondió Aurora, entregando varias hojas.

El documento contenía apartados como nombre, edad, raza y otros datos personales. Biel observó una sección que decía “Habilidades” y levantó la vista con curiosidad.

—Disculpa, ¿debemos escribir nuestras habilidades aquí?

Aurora negó con la cabeza con dulzura.

—No es necesario. Las habilidades se registrarán automáticamente cuando toquen esta esfera mágica —explicó, señalando una esfera de cristal sobre el mostrador.

—Entendido —asintió Biel—. Entonces llenaremos los documentos primero.

—Tómense su tiempo —dijo Aurora—, cuando terminen, vengan conmigo.

El grupo tomó asiento en una de las mesas y comenzó a completar la información.

—Parece que debemos escribir nuestra raza —murmuró Biel, repasando la hoja.

—¿Las distintas razas tienen libertad en el mundo humano? —preguntó con curiosidad.

Xantle asintió con confianza.

—Sí, todas las razas pueden convivir en paz. No hay restricciones.

—Bueno, entonces coloquen lo que corresponda —dijo Biel.

Los formularios quedaron de la siguiente manera:

Biel – Humano, 17 años.

Charlotte – Humano, 16 años.

Xantle – Humano, 17 años.

Easton – Humano, 18 años.

Acalia – Humano, 17 años.

Ylfur – Demonio, 367 años.

Raizel – Ángel, 1117 años.

Ryder – Semi espíritu (ascendencia de espíritu y elfo), 2342 años.

Cuando Biel vio las edades de algunos de sus compañeros, se quedó boquiabierto.

—¡¿Ylfur tienes 367 años?! ¡¿Y tú, Ryder, 2342 años?!

Raizel sonrió con serenidad.

—La vida humana es corta comparada con otras razas. Aunque tengamos muchos años, en realidad somos jóvenes.

—Así es —afirmó Ylfur—. Nuestras edades no se pueden comparar con las humanas.

Biel suspiró y se frotó la cabeza.

—Bueno, esto me hace sentir aún más joven.

Después de completar sus formularios, los entregaron a Aurora, quien los revisó rápidamente.

—Todo en orden. Ahora cada uno debe tocar la esfera. Esto registrará sus habilidades y determinará su rango inicial.

—¿Rango? —preguntó Charlotte, inclinando la cabeza.

—Sí. En este gremio existen diez rangos: G, F, E, D, C, B, A, S, SS y AA. Los rangos más altos, A, S, SS y AA, solo pueden determinarse después de completar varias misiones. La esfera solo podrá asignar hasta el rango B por ahora.

—Ya veo… —murmuró Biel—. Oye, ¿y Gaudel? ¿Qué rango tiene?

Aurora sonrió con orgullo.

—Él es rango S.

Biel cruzó los brazos y asintió.

—Con que rango S… Bueno, entonces, ¡comencemos!

Uno a uno, los miembros del grupo fueron tocando la esfera y viendo cómo sus habilidades aparecían con un destello brillante. Todo iba bien, hasta que llegó el turno de Biel, quien, como de costumbre, parecía atraer los momentos más extraños.

—¡Vamos, Biel! No hagas que la esfera explote —bromeó Charlotte, dándole un codazo.

Biel suspiró y puso su mano sobre la esfera. Nada ocurrió.

—Debe haber un error —murmuró la recepcionista, frunciendo el ceño—. Prueba de nuevo.

Biel repitió el proceso, y esta vez algo apareció en la esfera. Pero no era cualquier cosa.

—"Rey Demonio"... —leyó en voz alta la recepcionista con incredulidad.

El silencio en la sala fue sepulcral. Un aventurero dejó caer su jarra de cerveza, otro escupió el trago que acababa de tomar y un tercero se atragantó con su comida.

—¿¡Rey Demonio!? —exclamó alguien en la multitud.

—Debe ser un error, ¿no? —susurró otro.

—Seguro la esfera ya estaba fallando…

Justo en ese instante, la esfera se rompió en mil pedazos.

—¡Ahora sí que está fallando! —gritó uno de los aventureros, mientras varios retrocedían lentamente.

Biel sudaba frío. “Y ahora qué hago…”, pensó.

—Oculta la habilidad de Rey Demonio —resonó la voz de Monsfil en su mente.

—¿¡Eso se puede hacer!? —respondió mentalmente Biel.

—Por supuesto, solo usa un hechizo de ocultar habilidades.

—¡No sé cómo hacer eso!

—Entonces crea uno. Tienes maná de sobra con las habilidades del Rey Demonio.

—¿Maná? ¿Yo tengo maná?

—No me digas que no lo sabías… —dijo Monsfil con un suspiro cansado.

—¡Por supuesto que no lo sabía!

—El maná es la energía que usas cuando tomas tus formas de Rey Demonio. No puedo creer que no te hayas dado cuenta hasta ahora…

—Mira, Monsfil, ¡nadie me dio un tutorial cuando me convertí en esto! —refunfuñó Biel.

—¡Basta de quejas! Solo imagina que ocultas tu habilidad y listo.

—¿Así de fácil?

—Sí. Usa la cabeza, hijo.

Biel cerró los ojos, respiró hondo e imaginó cómo ocultaba la habilidad. En segundos, sintió un leve calor recorriendo su cuerpo.

Justo en ese momento, la recepcionista apareció con una nueva esfera.

—¡Ahora sí, esta no fallará!

Biel tragó saliva y volvió a tocarla. Esta vez, nada sospechoso apareció. Respiró aliviado mientras la recepcionista asentía satisfecha.

—Muy bien, ahora esperemos que se registren todas sus habilidades y rangos en la hoja…

Los papeles comenzaron a llenarse automáticamente con letras brillantes. La recepcionista comenzó a leer los resultados:

—Acalia, rango B. Xantle, rango C. Easton, rango D. Ylfur, rango B. Sarah, rango C. Raizel, rango B. Ryder, rango D. Charlotte, rango C.… y, por último, Biel con rango…

Hubo una pausa.

—¿Qué...? —la recepcionista frunció el ceño y acercó la hoja a su cara—. ¡¿QUÉEEE?! ¡¿Rango Z?!

El gremio entero quedó en shock.

—¡¿RANGO Z?! —exclamó Charlotte—. ¡Ni siquiera sabía que existía ese rango!

—Yo tampoco... —admitió la recepcionista, revisando frenéticamente sus registros—. Esto no tiene sentido. El sistema de rangos llega hasta AA, ¡¿de dónde salió Z?!

—¡Debe ser un error! —dijo un aventurero entre risas—.

—¡O una maldición! —susurró otro, alejándose de Biel como si tuviera peste.

—O tal vez… ¡es un rango más allá de lo imaginable! —dijo Ryder dramáticamente, con una pose heroica.

Biel puso ambas manos en la cabeza.

—¡¿Pero qué significa rango Z?! ¡¿Es bueno, es malo, es... un bug en el sistema?!

—Significa que eres especial —bromeó Easton, dándole una palmada en la espalda—. O un glitch viviente, una de dos.

Charlotte se acercó y le susurró:

—Podemos vender camisetas con “Rango Z” y hacer una fortuna…

—¡No me ayudes, Charlotte! —se quejó Biel.

Mientras la recepcionista intentaba entender qué demonios estaba pasando, Biel solo tenía un pensamiento en su mente:

“¿Por qué siempre me pasan estas cosas?”