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Fragmento de lo Infinito [Español]
Capítulo 12: El Camino Hacia Las Sombras

Capítulo 12: El Camino Hacia Las Sombras

La brisa helada del amanecer recorría el campamento improvisado donde Biel y su grupo habían pasado la noche. Aún con los vestigios de una batalla reciente marcando el ambiente, Acalia, de pie junto al fuego apagado, parecía perdida en sus pensamientos. Su semblante, siempre tan controlado y reservado, ahora mostraba una extraña mezcla de determinación y vulnerabilidad que no había dejado pasar desapercibida.

Biel, quien estaba ocupado asegurándose de que sus armas estuvieran en buen estado, la observaba con curiosidad. Había algo diferente en ella desde los últimos eventos. Aunque aún no lograba precisar qué era, sabía que algo había cambiado.

Acalia finalmente rompió el silencio.

—Creo que es hora de que sepan más sobre mi relación con Elaris, la Diosa de la Vida.

El grupo al completo se reunió en silencio. Xanthe y Easton intercambiaron miradas de curiosidad, mientras que Biel se sentó frente a ella, atento. Acalia raramente hablaba de sí misma, y mucho menos de su pasado.

—Elaris no solo es la Diosa de la Vida —comenzó Acalia con una voz baja pero firme—, también es quien me impuso una carga que he llevado durante mucho tiempo. Fui su aprendiz hace muchos años. Creí que servirla sería un honor, pero pronto entendí que su idea de protección incluía restringir lo que me hacía humana: mis emociones.

Biel, frunciendo el ceño, intervino:

—¿Te refieres al sello del que hablaste antes?

Acalia asintió, sus ojos mirando hacia el horizonte como si reviviera un recuerdo doloroso.

—Elaris me impuso un sello que bloqueó mis emociones. Creía que así podría convertirme en una guerrera perfecta, sin distracciones. Pero también dijo que cuando encontrara a la persona indicada, ese sello se rompería.

El grupo quedó en silencio. Incluso Xanthe, normalmente animada y curiosa, parecía no saber qué decir. Finalmente, Easton preguntó:

—¿Y crees que ese momento ha llegado?

Acalia desvió la mirada hacia Biel por un instante, pero no respondió directamente. En cambio, continuó:

—El sello se ha fracturado parcialmente. Lo sentí durante la última batalla. Ahora puedo percibir cosas que antes no podía, y… también he recordado cosas que preferiría no haber recordado.

Biel no pudo evitar notar cómo la voz de Acalia se quebraba ligeramente al final. Aunque intentó disimularlo, estaba claro que hablar de esto no era fácil para ella.

La tensión entre ellos fue interrumpida por un crujido de hojas secas. Alertados, el grupo se puso en guardia mientras el sonido se acercaba.

De entre los árboles emergió un mensajero. Su apariencia era extraña: llevaba una capa oscura que cubría la mayor parte de su cuerpo, y sus ojos brillaban con un resplandor dorado poco natural. La brisa nocturna pareció intensificarse con su llegada, como si anunciara algo importante.

Xanthe levantó una mano envuelta en llamas, lista para atacar.

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—¿Quién eres? —preguntó con desconfianza.

El mensajero levantó ambas manos en señal de paz, su voz grave resonando con autoridad:

—No vengo a luchar. Soy un emisario de la Gran Emperatriz de Marciler "Domia". Traigo un mensaje para ustedes.

Biel intercambió una mirada con Acalia antes de dar un paso al frente.

—¿Por qué nosotros? —preguntó con cautela.

El mensajero sacó un pergamino de su capa y comenzó a leer con una voz solemne:

—“Ve a las montañas del sur. Allí encontrarás a un misterioso chico con un extraño fragmento colgando de su cuello y un peculiar grupo con dos chicas, un chico y un caballero oscuro. Debes llevarlos a las Tierras Oscuras, donde ocurrirá un evento que cambiará el curso del mundo.”

El silencio cayó sobre el grupo. Biel frunció el ceño, confundido y un poco escéptico.

—¿Por qué nosotros? —repitió.

El mensajero enrolló el pergamino y lo guardó nuevamente en su capa.

—Eso fue lo que la Emperatriz predijo. Mi trabajo era encontrarlos y transmitir el mensaje. Lo demás depende de ustedes.

Su figura se inclinó ligeramente, como si diera por terminada su tarea. Antes de retirarse, miró directamente a Acalia, como si supiera algo que los demás ignoraban.

El grupo se reunió en privado para discutir. Sentados en círculo alrededor del fuego, las dudas se reflejaban en los rostros de todos.

—¿Podemos confiar en él? —preguntó Xanthe, con evidente desconfianza.

Easton cruzó los brazos, mirando hacia el cielo estrellado.

—Si esta “Emperatriz” conoce tanto sobre nosotros, tal vez sea prudente investigar. Pero también podría ser una trampa.

Biel asintió, apoyando los codos en sus rodillas mientras pensaba.

—No sabemos lo suficiente. Necesitamos más información antes de decidir.

Antes de que pudieran llegar a un consenso, Acalia intervino. Su voz, normalmente calmada, estaba cargada de una determinación que no admitía debate.

—Vamos a ir.

Todos la miraron sorprendidos. Biel fue el primero en hablar.

—¿Por qué estás tan segura?

Acalia se giró hacia él, sus ojos brillando con una mezcla de urgencia y resolución.

—La voz que escuchamos antes provenía de allí. Necesito saber qué quiere.

—¿La voz? —insistió Biel.

Acalia respiró hondo antes de responder:

—El Rey Vampiro, Lip. Me nombró.

El grupo quedó en silencio absoluto. Finalmente, Biel encontró su voz.

—¿Rey Vampiro? ¿Qué significa eso?

Acalia clavó su mirada en él, su expresión estoica un reflejo de su lucha interna.

—Significa que tenemos un destino que cumplir. Y para entenderlo, debemos ir a las Tierras Oscuras.

Palacio del Rey Vampiro

En una sala inmensa, cubierta de sombras danzantes y columnas que parecían extenderse infinitamente hacia arriba, Lip estaba sentado en un trono tallado en ébano. Sus dedos tamborileaban el brazo del trono con un ritmo pausado, mientras una sonrisa tenue se formaba en sus labios. Sus ojos, de un rojo profundo como el vino más oscuro, reflejaban un conocimiento que iba más allá de los siglos.

—Al parecer, vas a venir, querida Acalia —murmuró, su voz resonando con un eco que llenó la sala.

A su alrededor, figuras encapuchadas se movían en las sombras, susurrando entre sí en un lenguaje arcano. Lip alzó una mano, y el murmullo cesó al instante. Su autoridad era indiscutible.

—La predicción de la Emperatriz fue precisa —continuó—. Pero esto es solo el comienzo.

Se levantó de su trono, y caminó hacia un mapa desplegado en una mesa cercana. En el centro del mapa, marcado con un símbolo oscuro, estaban las Tierras Oscuras.

—Prepárense —ordenó a sus sirvientes—. La llegada de ellos marcará el inicio de un nuevo capítulo en esta historia.

Lip giró su cabeza ligeramente, como si mirara a través del tiempo y el espacio, directamente hacia Acalia y su grupo.

—Espero que estés lista, Acalia. Porque yo lo estoy.

Con una sonrisa, el Rey Vampiro se adentró en las sombras, dejando tras de sí una risa suave y escalofriante que resonó en la vasta sala.