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Fragmento de lo Infinito [Español]
Capítulo 27: Las Sombras del Camino

Capítulo 27: Las Sombras del Camino

Hace diez años, un acontecimiento cambió el rumbo de la historia y sentó las bases de lo que ahora conocemos como el mundo. Un joven, cuyo nombre se perdió con el tiempo, descubrió un peculiar fragmento mientras exploraba unas ruinas antiguas. Este no era un fragmento cualquiera: su poder era tan vasto y caótico que, al entrar en contacto con el chico, desató una transformación irreversible. Este evento marcó el inicio de una nueva era, una era donde la oscuridad comenzó a reclamar su lugar en el mundo.

En la actualidad, el infame Gard, conocido como "el Devastador", observaba desde las sombras el desenlace de una de las batallas más cruciales del presente: el enfrentamiento entre Biel y Lip, el Rey Vampiro. La escena era brutal. Los ecos del combate resonaban en el campo de batalla, donde la sangre y la ceniza se mezclaban bajo un cielo púrpura. Biel, aunque luchó con toda su fuerza, sucumbió ante el implacable poder de Lip.

Gard, oculto en lo alto de una colina cercana, contemplaba con frialdad la caída del joven héroe. Una ligera sonrisa se dibujó en su rostro mientras murmuraba para sí mismo:

—No lo puedo creer. Biel ha caído. Aunque, pensé que duraría un poco más... Supongo que siempre fue débil.

Gard, un maestro de la manipulación y el sigilo, había pasado años moviendo las piezas del tablero a su favor. Sabía que el destino de los Fragmentos era crucial, y ahora que Biel ya no era un obstáculo, su camino hacia el poder absoluto estaba despejado. Con una risa baja y gutural, se enderezó y extendió una mano hacia el horizonte.

—Finalmente, no hay nadie que pueda detenerme. Este mundo, con sus fragmentos y sus miserias, pronto tendrá un nuevo gobernante. Y ese seré yo.

Sus palabras se perdieron en el viento, pero su resolución era clara. Cada acción, cada batalla, cada sacrificio que había ocurrido hasta ahora había llevado a este momento. Desde las sombras, Gard había esperado pacientemente, permitiendo que sus enemigos se desgastaran entre ellos mientras él acumulaba fuerza.

Ahora, todo lo que había planeado estaba a punto de concretarse. Pero mientras el mundo temblaba ante el ascenso de Gard, otros fragmentos comenzaron a vibrar en diferentes rincones del universo, como si percibieran el peligro inminente. La batalla por el equilibrio aún no había terminado.

Gard, ahora portador de dos Fragmentos del Infinito, observa cómo las reliquias en su poder comenzaban a resonar. Su brillo, una energía oscura que parecía pulsar con vida propia, llenaba la sala donde se encontraba. Gard se acercó a ellos, colocando sus manos sobre las superficies fracturadas y sintiendo la esencia que emanaba de su interior. Estos fragmentos no eran simples artefactos; contenían el poder latente de los antiguos Reyes Demonio que habían sido sellados hace eras por un héroe legendario.

Un poder tan vasto y peligroso que, si todos los fragmentos fueran reunidos, desatarían una fuerza capaz de devastar mundos enteros. Gard, sin embargo, no mostró temor. Para él, este era el destino inevitable, el camino que había elegido desde el día en que descubrió su primer fragmento.

Con una sonrisa de calculadora, murmuró:

—Ahora que Biel está muerto, será mucho más fácil recuperar el fragmento que llevaba consigo. Nadie podrá detenerme.

Gard alzó la vista y llamó a su subordinado más leal y mortífero. Desde las sombras de la habitación, emergió Kurusume, una figura envuelta en una capa negra, con una mirada que irradiaba frialdad y determinación. Las dagas goteaban una energía oscura, y su puerta silenciosa imponía respeto.

—Kurusume —dijo Gard, su voz resonando como un trueno—, tengo una misión para ti. Necesito que recuperes el fragmento que Biel llevaba. Con él fuera del camino, no debería ser difícil.

Kurusume asintió, inclinándose con respeto.

—Entendido, mi señor. Yo traeré ese fragmento a sus manos.

Gard lo observará por un momento antes de continuar:

—Tienes tres días, Kurusume. No me decepciones.

Kurusume alzó la cabeza, mostrando una sonrisa leve pero letal.

—Tres días son más que suficientes, mi señor. Cumpliré con su voluntad.

Sin decir más, Kurusume desapareció en un destello de sombras, dejando a Gard solo con sus pensamientos. El líder oscuro volvió a mirar los fragmentos, que seguían vibrando como si percibieran la inminencia de los eventos por venir.

—Pronto, todo estará completo —murmuró Gard, mientras una risa baja y gutural llenaba la sala—. El mundo aprenderá lo que significa temer de verdad.

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En el campo de batalla, entre las ruinas del majestuoso pero sombrío palacio del Rey Vampiro, Acalia y los demás permanecían en tensa espera. El aire estaba cargado de incertidumbre, pero también de esperanza. Todos sabían que el destino de Biel era crucial, y aunque había caído en la batalla contra Lip, Kaito les había asegurado que no todo estaba perdido.

Acalia, con su mirada fija en el horizonte, recordaba las palabras de Kaito. Había sido él quien, con su sabiduría serena y su aura de calma, les reveló que Biel aún tenía una oportunidad. Fue Kaito quien, con un gesto decidido, envió el Fragmento hacia el plano espiritual, confiando en que ese poder sería el ancla que Biel necesitaba para regresar.

—Tienen que proteger el cuerpo de Biel —dijo Kaito, su voz firme pero compasiva—. Mientras él lucha en el plano espiritual, su regreso dependerá de ustedes. No permitas que nadie lo toque.

Acalia escalando con determinación, apretando los puños. Aunque la preocupación pesaba en su corazón, las palabras de Kaito encendieron una chispa de esperanza. Junto a ella, Xanthe mostró una leve sonrisa, intentando dejar atrás la angustia que la había consumido desde la caída de Biel.

—Él volverá —dijo Xanthe, su voz temblorosa pero llena de fe—. Lo sabemos. Biel siempre encuentra la manera.

Kaito observa al grupo por un momento más, con una expresión tranquila pero resultado.

—He hecho lo que estaba en mis manos. Ahora es su turno. Protéjanlo y esperen su regreso. Biel se reunirá con ustedes. Tienen mi palabra.

Con esas últimas palabras, Kaito se dio la vuelta, comenzando a alejarse. Su figura, imponente y serena, se desvanecería lentamente entre las sombras del palacio destruido.

Acalia, mirando hacia donde Kaito había desaparecido, respiró profundamente y luego volvió su atención hacia el cuerpo inerte de Biel, que yacía protegido por un círculo de energía creado por el fragmento.

—No te preocupes, Biel —murmuró Acalia, con voz suave pero cargada de resolución—. Estaremos aquí cuando regreses. Nadie te hará daño.

Xanthe se colocó a su lado, colocando una mano en el hombro de Acalia.

—Lo lograremos. Juntos.

Mientras tanto, en las profundidades del plano espiritual, Biel enfrentaba sus propios conflictos y desafíos, desconociendo que sus amigos en el mundo físico estaban listos para protegerlo a toda costa.

Mientras tanto, en el plano espiritual, Biel y su grupo se encontraban ultimando los detalles de un plan crucial. Estaban escondidos en una antigua estructura, lejos de la vigilancia constante de los guardias que patrullaban cada rincón en busca de ellos y de Charlotte. La tensión en el ambiente era palpable, pero también lo era la determinación de cada uno de los presentes.

Ryder, con su postura firme y su mirada calculadora, tomó la palabra:

—Tenemos que llegar a la plaza central sin ser detectados. Este paso es crucial si queremos hablar con la Reina Yael. Ella es la única que puede decidir nuestro futuro en este lugar. Pero los guardias no nos lo pondrán fácil. Tendremos que pasar desapercibidos.

Charlotte, que observaba desde un rincón, frunció el ceño.

¿Estás seguro de que es la única manera? Si nos descubren, podríamos quedar atrapados aquí para siempre.

Ryder la miró fijamente, con una mezcla de confianza y urgencia.

—Lo sé, pero no tenemos otra opción. El tiempo no está de nuestro lado, y cada minuto que perdemos, además me parece que la reina no es la misma, pues ella no daría la orden de ejecución inmediata sin un juicio, me parece que hay alguien más metido en eso.

Biel, que había permanecido en silencio, dio un paso al frente. Aunque las palabras de Ryder eran lógicas, la mención de que alguien está tramando algo en contra de el en ascenso algo dentro de él.

—Claro que lo haremos —dijo con determinación, mirando a cada uno de sus compañeros—. Esto no se trata solo de nosotros. Yo quiero regresar a casa con mis amigos, pero para hacerlo, tenemos que superar esto juntos. No hay otra manera.

Las palabras de Biel resonaron en el grupo, y poco a poco, una renovada energía se apoderó de ellos. Ryder ascendió, cruzando los brazos.

—Bien dicho. Ahora, sigan mis instrucciones. Cada movimiento cuenta, y no podemos permitirnos errores.

El grupo se reunió alrededor de Ryder, escuchando atentamente los detalles del plan. La plaza central estaba altamente custodiada, pero Ryder había identificado una serie de caminos ocultos y puntos ciegos que podían aprovechar. Raizel, quien había permanecido en segundo plano, intervino con una sugerencia que hizo el plan más preciso. Charlotte también contribuyó, usando su conocimiento del terreno.

Biel, aunque nervioso, sintió una renovada esperanza. El trabajo en equipo era palpable, y todos estaban alineados hacia un objetivo común. Mientras se preparaba para partir, Ryder colocó una mano en el hombro de Biel.

—No olvides por qué hacemos esto, Biel. Mantente enfocado, y recuerda: confió en ti.

Biel ascendió, con una ligera sonrisa.

—No los decepcionaré.

Con las primeras luces del alba en el plano espiritual, el grupo se puso en marcha, avanzando con sigilo hacia la plaza central. Sabían que el éxito de su plan dependía de su unidad y de su habilidad para permanecer en las sombras. El destino de su misión y la posibilidad de regresar a casa dependían de ello.